Mala influencia®

By teensspirit

45.4M 3.1M 3.5M

YA EN FÍSICO. La irresistible tentación está ahí: para los dos. En medio de todo el desastre, tuvimos que enc... More

Prólogo
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 32
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capitulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Epílogo
Fin
YA EN FÍSICO

Capítulo 31.

715K 47.7K 94.8K
By teensspirit

REESE.

Queda muy poco tiempo. Mis manos sudan buscando una salida, pero no la encuentro.

No entiendo por qué demonios alguien querría hacer algo así, pero tampoco lo pienso mucho, pues ambos estamos a punto de morir.

Lágrimas comienzan a caer de mis ojos mientras que golpeo el cristal con todas mis fuerzas, pero este no se rompe. Eros también trata de hacer lo mismo, pero diciéndome palabras tranquilizadoras que no logro entender bien, a causa de los nervios. Ni si quiera he podido despedirme de mi padre...

-¡Hay que salir ya de aquí! -grita golpeando las puertas.

El coche comienza a llenarse de un humo negro y denso y a hacer ruidos extraños. Mi corazón late a cien por hora y comienzo a hiperventilar. No hay escapatoria.

-Te quiero. -murmuro mirándole a los ojos antes de sentir un calor infernal y que el coche salga volando en miles de pedazos...

Me incorporo casi de un salto sobre la cama, inhalando una bocanada de aire.

-Dios mío. -murmuro tocando mis brazos, asegurando que estoy viva. Todo ha sido un sueño. Un maldito sueño.

Me toco la cara. Estoy llorando y ni si quiera me había dado cuenta.

Respiro hondo otra vez. Esta es la tercera pesadilla que tengo desde la explosión del coche. Pero me atrevería a decir, que ha sido la peor de todas. Estoy sudando y no consigo dejar de llorar. Ha sido horrible.

Me levanto de la cama, dejando mi peluche jirafa a un lado y apartando las sábanas de encima de mi, y siento el tacto agradable de mis pies al tocar la madera fría del suelo. Me dirijo al baño y me mojo la cara con agua del grifo. Al levantar la cabeza no puedo evitar mirarme en el espejo. Tengo el pelo revuelto y unas ojeras que me llegan hasta el suelo. Y no se si es por lo fea que estoy o porque estoy demasiado sensible con todo esto que vuelvo a llorar otra vez.

-Que patética. -me digo a mi misma antes de salir del baño. Y después me doy cuenta de que hablar conmigo misma ha sido más patético aún. Pero bueno, podría culpar al susto que me ha dado la pesadilla.

Salgo de mi habitación y cruzo el pasillo con pasos sigilosos. No querría despertar a mi padre. Llego a la habitación de Eros y abro la puerta sin hacer mucho ruido, cerrándola detrás de mi.

Este está dormido boca abajo, dejando a la vista su espalda trabajada y un poco de sus bóxers. Oigo su respiración tranquila y suspiro. Nunca antes había dicho que le quería. Jamás. Ni si quiera en sueños. A pesar de que sabía que lo nuestro iba más allá de ser una simple atracción,  y después de todo lo que hemos pasado juntos, no es nada raro.

Pero ahora sé que es verdad, porque cuando cuentas una mentira en los sueños siempre sabes que estás mintiendo, y esta vez no lo hacía. Estaba diciendo toda la verdad. Y joder, esas habían sido mis últimas palabras antes de morir, cosa que significa que tienen mucha importancia para mi.

No me había dado cuenta de que parezco una psícopata observándolo de esta manera. Debería volver a mi cuarto antes de que se despierte. Ni si quiera sé que estoy haciendo aquí.

Me doy la vuelta, y al pisar el suelo, la madera suelta un crujido que más bien suena como si acabaran de lanzar un maldito misil encima del tejado.

-¿Russell? -oigo su voz ronca llamarme desde la cama. Oh mierda, eso ha sido muy sexy.

-Lo siento, no quería despertarte. Ya sabes lo torpe que soy... -me disculpo. Luego intento darme la vuelta para que no vea que he estado llorando.- Ya me iba.

