Sunlight

By IndigoER

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Después de todo el revuelo que la boda arreglada de Julián causó, finalmente las cosas se resolvieron de mane... More

Introducción.
Ya tengo la respuesta.
Un maravilloso plan.
Seré directo.
¿Qué piensas hacer?
El nuevo.
Vinagre de manzana.
Armas y billar.
Competencia.
Cabezadura vs. Cabezadura.
Enfrentamiento.
Castigo.
Huevo de Ferbege.
Roto.
El pequeño Jared.
Reflexión.
Héroes y coyotes.
Estofado de pescado.
Me equivoqué.
Breakfast.
Eres genial.
Pay de manzana.
Disculpas y más disculpas.
Blue Hills.
Poniéndonos sinceros.
Superficial.
Gente estúpida.
¡Detente!
N.
Mamá y papá.
Quiero ir a casa.
Entrega.
Epílogo.
*[¡] Notas del autor [!]*

Imperfecto.

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By IndigoER

Capítulo 31.

Imperfecto.

Mauricio dejó la taza de café sobre la mesa, frente a Jared, quien se aclaró la garganta al no saber cómo romper el silencio. Julián y Duncan habían salido del edificio con el pretexto de ir a la tienda veinticuatro-horas cercana.

—Estarán bien, crecieron juntos y no se han comunicado en algunas semanas, eso es demasiado para ellos; además de que Julián no estaba muy contento la última vez, tienen cosas de qué hablar— dijo el anfitrión.

—Lo sé, no le agrado— respondió en automático. Al llegar al aeropuerto de la capital habían decidido visitar a Mauricio y Julián, pasarían la noche en un hotel cercano y por la mañana irían a Rilltown, ya que eran algunas horas de viaje en carretera; ese era el plan.

—No, no quise decir eso.

—Está bien, no hay problema; haré todo por mi parte por llevar las cosas en paz, sé que estuve equivocado al principio.

Mauricio suspiró, no podía discutirle aquello, —todos nos equivocamos alguna vez, ahora lo importante es que Duncan esté bien, es una gran persona.

Jared asintió, bebió el café y confesó, —estoy un poco preocupado por él.

—¿Qué le sucede?

Miró al rubio, se veía genuinamente interesado y también sincero al decir que el beta era una gran persona, así que, ¿por qué no confiar un poco?; —las cicatrices, hace unos días tuvo un ataque de pánico cuando se miró al espejo minuciosamente.

—Duncan es de las personas más desinteresadas y fuertes que conozco, pero todo tiene un límite, ¿le has ofrecido ayuda médica, psicológica?— Mauricio sabía que mencionar al psicólogo podría ser ofensivo para algunas personas, pero consideró que Jared no era así, y no se equivocó.

Jared asintió, —sí, pero no quiero insistirle si no quiere; él dice que está bien, no deseo que se sienta presionado u obligado.

—Entiendo, todo a su tiempo; creo que este viaje es algo bueno, convivirá de nuevo con sus viejos amigos y su familia; lo necesita, por todo lo que pasó, ya sabes, Alex y los malentendidos— no dio detalles, pero ambos sabían a lo que se estaba refiriendo.

—Eso espero— suspiró Jared.

—Le hará bien enseñarte parte de él, me imagino lo emocionado que estará cuando te hable de sus hazañas cuando era adolescente; eso le distraerá un poco y le hará feliz.

Jared sonrió para sí, recordando cuando Duncan le hablaba sobre ello, le agradaba cuando se comportaba despreocupado y libre.

—¿Mauricio, estás allí?— la voz de una chica se escuchó amortiguada por la puerta antes de que esta tocara, —te traje las notas que me pediste.

—Sí, ya voy— anunció el nombrado y caminó hacia la puerta para abrirla.

—No comprendo como fue que perdiste tus apuntes— dijo una muchacha bajita, algo llenita; de cabello largo, castaño y tan esponjado que llamaba demasiado la atención.

—Yo tampoco, simplemente no se donde los puse— mintió, porque en realidad no los había tomado, esa clase se la pasó mandándose mensajes de texto con Julián.

—Eso es extraño en ti, jamás extravías las cosas— entró con naturalidad al apartamento, solo unos cuantos pasos.

—No volverá a suceder, lo prometo; me has hecho un gran favor al prestármelos, les sacaré una fotocopia y te los devolveré el lunes en la escuela.

