Rubí // Killer I: La Joya.

By Changsegi

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En un mundo en el que no se puede confiar en nadie, ella llega sin armas ni memoria para defender al sottocap... More

Sinopsis
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Especial #1
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
Especial #2
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce
Capítulo Quince
Capítulo Dieciséis
Capítulo Diecisiete
Capítulo Dieciocho
Capítulo Diecinueve
Capítulo Veinte
Capítulo Veintiuno
Capítulo Veintidós
Capítulo Veintitrés
Capítulo Veinticuatro
Capítulo Veinticinco
Capítulo Veintiséis
Capítulo Veintisiete
Capítulo Veintiocho
Capítulo Veintinueve
Capítulo Treinta
Especial #3
Capítulo Treinta y uno
Capítulo Treinta y dos
Capítulo Treinta y tres
Capítulo Treinta y cuatro
Capítulo Treinta y cinco
Capítulo Treinta y siete
Especial #4
Capítulo Treinta y ocho
Capítulo Treinta y nueve
Especial #5
Capítulo Cuarenta
Especial #6
Capítulo Cuarenta y uno
Capítulo Cuarenta y dos
Capítulo Cuarenta y tres
Capítulo Cuarenta y cuatro
Capítulo Cuarenta y Cinco
Capítulo Cuarenta y seis
Capítulo Cuarenta y siete
Capítulo Cuarenta y ocho
Capítulo Cuarenta y nueve
Capítulo Cincuenta
Capítulo Cincuenta y uno
Capítulo Cincuenta y dos
Capítulo Cincuenta y tres
Capítulo Cincuenta y cuatro
Capítulo Cincuenta y cinco
Capítulo Cincuenta y seis
Capítulo Cincuenta y Siete
Epílogo
Informaciones y agradecimientos

Capítulo Treinta y seis

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By Changsegi

Capítulo Treinta y seis

Roma, Italia

17 de enero, 2004

Había llegado hace más de una semana e incluso en el primer paso que dio quiso devolverse, no era culpa de Roma, es decir, amaba esa ciudad como toda Italia, pero la compañía que tenía no era para nada grata, de hecho si necesitaba de alguien que gruñera a cada segundo estaba seguro que ya habría comprado un perro. Agata realmente era un dolor de cabeza, pero debía soportarla por el bien del negocio, por suerte ya solo quedaban unos cuantos detalles para arreglar y así poder volver a Viterbo, Rubí había partido un día antes que él y ni siquiera había tenido tiempo para aprovechar Roma juntos, ese maldito matrimonio lo estaba consumiendo y eso que solo era el inicio del año, no quería verse días antes de la fecha ajustando los últimos detalles para... ¿Para qué lo hacía? Ah, claro, para poder proteger a la familia y al negocio.

Suspiró, mientras miraba el techo de la habitación del hotel, por lo menos esa era una ventaja, tener su propio espacio separado de la arpía mientras ella jugaba a ser la nuera perfecta, lo sentía por su madre que tenía que soportarla, pero por lo menos ese era su respiro. Aquel día tenía que solo levantarse y comenzar a fingir ser el prometido ideal frente a la familia Parisi, solo por unas horas más y ya estarían de vuelta, o por lo menos eso se dijo ya que el regreso estaba acordado para las 10 de noche, lamentablemente.

Finalmente después de impulsarse tal vez tres veces terminó por levantarse, eran las 8 de la mañana necesitaba darse una ducha y comenzar a ser un hombre decente cuando el sonido de su celular lo alertó. Buscó entre su ropa hasta dar con él y encontrar el número de Rubí como emisor, se alegró de inmediato respondiendo con una sonrisa y un tono alegre.

Il mio rubino, ¿A qué debo tal honor? —suspiró cayendo sobre la cama de su habitación.

—¿Conoce a Rubí? —alejó de inmediato el celular observando nuevamente el nombre en la pequeña pantalla del aparato, claramente decía Rubí, ¿Entonces... de quién era esa voz?

—¿Con quién hablo? —preguntó frunciendo el ceño.

