Los niños corrían por el jardín del orfanato, las risas cantarinas llenaban el lugar. Las monjas paseaban y cuidaban de los mas pequeños.
El pequeño Louis de diez años se encontraba escuchando atento la historia de una monja con los ojos abiertos, llenos de fascinación. Al finalizar la historia los demás niños se levantaron y comenzaron a jugar, menos Louis.
"Me alegro que te quedes Louis, quería hablar contigo."
Le daba un poco de miedo que la monja, aunque ciega, siempre supiera si se iba o estaba cerca, el pequeño se acercó a ella con una sonrisa.
"¿Que pasa hermana?"
La mano de la joven chica le acarició la mejilla, Louis se inclinó a su tacto.
"Toda la tristeza que desde tu nacimiento te ha acompañado, no se compara con la felicidad que te espera mi pequeño."
"No entiendo."
"¿Has oído hablar de las almas gemelas, Louis?"
"La hermana Ellie dice que eso no existe."
"Que Dios me perdone pero la hermana Ellie es estúpida."
Louis rió y jugó con sus deditos.
"Dice una antigua leyenda asiática que las almas gemelas son las dos mitades de un alma que se quebró y que se buscan a través del tiempo para volver a unirse para siempre." Louis se sonrojó y la hermana rió como si pudiera verlo.
"Al padre Nicolás no le gustará que diga eso."
"Tú, Louis, vas a encontrar a tu otra mitad, lo veo."
"Pero si usted no puede ver." Susurró acariciando con sus manitas las mejillas de la muchacha.
La joven le besó las palmas de las manos y le indicó que fuera a jugar, cuando sintió que el pequeño ya no estaba suspiró recargándose en la silla.
"Hermana Gemma, su hermano está aquí."
Gemma sonrió.
Portada hecha por: @zzza18