Cómo consolar a alguien
Luego de varios minutos de estar ambos sentados en el suelo en la misma posición, YoonGi se separó de los brazos de JiMin lentamente, sus ojos fijos en el suelo y respiración entrecortada hicieron al rubio tomarlo de los hombros ya que parecía que se desmayaría, pero eso no pasó, sólo se levantó sin decir palabra alguna.
El rubio lo miró atento desde su posición, sólo se levantó cuando Min estuvo en la entrada de su cuarto y aunque lo llamó este le cerró la puerta.
Pasaron las horas y la noche empezó a colarse por las ventanas, JiMin miraba con el ceño fruncido en duda la habitación de YoonGi, pero al ver que este nunca le dejó pasar, decidió dormir en el sofá como lo había hecho los primeros días.
Pasó la mañana siguiente tocando la puerta de su Hyung para que le abriera, llamándolo en un tono preocupado pero este ni siquiera respondía. JiMin se preguntaba qué tanto podría estar haciendo dentro del cuarto y qué cosas podrían pasar para que reaccionara tan extrañamente la otra noche, ¿estaría mal llamar a la madre del pelinegro y preguntarle?
Sin embargo, eso no era algo de su incumbencia. Si YoonGi no le había dicho lo que pasaba entonces no debería interesarse en eso.
Decidió sentarse en el sofá y mirar televisión hasta que el chico saliera y quisiera explicarle las cosas. Pero ya habían pasado cuatro horas desde que pensó en eso y el pelinegro no había desayunado ni siquiera. Si no hacía que YoonGi saliera del cuarto para comer algo, entonces sería un muy mal compañero.
Se levantó del sofá dispuesto a sacar al hombre usando la fuerza si era necesario, pero antes de volver a golpear su mano contra la madera, la puerta principal fue tocada y JiMin tuvo que ir a atender.
Al otro lado apareció un preocupado HoSeok y un chico rubio que rápidamente el robot reconoció como el novio del hombre.
—¿Dónde está YoonGi? —fue lo primero que preguntó HoSeok—. Dime qué está haciendo, dónde está.
—Seok, cálmate —le reprendió el otro chico con voz calmada.
JiMin se apartó de la entrada y dejó a ambos pasar, mirando con curiosidad al joven rubio porque de hecho nunca se habían visto cara a cara, sólo se le fue mencionado un par de veces.
—Hola, soy Kim TaeHyung —saludó con un movimiento de su cabeza que JiMin correspondió y cerró la puerta—. Tú debes ser JiMin, es un gusto, HoSeok me ha hablado de ti —a pesar de querer sonreír, igualmente tenía una mueca extraña en su rostro, parecía estar nervioso o preocupado por algo.
—Uh... Un gusto...
—¡Min YoonGi, abre la puerta en este instante! —ambos se giraron hacia HoSeok por el repentino grito.
—¡Vete de aquí Jung! —fue la respuesta que recibió, siendo medianamente tapada por la puerta.
El nombrado bufó y se dirigió hacia JiMin.
—¿Hace cuánto está así? ¿No ha salido de su cuarto? Dime por favor que has intentado sacarlo de ahí o que has hablado con él.
JiMin no dijo nada, porque no había hecho ninguna de esas cosas y sabía que si decía la verdad HoSeok se molestaría. Aunque de igual manera el contrario se molestó, porque otro bufido fue soltado seguido por un suspiro de TaeHyung.
—Tienes que entenderlo —su novio comenzó a hablar—, JiMin claramente no sabe qué hacer en este tipo de situaciones y YoonGi no es alguien que coopere mucho.
—Pero aun así... —su rostro pasó a ser uno triste, todo rastro de enojo borrado en un instante mientras miraba a su pareja.
—¿Ustedes saben qué le pasa a YoonGi Hyung? —preguntó JiMin, notando como HoSeok y Tae se intercambiaban miradas, sin saber qué decir.
—Bueno...
—Yo no te pedí venir, hijo de... —una voz ronca llamó la atención de todos, YoonGi al notar la presencia del novio de HoSeok cambió su mueca a una un poco más amable—. Hola, Tae.
El mencionado sólo le sonrió, con algo de tristeza en su mirada.
YoonGi suspiró.
—No les pedí venir, no necesito su lástima.
JiMin abrió la boca para preguntarle a YoonGi si se encontraba bien, pero fue interrumpido cuando HoSeok caminó hasta el pálido y lo rodeó con sus brazos, abrazándolo como si fuese el fin del mundo y su ceño se frunció en preocupación nuevamente al notar de nuevo las lágrimas en las mejillas del pelinegro.
—Lo ha hecho llorar de nuevo...
—Sólo se está desahogando.