—¡Jesús, tranquilízate! —gritó la muchacha desde el otro lado al mismo tiempo que se escuchaba el impacto de vidrios rotos. —Dios, en realidad no sabía a quién llamar, ella se está comportando muy extraño, echó a todos los empleados de aquí, incluso los soldados, no sé qué hacer, Franco se está recuperando o por lo menos eso dijo el doctor, pero no despierta, estoy tan asustada, me costó demasiado quitarle el celular a Rubí, así que llamé al primer número, por favor ayúdeme.

La palabras de la chica salían atropelladas mientras hablaba más rápido de lo usual, quien fuera esa mujer estaba desesperada y por algún motivo eso solo lo alarmó haciendo que se levantara de inmediato de la cama para colocarse ropa con la cual poder salir.

—¿Dónde están? —preguntó mientras se colocaba los pantalones.

—En Tarquinia... creo que era la casa de él... —se detuvo mientras escuchaba un grito de alguien llorando en el fondo. —Por favor, venga pronto —susurró para luego cortar la llamada.

Al segundo marcó el número de Roger para darle la orden de que tuviera el auto listo mientras él terminaba de vestirse, cortó prácticamente al mismo segundo en que dio la orden sin preocuparse si es que lo había captado o no, confiaba en Roger, ese hombre tenía buenos reflejos cuando las cosas se complicaban, por lo que no dudó ni se sorprendió cuando salió del hotel y encontró a su mano derecha ya listo para partir.

—Algo ocurrió en Tarquinia —anunció marcando en su celular el número de su padre mientras Roger comenzaba a mover el auto. —Papá, ¿Dónde está Rubén? —preguntó de inmediato cuando escuchó la voz del Don.

—Eso mismo le estaba preguntando a Donato, no he tenido reportes de él desde ayer.

—Es probable que esté celebrando el regreso de Rubí, deben estar juntos, Señor —escuchó como Greco respondía en el fondo, pero ni siquiera pudo tener sentido aquello, negó con su cabeza sabiendo que no lo vería.

—¿Sucede algo, Biago?

—Iré a Tarquinia, pídele a mamá que se disculpe por mí, no quiero alarmarla diciendo que me voy ahora.

—¿Por qué vas a Tarquinia?

—Cuando llegue te informaré —solo con eso cortó la llamada dándole una mirada a Roger como advertencia de que debía apresurar la marcha.

*

Tarquinia, Italia

17 de enero, 2004

Invierno, la lluvia caía por el vidrio mientras ella solo podía mirar más allá del patio en donde la noche anterior había enterrado a Rubén, se preguntó si es que la lluvia podría descubrir su cuerpo, pero de cierta forma sabía que no tenía sentido cuando se encargó de enterrarlo lo más abajo posible. Le debía una buena sepultura, un velorio donde pudiera estar toda la familia y comida por abundancia como tradición italiana, le debía demasiadas cosas a decir verdad y lo sentía tanto... No había podido hacer nada, solo observar y perder la vida de su mejor amigo, no tenía sentido, tal vez debería llamarlo de otra forma ya que comprendía que los mejores amigos no se besaban, claramente Rubén era algo más, era su algo más importante dentro de ese lugar, de otra forma, no estaría comportándose tan erráticamente.

Al llegar a Tarquinia la noche anterior lo primero que vio fue a todas las empleadas, cocineras y soldados saliendo a su encuentro, gritó como loca dando órdenes de que desaparecieran y al más terco lo envió a conseguir a un doctor para Franco puesto que sus cuidados no soportarían para una cura completa. Fue elocuente al momento en que llegó, dio las órdenes exactas y entonces comenzó a trabajar en un plan, pero cuando tomó el cuerpo de Rubén y lo tapó con tierra... todo se distorsionó. No le cabía en la cabeza como era posible que hubiera realizado tal acción, incluso se recordó siendo estúpida al intentar sacarlo nuevamente de la tierra porque estaba ahogándolo y matándolo nuevamente. Se sentía tan pérdida y a veces tan dolida que su comportamiento ni siquiera podía justificarlo. Solo cuando comenzó a llover Idara la atrajo de vuelta a la casa, porque si hubiera sido por Rubí, se habría quedado en el lugar llorando todo lo que fuera posible.

