Kamika: Dioses Guardianes

By -nicolle-

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La vida cotidiana puede desaparecer en menos de un parpadeo, eso Ailyn Will lo tiene claro desde que su vida... More

Bienvenido
Prefacio
Prólogo
PRIMERA PARTE
1. La marca del destino
2. Vedades ocultas
3. Por fin te encontré
4. El pasado que nos une
5. Atrapada en el tiempo
6. Una vida casi normal
7. Demasiadas mentiras
8. Frágil quietud
9. La feria estatal
10.1. Un camino escabroso
10.2. Un camino escabroso
SEGUNDA PARTE
11. Entre lunas y flechas
12. Un deseo en común
13. Lo que una vez fue
14. Forjada con hierro
15.1. De magia y estrellas
15.2. De magia y estrellas
16. Nuestra fuerza
17. Todo a su precio
18. El mensajero del infierno
19. El fuego del valor
20. Máscara de hielo
TERCERA PARTE
21. Nueva ruta
22. Tormenta de dolor
23. Sin retorno
24. Sueño o pesadilla
25. Luna de la unidad
26. Regreso a casa
27.1. Ciudad de las Amazonas
27.2. Ciudad de las Amazonas
28.1. Sentimientos cruzados
28.2. Sentimientos cruzados
29. La voz de la razón
30. El secreto mejor guardado
CUARTA PARTE
31. Tres mundos, tres puertas
32. Hasta otra vida
33. Otra oportunidad
34. Miedo a olvidarte
35. Salir a flote
36. La luz en la oscuridad
37. Sacrificio familiar
39. Por todo y por todos
40. Impactantes revelaciones
Epílogo
Glosario
Personajes + Playlist
Kamika II

38. Plan de rescate

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By -nicolle-

Alive - Sia

Le sostuve la mirada por un par de segundos, segura hasta la última célula de mi cuerpo de que aquellas palabras eran verdaderas. Tenía claro lo que haría, ahora debía pensar en cómo llevarlo a cabo sin morir en el intento.

La situación no daba tiempo para pensar en un plan alterno, y aunque en parte sonaba impulsivo, era lo mejor que tenía. Sacrificar algo, perder algo, el simple hecho de saber que debía entregar algo para terminar con todo ese caos me aterraba. Me daba miedo los resultados, me horrorizaba lo que pudiera ocurrir, conmigo y con los demás. Temía que todo saliera mal.

—Entonces, ¿cuál es tu plan? —continuó Logan en tono despectivo, sacándome de mis pensamientos.

En lugar de responderle posé mis ojos en Tamara, justo al otro lado de la habitación.

—Tamara, ¿tienes algún auto u otro tipo de transporte que nos puedas prestar? No quiero abusar de tu ayuda, pero necesitamos algo que nos lleve rápido.

Lo meditó por unos segundos, hasta que asintió no muy segura.

—Creo que tengo algo en el garaje, iré a revisar. —Cruzó la estancia y salió de la casa sin añadir nada más.

Una vez Tamara abandonó la sala, y en vista de que todos seguían esperando la respuesta a la pregunta de Logan, hablé.

—Encontraremos a Hades y cuando lo hagamos lo sellaremos de nuevo, juntos. —Era exactamente el mismo plan que usamos en el Olimpo, y todo terminó mal—. Está en el lago de mi recuerdo, donde murieron Atenea y Apolo, donde todo empezó; donde se suponía que se encontraba el Espejo de los Dioses.

—¿Y luego qué? —preguntó Logan con el ceño fruncido y brazos sobre el pecho, observándome con esa irritación controlada que sentía hacia mí— ¿Tienes algún plan, o acaso quieres llegar como la primera vez? Lo que, por cierto, no te salió bien; de hecho, ocurrió lo contrario.

Tragué saliva, nerviosa, puesto que tenía razón. ¿Cómo confiarían en mí de nuevo si mi plan inicial salió terriblemente mal? Si no lo hacían no los culparía, yo tampoco me seguiría la corriente.

—Por supuesto que sí. —O eso quería creer—. Rescataremos a Cody, y cuando esté a salvo sellaremos a Hades entre todos como lo teníamos planeado. No importa que el portal esté en otra parte, si se supone que los mundos se superponen podemos abrir un portal en cualquier parte. Somos dioses, los dioses pueden hacer esas cosas.

Algunos asintieron, mientras Andrew, Kirok y Logan solo me miraban sin más. El chico de ojos verdes dio unos pasos hacia mí, y su expresión analítica me dio a entender que le quería encontrar la falla a lo que acababa de decir.

—Sí eres consciente de que tu hermano quizá ya no esté con vida, ¿verdad? —dijo, y el peso de sus palabras me aplastó como un gran yunque.

—No es cierto —mascullé en tono apenas audible. La confianza y solidez de hacía unos segundos se desvanecieron al considerar el comentario de Logan.

Imposible. Impensable.

—Es un niño, y está con la persona que te quiere ver muerta, que quiere que sufras para tomar la Luz de la Esperanza más fácil, ¿y crees que en mentira? Si él sigue vivo no creo que sea por mucho tiempo.

—Logan, eso es demasiado. —El tono firme y brusco de Daymon sonó ajeno a su personalidad, y lo escuché con distorsión debido al impacto de su análisis—. No necesita oír ese tipo de comentarios.

—Solo estoy siendo realista. —Logan lo miró, con crudeza en sus ojos—. Es estadísticamente improbable que el niño se encuentre bien.

La tristeza extrema, el miedo, la ira y la desesperación en mi interior se mezclaron como una mala receta. Imaginar a Cody muerto iba más allá de mi capacidad de tolerancia, iba más allá de mi comprensión y de mi fuerza.

Todo el mundo reaccionaba diferente cuando no veía salida, cuando una posible realidad era mucho más grande que la habilidad de controlar el sufrimiento. Y en ese momento, en se instante, la única reacción de mi cuerpo ante aquella atroz posibilidad, fue lanzarme contra Logan en un intento desesperado por borrar lo que acababa de decir.

Él cayó al suelo de espalda, con sorpresa en su rostro, pues mi reacción ni siquiera yo misma me la esperaba, y sobre él, con todo el deseo del mundo, me encontraba a pocos segundos de golpearle el rostro y quizá romperle la nariz... Sin embargo, los brazos de Andrew me sostuvieron por atrás y me levantaron para impedirme mi cometido.

—¡Maldito idiota! —le grité a Logan con los ojos empañados de lágrimas, ignorando por completo al chico contra mi espalda—. ¡Mi hermano no está muerto! Cody no... no está muerto. —Mi voz se apagó.

—Cálmate —susurró Andrew a mi oído, tan suave que me hizo sentir como un pequeño animalito salvaje en plena caza—. Sé cómo te sientes, pero esto no arreglará nada. Tranquilízate; solo cálmate, Will, solo cálmate.

Respiré profundo varias veces, sin apartar los ojos de un Logan todavía confundido y molesto, y relajé mis músculos para que Andrew liberara su presión. Me soltó despacio, como si todavía dudara de mi reacción, y cuando lo hizo me sentí de nuevo vulnerable a cualquier otra cosa que ocurriera.

Alejé la mirada de Logan, pero él de mí no; seguía con sus intensos ojos verdes clavados en mis movimientos. Se veía molesto, obviamente, pero se quedó callado y no me atacó con palabras por lo que le hice. Me concentré en los demás presentes, tragué saliva con fuerza, y pasé las manos por mi rostro varias veces; después de casi dos minutos logré reponer el tono de mi voz.

—Daymon, necesito una de tus formaciones —pedí—. No sé cómo organizar un equipo, me vendría bien tu habilidad como estratega.

El aludido sonrió, y en respuesta tomó una servilleta junto a los sándwiches y un bolígrafo que estaba sobre la mesa.

—¡Claro que lo haré! Estaba esperado que me lo pidieras. —Se acercó a mí, mientras intentaba devolverle la sonrisa, pero me fue imposible sonreír después del comentario de Logan—. Dime cómo es el lago. Con un plano similar al lugar será más fácil repartir posiciones.

Asentí, pero fue Andrew quien le explicó la forma que tenía y cuánto espacio había entre la horilla y el comienzo del bosque. Trató de ser lo más preciso que pudo, agregó detalles que yo olvidé por completo, y mencionó también que se encontraba bastante lejos de alguna construcción, o como él lo dijo: «está en medio de la nada».

Daymon garabateó sobre la servilleta todo lo que Andrew le compartió, y al final tenía un dibujo muy completo del aspecto general del lago.

—Bien, espero que se le parezca —murmuró el pelirrojo.