—Por supuesto que lo harás, porque el martes tenemos exam-Hola— sonrió tontamente cuando notó a Jared sentado a la mesa, se acercó al rubio y susurró, —¿de donde sacas amigos tan guapos?—, pero aún con la voz baja, Jared le escuchó.

Mauricio le dio un ligero codazo a su amiga por aquella pregunta y dijo, —Efy, él es Jared.

El chico se puso de pie, dispuesto a extender su mano y saludar como las etiquetas indicaban; ella la estrechó, pero instantes después su atención se perdió a los alrededores, pareció buscar algo con la mirada, o a alguien, —¿Duncan también está aquí?—, preguntó.

—No— dijo Mauricio, —exactamente aquí no, pero ha venido a la ciudad.

—¿Se quedará? Espero que sí. ¿Podemos salir juntos en una cita doble? Julián y tú lo prometieron, aunque esta vez podríamos ir a cenar los cinco— miró a Jared y le sonrió.

El rubio frotó su nuca, nervioso, —no lo creo, ellos solo están de paso; se van esta misma noche— mintió de nuevo, interviniendo y no dando oportunidad a que Jared respondiera; quería a su amiga, pero había cosas que aún no le explicaba.

Efy hizo una mueca graciosa de resignación, —avísame la próxima vez que tus amigos te visiten, espero no tener que saberlo hasta que venga a tu apartamento a traerte la tarea.

—Lo haré, lo prometo— otra mentira.

—Bien, me tengo que ir— exhaló, y luego giró para mirar al otro con una gran y coqueta sonrisa, —fue un placer, Jared.

—Igualmente— contestó en automático.

Después de ello la mujer bajita se marchó de allí; y Mauricio supo que probablemente tendría que explicarle a Jared las mentiras que acaba de decir y de prometer.

..

Duncan balanceó la bolsa de tela, esa que tenía unas botellas de cerveza, comida china y galletas de la suerte, los amigos se habían desviado un poco de la ruta para conseguir el alimento favorito del beta.

—Lamento haber llegado sin avisar— dijo cuando salieron del local para emprender el camino de regreso al edificio.

—Descuida, cuando quieras— contestó el alfa, —por Mauricio no creo que haya inconveniente tampoco; tienes el extraño don de desagradar al principio y luego ser amado— bromeó.

—Tienes razón— exclamó Duncan pensativo, —aunque el único que se resiste a mis encantos es el tonto Bernardo.

—Como si te importara— le siguió la broma Julián.

—Ey, por supuesto que sí— se hizo el ofendido y agregó, —eres mi amigo, él es tu hermano, es como si viniera en el mismo paquete.

Julián rio, —¿así es como nos ves, como un paquete completo?

Duncan también rio dando por entendido que así era.

Detuvieron el paso unos segundos, justo antes de cruzar la vía, esperando el cambio del semáforo.

—¿Puedo preguntarte algo?— exclamó Duncan cuando comenzaron a atravesar la calle.

—¿Qué no lo estás haciendo ya?

Duncan miró a su amigo y rodó los ojos, usualmente él era el irónico; pocas veces Julián tenía la oportunidad de serlo, solo cuando el beta bajaba la guardia.

—Está bien— dijo el alfa poniéndose serio al notar el gesto de su amigo, —dime qué te preocupa.

—¿Preocuparme?

—Claro, no sé qué es exactamente, sólo sé que algo no está del todo bien, no digas que no— Julián no podía describirlo, pero algo abrumaba al beta, lo conocía de toda la vida y podía notar que algo ocurría.

Duncan suspiró largo, rindiéndose, dispuesto a soltar sus dudas y miedos, —es algo personal— dijo, preparando el terreno.

—Adelante, pregunta.

Carraspeó antes de cuestionar, —cuando Mauricio y tú... ya sabes, ¿fue extraño?

—Cuando él y yo, ¿qué?— le miró confundido.

Con la mano libre, Duncan se frotó el rostro descuidadamente, con algo de desesperación; antes, cuando habían ido a conocer chicas, hablar de sexo con su amigo había sido fácil, jactarse de sus hazañas era "normal".

Julián observó bien los movimientos y gestos del beta, y entendió; —¡Oh! ¿Te refieres a...?— y comenzó a reír, un poco nervioso también.

—Sí, a eso— coincidió Duncan cuando supo que ambos estaban en la "misma sintonía", y agregó, —sé que los chicos nunca te atrajeron, Mauricio ha sido el primero, así que ha de haber sido distinto; en cambio eso no fue relevante para mí, si alguien me gustaba estaba bien si era hombre, pero solo he estado con mujeres, ¿comprendes?