El problema, es que todo empeoró cuando entró, puesto que con todo el dolor en su pecho se acercó a la chimenea notando que las botas aún estaban colgadas y además al interior de la que tenía su nombre había una caja esperando por ella. La sacó con cuidado en presencia de Idara que la observaba por detrás precavidamente. Cuando por fin tuvo la caja en sus manos había una simple nota que dictaba: Para la bella dama que me acompañará en esta vida.

Si fuera posible, su corazón se apretó aun más cuando abrió la caja encontrando una cadena de plata en la que en su extremo descansaba un sencillo rubí en forma circular. No había más detalles y no los necesitaba porque entonces cuando lo atrapó en su mano todo se rompió, botó todo lo que había en la superficie de la chimenea mientras se lanzaba hacia un lado tomando jarrones de vidrio y otras cosas. Sabía que Idara estaba gritando que se detuviera o que reaccionara, pero no podía escucharla cuando su corazón dolía de tal manera. Se derrumbó mientras rompía todo a su paso, incluso sin preocuparse por algunos cristales que se incrustaban en sus manos, daba igual, la sangre y el dolor físico eran lo de menos, el problema estaba dentro y no tenía ni una mínima idea de cómo detenerlo.

Ya iban a dar las nueve de la mañana y después de dar toda esa rabieta por fin se había calmado mientras miraba la lluvia. Idara había estado siempre atenta mirándola con sigilo y precaución sin intentar hablarle más después de haberle arrebatado el celular hacía unas cuantas horas, ella y su agilidad de ama de casa ya tenía todo ordenado, incluso había encendido el fuego en la chimenea y lentamente la vio cómo se acercaba con un botiquín en sus manos.

—No soy muy buena, pero puedo ayudar —susurró indicando a Rubí.

Ni siquiera estaba segura de cuando eran las heridas, si del arrebato de hace unas horas o del maltrato que le había dado Dane en el tiempo que estuvo inconsciente, cada vez que su memoria iba a esa mujer el odio subía a su cabeza, quería matarla, quería erradicarla de ese lugar, eliminarla, desaparecerla del mundo, pero al segundo se daba cuenta que no tendría sentido, ¿Qué pasaba si mataba a Dane Vitelo? ¿Acaso no vendrían luego otros que intentarían vengarla también? No, tenía que ser más inteligente que ella, tenía que buscar una opción en la que nadie más tuviera que correr peligro, ya había sacrificado a toda la familia de Idara, habían matado a Rubén y estuvieron a punto de acabar con Franco, no se arriesgaría, no sería imprudente, o por lo menos de eso intentó convencerse una y otra vez.

—¿Cómo estás? —preguntó con su garganta seca y ronca tras las largas horas de llanto.

Idara comenzó limpiando las heridas de sus manos sentada a su lado dándole una sonrisa triste. No tenía sentido preguntar una cosa tan estúpida como esa, pero de alguna forma necesitaba saberlo, porque Idara parecía ser la más sensata en ese momento.

—Mal —suspiró. —Mataron a mi familia por enredarme con el hijo de un mafioso, ¿cómo crees que debería estar?

—Lo siento.

—No, ¿sabes lo que es peor, Rubí? —se apresuró a decir a lo que Rubí solo se limitó a observarla. —Lo peor, es que no me arrepiento de nada, lo peor, es que tengo el corazón en la mano rezando a cada minuto porque lo único que me queda no muera, lo peor es que estoy más preocupada por la vida del causante de mis problemas que de la muerte de mi familia, eso sí es peor.

—El amor... supongo —susurró bajando su mirada.

—Para ti debe ser peor, se fue a quien amabas, te robaron, te destruyeron prácticamente.

Rubí elevó su mirada hacia Idara nuevamente mientras limpiaba sus heridas, luego giró su vista a la ventana donde las gotas chocaban nublándole la imagen clara del patio trasero de la casona. Sí, de cierta forma Idara tenía razón, se sentía destruida, como si le hubieran robado, no estaba segura si alguna vez antes se había sentido de esa forma, pero por alguna razón se sintió familiarizada con ese sentimiento. El problema era que no sabía qué hacer, ¿era normal que esa emoción gobernara de tal forma que perdiera su funcionalidad? ¿Era normal que se sintiera tan desarmada de un momento a otro?

