Entre Sábanas de Seda (AQS #1)

By BeastDramaQueen

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¡Primer libro de la serie Amores que Sanan! Versión 2021. Con un padre y hermano alcohólicos, Lia pasa su vid... More

ADVERTENCIA
Dedicatoria.
Prólogo
01|| Suggar Club.
02|| McMurray.
03|| Nunca Más.
04|| Opciones.
05|| Definitivamente.
06|| No.
07|| Aléjate.
08|| Prueba.
Nota de Autora.
09|| Complicación.
10|| Decisiones.
11|| A Salvo.
¿Maratón de ESDS?
12|| Reglas.
13|| Comunicación.
14|| Largo.
15|| Quítate.
16|| Distancia.
17|| Caos.
18|| Nosotros.
19|| Secretos.
20|| Fuerte.
21|| Cambios.
22|| Mal Dia.
23|| Resiste.
24|| Respira.
25|| Citas primerizas.
Nota. Personajes.
26|| Demasiado.
27|| Vacío.
28|| Estaremos Bien.
¿Maratón?
30|| Revelaciones.
31|| Resiste.
32|| Ya no.
33|| Carajo.
34|| Navidad.
35|| Bienvenida.
Nota de Autora.
36|| Pánico.
Nota Actualizada 2021
37|| Ganador.
38|| Ya no.
39|| Tranquila.
40|| Homenaje.
41|| Yes.
42|| Libre.
43|| Loco.
44|| Único.
45|| ¿Afortunado?
46|| Caos.
47|| Descontrol.
48|| Monstruo.
49|| Tú.
50|| Eterno.
Epílogo.
Agradecimientos.
¡1 Millón!
Aclaraciones
¡Entre Tus Brazos!
¡Grupo de Facebook!

29|| Karma.

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By BeastDramaQueen

El avión aterriza en California y yo no puedo hacer más que tratar de aguantar las ganas de dormir.

Después de que Hudson fuera a mi hotel anoche, no pude pegar un ojo en todas las horas siguientes hasta que estuve en el avión esperando aterrizar en mi lugar de origen.

No quería regresar, de hecho en mis planes estaba el quedarme con Hudson pues solo sería el padre de mi bebé, sin embargo nos involucramos más de la cuenta y todo terminó en desastre.

El ardiente sol me hace sonreír, estar aquí se siente bien, se siente fresco pero no hago nada de lo que quisiera porque siento que tengo ojos sobre mí.

Me muevo deprisa tomando mis maletas y luego cogiendo un taxi. No tengo idea cuál sería la mejor parte para vivir sola así que le pido que me deje en el centro, ya veré qué hacer desde ahí.

Las cuadras largas repletas de tiendas de moda son lo único que veo hasta que finalmente diviso un edificio de apartamentos con seguridad en la entrada. Sé que será costoso, sé que seguramente tendré que trabajar mucho para devolver cada centavo que gaste de ahora en más pero pienso que lo vale porque no me veo a mí misma luchando con mi hermano o mi padre ahora que mi barriga se nota.

—Hola, quisiera rentar una habitación—le digo a la joven recepcionista.

Sus ojos azules me recorren, trata de buscar el signo de dinero en mi mirada pero ya pasé por la humillación antes así que reconozco de inmediato la expresión en su rostro.

—Lo lamento pero nuestras rentas son por mes y no quiero sonar grosera pero no creo que puedas pagar una de nuestras habitaciones—dice condescendiente. Busca en su mueble una tarjeta y la desliza en mi dirección.—Ahí podrás encontrar habitaciones a un costo mucho menos elevado, linda.

Las hormonas me enloquecen y sumado a eso, toda la mierda que pasé para llegar aquí me tiene al límite así que hago todo mi esfuerzo por no estamparle la cara contra el vidrio de su escritorio.

