Lazos del Pasado (Zodiaco)

By xxtheblueoceanxx

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Pensaban que sería como antes, sin embargo, el baile causó bastantes cambios en sus vidas, transformándolas d... More

00|Prologue
Cast | Aries
Cast | Tauro
Cast | Géminis
Cast | Cancer
Cast | Leo
Cast | Virgo
Cast | Libra
Cast | Escorpio
Cast | Sagitario
Cast | Capricornio
Cast | Acuario
Cast | Piscis
01|Unión
02|Preparativos
04|Deben resurgir
Agradecimientos

03|Intruso

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By xxtheblueoceanxx

—¡Presentando a la familia real! ¡Princesa Géminis Geiran, Princesa Escorpio Geiran y Principe Sagitario Geiran! —gritó un hombre viejo bien vestido, mientras por la escalera bajaban los tres hermanos. Todos se veían atentos o eso querían demostrar.

Antes de ellos, los de las grandes y famosas familias pasaron siendo nombrados. Se adentraron y esperaron al resto. En cambio los pueblerinos tuvieron que esperar unos diez minutos antes de entrar y tampoco se les hizo una entrada cortéz.

La música comenzó a sonar y rodeaba el lugar. La hermosa melodía lenta del violín, acompañaba a algunas parejas que bailaban como en los antiguos tiempos de su juventud.

Leo miraba con desprecio a esos sucios que bailaban como si siempre hubieran estado en tal lujoso castillo, Sagitario se acercó riendo.

—¿No qué deberías estar observando a qué chica invitarás a bailar?

—Claro, pero esos estúpidos me arruinan el baile —rodó sus ojos azules arreglando su cabellera negra.

El de cabello cobrizo lanzó una risa entre dientes.

—Vamos, tú eres Leo, sé que no te detendrá esto. Además mira a la Condesa de Riverwest, te ha estado observando hace mucho.

—Lo sé, es obvio que lo hace. Pero no es mi tipo, alguien como ella lo sería —dijo apuntando a una joven duquesa—. Esta bailando en este momento, estaba esperando a la próxima pieza musical —su amigo asintió—. Pero tú por otro lado, ¿no deberías buscar a tu futura esposa?

La sonrisa de Sagitario no decayó, pero se veía un poco opacada por el recordatorio.

—Está presente en mi cabeza, pero hay pocas chicas sin estar bailando, y esas solo son pueblerinas.

—Es cierto, pero ahora que ya termina la canción iré con la duquesa —dijo y se fue a pedir la pieza a la nombrada de hermosos ojos azules claro.

Odió interiormente el momento en que quedó sólo y un montón de personas se le acercaron a hablar sobre el reino y sus prioridades. Se manejaba bien en estos temas y esta vez no era la excepción. Habló tranquilo, respondiendo a cada pregunta propuesta por los cercanos. Muchos le reclamaban el hecho de la gente pobre en el baile, pero supo como abordar el tema y cuando ya no toleraba la situación, pidió permiso e invitó una pieza a la primera joven que se le cruzó. Para su suerte no era una pueblerina cualquiera, sino, la hija de los Western.

Escorpio por su lado iba rechazando a los "estúpidos" que se le acercaban. No soportaba esa clase de hipocresía.

—Queridísima Princesa Escorpio, ¿me haría el honor de bailar esta pieza conmigo? —rodó los ojos internamente. Este parece ser más idiota que los otros. ¿En serio creen que con eso saldré a bailar, para que luego piensen que pueden pedir mi mano? ¡Es una completa idiotez!

—Lo siento, pero espero a alguien —mintió o quizá no. En realidad aguardaba a alguien indicado, no a cualquiera que se le cruzara.

La cara del joven se descompuso, creía tener la oportunidad con ella. Pero se equivocó. Ese fue el momento perfecto para que la princesa saliera de esas cuatro paredes a respirar un poco en uno de sus tantos jardines.

Creyó oír un susurro cercano a ella, se volteó observando rápidamente su alrededor. Nada raro en absoluto. Suspiró un poco aliviada, un mal presentimiento la venía siguiendo hace poco, este la hacía sentir miedo y más por su padre, aunque no lo aceptaba.