—¿Cuánto tiempo dura? —preguntó rompiendo el pequeño silencio que se había formado.

—¿Qué cosa?

—¿Este sentimiento?

—No lo sé, depende de cuánto lo hayas amado, de cuanto lo quieras recordar muerto o cuanto quieras apreciar el haberlo conocido, depende de ti, Rubí.

—Quiero vengar su muerte, ¿crees que eso pueda menguar el dolor de mi pecho? —señaló con seriedad.

—Hazlo, pero sé inteligente, estás en Italia y aquí la venganza se sirve en un plato frío.

—¿Y eso que significa? —cuestionó sintiéndose un tanto molesta por no saber.

—Significa —comenzó vendando las heridas. —Que cuando se desea tomar revancha contra alguien, debes esperar hasta que todo esté en calma para encontrar la fórmula que más cause daño —sonrió fugazmente pareciendo un tanto tenebrosa a decir verdad. —Ahora no podrás pensar racionalmente, Rubí, así que espera, espera a que todo esté tranquilo, déjalos ganar terreno, que crean que has cedido y entonces... cuando menos lo esperen... los apuñalas donde más les duele.

Rubí observó a Idara por largos segundos mientras ella se encargaba de buscar sus heridas en sus piernas o brazos. Si uno la veía parecía una chica tierna e inocente, pero estaba segura que de ello solo quedaba la apariencia, le habían arrebatado lo único que tenía y lo que le quedaba era probable que cuando se recuperara no la dejarían ni siquiera acercarse, por primera vez sintió que admiraba a alguien por su fortaleza y esa cabeza tenebrosa, Idara tenía razón y era seguro que se lo estuviera diciendo para que tomara venganza también por su parte, y tenía sentido, después de todo también era su responsabilidad que hubieran atacado a la familia de Idara, entonces lo haría bien, solo necesitaba recuperarse completamente y entonces volvería a atacar con más fuerza de la que cualquiera podría esperar.

*

Tarquinia, Italia

17 de enero, 2004

Roger ni siquiera pudo apagar el motor del auto cuando Biago salió apresuradamente para subir los escalones de la casona en Tarquinia, ni siquiera se preocupó por la lluvia, simplemente corrió dentro con la esperanza de encontrar a Rubí de inmediato o tal vez a Rubén para que le explicara lo que estaba sucediendo. Pero por el contrario lo único que se encontró en el camino fue una muchacha de cabello castaño y unos ojos avellana, que parecían bastante preocupados.

—Llama a Rubén, necesito que me expliquen lo que está sucediendo —exigió creyendo que la muchacha a su lado era una empleada más.

—Señor, en realidad... —intentó la chica detenerlo, ¿pero cómo tenía el atrevimiento?

Llegaron a la sala y al tiempo en que abrió las puertas para ingresar se detuvo para observar a la muchacha con mayor detención, nunca en la vida la había visto y por el tono de su voz supuso que había sido ella quien lo había llamado hace unas horas atrás.

—¿Quién diablos eres tú? —apuntó confundido por la presencia de aquella mujer que parecía un manojo de nervios y que ni siquiera podía darle una respuesta concreta.

—Es la novia de Franco.

Quitó la mirada de esa mujer para encontrar a Rubí frente a la ventana en el momento exacto en que elevaba la boca de una botella de whisky para dar un largo trago.

—Se llama Idara Conti, hace un día mataron a su familia por mi culpa —indicó con tranquilidad mientras volvía a dar otro trago.

—Pero que mierda —masculló Biago acercándose a grandes zancadas hasta quitarle la botella a Rubí. —¿Qué estás haciendo? —acusó tomándola por los hombros.

Notó entonces que el maquillaje de Rubí estaba hecho un desastre, sus ojos estaban hinchados e irritados y sus labios que usualmente estaban con un rojo natural ahora estaban llenos de heridas que posiblemente ella misma había provocado tras darle diferentes mordidas.

