La Esmeralda De La Verdad. [C...

By RayanBoulila

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Jack Adams, un chico adolescente de 18 años, es un chaval tímido el cual descubre un misterio que cambia su v... More

Prólogo.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Epílogo.
N/A.

Capítulo 8.

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By RayanBoulila

Hoy es el día anterior a un gran viaje. Iban viajar a Dinamarca. Jack y Elisa tenían preparado todo, para viajar, y pasar así cuatro horas. Pero querían disfrutar del viaje, pues Jack le pidió a sus padres que le dejara viajar durante una semana. Cosa que le dejó.

Jack era un chico de cuyas cualidades eran muy etéreas. De esta manera al viajar, lo hace todo de manera muy delicada. No obstante, y a diferencia de Elisa, no le importaba lo más mínimo cualquier detalle o descuido.

Su familia, planearon para hoy una excursión, hacia Londres. Iban a ir a Nottingham. Además se iban a encontrar a su primo, Andrew, que estudiaba en Nottingham Forest.

Jack estaba bastante contento por lo de la excursión. Por fin harían una cosa diferente en todo el verano.

Jack se levantó con un frío el cual le dejó parapléjico. Pero no era porque había frio, si no que vestía muy poco. Así que se puso rápidamente la sabana. Después se puso la bata y fue al baño para lavarse la cara.

Al lavarse la cara, se fue la cocina, donde estaba su padre.

-Hola, papá.

-Buenos días.

-¿Hoy hacemos excusión?

-¿Va a venir tu amiga?

-Em... Pues sí... ¿Por qué no?

Y era así, como Jack pensó en ese momento, la injusticia que recibía Elisa por sus padres. Su padre y su madre no querían a la chica en su casa.

-Nunca me comprendéis.-pensó decirle a su padre, cosa que no hizo, porque esa acción sería como precipitarse de un edificio.

Jack fue a su habitación, se quedó pensando, y fue a dar un paseo en la bicicleta.

Respiraba el aire de San Sebastián, y no, no iba a ir al monte Urgull. Pasó al lado del monte, se quedó mirándolo medio minuto, y se marchó en dirección contraria.

Estaba vivo. En los últimos tiempos, con el asunto de Elisa, el bibliotecario, y todas esas cosas, por estas razones había olvidado respirar. Pero también pensó que cuando se acabe todo, que será pronto, nunca verá más a Elisa, que había sido su única amiga, durante dos meses.

Pero nunca se negó a su corazón, y se guió por el camino correcto.

Mirando al cielo, hacia el horizonte, con la bicicleta.

Se había acordado por un momento del bibliotecario, y si se habrá dado cuenta de que la esmeralda que le dieron fue falsa. Pero movió la cabeza como si no quisiera que el cerebro recuerde ese tema.

Hoy era un día nuevo, era año nuevo.

Volvió a su casa en una media hora. Fue a la habitación de Elisa. Estaba allí.

-Hola, chica.

-Feliz año.

-Feliz año, Elisa.

-¿Y bien?

-¿Sigues durmiendo?

-No, estaba reflexionando.

-¿Sobre qué?-preguntó Jack, aunque era evidente.

-Sobre el tema.

-¿No eras tú la que quería ir con seguridad a Dinamarca?

-Sí, pero reflexiono sobre lo que pasará después.

-Ah...

-Eres mi único amigo. Eres como mi mano derecha. Soy huérfana, mi tía se ha muerto, me han adoptado. Los padrastros me tratan muy mal. Vivimos en una casa de chiste. Y sólo he conocido a una persona en mi vida a la que amo, y sigue viva.

Jack no supo que decir. Elisa tenía lágrimas, las cuales la ocultaba con la parte lateral de su jersey.

Elisa apoyó su cabeza en el hombro de Jack.

Jack miró por la ventana. Nadie sabía. Él se encontraba en una situación similar. No tenía amigos.

Jack se armó de valor para preguntarle a Elisa.

-¿Quién te amará cuando te vayas?

Elisa no respondió, sin embargo parecía entender el mensaje indirecto de Jack.

-No quiero pensar en eso, ámame ahora.

Jack sonrió. Elisa le devolvió la sonrisa. Se abrazaron. Se fueron a la cocina para comer.

-Elisa, hoy tenemos excursión.

-¿A...? ¿A dónde?-preguntó Elisa tapándose las lágrimas.

-Nos vamos a Nottingham.

-¿Hasta Nottingham?

-He oído que es un lugar muy bueno para turistas.

-Muy bien. ¿A qué se debe?

