Entre Sábanas de Seda (AQS #1)

By BeastDramaQueen

5.8M 346K 60.7K

¡Primer libro de la serie Amores que Sanan! Versión 2021. Con un padre y hermano alcohólicos, Lia pasa su vid... More

ADVERTENCIA
Dedicatoria.
Prólogo
01|| Suggar Club.
02|| McMurray.
03|| Nunca Más.
04|| Opciones.
05|| Definitivamente.
06|| No.
07|| Aléjate.
08|| Prueba.
Nota de Autora.
09|| Complicación.
10|| Decisiones.
11|| A Salvo.
¿Maratón de ESDS?
12|| Reglas.
14|| Largo.
15|| Quítate.
16|| Distancia.
17|| Caos.
18|| Nosotros.
19|| Secretos.
20|| Fuerte.
21|| Cambios.
22|| Mal Dia.
23|| Resiste.
24|| Respira.
25|| Citas primerizas.
Nota. Personajes.
26|| Demasiado.
27|| Vacío.
28|| Estaremos Bien.
¿Maratón?
29|| Karma.
30|| Revelaciones.
31|| Resiste.
32|| Ya no.
33|| Carajo.
34|| Navidad.
35|| Bienvenida.
Nota de Autora.
36|| Pánico.
Nota Actualizada 2021
37|| Ganador.
38|| Ya no.
39|| Tranquila.
40|| Homenaje.
41|| Yes.
42|| Libre.
43|| Loco.
44|| Único.
45|| ¿Afortunado?
46|| Caos.
47|| Descontrol.
48|| Monstruo.
49|| Tú.
50|| Eterno.
Epílogo.
Agradecimientos.
¡1 Millón!
Aclaraciones
¡Entre Tus Brazos!
¡Grupo de Facebook!

13|| Comunicación.

106K 7K 1.7K
By BeastDramaQueen


Decir que me estoy enfadada, es poco. No comprendo su puta necesidad de mantenernos en silencio, o al menos el hecho de que será padre, pero le daré el beneficio de la duda para que al menos decida qué carajos quiere hacer. Por mi parte, solo me queda aceptar.

Lo que él está haciendo por mí, es suficiente como para mantener mi boca cerrada. Me trajo a Miami, me deja en su lindo apartamento de dos plantas pero más que nada, me da una libertad y tranquilidad que no tuve antes.

Tengo un lugar donde dormir, demasiado diferente a lo que estoy acostumbrada, y una enorme cocina donde puedo fingir que sé cocinar algo con demasiados ingredientes porque mayormente solo contaba con pasta y salsa en casa. Y se siente raro, porque a pesar de estar en un lugar que no me corresponde, me siento en casa.

Tengo la seguridad de que estaré aquí por un tiempo, de que no estoy sola y que al menos, alguien se preocupa por la salud de mi bebé, que en este caso es lo más importante.

Lo único que echo de menos, es a mi madre. Necesito de ella, de su sabiduría pues era la persona con los consejos más sabios, aunque es la típica persona que da los consejos pero no los toma. De igual manera, extraño todo de ella. Despertarme un domingo y charla durante horas porque era el único día que teníamos para nosotras sin interrupciones, pues papá y mi hermano regresaban hasta el lunes por la mañana.

Le pedí salirnos, varias veces le pedí marcharnos porque si lo deseaba yo podía darle la vida que siempre mereció, sin embargo nunca quiso dejarlo. Y ahora estoy aquí, sintiéndome culpable mientras observo por los grandes ventanales hacia la playa, donde las personas sonríen y son felices paseando con sus familias. Siento culpa por estar lejos, por tener tranquilidad, por que al menos sé que puedo continuar con vida mañana.

Y ella está ahí, condenada a esa vida.

Llevo pocos días viviendo en Miami y a pesar de compartir apartamento con Hudson, no le he visto el pelo desde el día en que llegué. Quise disculparme pero al dia siguiente cuando salí, él ya no se encontraba ahí, y tampoco al siguiente.