-¿Has vuelto a tener otra pesadilla, no? -No contesto. En vez de eso asiento con la cabeza, soltando sin querer un pequeño sollozo, delatándome a mi misma.- Ven aquí. -me dice abriendo sus brazos desde el colchón.

Corro hasta él y me acurruco entre sus brazos, sintiendo como estos me rodean. E instantáneamente dejo de llorar, como si eso fuera todo lo que necesito para estar bien.

-Lo siento. Enserio, no quería que te despertaras, no se por que he venido.

-Tranquila, me gusta que lo hayas hecho. -dice dándome un beso en la frente. Cierro los ojos y siento su corazón latir, ya que tengo justo la cabeza en su pecho.

-Esta era diferente. -digo refiriéndome a la pesadilla.

-No hace falta que hables de ello si no quieres.

-Antes de explotar el coche, yo... -debato entre acabar la frase o no. Eros no dice nada, animándome a que continúe.

-¿Tu qué? -pregunta finalmente.

Aclaro mi garganta.

-He dicho que te quería. Y yo... -No lo digas Reese. Es tarde y es normal sincerarse a estas horas. Pero mañana te arrepentirás. ¿No hace ni un minuto que estás segura de que le quieres y ya vas a decírselo? No seas estúpida.- Te quiero, Eros.

Oh mierda. Lo he dicho. Muy bien Reese.

Eros no contesta. Cosa que me extraña, siendo él. Pero tampoco espero que lo haga, quiero decir, son aproximadamente las cuatro de la mañana y lo he despertado para soltarle un bombazo como este. Aún que no estaría nada mal que lo hiciera, así mi situación sería un poco menos triste.

-No hace falta que digas nada. -digo en voz alta para tranquilizarle.- No quiero que digas lo mismo ni que me correspondas, sé que piensas que soy una niña porque nos llevamos unos cinco años y soy una inmadura, que somos de mundos muy diferentes, que siempre andamos peleándonos, y que probablemente sólo sea atracción lo que sientas hacia a mi, pero quería que lo supieras porque...

Soy interrumpida por sus labios estampándose contra los míos. Estoy a punto de responderle cuando se separa de mi y me mira a los ojos, apartando un mechón de pelo de mi cara. Está apoyado sobre un brazo y el otro lo pasa por mi cintura. Yo quedo tumbada boca arriba, con mi cabeza sobre el colchón, algo sorprendida.

-Mira, Russell, no voy a decirte que te quiero porque no se como se siente. Recuerdo que quería a mi familia cuando era muy pequeño, y que también quiero a los pocos amigos que tengo, pero no siento lo mismo por ti. Es muy diferente y te juro que es acojonante, porque no se, nunca me había pasado antes. Solo quiero que no pienses que vas a dejar de importarme o que solo eres una especie de entretenimiento por cosas tan estúpidas como esas porque te aseguro que no es así.

Sus palabras hacen que me ponga nerviosa y no puedo evitar sonreír. Creo que con eso es más que suficiente.

-Esto es muy raro. -digo riendo. Es el mismo Eros Douglas quien acaba de decir eso. Espero no estar soñando otra vez porque entonces si que lloraría de verdad.

-Lo sé. Cuando te conocí no te soportaba. Aún hay veces que no lo hago, pero algo ha cambiado.

-Sí. Yo te odiaba. -contesto.

-¡Oh, vamos! Sabes que eso es mentira, seguro que pensaste: oh dios, que bueno está, voy a hacerme la interesante pretendiendo que no me gusta. -dice intentando poner una voz femenina y fallando.

Suelto una carcajada y Eros me tapa la boca con su mano, riendo también. Se me había olvidado que mi padre está a unas cuantas habitaciones de aquí.

En cuanto aparta su mano, paso la mía por su nuca y lo atraigo hacia mis labios, comenzándolos a mover en completa sincronía con los suyos y pillándole algo desprevenido. Este se incorpora para estar un poco más encima de mi y siento su mano acariciar mi vientre. Yo envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y se me escapa un gemido cuando Eros comienza a succionar una parte sensible de mi cuello.

