Cerré los ojos cabeceando lentamente al ritmo de la música. Amaba el momento en el que cada beat se sincronizaba con el ritmo de mi corazón, vibrando como uno solo. Ese sentimiento casi embriagante donde podía olvidarme de todo, de todos; aislarme de la realidad en la oscuridad de mi habitación donde sólo existían las melodías que creaba y yo.
Me relamí los labios y pausé la mezcla, reacomodando los parámetros de cada instrumento para hacerle sonar perfecto.
Yoongi había decidido enviarme los archivos muy a regañadientes apenas unas horas atrás. Para empezar, no fue hasta las tantas de la tarde que su intención de imitar a una piedra había llegado a su fin (y de milagro, porque conociéndolo podría haberse seguido de largo hasta el día siguiente sin ningún problema), pero me había quedado claro que ocurriría eso prácticamente desde que lo dejé dormido en su cama. De hecho, en vez de mandarme todo de una vez por todas había insistido con que fuera a su apartamento o que le dejara venir al mío porque no confiaba que mi oído diera con la compresión correcta.
Y una mierda, sabía que era sólo una excusa, así que también me inventé una y le dije que estaba con Yeonah cuando en realidad desde antes de mediodía nos habíamos separado.
Mi móvil vibró entre las sábanas y yo logré enterarme sólo porque estaba cerca de una de mis piernas; lo sentí taladrar como si quisiera hacerme un agujero. Me quité los audífonos para tomarlo entre mis dedos, sorprendida por el montón de mensajes que tenía sin leer. ¿En qué momento me había desconectado tanto que ni cuenta me había dado hasta ahora?
Lo desbloqueé, sintiéndome abrumada y hasta asqueada porque el ochenta por ciento de los mensajes eran de Yeonah preguntándome si ya había hablado con Jin. Rodé los ojos. A veces me recordaba a una pre-adolescente con las hormonas alborotadas que no desea otra cosa más que su oppa (palabra que, por cierto, siempre ha llegado a revolverme el estómago) le haga caso. Era tan inconsciente como ridícula pues como todo el mundo, Seokjin tenía cosas que hacer y yo no iba a joderlo 24/7 sólo porque mi hermana "necesitaba un favor" y no era capaz de controlar sus estúpidos arranques de niñata inmadura.
La otra conversación que brillaba con mensajes nuevos era la de Yoongi. Seis mensajes. ¿Qué carajo le había pasado para que decidiera escribirme tanto?
min
¿Te llegó todo?
18:38
¿Sigues con tu hermana?
18:45
Seori
20:12
¿Estás haciendo la compresión?
20:40
Seori
21:29
SEORI HAZME CASO, JODER. AGARRA EL PUTO CELULAR
21:29
CON UNA MIERDA YOONGI DEJA DE GRITARME
21:31
Existen las llamadas si tanta urgencia tienes, imbécil
21:31
Ya estoy por terminar y no, no es necesario que vengas a revisarla.
21:32
Quedó de puta madre.
21:32
No me lo creo
21:34
Es tu problema.
21:35
Rodé los ojos largando el celular entre las sábanas nuevamente. A veces Yoongi se me figuraba a un mocoso latoso que sólo jodía por un poco de atención y cuando la tenía nada más sonreía, volteaba la cara y se hacía el imbécil.
Algo me decía que iba a empezar a molestar con que le enviara lo que había hecho para revisarlo e inmediatamente una mecha dentro de mí se encendió porque el condenado aparatito volvió a vibrar contra mi pierna. Solté un gruñido de frustración y estaba lista para mandarlo a la mierda, sorprendiéndome al darme cuenta de que me había equivocado. El nuevo mensaje no tenía absolutamente que ver con sus arranques de repentina irritabilidad.
min
Me llamó el tipo del bar en Gangdong
21:40
El calvo de hace dos meses
21:40
Ajá, ¿y?
21:41
Quiere reunirse conmigo mañana
21:42
Va a haber un evento de hip hop la siguiente semana
21:42
Si querías pelearte con gordos misóginos esta es tu oportunidad.
21:42
Me odié por esbozar una risa ante su último mensaje, murmurando un "idiota" mientras escribía una respuesta.
min
Ojo con lo que dices, como se entere parte tus piernas de palo en dos
21:42
¿A qué hora?