—¿Qué sucede, Rubí? —preguntó esta vez con mayor calma al tiempo que notaba que la muchacha bajaba la cabeza y sus hombros comenzaban a agitarse.

—Maté a Rubén —susurró de pronto recargando su frente contra su pecho. —Allá en lo más extremo del patio está ahora enterrado, muerto... con una bala en su pecho... —levantó su dedo indicando la ventana en la que las gotas de lluvia caían continuamente al igual que su llanto que se comenzó a escuchar desgarradoramente.

Biago solo se limitó a sostenerla, la abrazó intentando consolarla, pero no podía llegar a comprender lo que estaba ocurriendo, nada tenía ni un poco de sentido, Rubí jamás atacaría a Rubén por más molesta que estuviera con él, además ¿en qué situación cabía la muchacha que estaba detrás de ellos observándolos con precaución? Nada tenía ni un poco de sentido, pero incluso con mil preguntas se mantuvo en silencio sintiendo los sollozos de Rubí los únicos que se escuchaban en la habitación.

]

[

Después de tal vez haber escuchado llorar a Rubí por toda una hora y que finalmente se calmara en sus brazos hasta dormir solo pudo sostenerla para dejarla en la habitación que compartía con Rubén, era la habitación más accesible y la única que se le ocurrió en que podría descansar con tranquilidad, por lo que una vez satisfecho salió con rapidez para volver a la sala y encontrarse con esa muchacha nerviosa.

Necesitaba respuestas y al parecer la única en esa casa era esa niña que lo observaba con precaución mientras Roger se mantenía observando la ventana como un idiota desde que había escuchado a Rubí llorar. Sentía por algún motivo que todos en el lugar se estaban volviendo locos y necesitaba una explicación urgente para saber la razón.

—¿Qué ocurrió? —demandó a la chica que enredaba sus dedos entre sus palmas con nerviosismos.

—Mataron a mi familia, Franco fue a ayudarme, luego todo empeoró, habían muchas balas de un lado a otro, una mujer que me golpeaba y me decía que era un estorbo, pero que debía mantenerme con vida y luego tiraba mi cabello. En algún momento Rubí y ese chico de cabello rubio aparecieron... —su relató se cortó de inmediato alzando la mirada hacia donde estaba Roger quien se había volteado para observarla.

—¿Qué le ocurrió? —preguntó con detenimiento su mano derecha.

—Esa mujer le disparó y entonces todo fue muy confuso, ella tomó a Rubí por la fuerza y nos dejó tirados en el puerto, horas más tarde volvió a aparecer Rubí llena de golpes y sangre...

—¿Cómo era esa mujer de la que hablas?

­—Mmh, bueno tenía el cabello castaño un poco más claro que el mío amarrado en un moño alto, usaba pantalones y un suéter negro, ah y usaba una máscara estilo veneciana. Es lo que puedo recordar.

—¿Podría ser una banda enemiga? ¿O tal vez algún clan? —supuso Roger.

—¿Dijeron cuál era su cometido? ¿Por qué los estaban atacando?

—La mujer dijo algo sobre querer tenerle una sorpresa a Rubí cuando volviera, pero que había regresado antes... algo sobre... meterse en donde no debía.

—Entonces esto realmente es culpa de Rubí —meditó Roger volviendo su mirada hacia la ventana.

Biago solo pudo observar la situación y suspirar, ni siquiera podía estar completamente seguro a quien apuntar sus armas, no sabía de qué tenía que defenderse o a quien tenía que atacar, algo realmente malo tenía que estar pasando para que el año comenzara de esa forma, quizás esto tendría que ver con el intento de acabar con su vida o tal vez no, a esas alturas ya ni siquiera podía estar seguro de nada.

—Investigaré, Señor —anunció de pronto Roger tomando el camino hacia la salida. —No dejaré que esto se quede así —susurró intentando alejarse, pero en ese momento Roger no le servía lejos, necesitaba que se quedara, porque de alguna forma sabía que era él mismo y solo él quien podía informarle a su padre sobre la muerte de uno de los soldados más fieles.

