Sunlight

IndigoER द्वारा

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Después de todo el revuelo que la boda arreglada de Julián causó, finalmente las cosas se resolvieron de mane... अधिक

Introducción.
Ya tengo la respuesta.
Un maravilloso plan.
Seré directo.
¿Qué piensas hacer?
El nuevo.
Vinagre de manzana.
Armas y billar.
Competencia.
Cabezadura vs. Cabezadura.
Castigo.
Huevo de Ferbege.
Roto.
El pequeño Jared.
Reflexión.
Héroes y coyotes.
Estofado de pescado.
Me equivoqué.
Breakfast.
Eres genial.
Pay de manzana.
Disculpas y más disculpas.
Blue Hills.
Poniéndonos sinceros.
Superficial.
Gente estúpida.
¡Detente!
N.
Mamá y papá.
Quiero ir a casa.
Imperfecto.
Entrega.
Epílogo.
*[¡] Notas del autor [!]*

Enfrentamiento.

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IndigoER द्वारा


Capítulo 10.

Enfrentamiento.

Se frotó el ojo sano por enésima vez y miró por la ventanilla del auto. Agradecía el hecho de que no se hubiera hinchado, durante la madrugada no pudo evitar llorar por el sentimiento que le golpeó de repente, al principio de todo no había pensado que fuera completamente cierto, pero aparentemente Jared en verdad no lo quería a su lado. Si Julián supiera que se la pasó entre las sábanas, llorando tal cual adolescente rechazada por su primer amor, le habría pateado el trasero para que reaccionara; incluso Mauricio se lo había dicho en la última video-llamada: darse por vencido no era su mejor cualidad. Decirlo era fácil, hacerlo... no tanto.

—Te encantará Stoneville— exclamó Lya a su lado, se veía fresca y nada desvelada, considerando que fue de las últimas personas en retirarse de la fiesta de Gina; tal vez en verdad la "excursión" le entusiasmaba.

Duncan hizo una mueca similar a una sonrisa y asintió, disimulando el hecho de que él no compartía ese sentimiento de aventura y curiosidad, tal vez por lo ocurrido anoche, o probablemente porque en Rilltown andar en su forma lobuna en el bosque y nadar en el lago desnudo habían sido cosas "normales" durante su infancia. Así que el viaje de entrenamiento a uno de los condados que pertenecían al territorio de la manada, en realidad no era algo novedoso para él.

Miró al frente, centrando su atención en Jared. Debido a que iban en un vehículo para cuatro pasajeros, podía observarlo de perfil, en diagonal, ya que estaba en la fila de asientos que estaba justo delante de él. A pesar de ir sentado con la espalda bien derecha, el delta parecía descansar plácidamente, tenía los ojos cerrados y los brazos cruzados sobre su pecho, el viento que se colaba al interior de la vagoneta, debido a la ventanilla semiabierta del lado de Lya, revolvía algunos de los cabellos largos y rojizos de Jared, sin duda era hermoso.

—En la plaza principal siempre hay puestos de comida y de baratijas, es un pueblo turístico, no puedo esperar para salir de paseo por la noche— Lya pareció rebotar animada en su asiento debido a la idea.

Nuevamente Duncan asintió, sonriendo lo más posible, pero esta vez, a falta de su característico diálogo, la chica le cuestionó.

—¿Te sucede algo? Estás muy callado.

—Tengo un poco de sueño— dijo parte de la verdad.

—Entonces ayer por la noche no te fuiste directo a tu apartamento, ¿eh?— elevó una ceja, el tono de su voz era una mezcla extraña de reclamo y broma.

Duncan dejó salir algo entre un resoplido y una risa muy ahogada, —por supuesto que no, sería un tipo aburrido si fuera a la cama antes de las dos.

Ella sonrió, —así que seguiste la fiesta.

—Ni te imaginas.

—Para la próxima no olvides invitarme— le señaló e incluso clavó su dedo en el hombro del beta, amenazando, —sino, no te lo perdonaré.

—Lo tendré presente.

En ese momento el conductor puso el direccional para ingresar al desvío que llevaba a la entrada del pueblo, y en pocos minutos ya estaban aparcando en un área descampada, parecía haber sido preparada previamente para que las tres vagonetas se instalaran allí, suficientemente cerca de la civilización como para ir a pie a alguna tienda en caso necesario, pero no tanto para poder colocar las casas de campaña.