Para una mejor proyección, Daymon tomó la servilleta y con su energía divina consiguió un holograma que ocupara el mismo espacio en la habitación que la ilusión de Hades, para que todos, incluyendo a Cailye en el sofá, fueran capaces de observar.

—Ése es el lago, y como verán hay bastantes arboles a su alrededor, por lo que esconderse será sencillo —explicó el pelirrojo—. Hades es sínico, eligió ese lugar porque Atenea y Apolo murieron ahí. Se quiere regodear y restregárnoslo en la cara. Técnicamente sí se puede abrir un portar incluso en un lugar así, pero será más difícil. Es como cavar una entrada donde hay una pared, no como abrir una puerta. Exigirá más poder y más tiempo.

—¿Qué propones? —indagó Sara, ahora a un lado de Daymon.

—Dividirnos. Lo mejor es aprovechar ese enorme ego que tiene. Alguien debe entretenerlo mientras los demás abrimos el portal, pero eso será después de encontrar al hermano de Ailyn —continuó, observando el holograma frente a él, y como si intuyera mi pregunta, prosiguió hablando—. Y debe ser Ailyn. Solo tiene ojos para ti, si te está mirando poco se preocupará por nosotros. Usaremos el terreno para ocultarnos y abriremos el portar sobre el lago. Pero dudo que Hades esté solo. Si su ejercito aparece necesitaremos protección.

—¿Y eso cómo lo haremos? —quiso saber Evan.

—Tú se encargarás de la barrera —aporté, comprendiendo el plan de Daymon, y miré a Evan a los ojos—. Eres el mejor con la energía divina y eres de los Tres Grandes Dioses. Será más fácil para ti sostenerla.

Él me sostuvo la mirada y asintió de acuerdo, aunque no se veía muy convencido.

—Bien. —Daymon levantó la mano y realizó señales sobre la servilleta para modificar lo que veíamos en el holograma—. Sabemos que Hades es egocéntrico, estará a la vista porque cree que tiene la guerra ganada. —Un punto negro se dibujó sobre el lago, y después uno azul apareció donde el bosque comenzaba—. Evan se quedará cerca de los árboles, a una distancia correcta para ejecutar bien el conjuro en caso de necesitarlo.

—Y Cailye se quedará con él —añadí. La aludida posó de inmediato sus ojos sobre mí, consternada, igual que los demás. Así que me expliqué—. Los demás nos encargaremos de Hades directamente, pero aunque nos acompañes, Cailye, no estás en condiciones de luchar. Te quedarás junto a Evan y lo ayudarás con la barrera.

Después varios segundos, la rubia asintió, resignada; pero tras esa desilusión pude ver el alivio que la recorría al no tener que enfrentar a Hades directamente.

Un punto amarillo se encendió en el holograma, al lado del punto azul cerca del bosque, y Daymon continuó con su plan:

—Sara, Logan y yo nos esconderemos tras estos tres puntos. —Una luz violeta, otra verde, y una naranja se iluminaron en tres direcciones diferentes del lago: norte, oeste, y este—. Usaremos un conjuro de invisibilidad. Mientras que Andrew, Kirok, y Ailyn se acercarán desde aquí. —Tres nuevas luces aparecieron en el mapa, en el sur—. No sabemos dónde está Cody, ni si hay demonios cerca de él, ni siquiera podemos asegurar que Hades se encuentre a plena vista. Todo esto es hipotético, si algo está mal calculado no tendremos tiempo de formar un nuevo plan.

—Cuando estemos cerca lo sabremos —aseguré—. Sentiremos sus presencias a kilómetros. Y esperemos que todo sea como lo pensamos, Daymon, porque en este punto no sé lo que pasaría de lo contrario.

El pelirrojo me miró con un deje de preocupación, pero cambió en seguida a su típica sonrisita.

—Hasta ahora mis planes nunca han fallado. —Volvió su atención a los demás—. El plan es sencillo y está compuesto por dos fases. La primera será para recuperar al hermano de Ailyn, y la segunda se trata de mandar a Hades al infierno. No podemos proceder a la segunda sin completar la primera, así que Cody es nuestra prioridad.

Todos en la sala, excepto Logan y Kirok, asintieron.

—Los chicos y yo lo distraeremos cuando encuentres a tu hermano. —continuó Sara, con expresión seria—. Y cuando esté a salvo abriremos el portal. Pero ¿quién se encargará de debilitarlo para que atraviese el portal?

Todos se miraron unos a otros, hasta que tomé la palabra.

—Eso me corresponde. —Y siete pares de ojos cayeron sobre mí—. Sé cómo conseguir que atraviese el portal, pero para que funcione no puedo abrirlo con ustedes. Consumirá toda mi energía. Abrir el portal dependerá de ustedes.

—Debemos hacerlo todos. No tendría sentido si no —repuso Logan, con un punto.

Para los Dioses Guardianes originales fue tan complicado porque lucharon contra Hades solos, y tras una ardua batalla abrieron la puerta a su mundo y lo empujaron adentro. En el proceso los cinco murieron, algo que se pudo haber evitado con la cooperación de Atenea y Apolo. Pero yo nunca estuve segura de qué tan cierto era eso. Como yo veía las cosas los siete siempre quisieron morir y reencarnar, de lo contrario no habrían hecho el pacto. Pero eso solo era una idea mía sin ningún respaldo.

Y además ya contábamos con una ayuda menos. Cailye no podría someterse a usar tanta energía divina.

Desvié mi atención a Kirok, en un rincón de la habitación.

—¿Sabes algo que nos pueda ayudar? —le pregunté. Y pude sentir cómo la tensión del ambiente volvía a recaer sobre mi familiar.

Él permaneció muy quieto. Me miraba, no a los demás. Y parecía pensar, como si de repente se cuestionara si debía o no compartirlo con nosotros.

—La pared que mencionaron —dijo al cabo de unos segundos. Y sonrió, una sonrisa un tanto macabra que hasta a mí me erizó los vellos de la espalda—, puedo convertirla en puerta.

Hubo un silencio extraño. Todos nos quedamos muy quietos, observando a Kirok, procesando lo que acababa de decir y lo que aquello significaba. No podía ser cierto.

—¿De qué hablas? —insistió Andrew, mirándolo con suma desconfianza.

Kirok hizo una mueca, pero tras mirarme continuó hablando.

—No hay un portal en el lago, pero mi relación con Hades me permite crearlos. Es burdo, pero puedo romper la pared de los mundos hacia el Inframundo. Hacer una puerta para que lo único que deban hacer es abrirla. Eso, si es que no les cuesta problema abrir una simple puerta.

Andrew y Sara lo miraron mal, casi gruñendo.

—¿En verdad puedes hacer eso? —inquirí, evitando sentir esa punzada de alerta en mi cabeza.

Los ojos de Kirok destellaron cuando me miró. Se enderezó y se enfocó en mí de nuevo.

—En un solo sentido sí. Por que no, Luz, no puedo abrir salidas, solo entradas. ¿Cómo creen que Hades salió? Él abre salidas, bueno, eso si no están selladas. —Se encogió de hombros con una sonrisa perversa—. Mitad y mitad, y esa mitad no me tocó. Suerte para ustedes.

Todos lo miramos. Un frio gélido recorrió la habitación.

—¿Le crees? —me preguntó Sara.

Yo miré de nuevo a Kirok, a sus ojos rojos y su sonrisa de diablo, y asentí.

—Entonces lo haremos así —retomé—. Kirok abrirá la entrada, nosotros lo empujaremos y colocaremos el sello cuando haya cruzado. ¿Entendido?

Nadie se opuso, y aunque vi las intenciones de Sara de preguntarme lo que planeaba, cerró la boca y se limitó a observarme con confianza ciega.

—Está bien, confiamos en ti y en tus decisiones. Confío en que no harás ninguna locura.

Intenté sonreír para disimular mis emociones, ya que en la habitación había tres personas que captaban muy bien las intenciones de los demás, pero en el fondo sabía que era mentira. Mi plan, la forma en la que conseguiría mandar a Hades al Inframundo, era tan descabellada, tan impensable, que ni yo misma me lo terminaba de creer.

—Encontré algo que los ayudará. —La voz de Tamara interrumpió la estancia como una tijera, cortando la conversación. Todos nos volvimos hacia ella en ese momento—. Pero son pesadas, ¿podrían ayudarme?

Mis amigos salieron de la casa, dispuestos a ayudar a Tamara, mientras que Evan sostenía a Cailye para que caminara con más facilidad. Uno por uno abandonó la estancia, hasta que me quedé sola con Andrew a mi espalda. Siempre que algo me preocupaba él parecía mi sombra, como si creyera que si él no estaba cerca me suicidaría o entraría en pánico, y no sabía si eso era bueno o malo.

