—Mamá ¿tú lo sabías?
—Lo supe hoy, hija...
—Oh Dios...
—Ven, hablemos en la cocina un momento. Disculpen –Y las dos nos dirigimos ahí. –Zuri, escucha...
—Mamá, Mark... ¿Qué le voy a decir? Creerá que ya lo sabía.
—Tú no podías saberlo Azura, y yo tampoco, pero... –suspiró y bajó la mirada. –Se va a molestar mucho...
—Peor... Podría recaer de nuevo...
—Has estado con él todo este tiempo, estoy segura que al menos intentara entenderlo... Es mejor volver.
—Si...
Nos encaminamos hacia la sala, pero yo sabía perfectamente que Mark no lo entendería nunca. Ale carraspeó y sé levantó del sillón.
—Azura, esto es lo que sucede –estaba conteniendo su vocabulario tan elegante que ambos sabíamos que tenía, al igual que si me hablaba así yo me molestaría aún más –. Antes de que yo me fuera, mis padres hablaron con los tuyos... Yo, tomé la decisión de comprometerme contigo con la intención de salvar a tu familia.
—¿Salvarla? No entiendo bien eso.
—Zuri, cuando los príncipes hablaron con nosotros –prosiguió mi mamá –, se acordó con la sociedad del reino el que no discriminar a nuestra familia hasta que el Príncipe Nataniel regresara de su siguiente viaje, y ahora qué ha vuelto... Todo volverá a ser como era antes...
—Entonces... ¿Nuestro compromiso es para evitar que mi familia vuelva a sufrir? –más que una pregunta, era una afirmación.
—Si.
—Si me convierto en Princesa –Ale suspiró.
—Exacto. ¿Podemos hablar nosotros, Azura?
Asentí y lo conduje a mi habitación aún pensando. Una vez dentro, observé al príncipe; Ale miraba mi habitación con mucha curiosidad y admiración. Dirigió su atención a los peluches en el sillón cerca de mi ventana.
—¿Esos son...? –se detuvo.
—Regalos de Mark, junto con libros.
Él miró el gran librero lleno y asintió comprendiendo. Se acercó a mi cama, donde había solo un peluche de un erizo, al que Jack le había puesto por nombre: Mazuri. Una combinación de mi nombre con el de Mark.
—Oh –dejó el erizo justo donde había estado. Fue ahí donde ya no pude resistir el impulso de abrazarlo y me lancé a él. Ale se tensó y muy confundido respondió mi abrazo.
—Te extrañé, Ale –se relajó un poco y me estrechó con más fuerza.
—Tambien te extrañe, Azura. En verdad lamento haberte dejado de ese modo –me separé de él, que pareció un poco decepcionado.
—En tus cartas decías que no te sentías bien ¿Era respecto a eso?
—Si, bueno en parte... Pero te lo diré cuando hayas tomado tu desición.
—Hablando de eso... No sé qué hacer ¿Qué voy a decirle a Mark?
—¿Mark es tu novio? –asentí –Vaya, eso no me lo esperaba –lo miré extrañada, pero sonrió con ternura –. Me alegra que tengas novio. –hizo una pausa –¿Te trata bien?
—Si. Es algo celoso, exagerado e impulsivo, pero es muy lindo conmigo. Ambos pasamos por cosas muy fuertes –me miró expectante –. Había intentado suicidarse antes de conocerlo –aclaré, el príncipe me miró con sorpresa.
—Increíble.
—Solo se sentía solo, al final me enamoré de él –me encogí de hombros y miré hacia otro lado.
—Azura, yo... Lo siento, no te pediría qué hicieras esto si no fuese importante.
—¿Porqué no me dices qué sucede, Ale?
—Te lo repito, no debe influir en tu decisión –asentí y pensé un momento.
—Analicemos las cosas. Si acepto casarme contigo, seré Princesa.
—Si, y al serlo, tú y tu familia vivirían en el Palacio. Mi herencia será también tuya y no tendrías que trabajar.
—Es lógico, las Princesas no trabajan. Aunque solo me preocupa una cosa...
—Tu novio –completó.
—Si. No tengo idea de qué le voy a decir, ni cómo lo haré. Tampoco cómo vaya a reaccionar. No quiero decirle, pero sé que ocultarselo será mil veces peor.
—Estoy seguro que si le explicas lo que sucede y lo que sucederá, él lo entenderá. Eso sí en verdad te ama.
—Debo terminar con él ¿Cierto?
—No quiero obligarte a nada, Azura. Pero creo que sería mejor para ambos, en caso de que decidas aceptar el compromiso. Háblalo y decídelo junto con él. De cualquier forma, son novios, y no te presiones, pequeña.
"Pequeña" ¿me dice así por ser un metro y medio más baja que él?
—Y cuando hayas decidido... –sacó un papel y anotó su número –Llámame –sonreí.
—De acuerdo.
Ambos nos dirigimos a la puerta y bajamos, la Reina se despedía de madre, le hice una reverencia la cual ella interrumpió diciendo que no quería que yo la tratase con tanto respeto. Ale besó la mano de mi mamá y salimos, antes de despedirse dije.
—Mañana te llamaré.
—Es muy pronto, ¿No lo crees?
—Sabes que todo lo hago rápido –me encogí de hombros y el soltó una carcajada. ¡Dios! Su sonrisa era hermosa. Tomó mi mano y la besó.
— Esperaré ansioso tu llamada –sonrió por última vez, se subió al auto y se marcharon. Escuché a mi espalda la voz de mi mamá.
—Ya lo decidiste ¿Verdad?