—Escucha, linda—digo con los dientes apretados, devolviéndole la tarjeta y entregando la mía. Se queda asombrada al ver el color negro con dorado. —No te pregunté cuánto cuesta ¿cierto? Dije que quiero una. Y la quiero ya.

Abre la boca varias veces pero baja la mirada mientras comienza con el papeleo. Teclea rápido hasta que me sonríe apenada.

—Lo siento pero al no ser titular de la cuenta tenemos que llamar al señor McMurray para verificar la transacción y...

—Hágalo entonces—digo. Le entrego el número y observo con una ceja en alto su conversación con Hudson que al parecer le da el visto bueno pues ella finaliza la llamada y me entrega la llave electrónica. —¿Todo en orden?

—Sí, Julio llevará sus maletas—el botones llega y le entrego mis maletas preguntándome qué hará Hudson con esta nueva información pues ahora sabe dónde me estoy quedando.

Supongo que es algo bueno después de todo porque al menos alguien sabrá dónde encontrarme en cualquier emergencia.

El recibidor del hotel es hermoso y pulcro, pero el apartamento que se deja ver una vez abiertas las puertas del ascensor me recuerdan mucho a Miami pues tengo frente a mí el parque de Santa Mónica con la vista a la rueda de la fortuna y el mar.

Las paredes blancas me causan dolor de cabeza pero el amarillo suave de la cocina lo compensa. Tiene buen tamaño, de hecho es de los mejores lugares a los que he ido pues luego de casa todo se siente como un puto castillo.

El botones deja mi equipaje y al encontrarme sola solo puedo lanzarme a la cama tamaño King de la habitación principal. Se siente extraño estar sola y casi puedo echar de menos a Hudson y su forma de acariciar mi vientre mientras dormía.

Me ha dado mi espacio, se ha portado bien y es por eso que le envío un mensaje diciendo que me encuentro bien.

Hudson: Me alegro, por favor ten cuidado al salir. Evita hacerlo de no ser necesario.

Suspiro. Se preocupa demasiado y ahora que estoy sola en un edificio que no conozco es cuando comienzo a preguntarme si en verdad venirme sola fue la mejor opción.

Le escribo que tengo una cita con Kiran mañana para revisar al bebé. Ahora que estoy de regreso solo quiero mantener a mi doctor de cabecera al tanto.

Hudson: De acuerdo, llámame si necesitas algo. Las quiero.

Mi mandíbula cae. No puedo creer que se atreva a decir que me quiere por un puto mensaje de texto. Al menos no me dijo te amo porque ahí sí que traspasaría el teléfono para darle unos buenos madrazos.

[...]

La mañana comienza con más náuseas de lo normal. Vomito todo en el retrete incluso antes de haber tenido algo en el estómago lo cual me provoca dolor en el diafragma.

No entiendo por qué me sucede esto si mis síntomas disminuyeron bastante las últimas semanas. Tengo cinco meses de embarazo y creí que las náuseas ya habían terminado.

Al parecer me equivoqué.

Apenas abrí los ojos, supe que todo sería una maldita locura y no me equivoqué, pues el dolor que siento en el abdomen no es nada agradable y por supuesto nada bueno.

A la hora de levantarme, confirmo la cita con Kiran, el amigo de Hudson. Ahora que regresé, prefiero tener a alguien que conozca mi caso atendiéndome, por lo que me preparo para visitarlo.

Mi niña no deja de moverse, no sé qué le sucede pero mis costillas no están agradecidas con sus movimientos bruscos que a cada nada me obligan a detenerme para tomar aire.

El aire caliente de California me hace sentir como en mi propio hogar, aunque hace tiempo que no tengo uno. Termino colocándome un vestido veraniego largo que le da visibilidad a mi barriga.

Cada día que pasa confirmo que tomé la mejor decisión al continuar con mi embarazo, porque aún a pesar de las dificultades, mi bebé me ha convertido en la mujer más feliz del mundo.