Me dolía la cabeza al pensar en lo que en esos momentos Hades le debía de estar haciendo a mi hermano, imaginar las garras de ese demonio sobre Cody, imaginar sus gritos de dolor, imaginar lo que ese monstruo le podría llegar a hacer... me revolvía el estómago.

Sentí la mano de Andrew sobre mi cabeza, y cómo dio unas cuantas palmaditas con suavidad, como si tratara de consolar a un perro, hasta que se detuvo de golpe y la retiró.

—Haremos que todo salga bien —aseguró él en tono suave. En ocasiones resultaba ser más simpático que de costumbre, y siempre era en los peores momentos, justo cuando lo necesitaba él estaba ahí. Era como si solo en esas ocasiones pudiera mostrar lo que verdaderamente sentía—, ya lo verás.

Y por si no fuera suficiente, me abrazó. Me rodeó con sus brazos sin más.

Sus palabras solo me formaron un gran nudo en la garganta, tanto que me fue incapaz mover mis pies y alejarme de él... Y entonces, simplemente lloré. Justo ahora necesitaba que fuera duro conmigo, que me dijera que si fallaba todos estaríamos perdidos; no que me abrazara y susurrara palabras tranquilizadoras como si estuviera bien lo que ocurriría, tanto si lo conseguía como si no, y eso no era así.

La forma en la que me sostuvo entre sus brazos me hizo sentir diminuta, insignificante e irrelevante; pero al mismo tiempo me hizo sentir que solo por merecer ese gesto de su parte fuera capaz de derrumbar un edificio completo. Y era abrumador. Era asfixiante divagar entre los dos extremos, sin tener la certeza de lo que sentía en verdad. Y todavía no lo sabía. No comprendía si Andrew me hacía más fuerte o débil.

Mis lágrimas mojaron su camiseta, mezclándose con su propio sudor y otros fluidos corporales, dejando un desastre de desesperación liquida en su pecho; la parte superior de su traje protector estaba hecha un desastre, y mis mocos la empeoraban. Mi cuerpo temblaba, pero no estaba segura si era por miedo o era la respuesta de mi cuerpo a su afecto; quizá ambos.

—Mi hermano... —sollocé en voz baja—. Tiene a mi hermano. Tengo... tengo tanto miedo de que... de que algo le pase que no puedo...

Me hundí más en él, y él me abrazó con más fuerza, cortando mis balbuceos.

Si me abrazaba un poco más fuerte me rompería, pero eso era lo que quería, que me abrazara con tanta fuerza que me despertara de toda esa pesadilla.

—Lo sé —se limitó a decir. Pero no fueron sus palabras lo que me llamó la atención, fue el tono que empleó, como si en realidad lo supiera, como si de alguna forma pudiera sentirlo. Se alejó de mí, y posó sus ojos en los míos, cargados de significado e intensidad—. Vamos, debemos irnos, los demás deben estarce preguntando por qué tardamos tanto.

Andrew me sostuvo por los hombros, y no fue hasta que segundos más tarde observó mi asentimiento que se dirigió a la puerta principal, llevándome con él en el proceso.

Me limpié muy bien mis mejillas antes de poner un pie fuera de la casa, puesto que no quería que los demás me vieran llorar, como si no tuviera ni la más pequeña idea de lo que haría. Me froté tan fuerte el rostro que se tornó rojo, pero aun así no me detuve hasta que los rastros de lágrimas desaparecieron.

Afuera, lo primero que captó nuestra atención fueron las tres motos todo terreno que se encontraban en el antejardín, todas negras con detalles verdes, como si fueran parte de la misma serie. Sus grandes cuatro ruedas apenas dejaban espacio para dos personas en cada moto, y supe por el tipo de serie que su motor era mucho más poderoso que el de mi Suzuki.

Mis amigos las observaban no muy seguros de que esa fuera una buena idea, ya que debían de ser bastante ruidosas; mientras que Kirok ni siquiera les prestaba atención ya que sus ojos solo tenían tiempo para buscar en el cielo probablemente a una lechuza de mal carácter.

—Esto es todo lo que tengo —comunicó Tamara al tiempo que sacaba al jardín la cuarta moto con ayuda de Daymon. Nos miró a todos con una expresión más triste que la de antes, y continuó hablando, esta vez con más nostalgia—. Son de mi esposo, es coleccionista aficionado de este tipo de cosas; incluso tiene una habitación solo de objetos relacionados con las carreras y las motos.

—¿Dónde está él? ¿Está bien que las usemos? —preguntó Cailye.

La mirada de Tamara reflejó preocupación.

—Está en Florencia. —Y fue ahí donde el ánimo de todos se fue al piso. Todos se quedaron callados, sin saber qué decir ni cómo responder a eso. Florencia, Italia, el centro del apocalipsis, un verdadero Aqueronte en esos segundos—. Fue por un traje de piloto que consiguió en una subasta. —Medio sonrió, y debió de adivinar nuestros pensamientos ya que agregó—. Sé que se encuentra bien, y no se preocupen, cuando sepa que es para ustedes se sentirá muy honrado.

—Muchas gracias, Tamara —dije, tratando de darle la razón a sus palabras—, nos encantaría haber conocido a tu esposo. Cuando las devolvamos quizá él ya estará aquí.

Una cálida sonrisa se apoderó de su rostro, que junto a la esperanza latente que desprendía provocaban en mi interior esa punzada que anunciaba la reacción de la Luz de la Esperanza dentro de mí. Aquel único latido era renovador, inspirador, era como si me diera la oportunidad de ver a color lo que antes vi gris.

Ese era el aspecto de la fe, de la esperanza, te permite ver de un color diferente aquello que crees perdido; es un mundo entero de colores que te dicen sin palabras que todo puede mejorar. Era algo increíble, y entendía por qué Pandora la deseaba con tanto anhelo.

—Lo sé, y espero con ansias que él los conozca a ustedes.

Me vi la vuelta hacia las motos, pero entonces recordé un dato importante que se me escapaba, así que me volví hacia la dueña de la casa.

—Una última cosa, ¿conoces el lago de la leyenda? —indagué.

Arrugó en entrecejo, desconcertada, y lo meditó un momento.

—¿Cuál leyenda?

—La de Apolo y Atenea, la de su muerte. ¿Sabes algo al respecto?

—Ah, te refieres al Lago de los Recuerdos —recordó—. No sabemos el nombre real del lago, pero por la leyenda le decimos el Lago de los Recuerdos. Esa la leyenda más hermosa, pero trágica, de todas. Dicen que el reflejo que muestre el agua será el rostro de tu alma gemela, de tu verdadero amor, por lo de la muerte de los dos amantes.

—¿Sabes dónde se encuentra? —continué.

—Atravesando el bosque, creo, no estoy muy segura. No conozco a nadie que haya ido, el bosque puede ser un completo laberinto hasta para nosotros. Solo sé que queda al oriente de aquí, por las indicaciones que menciona la leyenda, no tengo ningún otro dato, lo siento.

Sonreí; a pesar del agotamiento mental que consumía mi cabeza me acerqué a Tamara y la abracé. Ella nos salvó, sin ella no sabía qué habría sido de nosotros; le debíamos mucho, y un simple abrazo no sería suficiente para agradecerle todo lo que hizo por unos completos extraños.

—No sabes cuánto te lo agradecemos —susurré mientras la abrazaba—. Sin tu ayuda mi amiga hubiera muerto, sin ti no tendríamos fuerzas para seguir. Gracias, Tamara, eres nuestra heroína.

Me alejé de ella y la contemplé a los ojos por un segundo. Estaba cerca de soltarse a llorar y sus manos temblaban; quizá se debía a la emoción, o tal vez solo se sorprendió.

—Fue un placer, un honor ayudarlos. Siempre soñé con conocerlos, y ahora están en mi casa... Yo debería agradecerles por confiar en mí.

La tomé de las manos, sin encontrar más palabras que un único gesto que demostraba mi gratitud; asentí lentamente, y le aconsejé que entrara a su casa antes de que algo ocurriera por nuestra presencia. Ella accedió, y luego de desearnos suerte ingresó a su casa rodeada de artemisas.

Cuando me volví hacia mis amigos noté que Sara y Daymon ya habían elegido una moto para ellos, al igual que Cailye y Evan; por el contrario, ni Andrew, ni Kirok, ni Logan, se acercaron a ninguno de los dos vehículos restantes.