21:43
A la una
21:46
Pasas por mí, ¿cierto?
21:46
¿Tengo otra opción?
21:46
Bufé aún con media sonrisa en el rostro y salí de la conversación dejándolo en leído. Realmente no era necesario escribir una respuesta cuando los dos ya la sabíamos de antemano, y hablando con toda sinceridad tampoco quería darle oportunidad de joderme con el tema de la compresión si ya había logrado librarme de ello.
Aproveché que tenía el móvil desbloqueado para abrir la conversación con Seokjin. Llevábamos más o menos en un par de semanas sin hablar por dos razones: la primera, Yoongi y yo estuvimos ocupados hasta el cuello con los preparativos de su presentación de dos días atrás (porque hubieron un montón de cambios último momento); y la segunda, Jin había estado sumamente atareado por un proyecto grande del cual, de hecho, no me había contado nada aún.
Si alguien me preguntase creo que podría aceptar lo extraño que se sentía estar tantos días sin hablar con él pues cuando vivíamos juntos charlábamos por lo menos una vez al día, y aún luego de que me mudase a este apartamento manteníamos contacto constante, ya fuera charlando por mensaje, hablando por teléfono o saliendo de vez en cuando.
Redacté un texto más o menos rápido saludándolo, preguntándole cómo iba todo y pidiéndole que por favor me avisara cuando estuviera disponible para llamarlo. Intuía lo ocupado que podía estar (en especial porque era día entre semana) y yo era de las personas que con todo lo relacionado al trabajo siempre tenía bien presente el "no hagas lo que no quieras que te hagan".
Si viniera alguien a joderme estando sumamente atareada... vamos, le cortaría las bolas como mínimo.
Estuve a punto de considerar hacérselo a Yoongi cuando mi móvil volvió a vibrar, trayendo un mensaje nuevo de su parte. ¿Por qué mierda estaba tan hablador? Me mordí la lengua al leerlo, rodando los ojos para evitar esbozar una mueca que fácilmente pudo convertirse en una sonrisa.
min
Eh
21:54
La próxima vez que te lleves ropa mía asegúrate que no sea mi playera favorita
21:54
Espero la entregues intacta o quien va a dejar cenizas frente a tu puerta voy a ser yo, idiota.
21:55
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Mis dedos repicaban contra el borde de la puerta al ritmo del rap de Hit-Boy. El tráfico se había aglomerado sobre Cheonho-daero poco antes de llegar al puente que atravesaba el río Han y era bastante jodido pues no había otra forma de acercarse a Gangdong teniendo en cuenta nuestra posición. Me relamí los labios soltando un largo y denso suspiro, recargando la cabeza por completo contra el respaldo del asiento. Aunque no pude ver bien la cara de Yoongi porque en todo momento había estado mirando hacia el frente, percibí que me lanzó otra mirada de soslayo cargada de un algo que hasta entonces me parecía desconocido.
Comparado con el bombardeo de mensajes la noche anterior, ese día estaba muy callado. Claro, Yoongi nunca brillaba por ser especialmente ruidoso o extrovertido (a menos de que estuviera borracho, ahí sí que cambiaba la historia), pero es que ni siquiera me había jodido cuando tardé cinco minutos más en bajar al auto porque no encontraba mis putas llaves por ningún lado. Tampoco me había dicho nada por no entregarle su "playera favorita" nada más nos vimos; gracias a eso supe que algún bicho raro le había picado pero en ningún momento hice ademán de decir pío al respecto.
Él sabía yo que no era tonta. Sabía que me daba cuenta de su actitud seca, de cómo me miraba y muy seguramente estaba esperando a que le preguntara qué coño le pasaba para entonces ir amoldando la conversación hacia la dirección que quería, pero yo bajo ninguna circunstancia iba a dejárselo servido todo en bandeja de plata.
Si quería llegar a algún lado que él mismo se abriera camino.
—¿Vas a dejarme hablar o vas a querer tratarlo todo tú? —preguntó de pronto y sin mirarme, acomodándose la gorra azul que llevaba volteada hacia atrás. Yo volteé a verlo con el entrecejo apenas fruncido, esperando que entendiera que no tenía idea ni puta idea de lo que estaba hablando. Rodó los ojos, incrédulo— ¿A qué viniste, Seori? ¿A mostrarle al calvo tu bonita cara?