—Si, solo tengo que hablarlo con Mark –en ese momento repare en la hora, ya debía haber terminado nuestro turno en el trabajo ¿En qué momento había pasado tanto tiempo? –. Hablando de Mark ¿Donde estan? Ya deberían haber llegado –mamá sonrió y entró para preparar la cena. Me dediqué a llamar a mi novio quien respondió al instante.
—¿Hermosa y majestuosa princesa? –dijo al responder. Suspiré cansada.
—Hola Mark ¿Vienen a cenar?
—Si, estamos doblando la esquina.
Efectivamente así era, al verme sonrió pero rápidamente frunció el ceño.
—¿Qué haces afuera?
—Salía esperarlos.
—Entra –ordenó –. Ahora.
—No.
Colgué y esperé a que llegaran hasta mi. Mark aceleró el paso dejando a Jack atrás quien todo los ojos con una so risa divertida.
—¿Acaso me colgaste?
—Tal vez –sonreí traviesa y lo besé jalando del cuello de su camisa. No tardó absolutamente nada en sonreír y responderme, Jack carraspeó, ambos nos separamos y lo abrace.
—Osh ¿Quieres soltar a MI novia?
—No lo creo –me abrazó más fuerte y besó mi cabeza. Mark lo fulminó pero sonrió, observé su sonrisa fijamente, luego a Jack quien me devolvió la mirada y frunciendo un poco el ceño dijo –¿Estás bien? ¿Pasó algo?
—No, no pasó nada Jack. Todo está bien –él asintió nada convencido –. Entramos para cenar.
Los tres ayudamos a mamá con la cena mientras reíamos y me contaban lo que habían hecho hoy. Jack narraba como una chica se le insinuó a Mark y este la apartó diciéndole que tenía novia. Lejos de enojarme o sentirme celosa me limité a decirle que estaba orgullosa, a lo que afirmaron que algo pasaba. Y es que no podía fingir estar bien, sabiendo que mi novio volvería a deprimirse cuando le dijera que estoy comprometida con el Príncipe de Cadah.
Al terminar de cenar, Mark dijo.
—¿Podemos hablar?
—Si, tengo algo que decirles. Estaremos a arriba –avisé a mi mamá.
Los tres subimos las escaleras hasta mi habitación. Una vez ahí, nos sentamos en la cama, ellos en los costados y yo en medio. Respiré profundo y empecé.
—El primer día que me defendieron, la Reina Sylvia dejó una carta para mí. Esta carta yo debía abrirla hasta que fuera mayor de edad.
—¿Qué decía la carta?
—En ella anunciaba mi compromiso con el Príncipe Nataniel –solté. No escuché respuesta por lo que los miré. Jack tenía en ceño fruncido sin entender, pero Mark solo me mira fijamente. Su rostro no expresaba ninguna emoción y eso me preocupaba.
—¿Compromiso? ¿A qué se refiere?
—A que tengo que casarme con el Príncipe...
—Pero... ¿Porqué?
—Desde que el Príncipe se fue del país, mi familia ha dejado de ser discriminada, la familia real acordó eso con el reino. Ahora que el Príncipe ha vuelto, el trato termina, es por eso que mi familia está en riesgo de nuevo.
—Por eso el compromiso –por fin habló Mark, ahora miraba el cobertor de la cama –, para salvar a tu familia –podía saber que estaba molesto y triste.
—Mark, te prometo que yo no sabía nada de esto hasta hoy...
—Lo sé. De otra forma, no me habrías aceptado como tu novio –tanto yo como Jack nos sorprendió que sonriera un poco al decir aquello. Luego su sonrisa desapareció – No hay otra opción ¿Cierto?
—La reina me dio libertad de aceptar o rechazar el compromiso.
—No lo ace... –se detuvo y carraspeó –¿Lo aceptarás?
—Tenia que hablarlo contigo antes... –me miró extrañado.
–¿Conmigo? ¿Porqué?
—Somos novios. Tu tendrías que saberlo antes que nadie. Está decisión debo tomarla contigo –me abrazó repentinamente.
—Gracias –su voz se rompió totalmente y se alejó para limpiarse el rostro.
–¿Qué vas a hacer, Zuri?
—No lo sé. Si me caso con Ale, puedo no solo ayudar a mi familia, también a ustedes dos económicamente. Y si no lo hago, mi familia corre el riesgo de volver a ser tratada como hace años... Aunque, casarme no es algo que me emocioné mucho...
—¿Qué crees tú que sería lo mejor?
—Casarse / casarme –dijimos Mark y yo al mismo tiempo, y nos miramos. Él desvió la mirada.
—En verdad no quiero hacerlo pero...
—Hazlo –dijo Mark –, yo voy a estar bien.
Y rompí en llanto. Era mentira y él lo sabía. Los tres sabíamos que Mark nunca estaría bien si yo me iba al castillo a casarme que con alguien más. Él también lloró y nos abrazamos.
—No puedes mentirme a mi Mark, y lo sabes. No vas a estar bien.
—Claro que no, porque te amo Azura. Nunca he amado a ninguna otra mujer en mi vida, solo a ti y así será siempre. Pero escúchame –me tomó de la nunca obligándome a mirarlo a los ojos –, te prometo, No, te juro que no caeré en depresión otra vez, porque sé que esto no lo haces porque ya no ames. Lo haces porque solo así vas a salir a tu familia y estoy seguro de que serás la mejor Princesa que este reino tendrá jamás. Yo voy a estar bien, te lo juro. –lo abrace sollozando – Te amo, Azura.
—Yo también te amo, Mark.
—Y yo los amo a los dos –miramos a Jack, que abrazaba a Mazuri con fuerza –. Vengan acá, par de nerds.
Los tres nos abrazamos, el mayor besó mi cabeza y quiso hacer lo mismo con Mark, pero este dió un salto hacia atrás esquivándolo.
—Estás loco, Jack –dijo riendo.
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