Termino de vestirme y pido en recepción un taxi que me lleva directo a la clínica de Kiran, cosa que todavía no comprendo pues es un niño. No sé bien su edad pero creo que apenas nos llevamos unos años pero es doctor y tiene su propia clínica privada, algo que a otros les puede llevar más de una década conseguir.

No sé cómo llegó a eso pero sí sé que es un buen doctor, y por eso lo quiero atendiendo a mi bebé.

—Muchas gracias—le digo al conductor al pagar, estoy a punto de salir del coche cuando veo a una mujer muy similar a Kate entrar a un coche negro con vidrios tintados.

No logro verle el rostro, pero el coche a los pocos segundos abandona el estacionamiento a toda velocidad.

No puede ser Kate... ¿o sí?

Con la duda latente en mi cerebro camino por el estacionamiento. Mi móvil vibra con un mensaje de Hudson, algo que me provoca cierta electricidad y dolor de pecho. ¿Qué carajos me sucede?

Hudson: Supe de tu visita a Kiran. Espero que todo salga bien, te llamo luego.

Le respondo un simple OK y guardo el móvil. Todavía continúo consternada por nuestra pelea, el haber tenido que huir de él de Miami y no quiero regresar a nuestro círculo vicioso donde no duramos separados ni dos segundos, pues ahora en verdad necesito de tiempo.

No termino de pasar las puertas dobles de cristal cuando veo a Kiran sonreír en mi dirección.

—¡Pero miren quién decidió regresar!—saluda. Se acerca y termina por abrazarme, como si se tratase de dos viejos amigos. —¿Cómo ha ido todo? ¿Qué haces aquí?

—Pues regresé a la ciudad y necesito que lleves mi embarazo a término—respondo sonriendo por su calidez. —Saqué cita y...

—Ninguna cita, ven conmigo—dice.

Me lleva con él hablándome de lo agotador que es responder los mensajes al padre de mi bebé pues lo atosiga desde que supo que vendría a verme con él ya que quiere saber cómo está nuestra hija.

Como si yo no le fuese a decir algo tan importante...

Llegamos a su piso y veo que hay más mujeres esperando a ser atendidas pero Kiran le dice algo a su secretaria y termino pasando yo primero.

—Todavía no puedo creer que no se haya venido contigo de Miami—menciona negando con su cabeza al tomar asiento detrás de su escritorio. —Siempre supe que era un idiota pero no tanto como para que una mujer como tú se le escape de las manos.

—Bueno, ya ves como son las cosas—respondo encogiéndome de hombros sin perder la sonrisa.

—Sí... pero ya está, suficiente de ese gorila por ahora. Cuéntame cómo está la bebé—me pide.

Le cuento todos y cada uno de los inconvenientes que tuve en Miami con respecto a mi embarazo. Le comento también los calambres que he comenzado a experimentar y el hecho de que no llevo una buena vida alejada de los dramas a pesar de las indicaciones médicas. Por su mirada sé que algo de lo que dije no le agrada pero de todas formas no me interrumpe, me deja que continúe hablándole sobre mi experiencia lejos de su cuidado.

Para cuando termino, todo el aura de paz y felicidad que había al principio no se ve por ningún lado.

—Todavía estoy a la espera de tu historial médico pero por lo que me dijiste creo que una revisión sería lo adecuado para ver cómo va avanzando la niña—menciona. —Adelantaremos tu ecografía de los seis meses para ya. Si seré tu doctor necesito estar tranquilo de que en verdad se encuentra bien.

No discuto con Kiran en ningún momento. Le comento cada cosa que pregunta, incluso las que parecen algo personales como las discusiones en casa y demás mientras prepara la máquina para realizarme el ultrasonido. Descubro mi barriga y dejo que esparza el gel por mi piel para luego desparramarlo con su maquina mientras busca a mi bebé.

—Entonces es cierto—comenta de la nada.

—¿El qué?

—Que Dios castiga a los playboys con una mujer como hija—se muerde los labios para no reír.

