Entre Sábanas de Seda (AQS #1)

By BeastDramaQueen

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¡Primer libro de la serie Amores que Sanan! Versión 2021. Con un padre y hermano alcohólicos, Lia pasa su vid... More

ADVERTENCIA
Dedicatoria.
Prólogo
01|| Suggar Club.
02|| McMurray.
03|| Nunca Más.
04|| Opciones.
05|| Definitivamente.
06|| No.
07|| Aléjate.
08|| Prueba.
Nota de Autora.
10|| Decisiones.
11|| A Salvo.
¿Maratón de ESDS?
12|| Reglas.
13|| Comunicación.
14|| Largo.
15|| Quítate.
16|| Distancia.
17|| Caos.
18|| Nosotros.
19|| Secretos.
20|| Fuerte.
21|| Cambios.
22|| Mal Dia.
23|| Resiste.
24|| Respira.
25|| Citas primerizas.
Nota. Personajes.
26|| Demasiado.
27|| Vacío.
28|| Estaremos Bien.
¿Maratón?
29|| Karma.
30|| Revelaciones.
31|| Resiste.
32|| Ya no.
33|| Carajo.
34|| Navidad.
35|| Bienvenida.
Nota de Autora.
36|| Pánico.
Nota Actualizada 2021
37|| Ganador.
38|| Ya no.
39|| Tranquila.
40|| Homenaje.
41|| Yes.
42|| Libre.
43|| Loco.
44|| Único.
45|| ¿Afortunado?
46|| Caos.
47|| Descontrol.
48|| Monstruo.
49|| Tú.
50|| Eterno.
Epílogo.
Agradecimientos.
¡1 Millón!
Aclaraciones
¡Entre Tus Brazos!
¡Grupo de Facebook!

09|| Complicación.

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By BeastDramaQueen

Las lágrimas caen por mis mejillas, nublan mis ojos y las siento en la piel mientras hacen su recorrido. No me interesa limpiarlas, porque por primera vez, estoy llorando de felicidad después de mucho tiempo.

La imagen proyectada en el aparato es tan hermosa, que no puedo contener mi felicidad. Es increíble cómo el cuerpo humano se prepara para crear vida, cómo a través de las semanas, se va formando un ser especial dentro de ti, que puede tener tus ojos o tu boca, algún rasgo físico y todo proviene de tu vientre.

No dejo de maravillarme con la imagen de mi bebé ni del hermoso sonido que hace su corazón al latir.

—No puedo creerlo —susurra Kate, mientras limpia sus lágrimas.

Hoy se cumplen mis doce semanas, y al terminar el primer trimestre el cual es el que más cuesta, me dan la noticia de que mi bebé está sano y salvo, que los golpes no surtieron efecto en su desarrollo y no puedo estar más feliz.

—Lia, tu bebé está perfecto. Su peso y largo son excelentes y coinciden con su tiempo y fecha. Lo estás haciendo de maravilla—comenta William, mi doctor, con una sonrisa en el rostro.

Toma la fotografía a mi bebé, y a medida en que me cambio me da las instrucciones para las próximas semanas. Kate escucha atenta y hace preguntas respecto al comienzo de mi cuarto mes de embarazo. Todavía falta demasiado como para que mi vientre comience a notarse de verdad, pero me acaricio la barriga que apenas y parece inflamada.

La cita termina y ambas nos marchamos al apartamento. Kate no puede creer que realmente hayan pasado tantas semanas, y en cierta forma, o tampoco, porque parece ayer que me enteré de mi embarazo, y ahora curso el segundo trimestre. En cuestión de nada tendré a mi bebé en mis brazos, y muchas cosas quedarán atrás.

Mi amiga se toma el tiempo de estacionar su coche en el estacionamiento del edificio mientras yo subo las escaleras poco a poco. Soy un poco neurótica con el estado de mi salud y mi cuerpo, porque necesito estar saludable para mi bebé, así que me tomo todo el tiempo del mundo en subir. Estoy a punto de entrar, cuando noto en el suelo el diario que suele ser dejado todos los días debajo de la puerta con una fotografía de Hudson y el resto del equipo en primera plana.

—¿Qué es eso?—pregunta Kate a mi lado mientras respira agitada. Creo que subió las escaleras corriendo al parecer.

—Nada—digo, encogiéndome de hombros, dejando el diario bajo mi brazo.

Ingreso rápido y no digo nada, solo corro a mi habitación y cierro la puerta con seguro. Kate no tardará en darse cuenta de que se trata del diario y va a tratar de quitármelo solo para que no tenga noticias de Hudson, algo que ha estado haciendo desde el día en que lo vi por última vez.

—¡Lia, abre la maldita puerta! — grita desde el otro lado.

Ruedo los ojos y tomo asiento en mi cama, observando dudosa la primera plana.

—¡No te preocupes, solo voy a darle una ojeada! —respondo.

No he sabido de él desde que lo vi por última vez fuera del consultorio de su amigo. No recibí ninguna llamada o mensaje de texto, no regresó por el café y lo entiendo pues le pedí que se alejara. 

