-Sigo sin poder creer que ésta sea tu casa -dije mientras admiraba el castillo al mismo tiempo que caminábamos hacia él.
-Ahora también es tuya.
-Cierto... -llegamos a la gran puerta. Ya era de noche y eso hacia de la vista aún más hermosa y yo solo quería quedarme ahí admirando. No sentía el frío, solo emoción.
-Buenas noches, su alteza. -la voz de una chica me hizo reaccionar. La miré, al parecer era una mucama, como de nuestra edad.
-Buenas noches -dijo Ale y me señaló con su mano -, PanHye ella es Azura.
-Es un verdadero honor al fin conocerla señorita Azura. Mi nombre es PanHye. Yo estaré a su servicio en todo lo que necesite -hizo una reverencia.
-Gracias, PanHye.
-Si gusta, la llevaré a su habitación.
-No, lo haré yo -dijo el Príncipe y me miró -, si no te molesta.
-Claro que no -la mucama sonrió e hizo una reverencia apartándose.
Ale me condujo por el gran salón hacia las escaleras en medio de este. A su vez se dividían a cada lado. Tomamos las de la izquierda, llegamos a un pasillo donde había cuatro puertas a lo largo de éste, el Príncipe me llevó a la penúltima.
-Es aquí. Espero que sea de tu agrado -abrió la gran y alta puerta encendió la luz.
La habitación era enorme, de colores morado, tenía una mándala enorme saliendo de una esquina en detalles de color rosa, igual que mi habitación en casa. La cama era enorme y tenía una especie de toldo encima. El cobertor era de colores morado y beige y debajo de la cama una pequeña alfombra de color beige sobre otra color gris oscuro que cubría todo el suelo. A ambos lados de la cama habían dos mesas sobre las cuales había dos lámparas modernas. Frente a la gran cama había dos puertas caso tan altas como la puerta principal y en la pared del fondo había una ventana con un gran balcón con macetas en el barandal y un pequeño sillón. Camine sin dudarlo hasta ahí y me asomé, podía verse mi casa a la perfección.
-¿Te gusta?
-Ale, esto es impresionante. Me encanta -lo abracé.
-No hay de que, Azura -nos separamos y mirándome fijamente continuó -. Te daré tiempo para que puedas ponerte cómoda. Si necesitas ayuda, puede tirar de esa cuerda -señaló junto a la puerta una cuerda de color morado -Panhye vendrá enseguida; pero si me necesitas a mi, deberás entonces, tirar de esta -señaló la de color aqua. Me recordó cuando eramos niños y trataba de explicarme algo, sonreí sin poder evitarlo -. Yo vendré inmediatamente ¿De acuerdo?
-De acuerdo.
-Bien, la cena estará lista a las 9 en punto. Tienes una hora y media para relajarte o hacer lo que tú quieras, de acuerdo. PanHye vendrá para llevarte al comedor.
-Bien -sonreí.
-Te veré en un rato, entonces.
Asentí y él salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Una vez que estuve sola me lancé a la enorme cama suspirando. Era tan condona que me sentía extraña, mi vista se detuvo en las dos puertas y la curiosidad me hizo ir hasta ahí y abrir la del lado izquierdo; era un baño completo y enorme, las paredes eran de un color aqua más claro, con azulejos blancos y algunas repisas eran doradas, no quise pensar que fueran de oro. Salí y abrí la otra puerta quedándome aún más sorprendida que cuando entré en la habitación. Se trataba de un gigantesco y muy variado armario. Estantes, repisas y clósets repletos de accesorios de oro, plata, joyas, cuarzos; zapatos de todo tipo, botas, tacones, zapatillas, deportivos; ropa del mismos estilo que Ale me regalaba a modo de disculpa, vestidos cortos largos, casuales, de verano de noche, de frío de gala, de mil estilos que tuve un mareo. Dios, esto es demasiado.
Salí corriendo y cerré las puertas, admiré de nuevo la gran habitación. Todo era como un sueño. Un sueño tan irreal e imposible que por un momento creí que estaba soñando. Me sentí incómoda, mientras yo tenía todo esto, mi familia con suerte podría tener para comer... Mire mi bolso y mi maleta en un sillón bajo una gran estantería de libros. En realidad no necesitaba nada de lo que había traído. Tenía, literalmente, todo. Excepto a mi familia... Trate de relajarme acomodando mis cosas en un tocador que lo había visto, el cual estaba llegó de maquillaje y más accesorios. Mis libros los acomodé en el librero vacío. El Príncipe sabía que yo llevaría mis propios libros. Una vez acomodado todo tomé a Mazuri y me senté en medio de la habitación en el suelo.
Uno...
Dos...
Tres...
-¿Azura? No creo que llamarías tan pronto, hija -sonreí al escuchar la voz de mi mamá.
-Ni yo, pero ya los extraño ¿Y papá?
-Se llevó a Mark y Jack a caminar. Markie es el más afectado y tu papá trata de calmarlo. Por cierto, van a mudarse con nosotros.
-¿Porqué?
-Aunque nos negamos en rotundo, e incluso en tu nombre, ellos decidieron vender su departamento para ayudarnos a nosotros con el dinero.
-¡¿Qué?!
-Lucas y yo nos negamos totalmente pero sabes lo tercos que son los dos. En parte por eso papá se los llevó.
