Entre Sábanas de Seda (AQS #1)

By BeastDramaQueen

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¡Primer libro de la serie Amores que Sanan! Versión 2021. Con un padre y hermano alcohólicos, Lia pasa su vid... More

ADVERTENCIA
Dedicatoria.
Prólogo
01|| Suggar Club.
02|| McMurray.
03|| Nunca Más.
04|| Opciones.
05|| Definitivamente.
06|| No.
07|| Aléjate.
08|| Prueba.
Nota de Autora.
09|| Complicación.
10|| Decisiones.
11|| A Salvo.
¿Maratón de ESDS?
12|| Reglas.
13|| Comunicación.
14|| Largo.
15|| Quítate.
16|| Distancia.
17|| Caos.
18|| Nosotros.
19|| Secretos.
20|| Fuerte.
21|| Cambios.
22|| Mal Dia.
23|| Resiste.
24|| Respira.
25|| Citas primerizas.
Nota. Personajes.
26|| Demasiado.
28|| Estaremos Bien.
¿Maratón?
29|| Karma.
30|| Revelaciones.
31|| Resiste.
32|| Ya no.
33|| Carajo.
34|| Navidad.
35|| Bienvenida.
Nota de Autora.
36|| Pánico.
Nota Actualizada 2021
37|| Ganador.
38|| Ya no.
39|| Tranquila.
40|| Homenaje.
41|| Yes.
42|| Libre.
43|| Loco.
44|| Único.
45|| ¿Afortunado?
46|| Caos.
47|| Descontrol.
48|| Monstruo.
49|| Tú.
50|| Eterno.
Epílogo.
Agradecimientos.
¡1 Millón!
Aclaraciones
¡Entre Tus Brazos!
¡Grupo de Facebook!

27|| Vacío.

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By BeastDramaQueen

Abro los ojos de golpe. No estoy en el apartamento, conozco tan bien las salas de urgencia últimamente que sé a la perfección que me encuentro en un hospital.

La cabeza me duele, siento una punzada que me provoca cerrar los ojos con fuerza. Trato de mover la mano pero el calor del contacto humano me hace voltear, encontrándome con Hudson. Tiene la mano sobre la mía y la cabeza apoyada sobre el colchón. Está durmiendo.

—Hudson—lo llamo. Como puedo saco la mano debajo de la suya, logrando que abra los ojos.

—Estás bien—susurra con alivio. Realmente no, estoy demasiado lejos de estar bien, pero me guardo el comentario. —¿Cómo te sientes? ¿Te duele?

—¿Dónde está Camille?—pregunto, tratando de levantarme. —¿Qué pasó?

—Ella no es importante ahora, dime cómo te sientes—me pide, analizando algo en mi rostro. Palmeo con mi mano hasta sentir una venda en mi frente. ¿Camille me hirió? —Debo llamar al doctor, ahora regreso.

No me deja decir nada, solo abre la puerta y tarda varios minutos en regresar acompañado de un hombre joven en bata blanca. Me siento algo mareada, mi estómago da vueltas y no logro comprender del todo cómo es que terminé en este lugar.

—Buen día, Lia, ¿Cómo te sientes?—pregunta el hombre tendiendo una mano hacia mí.—Soy el doctor Graham, yo te atendí cuando llegaste a urgencias.

—¿Qué pasó?—pregunto, estrechando su mano.

—Llegaste con un golpe en la cabeza, tuvimos que dormirte para quitar algunos trozos de vidrios que quedaron incrustados en tu piel, pero sanarás rápido—comenta, logrando que mire a Hudson en busca de una respuesta, pero solo se limita a mirarme. —Debes tener más cuidado al caminar.

—¿Caminar?—inquiero con una ceja en alto.

—Tu novio dijo que te tropezaste con el vaso en la mano y te golpeaste en la cabeza—dice el doctor, intercambiando miradas con Hudson. —¿Fue así como sucedió?

Me siento como una completa idiota.

—No—digo con firmeza—Una mujer me atacó en su casa, ¿Dónde está?

Hudson se queda blanco como un papel y luego adopta su típica pose de estoy enfadado contigo, cruzando los brazos sobre su pecho y observándome con cierto rencor.

