"Me estás mareando, paseándote así", dice Raven, levantando la vista de su libro para ver a Charles hacer otro recorrido por la biblioteca. "¿Podrías simplemente llamarlo, por favor? ¿No es eso lo que la gente de internet te dijo que hicieras?"
"Sí", dice Charles miserablemente, jugueteando con su teléfono. Él lo mira y se estremece cuando ve que ahora tiene veintitrés llamadas perdidas. "¡Pero no sé qué decir! ¡Omega Online no fue de ninguna ayuda! Deberían tener transcripciones para situaciones como esta o ¿de qué sirven?"
"¿Por qué no le dices la verdad?" pregunta Raven.
"¿La verdad?" Charles hace eco. "¡Ahora solo estás siendo ridícula! ¡No puedo decir que solo estaba tratando de provocarlo, ahora que no he podido provocarlo tan completamente! Me veré como un completo idiota".
"No, solo te verás como uno", le dice Raven amablemente.
Charles entrecerró sus ojos hacia ella. "Deberías reunirte con el Dr. Hank", dice. "Podrían discutir las diferentes formas en que pueden ser espectacularmente inútiles para los demás".
"Charles", suspira Raven, interrumpiéndose cuando suena el timbre de la gran mansión. Ella frunce el ceño, y Charles se apresura a mirar por la ventana.
"¡Oh Dios, es Erik!" dice Charles, mordiéndose el labio. "¿Cómo me encontró?"
"Sí, es un misterio", dice Raven, mientras se pone de pie junto a él. "¿Quién pensaría en mirar su hogar familiar, donde su único pariente vivo todavía reside actualmente?"
"¡Raven!" se queja Charles. "¿Que debería hacer?"
"Comenzaría por abrir la puerta", dice Raven, volviendo su atención a su libro. "Antes de que realmente la descomponga".
Charles baja de mala gana por las escaleras y la puerta, antes de apoyarse contra ella mientras mira por la mirilla. Erik está apoyado contra la puerta del otro lado, y Charles solo puede distinguir la mitad de su rostro. Parece agotado, y sus ojos están fuertemente cerrados. Charles se aleja de la puerta, sorprendido de ver a Erik tan agotado, sintiéndose repentinamente lleno de culpa y aterrorizado.
Nunca ha sido bueno en las relaciones; él ha arruinado todas las que ha tenido. La impresión se suponía que lo haría fácil, eso es lo que todos decían. Las parejas impresas tenían la ventaja de saber que estaban hechas para el otro, por lo que no se suponía que debían existir dudas, preocupaciones, discusiones o peleas.
Charles tiene que ser el factor periférico aquí; lo complica todo, incluso cuando no tiene la intención de hacerlo.
"Charles", dice Erik a través de la puerta, sonando tan ansioso y preocupado como Charles se siente. "Sé que estás ahí."
Charles abre lentamente la puerta, apoyándose contra la pared mientras mira a Erik. "Hola", dice vacilante, la cual quizás no sea su línea de apertura más inspirada.
Erik simplemente se relaja con alivio, sus manos se crispan a los costados como si estuviera luchando por no agarrarlo. "¿Estás bien?" Exige, mirando a Charles de pies a cabeza, como si hubieran estado separados cinco semanas en lugar de cinco horas. "Te ves pálido."
Charles se encoge, frunciendo el ceño mientras trata de descubrir las motivaciones de Erik. "Estoy bien, solo estaba ... la cena no resultó bien", dice, tropezando con sus palabras. "O en absoluto, realmente. Erik, lo siento, yo..."
Erik se lanza en ese momento, la angustia de Charles es el único empujón que necesita, y lo agarra en sus brazos. "Yo también", dice, abrazándolo. "Solo estaba tratando de darte el espacio que necesitabas. Me mató dejarte ir, pero pensé que era lo que querías ..."
Charles envuelve sus brazos alrededor de su cuello, descansando su cabeza contra su hombro. "Pensé que estabas decepcionado de mí", dice. "Sé que soy un marido terrible".
Erik retrocede, enmarcando la cara de Charles mientras lo mira con incredulidad. "Nunca podría estar decepcionado de ti, Charles", promete. "Eres perfecto."
Charles se ríe. "Nos volvemos locos el uno al otro, sabes que lo hacemos".
"Se supone que debemos hacerlo", le dice Erik, mientras lo respalda contra la puerta, cerrándola y presionándolo contra ella. "Pero prométeme que no desaparecerás así nuevamente", dice. "Nunca más, liebling, no creo que pueda soportarlo".
"Lo prometo", dice Charles, antes de empujar a Erik hacia abajo para sellarlo con un beso.