En cierta forma, me agrada porque es la primera vez que puedo pasar tiempo a solas, conmigo misma, pero a la vez desearía tener con quien hablar o al menos alguien que me enseñe la ciudad, porque hasta ahora lo único que hice fue comer, ver la televisión y memorizar cada mueble de este apartamento.

El lugar es hermoso, el sol entra cada mañana por el vidrio e ilumina todas las habitaciones dándole un toque mágico, especial. Ahora veo porque a Hudson le encanta estar aquí, además, por las noches la gente sale a caminar a orillas de la playa.

Lo único que no comprendo es cómo si tienes una enorme playa frente a ti, haces una piscina en tu casa. No tiene sentido.

He recorrido cada parte del lugar en lo que Hudson no estaba y descubrí que tiene bastantes secretos, como ser un gimnasio en casa con todos los aparatos, un despacho y una especie de club, con minibar, un tubo que da al techo como en los que solía bailar y al presionar el control remoto, la música se enciende, las luces se apagan y una luz roja cubre toda la pequeña habitación.

No quiero ni imaginar todas las cosas que pudo haber hecho ahí.

Todo eso en el primer piso, porque en el segundo se encuentra toda su habitación. Algo que nunca veré, supongo, porque traté de espiar pero el seguro no me dejó ver ni un centímetro de su lecho.

Sacudo mi cabeza cuando el temporizador llega al conteo final. Me alejo de la ventana y abro la puerta del horno, sacando el pastel que preparé. Ya que estoy sola, prefiero tener una cena digna y sentarme frente al televisor, ver una serie y luego dormir. Básicamente lo que he estado haciendo desde el momento en que llegué.

Saco el pastel de verduras, una receta que vi en mi teléfono y me encantó, y camino directo a mi habitación. Creo que de todos los rincones de este apartamento, mi habitación es el que más me gusta, porque tiene una vista espectacular hacia el mar y el ver la televisión, con las puertas abiertas, dejando que la brisa caliente recorra la habitación, es perfecto. Además, a esta altura nadie puede verte, así que no me preocupo por estar vestida. Una rara afección que contraje de Kate, recorrer la casa en paños menores. Claro que ella lo hace con una bata puesta, pero yo no tengo, así que la ropa íntima es lo único que traigo puesto. Antes me hubiera molestado en cubrirme, pero la verdad es que me siento cómoda con mi cuerpo, mucho más después de trabajar en Suggar.

Antes de comer, me detengo frente al espejo de cuerpo completo y observo mi barriga. No ha crecido, nada, no lo que me gustaría porque anhelo ya tener una enorme barriga.

Con un suspiro pesado abro el cajón donde guardo mi metro. Lo envuelvo a mi barriga y quedo decepcionada al notar que no ha crecido ni un centímetro en toda una semana.

—¿Qué haces?—la gruesa voz de Hudson me sobresalta. De inmediato levanto la cabeza, encontrándome con un hombre enorme en la puerta de mi habitación con nada más que un pantalón puesto.

No recordaba que tuviera tantos abdominales.

Mi pecho sube y baja. Trato de actuar normal con el hecho de que no despega sus ojos de mis tetas, pero se me hace imposible cuando camina hacia mí a paso decidido.

Si de lejos se ve enorme, de cerca me eclipsa por completo. Soy pequeña en comparación a su cuerpo, tanto que termino quedando debajo de su hombro.

Alarga una mano y me quema en cuanto toca la piel de mi cintura. No quiero alocarme, pero estas putas hormonas me tienen como un tren y lo único que pienso es que deseo que me toque, pero no ahí.

Trato de respirar con normalidad y sonrío para aligerar un poco el ambiente. Sus manos cubren mi cintura y baja lentamente, acariciándome la piel en el proceso, disfrutando el momento.

—¿Qué hacías?—pregunta en un susurro, posando una mano sobre mi barriga.