Recordó a su hermana pequeña y caminó de vuelta al fastidioso baile. La nombrada bailaba alegremente en los brazos de un amigo de Sagitario. Acuario, si la chica no se equivocaba. Jamás le prestó mucha atención, pero su hermana se veía radiante junto a él, reía y ambos no paraban de hablar, lo que significaba una gran conexión y ella lo sabía.

—Así que, ¿a los tres años ya habías hecho tu primer gran desastre en casa? —Géminis preguntó interesada. Por fin alguien con quien no se aburría al hablar, tenían cientos, miles de temas y aún si se les acababan, inventarían otro. A Acuario lo conocía desde antes por Sagitario, a pesar de esto, no habían tenido la oportunidad de tratarse. Y pensar que el chico la invitó porque la vió un poco incomoda antes las insinuaciones de otro joven, esto lo hacía un poco más tierno. Pensaba ella.

—Sí, mi hermano Piscis lo recuerda. Dice que mamá no se pudo enojar conmigo después de todo —río él. Se la estaba pasando de maravilla, pensaba casi lo mismo que la de cabellos cobrizos, podía hablar sin aburrirse. Sin embargo, él era tanto o más social que Géminis. Amigos por aquí y amigos por allá, nada más. Sus padres invitaban a jóvenes a hablar con él, se llevaban bien o tal vez debía fingía la buena cara, pero no estaba dispuesto a sentar cabeza, o quizás, no aún. Esto no quitaba lo bien que se la estaban pasando juntos, más importaban las palabras que se decían que el mismo baile. Acuario es y no dejaría de ser un caballero.

Ambos irradiaban luz, mientras una chica que subía las escaleras traseras con una fuente de comida sólo malas vibras. No sabía cómo había tolerado todo lo que le hacían durante tantos años.

—Tauro —el grito en susurro de su amiga la asustó, la bandeja casi se estropea.

—Santo dios, ¿cómo se te ocurre asustarme así? —le dijo la de cabello negro tratando de recuperar el aire.

—Calla, descubrirán que no estoy en la cocina si hablas tan alto... Quiero ir al baile, ¿entiendes? Tengo un vestido que no he utilizado y era de mi madre. Podemos ir las dos, entre la mayoría nos estamos cubriendo para estar una hora en el baile —su amiga veía las chispas en los ojos de Hera al hablar del tema, también deseaba darse un descanso de todo. Pero tenía miedo de perder su trabajo, si alguien era echado del castillo tenía muy pocas probabilidades de ser contratado otra vez.

—Hera... ¿Sabes?... —Tauro lo pensó un momento, luego sonrió— Vamos a ir a ese estúpido y fastidioso baile, luego de que deje esta bandeja -susurró. Su amiga a los pies de los escalones estaba chillando lo más bajo que pudiese. Le sonrió una última vez y comenzó a subir el resto de camino que le quedaba por recorrer para llegar al segundo piso. Largos, altos y grandes pasillos se extendían, ella los conocía bien, ¿cómo no hacerlo si prácticamente creció aquí? Unos cuantos más y llegaba a la puerta de la primera habitación, donde se tenía prohibida la entrada.

Hace unos siete años, la reina dormía plácidamente en su alcoba, ya que horas antes había tenido una pequeña discusión con su esposo. Nadie supo cómo ni qué ocurrió, pero a la mañana siguiente su pulso se había ido. Luego de la semana en luto, el rey ordenó que nadie más entrara y cerró la habitación incluso para la limpieza.

Tauro no le prestó mayor atención, y siguió avanzando al cuarto del monarca. Algo le llamó bastante la atención, no era para nada usual, pero ¿qué podía hacer ella? Así que fue y se posicionó frente a la puerta. No tocó una, ni dos, sino diez veces antes de rendirse.

—Quizá está dormido, pero ¿por qué pedir una cena si no la va a comer? Él jamás hizo eso, es muy tacaño para desperdiciar comida —pensó en voz alta, hablando lo más bajo que podía.

Le resto importancia, se volteó y sus pasos se dirigieron a las habitaciones de la servidumbre. Como en todos los castillos, ella y los demás dormían y comían ahí. Paró en la cocina principal, dejando la bandeja de plata con la comida intacta. Para su suerte Mándame Clede no se encontraba y los demás la cubrieron sin antes preguntar que había pasado.

[...]

