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By proteccmin

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Lo que nos unía era una mezcolanza extraña entre sexo, alcohol y mucho, mucho rap. • heterosexual. • + kth. •... More

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e p í l o g o.
on stage.
extra: 00.
on stage: ya disponible.

02.

20.9K 1.9K 464
By proteccmin


Me restregué los ojos pasándome las manos por el pelo para terminar de arreglarlo en una coleta alta. Particularmente esa mañana hacía bastante calor así que el sol se encargaría de eliminar por completo la humedad de mi cabello en lo que me dirigía al apartamento de Yoongi.

Su mensaje a las cuatro y treinta de la madrugada me había dejado descolocada, por lo que luego de mandarle un audio pidiéndole que se jodiera por haberme despertado, le pregunté qué cojones quería.

"Estoy con algo nuevo" había escrito. "Te espero mañana temprano."

Aún si me ponía a refunfuñar sabía que terminaría yendo nada más amaneciera; sus ataques de inspiración nocturna solían ser una maldita joya. Sin pensarlo mucho logré deducir que necesitaba mi ayuda pero a su vez no era tan urgente, pues de lo contrario habría aparecido en la puerta de mi apartamento sin importarle la hora. Si algo sabía bien de Yoongi es que no era capaz de comerse su maldita ansiedad por terminar una composición perfecta en tiempo récord, y eso de alguna forma era lo que nos volvía el equipo perfecto porque yo era exactamente igual.

Guardé mi móvil, la cartera y una pequeña libreta en la típica mochila que cargaba conmigo cuando me largaba a un evento o a casa de Yoongi. Tenía el tamaño perfecto y el diseño era lo suficientemente sobrio como para no hacerme sentir incómoda. Me miré por última vez en el espejo largo de mi habitación y, dándome el visto bueno, agarré las llaves junto a la puerta para salir de mi apartamento.

Como cosa normal, la vecina obsesionada con su escoba color paja estaba barriendo el pasillo. Formulé una sonrisa pequeña y robótica al pasar a su lado, procurando con todo no pisar el montón de basura imaginaria. La mujer me miró con el entrecejo fruncido y dijo algo en voz baja que gracias al cielo no alcancé a percibir o me habría amargado todo el trayecto y, posiblemente, la mañana entera.

- • -

Golpeé la puerta tres veces con la fuerza suficiente para que Yoongi me escuchara aún si estuviese encerrado en su habitación. Al recapitular la posibilidad decidí sacar mi celular para enviarle un mensaje, topándome con que tenía unos cuantos sin leer de mi hermana. Puse los ojos en blanco y silencié la conversación sin abrirla. Nuestra relación no era mala en lo absoluto pero siempre que me mensajeaba era para recriminarme algo o pedirme un favor, y teniendo en cuenta que iba a estar encerrada con Yoongi hasta las tantas de la noche no iba a tener ni el tiempo ni las ganas de responderle.

A punto de abrir la conversación con el susodicho la puerta se abrió frente a mí, dejándome ver a Taehyung con un bol azul en la mano. Llevaba una playera blanca y los pantalones deportivos holgados que usaba para dormir además del cabello ligeramente alborotado, claro indicador de que no tenía mucho de haber despertado.

—Ah, Seori —dijo con voz ronca, tomando la cuchara que descansaba en el plato mientras se llevaba un bocado a los labios de lo que, según pude identificar, era cereal con leche—. Pasa.

—Buenos días, Tae —le saludé, depositando un corto beso en su mejilla que él me devolvió antes de cerrar la puerta—. ¿Yoongi está dormido?

Negó con la cabeza agarrando otro cucharazo de cereal. Pasó al lado mío hasta sentarse en uno de los bancos frente a la barra de la cocina y posó sus ojos oscuros en la pantalla de su móvil recargado contra la botella de leche, usándolo de respaldo para que se mantuviera erguido.

—Está bañándose —murmuró, sonriendo de medio lado de pronto. A juzgar por el sonido que provenía del aparato estaba mirando algún video aleatorio en Youtube. Yo asentí y él al no escucharme responder levantó sus ojos oscuros, mirándome—. ¿Ya desayunaste? ¿Quieres algo? Hyung trajo jugo hace rato.

—No toques ese jugo —la voz de Yoongi interrumpió la escena luego de que escuchara la puerta del baño abrirse—. Es mío.

Me giré a mirarlo, alzando las cejas al percatarme de que sólo traía puestos sus joggers Puma y andaba con el torso desnudo. Mis ojos danzaron por un momento entre su piel lechosa y una sensación conocida floreció en la parte baja de mi estómago, pero pretendí ignorarla arrugando la nariz y volviendo a mirar a Taehyung, incluso sentándome en el taburete libre al lado de él.