Qué diferente sería todo si yo fuera quien abandona a su hijo. Pero no, por ser hombre se le permite hacerlo y no tener consecuencias por ello. Ni cargo de consciencia al parecer.

Suspiro profundo y decido leer el encabezado: Los Tigres se preparan para el Súper Tazón. Leo atentamente toda la nota, conociendo algunos puntos de la vida de Hudson que desconocía hasta ese momento, como que su casa de California solo es una casa de verano pues su residencia permanente está en Nueva York, que es el quarterback del equipo y que por el campeonato, va a mudarse a Miami en dos semanas hasta finales de febrero.

Sacando cuentas, va a regresar, si es que regresa, cuando yo cumpla mis cinco meses y medio de embarazo.

Pensando en cómo me mantendré estos meses llego a la conclusión de que rechazar su dinero fue un error. No puedo trabajar en Suggar, no quiero que mi familia se entere de mi embarazo mucho menos que quieran sacar provecho al saber quién es el padre, por eso tengo que arrastrarme para tomar todas las miseras que él quiera darme. 

Quiera o no, necesito del dinero de Hudson. No veo otra forma de conseguir un ambiente saludable y digno para mi bebé.

Niego con la cabeza, sorprendida por la decisión que acabo de tomar. Tomo aire y releo la nota sin poder creerlo, hasta que salgo de mi habitación para ir al baño y me encuentro con la mirada de mi amiga fija en mí, esperando una respuesta.

—Se va a Miami en dos semanas—digo con voz neutral.

—¿Y eso nos alegra o nos molesta?—pregunta, bebiendo su té.

Me alegra que se marche porque podré tener unos meses de paz y tranquilidad donde no tendré que luchar contra él y no lo niego. 

—No lo sé. Por una parte me alegra que se marche, pero por otro lado no quiero que se vaya creyendo que soy una mentirosa y que este bebé no es suyo—murmuro confundida. —Lo mejor que puedo hacer ahora, porque necesito de su dinero, es hacer la prueba de paternidad.

Mi amiga por poco y se ahoga con su té. Tose un par de veces y luego me observa como si hubiera perdido la cabeza.

—¿Harás la prueba que es arriesgada solo para obtener su dinero?—pregunta con el ceño fruncido.—Lia, él dijo que no quería formar parte y el que haya desaparecido es prueba de que le importas una mierda. Entiendo que necesitas dinero y que no ganas mucho, pero él perdió la oportunidad de pertenecer a la vida del bebé desde que lo negó.

Asiento tomando un poco de agua del grifo, apoyando mis manos sobre la encimera.

Tiene razón, Hudson es un idiota y se ha comportado como tal, pero siento pánico por las cosas que pueden suceder a futuro. Quiero evitar tener que ir a una corte luego y probar que soy una buena madre y que lo he cuidado cuando él decida regresar y mágicamente hacerse cargo.

—Él tiene dinero, Kate, y me guste o no es su padre y debe saberlo ahora—murmuro, con mi mente en las posibilidades que tengo de perder a mi bebé si él se lo propone. —No quiero que en un futuro regrese, quiera por arte de magia aparecer en su vida y me lleve a juicio, porque sé que puede quitármelo cuando quiera porque la calidad de vida que tendrá con él es diferente a la que puede tener conmigo, y ambas lo sabemos.

No quiero enfrentarme a eso, así que prefiero hacer la estúpida prueba, hacerle ver que es su hijo y ya si él desea desaparecer luego de eso, que lo haga. Yo tendré la consciencia tranquila de que al menos, lo intenté.

Ha negado a su propio hijo, es un completo idiota, pero yo acepté continuar con el embarazo y supongo que siempre hay un precio que pagar por la felicidad. Si este es el mío, prefiero pagar ahora y no más adelante.

—Se comportó como un idiota, pero es el padre y debe saberlo. Eso me metiste tú en la cabeza—susurro, sonriendo a mi amiga que no hace más que observarme con lástima. No quiero su lástima, ni su permiso, solo quiero su apoyo.

—Vas a hacerlo ¿Cierto? —pregunta rodando sus ojos. Asiento y ella lanza un suspiro.—¿Quieres que te acompañe? Puedo faltar al trabajo y...

—No, está bien.

Paso el resto de la tarde debatiéndome en llamar o no a Kiran, hasta que finalmente lo hago, programo la cita para esta misma tarde. Cuanto antes lo haga, mejor es.

No quiero que Kate venga conmigo, porque ya ha faltado demasiado al trabajo y aunque Mark parece amistoso, cuando se trata de trabajo y la impuntualidad, puede convertirse en un villano rápidamente.

En momentos como estos, extraño demasiado a mi madre. Creí de niña que siempre me apoyaría cuando estuviera embarazada, y ahora lo estoy, solo que ella sigue en el mismo lugar de siempre. Necesito de mi mamá, la necesito tanto que no puedo evitar llorar de camino en el taxi, porque esto me asusta y el hacerlo sola me rompe el corazón.