Y aunque no lo logra y termino sonriendo junto a él, no puedo evitar hacer la pregunta más estúpida del mundo.

—¿Tan malo era con las mujeres?

Kiran eleva una ceja antes de voltear a verme.

—Creo que el que estés en Los Ángeles y él en Miami demuestra que tú misma lo corroboraste—menciona sin un atisbo de gracia. Trago grueso, nunca nadie me había dicho una verdad de esta forma tan directa pero lo agradezco pues me hace notar que quiero excusarlo de alguna manera aunque eso no fuera posible. —Volviendo a tu niña, me quedo más tranquilo al ver que se encuentra bien. Los calambres que tienen pueden ser debidos a sus movimientos pero si son más fuertes algún día no dudes en llamarme. Tengo una ambulancia privada de la clínica que puedo utilizar en cualquier momento.

—¿La bebé está bien?—pregunto embobada mirando el perfil del rostro de mi niña.

—Sí, tiene suficiente líquido, el desarrollo de su cuerpo se ve bastante bien pero lo que sí te sugiero y no quiero sonar impertinente ni nada, pero... si quieres llevar el embarazo a término, aléjate de los dramas porque de otra forma terminarás teniendo un parto prematuro y todo esto será en vano porque tu bebé tendrá que estar en una incubadora hasta que sus pulmones maduren y...

—Créeme que el venir aquí fue justamente para alejarme de tu amigo y todos los dramas que se carga—susurro en voz baja. —Quiero hacer las cosas bien, aunque siempre tenga que estar corriendo de un lado al otro.

—Si quieres hacer las cosas bien, tendrás que estar sola porque ahora no es nada, tal vez no sientas el peso del estrés en tu cuerpo pero cuando llegues al tercer trimestre notarás los cambios y te arrepentirás de no haberlos hecho antes.

Mientras él imprime la fotografía de mi bebé y yo me limpio, recuerdo haber visto a Kate por aquí. Sé que no puede violar la confidencialidad con su cliente pero de todas formas trago grueso y trato de entablar conversación.

—Kiran... ¿Tú conoces a Brennan O'Hare? —de inmediato tengo sus ojos sobre mí.

—Es un gran amigo ¿por qué preguntas?

—Creí haberlo visto salir hace un rato—me encojo de hombros.—Iba con mi amiga Katherine. A ella la vi pero no sabía si...

Por su mirada confirmo que sí se trataba de ella pues no hace más que una mueca.

—¿Eres su amiga?—pregunta con cierto pesar. —Lamenté tanto por lo que pasó, supongo que te debió de haber contado pero...

—¿Qué le pasó?—pierdo por completo el interés por averiguar si era o no mi amiga pues su mirada me lo confirmó, sin embargo centro mi atención en obtener la información que suelta a medias.—¿Qué le pasó a Kate, Kiran?

Se da cuenta de que cometió un error al hablarme de eso pero de igual manera frunce los labios.

—Solo puedo decirte que si eres su amiga no te alejes de su lado en estos momentos.

Mi cita con él continúa por media hora más mientras revisa unos últimos detalles y finalmente me deja marchar con la advertencia de continuar un plan libre de estrés. Como si él no supiera de qué va mi vida porque literalmente yo vivo en una telenovela de drama.

Cuando salgo recibo un mensaje de Hudson preguntando cómo fue todo y aunque quisiera responder, no lo hago.

Guardo el móvil en el bolso y salgo hacia la calle donde paro un taxi. Le entrego la dirección del apartamento de mi amiga y no puedo pensar con claridad en lo que resta del viaje porque solo pienso en lo que le sucedió a Kate.

Tengo muchas posibilidades en la cabeza sin embargo no me concentro en ninguna, el maldito móvil no ha dejado de vibrar en ningún momento con las llamadas entrantes de Hudson y aunque quisiera decir que me agradaría responderle solo estaría mintiendo.

