Tu presencia es solo un arma que me hace debilitar cuando estas cerca a mi.
RACHEL
UNA SEMANA DESPUÉS
Ha pasado una semana desde que llegue a casa de Donovan, no todo ha sido color de rosa, el solo hecho de quedarse a vivir bajo el mismo techo el miedo como el terror se me cuela en los huesos. Pero debo admitir que a pesar de estar con los nervios de punta, hubo lindos días que traté de acercarme a Izan.
Las pocas veces que Nicolás ha estado presente bajo este techo, ha decidido insinuar sus asquerosos pensamientos depravados sin importar la presencia del pequeño.
E incluso ha intentado ingresar al dormitorio que duermo, pero le he lanzado la lámpara que reposa en la mesita a mi costado para ahuyentarlo y no dude en cambiar la cerradura al día siguiente. Tampoco sin dejar atrás en la que ha tratado de besarme o tocarme de manera inapropiada para fingir que ya nos reconciliamos.
Y que somos una família perfecta.
Pura mierda!
Esto de ser madre es completamente nuevo para mi. Se que aún me falta demasiado y que me robaron sus años más importantes en donde me necesitaba demasiado.
Ocho años de mi vida me robaron y juro por mis abuelos que los que hicieron algo tan atroz, lo van a pagar.
Ómar O'brien se arrepentirá por todo el dolor y cada una de las cosas que me ha causado como toda su familia.
Tengo su apellido pero el día en que me vendió dejé de ser su hija.
Manejo mi viejo Jetta por la calles húmedas de New York con mi pequeño compañero en el lado del copiloto para reunirme con Charlie, en la misma cafeteria de siempre que esta a unas cuantas cuadras de nuestro departamento.
Le miro por una décima de segundo para ver si hay posibilidad de que no sea mi hijo, aquel niño que me arrebataron hace ocho años en aquella fría sala de hospital.
Pero maldita sea, si que lo es...
Mi Adn corre absolutamente por sus venas tiene los mismos rasgos que su padre, pero la sonrisa y el color de mis ojos están impregnados en él.
—¿Cariño que quieres hacer hoy? — le pregunto y él solo se encoge de brazos, es cierto que ambos congeniamos y tenemos esa pequeña conexión de madre e hijo pero lo entiendo solo me conoce por pocos días.
Es tímido....
Sonrío ante su inocente y adorable gesto, el semáforo cambia a rojo y puedo visualizar a pocos metros la cafetería. Aparcó el auto en el estacionamiento frente a la cafetería, ambos bajamos de este y nos localizamos dentro del edificio, el agradable olor a cafeína y a pan nos llena los pulmones.
Nada es más agradable que una taza de café en un día tan frío como hoy.
—Bienvenida, señorita Rachel— saluda Khan, un joven de tez morena y ojos del mismo color detrás del mostrador con una amplia sonrisa, le devuelvo el saludo asintiendo la cabeza y este me señala al final del lugar. Dirijo mi vista hacia donde me señala y hay esta aquella chica que siempre trata de ser fuerte ante los demás pero que es como un conejito dócil y tierna, elevo la comisura de mis labios y le agradezco a Khan. El agarre a mis manos me toma de sorpresa, Izan el pequeño hombrecito que está a mi lado tiene entrelazados sus delicadas y diminutas manitas cubiertas por los guantes con las mías.
Y me regala una tierna sonrisa.
El corazón se me estruja ante aquel gesto, siento unas tremendas ganas de llorar pero no puedo hacerlo. No ahora.
Las personas que están presentes pensarían que estoy loca.
Mis ojos pican como también lo hace mi garganta pero intento pensar en cosas lindas para no hacerlo.
Como en tu nuevo y sexy amigo.
Si, al mismo que le debes dinero por la abolladura de su lujoso auto.
Por estúpida.
Mi mirada vuelve hacia el pequeño quién no deja de mirar un dulce pastelillos dentro del mostrador.—¿Quieres uno?— pregunto.
—Puedo comerlo— asiento ante su inocente respuesta.
—Dame uno—le señalo a Khan el pastelillo— y una taza de café con doble de crema, por favor— ordeno.
Charlie no es una pacificadora, absolutamente no lo es, al contrario si le agredes o dices algo con lo que ella no está de acuerdo es mejor mantenerse alejada porque no la quisieras tener de enemiga. Pero observandola justo ahora en aquella mesa su mirada es diferente a la que solía tener.
Vacía
Dolor
Abrumadora...