—Libra, ¿no crees que mi hermana Luise se ve bien junto a al hermano de Capricornio? —le consultó Cáncer a su amigo mientras bailaba.

—Si, se ven bien juntos —susurró sonriendo mientras movía a la rubia por el salón de baile.

La chica se aferró un poco más a él, sonrojada lo miró a los ojos, sin embargo, solo conectaron unos segundos.

—¿Te ocurre algo, Libra? Has estado raro desde que entramos al castillo.

—¿Eh?... No, no es nada, solo que tengo un dolor en el estómago, no se si son nervios, pero no me agradan —respondió mirando a los músicos que parecían estar hipnotizados. No hacían más que tocar, tenían sus ojos sin vida y tampoco demostraban emoción.

—Si, también siento algo así, pero no deseaba incomodarte —ambos se retiraron al terminar la pieza.

—¿Has visto como están los músicos?, a veces pienso que ni siquiera parpadean. La ausencia del Rey también está afectando esto, sé que ha sido por los pueblerinos y demás, pero siento que se debe a algo aparte. No quiero alarmarte, pequeña Cans, así que no te preocupes por mis ideas locas —le dijo él restándole importancia a lo recién mencionado.

Ella negó suavemente con su cabeza. También sentía lo mismo, un temor desde que cruzó la puerta principal y como si algo los observara en cada momento. Sonrió buscando los ojos del chico, quien siempre se preocupaba por ella. Sin querer recordó a su amiga, la buscó con la mirada, ni nada más ni nada menos, Aries bailaba con el heredero al trono.

—Cans, ¿quieres salir? El ambiente me esta exasperando —preguntó el de cabello castaño mirando hacia donde ella lo hacía—. Vaya suerte que tiene Aries, miren que bailar una pieza con el príncipe Sagitario no es nada fácil —mostró una reluciente sonrisa, sintiéndose feliz por la peli roja.

—Si, eso mismo pensaba... Creo que es mejor salir, siento como si personas nos mirarán de forma extraña —suspiró con cierta esperanza de que el chico no la tomará como molestia. Tomó un mechón que sobresalía de su peinado y lo guardo tras su oreja.

—¿A quiénes te refieres? —la preocupación del Libra no se hizo esperar, observó más detenidamente a cada uno de los presentes.

—No lo sé, pero en serio me siento incomoda. Salgamos, ¿si?

—Claro, pequeña —asintió, él tomó delicadamente el brazo de Cáncer, la guió fuera de miradas, música y de toda esa muchedumbre, bajo la atenta y triste mirada de Aries.

—Debí suponerlo... —susurró cerrando sus ojos, su baile se hizo más torpe y melancólico, cosa que al príncipe no le agradó para nada.

—¿Te sucede algo? —no es como si realmente se preocupara por su bienestar, a la chica la conocía por ciertas conversaciones, nada más. Pero Sagitario era Sagitario, su imagen debía quedar limpia. Aries le negó suavemente con su cabeza, ella era la que no deseaba molestarlo con sus problemas románticos, es más, ni siquiera se lo contaría.

El silencio entre ellos era profundo y molesto, a pesar de la música ellos parecían estar en otro mundo sin dejar de tener los pies en la tierra y aferrarse a ella. La canción estaba por terminar, ambos lo sabían, ya volverían a ser conocidos comunes y corrientes.

Sagitario comenzó a mirar a otras señoritas para ver posibles esposas, irremediablemente no aceptaba ninguna, se veían tontas, trepadoras (esto lo veía en la mayoría), molestas y se negaba a aceptar alguna que conociera. Tenía asegurado de que nadie podía estar a su lado y ser la futura reina. Observó a Aries e hizo una leve reverencia al finalizar la pieza. Por su parte, la chica se retiró a la mesa donde la comida de alta calidad era servida y veía como más era traída por la servidumbre. Sacó una delgada rebanada de un míni pastel de frutas y encaminó a paso lento hacia Capricornio, Piscis y Virgo. Sabía bien que no eran sus amigos, sin embargo, eran conocidos y Aries encontraba en ellos grandes personas.

—Buenas noches... —saludó un poco decaída. Los tres la recibieron con una sonrisa, a pesar de que había interrumpido una conversación muy importante.

—¿Qué pasó Aries? ¿Por qué no bailas?