-Oh mierda, Reese. -murmura Eros con la voz ronca.- No hagas eso.

-Lo siento. -digo en apenas casi un suspiro. Pero es que no tengo suficiente con sus besos. Necesito más. Enrosco mis piernas alrededor de su cintura y arqueo la espalda. Eros se detiene.

-¿Qué pasa?

Tiene el ceño fruncido, y tarda unos segundos en responder. Oh, ya sé que pasa.

-¿Lo estás haciendo aposta? -pregunta.

-¿El qué? -digo haciéndome la tonta.

-Sabes que no puede pasar nada mientras esté aquí tu padre. Además aún eres menor. -murmura tumbándose a mi lado, algo frustrado.

Suspiro.

-No se enteraría.

-Créeme Russell, si se enteraría.

Sus palabras hacen que me sonroje y sienta mas calor, pero él eso no lo sabe porque estamos casi a oscuras. Pero después las proceso. Tiene razón. Si por algún motivo mi padre nos pillara estaríamos más que muertos, y aún que ser menor de edad ahora es lo de menos, también podría influir. Hay años de cárcel por mantener relaciones con un menor. Y con todas las ilegalidades que ha hecho Eros, no necesita una más.

-Debería irme. -digo incorporándome para levantarme. No es que me haya sentado mal ni nada de eso, pero es difícil controlarnos sabiendo que no podemos hacer nada. Ya arriesgamos demasiado estando juntos a espaldas de mi padre.

-No, de eso nada -contesta Eros casi al instante, lo más bajito posible. Después me coge de la mano.- Quédate.

-No puedo. Papá está en casa y si entra a mi habitación y no me ve le dará un infarto.

-Por favor, Russell...

Observo sus abdominales y después deslizo la vista hasta su mano que sostiene la mía, pasando por sus ojos azules oscuros que me miran suplicantes. Dios, así cualquiera se quedaría.

-Tendré que poner la alarma cinco minutos antes que la de mi padre e ir corriendo hasta mi cuarto. -pienso en voz alta.

-Lo que sea con tal de que te quedes. -dice estirando mi brazo y volviéndome a meter dentro de las sábanas.

Me pego a su cuerpo y apoyo mi cabeza en su pecho, normalizando mi respiración al ritmo de la suya. Poco a poco siento mis párpados más pesados, y comienzo a quedarme dormida, sabiendo que esta vez es imposible que tenga una pesadilla. Porque no hay nada malo cuando se trata de él.

(...)

Un sonido estridente hace que abra los ojos. La alarma.

Estoy envuelta por unos brazos grandes y pesados que tengo que mover para levantarme. Apago la alarma y observo a Eros seguir durmiendo plácidamente a mi lado. La verdad es que nada me gustaría más que quedarme aquí más rato, aunque Eros no se despierte ni aunque haya un terremoto, pero no puedo.

Cojo mi móvil y me dirijo a mi cuarto, conectándolo al cargador y poniendo algo de música de Selena Gómez. Oigo la alarma de mi padre, así que supongo que en una media hora ya no estará en casa.

Enciendo la bañera de hidromasaje, viendo como esta se va llenando de agua caliente rápidamente, y una vez me quito la ropa me meto dentro. Es más temprano que de costumbre así que puedo permitirme tardar un poco más. Salgo en unos veinticinco minutos, y cuando voy a coger el albornoz, veo que un papel cae al suelo. No le doy importancia, quizás sea de alguno de los criados al que se le ha olvidado o se le ha caído, así que evito cogerlo para no mojarlo.

Me seco y me visto lo más rápido posible cogiendo por fin el papel que ha estado en el suelo todo el rato. Parece arrancado de algún tipo de libreta, ya que no tiene el tamaño de un folio, pero sí rayas horizontales.

Lo despliego, viendo letras escritas a mano, cosa que me indica que no se trata del anónimo, porque este siempre escribe con recortes de revista o a máquina.

