Atrapada entre la penumbra del lugar, se observaba aquel humo negro rodear el paraje, la oscuridad cubría todo a su paso. Diana quien fijaba se atención a la nada aprecio unos rincones grises que darían algo de luminosidad al lugar. El clima en su totalidad era frio, calculando unos 400 grados bajo cero, cualquier desafortunados se podría congelar y morir de una forma instantánea. La rubia agradecida de conservar la magia fuerte e intacta se protegía de la baja temperatura y comenzó a buscar al responsable del truco de mal gusto.
—Sea quien seas, quiero que te muestres y dejes de ocultarte—Disparo con seguridad y firmeza.
Las risas de aquel desconocido se escucharon sin punto de origen, los ecos ensordecedores no fueron muy agradables para los oídos lo que causo que Diana se los cubriera por unos instantes.
—Qué molestia—Se quejó fastidiada—Si vas hacer que pierda mi valioso tiempo que sea de una forma honorable—Aparto las manos de los oídos con pesar y elevo la mirada—Muéstrate y terminemos con esto.
Lo que estuviera riéndose ahogando el lugar con ese molesto sonido dejo de hacerlo y hablo— ¿Por qué debería mostrarme ante usted?
— ¿Acaso no es obvio?, tú me has llamado y usaste esa magia extraña para traerme... no tengo idea de lo que deseas hacer y tampoco me importa así que terminemos con esto—Su enojo con la mirada perfilada y llena de recelo dejo al descubierto su ira hacia aquel que osaba interrumpir su misión.
—Está muy enojada—Su voz se escuchó burlona y estallo a carcajadas.
Indiferente a las burlas Diana recito un hechizo con el único fin de alumbrar y hallar aquel ser detestable. Con la luz iluminando los rincones aquellas risas dejaron de oírse siendo remplazadas por quejas dolorosas y momentos agonizantes de lo que sea que aquello estuviera observándola.
— ¡Mierda! —Eso o aquello grito de dolor y molestia— ¡Apaga esa maldita luz!
— ¿Por qué debería? —Dijo con tizna de enojo y burla—Estoy perdiendo el tiempo y deseo salir de aquí lo antes posible, hay cosas más importantes que requieren mi atención y perderlo contigo no está en mis planes—Contesto con poco atrevimiento un voz tosca.
—Se nota lo apurada que está bella jovencita, pero... ¿Se te ha preguntado donde está parada ahora mismo? —Aún con lo doloroso que resultaba ser la luz, eso que la vigilaba recupero el control con su altanería y malevolencia.
Un mal presentimiento rondo por la conciencia de Diana y la mayor razón que la orillo a mantenerse alerta, inmediatamente deseaba su salida debido a ese terrible pensamiento. Si su instinto no sé equivocaba las cosas problemáticas irían en aumento. Lo que sea que la vigilaba era una entidad superior a la maldad que representaba Darrelle, algo más perverso y macabro rondaba observándola en ese lugar desconocido.
—Eso no me interesa—Ilumino más la luz con su varita— ¿Cómo salgo de este lugar? ¡Dímelo ahora mismo!—Exigió con dureza y exasperación.
—Tranquilícese, no hay prisas bella rubia—Contesto con un tono calculador y amenazante—Aún tiene tiempo, oh mejor dicho...todo el tiempo del mundo, porque eso no existe en este paraje—Se mofo con burla.
— ¿Qué quieres? —Soltó en seco.
Aquello dejo las burlas remplazándolas a una sed curiosa y realizo el siguiente cuestionamiento— ¿Por qué cree que quiero algo de usted?
La desesperación abundo en la conciencia de Diana, no quería perder más tiempo con los estúpidos juegos de puzzle con ese ser desconocido. Antes debía llegar a Merlín con el fin de guiarlo hacia Akko, pero este ser que habitaba en aquella espesa oscuridad jugaba sus cartas, ¿Era cuestión de mantenerla ocupada? O ¿Había información que debía saber proviniendo de él?, no sabía sus intenciones y las preguntas eran poco útiles en esas circunstancias, ya que por cada una que realizaba, aquello le formulaba otra sin tomarse las molestias de responder los cuestionamientos de la rubia.
Intento serenarse y siguió el juego de aquello que la estuviera fastidiando— ¿Por qué haces preguntas sin responder a las mías?
— ¿Tengo alguna necesidad de responderle a eso?
— ¿Tengo la necesidad de estar aquí escuchándote ahora mismo?
— ¿Por qué siente la necesidad de estar aquí?
Pregunta tras pregunta, no había quien cediera en respuesta. Diana sentía una extraña desconfianza con aquel ser y sus preguntas, obviamente deseaba información y no se la brindaría hasta que lo extraño rompiera con esta paradoja. Además indirectamente soltaban respuestas que a simple vista no se revelaran por vía bocal, pero sí eran contestadas de los pensamientos profundos. Aquello bastaba para que ambas partes obtuvieran información del otro.
— ¿Qué es este lugar? —Cuestiono algo que desde un principio no deseaba saber y tampoco conocer.
Se escucharon los aplausos simultáneos en las distintas direcciones.
—Bravo, ha hecho una pregunta sensata mi estimada Jovencita y como premio le daré mi respuesta—Respondió con voz juguetona y divertida.
—Habla entonces.