Si la situación estaba así de mal en Tarquinia, no quería ni imaginarse las medidas que tomaría su padre ante el peligro, pero incluso con ello debía advertirle para comenzar a averiguar más a fondo hasta descubrir al culpable.

—Quédate, iré a Viterbo, te necesito aquí cuidando de Franco... y de Rubí —pidió con cuidado.

—A sus órdenes, Señor.

—Infórmame de cualquier cambio —demandó tomando la salida.

Esta vez tendría que comenzar a moverse con mayor cuidado, porque de alguna forma sabía que ya no estaba en un terreno que pudiera manejar, habían atacado a parte de su familia otra vez, con la diferencia que había sido con sigilo y eso asustaba mucho más que el secuestro de su madre el año anterior.

*

Tarquinia, Italia

18 de enero, 2004

—Hasta que despiertas —el tono de voz acusatorio de Roger la hizo comenzar a pestañear con rapidez para recordar en donde estaba y que estaba haciendo.

Se sintió por un segundo perdida y olvidada hasta que todo volvió otra vez remarcándole el dolor en el pecho. Elevó su mirada encontrando a su compañero con los brazos cruzados en el marco de la puerta, traía una mirada seria y para nada amigable, por lo que supuso que no estaba ni un poco feliz por los evento recientes, por lo menos ya eran dos.

—Franco está estable, he pedido que el doctor lo volviera a chequear, también a esa mujer que tienes ahí, ahora... ¿Debería pedirle que te revise también a ti? —cuestionó hasta sentarse en la cama en un costado sin dejar de verla con sus brazos cruzados.

—¿Por qué debería revisarme a mí?

—Según el relato de esa chica también recibiste golpes. ¿Qué ocurrió cuando te secuestraron, Rubí? ¿Descubriste quién era esa mujer?

De inmediato su mirada fue hacia un costado intentando ocultar la verdad, no podía decirle nada a nadie, de todas formas no serviría y solo empeoraría las cosas, no tenía pruebas para acusar a nadie, lo mejor sería mantener la boca cerrada y desaparecer por mucho tiempo, sí, esa era la mejor opción.

—Ah, lo sabes —comentó Roger obligándola a morder sus labios con fuerza, no podía decir nada, no podía, no podía, no podía. —¿Fue Dane Vitelo?

Su mirada se devolvió de inmediato a Roger con una expresión de sorpresa, ni siquiera pudo articular palabra notando la seriedad de su compañero, ¿Cómo es que él podía saberlo?

—Fue ella después de todo —masculló mirando hacia el suelo.

—¿Cómo?

—He estado investigando, Rubí, no soy un hombre que se quede de brazos cruzados cuando matan a uno de sus amigos, solo que no pensé que esa mujer fuera a llegar tan lejos.

—No entiendo... entonces... ¿sabes lo que está pasando? Tú... ¿Sabes la razón porque hacen esto?

—No, aún no, supongo que tiene que ver con algo del poder, pero solo hace unos días noté una extraña conversación entre Flavio y Dane, donde el primero le pedía que se hiciera cargo de algo, al principio no lo comprendí, pero viendo el gran desastre supongo que ahora todo tiene sentido.

—Ella dijo que Flavio solo era un juguete más... —susurró cerrando los puños contra el cubre cama. —Ahora veo que él fue el que la envió.

—No lo sabemos... pero tenemos que averiguarlo, antes de que en realidad maten a alguien de la familia y realmente no creo que ninguno de estos eventos sean sucesos aislados. ¿Vas a ayudarme a averiguar lo que está ocurriendo? —propuso levantándose en un suspiro y estirando sus brazos por fin.

—No puedo... si me entrometo más... ellos podrían... podría empeorar las cosas.

—¿De cuándo Red Lips tiene miedo a algo?

—Desde que me di cuenta que perder a alguien realmente duele —confesó aferrando su mano contra su pecho. —No quiero que muera más gente que amo.

—Lamentable, Señorita Rubí, porque esa es una de las consecuencias básicas con las que tiene que lidiar un asesino y tú, mi querida amiga, no puedes dejar tu trabajo ahora porque solo acabaron con uno de tus amigos. Tienes dos opciones, lamentarte toda la vida o actuar de una maldita vez.