—¿La mujer que trajo su amigo?—pregunta el doctor sorprendido, sin poder creer que le hubieran mentido.—Dijo que se había cortado sin querer por ayudarla.

—Pues no, se cortó por herirme—indico, resaltando el dolor de cabeza que Hudson me provoca. —¿Dónde está? Quisiera presentar cargos.

—Le enviaré un policía a su habitación en unos minutos—indica el doctor Graham, odiando a Hudson con la mirada. Me entrega los recetarios para mis medicinas para el dolor, y se marcha dejándome con el monstruo en persona.

—¿Por qué hiciste eso?—pregunta Hudson apenas la puerta se cierra.

Ruedo los ojos y me volteo hacia mi ropa. Me quito la bata frente a sus ojos, cambiándome y luego me acerco al espejo para ver las marcas que esa idiota dejó en mi rostro.

Pequeños cortes dibujan mi piel, sin embargo eso no es lo que más me molesta porque sé es inestable, conviví con personas de su tipo toda mi vida, me molesta el hombre detrás de mí que busca pelea en un momento como éste.

—¿No quieres hablar conmigo?—pregunta ofendido.

—No—respondo. Continúo mirándome al espejo para atar mi cabello en una coleta, haciendo muecas pues el jalón de mi pelo me provoca dolor.

—Vamos, Lia, está enferma—dice encogiéndose de hombros. —No quiso hacerlo, sé que no quiso...

—Pues ve a cuidarla entonces si tanto te preocupa y la defiendes—indico volteándome para enfrentarlo. —Ven, anda, que nada te detiene.

—¿De qué hablas? —pregunta confundido.—No quiero protegerla, solo que no me parece que debamos continuar cagando su vida, ¿Entiendes? Estaba dolida, no debió tocarte, eso lo sé, pero no quiero...

—No quieres que sufra las consecuencias ¿Cierto? —no me responde, solo se limita a mirarme lo cuál para mí, ya es respuesta suficiente. —Lárgate, no quiero verte ahora.

Me volteo para colocarme los zapatos, cuando lo tengo sosteniendo mi brazo.

—No me iré, debemos hablar—dice con firmeza.

—¿Hablar o te quedas para convencerme de que no presente cargos?—tomo mi móvil, alejándome de su lado.—Tal vez tú le tengas piedad, pero a mí me vale mierda. No la quiero cerca, ahora mismo tampoco a ti, así que por favor, aléjate.

—Tenemos que hablar, Lia, esto no va a solucionarse si no me escuchas—me pide, al menos esta vez no me sostiene. —No quise defenderla, solo quiero evitar que esto se haga más grande y por eso te pido que no presentes cargos. El tema continuará, ella seguirá en nuestras vidas y...

—¡Seguirá en nuestras vidas igual porque tú te compadeces por ella!—grito agotada. —Niégame que no fuiste a verla mientras estaba dormida. Niégame que no la ayudaste, niega que la abrazaste en el apartamento y niégame que no te disculpaste por escogerme. Mírame a los ojos, y niégame eso, Hudson.

Ruego porque lo haga, me quedo demasiado tiempo mirándolo, esperando por una respuesta, pero simplemente niega y sé que no puede hacerlo porque es cierto.

—Te escogí, ¿Eso no es suficiente?—dice ofuscado.

—No, no lo es cuando no me defiendes—indico.

Paso a su lado abriendo la puerta, Kurt me pregunta cómo me siento, le respondo que bien y le pido que me lleve al apartamento mientras Hudson camina detrás de mí.

No miro a nadie al salir, ni siquiera a los reporteros que por primera vez, Hudson aleja de mi lado con sus propias manos. Ingreso en la parte trasera de la camioneta, segundos luego lo tengo a mi lado.

—Dejemos de fingir que esto es por Camille y admite de una vez que te gustó ese doctor de mierda—dice ofendido.

Me volteo a mirarlo. Realmente se ha vuelto loco.

—¿De qué estás hablando?—pregunto con el ceño fruncido.

—Te gustó el doctor Graham, eso lo vi en tus ojos—me acusa.

—¿Pudiste ver eso pero no que esa loca quiere lastimarme? En serio, eres increíble—gruño, alejando mi cuerpo del suyo. —Eres un puto enfermo, yo no soy como tú, maldición.