Suspiré. Esos tres me traían problemas innecesarios.

—Andrew con Logan y Kirok conmigo —anuncié, y sin dejarles tiempo para reclamar continué—. No tenemos tiempo para sus quejas y mucho menos para discusiones. Así que no lo hagan más difícil, ¿de acuerdo?

—No irás con él. —Andrew fue el primero en hablar, apuntando su dedo a Kirok con el ceño fruncido—. Es más peligroso ir con ese demonio que con Rizzo.

—Y es más peligroso para todos que Kirok vaya contigo —contraataqué—. Solo hazlo, Andrew, no va a pasar nada.

Quizá fue la forma en que lo miré, o la súplica en mis palabras para que no alargara el tema, pero se limitó a mirarme fijamente, como si estuviera más enfadado conmigo que con Kirok; y luego de fruncir el ceño con más fuerza se dirigió a una de las motos, y sin decir palabra se acomodó el casco, mirando todavía mis ojos, a la espera de un cambio de opinión.

Me dolía la cabeza de pensar en que a partir de ese momento tendría que lidiar con el comportamiento de ese par, y que además debía soportar los comentarios de Logan. Siempre que algo estaba complicado, podía complicarse todavía más.

Busqué a At con la mirada entre toda la niebla, pues había olvidado que tal vez ella nos podría ayudar a encontrar a Hades. La vi como mancha sobre el tejado de la casa, observándonos a todos excepto a una persona en particular, a propósito.

—At —llamé, en voz tan baja que solo ella, gracias a sus súper oídos de lechuza, pudiera oírme—, ven aquí.

Posó sus ojos en mí y en unas cuantas aleteadas llegó a mis hombros.

—¿Sabes cómo llegar al lago donde moriste?

Me miró como si fuera una completa loca, con una ceja alzada y todo, y habló con cierta amargura.

«—Gracias por el tacto, se te agradece tu sutil manera de preguntarme si sé en dónde está mi tumba. —Rodó los ojos negros de ave—. Y sí, genio, obviamente sé cómo llegar, conozco cada rincón de este país.»

—Excelente —Ignoré su sarcasmo—. Guíanos.

«—De cuerdo, solo sigue mi voz, y no dejes que el demonio de Dark se entere de mi ubicación, lo último que deseo es soportar su revoloteo de nuevo.»

La miré con curiosidad mezclada con confusión, pero entendí que ese no era el momento para preguntar así que solo lo dejé pasar. Me abroché el casco mientras el ave emprendía de nuevo su vuelo.

Una vez me acomodé en la moto que no estaba acostumbrada a manejar, Kirok se me acercó, y sin decir nada se colocó su casco. Era extraño verlo callado, alejado, como si sus movimientos fueran más robóticos que naturales. Tal vez se debía a la presencia de At, quizá había algo del pasado que su cercanía revivía y eso le desagradaba.

—Kirok —llamé, pero no me prestó atención—. Kirok, te estoy hablando. —Parpadeó un par de veces y posó sus ojos en mí—. Te estás poniendo el casco mal.

Me empiné para acomodarlo, consiente de sus ojos rojos sobre mis movimientos. Por un par de segundos seguía ausente, hasta que pareció volver a la realidad y su mirada recobró la confianza y petulancia que lo caracterizaba. Sus ojos brillaron en cuanto se posaron en mi rostro a centímetros de su barbilla.

—Esa es una posición bastante insinuante, tu rayito de sol podría enfadarse —comentó, y podría jurar que casi me atraganté con mi propia saliva cuando lo dijo.

Me alejé de él en el acto, y al contemplar su sonrisa perversa solo pude soltar un bufido irritante. No dije nada más, no le vi el caso, así que me dispuse a encender el motor de la moto, al igual que mis amigos.

—Síganme, creo recordar el camino —comuniqué, y al no escuchar quejas, emprendí la marcha mientras seguía la voz de At que me indicaba por dónde ir.

Casi una hora después el motor de las motos era el único sonido predominante en el ambiente, mientras avanzábamos por el frondoso bosque a nuestro alrededor.

El atardecer casi terminaba, para dar pie a la noche, tiñendo el cielo de tonalidades naranjas y rosadas, hasta que la niebla poco a poco desapareció y todo parecía tan normal que asustaba. Era aterrador cómo se podía ver tan monótono un atardecer, con sus estrellas y rayos opacos, como si todo estuviera bien.

«—Estamos cerca —informó At en mi cabeza—. El lago se encuentra a dos kilómetros. Es mejor parar aquí.»

Bajé la velocidad hasta que pude frenar y unos segundos después los demás me imitaron. Todos posaron sus ojos en mí, a la expectativa, mientras yo me limitaba a pensar.

—¿Por qué paramos? —preguntó Sara.

—Estamos cerca del lago —anuncié, con el corazón tomando un nuevo ritmo apresurado.

Traté, en verdad traté de controlar mis emociones para no hacer algo de lo que después me arrepentiría, pero me era imposible manejar el manojo de sentimientos que me consumían, el nudo en la garganta y el leve temblor de mi cuerpo.

—¿Cómo lo sabes? —quiso saber Logan.

Kirok aumentó la fuerza que empleaba en sostener mi cintura. Me removí incomoda ante su cambio de presión en mi dorso, hasta que comprendí su gesto.

—Lo puedes sentir, ¿verdad? —inquirí, consiente de la atención de los demás sobre mi comentario—. Lo que queda de su lazo te permite sentir cuando está cerca, es muy pronto para que desaparezca por completo.

—Así es —admitió, en voz ronca y despacio—. Está a varios metros, pero no sé con exactitud dónde.

Tragué saliva y me bajé de la moto. Mis amigos me imitaron, como sombra, y caminé unos pasos adelante hasta divisar el reflejo cristalino del lago a varios metros adelante, demasiado para ser vistos por cualquier cosa.

—¿Está ahí? —Le pregunté a Kirok.

Los ojos de Kirok emitieron un brillo rojo sobrenatural. Los entrecerró y levantó un poco la barbilla.

—Sí, pero está oculto con algo. Se siente como si estuviera tras una pared.

—Bien —asentí—. ¿Sientes algo más cerca de él? ¿Una presencia humana? ¿Demonios? ¿Deidades? Lo que sea.

Cerró los ojos un par de segundos, meditando, y cuando los abrió brillaron de un rojo más intenso, asustándome por un momento por lo poco usual de su aspecto.

—No, solo él.

—¿No les parece extraño que no haya demonios? —comentó Sara mirando de un lado a otro con atención.

—Es de Hades a quien nos referimos —mencionó Andrew, con el ceño fruncido—. Debe tener una buena razón para esto. Sabe que venimos, nos espera.

Noté que Evan estaba ayudando a Cailye a mantenerse de pie, mientras murmuraba un conjuro para que se sintiera mejor. Desvié la mirada, puesto que contemplar su estado me ponía todavía más ansiosa. Y no solo era ella. Todos nos veíamos golpeados, llenos de rasguños y mugre; sin duda no era la imagen perfecta de un héroe. No teníamos heridas, se habían sanado en su mayoría, pero la ropa no podía curarse. Los trajes protectores recibieron el mayor daño, sin ellos estaríamos peor.

Me alejé del grupo unos pasos para poder hablar con At, aprovechando que los demás debatían de nuevo la estrategia de Daymon, ahora que no había demonios y teníamos una visión más concreta de la situación.

—At —llamé en voz baja.

En respuesta, la emplumada lechuza descendió de los aires para posarse sobre mi hombro como lo hacía usualmente. Sus oscuros ojos no reflejaban gran emoción, y aun así no despegaba la vista del grupo, o mejor dicho, de Kirok.

—¿Podrías sobrevolar el lago? Necesito saber si Cody está ahí —pedí.

Me miró y, luego de examinar mi rostro suplicante, sin decir ni una palabra asintió y alzó vuelo en dirección al Lago de los Recuerdos.

La vi alejarse y perderse en la escasa niebla que aún quedaba en el ambiente. Me di la vuelta y me acerqué a los demás antes de que notaran mi ausencia.

—¿Y bien? ¿El plan que teníamos lo podemos usar? —inquirí.

—Según como están las cosas, es posible que sí —explicó Daymon, con la servilleta de antes en la palma de su mano—. Hades está en el lago, y si es como creemos debe encontrarse a plena vista o al menos muy llamativo, lo que no sabemos es en dónde está Cody. Tu familiar creará la puerta cuando nos acerquemos, abrirla dependerá de nosotros.

En ese momento At volvió de su recorrido. No la vi, pues conservó la distancia, pero sí escuché su voz en mi cabeza.