—Entonces... ¿Qué quieres que haga?

—Quiero que te levantes de esa maldita cama y te comiences a comportar con una asesina profesional entrenada en los fauces de Blood Eyes, alguien de tu nivel ni siquiera debería expresar emociones, deberías ser un robot, así que muévete.

—¿Robot? —cuestionó riendo mientras se levantaba. —Bien, ¿y ahora?

—Ahora, iremos a darle la cara a las consecuencias —la tomó de la mano y comenzó a caminar hacia la puerta, antes de abrirla por completo se detuvo señalándola. —Por cierto, lindo collar, ayudé a Rubén a que lo eligiera —vio una sonrisa fugaz en los labios de Roger al tiempo que comenzaba a avanzar nuevamente.

No supo cuánto tiempo había dormido, ni lo que había ocurrido entre medio de sus sueños, pero cuando llegaron a la sala tuvo una idea bastante clara que desde ahí se definiría su futuro incluso cuando ella no quería moverse de esa habitación en donde el olor de Rubén aún estaba impregnado.

*

Tarquinia, Italia

18 de enero, 2004

—No deberías fumar en estos momentos —reclamó la Fiore mirando sus uñas mientras su esposo la observaba desde el sillón contrario.

—Necesito calmar la ansiedad, mujer —contrapuso Basilio dando una calada. —Es esto o la comida. ¿Cuál prefieres?

—Tal vez un gordo sin olor a tabaco me guste más en la cama.

—Por favor, no quiero escuchar sobre mis padres teniendo sexo —reclamó Franco desde su lugar en un sillón acompañado de Idara.

Se había despertado hace algunas horas un poco desorientado, pero aliviado de que Idara aun estuviera a su lado. Aunque algo realmente malo tendría que estar sucediendo para que sus padres estuvieran aceptando su presencia.

Mientras la discusión entre Fiore y Basilio continuó reapareció Roger de la mano con Rubí, por fin había despertado la persona en discordia y entonces el momento de tomar decisiones había llegado lamentablemente.

Biago había llegado el día anterior a contarle todo a Basilio en el mismo momento en que Fiore se había presentado en la oficina para preguntar por Rubí, habían llegado hace unas cuantas horas y las noticias no habían sido buenas por ningún punto al parecer, puesto que incluso en la casona algunos negocios estaban perdiendo las ganancias del año anterior. Basilio se dijo a si mismo que solo era un mal mes, que solo tenía que acomodar las cosas y mover la situación a su favor, entonces no se le ocurrió nada mejor que darle una simple orden a Biago quien para su sorpresa ni siquiera reclamó ante la petición y tan solo se puso a trabajar en silencio, ahora su querido hijo debía estar informando a todos sus aliados sobre los ligeros cambios en las decisiones de la familia Felivene.

—Hasta que despiertas, muchacha —saludó Basilio inclinándose para tomar una copa de whisky.

—Siéntate a mi lado, mi niña —pidió Fiore a Rubí indicando su lado en el sillón.

Sin dudarlo Rubí se dirigió a su lado siendo recibida en un abrazo cálido y maternal, necesitaba aunque fuera unos segundos de ese abrazo, luego tal vez se comportaría como alguien correcta nuevamente.

—Nos desharemos de ti —dijo de pronto Basilio, obligando a Rubí a levantar su cabeza otra vez y separarse de Fiore.

—¿A qué te refieres con eso?

—Adelantaremos la Boda y te haremos desaparecer un mes antes.

—¿Me estás informando que me matarás?

—No, mi niña, jamás permitiría que te hicieran más daño del ya hecho —intervino la Señora Fiore a su lado.

—Es más simple que eso, irás a Calabria a recuperar tus memorias y de paso me ayudarás a obtener un lazo con ellos, ambos ganaremos —explicó Basilio con calma.

—¿Qué hay sobre las personas que intentaron atacarme o de los intento de muerte contra mi hermano, Rubí ya no estará a cargo de cuidarnos? —se apresuró Franco a preguntar.