—En este lugar todo desaparece. Es uno sin igual donde aquellas almas del más allá sufren con el único fin de expirar sus faltas, tras años de cumplir el castigo propuesto, estás solo son borradas—Otra risita malévola se escuchó sin una localización aparente.
— ¿A qué te refieres? —Frunció el entrecejo algo confundida.
—Las almas en pena sufren año tras año atrapadas en el frio, pobres ilusos que pasan atrapados en su soledad y la temperatura gélida sirviéndoles como única compañía.
— ¿Con almas en pena te refieres a todos aquellos que perdieron la vida? —Trago saliva.
—Exactamente—Volvió aplaudir con gran entusiasmo— ¿Alguna vez le he dicho cual hermoso son sus ojos? —Pregunto con altanería y tono seductor.
Diana eligió ignorar aquella provocación y continuo— ¿Estoy muerta?
— ¡Qué sorpresa me ha dado con esa pregunta! —Los agudos de entusiasmo denotaban cuan era el nivel de asombro del aquello que la vigilaba.
No hubo pérdida de calma y tampoco falla de su concentración, a juzgar con lo dicho por aquello, Diana dedujo que el lugar donde se hallaba era el más aterrador y misterioso de todos. Había muy poca información del paraje hallado en uno de los libros prohibidos de la biblioteca, ahora que lo miraba tal y como es, lamento estar atrapada en aquel sitio.
Experimento sentimientos desagradables aligerando su desconcierto, ¿Quién era el autor de aquel libro? ¿Y cómo sabía de este lugar? sencillamente la poca explicación en las páginas fue más que suficiente en detener su curiosidad y concentrarse en leer otro más interesante.
—Si estuviera muerta este lugar me congelaría ¿Cierto?
—Ha dado con el clavo de nuevo señorita—Aquello la elogio.
— Realice una pregunta de la cual no deseaba conocer su respuesta, ahora quiero que tú me contestes ¿Qué es lo que buscas de mí? —Replico enfadada acompañada de un frunciendo ceño.
—Qué precipitada es usted señorita, le saldrán arrugas en la frente si no se toma las cosas con calma—Contesto en modo de burla.
—Entonces... ¿Vienes a matarme?
—Negativo mi musa, no tengo ningún motivo para dañarla y jamás lo haría con esa bondad que la abraza.
—Deja esos comentarios frívolos y superficiales, quiero que vayas ve al grano—Puntualizo con desgana y muy segura que la respuesta de aquello era sincera.
Las risas se volvieron a escuchar, llenas de maldad, pulcritud e hipocresía—Quiero que me traiga la cabeza de ese dragón asqueroso.
Lo asombrado no fue lo único que se posó en los ojos de la rubia, también la confusión—Creí entendido que el morirá pronto, ¿Por qué me pides algo que voy a llevar a cabo?
—Porque Darrelle lleva evadiendo su muerte, no importa cuántas veces lo asesines joven damisela—Su tono calmado y sereno se transformó a un atroz y lleno de desprecio—Él muy maldito siempre encuentra como regresar a la vida.
—No tenía idea...—Se quedó en silencio con aquella noticia.
—La muerte era su mejor amiga y desgraciadamente gano su inmortalidad con esa amistad toxica.
— ¿La muerte? Espera.... ¿Tú eres? —Abrió los ojos con desosiego y asombro cuando se dio cuenta de la identidad de aquel ser.
—Ella misma está hablando con usted hermosura.
Con los sentidos alertas Diana miro a los lados y a sus espaldas en busca de alguna silueta, luego algo gélido la tomo de su mano causando su sobre salto.
—No se gire—Le advirtió la voz de la muerte cambiando a una cálida y melodiosa voz muy femenina y angelical—Podría volverse de hielo si ve mi autentica apariencia.
—Sácame de aquí—Trago saliva con miedo y temor a las represalias, era la primera vez que sentía aquel sentimiento tan intenso.
—No tiene nada que temer—Intento tranquilizarla y su mano paso a sostener su hombro—Como dije, jamás le haré daño, no hay motivo para que se alarme.
— ¿Por qué siento que eso no es verdad? —Trago saliva con los latidos frenéticos y latidos constantes de su corazón—Si Darrelle termina conmigo tu aparecerás para llevarme a este lugar.
—Eso la tiene demasiado preocupada, pero no tiene que temer, si usted muere será un fallecimiento digno y le daré honores, también le regalare la gloria, una de la que jamás en su vida desearía.
—Para ser sincera... se escucha tentadora tu propuesta pero no puedo fiarme, tú eres la muerte disfrazada en antifaz, sé que tus intenciones no son buenas pero tampoco malas, son engañosas y no me gustaría verme involucrada.
—Error, ya lo está señorita, no hay vuelta atrás si desea salvar a su bella castaña de ojos carmesí, se decepcionara si no cumple con su promesa—Extendió una de sus manos.
La rubia rebobinando la advertencia de la parca y cerró los ojos, no era ninguna sorpresa para Diana que la muerte conociera a su novia, no era el mal y el bien, era una tercera fuerza neutra trabajando en ambos extremos, su trabajo era recolectar almas y llevarlas al paraíso o al inframundo. Desgraciadamente Diana se hallaba en el infierno, reconocía que este era su destino cuando su tiempo de vida acabara. No comprendía porque tal lugar lúgubre, frio, oscuro y tan terrible sería lo último que vería hasta desvanecerse, ¿Qué malas acciones había llevado a cabo para terminar ahí?
Continuara.