«—Tu hermano se encuentra a la horilla del lago, pero no vi a Hades. Está ahí, sentí su presencia, pero está escondido. Y, Ailyn, ten cuidado.»

Tragué saliva disimuladamente, y dejé salir un suspiro entrecortado que trataba de expulsar el miedo que me carcomían por dentro; me concentré de nuevo en la conversación, evitando pensar en la cantidad de cosas que podían salir mal.

—Cody está cerca del lago —informé—, si seguimos con el plan inicial recuperarlo será como lo predecimos.

—¿Y cómo lo sabes? —interrogó Logan, cruzado de brazos y con los ojos sobre mí.

Me mordí la lengua, sin saber cómo responder. Él comenzaba a sacarme de quicio.

—Es mi hermano, estoy segura de que se encuentra cerca del lago. Hades no lo tendrá lejos, si Cody está en el lago él también.

Todos me miraron, cada uno a su manera, y gracias a Daymon que continuó con el plan nadie rebatió mi razonamiento.

—Bien, entonces nos acercaremos como lo acordamos. Kirok derribará el muro, Andrew te ayudará a recuperar a Cody mientras preparamos el conjuro para abrir la puerta cuando Kirok termine. Te encargarás de Hades mientras tenemos todo listo. Evan y Cailye serán el plan B por si Hades llama a su ejército, se encargarán de la barrera. Sara, Logan y yo estaremos aquí —señaló un punto en el bosque—. Si algo se sale del plan llegaremos a ustedes en dos segundos. —Hizo una pausa. Se acarició la barbilla, como si dudara de algo—. Entre los tres podemos sentar la base para abrir la puerta que cree Kirok, pero necesitamos que los siete la abramos para que funcione.

—¿Cómo lo harán? Los preparativos —pregunté.

—Hebe mencionó la forma durante el entrenamiento —contestó Evan con amabilidad, sin el reproche que dicho por otra persona hubiera sonado mal—. Los elementos serán las manos que abran las puertas. Los Dioses Guardianes originales lo hacían por sí mismos, nosotros necesitamos ayuda. Los elementos... son hijos de Gea, y Gea es todo. Ellos empujarán la puerta, controlarlos depende de todos.

—Así todos juntos abriremos el portal —terminé—. Yo me encargaré de que cruce.

Todos asintieron con firmeza, y nadie, ni siquiera Logan, se opuso al plan.

Mi cuerpo amenazaba con colapsar, la adrenalina arremolinada en mi interior no daba tregua. Sentía miedo, más que nunca en mi vida; el escalofrío constante en mi espalda me susurraba que retrocediera, que solo corriera lejos del lago, pero mis pies seguían avanzando por entre los árboles con rumbo al Lago de los Recuerdos.

Miles de ideas, millones de pensamientos surcaban mi cabeza, abrumándome más de lo que podía imaginar. Aparté todas mis dudas y preocupaciones a un lugar lejano de mi mente, donde no hicieran eco, y a paso firme continúe mi camino al lado de Andrew y Kirok.

Avanzamos en silencio, con el ambiente más incómodo y tenso que podía imaginar. Podía oler el odio mutuo que existía entre los chicos mientras los dos miraban a lados diferentes del bosque, que junto con la incertidumbre de lo que sucedería al segundo siguiente daba como resultado un mal sabor de boca.

Unos metros adelante, justo cuando el lago se encontraba a pasos de nosotros, el césped se empezó a cubrir de escarcha producto de la nieve. El agua del lago se congeló poco a poco, y al igual que el pasto los árboles se vieron afectados por el cambio de temperatura. El traje de Andrew, al igual que el mío, se tornaron de gris oscuro a negro junto con el ambiente, como un protector térmico.

¿De dónde venía el hielo? Hacía más frio, todo parecía ir más lento y el bosque se quedaba sin vida conforme nos acercábamos al lago.

Estiré el cuello para inspeccionar la escena, en busca de mi hermano, pero el lugar estaba completamente desierto. No había rastro de Cody y tampoco de Hades, ni siquiera podía percibir la presencia de alguna otra criatura ahí...

Y de pronto una nube oscura cubrió el ambiente, como una vela apagándose. Los vellos de mi cuerpo se erizaron, y un escalofrío terrorífico recorrió mi columna vertebral como el toque de la muerte. Eso no era miedo, era algo más, mucho más espantoso que sentir miedo. Era una sensación asfixiante, como si tratara de respirar bajo el agua.

El viento sopló, moviendo mi cabello, y después solo pude ver el césped escarchado dirigirse hacia mí. Me golpeé las rosillas y luego la cabeza en el momento en que algo tan rápido como una bala pasó junto a mí, tirándome de bruces al suelo.

Fue tan rápido que apenas me di cuenta de que me impacté contra el césped. Mi cabeza dio vueltas un segundo, antes de recobrar la plena visión. Justo cuando me preparé para levantarme, se escuchó el inconfundible sonido de la risa de Hades, y aquello solo sirvió para congelar mi corazón por una fracción de segundo.

La mano de Andrew me ayudó a levantar, y cuando ya me encontré de pie no pude pasar por alto la mirada conmocionada del chico de ojos oscuros, ya que parecía estar realmente confundido mientras observaba mi abdomen.

—Tu traje... —musitó, y al hacerlo me percaté del ligero ardor en esa zona.

Bajé la mirada en el acto, y me encontré con una larga cortada que abarcaba gran parte de mi abdomen alto, bajo mi pecho. La tela del traje estaba igual de rasguñada, lo que me pareció imposible debido a la calidad del material. Ese traje fue hecho por Astra, el que perdiera su efectividad... se debía a que ella ya no podía mantener el conjuro, y por ende perdían sus efectos como el conjuro de mi casa.

Andrew acercó sus dedos al corte, uno que era visible solo por una fina línea de sangre, demostrando lo superficial que era; de haber sido más profundo no podría moverme debido a la cantidad de sangre perdida.

Sus ojos se encontraron con los míos, como si los dos nos preguntáramos lo mismo, pero no tuvimos tiempo para dar respuesta a lo que no conocíamos. En ese momento Kirok se adelantó un par de pasos y se ubicó frente a nosotros, dándonos la espalda como si quisiera protegernos con su cuerpo.

De nuevo se escuchó el sonido de la risa malévola de Hades, y por segunda vez, algo o alguien pasó tan rápido por nuestro lado que cortó el aire, dejándonos unos segundos sin oxígeno. Tosí, al igual que Andrew, ya que al parecer a Kirok no le afectó, y esta vez un rasguño igual que el anterior apareció en mi antebrazo.

Recorrí el lugar con la mirada, sin saber lo que acababa de ocurrir, hasta que simplemente lo vi. De un momento a otro me encontré con una figura corriendo hacia mí a una velocidad imperceptible; pequeña, delgada, ligera... La reconocí con horror justo cuando pasó por mi lado y realizó un pequeño pero mortal corte cerca de mi ojo izquierdo.

La velocidad me desestabilizó, haciéndome retroceder unos pasos hasta que choqué con el cuerpo de Andrew, que recibió mi peso. Me llevé la mano al rostro y comprobé, por la sangre, que en efecto esa persona por tan solo milímetros casi me dejó ciega.

La silueta de dicha persona se ubicó varios metros delante de nosotros, cerca la orilla del lago. Con un extraño sentimiento observé su baja estatura, cabello castaño, y ojos vacíos cuyo brillo se había extinguido, como si no tuviera alma. Se veía apagado, serio, ausente.

Él... no se encontraba ahí.

El aire escapó de mis pulmones y mis manos empezaron a templar. Abrí los ojos de par en par, e intenté caminar hacia él por inercia, pero Andrew cruzó su brazo frente a mí, impidiéndome el paso.

—Cody... —susurré, pero más pareció un sollozo.

Tal vez si no creyera que mis piernas me fallarían en cualquier momento, intentaría evadir a Andrew; pero el nudo en mi estómago me lo impidió. No estaba segura de mi reacción, no confiaba en mis acciones. Era Cody, no había nada en el mundo que no fuera capaz de hacer por él.

Y él...

Imposible.

—Cody —llamé, sin apartarme de mi lugar—. Cody, soy yo. Soy Ailyn, tu hermana. —Pero él no se movió. Mi corazón se me atragantó en la garganta—. Cody, ven enano, ven aquí. —Moví mis brazos para llamarlo, igual a como llamaría a un animalito asustado—. Ven...

La carcajada de Hades interrumpió mis llamados abruptamente, provocando que la sangre se me helara por segunda vez. Mi corazón se aceleró, y lo único que pude hacer fue buscar con la mirada al responsable del estado de mi hermano.