-Visitaremos a mi primo Andrew.

-Vale.

Tenían preparadas las mochilas para viajar. En coche tardarían unas dos horas. Pero valía la pena. De hecho, durmieron mucho para estar preparados para el viaje del día siguiente.

Jack comprendió que, cuando se llena el corazón, lo hace lentamente, sin embargo cuando se vacía lo hace al instante.

Se metieron en el coche.

Empezaron a cantar varias de sus canciones favoritas en el coche.

Hicieron unas tres paradas para comprar comida y llenar la gasolina en las gasolineras.

Cuando llegaron, los padres fueron a la casa del primo, pero Jack y Elisa no quisieron pues se quedarían en la hierba hasta que volvieran ellos.

-Vamos a echarnos una foto.

Se echaron la foto con una cámara y la vieron.

-Ha quedado muy bien.

-Sí. Elisa, te lo regalo.

-Gracias.

-Mantengamos nuestra amistad mediante esta foto.

Se empezó a reír. Jack le devolvió la risa.

Estaban sentados en la hierba. Los grillos resonaban en el prado. Era una agradable elocuencia.

Estaban en calma. La paz habitaba.

Nadie sospecharía que estos chicos, anteriormente se embarcaron a varias aventuras, para que después estuvieran en un ambiente como este.

-Mira, Jack, aunque no encontremos la respuesta de La Esmeralda De La Verdad, te digo que ha sido un placer estar contigo.

-Lo sabía.

Se empezaron a reír.

El ambiente era inefable. Tumbados en las hojas, mirando las estrellas.

Vinieron sus padres y lo primero que hicieron fue recoger las maletas, e ir al coche. Estaban apurados. Iban a ir de allí al aeropuerto de Nottingham, para ir a Copenhague. Iban a ir directamente.

-Podemos tachar a Nottingham de nuestra lista. Próximo destino: Copenhague, Dinamarca, RoolHood Sea, este, colina norte.

-¿Te sabes las direcciones?

-Chicos, tened cuidado.

Era el primer viaje solo, pero el chico tenía dieciocho años recién cumplidos, y Elisa también. Los padres, además no se preocupaban mucho.

Llegaron al aeropuerto. Llegaban tarde, y faltaban cinco minutos para el embarque. Jack, con los latidos con gran pulso, corriendo.

Llegaron tarde, pero llegaron. Estaban nerviosos por el viaje. Iban a tardar unas dos horas.

El barco embarcó. Jack cerró los ojos. No soportaba ir en barco hacia un lugar.

Elisa estaba emocionada por el viaje, tanto que empezó a reírse y no por fuerza de voluntad.

Habían alquilado una casa justo al lado del lugar donde se tendrían que dedicar a investigar durante casi una semana entera. Pero al menos estaban en un país bonito.

-¡Hemos llegado!

Les esperaba ahí un taxi. Lo cogieron y lo llevaron a la casa.

La casa era grande. Deslumbró a Elisa, pero a Jack no le importaba cuán grande sea la casa. Quería completar la misión. Completar la misión era la misión.

-Estoy cansado. Mejor lo hacemos mañana. ¿Has traído los trajes de natación?

-Sí.

-Perfecto.

-Mañana por la mañana hacemos una investigación. No vaya a ser que nos encontremos a Hector.

-Fuera de bromas. Es posible. Con la esmeralda de la verdad, es posible de que haya alcanzado incluso la inmortalidad y es posible de que siga vagando por ahí, en el mar de Dinamarca.

-Quién sabe.

Cada uno de los jóvenes disponían una habitación. Jack fue a la suya. Estaba bastante cansado, puesto que ya lo estaba en la excursión a Nottingham.

Se tumbó Jack en la cama, con la ropa. Ni se vistió. Pero se despertó al instante, abrió la maleta, y puso la ropa en el armario. Se puso el pijama, y ahora podía dormir.

Ya era de mañana. Jack tenía una ventana en frente suya, que reflejaba el sol por la mañana.

Se levantó, con mucha energía. Se fue al baño, se cepilló los dientes, y procedió a llamar a su madre.

-Hola mamá.

-Hola hijo.

-¿Qué tal?

-Bien, ¿Cómo amaneciste?

-Bi gracias por preguntar.

-¿Te has lavado la cara?

-Sí, mamá.

-¿Te has cepillado los dientes?

-Sí, mamá.

-¿Has puesto la ropa en el armario?

-Sí, mamá.

-¿Has ido a por comida?

-Aún.

-Pues ve al centro comercial con tu amiga y compra comida suficiente para la semana.

-Vale.

