Capítulo 8: Castigos no—tan—divinos.
Este es el momento exacto en el que termina la diversión y nos sometemos a las habladurías, las miradas rápidas en los pasillos, las horas interminables de clase, los profesores a los que les agradabas, los que te odiaban, los que te aburrían. Señoras y señores, comenzó oficialmente el año escolar en Ridgewell: un año que prometía ser de todo menos aburrido.
—¿Qué te toca? —preguntó Summer, enganchando su brazo con el mío, arrastrándome por los pasillos a su casillero.
Adoraba eso. Contagiarme de la energía que transmitía la escuela secundaria. Los pasillos decorados por los casilleros azules, un océano de gente yendo y viendo, prácticamente arrastrándote a la marea, las porristas en sus impecables trajes azul—blanco cuchicheando sobre lo que ocurrió en el baile de bienvenida, los distintos grupos sociales desparramados por sectores a lo largo del ancho pasillo, esos llamativos carteles que colgaban con las expresiones "Go Panthers!" o "Panther pride", algunas veces acompañados por la oscura silueta de una pantera en acecho o simplemente su cabeza de perfil, mostrando los dientes.
—Creo que Historia —fruncí el ceño en dirección a la hoja que sostenía en la mano, en la que rezaba las materias qué tendría, qué día de la semana, con qué profesor y en cual aula. Un horario que habíamos pasado a buscar momentos antes de meternos en la marea.
—¿Con Nolan?
—No, creo que con —y volví a observar la hoja. Maldije en voz baja—... Fitzpatrick.
Vale, sabía que estaba mal juzgar a una persona por su portada y todo eso, pero han visto lo que dijeron los chicos sobre el profesor. Además, recordaba haberlo visto en distintas oportunidades —bailes escolares, partidos de fútbol, lo usual—, y parecía un hámster paranoico que ha consumido tres tazas de cafeína.
Simplemente rogaba por que pudiese llevar la clase a buen ritmo, Historia nunca había sido mi fuerte y tenía esa extraña manía de dormirme en plena clase cuando la clase se volvía monótona, lo que me ha costado varios sábados limpiando pizarrones, por si se lo preguntan.
—Que la suerte te acompañe —canturreó ella, cerrando con fuerza el locker, haciendo que pegue un salto. Me dio un abrazo rápido y comenzó a corretear en dirección contraria a la de la marea humana.
Salí de mi ensimismamiento para ir a trompicones rumbo al salón 102, por que la campana había comenzado a sonar hacia unos minutos, provocando que la gente apretara aun el ritmo más vertiginosamente. El salón no se había llenado, por lo que logré encontrar un asiento en el centro —no tan lejos para dormirme, no tan cerca para que el profesor me tome de punto—, pero no pude distinguir ningún rostro en la multitud, lo que sinceramente me desanimó un poco.
Entonces la puerta se abrió de par en par y entró Nick Rogers con su sonrisa inmaculada y su actitud de "soy—el—dueño—de—todo", haciendo que varias chicas se sonrojaran o suspiraran soñadoramente en su dirección. Pero él no lo notó, parecía que nunca notaba esas cosas, era como si caminara dentro de su propia burbuja. Le seguí con la vista unos momentos, y ahí fue cuando me miró fugazmente y puedo jurar que me guiñó un ojo.
—¡Hola, Scarlett! —chillaron a mi lado de sopetón, haciendo que me exaltara.
A mi lado, con una risa nerviosa, estaba la líder de los ositos de goma.
—¿Qué tal, Sue? —pregunté despreocupadamente, tratando de seguir con la mirada a Rogers, quien se perdió en el fondo del salón.
—Quería disculparme —comenzó ella, atrapando enseguida mi atención— por lo que hice el sábado. Eso de llamarte "estúpida" y robarme a tu chico —Y río nerviosamente.
Oh, no te preocupes, me encanta que la gente me llame de esa forma pensé para mis adentros.
—¿Mi chico?
—Si, Freddie —asintió con la cabeza—. Todo Ridgewell los ha visto, y ha comenzado a correr el rumor de que están juntos. ¿A que es verdad?
Así que todo eso iba de si Fred y yo estábamos saliendo o no.
—Supongo —me encogí de hombros.
Es decir, no habíamos hablando sobre si estábamos o no juntos per se, pero todo el día del domingo había estado conmigo, me había vuelto a besar e incluso vino a mi habitación a ver una película. Aunque en teoría eso había sido una trampa, por que habíamos quedado los cuatro en que la veríamos y solo se había presentado él, por lo que era fácil suponer que lo habían tramado las malévolas mentes de la rubia y el renegado.