Julián rascó su cabeza, cerca de su sien, —no es muy diferente; y no creo que pretendas que te de un instructivo, ¿o sí?

—No, pero...— mordisqueó la uña de su pulgar.

—¿Qué es?— Julián se adelantó dos pasos, posicionándose frente a él, incluso colocando la palma de su mano en el pecho de su amigo para detenerlo y encararlo, —sin rodeos, somos prácticamente hermanos, sea lo que sea solo dilo.

—Es que yo...

—¿Temes que note tu inexperiencia? Créeme, no le afectará.

—No es eso, temo que no le guste.

—¿Qué tú no le gustes?— Julián entrecerró los ojos, —déjame recordarte que decidió estar contigo, por supuesto que le gustas.

—Temo, específicamente, que le desagrade lo que verá— y señaló la cicatriz en su rostro.

El sonido de los autos fue lo único que invadió su ambiente por unos segundos, hasta que Julián abrió la boca de nuevo, —querías saber si mi primera vez con Mauricio fue extraña, ¿no es así?, bien, la respuesta es: no; es verdad que me tomó algo de tiempo, pero cuando sucedió no me desagradó ver ni tocar a alguien diferente a lo que estaba acostumbrado, en el calor del momento no te fijas en esas cosas, en serio; ya verás que a Jared no le importará unas cuantas cicatrices— pocas veces Julián daba discursos para levantar el ánimo, no se le facilitaba, porque mientras más delicada era la situación, menos encontraba las palabras adecuadas; Duncan debía darle el mérito, aún así se mostró renuente.

—¿Unas cuántas; las has visto siquiera? Tengo llena toda la espalda.

—Lo sé.

—No entiendes— el castaño negó con la cabeza, —piensas que es algo sencillo.

—O tal vez tú piensas que es algo muy grave; tranquilo, Dun— colocó la diestra en el hombro de su amigo.

El castaño dejó caer su cabeza al frente, —¿qué hago entonces?

—Piensa, ¿cuál es el mayor defecto físico de Jared?, ¿algún dedo más corto que los demás, demasiado vello en las piernas, una ligera joroba?

El beta frunció el ceño y volvió a erguirse, —¿A dónde quieres llegar con eso?

—Todos tenemos alguna parte de nuestro cuerpo que no nos gusta, pero que a los ojos de los demás muchas veces no es importante, o, por el contrario, es llamativo y digno de admiración; ¿tú le encuentras alguna imperfección a Jared?, ¿él te ha dicho que algo de ti le desagrada?

Duncan se mordió el labio inferior, recordando las palabras de su pareja:

"No eres un estúpido y las marcas no son feas, son evidencia de lo noble y maravilloso que eres".

Y se preguntó también si existía algo en Jared que no fuera perfecto.

—Tú mismo lo dijiste una vez— continuó Julián, —esas son las marcas de un héroe, un héroe al que le debo la vida; no sé qué habría sucedido si tú no hubieras estado con Mauricio aquella noche— tragó saliva y agregó, —tal vez no es el momento, pero tengo que preguntarlo, ¿te arrepientes, te arrepientes de haber tomado la decisión de ayudarle y mantenerle a salvo aquella noche en el bosque?

—¡No, claro que no!— contestó sin chistar, casi en un grito; Duncan recordaba ese episodio de su vida, recordaba ese sentimiento de querer alejar a los cazadores del indefenso humano.

—Eres extraordinario cuidando y preocupándote por los demás, deberías dejar que alguien hiciera lo mismo por ti— el alfa citó de nuevo aquél argumento, luego rodeó por los hombros a su amigo con uno de sus brazos, invitándole a seguir su caminar.

—Y ya, hombre, tranquilo, solo deja que suceda; puedo apostar a que Jared sabrá esperar cuando estés listo y que tu pasado justamente eso es, pasado— estaban abrazados, como en los viejos tiempos; —lo importante son los sentimientos que compartan cuando estén juntos, no te abrumes ni te adelantes a los hechos.

El beta sonrió un poco más relajado, Julián hacía que todo ese asunto sonara sencillo; algo de su ánimo regresó, al igual que su curiosidad, pues se aventuró a decir —bien, ahora solo una duda más.

—Adelante, pregunta— le instó sin soltarle, y no es como que Duncan quisiera zafarse tampoco.

—Acabas de apostar por Jared, ¿qué no te desagrada?