—No gastes tu tiempo. —La voz de Hades hizo eco en el lugar—. Él nunca te escuchará, es mío ahora.

—¿Qué le hiciste? —Los ojos me ardían mientras mantenía la mirada sobre mi hermano. Mi corazón iba a estallar—. ¡Responde, ¿qué demonios le hiciste?!

Finas líneas de humo negro aparecieron sobre el lago congelado, danzando con elegancia; al comienzo no tenían sentido ni forma, hasta que se unieron para dar origen a la figura de Hades: un hombre de pálida piel y cabello cuan carbón al igual que los ojos, vestimenta extravagante y una sonrisa de victoria que se convirtió en la imagen más irritante que conocía.

Kirok se mantuvo firme, al igual que Andrew a mi lado, los dos con los ojos fijos en el rey del Inframundo. Me mordí la lengua, reprimiendo las acciones que Andrew me impedía. La ira subía y bajaba por mi cuerpo, chocándose con el terror. Quería lanzarme sobre Hades, arrancarle los ojos y obligarlo a devolverme a Cody, pero no lo conseguiría tan fácil; todavía no era tan fuerte. Enfrentar a Hades yo sola era simplemente suicidio.

Cuando vi el reflejo de cristal en los tres puntos cardinales que acordamos, supe que si hacía algo fuera del plan que comprometiera el objetivo final mis amigos pagarían las consecuencias. Ellos estaban ahí, dándome tiempo para recuperar a Cody, no podía solo pensar en mi hermano, no podía darme ese lujo de nuevo, por mucho que me doliera.

—Solo lo que tenía que hacer —respondió Hades con aire suficiente—. Está vacío ahora, no conoce ni ve a nadie más que no sea yo. Es mi nueva mascota, un muñeco sin alma.

Sonrió, con petulancia y maldad. Me fue imposible hablar, e incluso respirar; todavía no podía procesar las palabras de Hades, ni la mortalidad con la que las pronunció. Nos barrió con la mirada y la detuvo en Kirok con total frialdad.

—Veo que ahora eres uno de ellos; nunca creí que te prestaras para sus juegos. Siempre tan leal, siempre acatando cada orden con obediencia y sin refutar, hasta ahora. ¿Qué te ocurrió, Dark? ¿Qué te diría Perséfone si te viera ahora? Estaría tan decepcionada... Tantos años en mi familia para que ahora quieras jugar a ser Dios Guardián, qué bajo has caído.

Noté las manos de Kirok cerrarse en puños de frustración, pero mantuvo la postura firme, seguro de sí mismo y de sus palabras.

—No tan bajo como tú, que tuvo que hacer un trato con una bruja para conseguir lo que quería, sacrificando el amor de su esposa a cambio —contraatacó Kirok con gracia, pero con palabras cargadas de veneno—. No tenías el poder para liberarte por tu cuenta y jamás lo tendrás.

El entrecejo de Hades se frunció levemente.

—No sabes cuánto me arrepiento de no haberte incinerado el día que te creé, me has traído más problemas en un día que en miles de años. Eres un error, una completa desgracia, lo supe desde que te enamoraste de...

—Sí, bueno, supongo que me di cuenta de que permanecer a tu lado era condena de algo mucho peor que la muerte —lo interrumpió Kirok, moviendo sus hombros para enfatizar—. Y no te ofendas, pero no me quería hundir en ese barco.

Mi familiar hizo una señal con la mano, para hacerme entender que era el momento, que debíamos recuperar a Cody antes de que se percatara de la presencia de mis amigos a escasos metros de nosotros.

Miré a Andrew de reojo, y él asintió sin dejar de observar a Hades; volví la mirada a mi hermano, y traté de no correr hacia él en ese mismo instante. Tan solo debía esperar un poco más...

—Eres un bastardo, así naciste y así te regresaré al olvido —escupió Hades, con los ojos llenos de locura contenida al observar a Kirok, sin enterarse de los movimientos de Andrew.

Kirok sonrió, una sonrisa diabólica y perversa, oscura, como si fuera estuviera pensando en un chiste de mal gusto.

—Por algo dicen que los hijos se parecen a sus padres, papi.

Una flecha azul cortó el viento sobre mi cabeza, con dirección hacia Hades. El dios de la muerte enfocó sus ojos en el proyectil justo antes de que éste impactara contra su campo de fuerza; sin embargo, aquella no era una flecha más de Andrew, por el contrario, estaba tan cargada de energía divina que un inmenso destello de luz dorada inundó el bosque en el momento en que las dos fuerzas se encontraron.

Mientras la luz dorada todavía bañaba la parte visible de Hades, tanto Andrew como Kirok saltaron a su encuentro al mismo tiempo. Los vi acercarse al rey del Inframundo en medio de un mar de luz, para distraer al dios hasta que yo recuperara a Cody.

Sin perder un segundo más corrí hacia mi hermano, a la horilla del lago, tan rápido como pude. Lo vi acercarse a mí, y ansiosa, estiré mi mano para halarlo a un lugar seguro. Sin embargo, en cuanto nos encontramos a centímetros de distancia, me obligó a detenerme en seco cuando una daga de brillo oscuro apuntó su filo a mi cuello.

Tragué saliva y lo observé a los ojos por una fracción de segundo; pero no tuve tiempo de hablar.

Agitó su arma frente a mí, con el objetivo de herirme, dándome tiempo solo para retroceder de un brinco improvisado. Aterricé con torpeza, sin saber cómo tomar sus acciones ni chance de levantarme.

El siguiente golpe llegó luego de dos segundos. Invoqué mi Arma Divina con gran fluidez y atajé el ataque con mi espada, de forma que ambas armas chocaran, pero más fue un reflejo que por seguirle el juego de lo que fuera que intentara hacer.

Ejerció más presión en su arma, tratando de acorralarme contra el césped lleno de escarcha. Sus ojos se veían opacos, sin rastro del brillo de la vida; era como si en verdad le hubieran arrebatado el alma.

—Cody, escúchame, soy yo, tu hermana mayor. —Mi voz sonaba débil por mucho que tratara de que sonara firme—. No puedes pelear contra tu familia.

Pero él no parecía escucharme. Se separó de mí y volvió a atacar al instante; esta vez, cortó parte de mi traje sobre mi pecho, donde se ubicaba mi corazón. Me arrastré unos pasos y me incorporé justo a tiempo para esquivar otro de sus golpes, mientras el lugar se veía iluminado por las luces de la energía divina de los chicos.

Vi, de soslayo, los reflejos de mis amigos detrás de los árboles dirigirse hacia Hades, para apoyar a Andrew y Kirok; debieron llegar a la conclusión de que la situación necesitaba más que unos segundos para solucionare, y que su forma de ayudar era enfrentando a Hades.

Me concentré en mi objetivo principal y me di la vuelta para encararlo, pero lo único que conseguí fue un nuevo corte en la mejilla, cortesía de Cody. Me agaché y esquivé otro de sus ataques, pero no podía quedarme toda la noche evitando a mi hermano.

Ese no era mi hermano, él no era bueno luchando, mucho menos con un arma tan pequeña. Esa persona frente a mí era un cascaron vacío con la apariencia de Cody. Retuve mis lágrimas tanto como pude, para no derrumbarme en un momento así, mientras intentaba tragarme el nudo de la garganta.

Debía detenerlo, debía recuperarlo, pero no podía lastimarlo. Y con un solo golpe en serio con mi espada, no solo lo derrotaría, también lo mataría. No sabía qué hacer; un combate con Cody jamás lo consideré.

Volví a retroceder, evitando de nuevo sus ataques. Intenté tocarlo para desarmarlo, pero movía la daga tan rápido y con un grado tan alto de agilidad que se me hizo imposible; era mejor que yo con las dagas. Busqué sus ojos con la mirada, pero solo conseguí más ataques de aquel muñeco vacío que antes era mi hermano menor.

En ese momento una gigantesca oleada de magia negra se extendió por el lago, de aura pesada y oscura. La sensación me provocó nauseas, y cuando me dispuse a levantar la mirada hacia donde debería estar Hades batallando con mis amigos, solo pude distinguir su silueta imponente y furiosa mientras me observada desde lo alto.

—¡Suficiente! —exclamó, y su grito resonó en todo el lugar como un eco.

Los cuerpos de mis amigos cayeron a mi lado, como si hubieran recibido un gran golpe. Contuve la respiración, pensando lo peor, pero la dejé salir en cuanto me percaté de que se movían intentando recuperar la estabilidad. Los golpes en su cuerpo, al igual que los cortes sobre sus trajes me decían que lo dieron todo para frenar a Hades, pero no consiguieron más que dolor físico.