"Ugh," chasquea Raven, mientras ella se detiene en la parte superior de la escalera, "Charles, todavía tienes tu antigua habitación, úsala!" Ella giró sobre sus talones, volviendo a la biblioteca y probablemente encerrándose.
"No creo que pueda subir las escaleras", dice Charles, con los ojos desenfocados y sin aliento por el beso.
Erik sonríe maliciosamente, y Charles grita cuando es arrojado sobre su hombro. "Te tengo", dice Erik.
"¡Erik, bájame!" protesta Charles, pero se está riendo.
"No lo creo", dice Erik alegremente, llevándolo por las escaleras hasta su habitación anterior, antes de arrojarlo sin más sobre la cama.
Charles se sienta, mirando a Erik con exasperación. "¿Te sientes mejor ahora que has afirmado tu dominio?" pregunta secamente.
"Mucho", dice Erik, mostrándole una sonrisa maliciosa mientras se arrastra sobre él.
"Sabes, tal vez he estado exagerando. En realidad, es algo dulce cuando haces estas cosas", le dice Charles, mostrando una sonrisa maliciosa.
Erik pasa las manos por los costados de Charles, adecuadamente distraído. "Solo quiero que sepas que puedo cuidar de ti. Te protegeré de todo", promete Erik.
Charles se ríe, rodando hasta que está arriba. "Lo sé, cariño, pero eso no es lo que quise decir", dice, inclinándose para susurrarle al oído. "Creo que es bueno que pienses que tienes el control".
Erik quiere protestar por este reclamo escandaloso, pero las hábiles manos de Charles ya se han deslizado dentro de sus pantalones. Él sabe que ha perdido este argumento en particular incluso antes de que comience.
---
A Charles no le daban resacas como a la mayoría de la gente, pero tenía problemas con las mañanas en general, y siempre era más difícil hacer que se moviera cuando había bebido la noche anterior.
Erik intenta sacudir su hombro suavemente, pero Charles solo frunce el ceño mientras duerme, alejándolo. "Charles", dice Erik, tratando de no reírse.
Charles, de mala gana, se obliga a sentarse, mirando alrededor de su habitación en Westchester como si no pudiera entender por qué están allí. "¿Ya es de mañana?" pregunta, mordiéndose el labio para ahogar un bostezo. "No puede ser".
"Son las cinco y media", le asegura Erik. Charles lo mira como si estuviera loco. "Tengo que irme a casa para prepararme para el trabajo. Tengo una reunión o tomaré el día libre", continúa Erik rápidamente, para justificar el despertar de Charles en lo que él considera que la media noche. "No quería irme sin decir adiós".
"Oh", Charles frunce el ceño. "¿Te estas yendo?"
"Sí", dice Erik. "¿Quieres venir a casa conmigo o quedarte aquí por un tiempo?"
Charles se encoge de hombros mientras piensa en ello, y Erik espera pacientemente y valientemente no se ríe de él. Charles es peligroso antes del mediodía.
"Quiero ir contigo", dice, poniéndose de pie para agarrar su ropa dispersa. "De lo contrario, quedaré varado aquí porque Raven no se despierta hasta la una", dice Charles con despreocupación, a pesar de que es apenas una hora después de la hora en que normalmente se despierta.
"Bueno, la próxima vez tal vez deberías llamarme para recogerte en lugar de Raven", dice Erik, y no puede evitar el filo que se filtra en su voz.
Charles ignora la advertencia en su tono fácilmente, arrastrando sus pantalones y la camisa blanca, aunque deja el chaleco en el suelo. "No sabía qué hacer contigo", dice Charles. "Todo sucedió tan rápido, necesitaba un momento para reorganizarme".
Erik frunce el ceño. "¿Lamentas que haya venido aquí?" pregunta. "Estaba tan preocupado cuando no volviste..."
"No, me alegra que hayas venido", dice Charles. Erik está sentado en el borde de la cama, y Charles camina para pararse frente a él, colocándose entre sus piernas. Erik alarga la mano para agarrarlo por la cintura, apenas conteniéndose para no voltearlos sobre la cama. Llegaría tarde como estaba.
"Está bien", dice Erik, inclinándose para besar el cuello de Charles. "Vámonos a casa entonces".
Charles todavía está lo suficientemente cansado como para tolerar que Erik lo guíe hasta el automóvil y lo envuelva, antes de comprobar obsesivamente que el cinturón de seguridad esté bien colocado. Aunque la última parte le confiere un rodeo de ojos.
Sin embargo, a Erik no le importa, porque Charles incluso renuncia a su juego de tira y afloja habitual, y le permite sostener su mano durante todo el viaje.