—Por supuesto, lo aborrezco, pero si a ti te hace feliz puedo soportarlo.

Duncan asintió, justo cuando llegaban a la entrada del edificio, y se lanzó por la siguiente cuestión, —pareces tener experiencia en el tema de la incomodidad durante ciertos momentos y encuentros, lo que me hace preguntarme, ¿existe algo de ti, alguna parte de tu cuerpo que no te agrade?— probablemente si su mejor amigo le compartía esa información se sentiría mejor, eso querría decir que no era el único con inseguridades acerca de su cuerpo en la intimidad. Sin embargo, la risilla que Julián soltó le dijo que no obtendría una respuesta satisfactoria, pues el alfa solo murmuró muy cerca de su oído a modo de secreto, —lo siento, querido amigo, pero eso no te lo puedo decir, es algo entre Mauricio y yo.

..

Duncan había extrañado la comida china, ni qué decir de las galletas de la suerte, y no pudo estar más que feliz cuando Jared le cedió la suya, pues dijo haber comido suficiente. Durante la cena fue algo divertido notar cómo su amigo evitaba hacer gestos mordaces, pues si bien, como dijo, aborrecía a Jared, no tenía razones para ofenderle ni mucho menos para iniciar una riña, pero cuando a veces no podía callarse algunos comentarios, Mauricio intervenía oportunamente.

Miró por la ventana, él y Jared pasarían la noche en el motel cercano a la salida de la ciudad, pues por la mañana partirían a Rilltown; admiró la luna, que aún oculta entre algunas nubes dejaba ver su brillo, suspiró quedándose en los recuerdos de la charla con Julián. Una memoria llevó a otra y remembró también que en el pasado conoció a varias mujeres que se quejaban de lo "imperfecto" que eran sus cuerpos; si no hacían referencia a sus caderas, eran sus piernas, su nariz o incluso un lunar en el área incorrecta; en ese entonces jamás imaginó que él pudiera llegar a sentirse así, pues, cuando las escuchaba quejarse de sus "imperfecciones", él pensaba que no era cierto, que cada mujer era bella a su manera, que "las imperfecciones las hacían perfectamente únicas"; obviamente jamás se los dijo, no porque fuera una mentira, sino porque sería como hablarle a la pared. Entonces se preguntó, ¿era él ahora como una chica que pensaba que era imperfecta? Sonrió un poco, pensando que era irónico y gracioso a la vez; de igual manera se dio cuenta de que si él no superaba esto, jamás podría dar un consejo a esas mujeres.

—¿Estás bien?

Tan inmerso estaba que no había escuchado a Jared salir del baño, pues fue el segundo en ducharse.

—Sí, solo estaba pensando en algo.

—¿Ah, si?, ¿en qué?— se acercó curioso, con el cabello un poco húmedo y una toalla sobre los hombros, vistiendo una sencilla pijama de franela, similar a la que Duncan tenía.

El beta tomó a su pareja de la mano y le hizo sentarse en la silla, —estaba pensando en la cena de hoy y en lo mucho que te agradezco, a veces Julián puede ser un verdadero cretino cuando se lo propone—, se colocó a su espalda y comenzó a secarle el largo cabello, ese que tanto le gustaba.

Jared se encogió de hombros restándole importancia al comentario, —he aprendido a no dejar que ciertas cosas me afecten— después ladeó su cabeza, permitiendo que Duncan trabajara en un lado en específico.

—Sé que es mucho pedir, pero en realidad me gustaría que no solo se llevaran bien, sino que fueran amigos.

—¿Quién es el que lee demasiadas historias románticas, eh?— bromeó Jared.

Duncan rio, pues le gustaba ese Jared, ya que antes, en presencia de los otros dos, había sido solo cortés, nunca daba pie a que los demás se acercaran demasiado. Eso era bueno, pues el verdadero Jared solo de mostraba con él.

—¿Insinúas que es algo imposible?— le siguió el juego Duncan.

—Mas bien, es algo muy, pero muy poco probable.

Sí, eso era verdad.

En un agradable silencio, Duncan continuó pasando la toalla y los dedos entre las hebras de cabello y, prácticamente al finalizar, Jared habló otra vez.

—Por cierto, ¿quién es Efy?

—¿Ee-Efy?— el beta no recordaba haberla mencionado antes a Jared, porque su presencia en el pasado no había sido importante, o eso pensaba, —es una amiga de Mauricio, ella al principio pensó que Julián y yo teníamos una relación, ¿por qué te interesa?