Me levanté con rapidez, con la espada en posición de ataque, decidida a hacer lo que fuera para recuperar a Cody; no obstante, él no intentó atacarme. Lo vi parado cerca del lago congelado, con la daga en la mano, mirando a la nada y sin mover un solo musculo.

Corrí hacia él sin pensarlo dos veces, consiente de la mirada de Hades sobre mí a través del aura oscura que cubría el lugar; sin embargo, una fuerte ventisca me frenó el cuerpo, impidiéndome avanzar.

Otra ventisca, pero mucho más fuerte que la anterior, no solo me lanzó contra el suelo, sino que también lo hizo con los demás. Sara, Daymon, Logan y Andrew se encontraban agazapados contra el suelo, sujetando el césped para no salir volando en cualquier momento; mientras que Kirok solo permanecía parado al lado de un árbol.

Rodé por el suelo unos metros, borrando el progreso que llevaba, hasta que me encontré con una raíz de árbol sobresaliente de la tierra y me sujeté a ella con todas mis fuerzas mientras que con la mano libre sostenía el mango de mi Arma Divina.

—No puedes recuperarlo. —La voz de Hades, cargada de satisfacción, predominó en el lugar—. Ahora es solo mío. Sin embargo, si tanto te interesa recuperar a un débil humano, te ofrezco un trato.

Fruncí el ceño y apreté la empuñadura de mi espada tan fuerte que mis nudillos me dolieron. Sabía lo que diría, estaba preparada para escucharlo, pero aun sabiéndolo no podía impedir que el dolor de esa decisión me atormentara.

—Entrégame la Luz de la Esperanza y a cambio le devolveré su alma. —Su sonrisa victoriosa se amplió al mismo tiempo que entrecerraba los ojos con interés—. No te pertenece, para empezar, jamás fue tuya. Y como supongo, Dark ya te puso al tanto de Pandora, así que evítate más dolor y deshazte de ella. Después de todo, cuidar la Luz de la Esperanza siempre te ha traído problemas, desde el comienzo. Por ella no escapaste con tu amante y por ella ahora perderás a tu hermano. No vale la pena sufrir por algo que no te corresponde. Te ofrezco una salida.

Un dolor punzante, como una aguja caliente, se insertó en una parte de mi corazón que no sabía que tenía. Sentía el dolor de At como si fuera mío, sentía su desesperación porque ahora era mía.

Quería llorar, y no pude evitar que una lagrima se escapara de mis ojos, una que la ventisca se llevó. Me aferré con más fuerza a la raíz bajo mi mano, e intenté buscar una solución a ese problema. Decirle que no había trato no era una opción, pero entregarle la Luz de la Esperanza tampoco.

—¿Y bien? —insistió.

—No te daré la Luz de la Esperanza —mascullé por inercia, solo para recordármelo a mí misma, pero estaba segura de que él me escuchó.

Soltó una carcajada gozosa y casi loca, luego chasqueó sus dedos con seguridad, y en respuesta a su gesto Cody acercó la daga a su cuello, con la hoja tan cerca de su piel que con un poco más de presión cortaría su arteria carótida.

Lo miré horrorizada y con el corazón en la boca al comprender lo que trató de decir, sin saber si mis pulmones seguían funcionando. Justo entonces, me obligué a no moverme, a seguir sujeta a esa raíz lo más firme que pude, para no perder la cabeza en ese instante; traté de no especular, de no imaginarme cosas, pero eso era imposible con mi hermano en esa posición.

—¿Qué crees que suceda primero?, ¿que su alma se vaya para siempre al poso de Cocito, o que su cuerpo se desangre frente tus ojos? — siguió él—. Con tan solo una orden tu hermano desaparecerá para siempre. Y como sabes, pequeña Atenea, la muerte no tiene cura. La decisión es tuya, o lo salvas o lo condenas. Tú decides a quién salvar.

Era capaz de sentir las miradas de mis amigos sobre mí sin la necesidad de verlos a la cara. Podía percibir los ojos penetrantes de Andrew y los expectantes de Logan, tanto como sentir la preocupación de Sara y Daymon a flor de piel.

La adrenalina corría por mis venas como río sin represa, el sudor de mi rostro entraba en mi boca y mis manos se sentían más frías que la nieve bajo mi cuerpo. Mis piernas temblaban al igual que el brazo que me sostenía, y el sonido de mi corazón era lo único que escuchaba dentro de mi cabeza.

Estaba tan aterrada y preocupada que me encontraba al borde de la desesperación. Me obligué a mí misma a conservar la calma, a no perder la cabeza en un momento así. Me presioné a pensar, a razonar por una vez en mi vida en lugar de actuar por instinto y saltar al vacío sin un plan.

No podía entregarle a Hades la Luz de la Esperanza, pero tampoco podía perder a mi único hermano. Si le daba lo que quería no podía saber lo que ocurría con la humanidad, pero si no lo hacía, Cody pagaría las consecuencias de una guerra que no era su asunto. No podía elegir entre salvar al mundo o a mi hermano, era una decisión imposible de tomar para una humana con poderes divinos como yo.

Estaba acorralada...

«Llámalo, grita su nombre.»

Una voz desconocida resonó en el interior de mi cabeza. Era una voz diferente a la de At o a la de la mujer de mis sueños, aquella voz sonaba más melodiosa pero dolida que las anteriores. Podía notar el sufrimiento en sus palabras.

«Tu voz lo alcanzará como te alcanzó la mía. Recupéralo. Es tu familia y ese amor es más fuerte que la muerte. Confía en él y confía en ti.»

No tenía cabeza para encontrarle lógica, solo seguí su consejo porque no tenía nada más de donde aferrarme. No sabía qué hacer, pero si la esperanza era lo único que me quedaba entonces me aferraría a ella con mi vida.

—No dejaré que lastimes a mi hermano —decreté con la cabeza gacha, y al hacerlo noté la risa satisfecha y victoriosa de Hades, al igual que el brillo oscuro en sus ojos—. Pero tampoco permitiré que obtengas la Luz de la Esperanza.

Contra la intensa corriente de viento y la dificultad que suponía, me incorporé. Observé en mi muñeca el brazalete que Cody me dio cuando partí de casa, y leí atentamente las palabras gravadas en él. Levanté la mirada, para dirigirla a mi hermano, y susurré con suavidad:

—Tu familia... te espera. —Al no recibir respuesta física por parte de Cody, grité con toda la fuerza de mis pulmones—. ¡Tu familia te espera!

Esta vez, como milagro divino, Cody movió los músculos de su rostro. Me había escuchado, la frase que él mismo había grabado en mi brazalete lo había alcanzado. Si eso lo hizo, yo también llegaría hasta donde su verdadero yo se escondía, esa era mi esperanza.

Con toda la fuerza que me quedaba, me esforcé en caminar hacia él en contra del viento que pareció aumentar. Aún con la burlesca mirada de Hades sobre mí, como si me considerara una mosca en su sopa, y con ojos encerrados en señal de curiosidad.

—No te molestes en intentarlo, pequeña guerrera, tu voz jamás llegará a su alma.

Pequeños objetos puntiagudos, semejantes a las plumas de los cuervos, aparecieron de la nada y se incorporaron a la ventisca de Hades. Rosaron varias veces mi traje protector, pero por suerte éste resistía los cortes, a excepción de la parte de mis brazos y el cuello que estaban al descubierto, por lo que con ayuda de mi espada me protegí de las plumas todo lo que pude. Y, aun así, varias de ellas consiguieron ocasionarme pequeñas heridas.

—Te gusta leer —empecé, rápido y en voz alta, como si las palabras salieran atropelladas de mi boca. Si no recordaba quién era yo le recordaría lo que significaba para mí—, en especial documentos científicos. Te agrada ir a seminarios que se supone son para universitarios y a exposiciones que son de tu agrado para informarte mejor. Amas la escuela y eres envidiablemente bueno en ella. Siempre llevas contigo una libreta, para anotar cosas que jamás comprenderé.

Continué caminando, tratando de ignorar el ardor de las cortadas que cubrían mi cuerpo.

»Odias las actividades físicas, pero encuentras relajación en el voleibol. Eres demasiado serio y maduro para tu edad, sin embargo, disfrutas de actividades infantiles cuando estás con tus amigos, aunque trates de negarlo. Te vistes de forma elegante y organizada porque piensas que esa es la imagen que debes proyectar a los demás para que te tomen en cuenta. No te gusta recibir órdenes, y eres irritante la mayor parte del tiempo, pero eres leal; me ayudas cuando lo necesito, y cuidas a nuestros padres por mí. Te ves confiado todo el tiempo, y gozas jugar con las vidas de los demás como un mafioso, pero en el fondo te asusta no controlar lo que sucede, por eso siempre tienes un plan.