Observo hacia adelante. Kurt no quiere meterse entre nosotros, eso lo sé, pero también soy consciente de que está prestando atención a nuestra discusión de mierda.

—¿A qué te refieres con que no eres como yo?

—¿De verdad?—pregunto con una ceja en alto, obteniendo solo una mirada de su parte. Quiere que continúe, y soy consciente de que mis palabras van a causar un gran problema, pero no puedo quedarme callada, no más.—Me acusas pero no soy yo quien dejó que mi ex te golpeara, yo no me fui a verlo antes de a ti, no me preocupé más él que por ti. Eso lo hiciste tú, mientras me ruegas porque no presente cargos me ves a la cara, ves lo que me hizo y no te importa, no te molesta, todo porque aún sientes algo por ella. Eso se ve en cada puto poro de tu cuerpo.

—No pensé que te lastimaría—dice encogiéndose de hombros. —Y la abracé porque tiene suficientes problemas como para tener que aguantar lo nuestro ahora. En su mente creía que nos casaríamos y mientras para mí nunca fue real, para ella sí. Está sufriendo, y lamento que no lo entiendas, no podrías jamás entender lo que está pasando porque nunca tuviste una relación más que las que tuviste por dinero.

Abro la boca sorprendida por sus palabras. Además del hecho de defenderla, me está ofendido apropósito. Veo en sus ojos que quiere herirme con sus palabras, quiere tener la razón y la única forma de lograr eso, es hiriéndome en el proceso.

—Eres igual de enfermo que ella si crees que me hirió por sentirse traicionada—digo sin poder creer lo que acaba de decir. —Camille dijo claro que me diste su futuro, me quiere lastimar por llevar a tu hija, no porque la dejaste, Hudson. —estoy tan enfadada y herida, que me valen mis palabras.—Y tienes razón, eres el único de esos cerdos con dinero que fue tan estúpido como embarazarme.

Mi cabeza parece estar a punto de explotar, y el que Hudson se carcajee solo aumenta las pulsaciones.

Sí, debo ser el único idiota que deja una buena relación, con una chica culta y preciosa como Camille para meterme con alguien que cogía por dinero—gruñe enfadado, con la sonrisa más cruel en su rostro al mencionar esas palabras.—Bueno, con todos menos conmigo porque eras así de bara...

Le volteo la cara de una bofetada sin siquiera pensarlo. ¿En qué carajos nos habíamos convertido? Pasamos de tener buenos momentos juntos, de ser casi una familia a esto.

Hudson muerde sus labios pero no me mira, ni me habla. No se voltea cuando lloro en silencio, cayendo en cuenta que critiqué tanto a mi madre para terminar con alguien igual que papá. Tal vez no bebe, tal vez no me golpea, pero sus palabras tan hirientes y la forma en la que siempre busca herirme más de lo que yo lo hice con él, son claras señales de que no estamos en nada más que en una relación tóxica. Desde el primer momento.

Sé que Kurt puede ver el momento exacto en el que se rompe mi corazón.

—Detén el coche—digo en un susurro.

—No, vamos a casa—dice Hudson en el mismo tono.

Kurt no sabe qué hacer, oficialmente él es su jefe pero no deja de mirarme, esperando una respuesta.

—Detén el coche—repito. Asiente y de un momento a otro, estamos al lado de la carretera. Busco mi móvil, quiero salir pero su mano me detiene. —Déjame ir.

—Quédate, no irás caminando al apartamento—dice con firmeza. —Yo... vamos, estamos aquí, puedes ignorarme todo lo que quieras en casa.

No dejo de llorar pues lo que él no sabe es que no quiero ignorarlo, simplemente deseo no verlo.

Quiero caminar—suelto de repente abriendo la puerta. Salgo a la calle con los demás transeúntes y no me volteo por nada, ni siquiera cuando grita mi nombre.

Me siento hastiada, casi ahogada y con una presión en el pecho que me prohíbe respirar profundamente. ¿Me convertí en mi madre? ¿Eso es lo único que merezco? Me juré no tener un futuro como el suyo, no ser la clase de mujer que lo perdona todo por amor y terminé convirtiéndome en una sin saberlo.

La realidad me está golpeando con fuerza, sé que si le perdono esto fácilmente no tardará en decirme lo mismo o algo incluso peor.