Ahora en ella todo eso había cambiado se veía radiante, completa, única. Hace mucho que no la había visto de esa forma, ni con el desgraciado de su ex había tenido esa expresión. Justo en este momento me di cuenta que ella iba en serio en esta relación y que le estaba yendo muy bién.
—Así que esta preciosura es tu hijo, Rachy no sabia que el bueno para nada y desgraciado de tu ex tenia esos dotes en su virilidad —comenta de manera divertida—y eso que no te lo querías follar.
—Cállate, controla tu lengua no te das cuenta que hay un niño en medio —le reclamo.
Izan me tira de la blusa a lo cual hace mirarlo —¿Qué es follar?—pregunta con tanta inocencia y yo lo observo aterrada.
—No es nada, cariño—tartamudeo nerviosa—son cosas de Charlie, es como un juego.
La fulmino y esta sonríe nerviosa.
A veces, suele ser un poco bocazas.
—Lo siento—susurra, pero de inmediato su espalda se endereza al ver algo detrás de mi—¡puta mierda!—sus ojos ni se inmuta en parpadear.
—¡CHARLIE!—el pequeño a mi lado suelta un respingo ante el regaño que le hago de nuevo, y esta se rasga la nuca.
—Lo siento, pero es que este bombón llegó justo en el momento perfecto—se límita a decir aquello y yo solo niego rodeando los ojos.—a veces me pregunto a mi mismo que de donde salen estos monumentos esculpidos por los mismos dioses que vienen a desayunar a las diez de la mañana con una niña—me rio al ver lo trágica que es mi amiga.
Suspiró y habló — Se que apenas llegamos pero tus idioteces, me hacen querer irme de aquí—miro a Izan—¿Quieres ir al cine?—pregunto al pequeño pero este no se ve tan entusiasmado por lo que sugerí. Me levanto del lugar despidiendome de Charlie.
—¿Tarjeta o efectivo?— comenta Khan, saco dinero de mi billetera y este espera a que se lo entregue. Él pequeño a mi lado no me suelta la mano en cambio me sujeta demás cada vez que alguién se acerca a pedir una orden.
Mi distracción hacia el, era tan obvia que no me había percatado que alguién decia mi nombre.—Te llaman —toma de mi blusa Izan, con su otra manita.
—¿Qué?—pregunto.
Izan vuelve a repetir—Esa niña de allá — señala—esta diciendo tu nombre—.
Alzo mi mirada y me encuentro con la dulce sonrisa de Eliana, aquella niña que hace poco estaba instalada en una cama por una crisis de asma ahora mismo se sentía de maravilla y con una felicidad que irradia hasta por los poros.
Es pequeña e inocente.
Dulce y atrevida.
Le dedico una sonrisa en modo de afecto y esta no deja de menear sus manos de un lado a otro, eufórica. Sonrío ante su exagerado saludo pero de inmediato se me borra cuando me doy cuenta que no está sola, esta acompañada de alguién más.
Es tu sexy amigo—me lo dice la conciencia.
La pequeña agita sus manos para que me acerque, lo dudo por un segundo al ver el gesto de su padre.
Ven y tomame.
Maldita sea Rachel, deja de lado un poco esa frustración pecaminosa y céntrate en tu hijo que lo tienes a lado.
—Buen día—saludo a ambos, pero el recuerdo de Charlie de hace rato se me viene a la mente, vuelvo la mirada hacia la mesa donde estábamos y me mira boquiabierta.
Cierra la maldita boca Charlie, o se te meterán las moscas.
Me hace un gesto algo extraño con sus ojos, y se que quiere saber de dónde lo conozco.
La dulce voz de Eliana, me saca de mi trance y la vuelvo a mirar—Hola doctora Rachy — me saluda.
Sonrió algo nerviosa y respondo— Hola cariño— recuerdo que esta bajo reposo absoluto por algunos días así que me cruzo de brazos y pregunto—¿Qué hace ella aquí? — localizo a su padre, quien no deja de mirarme— Debería estar descansando, al menos por unos días — espero alguna respuesta de su parte pero no obtengo nada.
Ja!.
Había olvidado que este idiota, no habla y si lo hace solo es cuando le conviene. Estoy a punto de despedirme pero la voz ronca que sale de su garganta me detiene.
—Me pidió que la trajera a comer a esta cafetería —.
—Ment...—réplica Eliana pero él no la deja terminar.
—Cariño, ¿Te gustaría que la señorita Rachel nos acompañe?— la pequeña observa a su padre como también a mi dudando de lo que había dicho su progenitor, pero al final asiente.