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By proteccmin

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Lo que nos unía era una mezcolanza extraña entre sexo, alcohol y mucho, mucho rap. • heterosexual. • + kth. •... More

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on stage.
extra: 00.
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By proteccmin


Su pregunta no me extrañó del todo.

Conocía a Yoongi. Era un hijo de puta inteligente, demasiado astuto para su propio bien y el de las personas a su alrededor. Y sabía que era, también, un escéptico de mierda. Todos esos calificativos me dejaban espacio abierto para pensar que en definitiva no se había tragado el cuentillo de que la noche anterior había ido a verle sólo porque sí y al parecer —muy astutamente— sólo había optado por no hacer ningún comentario al respecto.

Fue entonces que me di cuenta, teniendo en mente que estaba probablemente enterado de que algo estaba ocurriendo, que la comida no fue sólo para convivir en símbolo de amor y amistad. Tras su repentina amabilidad había una intención mucho más profunda detrás.

Joder. A veces conocerlo tan bien era más un puto problema que una bendición.

—¿Algo como qué?

Opté por sonar relajada, llevándome un bocado pequeño de carne a la boca. Por sobre todas las cosas no quería parecer demasiado afectada porque, a fin de cuentas, no era como si hubiera matado a alguien. Debía sobrellevar la situación sin cagarla demasiado y barajar bien las cartas a mi favor. Yoongi sonrió de medio lado y tomó lo último que quedaba en su plato masticando despacio, escudriñándome con su mirada afilada.

—¿Si supiera crees que te lo preguntaría? —alzó una ceja, movimiento que me obligó a chasquear la lengua en respuesta.

—Pues —me relamí los labios y encogí los hombros, despreocupada—... nos acercamos, nos hemos llevado mejor y eso. Taehyung es un buen tipo.

—Ni siquiera le conoces bien, Seori.

—¿Te jode? —corté de inmediato, ladeando la cabeza mientras lo observaba, volviendo a masticar en silencio. Yoongi acentuó su gesto serio, blanqueando los ojos una milésima de segundo—. Porque no encuentro una razón coherente como para que me estés cuestionando estas cosas, Yoongi.

—Razones tengo, idiota. Que tú no las recuerdes no es mi problema —se levantó del asiento para dejar los desechables vacíos en el cesto de basura y abrió el frigorífico para llenar su vaso con cola. Le seguí con la mirada, sintiendo una punzada de especial nerviosismo ante lo que acababa de decirme. Mierda, mierda, mierda—. Si te estoy preguntando esto es porque quiero saber qué coño pasa. Es obvio que ustedes se han acercado y es todavía más obvio que anoche no estabas aquí porque se te ocurrió visitarme, así que asumo que has venido con él.

Contuve el aliento, mirándole muy fijo hasta el momento en que fue a sentarse frente a mí, dando un sorbo a la soda con suma tranquilidad. Contrario a lo que me figuraría en otro momento no le veía molesto pero tampoco estaba como para ponerle en un comercial de artículos para bebé sobre un campo de margaritas. Estaba algo así como inquieto y yo sentía que me moría por dentro. Muy a pesar de que mi cabeza gritaba que saliera de ahí corriendo, mi orgullo y el estúpido sentimiento de que estaba en deuda con él me mantenían anclada al sillón. ¿Cómo definir algo de lo que yo ni siquiera tenía idea cómo poner en palabras?

—¿Entonces? —presionó, aún esperando por respuesta. Parpadeé varias veces a velocidad y le mostré ambas palmas como pidiéndole que fuera despacio en lo que sacudía muy ligeramente la cabeza en un vano intento por acomodar mis ideas. Yoongi sonrió de medio lado al mirarme, dando otro sorbo largo a su vaso en el acto.

—Mierda, Yoongi, tienes que ir más lento —solté luego de un pequeño bufido, mirando al vacío unos segundos—. No entiendo un carajo. Hoy desperté y estabas excepcionalmente feliz, todo amor y paz ¿pero vienes a preguntarme esto? ¿Qué clase de retorcido juego quieres que juegue?

—Nada es retorcido, tonta. Contesta la pregunta que te he hecho —se rió ronco muy por lo bajo sin dejar de observarme—. ¿Pasa algo con ustedes dos?