—Joder, Yoongi. Ponte algo encima que no vine para ver tus miserias —bufé, fingiendo poner atención a lo que Tae estaba mirando en su celular—. Y espero que no estés pensando en matarme de hambre. No he desayunado.

Lo escuché soltar el atisbo de una risa corta, casi ahogada, y sentí su mirada sobre mí hasta que desapareció por el pasillo rumbo a su habitación. Me relamí los labios haciendo como que me acomodaba la coleta cuando Taehyung me miró de soslayo, llevándose otro bocado de cereal a la boca.

—Te queda bien el cabello así —comentó, volviendo los ojos a la pantalla de su móvil. Fue hasta entonces que me enteré que miraba un gameplay de su juego online favorito, ese que lo mantenía entretenido hasta las tantas de la madrugada y por el cual, repetidas veces, los vecinos iban a tocarle la puerta para que dejara de gritar tan noche.

—Era esto o tajármelo más o menos a la misma altura que el tuyo. Muero de calor —bromeé, viéndolo sonreír sin mirarme—. Gracias, Tae.

Se levantó dando un sorbo largo al bol hasta terminarse toda la leche y lo fue a dejar al fregador, parándose a mirarme desde el otro lado de la barra. Supuse que por respeto a mí se había quedado con ganas de eructar porque se dio un par de golpes en el pecho, abriendo más sus ya de por sí grandes ojos, y luego sacudió la cabeza alborotándose otro tanto más su bonito cabello color chocolate.

—¿Qué vas a querer para desayunar? —pasó uno de sus largos dedos por su frente, quitándose los mechones que le estorbaban en los ojos.

—Lo dije por joder a Yoongi —me balanceé hacia adelante con una sonrisita en los labios—. No tienes que prepararme nada.

—No me molesta, Seori.

Evité morderme el labio. A pesar de llevar dos años conociéndolo nunca lograba acostumbrarme a su voz profunda diciendo mi nombre.

Secundé la sonrisa que se formó en sus labios hasta que escuchamos los pasos de Yoongi volver a la cocina. Pasó de largo al refrigerador y sacó su preciado jugo, dándole un sorbo directo al empaque de cartón mientras se acercaba a mí y hacía un gesto con la cabeza señalando su habitación. Tenía unos mechones pálidos pegados a la frente y las puntas de su cabello todavía goteaban, mojando sutilmente los hombros de su playera gris.

—Pediremos algo para desayunar —cortó, volviendo a beber jugo—. Deja a Taehyung en paz.

—Por lo menos deberías aprenderle a Tae los modales, Yoongi. A lo mejor y así me harías odiarte un poquito menos.

Me levanté del asiento esbozando una sonrisa cómplice para Taehyung. Él me la respondió en silencio y nos siguió con la mirada hasta que nos perdimos tras la puerta de la habitación de su compañero de piso. 

- • -  

—Te gustaría odiarme, Woo —soltó con burla y su insufrible sonrisa de medio lado, cerrando la puerta tras él.

Se lanzó sobre su amada silla negra con ruedas provocando un chirrido apenas agudo y movió el ratón de la computadora para sacarla del modo suspendido. Yo rodé los ojos, echándome boca abajo en su cama mientras agarraba uno de los tantos cojines para abrazarlo entre mis manos y recargar mi mentón. Siempre había pensado que Yoongi parecía más una maldita princesa que un rapero rudo al dormir entre tantos almohadones.

—Te encantaría que te odiara menos, Min —le reté también usando su apellido, chasqueando la lengua en el proceso—. Espero que de menos valga la pena que mi odio por ti haya subido varios puntos anoche. Estaba descansando de puta madre.

—Te va a explotar la cabeza —murmuró orgulloso, moviendo unas pocas cosas en el programa que usábamos para componer—. ¿Lista?

Asentí rodando los ojos ante uno de sus típicos ataques de narcisismo y él puso play.

Un beat grave comenzó a retumbar en las bocinas. Poco a poco se le fueron uniendo más instrumentos que le daban un aire casi nostálgico y jazzy, pero sin perder la simpleza y a la vez la potencia que se había planteado desde el primer segundo de canción. Entreabrí los labios y pasé la lengua por ellos en un gesto de concentración, viendo el techo sin realmente observarlo. Yoongi me miró callado, expectante a mi reacción.

Cuando la música finalizó sonreí amplio y me paré de la cama, estirando los músculos mientras me acercaba a él para palmearle el hombro con poco cuidado.

—Pide el desayuno y de paso la comida, Min. No vamos a salir en todo el día de aquí.

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