—Medir su crecimiento—respondo. Tal vez, si lo hago deprisa, menos tiempo estará en mi habitación acalorándome como lo hace.

Pasa saliva y su mano presiona levemente mi cintura. No puedo con esto, es demasiado, al menos para mí porque Hudson no se detiene. Su mirada se cruza con la mía y da un paso más para tener mi cuerpo pegado al suyo. Una de sus manos me toma por la nuca, obligando a mi cuerpo a soltar un jadeo.

Las hormonas, las putas hormonas.

Su pulgar acaricia mi labio inferior, creo que puedo sentir los latidos de su corazón y sonará estúpido, pero tengo tantas ganas de olvidar las putas reglas y dejar que me coja en esta cama.

¡Las reglas!

Abro los ojos y con todas mis fuerzas me alejo de él. Miro hacia los ventanales. Necesito distraerme, encontrar algo en qué centrarme que no sean sus abdominales como roca.

No siempre una calenturienta, pero desde que quedé embarazada y el saber que Hudson es el padre, con esos músculos duros y ahora con la imagen guardada de sus abdominales, sumando los recuerdos de la noche en que estuvimos juntos. Puta madre, debo darme placer al menos una vez al día para poder actuar con normalidad a su lado.

Qué digo, me doy placer para poder convivir conmigo misma, si apenas y veo a Hudson. Pero existen reglas, y no quiero romperlas.

—Reglas—susurro, cruzando los brazos bajo mi pecho.

Al voltear, veo que me dedica una sonrisa de labios cerrados. Sé que no le gusta el rechazo, seguramente no hay mujer que lo rechace, pero solo sigo las putas reglas que él impuso.

Nos quedamos en silencio, esperando no sé qué, oyendo solo el sonido del televisor. No sé cuánto tiempo pasa, pero cuando volteo lo veo comiendo mi tarta, sentado en la cama con las piernas cruzadas.

—¿Cómodo?—levanto una ceja.

No responde, solo asiente y continúa masticando. No quiero quedarme más tiempo de pie, así que camino a su lado y tomo asiento en mi cama.

El ambiente es tenso, trato de prestar atención a la película pero me es imposible teniendo semejante hombre a mi lado. Me digo a mí misma que debo calmarme porque ni siquiera he pasado dos segundos a su lado pero es que los recuerdos son demasiado inquietantes para mi maldita alma.

—¿Esto es lo que haces por las noches?—pregunta, antes de beber un sorbo de agua.

—Sí—digo, encogiéndome. —No conozco nada, ni a nadie, así que prefiero quedarme aquí y disfrutar la vista.

Asiente, perdido en sus pensamientos, y minutos más tarde su móvil comienza a sonar repetidas veces. Me pide que lo disculpe cuando se pone de pie y camina hacia la salida del balcón.

Si mis recuerdos son lo suficientemente fuertes como para no poder mirarlo fijo, ahora el ver su trasero y espalda me suben mucho más la temperatura.

Puta que necesito un baño.

Regreso la vista hacia la pantalla cuando ingresa otra vez. Trae una sonrisa en el rostro y mueve el móvil en su mano.

—Iré a una fiesta. Lo digo por si necesitas algo, ya sabes. Ahí tienes mi número—comenta. —Regreso mañana, posiblemente.

Antes de siquiera poder responder, toma el plato que trajo consigo y sale disparado hacia las escaleras que dan a su habitación. Me quedo en silencio por unos minutos, pensando en que he estado aquí varios días pero no se ha tomado el trabajo de pasar a mi lado aunque fueran dos segundos para explicarme dónde está el centro comercial siquiera, pero tiene tiempo para fiestas que le llevarán todo el día.

A esto, señores, se le llama falta de interés. Está más que claro.

No tengo nada qué reclamar, de hecho, esto es algo que esperaba y con las reglas impuestas, es más que obvio que no está interesado en mí de esa forma. No sé porqué esperé que lo estuviera, porque está a costumbrado al caviar y yo no llego ni a sushi.