Y toda la escuela nos había visto besándonos, lo cual era bastante picante en una secundaria llena de chismosos.
—No tenía idea —dijo nerviosamente—, es decir, de haber sabido eso no me hubiese llevado a tu novio...
¿Esta chica me tenía miedo? Me miraba como si fuese un perro de tres cabezas, tal como había hecho el día del baile. Comenzaba a preocuparme la forma en la que la gente me percibía, ¿será que me pintaban como una bravucona?
Paró con su verborragia en el momento en que la puerta volvió a abrirse de par en par y entró un pequeño hombrecito, con un par de lentes casi colgando de su nariz, con un portafolio en una mano y un gran numero de hojas y libros en la otra. El hombre trastabilló y, por supuesto, calló al suelo, desparramando en el suelo todas sus cosas.
Para mi sorpresa, el primero en ponerse de pie fue Rogers, que atravesó todo el salón solamente para ayudar al nervioso profesor. Eso nos lleva a una nueva ola de suspiros, revoloteos de pestañas e incluso, las más descaradas, tiraron unos cuantos besos.
—Muchas gracias, Nick —dijo el profesor, apoyándose en el escritorio y frotando su cara con hastío—. Veo que este año la clase es más numerosa, e incluso hay muchas caras nuevas —echó una fugaz mirada al salón y se acomodo los lentes con el dedo índice, asintiendo—. Para comenzar con la clase, voy a hacer una breve introducción de lo visto en los otros años, ¿vale? Como es lógico, comenzaremos por el concepto de Historia. ¿Qué es la Historia?
Y así fue señalando a distintos puntos del aula, obteniendo así respuestas que eran una variedad de lo mismo.
—Una ciencia que estudia el pasado, el comienzo de la humanidad.
—Todos los hechos históricos que han dado pie a la todos los sucesos que nos permitieron estar aquí hoy en día.
—Una ciencia social.
Un castigo divino pensé para mi misma.
En ese momento, todos los ojos se dirigieron a mí, incluidos en ellos los del profesor Fitzpatrick que me observaron con curiosidad.
—¿Castigo divino, señorita... Evergreen? —preguntó él volviendo a acomodar sus lentes, ojeando velozmente la planilla de nombres.
¡Mierda, lo había dicho en voz alta!
—Es decir —comencé nerviosamente, tratando de salir de aquel terreno pantanoso—, es una ciencia humana —Duh, dijo Pepe el Grillo, yo pensé que era un aderezo para ensalada—... que parte desde el periodo histórico que transcurre desde que aparece la escritura hasta... ¿la actualidad?
Él asintió, satisfecho. Y yo por poco me seco el sudor de la frente con alivio, metafóricamente.
—En efecto, Historia es considerada como ese periodo de tiempo desde que el hombre comienza esa transición de civilización, pero nosotros lo pensamos como el estudio de este mismo, ya que...
Volví a perderme en mis pensamientos, tal como hacia últimamente a cada rato, y volví a pensar en lo ocurrido en el descontrolado baile de bienvenida. Yo tenía que hablar con Johnny. Lo había esperado todo el día para tener una seria conversación pero el rubio había sido tragado por la mismísima tierra, al parecer, por que no había forma de que yo lo encontrase.
Salí de esa clase sorpresivamente antes de lo esperado, por que como pasó durante todo el día, no había contenido que dictar, así que hacíamos juegos, o exámenes referenciales en los que recapitulábamos los contenidos ya vistos, o clases largas y monótonas. Y por supuesto, salí al acecho de mi mejor amigo.
—¡Oh, hola Zanahoria! —exclamó el rubio felizmente.
Después de buscarlo durante unos quince minutos lo encontré hablando con Ryan Dupont frente a las puertas del gimnasio.
—Tenemos que hablar. —susurré, tratando de regularizar la respiración. Solamente digamos que había llegado hasta ahí corriendo.
—Te veré en un rato, Ryan. —e hizo una seña hacia el castaño, que asintió con la cabeza y entró al gimnasio.
Volvía a ver a Johnny en su ambiente, su elemento. Tenía puesta la clásica campera "universitaria" de color azul y blanca con una "R" en un costado, atrás de ella se rezaba Becker. Es decir, una no terminaba de acostumbrarse de ver a su mejor amigo dentro del equipo de fútbol americano siendo asquerosamente popular y deseado, cuando fuera de clases era un absoluto patán que hacía comentarios tontos y que era imposible no querer.