—Por el bien de todos agilizaremos la unión con los Vitelo, de esa forma la seguridad aumentará y podremos expandir nuestros contactos, luego de la boda buscaremos a los culpables.

—¿Cuándo será la Boda?

—El primero de mayo, te tendrás que ir en abril, a mitad de mes a más tardar —Rubí asintió.

—¿Qué ocurrirá con Idara? —interrumpió nuevamente Franco esta vez sonando más preocupado de lo que había querido mostrarse.

—En primera instancia sabes muy bien que no debiste involucrarte con ninguna muchacha de pueblo, por lo que en paz dejaremos que la chica vuelva a su casa, espero que puedas ser lo suficientemente inteligente como para...

—Déjame llevarla conmigo —interrumpió Rubí elevando su mirada a la pobre Idara que estaba hecha un manojo de nervios de pie al lado de Franco. —Se convertirá en mi asistente en Calabria.

—Será solo un estorbo —contrapuso Basilio.

—Por favor —susurró sorprendiendo al Don quien solo carraspeó reacomodándose en su lugar.

—Bien, haz lo que quieras, supongo que es todo lo que tenía que decir, ah y en el tiempo que queda, es mejor que te quedes aquí, puedes manejar las cosas sin estar en Viterbo, ¿verdad? No quiero que crees más problemas, Rubí —se levantó acomodando su chaqueta dispuesto a retirarse.

—Lo siento mucho, Basilio, no pude protegerlo —susurró Rubí de pronto con la cabeza baja antes de que Basilio partiera.

—Incluso si hubieras podido, él ya había tomado la elección de acompañarte sin una orden concreta, no fue tu culpa, es una consecuencia de vivir esta vida —demostró respeto a su mujer con un leve ademán de su cabeza y tomó la salida siendo acompañado de Donato quien había estado observando todo desde la puerta que daba al pasillo principal.

En ese momento Rubí se inclinó para ver a Roger detenido al comienzo de la escalera, pareciendo imperturbable, por un momento se preguntó la razón de su presencia en la casona teniendo en cuenta que Biago no estaba ahí, pero prefirió pasarlo por alto por lo menos en ese momento.

—¿Cuántas personas lo saben? —preguntó en voz alta confundiendo a los demás.

—Solo nosotros dos, era una sospecha vaga, no se lo he dicho a nadie.

—Bien, dejaremos que piensen que han ganado por ahora —se inclinó hacia atrás nuevamente mirando a Fiore quien le sonrió de inmediato. —Necesito pedirle un favor antes de irme.

—Claro, cualquier cosa para mi pequeña, más ahora que te tendrás que ir tan apresuradamente —respondió acariciando su rostro con ambas manos.

Había tomado una decisión y tal como había dicho Roger era momento de actuar, quizás no necesariamente tendría que matar para vengarse antes de irse, quizás tan solo podría asustarlos un poco para que sus alarmas comenzaran a sufrir algunos daños, así se iría aunque fuera con la satisfacción de que había dejado una advertencia, porque entonces por primera vez sabía que cumpliría las ordenes de Basilio al pie de la letra incluso con todos sus principios en contra, lamentable, pero se lo debía por no haber protegido completamente a aquel francés. 

****

¡Es que yo no puedo asimilar que Rubén haya muerto! 😭😭😭😭 Mi corazón aún lo llora, pero considerando las decisiones tomadas aquí, creo que vamos a llorar más tiempo. Me llámala atención que la solución para Basilio siempre es la boda, la boda, es como si mágicamente todo fuera a cambiar con que su hijo se case, bah, que tontera, pero bueno él verá.

Gracias por leer, y me di cuenta también que estoy un poco adicta a sus comentarios, no sé cómo que me alientan a seguir, así que si dejan algunos harán feliz a esta dulce escritora 😅

Okay ahora sí me voy.

Gracias por leer, nuevamente, que tengan una linda semana.

Atentamente un caminante.

Posdata de dato curioso
Los actores que interpretan a los protagonistas de esta historia tienen la nacionalidad que dice la historia, intenté que por lo menos eso calzara, así que si, Giulio Berruti es italiano y Fan Bingbing es china, así como también Niels (ex Rubén) es francés.

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