Leah
Comencé a abrir los ojos y lo único que pude destacar de mi escasa visión fue una pared blanca. Me encontraba recostada en una camilla que estaba segura que no era mía.
Un hospital.
Alguien abrió la puerta sin tocar y caminó dentro de la habitación. Emily. Levantó la mirada y me vio despierta, lo que causo una sonrisa.
Caminó lentamente hacia mi y tomó una silla. La arrastró hacia mi lado y se sentó. Abrí la boca para decir algo, pero me fue imposible. La garganta me ardía, señal de que necesitaba beber algo.
- ¿Qué sucede, Leah? - preguntó ella asustada.
Señalé con el dedo un vaso que se encontraba al lado de mi cama y ella entendió. Caminó hasta el dispenser y sirvió algo del líquido en un vaso nuevo.
Lo acercó hacia mi y tomé de él. Que placer.
- Hola. - dije ahora ya pudiendo hablar.
- Hola, Leah. ¿Cómo estás? - preguntó ella dulcemente.
- Bien. ¿Qué ocurrió? - pregunté confundida.
No recordaba nada de lo que había pasado ayer. Solo recordaba pelear con Louis.
- Tuviste un coma alcohólico. Hace dos días que no despiertas. Ya empezaba a desesperarme. - dijo ella y yo suspiré fuertemente. ¿Hace cuánto tiempo no tenía problemas con el alcohol?
Flashback.
- Debes terminar con esto, Leah. Esto no puede ocurrir más. Entiendo que estés triste con lo de Louis - me tensé al escuchar el nombre.
10 meses habían pasado desde que él me dejó. Maldito desgraciado, me dejó con un vacío en el pecho que ya no puedo curar.
Pero si puede olvidarme de ese vacío cuando tomó. Por eso lo hago diariamente. Tomo, tomo, y tomo sin parar.
- No puedo, mamá. Esto es más fuerte que yo. - dije y ella me abrazó mientras las dos nos encontrábamos sentadas en mi cama.
Comencé a llorar.
- Bebé, tienes que seguir. La vida sigue. - dijo ella mientras acariciaba mi cabello. - Él es solo un recuerdo más, ¿sí?
Asentí con mi cabeza mientras sorbía mi nariz.
- Pero lo extraño. - dije secando mis lágrimas.
- Sí, lo sé, amor, pero no puedes pasar todos los días llorando por él, porque él no te merece a ti ni a tus lágrimas, ¿sí? Deber seguir tus sueños al igual que él lo hizo y olvidar que alguna vez él fue algo para ti. - dijo mi madre y por primera vez en estos 10 veces pensé en mi.
Me enderezé y sonreí.
- Esta es mi vida y no dejaré que alguien o algo la defina. Haré de ella lo que yo quiera.- dije decidida y mi madre sonrío.
- Bien dicho, pequeña. - dijo ella y me abrazó.
¿Qué haría yo sin mi madre?
- ¿Está mi madre aquí, Em? - pregunté preocupada. No quería que mi madre se preocupara más de lo que ya estaba por mi y viniera a verme. Sabría que se decepcionaría al saber que tuve un coma alcohólico.
- No le dije nada, pero supongo que se dará cuenta cuando escuche las noticias. - dijo ella encogiéndose de hombros.
Me aterré.
- ¿E-e-en las noti-ti-cias? - pregunté asustada. Ella asintió.
- Llamé a la primera persona que sabía que podría ayudarme. Louis. Ver a Louis Tomlison llevando a su novia... - dijo ella pero la interrumpí.
- Ex novia. - dije remarcando el "ex".
- Como sea, la prensa nos siguió hasta la puerta del hospital y tomaron muchas fotos de ti en sus brazos entrando al hospital.
Tomé mi cabeza mientras negaba.
- ¡Dios! Esto no puede estar pasándome! - dije y comencé a llorar.
Mi vida de a poco se convertía en una mierda.
**
Louis.
Cuando llamé a Paul para decirle que iría a ver a mi madre a Doncaster no se emocionó mucho, pero al ver que yo no me encontraba para nada bien, aceptó.
Conducía por la avenida cuando una llamada hizo timbrar a mi teléfono. Atendí sin ver quién era. No podía quitar mi mirada de la carretera, no quería accidentes.
- ¿Hola? - pregunté cuando llevé el teléfono a mi oreja izquierda.
- ¡Louis! ¡Louis, soy Emily, la mejor amiga de Leah! - dijo desesperada gritando. Alejé mi teléfono de mi oreja. ¡Auch!
- Hola Emily, ¿qué te ocurre? - pregunté preocupado.
La llamada se escuchaba cortada, pero pude escuchar sus sollozos a través de el teléfono.
- Leah, Louis. Ella está desmayada aquí. Ven, por favor. - frené de golpe casi ocasionando un choque. Estacioné a un lado.
- ¡¿Qué?! Ya voy para allá, Em. - dije y colgué. Golpée mi cabeza contra el volante en señal de frustración.
Volví a la carretera. Casi me detiene la policía, pero no importaba en ese momento. Quería saber que Leah, mi chica, estaba bien.
Sabía que algo había pasado y que seguramente era culpa mía.
Maldita sea.
Mi vida de a poco se convertía en una mierda.
**
Leah
- Mamá, estoy bien. Sí, solo fue un susto. Prometo no hacerlo más. - dije a través del teléfono. Mi madre había visto las noticias y llamó de inmediato a mi celular. Me dio un sermón de la puta madre y hacía una hora llevaba hablando con ella. - Sí, mamá. Te lo juro. - dije ya cansada.
Se despidió de mi y dijo que mañana volvería a Londres. Mañana iba a ser un largo día.
La puerta se abrió y Louis entró por ella.
Se sentó a mi lado en silencio. Nadie dijo nada. Todo estaba en silencio.
¿Qué podíamos decirnos?
- Ehm... yo... y-yo traje un po-po-poco de comida para ti. El doctor me dijo que estaba bien. - dijo mientras rascaba su nuca y acercaba la comida hacia mi.
Esta nervioso, pensé yo. Lo conocía perfectamente.
- Gracias. La comida de aquí es un asco. Decían que era puré, pero parecía sopa. - dije y él rió viéndome a los ojos por primera vez desde que entró.
Sonreí imitando su gesto. Era tan hermoso.
- Yo... - dijo él tratando de encontrar las palabras correctas mientras yo masticaba el pollo que él me había traído, pero quedé estática cuando él hizo la pregunta que esperaba nunca hiciera. - ¿Qué ocurrió, Leah?
Me removí incómoda en la cama y dejé la comida en el intento de mesa de luz que tenía a mi lado.
- ¿Podemos no hablar sobre eso? - pregunté inocente.
- Por favor, Leah. Tienes que decírmelo. ¿Fue mi culpa lo que ocurrió?
- ¿Que me desmayara? - pregunté y él asintió. - No. - dije y él suspiró.
- ¿Entonces que ocurrió?
- Soy propensa a los comas alcohólicos. O más bien, soy propensa a tomar demasiado en algunos momentos. - dije largando solo una parte de mi historia.
Louis no debía saberla. No, no debía.
- ¿Por qué eres propensa? - preguntó y mi mundo cayó.
No quería hablar de eso junto a él. Me avergüenzo a mi misma con ese tema. Mi vida cambió después de esos días.
Yo no quería hablar de mis demonios con Louis. No cuando él era uno de ellos.