Aunque, para ser justos, cuando nos conocimos él ya era casi tan popular como ahora.
—Te he dicho que deberías hacer algún deporte, Scarlett —señaló a como me agarraba el costado—. Esas artes dramáticas tuyas no están haciendo nada por tu cuerpo.
Solo me estaba pinchando, lo sabía, pero no pude evitar levantar ambos dedos medios de mis manos en su dirección. Él simplemente sonrió y me plantó un beso en la frente.
—Estuve buscándote por toda la escuela, patán. —y golpeé su brazo.
—¿Puedo saber para qué? —preguntó elevando una ceja, y tuve que tomar una bocanada de aire antes de largarle toda la sopa.
—El sábado te vi yéndote de la fiesta con Chanel, Johnny. Y Patrick me dijo que durmió en el pasillo por que estabas con una chica.
Su cara era todo un poema. Amagó con decir algo, abriendo y volviendo a cerrar la boca varias veces, pero optó por mirarme unos cuantos segundos, probablemente tanteando terreno.
—¿Qué te hace pensar que fue con ella con quien estuve?
—No soy idiota, rubio —bufé, cruzándome de brazos, y el lanzó un suspiro—. Los vi.
—¡Esta bien! —dijo elevando sus brazos al aire— Me fui con Chanel de la fiesta, ¿Qué hay de malo con eso?
—¿Qué hay de malo? —siseé.
—Scarlett, por favor, fue solo un revolcón. No veo el problema en eso.
—¿Además de que es Medusa? ¡Es una jodida arpía desalmada, Johnny! ¡Y sabes lo que pienso al respecto!
Él hizo una mueca de desagrado y rehusó mi mirada.
—Mi mejor amigo me ha cambiado por la estúpida rubia que casi arruina mi vida, ¿Cómo se supone que deba tomar eso?
Entonces él clavó sus ojos en los míos, con una clara expresión de sorpresa. Quizás por que me había referido de esa manera de la porrista. Todo ese tiempo había dejado claro que no me agradaba esa chica, y ellos simplemente sabían lo que había ocurrido entre nosotras, a pesar de que yo jamás se los había dicho.
Esta era, creo yo, la primera vez que admitía mi total repudio hacia Chanel y decía que "casi arruina mi vida", por ende puede imaginarse lo desesperada que estaba yo.
—Yo jamás te cambiaría a ti por nadie, Scar —susurró, haciendo que se me encoja el corazón—. Estaba ebrio, y sabes que el alcohol me vuelve más idiota de lo normal.
—Johnny...
—Por favor, no llores.
Al decir esto, no pude evitar dejar escapar un sollozo mientras él me abrazaba, apretándome entre sus fuertes brazos. Honestamente, ni siquiera había notado que lloraba hasta que él lo mencionó, y ahora era consciente de las lágrimas corriendo por mis mejillas a toda velocidad.
—Está tratando de llegar a mí para destruirme, John —dije contra su pecho—. Y se ha metido contigo, ella sabe que tú...
Él simplemente me calló afianzando más mi agarre, dejando que llore durante incontables minutos sin cruzar palabra. Siempre había existido en mí el miedo de que ella haga algo contra mis cuatro amigos, por que Chanel nunca había aceptado la forma en la que terminaron las cosas.
Probablemente crean que mi reacción era demasiado exagerada con respecto a la situación en sí, pero eso es, en parte, porque no era una persona que se guarde sus sentimientos como los demás... Era más fácil para mí simplemente dejarlo ir, y eso se aplicaba en todos los aspectos de mi vida.
—¿Qué es lo que ella te hizo, Scarlett? —preguntó cerca de mi oído.
Lo ocurrido esa noche es, en Ridgewell, una verdad a medias. Y una parte de mi historia que fui feliz de enterrar. Yo no podía decirle lo que ocurrió, por que sería volver a recordar todo aquello que una vez estuvo tan cerca de destruirme.
Simplemente lo miré a los ojos y negué con la cabeza, lo que él pareció comprender.
—Solo mantente alejado de ella, ¿si? —y me alejé de él, limpiando con la manga de mi campera el resto de las lágrimas.
—No será problema. —murmuró él, haciendo una mueca de espanto.
Provocó que riera, sin embargo, de mi boca pareciera que salió un sollozo. Su cara volvió rápidamente a la seriedad inicial.
—¿Scarlett? —preguntaron detrás de donde estaba parado mi amigo.
Nick Rogers me observaba con los ojos y la boca ligeramente abiertos, tratando de darle un sentido a esa extraña escena.
—¿Le has hecho algo, Becker? Por que te juro que...