—¿Algo? —susurré torciendo los labios—. ¿Taehyung y yo?

Yoongi asintió y yo sin darme cuenta me achiqué en mi lugar. Carraspeé por lo bajo dejando el plato de lado mientras recargaba un brazo sobre el respaldar del sillón y me giraba de costado para verle de frente. ¿Qué carajo se supone que debía responder? No quería mentir bajo ninguna circunstancia, aunque tampoco sonaba como un buen plan el decir "hey, sí, ¡estuvimos besándonos anoche en esa barra de ahí mientras tú dormías!". Chasqueé la lengua pensando cuidadosamente mis palabras y opté por suspirar, rodando los ojos antes de hablar. Yoongi se mantuvo atento a mis movimientos, como si quisiera descifrarme él solito.

Quién me manda a meterme en tantos putos líos, joder.

—De pasar no pasa nada, Min —encogí los hombros, procurando sonar lo más despreocupada posible—. Nunca ha pasado nada, sólo supongo que desde que nos conocimos la atmósfera entre nosotros ha sido rara.

Yoongi alzó una ceja ante mis palabras y tuve que frenarle con un gesto antes de que se fuera por las ramas o dejase volar la imaginación.

—No, no, joder. Antes de que lo malpienses: no. No en el sentido que crees —inhalé aire con fuerza y cerré con un chasquido de lengua seleccionando con cuidado lo que iba a decir a continuación—. Mira, voy a ser honesta contigo, ¿sí? Creo que Tae es jodidamente guapo. Supongo que por eso dices que has visto cosas y consideras que tienes razones para pensar de esa forma, pero voy a dejar bien en claro que él no me gusta, ni le gusto, ni tenemos nada. Somos amigos y listo, ¿ya?

El gesto que se formó en su rostro fue sin duda gracioso. Era como si le hubiera dado a oler un pedazo de carne podrida pero con forma de pene o algo obsceno por el estilo pues, a pesar de lo contraído de su mueca, tenía una pequeña sonrisa estampada en los labios.

Fruncí el ceño sin entender un coño y esperé por una respuesta que no llegó pronto. Dio tiempo suficiente para que Yoongi se acabara el vaso de soda completo, para que me mirara por minutos enteros con el poema extraño en su semblante y sus ojos un poco más chiquitos de lo normal. ¿Pero qué carajo le pasaba ahora?

—¿Yoongi?

—¿Es más guapo que yo?

—¿Qué?

—Que si Taehyung es más guapo que yo.

Mis cejas se juntaron otro tanto y me levanté ahogando una risa por su pregunta. Por la cara que seguía haciendo no podía tomármelo en serio así que supuse que estaba bromeando y, como si estuviera en un programa de esos absurdos que a veces daban por la televisión abierta, opté por pasar de pregunta mientras me aproximaba al refrigerador para servirme de la soda de Yoongi. Él me siguió con la mirada hasta que le di la espalda y una vez asegurándome de que no me estuviese viendo de frente me permití soltar una risita escondida negando con la cabeza.

—Eh, Seori.

Me sorprendió escuchar su voz cerca de pronto. Mucho más cerca. Sobre mi oído, para ser exacta.

Brinqué en mi lugar, derramando un poco de refresco gracias a la impresión por la repentina aparición de las manos de Yoongi sobre mi cintura, apretándome con fuerza para atraerme ligeramente hacia su pecho. Su barbilla reposó en mi hombro y su risa ronca llegó hasta mi oído cuando me dispuse a soltar un par de maldiciones por lo bajo al ver las gotas de bebida derramada en la encimera de la cocina.

—¡Mierda, idiota! Mira lo que has hecho, Yoongi. Joder.

—Contesta —demandó, en un tono paradójicamente suave teniendo en cuenta el contexto de la situación.

—¿Qué cosa?

—La pregunta que acabo de hacerte.

—Coño, ¡se está escurriendo! Muévete que esto va a llegar hasta el piso si no lo limpio ya.

—Responde y me muevo.

—No seas ridículo. ¿Para qué voy a responder a eso?

—Responde.

—¡Yoongi, muévete! ¡La puta soda me va a manchar la ropa!

—No pasa nada si te ensucias. Si tanta histeria te da me ofrezco a quitártela y darte un cambio de ropa nueva.