Lista de la venganza.
Víctima: Bruce Russell
Motivo: permitir mi admisión en el reformatorio.
Plan: atacar internamente, con motivos emocionales, utilizando a su hija. Falta perfeccionar.
Objetivo: herir a Reese Russell.

¿Que demonios es esto?

¿Eros había escrito esto?

La mano comienza a temblarme. Ni si quiera se como sentirme respecto a esto. Sin darme cuenta aprieto el puño, arrugando sin querer el papel de libreta.

Eros no me quiere. Mejor dicho, a Eros no le importo una mierda. Nunca lo ha hecho. Todo esto... todo el rato... Todo ha sido un plan para vengarse de mi padre. Ni si quiera estaba tratando de protegerme.

No puedo creerlo, hace tan solo unas horas estaba segura de que le quería, hace tan solo unas horas hemos estado durmiendo juntos, me ha dicho que le importaba, hemos estado a punto de... ¿Como no me he dado cuenta? Él mismo me dijo que tenía una lista de la venganza. Y lo peor de todo, es que yo no he fingido en ningún momento.

Mis pies descalzos se mueven como si tuvieran vida propia hacia su habitación, sintiendo como caen gotas de agua de mi pelo mojado. Y de mis ojos. Estoy dolida, pero más que dolida, furiosa. Nadie juega conmigo. Nadie juega con Reese Russell, y si él se ha creído que puede, la lleva muy clara.

Me da igual si mi padre ya se ha ido de casa, simplemente entro en su cuarto y comienzo a abrir los cajones, sacando todo lo que hay dentro y tirándolo al suelo. Voy a encontrar esa jodida libreta.

Eros sigue durmiendo, el capullo no sabe lo que le espera. Sin éxito en el escritorio, voy hacia la estantería y de un manotazo tiro todo lo que hay arriba, causando que Eros se despierte sobresaltado.

Parece algo confundido.

-¿Que...? -no le doy tiempo a acabar la frase. Le lanzo una figura de acción que ha caído encima de el escritorio, y la cual es lo primero que tengo a mano. Este la esquiva y se levanta rápidamente, caminando hacia mi.- Russell, tienes que escucharme...

Habla como si ya supiera lo que ha pasado, cosa que me desconcierta aún más.

-No me toques. -digo retrocediendo. Mi voz sale llena de ira. Le esquivo y voy hacia el armario. Comienzo a sacar toda la ropa de las perchas y a tirarla al suelo, para ver si hay algo escondido detrás.

-Russell escúchame, por favor... -parece dolido, cosa que me cabrea aún más. ¡Vaya falso!

-No quiero hablar contigo. -digo entre sollozos. Una vez toda la ropa está fuera, veo que tampoco está ahí la libreta. Ni en los cajones. El cuarto está hecho mierda, casi ni se ve el suelo.- ¿Donde está la puta libreta?

Eros no contesta. Desvía la mirada hacia abajo y suspira pellizcándose el puente de la nariz.

-¿Donde está la puta libreta, Eros?

-Tienes que saber que esa no era mi intención, Reese, te juro por mi vida que lo que siento hacia ti es real, yo...

Ignoro sus palabras.

-Tienes tres segundos para decirme donde está antes de que llame a mi padre. -digo apuntándolo con el dedo, como modo de amenaza.

-Todo esto es culpa del jodido anónimo, quiere que nos separemos. -dice frustrado.- ¿Acaso vamos a dejar que consiga lo que quiera?

No puedo creer que se esté quitando la culpa de encima. Esto es increíble.

-Uno... -digo comenzando a contar, para que sepa que no voy de broma.- Dos... -sigo llorando, y a pesar de todo, no quiero llegar al tres. Porque si lo hago, sé que soy capaz de llamar a mi padre.

Y ese será el final.

-Esta debajo del colchón. -dice por fin, abatido.

Paso por su lado para levantar el colchón, tirándolo al otro lado del suelo, y dejando a la vista un cuaderno negro. Lo cojo entre mis manos y lo hojeo.

Lista de la venganza.
Víctima: James Patrick.
Motivo: me tiró de mi ultima casa de acogida disponible en todo el condado por no querer ir al colegio.
Plan: destrozarle la casa.
Objetivo: cumplido.