El sonido de la puerta de entrada me pone alerta, seguramente es él saliendo del apartamento para ir a su lujosa fiesta de mierda. Sin pensarlo, minutos más tarde estoy cambiada en shorts y blusa, con una bikini por debajo. Si voy a quedarme sola, entonces es hora de que al menos yo misma me enseñe el lugar.

El calor en Miami es incesante por las noches, y no creo que sea la única en el agua a estas horas. Tomo mi bolso de mano, cargo en él una toalla junto a las llaves y termino por cerrar la puerta detrás de mí.

Respiro profundo cuando me encuentro en el ascensor porque no recuerdo el número de este piso, así que solo presiono el botón del estacionamiento que es el único lugar por donde puedo salir sin ser notada, tal y como Hudson lo pidió.

Las puertas se abren, me arrepiento de inmediato de haber decidido salir por aquí, porque no sabía que podía ser tan oscuro. Hay luces tenues por el lugar, pero no lo suficiente como para saber quién viene o va.

Tomo aire y camino despacio entre los coches. Tengo una rara sensación de ser observada por alguien, así que apresuro el paso. Siento pisadas tras de mí, el estacionamiento parece no tener fin porque mientras más rápido camino, más lejos parece la salida.

Estoy tan agitada y asustada observando hacia atrás, que no veo al hombre con el que choco justo en la salida. Subo la mirada lento, recorriendo su traje caro y bien pulcro, además de la sonrisa perfecta de dientes blancos y labios carnosos, con una clara señal de diversión en su rostro. Sus ojos verdes me llevan de inmediato al día en que conocí a Hudson, porque recuerdo perfecto que este hombre, estuvo con Kate.

Me toma por el brazo para evitar que caiga, me sonríe mientras yo respiro agitada.

—¿Tienes prisa?—pregunta con una ceja en alto.

—No, yo... creí que alguien estaba... olvídalo—tartamudeo, tratando de no sonar como una loca. Sin embargo, frunciendo el ceño, él mira hacia atrás con curiosidad. Sigo su mirada y noto a un hombre con capucha observando en mi dirección. Inmediatamente, un escalofríos me recorre el cuerpo. —Entonces sí estaban siguiéndome.

—¡Oye, ven aquí!—grita el desconocido, casi corriendo detrás del hombre encapuchado. Al no alcanzarlo, regresa hacia mí desconcertado. —¿Estás bien? ¿Cuál piso es el tuyo? Puedo llamar a alguien que te acompañe, si quieres.

Inmediatamente grito un fuerte no. Si Hudson se entera que salí de noche, que me estuvieron siguiendo y que para colmo, encontré uno de sus amigos, va a enloquecer.

—Estoy bien, no te preocupes. gracias—murmuro, negando con mi cabeza.

—Perfecto entonces—dice sonriendo. Tiende su mano derecha hacia mí, esperando que la tome. —Soy Brennan O'Hare, por cierto.

Sacudo su mano.

—Lia Stevenson.

—Bueno, fue un placer, Lia. Debo buscar al idiota de mi amigo, así que debo irme.

Me despido de Brennan y lo observo hasta que desaparece en el ascensor. Doy media vuelta y termino mezclándome entre el gentío para evitar que alguien siguiera mis pasos. Me asombro por la cantidad de gente que hay, las fiestas a orillas de la playa con música y bebidas, las parejas felices paseando junto a sus hijos y todos lucen felices, como si Miami fuera la Tierra Prometida de la Felicidad.

No soy la única alma solitaria, así que no me siento como un pez en Marte cuando tomo asiento a orillas de la playa. Es tarde, pero extrañamente me siento segura, como si todo lo malo del mundo no existiera en este lugar. Solo somos mi bebé y yo.

Me tomo el tiempo del mundo pensando, analizando mi situación y lo que sucede ahora con mi vida. De un momento a otro, paso de vivir en casa con mis padres a vivir con una amiga, a un embarazo, a vivir a Miami. Todo en pocas semanas.