Su aliento contra mi oído y sus palabras sugerentes me hicieron temblar; aunque me esforcé por ocultarlo sé que se percató de ello al tenerme tan cerca, prácticamente acorralada entre su cuerpo, sus manos y la encimera. Tragué saliva despacio y fruncí el ceño dándole un golpecillo en los dedos que me sostenían, sin embargo no logré hacerle moverse ni un ápice.

Deslizó sus labios de estar a unos cuantos centímetros alejados de mi piel hasta juntarlos con mi lóbulo y depositó un pequeño beso a la vez que hacía más presión sobre mi cuerpo, alejándome ligeramente de la encimera mojada mientras terminaba de rodear mi cintura con sus brazos. Mis ojos se entrecerraron de forma involuntaria y mi aliento en vez de salir se escondió en mis pulmones. ¿Por qué Yoongi causaba este tipo de reacciones en mí con tanta facilidad? Joder, lo detestaba.

—Si crees que Taehyung es más guapo que yo entonces no voy a traerte a vivir conmigo, idiota —continuó, soltando una risita antes de optar por zanjar el tema—. No voy a dejar que me uses para quedarte con él al final, así que habla ahora o calla para siempre.

—¿Usarte? Pero qué cojones dices, imbécil —murmuré entre una pequeña risa ahogada, mordiéndome el labio cuando de mi oído bajó a la unión de mi cuello y mi rostro hasta detenerse a la mitad de camino—. De todas formas cualquier cosa es más guapa que tú. Incluyendo la carne agridulce que te acabas de devorar o la patata que sigue en mi refrigerador. Es una delicia comparada contigo.

Sonreí de medio lado al soltar aquella frase y al percatarme del gruñido que afloró desde los labios de Yoongi, quien no tardó en girarme frente suyo para tomarme de las mejillas mientras me miraba a los ojos muy fijamente. Cuando noté ese brillo oscuro y extraño en su mirada supe que su pregunta y sus acciones iban completamente en serio; el simple pensamiento hizo que mi corazón se acelerara.

—Yo te gusto, ¿no Seori?

Me mordí la cara interna de la mejilla, sin embargo no pude separar mi mirada de sus ojos centelleantes. Si por lo general me atraían sin siquiera pensarlo, en ese momento clamaban mi nombre con fuerza, sobrepasando mi voluntad para no flaquear.

—¿A qué viene esto, Yoongi? —murmuré pasando la mirada de sus ojos a sus labios en cuanto los relamió acercándose otro tanto a mi rostro. Le vi sonreír e incluso chasquear la lengua antes de responder de manera casi automática, como si aquella respuesta llevase guardada semanas en su sistema.

—Quiero que me lo digas para poder estar en puta paz.

Repentinamente mi cuerpo se convirtió en un circo de emociones y las piernas me temblaron a tal punto que me tuve que aferrar de sus hombros para sentir que no iba a caerme. Yoongi apretó el agarre contra mi cintura y aguardó pacientemente por mi respuesta, sin embargo en ese momento de lo que menos tenía ganas era de hablar.

Joder, sí. Él me gustaba, me gustaba muchísimo y era jodido que me lo preguntara porque no me sentía yo pensando siquiera en exteriorizar mi respuesta. ¿Cómo podría decírselo, de todas formas? Ya lo había hecho una vez, ¿es que no podía conformarse con eso solamente?

—¿Y yo qué gano con responder a eso? —susurré deslizando una mano de su hombro a su pecho como para detenerle sin realmente desearlo. Yoongi sonrió ladino, una de sus manos me tomó de la espalda eliminando de una buena vez todo el espacio que quedaba entre nuestros abdómenes.

—Pues que deje de pensar que traes algo con mi compañero de piso, para empezar.

Era contradictorio. En cualquier otra situación supondría que hablar de ese tema le pondría de mal humor como cuando me encontró saliendo de la habitación de Taehyung hace semanas atrás, pero ahora estaba tomándoselo hasta con humor. Sonreía, hablaba suave; no correspondía con el Yoongi suspicaz que tantas veces me había topado ante un evento similar. Si estaba celoso no parecía. Si estaba molesto, tampoco me estaba dando pistas suficientes como para que me diera cuenta.