El coche se detiene frente al edificio, pago lo que le debo al conductor y cuando bajo tomo la llamada con todo el pesar de mi corazón.

Hola, ¿Como fue todo?—pregunta al otro lado de la línea.

—Hudson, tienes solo una oportunidad para decirme la verdad—digo con firmeza. Soy consciente del silencio por unos segundos al otro lado de la línea por eso continúo. —Estoy... estoy frente al edificio de Kate y...

Tienes que irte de ahí—dice de inmediato. Cierro los ojos a sabiendas de que lo que sea que vaya a oír dentro del apartamento de Kate no serán más que cosas dolorosas. —Por favor, te lo explicaré todo pero vete. No entres...

En otra etapa de mi vida habría llorado y gritado para oír la verdad, sin embargo ahora no hago más que suspirar porque esto no es más que un círculo vicioso por parte de Hudson. Siempre hace algo que la caga, luego intenta repararlo, lo perdono y lo hace de nuevo. Y lo hace porque sabe que yo siempre estaré ahí.

—Esta vez no—digo antes de colgar. Decido que lo mejor que puedo hacer es apagar el móvil para que no me moleste. Conozco lo suficiente a Hudson como para saber que se volverá loco llamando a mi línea una y otra vez.

Camino adentrándome en la estructura que hasta hace poco también fue considerada mi hogar. Tengo buenos recuerdos aquí, incluso las veces en las Hudson me acosaba a la salida de mi trabajo en la cafetería hasta el momento en que supe que estaba embarazada en primer lugar. Y aunque tengo buenos recuerdos, a medida que subo los peldaños de las escaleras me siento extraña, temerosa de lo que pueda estar esperándote allí detrás, por eso camino con cautela.

Subo de piso en piso y para cuando llego donde vive Kate saco el manojo de llaves que aún conservo y abro lentamente la puerta. Frunzo el ceño al ver un saco de hombre recostado sobre el brazo del sofá porque Kate no está sola.

Pero aquello no es lo único que capta mi atención sino todo lo que ha cambiado en este lugar, primeramente la ropa de bebé que yace esparcida por todos lados junto a pequeños biberones para recién nacidos y mantas de color claro.

¿Qué carajos?

—¿Kate?—susurro temerosa de dar un paso más y notar que terminé equivocándome de apartamento. —¿Hola?

En la sala no hay nadie al igual que en la cocina por eso me adentro en el pasillo que da a las habitaciones cuando escucho el primer grito de mi amiga.

—¡Lárgate, Brennan, déjame en paz de una buena vez!—grita toda desesperada.

Me quedo de piedra al oír ese nombre pues por lo que sé, nosotras solo conocemos a un Brennan y es Brennan O'Hare, el amigo de Hudson.

—¡No me iré hasta que te tranquilices!—le grita él de regreso. —Mírame, ¿Crees que yo no estoy sufriendo? ¡También era mi hijo y me duele, no estoy hecho de piedra!

—¡Fuiste una piedra todo mi embarazo!—me acerco un poco más a la puerta entreabierta. —Tú... tú no nos querías en primer lugar, no te acercaste siquiera a preguntar cómo estábamos así que no, no me importa si sufres o no la pérdida de nuestro hijo porque sé que no es así.

—Yo te amo pero sabes bien que esto no debió pasar—susurra él en voz baja.

—Tú no nos querías—continúa mi amiga hiriéndome con el dolor que profesa su voz.—Querías que abortara ¿no? Listo, ahora te libraste del problema.

Algo dentro de mí se hunde.

—Quería que abortaras pero jamás quise que sufrieras de esta manera—le dice él.

Entonces no puedo más y simplemente abro la puerta encontrándome con la peor de las escenas frente a mí.

Dos pares de ojos de inmediato se posan en mi figura, una desesperada y la otra completamente asustada.

—Estabas embarazada—es lo único que susurro. 

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