—Porque cuando Julián y tú no estaban, ella llegó al apartamento y preguntó por ti.

—¿Ah, si?

—Sí, y pidió salir en una cita doble contigo; ¿ustedes dos estuvieron juntos?

Duncan detuvo su labor y casi de un salto se colocó enfrente del pelirrojo, —por supuesto que no; aunque debo confesar que ella no ocultó su interés por mí, es una buena chica, pero no es mi tipo.

Jared le miró por un segundo, luego dijo, —bien— y se puso de pie, dispuesto a encaminarse a la cama.

—¿Bien?, ¿solo bien?— Duncan echó la toalla sobre la silla y le siguió confundido.

—Así es, Mauricio me lo contó y quise corroborar la historia— se sentó en el borde del colchón.

—Creo que me siento ofendido— dramatizó Duncan, —sería mejor si te hubieras mostrado celoso y no desconfiado.

—No, no— el pelirrojo negó, —me refiero a que quise corroborar su historia; claro que confío en tu palabra, eres honesto, considerado y leal, ¿cómo podría sospechar de ti?

—No soy tan perfecto como imaginas.

—Lo eres para mi, ¿qué no es suficiente?— palmeó con suavidad el espacio de la cama a su lado, —ahora a dormir, que mañana tenemos que viajar temprano.

Duncan le miró y pensó en aquella duda que, debido a la charla con Julián, había surgido en su mente.

—Hay algo que quiero preguntarte.

—¿Qué es?— Jared le miró expectante.

—¿Existe algo que no te agrade de ti, como, no sé, tu nariz o tus dedos?

Jared frunció un poco el ceño, —¿qué tiene mi nariz?— incluso se la tocó.

—Nada, solo fue un ejemplo— aclaró y se arrodilló frente al delta, pues este había permanecido sentado, —tal vez es algo tonto, pero quiero saber si existe alguna incomodidad por tu parte, algo que no te haga sentir bien, algo que te gustaría cambiar o desaparecer si pudieras.

Duncan se sintió expuesto cuando la mirada de Jared le atravesó, el beta se dio cuenta que su pareja supo la razón de aquella repentina cuestión, pues le acarició el rostro y la cicatriz que lo surcaba.

—Lo que no me agrada de mi físico— dijo Jared después de unos segundos, —lo que cambiaría si pudiera, es el color de mis ojos.

—¿Qué? Pero si son hermosos— Duncan también alargó la mano para tocarle la mejilla y acunar su rostro; estaba seguro de que eran los ojos más perfectos y maravillosos que hubiera visto.

—Es el legado de mi padre— confesó Jared, —es la prueba irrefutable y evidente de que me engendró; el rostro, la complexión física, e incluso el color de cabello son herencia de la familia de mamá; en cambio mi padre y también su padre tenían los ojos así; además, realmente la heterocromía es una anomalía genética, una imperfección. Sé que dije que no seré como papá y que ya todo está en el pasado, pero imagina mi angustia de niño, cuando ni siquiera podía fantasear con la idea de que en el hospital se hubieran equivocado, o que mamá hubiera tenido una aventura, y que de alguna manera ese hombre que me maltrató y yo no estábamos emparentados— lo último lo dijo con una chispa de humor, aligerando el asunto, dejando claro el tema no le quitaba más el sueño.

Duncan sonrió con empatía, comprendiendo que todos cargaban con sus fantasmas e inconformidades, y que, más que ser un problema, reafirmaba su teoría de que eso era lo que hacía a cada uno único, especial, perfecto. Decidió entonces que no tendría por qué esconderse más de Jared, que, así como él veía perfecto a su pareja, debía confiar en que el sentimiento era recíproco.

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ESPACIO PARA CHARLAR. ¡Uff! Este capítulo quedó algo extraño y largo (3,200 palabras aproximadamente), iba a cortarlo a la mitad, pero entonces iban a ser dos capítulos "muy cortos", además de que todo iba relacionado con el título, el cual me costó mucho pensar/decidir. Gracias por su paciencia y espera. Perdón por los errores de dedo, redundancias y/o cosas raras; no me da mucho tiempo de revisar palabra por palabra.

Les agradezco los votos, pero, como les había dicho antes, a mi también me gusta leer, así que no sean malos y déjenme de vez en cuando algunas palabras, aunque sean reclamos por tardar en actualizar 😉 También me los pueden mandar inbox (mensaje privado). 

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