Cuando el vaivén del vehículo cesó, Jared abrió los ojos y fue el primero en salir del auto, dirigiéndose a otro, donde los encargados de los adiestramientos, incluido Alex arribaban. Omar, al ser el primer beta tenía el deber de permanecer en la ciudad, a menos que los alfas y el círculo íntimo lo decidiera de otra manera.

—Hay que reunir a todos antes de levantar el campamento— ordenó Amín, el líder de los "entrenadores".

Jared y Alex asintieron y cada uno se encaminó a una vagoneta para informar la instrucción del líder del grupo; Alex caminó hacia el auto donde Lya y Duncan estaban; y Jared en sentido contrario, había escuchado el cotilleo entre aquél par y no estaba dispuesto a hacerlo de nuevo, no cuando había cosas más importantes qué hacer, como prepararse para un entrenamiento.

.

Duncan miró sus pies, sus zapatos tenían restos de barro seco y viejo, era el par los que usaba cuando iba con Julián a perderse en el bosque, Dafne siempre los reprendía por ello; una vez incluso tiró de la oreja de su hijo cuando se tardaron más de lo usual en regresar a casa, pero es que cuando se estaba nadando en el lago, en pleno verano, las horas pasaba demasiado rápido. Vaya recuerdos aquellos.

—... Y esa será la formación por ahora, hasta que se indique lo contrario— finalizó Irene, la segunda al mando de aquel grupo de doce individuos.

Duncan miró al frente y parpadeó regresando al presente, no había captado nada. Como notó que todos se movilizaron al instante, su primer reflejo fue observar a Jared en busca de algún indicio de las instrucciones, sin embargo, este volteó el rostro ignorándolo, pero atendiendo inmediatamente a Johan, quien se había acercado y tirado con suavidad de su antebrazo.

El castaño parecía petrificado en su lugar. ¿Debía sorprenderle la falta de apoyo por parte de Jared? Por supuesto que no, seguramente era más significativo ayudar a Johan a armar su tienda de campaña... tal vez, cualquier cosa era más significativo que él.

De repente un golpe fuerte en su hombro le hizo dejar de auto-compadecerse y tambalearse, incluso dar un paso hacia atrás.

—Muévete beta, no estorbes; que debemos terminar antes que anochezca— gruñó Alex.

El castaño sonrió ampliamente, —¿Qué, le temes a la oscuridad? No te preocupes, que estoy aquí—, le lanzó un guiño, —yo te protegeré—, sino dejaba escapar un comentario mordaz no sería Duncan, ¿o sí?

Alex bufó, —tan petulante, como siempre.

—Tan fastidioso, como siempre— contestó.

El pelinegro acercó su rostro y dijo, —no abuses de tu suerte, puedo apostar que pronto te marcharás; este no es lugar para ti.

—Suertudo es mi segundo nombre— dijo enseguida y luego se encogió de hombros, dejando en claro que la situación y el dialogo le eran irrelevantes, —bueno, lo sería si tuviera uno; deberé hablar con mi madre sobre eso.

Alex le miró de arriba a abajo, negando con la cabeza y pensando seguramente que era un "caso perdido", después siguió su camino.

Duncan exhaló, ya se estaba cansando de sus amenazas y el mal trato, no era tanto como para "quejarse" con algún superior, pero tampoco podía ignorarlo; entonces se sintió observado, giró sobre sus talones y encontró a Johan y Jared mirándole con el ceño fruncido, era claro que ambos reprobaban su comportamiento y habían escuchado la conversación.

Entonces Lya llegó a su lado.

—Ey, no te quedes allí, hay que darse prisa— su tono era muy diferente al de Alex, ella era amable, —es mejor que tengamos las tiendas hechas pronto. ¿Quieres que te ayude con la tuya?— se ofreció.

El área de las tiendas de hombres y mujeres estaba en zonas separadas, no por un límite o restricción como tal, pero sí había una evidente diferencia.

¿Tienda? Duncan quiso reírse. Él estaba acostumbrado a dormir a la intemperie en su forma lobo, una tienda era "demasiada comodidad".

—No, gracias— dijo, —me las arreglaré yo solo; además, no quiero dar motivo para que Alex agregue "inútil" a la lista de mis adjetivos.

Lya negó con la cabeza, —no te lo tomes personal, ya te lo dije.

—Por supuesto que no, si lo hiciera ya le habría partido la cabeza.

Zoé, riendo por lo bajo, se acercó —dudo que lo lograras, Alex es muy fuerte, él te patearía el trasero primero.

—Tal vez, pero podría intentarlo— no borró su sonrisa, —ganas no me faltan de hacerlo.