Limpio mis lágrimas en cuanto el coche se detiene frente a la clínica. Pago lo que debo y subo las mismas escaleras hasta el consultorio de Kiran Mosele, observando a todas las mujeres de la alta sociedad que esperan a ser atendidas. Parece que brillan de lo limpias y pulcras que están, y me observan como si yo fuera una especie de extraña entre ellas con mi ropa de segunda mano y mis zapatillas gastadas.

Prefiero quedarme de pie porque de repente todas las sillas están ocupadas con bolsos, hasta que la puerta del consultorio es abierta y una mujer abandona la sala.

—¡Chica Hudson! —grita Kiran mientras se acerca para tender mi mano. Me lleva de camino a su consultorio, cerrando la puerta detrás de nosotros. Creo que había muchas antes de mí, pero por alguna razón tuve privilegios. No pregunto, del miedo que tengo solo tomo asiento frente a su escritorio. — ¿Trajiste a alguien para que te lleve a casa? El procedimiento es un poco invasivo y la mayoría prefiere tener a alguien a su lado.

—Yo no tengo a nadie—respondo de inmediato, logrando que su sonrisa se desvanezca.

—¿Algún número al que pueda llamar? Tal vez un hermano o padre...

—No, no tengo familia —murmuro, tratando de evitar el tema. – Me marcharé en taxi, no te preocupes.

El asiente y para mi suerte, no hace más preguntas, solo se queda observándome unos segundos para luego comenzar a teclear en su computadora.

—Supongo que estás lista para hacer el procedimiento, ¿Sabe Hudson que estás aquí?

—No sé nada de Hudson desde que te vi por última vez. Esto va por mi cuenta—respondo. Me guardo para mí misma los motivos que me llevaron a hacer esta mierda y solo me dedico a obedecer sus órdenes.

Tomo asiento en la camilla y lo dejo realizar el ultrasonido sin interrupciones pues ésta vez no es para ver a mi bebé, sino para saber por donde puede entrar la aguja sin herir a mi pequeño. Preferí ese procedimiento que el anterior, porque hasta ahora supe que tiene más precisión.

Mayormente disfruto de los ultrasonidos, pero ahora, por miedo, me quedo en silencio rezando que todo salga bien.

Me bajo y me ofrece una bata de hospital para luego llevarme un piso más arriba de donde nos encontrábamos donde se va a realizar el procedimiento. Según él, necesita un lugar mucho más higienizado que su consultorio, así que abre la puerta y me pide que me recueste en la camilla.

Una enfermera camina de un lado al otro, preparando el instrumental, así que camino hacia el cuarto de baño y me cambio por al bata. Tengo tanto miedo que mis manos tiemblan y mi cuerpo no responde con rapidez, solo estoy ahí hasta que debo recostarme en la camilla rodeada de máquinas.

—Por favor, dime que esto no le hará daño al bebé, dime que estaremos bien— susurro con un nudo en la garganta.

—No lo hará, lo prometo —dice. —Además si los resultados dan positivo, Hudson va a patear mi culo.

Me permite tomar aire unos cuantos minutos en los que trato de mantenerme tranquila, hasta que asiento, dándole el permiso para comenzar.

Quiero llorar, quiero gritar que estoy tan sola en este mundo de mierda, pero es por un bien mayor, porque no podría perdonarme nunca si Hudson me quita a mi hijo años después solo por no probar que fue su hijo en su momento.

—Bien, voy a necesitar que estés tranquila. Sentirás una invasión y presión allá abajo, pero necesitaré que no te muevas ¿De acuerdo? —susurra Kiran mientras prepara la gran aguja para introducirla en mí, yo ruego que todo salga bien.

No quiero mirar ni siquiera a los costados, solo me concentro en el techo, en los diseños que tiene, hasta que la siento entrar en mi piel. Quema, duele, siento cada parte en lo que entra, cada centímetro duele como si me estuvieran apuñalando, entonces se detiene. Lanzo el aire acumulado, creyendo que todo terminó, pero entonces lo siento succionar. Lo siento tan dentro, tan profundo, que estoy segura está aspirando cada parte de mis intestinos.

Las lágrimas brotan mientras presiono con fuerza el costado de la camilla, rogando porque se detenga.

—No puedo, Kiran... ¡Detente!—grito con fuerza.

De repente ya no puedo oír nada, solo estoy acostada, observando el techo otra vez. Mi cuerpo toma como autodefensa al dolor, el desmayarme, ya es costumbre, y sé cuando estoy a punto porque lo pasé demasiadas veces.

En estos momentos, me fascina la idea de no sufrir más.

—¡No cierres los ojos, Lia! ¡Maldición!—el grito de Kiran parece tan lejano, como si lo tuviera a kilómetros de distancia. Su rostro aparece en mi campo de visión cuando comienzo a perder la consciencia. Puedo verlo mover la boca, pero no escucho nada.

Sostiene mi rostro, y la verdad, lo último que veo antes de desmayarme, es el color de sus ojos. Un hermoso verde, profundo, como el del césped.

Me encanta el césped. 

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