Le escuché ronronear con la garganta como si estuviese pensando y aprovechó para juntar nuestras frentes, balanceándonos ligeramente de un lado a otro antes de continuar.

—Y que te haga pasar un buen rato hasta convencerte de que te salgas de ese puto departamento para venir conmigo —finalizó mirando mis labios—. Eso, claro, sólo si piensas que el más guapo de esta casa soy yo.

Me resultó imposible esconder la sonrisa que se formuló en mi boca a la par que negaba muy ligeramente con la cabeza, dándole un golpe en el pecho que le arrancó una risita amplia, sin embargo ronca.

—El más idiota eres, eso seguro.

—Discutible si vas a estar viviendo aquí.

—¿Quién ha dicho que sí, Min? ¿Crees que vamos a soportar vernos la cara todos los días?

Sus rosadas encías se escondieron luego de mis palabras. Aquella reacción me extrañó tanto que estuve a punto de preguntar qué era lo que le pasaba ahora, sin embargo me sorprendí cuando lejos de hacer un gesto gruñón optó por eliminar el espacio entre nuestros labios de un solo y casi brusco movimiento, girándome hasta estampar mi espalda contra la fría superficie del refrigerador. Para ese punto muy probablemente la soda que había tirado momentos antes ya estaba derramada por el suelo, pero claro, eso ya había quedado completamente en segundo plano.

De manera inadvertida y sin pedir permiso, con la brusquedad ardiente que caracterizaba a Yoongi, adentró su lengua en mi boca y sus manos me apretaron contra su cuerpo, arrancándome un ligero jadeo desde el fondo de la garganta que casi pudo interpretarse como un gemido. Empuñé mis manos contra su playera e inhalé aire fuertemente por la nariz para dejar de sentir que se me iba el aire, parándome de puntillas a la par que ladeaba la cabeza buscando encontrar una posición más cómoda en el beso.

Tenía la maldita mente en blanco. Aún si mi inconsciente luchaba por hacerme recapacitar y empezar a trabajar en la decena de preguntas que se formulaban respecto al comportamiento de Yoongi durante todo el día en curso, mi sangre y la fuerza con la que me bombeaba el corazón era completamente suficiente como para hacerme olvidar todas mis dudas e inquietudes. Arrastré una de mis manos hasta su nuca y enredé los dedos en sus cabellos rubios, dedicándome a perderme y profundizar el roce que sin darme cuenta había extrañado tanto durante todos esos días de separación y ausencia.

Yoongi se había vuelto una pieza clave en mis días. Estar lejos de él era como esa molesta dieta que todo el mundo odia hacer y que, en cuanto tiene la oportunidad, rompe para volver a tener esa estrecha, romántica y siempre deliciosa relación con la comida (en este caso representada por Min).

Jadeé de nueva cuenta contra sus labios cuando apretujó sus manos de dedos largos y perfectos contra mi cuerpo. Joder, parecía un experto conocedor de mis reacciones pues con simples besos siempre lograba llevarme a un estado de euforia y sentimientos desbordantes que se traducían en un zoológico de animales galopando en mi estómago.

—Quiero verte la cara todos los malditos días, Seori —gruñó luego de separarse ligeramente de mí, cruzando sus ojos con los míos.

Mis rodillas temblaron y tragué saliva largamente cuando me dispuse a observar sus orbes oscuros de frente. Exhalé aire caliente contra su barbilla, sintiendo cómo el pecho estaba a punto de explotarme por la fuerza con la que mi corazón bombeaba una y otra vez. Aunque quise decir algo fui completamente incapaz de hablar pues Yoongi volvió a poseer mis labios, esta vez deslizando sus manos por todo mi cuerpo como si buscara encenderme de manera automática.

Volví a jadear contra él cuando sentí cómo me tomó de las piernas y me cargó para hacerme rodear su cadera, forzándome a recargar por completo la espalda contra el frigorífico en busca de apoyo. Sus besos se profundizaron y la manera tan poco pudorosa con la que me tomó del trasero con ambas manos me hizo saber hacia dónde deseando dirigirse.

Le llamé entre besos, sin embargo fue inútil ya que no parecía saciarse de mis labios pues a pesar de mi insistencia no los dejó tranquilos. Los sentía enrojecidos e hinchados, y no fue hasta que se separó para besarme el cuello que me permitió volver a llamarle de manera ronca y entrecortada.