Conforme más voy leyendo más me doy cuenta de que no conozco en absoluto a la persona que tengo delante.

Abro otra página.

Lista de la venganza.
Víctima: Frank, alias "El gato"
Motivo: mató a Lucas para intentar ganar la carrera.
Plan: destrozarle la moto.
Objetivo: cumplido.

Oh dios. Yo contribuí en este maldito plan. Sigo pasando páginas, son casi todas iguales, hay algunos objetivos sin cumplir, pero no me extraña, casi toda la libreta está escrita con malditas venganzas.

Me detengo cuando veo una arrancada. Cojo el papel de mi mano y lo pongo al lado. Sin duda es la pagina que falta.

Tardo en reaccionar. Es duro darte cuenta de que quieres a alguien con todo tu corazón y que te lo rompa justo a la mañana siguiente.

-Reese, lo siento... -murmura acariciando mi brazo. Me quedo inmóvil, llorando.

¿Si todo había sido parte de un plan para herirme, que me hace pensar que no puede ser él el anónimo? Al fin y al cabo, ese era su objetivo, herirme. ¿Que mejor manera de hacerlo que atacándome donde más me duele? Haciéndome creer que son Ariadna y Justin, haciéndome desconfiar de mis amigos, estableciendo una relación conmigo para conocerme y saber mis puntos débiles... todo tiene sentido.

Me giro y estampo mi mano contra su mejilla, dejándole una marca roja casi al momento. Después me alejo. Este no hace nada, tan solo mira hacia abajo, avergonzado.

Ya no conozco a la persona que tengo delante. Es más, no puedo evitar sentir miedo.

-Vete de mi casa. -digo temblando.

-Déjame explicarme, por favor. -ruega.

-Voy a llamar a la policía, Eros. -le advierto.- Has intentado matarme. -pienso en voz alta.

-¿Qué? ¿Qué cojones dices? -dice confundido.- Yo jamás te haría daño.

-Eres un mentiroso, tu eres el anónimo. -le digo alterándome cada vez más.

-¿Como mierdas puedes decir eso? ¡Casi muero para salvarte de la explosión! ¡Yo-yo te salve del foco en el auditorio! -grita, sacando por primera vez el tema del que nunca habíamos hablado.- ¡Siempre te he protegido! No puedo creerlo, dios Reese... -dice desesperado.- ¿Crees que le haría daño a la única persona que tengo en el mundo? ¡Te quiero, maldición! -dice empezando a perder los papeles.

Yo ya no sé qué creer. Puede que tenga razón, puede que él no sea el anónimo, pero ahora mismo no puedo pensar con claridad.

-Vístete y vete. No quiero verte más. -vuelvo a repetir.

-Russell, no hagas esto...

-Adiós, Eros. -digo cerrando la puerta de su habitación, con el corazón en un puño.- Para siempre. -susurro derrumbándome.

*********
Instagram: teennsspirit

Continue Reading

You'll Also Like

2.2K 246 15
«𝑽𝒆𝒏, 𝒕𝒐𝒎𝒂 𝒎𝒊 𝒎𝒂𝒏𝒐 𝒚 𝒗𝒐𝒍𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒎𝒂𝒓𝒊𝒑𝒐𝒔𝒂𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒆𝒍 𝒉𝒆𝒓𝒎𝒐𝒔𝒐 𝒂𝒛𝒖𝒍 𝒅𝒆𝒍 𝒄𝒊𝒆𝒍𝒐...» Gretta Grace...
Eterneco By chime

Teen Fiction

2.6M 277K 50
Cuenta la leyenda, que en alguna ciudad de Counterville, una fabulosa chica decidió que era momento de poner el mundo bocabajo. Madre militar y padr...
599 64 30
Erea está harta de que su padre le prohíba visitar su pueblo natal, así que un día de agosto coge un tren y se planta en Caterald sin previo aviso. L...
4.5K 575 18
¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como si eso estuviese en la lista de "no toques, no codicies" pero que en cada momento te incita más a tenerl...