Estaba tan cerca de él que si estiraba lo suficiente el brazo sería capaz de tocarlo. Tan solo necesitaba un paso más...

—Cuando naciste, no te quería —proseguí—, eras el intruso que llegó a quitarme la atención de mis padres, pero con el tiempo fue divertido tenerte en mi vida, con el tiempo me di cuenta de que te necesitaba en ella. Nos peleamos todo el tiempo por cosas insignificantes, porque odio que juegues con mi mente y que seas tan misterioso. Pero así eres y es mi deber protegerte. Te molesto porque te quiero, y te quiero porque eres como eres. —Tan solo nos reparaban unos centímetros...—. Eres Cody Will, hijo de Henry y Carolina Will, mi hermano menor, y te amo por serlo.

Me quité el brazalete y de un solo movimiento se lo coloqué a Cody en el brazo libre. Por suerte, él no se movió ni me atacó, ni siquiera se resistió, es más, fue como si ni siquiera se hubiera percatado de mi tacto sobre su piel fría.

El viento se detuvo de la nada, al igual que las plumas filosas. Y entonces, sentí una fuerza invisible que me haló hacia arriba, elevándome del suelo para llevarme frente a Hades.

Al estar a la altura de sus ojos, y sin la voluntad para moverme, ubicó una de sus grandes y pálidas manos sobre mi pecho. Un intenso brillo blanco creció en el punto donde su piel tocaba mi traje, y un fuerte grito de dolor subió por mi garganta.

—Bien, ahora sin el brazalete de piedras protectoras puedo tocarte. —Su aliento golpeó mi rostro, pero lo único que sentía era un desgarrador dolor en el pecho, como si me estuvieran sacando el corazón.

—Ai...lyn.

El débil balbuceo de Cody captó nuestra atención. Tanto Hades como yo desviamos la mirada hacia mi hermano, y al hacerlo noté que un tenue brillo se apoderó del brazalete, igual que en ocasiones anteriores.

Hades apartó unos centímetros su toque de mí, alejando el dolor, mientras la confusión y desconcierto surcaba sus facciones para mi asombro. Obviamente no esperaba que Cody saliera de su trance. Por primera vez lo noté a la deriva, sin la confianza de que todo saldría como lo planeó; y saberlo fue como un grito a nuestro favor, como un aliento de motivación.

Entonces, el brillo afilado de una espada invadió mi periferia, haciendo que mi mirada se posara en el brazo que Hades todavía extendía sobre mí, y al hacerlo me llevé la gran sorpresa de que éste había sido cortado. Kirok había pasado por en medio de los dos en ese par de segundos de descuido, y con su oscura espada cortó el antebrazo de su creador.

Hades soltó un grito de dolor al notar su brazo mutilado desvanecerse en medio de humo negro, mientras que yo me dirigía hacia el lago en una caída en picada.

Me preparé para el impacto contra el hielo, no obstante, éste nunca llegó. Lo que impidió que me hundiera en el agua congelada fueron los brazos de Andrew, que saltó desde la orilla para sostenerme y salvarme de la zambullida. Mi corazón... había olvidado por completo que tenía uno. Dejé de oírlo hacía varios minutos, pero estando sobre los brazos de Andrew volví a escuchar sus latidos.

Él me sostuvo con fuerza mientras aterrizábamos al otro lado del lago; el sudor ocultaba su aroma, y la helada noche solo lograba bajar su temperatura corporal. Miraba al frente, en ningún momento a mí, pero aun así me percaté de sus endurecidas facciones y la rigidez de su cuerpo.

En cuanto me sentí firme sobre suelo me bajé de sus brazos y sin esperar comentario alguno corrí hacia Cody a unos cuantos metros de nosotros, evitando por completo la batalla entre Hades y Kirok que tomó lugar sobre nuestras cabezas.

Un aura blanca e inmaculada cubrió el cuerpo de Kirok, tan intensa como mil estrellas, y desde mi posición pude distinguir que sus ojos antes rojos ahora eran aterradoramente blancos. Se veía brillante, puro, pero a la vez terrorífico y malvado. Por el contrario, Hades adquirió una esencia más oscura y siniestra, contrastando con la nueva apariencia de Kirok. Eran el vivo ejemplo del Yin-Yang en una persona; Kirok representaba la bondad y Hades la maldad de un mismo dios.

Al parecer al rey del Inframundo le enfureció que su propia creación le arrancara al brazo de esa manera, porque correspondió a sus ataques de forma inmediata, iniciando una batalla de luces y sensaciones antónimas entre sí. Temía por la vida de Kirok, pero en ese momento no podía hacer nada por ayudarlo; eran él y Hades, nadie más. Además, yo debía preocuparme por otras cosas.

Solté todo el aire que había estado conteniendo en cuanto llegué hasta Cody. Por primera vez ese día me sentía aliviada en medio del caos total, como si hubiera recuperado el corazón que antes me quitaron.

Me mordí la lengua para no llorar de alivio, y tomé a Cody en mis brazos luego de quitarle la daga de la mano; apoyé su cabeza en mi pecho y crucé mis brazos bajo sus rodillas. Por suerte, su cuerpo tan delgado no pesaba gran cosa.

Me di la vuelta y atravesé el espacio entre el lago y el bosque, evitando la pelea de fuego y luces entre Kirok y Hades, y con toda la velocidad que pude. Sin embargo, el estado de Kirok me dijo que no resistiría mucho tiempo; solo estaba distrayéndolo mientras yo recuperaba a Cody, aunque eso le costara la vida, no podía vencerlo solo por mucha parte de él que tuviera.

Noté a los demás, listos para atacar en cuento tuvieran oportunidad, y a lo lejos, más allá de muchos árboles, Evan observaba atento a su señal para intervenir, al lado de Cailye.

Al considerar que estábamos en un lugar lo suficientemente apartado del lago, bajé a Cody de mis brazos y lo dejé al pie de uno de los árboles, recostado en el tronco. Su cabello castaño, antes peinado, se le pegaba a su frente por el sudor; su pecho subía y bajaba con regularidad, lo cual me tranquilizó; y sus parpados daban pequeños brincos como si estuviera a punto de despertar, pero no fuera capaz.

At aterrizó a nuestro lado y pasó sus ojos de mí a Cody sucesivamente.

Le acaricié el rostro a Cody, agradecida de tenerlo devuelta y con vida mientras me tragaba la angustia que sentí segundos antes, luego miré a At con suplica.

—Cuídalo hasta que vuelva, por favor —le pedí.

«—Cuenta con ello. —Miró hacia el lago y luego a mí con interés—. ¿Y qué vas a hacer ahora?»

Me levanté, mirando hacia el lago, donde Hades estaba tomando el control sobre su pelea con Kirok; miré a mis amigos, en la orilla del Lago de los Recuerdos, con sus armas en alto listos para lo que sucediera, esperándome para seguir con el plan... y tomé aire.

Tenía tanto miedo, tantas dudas sobre si lo que iba a hacer era lo correcto, que todo mi ser quería hacerse un ovillo en un lugar seguro, taparse los oídos y tal vez dormir. Pero a pesar de que mi cuerpo pedía a gritos correr, y mi cabeza solo encontraba razonable huir con mi hermano lo más lejos posible, apreté la empuñadura de mi espada y tomé la decisión más peligrosa hasta el momento: volver a la batalla teniendo la oportunidad de huir.

No iba a abandonar a mis amigos y tampoco me vencería sin luchar, aunque mi cuerpo templaba de miedo, me obligué a no contemplar la posibilidad de renunciar, porque ya había huido mucho hasta entonces y los demás terminaron pagándolo. Y porque por fin comprendí que ahora esa también era mi guerra.

—Realizar mi sacrifico, porque ahora es mi turno —musité, más para mí que para At.

Me di la vuelta sin esperar otro comentario, y corrí hacia el lago de nuevo, pero esta vez más decidida y aterrada que nunca.

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Lean la historia para que sepan cómo va a ser para que no se spoilen mucho, se que hay historias de esta pareja, pero decidí hacer la mía por algunas...
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Ella empieza a recibir notas de alguien desconocido. -------- Antes llamada "D."
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-no creíste en mis palabras.-susurré entre aquel nudo que tenía formado en mi garganta. -como voy a creerlas si tú misma confirmaste ir a ese lugar...