—Y-Yoongi... joder, estamos en la sala. Aquí no.

Le sentí sonreír contra mi piel y soltó un ronroneo gutural que recorrió cada recoveco de mi ser, provocándome un cosquilleo cálido en la base del estómago. Dejó una suave mordida como era su costumbre y, sin dejar de aferrarse de mi trasero, me sujetó contra él para llevarnos hasta su habitación, cerrando la puerta tras de sí con el pie. Yo dejé escapar una suave risotada seguida de un "bájame" que no sonó para nada demandante; él negó con la cabeza, depositándome en la cama sin dejar de aferrarse a mí de la manera en que lo hizo fuera de su habitación

—¿Qué bicho te ha picado, eh? —ronroneé cuando enterró su cabeza en el espacio entre mi cuello y mi hombro, besando mis clavículas a la par que adentraba sus gélidos dedos por debajo de mi blusa para acariciarme la espalda—. No te entiendo para nada, joder.

—Te he extrañado, eso es lo que puto pasa —dijo con voz ronca, alzando su cabeza para mirarme entre besos húmedos que se escurrieron por mi barbilla hasta mis labios—. Cállate ya y deja de cuestionar todo lo que hago, idiota.

Mis ojos se entrecerraron y solté un pequeño suspiro cuando mordisqueó mi labio inferior apretándome contra su cuerpo, dejándome sentir el prominente y necesitado bulto que se había formado bajo sus pantalones. Sonreí sin darme cuenta y le tomé de ambas mejillas para besarle, dejando espacio abierto para que jugase con mi piel. Sus dedos se entretuvieron con el borde de mi sostén y mi pantalón, deslizándose hasta toquetear el elástico de mis bragas sin tirar de nada hacia abajo todavía.

—¿Hace cuánto no lo hacemos en una cama? —cuestionó contra mi piel, escondiendo la media sonrisa en sus labios entre las mordidas que descargaba aleatoriamente sobre mí—. En mi cama.

—Tampoco es como si hubiesen pasado siglos, exagerado —reí y me mordí el labio, cerrando los ojos ante el roce de su boca contra la piel de mi cuello. Le sentí reír muy por lo bajo junto conmigo, reparando en atender cada milímetro de mi piel antes de atreverse a abrir la boca de nueva cuenta.

—Quiero hacértelo ahora, Seori.

Sus palabras me derritieron sobre el colchón y sencillamente me dejé hacer por sus labios y sus manos, reparando más bien nada en los pensamientos de preocupación o confusión que se habían adueñado de mí antes de que Yoongi empezara a besarme. Solté un suave jadeo cuando su cuerpo se acomodó mejor sobre el mío, sin embargo no permitió que quitara las piernas de su cadera por nada del mundo. Las acarició por encima del pantalón mientras que yo me disponía a tomarle por los hombros de nueva cuenta, buscando el borde de su playera para sacársela de inicio pues, sabía, aquello era lo primero que le estorbaba en una situación como esta.

Me dejó hacer y tan pronto como le retiré la prenda se abalanzó a devorar mis labios, quitándome la equivalente para dejarme sólo en sostén. Me observó por unos segundos desde arriba y sonrió de medio lado antes de encorvarse a atacar la piel de mis clavículas y el inicio de mis pechos con sus labios mientras sus manos continuaban deslizándose por mis piernas hasta dar con el botón del pantalón. Lo desabrochó con una paciencia que me pareció ajena a él y poco a poco los deslizó hasta dejarme completamente en ropa interior.

Sus manos antes heladas habían tomado una calidez que no estaba segura de haber percibido antes. Nada tenía que ver con la temperatura real de su piel, sino lo que con las caricias me estaba transmitiendo. Gimoteé con suavidad contra su cabello aferrando mis dos brazos a su espalda mientras él rozaba su intimidad con la mía aún por encima de mi ropa interior y su pantalón deportivo holgado, provocándome cerrar los ojos a la par que exhalaba todo el aire caliente que se me estaba acumulando en la cabeza en forma de suspiros aireados que tenían forma de su nombre.

—¿Vas a decirme que te gusto o no, Seori? —jugueteó, irguiéndose ligeramente en su lugar mientras me observaba a los ojos, tomando mis brazos para llevar mis manos al borde del elástico de su pantalón e invitarme a despojarlo.