Mi mundo se puso de cabezas desde el momento en que conocí a Hudson. Para bien o para mal, estoy en una posición de la que no me arrepiento para nada. Puede que haya imaginado otro escenario con respecto a un embarazo y el convivir con alguien, pero bien dicen que el destino no se adapta a tus planes.

Y Hudson... ese es otro tema que me tiene loca. Es un gran problema, sus reglas, el tenerlo en su casa paseándose todo desnudo, como si fuera que una no es humano. Tengo deseos, no me da miedo admitirlo, pero si me da miedo romper las reglas con él, porque necesito mantener una buena relación con el padre de mi hijo, y sé que las relaciones sexuales solo aumentarían la tensión a nuestra situación.

Pero es que es tan difícil no excitarse con semejante hombre. Esos hombros, esos pectorales grandes y firmes, sus manos enormes que me sostuvieron mientras me cogía contra la pared.

Puta madre.

Necesito de inmediato un poco de agua en mi cuerpo para bajar la calentura, por lo que me pongo de pie, me quedo solo en traje de baño y entro en el agua. No está permitido ingresar demasiado profundo, pero ingreso lo suficiente como para poder mojar mi cabello un poco.

El calor es agobiante, pero demasiado reconfortante a orillas del mar, con las gotas salpicando tu cuerpo y tiene magia este lugar, porque al mirar al cielo, siento que estoy ahí, que puedo tocar las estrellas porque no hay nada más que el más puro azul estrellado y despejado de todos.

Pierdo la noción del tiempo, porque para cuando estoy regresando, la cantidad de personas disminuyó significativamente. Para cuando llego al edificio, decido subir al apartamento por la entrada principal, de todas maneras, no hay nadie que pueda notar mi presencia aquí.

Siento miradas sobre mí, tal vez ha de ser porque solo llevo puesto el pantalón y la parte de arriba de la bikini porque todo lo demás, está empapado en mi bolso.

Presiono el botón del ascensor, rogando por no aparecer frente al hogar de alguien más, entonces las puertas se abren y de verdad, prefiero aparecer en el hogar de alguien más ahora mismo, porque la mirada de Hudson al detenerse sobre mí, me dice que nada está bien.

Está rojo y no sé por qué presiento que está molesto, aunque sus ojos me gritan alivio en todas partes.

—¿Dónde estabas? Llevo buscándote un largo rato—comenta, manteniendo a raya sus sentimientos. 

—Creí que te habías marchado—respondo, pasando a su lado, siendo detenida por su mano en mi brazo.  —Quise conocer la ciudad, eso es todo.

—¿Es necesario conocerla de noche y luciendo como una...

—¿Una qué?—inquiero, enfrentándolo.

Respira con dificultad, pasa la mirada por todo mi cuerpo y hace una mueca horrenda para luego soltarme.

—No puedes salir vestida así por aquí—murmura con los dientes apretados. —Además, si algo te pasa será mi culpa. Nada te asegura que estés a salvo en Miami y agradecería que al menos tuvieras la decencia de avisarme cuando piensas salir para así saber dónde estás. 

Abro los ojos sorprendida por lo que acabo de oír. Retrocedo dos pasos y lo observo con el ceño fruncido.

—¿Vestida así?—pregunto anonadada.

—Sí, no puedes salir vestida de esa forma. Parece que todo te queda chico. ¿Si es de tu talla ese pantalón?—dice, caminando hacia el gran espejo en la sala. Camino detrás de él porque si cree que esta conversación terminó, está demasiado equivocado. —Eres la madre de mi hijo, no puedo dejar que andes por ahí como si todo fuera prestado. 

Ruedo los ojos, lanzo mis cosas al suelo y lo obligo a mirarme. Con la mano tomo su mentón y mantengo firme su mirada sobre mí.