-¿Disfrutando del viaje?

-Lo máximo.

-Me alegro, hijo.

-Vale, hablamos más tarde, te quiero, adiós.

-Adiós.

Colgó Jack, soltó una carcajada. Iba a ir al salón. Allí estaba Elisa, viendo la televisión.

-Buenas.

-Buenos días Jack.

-Tenemos que ir al centro comercial.

-¿Por?

-La comida.

-Ah, vale.

-Por la tarde, la misión.

-Bien. Tranquilo, tenemos una semana entera, necesitamos tiempo para disfrutar.

-Tienes razón. Pero ten en cuenta que, si por algo hemos venido aquí, ha sido por la investigación.

-Sí, somos detectives.

-¿Vamos ahora al centro comercial?

-Venga.

Elisa se fue a su habitación para vestirse. Jack se fue también a la habitación para vestirse.

Jack se ponía los botones de la camisa, mientras miraba a la ventana. Mirando hacia el horizonte, lejos de su tierra. Pero no le importaba.

Jack se vistió, y Elisa también. Lo mejor de todo, era que no necesitaban coche, puesto que el centro comercial se encontraba a medio kilómetro de la casa, y el punto de ubicación de Hector estaba al lado.

-Vamos.

Fueron juntos hasta el comercial. Cogieron la comida, la llevaron al cajero y la pagaron. Fueron de vuelta a casa.

Iban a comer, para hacer la primera investigación. Para encontrar a Hector, necesitaban bastantes investigaciones. También cabía la posibilidad de estar todo el día, investigando en el mar.

Pero tenía riesgos, Jack y Elisa, se precipitaban al intentar enfrentarse a aquellos riesgos.

Empezaron a comer, en la mesa. Alguien llamó a Elisa. Era su madre.

-¿Diga?

-Hola, hija, ¿cómo estás? ¿Cómo te encuentras?

-¿Hasta ahora te preocupas de mí? ¿No? Ya tengo vida, no hace falta que vengas. Y no digas hija, di hijastra. No eres mi madre para llamarme hija. Ni siquiera sabes dónde estoy.

-Estás en San Sebastián.

-Por suerte no. Estoy lejos, aquí hay personas que me aman. No como en Bringhton, que todos los que me amaban, se murieron.

-Yo no estoy muerta.

-Tú no me amas, y lo sabes.

Colgó Elisa. Estaba desesperada. Jack la acompañaba en el sentimiento.

-¿Vas a volver a Bringhton?

-Espero que no.

Jack no podía obligarla a quedarse. Pero Elisa quería quedarse. Pero otra oposición serían los padres de Jack y Elisa, que no la querían en su casa.

-¿Te gusta la comida?

-Está buena. Pero, tenemos que alimentarnos bien para el momento decisivo.

-Sí, sabiendo que vamos a estar unas dos horas, o incluso más, bajo el mar.

-Sí.

Estaban nerviosos. No sabían a lo que se aventuraban.

Antes de ir, querían dedicar unos últimos momentos antes de aventurarse a las profundidades del mar.

Estaban sentados en la arena, frente al mar.

-Exactamente, ¿qué has visto en tu sueño, Jack?

-No era exactamente un sueño, sino que era un viaje temporal dentro de un sueño. Cambié el pasado a mal. Evité de que Hector matara a Elisa, pero Hector escapó con la gema, por eso no lo encontramos en su guarida en Donostia. Y además, Elisa murió instantes después por una enfermedad. El pasado no se puede cambiar.

-Ya.

Jack y Elisa regresaron a su casa. Se vistieron los trajes de natación. Estaban emocionalmente preparados.

-Sí que podemos.

-No sé porqué estamos tan nerviosos, si en realidad ya nos aventuramos a las profundidades de Donostia.

-Sí, pero esta vez es diferente. Nos tendremos que enfrentar al maniático de Hector, que sigue vivo, gracias a la esmeralda de la verdad.

-Hagamos un plan.

-Yo ya lo tengo.

-Dímelo, Jack.

-Entramos en su guarida, si lo vemos, escapamos, y fotografiamos su guarida, para especular los lugares exactos donde puede estar la gema.

-Pero va a seguir ahí.

-Por eso, yo le voy a distraer. Tú coges la gema y nos escapamos.

-¿Y si no escapamos?

-¿Tú qué crees?

-Es verdad.

Era obvio. Si no conseguían escapar, Hector los mataría.

Jack cogió la cámara, lo puso en un empaque, para que no se moje, y se aventuraron al mar.

Sin miedo, con un único objetivo.


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