—Depende —susurré siguiéndole el juego, con la mente nublada y la garganta ligeramente seca de tanto suspirar—. ¿Eres capaz hacerme decirlo, Yoongi?

El juego de nuestras miradas y las sonrisas cómplices en nuestros labios provocó un cosquilleo agradable en la base del estómago de ambos, pude sentirlo. Y fue aún más obvio cuando me senté en mi lugar para dejarlo sólo en ropa interior pues mientras lo hacía sus fuertes manos se aferraron a mis mejillas regalándome uno de los besos más largos, profundos y sensuales que nos habíamos dado durante todos los años de conocernos. Sus dedos exploraron cada parte que en algún punto no había reparado en atender por estar demasiado distraído siendo brusco o demandante.

Esta vez estaba siendo completamente diferente.

Su respiración se fundió con la mía mientras entre nuestros jadeos nos dedicábamos a acariciar nuestras pieles al descubierto, dando roces cómplices de vez en vez en nuestros ya despiertos sexos. Sin embargo, esta vez, ellos no eran los totales protagonistas del acto. Esta vez sus labios, cada yema de sus dedos y cada fibra sensible de su dermis estaban atendiéndome como si quisiera decir todo lo que no podía soltar por su garganta. Y de algún modo lo comprendí, pues fuera de toda duda, enojo o vergüenza le respondí de la misma manera.

Aún si ni siquiera me había penetrado, me tenía gimiendo despacio y aireadamente bajo su cuerpo, sólo con la sensación de sus labios, de su lengua; de las repentinas succiones contra mi piel que estaba segura de que esta vez no dejarían una marca visible al ojo humano. Llamándolo estúpidamente podía decir que marcaría mi alma, pues la manera en la que nos estábamos entregando el uno al otro era, por mucho, nueva y diferente a como lo habíamos hecho toda la vida.

Sus dedos se entrelazaron con los míos antes de finalmente decidir entrar, y lo hizo de una forma tan lenta y deliciosa que no pude evitar soltar un agudo gemido contra sus labios, mordiéndole el inferior en busca de algo que me hiciera mantener la boca por lo menos un poco cerrada. El vaivén de su cuerpo sobre el mío me arrancó suspiros con su nombre como argumento, recibiendo como respuesta que el agarre de su mano contra la mía se afianzase otro tanto. Y fue increíble, tan placentero y excitante que logré alcanzar el orgasmo a los pocos minutos de haber iniciado.

Aquel fue sólo el primer orgasmo. Le siguió uno y luego otro. Y en cada explosión de placer su mano se aferraba más a la mía a la vez que sus labios me poseían y susurraban palabras sensuales que me hacían llegar de manera aún más deliciosa al punto cúspide del acto.

"Te ves tan bien de esta forma", "sigue gimiendo así y hazme explotar", "me encanta sentirte así".

Y en el momento en que nos sincronizamos, yo en el último orgasmo y él en el vaivén suficiente para hacerle terminar, su cuerpo reventó en placer tal y como el mío, temblando entre un ronco y sonoro gemido que ahogó contra mis labios luego de susurrar aquella petición que me vi incapaz de rechazar en esa situación.

"Quédate y duerme así conmigo todos los días, Seori idiota."

  • •• 

ESTOY LLORANDO. HOLA.  😭😭

¿PODEMOS APRECIAR LO HERMOSO QUE HA SIDO ESTO? ¿POR FAVOR? QUE YO ESTABA MURIENDO MIENTRAS LO ESCRIBÍA Y Y ES QUE YO QUÉ SÉ. Hasta me miro en el espejo y me pregunto a mí misma cómo es que planeo poner el final que voy a poner cuando Yoongi y Seori son tan preciosos juntos.

SIONORAZA FIGHT ME. Also bebéees no tienen idea de lo mucho que extrañé estar por aquí  😭 me costó trabajo agarrar el hilo para volver a escribir pero al final lo he logrado y yo bien feliz, ay. 

Mil gracias por llevar Staged tan alto. Cada vez somos más por aquí y yo me muero de amor. Espero lo estén disfrutando mucho, mucho, aunque ya no falta tanto para que entre en su recta final AAH. LAS AMO MUAKS 

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