—Ah —solté luego de chasquear la lengua, al fin cachando a lo que se refería. Esbocé una sonrisa ladina mientras dejaba caer la cabeza sobre mi mano, recargando el codo en el hueco de la ventana abierta—. No, pero seguramente lograré más cosas que tú con tu cara de estar chupando un limón —me reí, aunque no conseguí arrancarle un gesto en especial—. Como sea. ¿Te dijo algo en concreto sobre el evento?
—Que es grande e invitaron a algunos raperos y gente conocida en el medio. Hope me habló de esto hace un par de semanas y dice que promete mucho.
—¿Hoseok?
Lo observé con las cejas levantadas y él hizo un sonido gutural, asintiendo. Sentí cómo dio un repentino volantazo para cambiar de carril y varias bocinas resonaron a la vez, provocándome una media sonrisa mientras me aferraba a mi asiento.
—Mierda, Min. Quiero llegar viva.
—A él lo invitaron con su grupo de baile —ignoró mi comentario observando por el retrovisor y los espejos laterales a ver si tenía oportunidad de seguir rebasando—. Dijo que iba a haber una competencia y el premio son varios cientos de miles de won.
—Vaya. ¿Debería dejarte tirado y cambiarme al street dance? Parece que a Hoseok le va mejor que a nosotros.
Me sorprendió que ni por eso dijera algo. Viniendo del Yoongi habitual me esperaba por lo menos una sonrisa sarcástica, un comentario estúpido... cualquier cosa; ya era más que evidente que le pasaba algo. Fruncí el ceño sin mirarlo. No supe si estaba intentando llevar las cosas a un punto de quiebre en el que se comportase tan fuera de sí que me obligara a preguntar qué le estaba pasando, pero tal como me lo había planteado desde el inicio decidí mantener la boca cerrada y esperar a que actuara según su criterio.
Rápidamente se hizo el silencio dentro del auto y no se interrumpió dentro de los próximos diez minutos cuando menos. Me dispuse a mirarlo de reojo, notando poco y nada más que sus ojos contraídos y su dedo índice tamborileando contra el volante, supuse que por la desesperación que el tráfico le estaba causando. Dentro de todo lo más "extraordinario" fue llegar a ver su lengua recorrerle los labios resecos y nada más que eso.
Parecía una puta piedra. Una piedra gris, lúgubre y muy fea.
Cansada y con nulas ganas de ver el deprimente panorama regresé los ojos hacia la ventana, topándome con algo igual o peor: la calle llena de autos. Chasqueé la lengua y me dispuse a concentrarme en los vehículos que, aunque lento, empezaban a desanudar las calles y los hombros tensos de la gente. No sabía si daba pena o risa cómo todo el mundo en sociedad luchaba por ser "políticamente correcto" pero terminaba por perder los estribos contra el conductor de al lado o enfrente, sacando a relucir la mejor colección de floridos insultos que guardaban recelosamente junto con probable el estrés por llevar una vida o un trabajo de mierda.
Algo me hizo sonreír, repentinamente aliviada. Qué suerte tenía de no estar en sus zapatos.
—Seori.
Un escalofrío me recorrió en cuanto escuché la voz de Yoongi llamándome en un tono que poquísimas veces le había oído utilizar y que era tan indescifrable como su gesto —en general, como toda su maldita existencia—. Levanté una ceja cuando me giré a verlo, transmitiendo un "¿qué quieres?" con la pura mirada. Aprovechó el corto periodo de tiempo en el que volvimos a estar parados a pocos metros de la causa del tránsito pesado en el puente (un choque entre dos camiones de carga) para escrutarme con sus ojos gatunos; un brillo inusual en ellos provocó que las puntas de los dedos se me pusieran frías.
—Cuando terminemos con el calvo quiero que hablemos.
—¿De qué?
Pero no volví a sacarle palabra, pues para mi mala (o buena, aún no lo sabía) suerte, nuestro carril se destapó y Yoongi pudo acelerar sin volver a detenerse hasta que llegamos al distrito de Gangdong.