Me quedé perpleja al escucharlo decir eso. No daba crédito a lo que había salido de si boca. Suspiró y continuó.
—Me gustas desde que entré al salón, por eso me senté a tu lado, por eso te hablé y cuando supe lo que pasaba, no dudé en ayudarte porque quería acercarme a tí. Pero eras muy cerrada y yo lo entendía. Pensé que con el tiempo el sentimiento pasaría y me equivoqué. El día que te bese, me di cuenta que siempre he estado perdidamente enamorado de ti, Azura.
Oh. Por. Dios.
Mark siempre me amó como yo lo amo... Me quedé en silencio procesando sus palabras. Él sentía lo mismo que yo por él, y no podía creerlo. Lo miré a los ojos, pero estos de pronto se entristecieron.
—Oh... Vaya, veo que no sientes lo mismo, yo...
—¡No! –grité, él se asustó y me miró –. Es decir si, no... Agh –cerré mis ojos y respiré hondo –. También estoy enamorada de ti, Mark... Siempre lo estuve, pero me enfoque más en hacerte feliz que nunca pensé en eso... Hasta hace unos meses –y lo miré.
—¿Estás enamorada de mí? –asentí sintiendo que mi rostro explotaría de la vergüenza. Me abrazó –. Nunca terminas de hacerme feliz Azura. No puedo creerlo.
—Yo tampoco –reí y quiso besarme pero lo detuve –. No sé besar...
—Yo tampoco –se encogió de hombros y me besó.
Sonreí y le respondí el beso, que probablemente haya sido el peor de todos, pero igual estaba tan feliz.
Luego de dos meses de salir casi dos veces por semana, me pidió ser su novia. Estaba tan nervioso que cuando le dije que si se puso a gritar "yes" de la emoción luego me abrazó y me besó.
Un año y medio después, nos graduamos de la preparatoria y la situación en mi casa empeoraba, era probable que yo no pudiera seguir estudiando mi carrera. Mi padre trabajaba más, mi mamá menos, estaban a punto de despedirla, el restaurante ganó mucha fama y nos extendieron la jornada de trabajo.
Estaba estresada y para rematar, ese día Mark y yo habíamos peleado. Le dije que debía reconciliarse con sus padres antes de que fuera tarde pero no quiso y se fue de mi casa molesto. Cuando discutíamos por tonterías, a la mañana siguiente aparecía en mi puerta con un peluche o un libro rogándome que lo perdonara, pero esta vez solo dejo una nota donde decía que me esperaba en el Jardín Trasero. Pero al entrar a la escuela, vi un auto vagamente familiar y a muchas chicas alrededor de alguien, me importó poco y me dirigí a donde estaba Mark, pero Samantha me vió y gritó.
—¡Azura! ¿Te enteraste?
—¿De qué?
—EL PRÍNCIPE NATANIEL ESTÁ AQUÍ –y corrió a donde estaba el montón de chicas.
Un momento... ¿Prince Na...?
No puede ser.
Miré con atención y las chicas abrieron paso, ahí estaba. Muchísimo más alto que Jack o que cualquier otro chico que hubiese visto antes, su rostro había cambiado pero su porte no, ni sus ojos. Definitivamente era él. Mi Ale. Sus ojos encontraron los míos y, con un extraño brillo en ellos, caminó hacia mí mientras el mayordomo que recordaba a la perfección les pedía a las chicas que se alejaran del Príncipe. Ale llegó hasta mí, tomó mi mano y la besó.
—Ha sido mucho tiempo, Azura. Es un verdadero honor volver a verte –reaccioné y aparte la mano con más rudeza de la que en realidad quería.
—No me toques.
—Lo lamento. Pero, es necesario que hablemos los dos, en verdad es muy urgente.
—No tengo nada de qué hablar contigo ¡Te pido que me dejes en paz! –alguien cubrió mi boca.
—Su Majestad, cuánto lo siento. Ha tenido una semana muy díficil y estresada –era Jack –. Por favor discúlpenos –y me arrastro al jardín donde estaba Mark, forcejé hasta que logré que me soltara, me miró serio –¿Y a tí que te sucede, niña?
—¡¿Yo qué hice?!
—Azura, no puedes hablarme así al príncipe.
—Oh, claro que puedo, Jack.
—¿Qué está pasando aquí? –preguntó mi novio interviniendo antes de que le lanzará sobre Jack.
—Lorette, por favor –ahí estaba otra vez –. Debo hablar contigo.
—¡He dicho que no!
—¡Azura! –Mark me tomó por los hombros alarmado y Jack se alteró por mi respuesta. Luego me fulminó con la mirada.
— ¡Y no me llames así, tú sabes lo que pidió ella, Ale!
—¿Ale? –preguntaron Mark y Jack. Sacudí la cabeza.
—Retirate, por favor Ale –y me abracé a Mark escondiéndome en su pecho, escuche pasos alejarse –¿Se fue?