—Me encantaría ver eso.

—¡Zoé!— le reprendió Lya, ya bastante tenso estaba el ambiente entre los betas como para que ella echara más leña al fuego.

—¡¿Qué?! Sólo bromeaba, no es como si Duncan fuera a golpearlo—, luego miró al nombrado, pensado que en realidad no lo conocía lo suficiente como para decir aquello, físicamente Duncan parecía un chico rudo, y tal vez rebelde y peleonero, sus cicatrices podrían ser prueba de ello, —¿o sí?— agregó un poco dudosa.

—¿Tú qué crees?— él tampoco parecía dispuesto a dejar de bromear con ello.

—Ya basta— intervino Lya de nuevo, —se hará tarde, será mejor apresurarnos.

Poco después las tiendas estuvieron listas y fue tiempo de adentrarse al bosque. Según la instrucción de los líderes, un miembro de cada pareja debía llamar a su lobo, mientras que el otro le seguiría de cerca en su forma humana. Lo que era una pérdida de tiempo si se lo preguntaban a Duncan, él no estaba acostumbrado a ser vigilado; su lobo y el de Julián se la pasaban de maravilla correteando aves, cerdos salvajes y cualquier animal que se les atravesara, el único humano que les seguía de cerca era Bernardo cuando era niño, que se quejaba cuando no lo dejaban participar en sus juegos.

Se humedeció los labios y tragó saliva cuando vio el lobo de Jared aparecer tras uno de los vehículos, entonces cayó en la cuenta de que al parecer todos los lobos de esa manada eran pudorosos, razonable en una "manada de ciudad".

El lobo de Jared era café claro, casi rojizo, como su cabello, sus patas fuertes y enormes, era casi tan alto e imponente como lo era el suyo. Y sus ojos, sus ojos resaltaban aún más, era hermoso. El nerviosismo le invadió cuando sus miradas se cruzaron, deseó que el lobo se acercara, que lo reconociera; porque una cosa era que siendo humano lo "rechazara", y otra muy distinta que Jared ignorara "el llamado de la naturaleza". Duncan se decepcionó cuando, tras mantener la mirada unos segundos, el lobo pareció vacilar un poco y luego adentrarse en el bosque seguido de Lya, su pareja de equipo.

—¿Qué? ¿Te quedarás allí?— Alex de nuevo le habló, el lobo de Zoé estaba cerca de él, ellos dos eran equipo.

Duncan se sintió algo abatido como para contestarle, sólo negó con la cabeza y buscó con la mirada a Johan; seguramente ser la niñera del lobo más joven, inexperto y además rezongón iba a necesitar de toda su energía y atención.

Hizo un esfuerzo enorme por no pensar en Jared, no podía meter la pata en esta actividad, debía estar concentrado. Evidentemente, y como había sospechado, al vivir en una gran ciudad, los lobos del grupo en general no eran muy hábiles en zonas naturales abiertas, es por ello que la presencia de un humano que los "vigilara" era preferible. Estúpido, pero necesario; pensó.

Miró al lobo de Johan brincotear persiguiendo la sombra que una de las ramas dejaba ver en un claro debido a la luz del sol de medio día. Sonrió y se recargó en el tronco de un árbol viejo, pensando en que era sólo un cachorro. La piel le picó debido a las ganas de dejar salir a su lobo, extrañaba la sensación de la tierra caliente bajo sus patas y la brisa revolver su pelaje cuando corría a toda velocidad. Quiso hacerlo, en verdad quiso dejarlo salir, pero logró reprimirse debido a que no quería dar pie a que fuera amonestado, no quiso crear conflictos ni perturbar la recreación de aquel cachorro que parecía estarla pasando tan bien.

Entonces el lobo de Johan se detuvo, se irguió olfateando el ambiente y parando incluso las orejas.

—¿Qué sucede?— preguntó Duncan, sabiendo que no iba a recibir una respuesta, y no porque estuviera a solas con un lobo, sino porque Johan pocas veces le hablaba como era debido.

El animal comenzó a olfatear y se dirigió a un matorral; Duncan le siguió de cerca y supo demasiado tarde que habían dado con un animal indefenso. Por un instante la liebre, de color blanco y negro, se quedó inmóvil y tras un parpadeó salió casi volando de allí, eso hizo que otras también salieran de su escondite y huyeran. El lobo se preparó para seguir a la más grande, la que era pinta, pero no pudo, ya que Duncan lo apresó.