—Es mi cuerpo—susurro decidida.—Y lo que haga o cómo quiera enseñarlo no es tu problema. 

Su mano se cierne sobre mi la piel de mi brazo.

—Mientras vivas bajo mi techo, comas mi comida y cargues a mi hijo en tu vientre, si es mi problema. 

—¿Por qué es tan importante la ropa? ¡No tiene nada de malo enseñar un poco! Además, ¿qué podría mal? A ti nadie te dice cómo vestir—pregunto con las cejas en alto.

—Yo no cargo un niño—dice confundido.

—¿Y? ¿Solo porque esté embarazada significa que no puedo usar mi ropa?—susurro. Me alejo de su cuerpo y camino hacia mi habitación cuando escucho su grito.

—¡Al menos dime que vas a pensar en comprar otra cosa!—me detengo a mitad del pasillo.—Lo digo en serio, no te confíes por estar en otra ciudad. Los locos abundan por aquí y creo que con tu padre y hermano ya tenemos suficiente ¿No crees?

Supuse desde un principio que convivir con un hombre que no conozco iba a ser difícil, pero jamás creí que tanto. Maldito hijo de puta.

—¿No puedo vestir mi ropa normal porque estoy embarazada?—pregunto con el ceño fruncido.

—Solo te estoy advirtiendo—dice, apuntándome con un dedo.

—Y yo te dejaré algo en claro, querido amigo mío. Si quiero salir desnuda a la calle, lo haré, eso no signfica nada, es solo ropa y no, no tengo nada más qué usar. Así que intenta no juzgarme, por favor. 

Suelta un suspiro, rodando los ojos. 

—No te estoy juzgando, solo quiero evitar que tengas una mala experiencia, es todo. Y salir sin protección no es algo que habíamos acordado. 

—Bien, a la próxima llevaré un condón si eso te deja más tranquilo. 

—Eres toda una bromista. 

La sonrisa que carga en su rostro es de tranquilidad pura y se siente bien bromear así. Entonces la puerta de entrada se abre. En pocos segundos, tengo a Brennan, el chico que conocí en el estacionamiento, respirando agitado y preguntando por Hudson en medio de la sala.

—¡No pude encontrarla!—grita hacia las escaleras que dan a la habitación de su amigo. —¡Hudson!

—¿Brennan?—pregunto con el ceño fruncido.

El chico se voltea y abre los ojos sorprendido al notar que ambos estamos en el pasillo, discutiendo.

—¿Ustedes se conocen?—pregunta Hudson. Ruedo los ojos y me volteo para continuar a mi habitación. Ya me cansé de las discusiones. —Te estoy hablando.

—¡Y yo te estoy ignorando!—grito en respuesta.

Estoy a punto de abrir la puerta de mi habitación, cuando su respuesta me mantiene en mi lugar. 

—¡Mañana te compraré ropa de tu talla!

Sonriendo lo enfrento. 

—¿No tienes una fiesta a la cual ir? ¿O algo más para hacer que no sea solo molestarme?

Se encoge de hombros. Su amigo lo saca del apartamento y el ver que se marcha me deja sonriendo porque al menos estamos intentando comunicarnos. Eso es bueno. 


Continue Reading

You'll Also Like

1.7K 238 40
El pasado oculta secretos, recuerdos y momentos malos y buenos. Karim y Saya tuvieron un pasado duro y oscuro pero en esa oscuridad lograron encontra...
4.2K 312 10
❨ En donde Donghyuck gusta de las cosas femeninas. ❩ 🌸 ݇-݈ ˙·.·˙·.·˙·.·˙·.·˙·.·˙·.·˙·.·˙·.·˙·.·˙·.·˙·.·˙·.·˙· .·˙·.·˙·.· ◖ Publicación: 28/feb/23...
3.3K 339 30
Seohyun es una chica linda y amable que va a un campamento en el que conoce a un chico y queda pérdidamente enamorada de él siendo él su primer amor
457K 29.5K 29
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...