-No va a poder convencerlos de nada. Ese par de locos... Bueno, al menos estarán con ustedes y eso me alegra ya que no quiero que ni uno se sienta solo ni triste. Mamá, por favor cuiden de mi Markie.
-Haré lo que pueda, te lo prometo Zuri. Bien, ¿A qué debo una llamada tuya tan pronto? - Le conté lo incómoda que me sentía tantas cosas, ella ha sido princesa, ella entendería -. Hija vivir como una princesa es tedioso, lo sé. Pero no debes pensar en que no mereces nada de eso porque, si no lo hicieras, Ale no te habría propuesto esto. Tú lo mereces, y créeme, te vas a acostumbrar en muy poco tiempo.
-Si pero yo vivo en lujos, y ustedes...
-Mi amor, nosotros tenemos lo necesario y algo que dijeron tus chicos, fue que si ellos nos ayudan se benefician ellos y a la vez a nosotros. La reina Sylvia me consiguió una gran oportunidad de trabajo, además de una ayuda semanal. No te preocupes, nosotros estamos perfectamente ¿Si?
-De acuerdo, mamá. Te quiero.
-Yo también te quiero mi niña. Voy a preparar la cena para los chicos, hablaremos pronto.
-Si, mamá.
Terminamos la llamada. Hablar con ella me hizo sentir realmente bien, pero no lo suficientemente. Me levanté del suelo y caminé hacia las cuerdas junto a la puerta. ¿Aqua era PanHye o Ale? Espero que sea la mucama. Tire de la cuerda y un extraño sonido parecido a una campana grave sonó. Esperé unos momentos y alguien tocó a la puerta, fui a abrirla y ahí estaba Ale. Oh, rayos... Aqua es Ale, morado es PanHye.
-¿Me necesitas? ¿Pasa algo? -preguntó preocupado, decidí excusarme.
-Quería ver qué tanto demorabas -rió un poco, pero me miró atento.
-Pasa algo. Te ves algo triste -vacilé.
-Bueno, yo... Estaba pensando... Todo aquí es tan asombroso e irreal que no siento que no verdad lo merezca.
-Azura ¿Porqué no habrías de merecer todo esto? Has demostrado ser una chica valiente y fuerte. Excelente persona con quiénes te necesitan. Jamás pienses que no eres digna de nada porque por el hecho de ser mujer te mereces todo -lo miré asombrada. Vi un leve rubor en sus mejillas -. Yo decoré y diseñé tu habitación... La ropa está hecha especialmente para ti. Si algo no te gusta, dímelo y lo cambiaré inmediatamente.
-No, es decir... Todo me gusta, es perfecto. Gracias, Ale.
-No hay de qué -revolvió mi cabello y el rubor se hizo más notorio, por lo que volvió su mirada hacia el librero -. Vaya, creo que necesitarás otro más grande -dijo pensativo.
-No, está perfecto así. Suelo tener mis libros por toda la habitación.
-Bueno. Azura, hablo enserio, si algo no es de tu agrado, dímelo. Veré qué puedo hacer...
-De acuerdo, Ale.
Se acercó a los libros y platicamos durante un rato hasta que PanHye llegó anunciando la cena, la cual solo disfrutamos él y yo, ya que su abuela aún seguía de viaje y llegaría hasta la mañana siguiente.
Los siguientes días hablé un poco más con PanHye. Tiene 23 años, se mudó a Cadah a los 12 años junto con su madre, la anterior mucama de la reina. Le pedí estrictamente que no me hablara tan formal, ya que me ponía más nerviosa de lo que me sentía todos los días. Una tarde, Ale se presentó en mi habitación diciendo que iba a llevarme a dar un paseo por los jardines, así que me arreglé colocándose un vestido de manga larga color guindo y unos botines de tacón negro con los cuales sabía que jamás podría alcanzar al príncipe.
-El Príncipe... ¿Cuánto mide de estatura?
-Si mal no recuerdo, señorita, mide al rededor de un metro noventa.
-No puede ser, jamás estaré a su altura.
PanHye no pudo evitar reírse a lo que yo sonreí y continué haciendo bromas mientras ella me peinaba y maquillaba. Una vez lista bajé a la puerta principal con un abrigo del mismo largo que el vestido. El Príncipe vestía un pantalón negro y zapatos del mismo color, una chamarra algo gruesa de color azul y una bufanda roja. Al verme sus ojos brillaron.
-Te vez hermosa -me sonrojé.
-Gracias, tu eres demasiado alto -rió nervioso
-Si bueno, eso es de familia.
-¿Cuando mides? ¿Dos metros? -soltó esa carcajada que me hizo estremecer. Me gustaba esa risa.
-No, solo un metro ochenta y ocho.
-Dios Alexander, eres una jirafa, con suerte yo llego al metro sesenta y cinco. Soy una enana.
-Tu estatura es adorable, al menos para mí -me ofreció su brazo al cual me aferré y salimos al patio principal -. Daremos una vuelta por el Jardín Primario, después iremos hacia el Jardín Secundario y por último...
-Adivinaré, Jardín Terciario.
-En realidad se llama Jardín de Tres... No preguntes, tenía cinco años cuando los nombré -reí con fuerza, a lo que él sonrió.
-De acuerdo, su majestad. Condúzcame.
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Gracias por leer ^-^.