—Lia, por favor entra en el coche—doy un brinco cuando lo veo a mi lado. La gente nos está mirando, somos noticia últimamente y lo que menos necesito ahora, es que continúen rodeándonos. —Por favor, me iré al trabajo ¿De acuerdo? Te dejo el apartamento para ti, pero sube.

—Señorita Lia, por favor—Kurt viene hacia mí y me abre la puerta trasera, esperando que suba.

La gente comienza amotinarse a nuestro alrededor, así que no lo pienso demasiado. El aire falta con Hudson a mi lado, no puedo ni siquiera mirarlo porque sé lo que sigue, las disculpas sin sentido y luego fingir que todo está bien hasta que finalmente, regresamos al círculo vicioso que no hará más que destruirme.

No quiero llegar a eso, de por sí ya cruzamos los límites con las palabras y dimos el primer paso a una relación abusiva conmigo golpeándolo, y no quiero continuar haciéndolo, así que no lo miro, ni siquiera cuando Kurt se detiene frente a su trabajo.

—Te veo en casa—murmura en voz baja, cerrando la puerta. Estando sola es cuando puedo respirar con normalidad, dejo las manos sobre mis piernas rogando porque baje el temblor de mis articulaciones.

—¿Se encuentra bien?—pregunta Kurt a través del espejo.

—Solo llévame a casa—le pido en voz baja.

El transcurso hasta el apartamento no es largo, más tampoco es confortante. Apenas se detiene el coche en el estacionamiento, bajo directo hacia el ascensor, espero Kurt y ya dentro me dirijo a mi habitación.

—¿Quiere algo para cenar? —pregunta cuando estoy en als escaleras.

—No, quisiera que me compraras un boleto de avión para California lo antes posible—le pido, sorprendiéndolo.

—¿Se irá a California?

—Sí—susurro, aceptando mi decisión.—Por favor, busca el boleto.

Ya en mi armario tomo una maleta y dejo un par de prendas dentro. Si voy a regresar a mi antigua vida, no tengo que lucir como una reina y es por eso que dejo todos los vestidos, cada prenda costosa y llevo lo más simple.

Observo la ropa de mi bebé. Es mucha, sin embargo me decido a llevarla también guardando todo en las maletas de Hudson pues son las más grandes.

En el transcurso me siento como una malagradecida pues me estoy yendo sin siquiera despedirme, pero es que no puedo continuar aquí, fingiendo que no somos un desastre y que no me duele lo que pasó. ¿Cómo se supone que olvidaré lo que me dijo? ¿Lo que yo hice? Ambos somos culpables, tenemos un círculo que romper y lamentablemente, sé que si no hago esto ahora, me arrepentiré luego.

Pienso en mi hija, en que no quiero para ella ni de cerca lo que yo tuve, y el primer paso para eso es darme el lugar que merezco. Ponerme como prioridad, eso debo hacer.

Saco la manija de las maletas y las bajo por las escaleras. Kurt no tarda en llegar a ayudarme.

—¿Lo conseguiste?—pregunto con el ceño fruncido.

—No, no hasta mañana al menos—susurra.—pero le conseguí una habitación en el edificio junto al aeropuerto.

—Gracias—digo aliviada.—Me iré en un taxi ¿De acuerdo? Si Hudson pregunta, dile que te envié por mis medicinas y que al regresar ya no estaba. Es la única forma en que te dejará en paz.

—No va a creerse eso, y en todo caso, terminará dejándome sin empleo por haberla dejado sola cuando sus especificaciones son otras—responde, encogiéndose de hombros. —Le diré la verdad, él no la buscará.

Preocupada porque pueda dejar a este chico sin trabajo, me acerco a la mesa de entrada, cojo papel y lápiz, y le escribo una pequeña nota a Hudson.

—Supongo que lo mejor es la verdad, dale esto ¿Sí? Adiós, Kurt.

Bajo con las maletas en las manos, tomo un taxi y le doy la dirección que mi guardaespaldas me dio, sintiendo como a medida en que el coche avanza, mi pecho va sintiéndose cada vez más vacío. 

La edición va lenta pero es trabajo honesto. Las amo, subiré los demás a medida en que los tenga. 

Besos, A. 


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