JiMin lo miró interrogante, Tae desvió su atención de la pareja de amigos y miró al rubio.
—Cuando alguien está lleno de problemas, o está pasando por una situación demasiado fuerte, necesita desahogarse —explicó en voz baja, no quería interrumpir—. YoonGi necesita llorar mucho y también a alguien que lo consuele, por eso HoSeok está tan molesto, tú no sabes cómo hacer eso y le preocupa que YoonGi se descuide a sí mismo.
JiMin por fin entendía; su Hyung necesitaba a alguien a su lado y él no había hecho más que ignorar el estado de ánimo del pelinegro.
Eso estaba mal, no había podido ayudarlo. En ese caso, ¿se podría considerar como una mala persona?
[🍂]
En algún punto de la velada HoSeok y YoonGi se fueron hacia la habitación del mayor, seguramente porque a este no le agradaba la idea de lloriquear frente al novio de su amigo o quizás frente al mismo JiMin quien se quedó en compañía del rubio.
Tae era alguien agradable, o al menos podría considerarlo como tal; trataba de mantener cómodo el ambiente y le respondía todas las preguntas que tuviese mientras le sonreía con amabilidad, HoSeok tenía una buena persona a su lado. Así mismo, JiMin no preguntó nuevamente la razón de por qué su Hyung se encontraba así, quizás sólo debía esperar a que este le dijese y TaeHyung estuvo de acuerdo con su idea.
Finalmente, luego de que los dos mejores amigos hablaran durante unas cuantas horas, la pareja se fue y HoSeok le dejó muy en claro a JiMin que tenía que estar más atento de YoonGi o sino vendería todas sus piezas al mercado negro, Tae lo miró mal por el último comentario.
—Escucha —HoSeok se detuvo antes de irse, mirando seriamente a JiMin. Un deje de miedo se asomaba por sus ojos—, YoonGi es propenso a entrar en cuadros de... —dudó, no le gustaba hablar del tema—... depresión —suspiró—. Por favor, necesito que lo cuides porque no puedo venir seguido, ¿lo harás?
JiMin asintió con una mueca decidida pero aún así el hombre no se veía completamente convencido.
—Lo cuidaré —dijo como afirmación y HoSeok se fue un poco más tranquilo.
Cuando la casa quedó en silencio nuevamente, el rubio corrió hacia la habitación del hombre y se asomó por el marco de la puerta para ver al pelinegro y por fin saber cómo estaba.
—Si quieres entrar, hazlo —soltó el mayor y JiMin rápidamente entró, mirando con más detalle las ojeras debajo de los ojos de YoonGi y de lo enfermiza que se veía su piel, estaba sentado sobre su cama con una cobija alrededor de su cuerpo debido al frío y se encontraba bastante despeinado.
—Hyung... —comenzó con duda, quizás no estaba del todo bien decirle cómo se veía en ese momento, no era lo mejor—. ¿Necesita un abrazo?
—HoSeok ya me ha dado muchos, JiMin —soltó, sorbiendo su nariz.
Las lágrimas se iban acumulando nuevamente en los ojos del pelinegro y este, para evitar llorar de nuevo, se pasaba las manos constantemente por su rostro.
JiMin se acercó al mayor, se sentó frente a él en la cama y lo miró fijamente a los ojos. TaeHyung le había dicho que una forma de desahogo era hablar sobre los problemas, pero no sabía muy bien si YoonGi estaría muy cómodo con eso, conociéndolo, posiblemente lo echaría de su habitación.
—No sé qué pasó, y no me lo tiene que decir si no quiere —se sentó más cerca, inclinándose ligeramente hacia el contrario, dejando centímetros de separación entre sus rostros. Extrañamente, YoonGi no se movió—. Pero me quedaré aquí hasta que se sienta completamente libre de malos sentimientos, voy a cuidarlo.
El menor se inclinó más y lo rodeó de los hombros, iniciando un abrazo.
Y YoonGi empezó a llorar de nuevo, ahora no sólo por lo que le había dicho su madre, sino también porque el robot se estaba ganando un gran lugar en su corazón y no sabía cómo sentirse al respecto.
Con todo el revoltijo de sentimientos que tenía en ese momento, lo único que pudo hacer fue soltar todo en lágrimas.
JiMin dudó, no sabía si lo estaba haciendo bien porque el pelinegro empezó a llorar nuevamente, pero cuando los brazos de YoonGi rodearon su espalda y lo pegaron más a su cuerpo, simplemente dijo:
—No lo dejaré solo.
Y YoonGi sonrió entre lágrimas abrazando con más fuerza el cuerpo ajeno, creyéndose firmemente esas palabras pese a que era una promesa hueca y vacía, dicha por un robot.