Imperfecto.

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Capítulo 31.

Imperfecto.

Mauricio dejó la taza de café sobre la mesa, frente a Jared, quien se aclaró la garganta al no saber cómo romper el silencio. Julián y Duncan habían salido del edificio con el pretexto de ir a la tienda veinticuatro-horas cercana.

—Estarán bien, crecieron juntos y no se han comunicado en algunas semanas, eso es demasiado para ellos; además de que Julián no estaba muy contento la última vez, tienen cosas de qué hablar— dijo el anfitrión.

—Lo sé, no le agrado— respondió en automático. Al llegar al aeropuerto de la capital habían decidido visitar a Mauricio y Julián, pasarían la noche en un hotel cercano y por la mañana irían a Rilltown, ya que eran algunas horas de viaje en carretera; ese era el plan.

—No, no quise decir eso.

—Está bien, no hay problema; haré todo por mi parte por llevar las cosas en paz, sé que estuve equivocado al principio.

Mauricio suspiró, no podía discutirle aquello, —todos nos equivocamos alguna vez, ahora lo importante es que Duncan esté bien, es una gran persona.

Jared asintió, bebió el café y confesó, —estoy un poco preocupado por él.

—¿Qué le sucede?

Miró al rubio, se veía genuinamente interesado y también sincero al decir que el beta era una gran persona, así que, ¿por qué no confiar un poco?; —las cicatrices, hace unos días tuvo un ataque de pánico cuando se miró al espejo minuciosamente.

—Duncan es de las personas más desinteresadas y fuertes que conozco, pero todo tiene un límite, ¿le has ofrecido ayuda médica, psicológica?— Mauricio sabía que mencionar al psicólogo podría ser ofensivo para algunas personas, pero consideró que Jared no era así, y no se equivocó.

Jared asintió, —sí, pero no quiero insistirle si no quiere; él dice que está bien, no deseo que se sienta presionado u obligado.

—Entiendo, todo a su tiempo; creo que este viaje es algo bueno, convivirá de nuevo con sus viejos amigos y su familia; lo necesita, por todo lo que pasó, ya sabes, Alex y los malentendidos— no dio detalles, pero ambos sabían a lo que se estaba refiriendo.

—Eso espero— suspiró Jared.

—Le hará bien enseñarte parte de él, me imagino lo emocionado que estará cuando te hable de sus hazañas cuando era adolescente; eso le distraerá un poco y le hará feliz.

Jared sonrió para sí, recordando cuando Duncan le hablaba sobre ello, le agradaba cuando se comportaba despreocupado y libre.

—¿Mauricio, estás allí?— la voz de una chica se escuchó amortiguada por la puerta antes de que esta tocara, —te traje las notas que me pediste.

—Sí, ya voy— anunció el nombrado y caminó hacia la puerta para abrirla.

—No comprendo como fue que perdiste tus apuntes— dijo una muchacha bajita, algo llenita; de cabello largo, castaño y tan esponjado que llamaba demasiado la atención.

—Yo tampoco, simplemente no se donde los puse— mintió, porque en realidad no los había tomado, esa clase se la pasó mandándose mensajes de texto con Julián.

—Eso es extraño en ti, jamás extravías las cosas— entró con naturalidad al apartamento, solo unos cuantos pasos.

—No volverá a suceder, lo prometo; me has hecho un gran favor al prestármelos, les sacaré una fotocopia y te los devolveré el lunes en la escuela.

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