—Tranquilo, Robin Hood —dijo el rubio, pasándome un brazo por los hombros—. Solo estaba diciéndome lo mucho que me adora e, inevitablemente, rompió a llorar. Son los efectos Becker, ya sabes.
El otro lo miró con los ojos entrecerrados y dirigió su mirada a mi, expectante.
—Soy su mejor amigo, ¿vale? Jamás la dañaría —bufó, quizás un poco dolido por la duda.
Nick asintió con la cabeza, me dirigió una perezosa media sonrisa y se adentró al improvisado gimnasio que había dentro del ala norte de la institución, que se usaba solamente para importantes reuniones, practicas de gimnasia o de las porristas.
Miré a Johnny esperando que dijese algo, todo eso había sido raro. Como respuesta, se encogió de hombros.
—Tenemos la primera reunión del equipo —explicó—. Y lo otro... no tengo idea.
—Rogers es una caja Pandora —dije más para mí que para él, por lo que no lo captó.
—Lo que digas, Zanahoria —río, volviendo a apretarme a su cuerpo—. Debo irme, ellos me esperan.
Asentí con la cabeza, y él besó mi coronilla.
—Olvida lo que pasó, ¿quieres? Estaba alcoholizado, en mi sano juicio jamás haría algo así —dijo haciendo una mueca similar a una sonrisa—. Y limpia esas lagrimas, que puedo escuchar el sonido de mi corazón rompiéndose a pedazos. —murmuró cerca de mi oído, y esta vez reí, tirando de su cuello para abrazarlo.
Me quedé de pie observándolo perderse en las puertas del gimnasio y volví en mis pasos, ahora en búsqueda de mi otra mejor amiga. Debía sacar todo eso de mi sistema, debía contarle a Summer lo que sabía, todo el asunto Chanel—Johnny había estado carcomiéndome desde que los vi salir de ese gimnasio de la mano, y la conversación que acababa de tener con el rubio no había disipado mis inquietudes para nada.
En parte, las había aumentado con creces. Y además tenía que hablar con ella sobre lo de Riley engañando a Nick con Drake. Y lo suyo con Patrick.
¡Mierda, como es que aún no me he vuelto loca con todo esto!
Por que ya estas loca, pelirroja dijo Pepito Grillo. Bueno, el bichejo tiene un punto. Es decir, ¿qué clase de persona habla de esta forma con su consciencia? Solamente conozco a otra además de yo misma, y teniendo en cuenta que era un muñeco de madera que fumaba opio y terminó casi convertido en burro, no era un buen parámetro.
—Fíjate por donde vas, Gremlin. —me gruñó Chanel Larrose antes de chocar su hombro con el mío en un acto de matonería, empujándome levemente para atrás.
Comenzaba a creer que en otra vida había sido alguien que golpeaba cachorritos o empujaba ancianos por las escaleras por diversión por que no había forma de que Chanel se haya cruzado en mi camino con otro objetivo más que ser un castigo que los dioses decidieron conveniente para mi. Bueno, espero que esa rubia sepa mantenerse alejada de mí por que entonces ella pasará a la historia.
Glosario.
Robin Hood: Personaje de una leyenda, el cual se caracteriza por ser el "guardián de los indefensos", ya que robaba a los ricos para darle a los pobres.
Caja Pandora: En la mitología griega, este recipiente contenía los males que aquejaban a la humanidad. Se le dice a "abrir una caja de Pandora" a la acción en apariencia pequeña o inofensiva, pero que puede acarrear consecuencias catastróficas, o también suele llamarse Caja de Pandora a aquellas personas que son una "caja de sorpresas", que de ellos pueden salir cosas inimaginables.
N/A: ¡Hola, hola! Llegó el viernes, y yo les traigo lo prometido. Espero que les guste mucho lo que leen: de ser así, no dejen de votar o comentar. Significa el mundo para mí saber que les interesa lo que escribo.
Sinceramente suya, Lu.
Posdata: Johnny Becker en Multimedia.
Glosario.
Robin Hood: Personaje de una leyenda, el cual se caracteriza por ser el "guardián de los indefensos", ya que robaba a los ricos para darle a los pobres.
Caja Pandora: En la mitología griega, este recipiente contenía los males que aquejaban a la humanidad. Se le dice a "abrir una caja de Pandora" a la acción en apariencia pequeña o inofensiva, pero que puede acarrear consecuencias catastróficas, o también suele llamarse Caja de Pandora a aquellas personas que son una "caja de sorpresas", que de ellos pueden salir cosas inimaginables.