—¡Oye, quieto!— dijo el beta, sosteniéndolo como pudo del cuello, abrazándolo prácticamente.

Johan le gruñó con molestia y usó todas sus fuerzas para soltarse, pero al ser un cachorro, aún en su forma humana Duncan era más fuerte, así que intentó morderle la mano en su frenesí por liberarse.

Duncan le esquivó, pero no le soltó, aun cuando recibió un rasguño en el antebrazo. Solo cuando pasó un tiempo considerable, cuando calculó que Johan ya no era peligro para las liebres, lo liberó.

Cayó sobre su trasero y enfrentó al cachorro que se veía muy molesto.

—La liebre estaba preñada, sería un tonto si permitiese que le hicieras daño— le explicó y, arriesgándose a que posiblemente a Johan le tuviera sin cuidado, agregó a manera de reprimenda y lección, —debes aprender a respetar la vida, dejar a tu lobo salir no quiere decir que debas permitir que te domine tu parte animal.

Johan le gruñó y dio media vuelta, dirigiéndose al campamento de nuevo.

.

Jared se enfundó de nuevo en sus pantalones, dentro de una de las vagonetas en donde "cambiaban", estaba en un campamento donde había hembras y machos, debían ser considerados. Colocó el botón de sus jeans dándose prisa ya que ahora era momento de intercambiar, era turno del lobo de Lya de ir a explorar; se colocó la prenda superior y justo en ese momento el lobo de Johan subió de un salto, la puerta estaba semiabierta para permitirles el acceso.

Escuchó el crujir de las articulaciones del chico y pronto sus palabras.

—Estúpido beta— masculló.

Supo a quién se refería, y el adjetivo no le gustó para nada, mucho menos en el tono de voz acusador y con odio que el menor reflejaba.

Aun así, no le defendió, pero sí preguntó, —¿ahora qué hizo?

—Me atacó y tuve que defenderme— bufó y se subió los calzoncillos con rapidez.

Jared estuvo curioso. ¿Duncan le había atacado? No estaba muy seguro de que eso pudiera ser cierto, ¿qué razones tendría Duncan para atacar a un chico?

No dijo más y bajó del auto buscando a Lya con la mirada, seguramente ya estaba lista para ingresar al bosque.

—Déjame ver— escuchó la voz de su compañera y volteó para encontrarla cerca de Duncan.

—No es nada.

—¿Nada? Tienes sangre.

¿Sangre? Jared se encaminó hacia ellos, pero tras el segundo paso se detuvo. ¿Por qué le importaba? Desde donde permaneció pudo escuchar mejor lo que sucedía.

—Solo es un rasguño, fue con una rama— explicó el beta, alejando su mano, Lya le había cogido la diestra.

—¿Crees que soy tonta?— ella le miró ceñuda.

—Yo no dije eso, pero creo que exageras.

Ella insistió, —traje un botiquín, si vamos a mi tienda yo puedo...

—¡Apresúrense, sino se hará de noche!— exclamó Amín.

—Ya lo escuchaste; debemos darnos prisa— Duncan aprovechó aquello para alejarse de inmediato. Entonces Alex se acercó a Lya e intercambió algunas palabras con ella. La chica se veía preocupada y Alex muy serio.

Jared sacudió la cabeza, esperando que esa sensación extraña al escuchar la palabra "sangre" se disipara. ¿En verdad había atacado a Johan y este se había defendido rasguñándole?

Una mano en su hombro le hizo salir de su letargo.

—¿Estas preparado?— era Irene.

—Sí, sólo estoy esperando a Lya.

Ella asintió, —claro, no debe tardar.

.

Alex se concentró en los aromas, la hierba abajo sus patas se sentía muy bien, la brisa cálida de atardecer sacudía su pelaje. Pocas veces podía dejar salir por completo a su lobo, así que en esta ocasión decidió dejarle tomar el control, sabía que Zoé podría seguirle el paso bastante bien, no debía preocuparse por ello.

La vegetación le hacía sentir vivo, la adrenalina que sentía simplemente al trotar era maravillosa, no podía esperar a comenzar a correr.

Entonces, sintió el aroma inconfundible del lobo de Lya, así que quiso encontrarla; se agazapó y esperó a que caminara cerca de los matorrales. Pasaron varios segundos hasta que las ramas secas al ser pisadas se escucharon, era ella, y seguramente Jared estaba cerca, pero eso no importaba.