—Jack se lo llevó –me alejé de él y trate de relajarme caminando de un lado a otro.
—Esto no puede estar pasando.
—Mi amor, tranquila –dijo con suavidad –. Por favor, explícame.
—No. Tú tienes algo qué decirme, así que solo antes.
—Tenias razón, tal vez debería hablar con mis padres. Pero voy a necesitar tu ayuda –suspiré.
—Descuida, lo haré.
—Ahora, te toca. ¿Él es Ale?
—Si.
—¿Porqué no me dijiste que era el Príncipe?
—Yo jamás lo vi como un Príncipe, además a él no le gustaba que lo tratará como tal.
—Bueno, a pesar de eso, le hablabas con cierto respeto. Respira profundo y cálmate –así lo hice y volví a abrazarlo. En verdad me calmaba tener a Mark así, acarició mi cabello tiernamente.
—Mark, sé que no fue su culpa irse, pero no puedo evitar sentirme molesta con él por haberme abandonado.
—Yo lo sé, mi Princesa, pero dijo que tenía que hablar contigo. Cómo tú guapo y sexy novio, opino que hables con él –sonreí.
—Gracias guapo y sexy novio –sonrió un poco –, pero ahora no me siento bien para hablar con él. Van a despedir a mi mamá, mi papá trabaja mucho últimamente y también nosotros.
—Necesitas descansar, Zuri ¿Cuánto dormiste anoche? No, espera. No respondas, en parte eso es mi culpa –sonreí y besé su mejilla.
—Estaré bien, vamos a clase.
Me dió un beso y caminamos hacia el salón tomados de la mano. No vi a Ale el resto del día y tampoco es que me agradara la idea de hacerlo. Es decir ¿Me abandona de esa forma y ahora quiere que hablemos? ¿Quien entiende a ese Príncipe? Mark me acompañó a mi casa, Jack tenía algo que hacer antes de ir al trabajo. Pero al llegar, mi mamá estaba en la puerta.
—Mamá ¿Todo está bien?
—Si, solo... Hay algo de lo que debemos hablar adentro, Zuri.
—Bien, yo me adelanto. Te veo en el trabajo, linda.
—De hecho, hoy Azura no irá al trabajo. Pero vengan a cenar cuando acaben, Mark.
—Mamá, ¿segura que todo está bien?
—Si Zuri. Toma Mark –le dió un bowl de comida –. Coman antes de irse.
—De acuerdo, gracias. Nos vemos, mi amor –y besó mis labios, luego mi frente y se fue.
Al entrar a mi casa, entendí porque mi mamá solo quería hablar conmigo. Ahí estaba Ale y la Reina Sylvia. Me arrodille inmediatamente, pero ella se arrodilló conmigo y me abrazó, le respondí el abrazo confundida. Nos hizo levantarnos
—Ha sido mucho tiempo, pequeña ¿Cómo estás?
—Muy bien, su alteza –miré con seriedad a su nieto.
—Veo que ya te habías encontrado con Ale.
—Azura, entiendo qué no quisieras hablar conmigo en la escuela, pero es indispensable que ahora me escuches. Por favor. –se sonrojó un poco al suplicar. Decidí hacerle caso a mi guapo y sexy novio.
—Bien.
—Como recordarás, hace algunos años se dejó aquí una carta para que tú, Azura, la leyeras al cumplir los 19 años –dijo la reina.
—Aún no los cumplo.
—Eso no es relevante. Tienes edad suficiente para tomar tus propias decisiones.
No me gustó cómo sonó eso. Mi mamá me entregó la carta con un semblante preocupado.
—Con todo respeto, Reina Sylvia ¿podría decirme si esto es algo malo?
—No es malo, pequeña. Sería mejor dicho... Complicado. Has de leer la carta para, así, explicarte todo lo que está sucediendo ¿De acuerdo?
—Está bien –y comencé a leer la carta.
Querida y adorada Azura Fairchild.
Cómo sabes, tu familia corre un gran peligro tanto económico como social. Debido a ello, mi hija y su esposo, los príncipes de Cadah, decidieron junto con él, otorgarte el lugar de mi nieto, Nataniel, en la escuela. Todos estos años, tu has cursado tus estudios de primaria, secundaria y preparatoria bajo el nombre del Príncipe.
Así mismo, por problemas de salud, él ya no podrá seguir estudiando en la escuela y será llevado a España para verificar su salud.
Mi querida pequeña niña, al regreso de Adrien todo volverá a ser como era cuando cursadas la primaria. Es por eso, qué por medio de esta carta, te hago saber de tu compromiso con el Príncipe Nataniel.
Tu y él están comprometidos para salvar a tu familia.
Tienes la edad suficiente para aceptar tu compromiso o rechazarlo.
Con afecto, Sylvia.
—¡¿Estoy comprometida?!
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Aquí les dejo un capítulo más. Muchas gracias por leer.
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Felices vacaciones de Semana Santa.