Saltó apareciendo en su camino, al principio Lya se asombró y frenó con sus patas delanteras con premura, incluso derrapando un poco, la luz de sol que se colaba entre las frondosas ramas de los árboles era escasa, así que tal vez por ello no le reconoció de inmediato. Alex se sentó sobre sus cuartos traseros y paró las orejas, de manera que era imposible no percibir lo fuerte e imponente que era. Lya le miró, tal vez dispuesta a seguir su camino o sentarse a su lado, nunca lo supo, ya que una libre pinta llamó la atención de Alex. El animal gordo y redondo, de color blanco y negro, se escondió detrás de un arbusto.

¿Qué otra cosa sería mejor que ofrecerle a Lya como trofeo una liebre recién cazada?

El beta gruñó y se lanzó sobre la liebre, pero el pequeño animal era escurridizo y fue más rápido. Sin embargo, esta vez no tuvo tanta suerte como la vez pasada, porque Alex le siguió, por lo menos durante una carrera que duró cincuenta metros. Hasta que el animalito llegó a un claro, donde las raíces de un árbol viejo y muerto dejaban parte del terreno irregular. La liebre pareció buscar algún agujero, tal vez su madriguera, eso le hizo perder algunos segundos; segundos que el lobo aprovechó para dar un salto, previendo caer sobre su presa y cerrar sus fauces sobre ella; pero eso no ocurrió, sino que estando en el aire, sintió un golpe en el costado, algo que lo empujó sacándolo de su trayectoria planeada y lo hizo caer un lejos de su objetivo.

Sacudió la cabeza cuando se incorporó, el golpe no le había hecho daño en lo absoluto, sólo la caída había sido algo aparatosa y le había dado en su orgullo, sobre todo porque Jared, Zoé y el lobo de Lya le observaban levantarse un poco aturdido debido a la intervención de... Duncan, ese maldito.

Ya no había nada de Alex, sino el lobo, por instinto se abalanzó sobre el otro beta e intentó morderle.

Jared había seguido de cerca a Lya, cuando vio que Alex se ponía en su camino recordó las palabras de Duncan, aquellas que hacían referencia al interés del beta por la chica; hasta entonces le había parecido absurdo. Luego vio al lobo de Alex correr tras una liebre, aun en su forma humana tenía buena condición para seguirle y Lya se unió a la persecución.

Cuando llegó a un claro notó a Zoé petrificada, observando una escena que no creyó posible: el lobo de Alex estaba tendido en unos de los matorrales de enredaderas y el lobo Duncan gruñéndole por lo bajo.

—No puedo creerlo, Duncan le atacó— escuchó el susurró de Zoé y entonces notó como el lobo de Alex sacudía la cabeza, les miraba y cuando hizo contacto visual con Duncan, se tiró sobre él.

Fue la pelea más feroz que Zoé hubiera visto en su vida, o tal vez era el hecho de que no pudo creer que Duncan realmente atacara a Alex. Sabía que tenía que hacer algo, pero no sabía qué, incluso Jared parecía nervioso, sin saber cómo intervenir, y es que era claro que podrían salir heridos, ambos contrincantes eran enormes y fuertes betas. Hasta que Alex gimió cuando Duncan tiró de una de sus orejas con sus afilados dientes para después echarse sobre su cuello y mantenerlo apresado con su propio peso y contra el piso, aplacándolo.

Ambos animales permanecieron quietos, Alex por temor a que los dientes se clavaran en su yugular; y Duncan porque ese había sido su objetivo desde el principio: que Alex se detuviera.

Cuando Duncan notó que el pulso de Alex se tranquilizaba lo liberó. Dio unos pasos hacia atrás, sin quitar la mirada de su contrincante, listo para saltar y quitarse de su camino si decidía arremeter de nuevo, pero su campo visual fue invadido por Jared.

—¡¿Qué demonios crees que haces?!— gritó el delta interponiéndose entre ambos, —¡¿Cómo te atreves a atacarle?!

El lobo de Duncan se agachó ante el regaño y gimió, en un solo segundo pasó de ser un lobo feroz a ser un "perrito regañado". Bajó incluso la mirada por unos segundos y luego escuchó el sonido de varias pisadas, miró cómo el lobo de Lya corría hacia Alex y le atendía limpiándole la oreja lesionada, Zoé también se acercó al lobo herido; pero solo Jared le miraba furioso.

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ESPACIO PARA CHARLAR. Admito que este capítulo me quedó más largo de lo que imaginé. Al principio eran de alrededor de 1800 palabras, este supera las 3000 (je, je, je).

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