—Nada, Virgo, solo que me sentía un poco mal y vine a comer, lamento si interrumpí algo importante —la castaña negó con la cabeza.

—No te preocupes, no era algo de mucha importancia —le dijo Piscis sonriéndole.

Aries se sentía rara, ¿Por qué no había hablado con ellos más seguido? Se la pasaba encerrada en casa por no querer ver a Libra y Cáncer juntos, pero había más gente en el reino y sus alrededores con quien conversar y reír. Aries, tú eres fuerte, sal y divierte, sonríe, lo mereces. Sonrió radiante, aún sintiéndose algo débil, y comenzó a entablar una conversación más a fondo con Virgo, la chica no entendía su cambio, pero verla bien hizo que sus palabras fluyeran.

Los chicos solo miraban, Capricornio intentaba entender lo del castillo y demás. También había notado lo de los músicos, sin embargo él vió además que ciertas personas tenían estas características. Observó con cierto temor a otros invitados, algunos estaban "normales". Le susurró esto a Piscis, quien se hizo para atrás al mirar a un bailarín y confirmarlo. Todo salía de sus manos. Se alejaron un poco de las chicas y se hablaron por susurros.

Aries les sonrió cuando les vió acercarse otra vez, pero Virgo no estaba muy contenta. Los conocía desde sus cinco años cuando se perdió en casa de Capricornio para una fiesta y sabía de primera que sus caras no traían ninguna tranquilidad.

Les hizo una seña al castaño, pero él simplemente le sonrió a ella y a la peli roja, con eso le había dicho todo.

—¡Amo la séptima melodía de Henry! Capricornio, ¿me acompañas en esta pieza? —le preguntó mientras lo tomaba de la mano y lo llevaba a la pista alejado de Piscis y Aries.

Ambos habían quedado sorprendidos por tal atrevimiento.

—¿Ya le ha pedido su mano? —la chica dijo dudosa mientras el rubio se echaba a reír. Eran años y parecía que ambos no eran capaz de verlo. Le negó aún con una sonrisa.

—Virgo y Capricornio rechazan a quien se le cruce y aún no se dan cuenta que son tal para cual. Se toman como amigos y todo eso, pero la mayoría sabe que son los únicos a los que van a decir que sí en esos casos.

Aries asintió comprendiendo, tomó un trozo de su rebanada y la comió elegantemente.

—Eres amiga del hermano de Virgo, ¿no? —Libra, pensó inmediatamente para ruborizarse. Movió su cabeza.

—Deberías ir más seguido a las fiestas que hay, creo haberte visto en sus anteriores cumpleaños, pero hace mucho que no vas a ellos. Perdón por ser tan descortés, pero, ¿tienes algún problema con él o con su familia?

—No, no. Es... Otro tema. Más personal y no me incomoda, solo creí que nadie se daba cuenta... —Piscis la miró ahora confundido y conmovido. Puso su mano y le hizo una pequeña caricia en el cabello.

—Creo que si tienes problemas puedes contar con nosotros. No somos los mejores, pero podemos ayudar —le sonrió. Ella estaba rompiéndose, quería abrazar algo más que su almohada y llorar sintiendo que era comprendida. Sus problemas eran insípido ante otros más grandes, pero le dolían y quería sacarlos. Durante cuatro años había soportado que el chico del cual estaba enamorada le gustará su mejor amiga. Jamás lo dijo a nadie y se había encerrado, y ahora que se atrevió a hablar con más personas logró sentirse acompañada como hace tanto no hacía. Sonrió débilmente mientras dos grandes lágrimas amenazaban con salir. El chico inmediatamente la cubrió para no dejarla en vergüenza ante los invitados. En vano trató de calmarla pensando que se había equivocado al hablarle así, pero no sabía que ella estaba más que agradecida.

Sus padres observaban de lejos, sonreían complacidos y seguían en su pieza, aquella era con la cual se habían conocido.

Cuando su respiración se estabilizó se separó amablemente de él y le susurró un gracias mientras una sonrisa se asomaba por sus labios. Comenzó a escuchar susurros, hablaban de ella y Piscis, muy mal. Habían malinterpretado la situación y ahora creían en que entre ambos ocurría algo.

—Lamento que te metan en esto —le dijo mientras miraba mal a Berelia, una chica que siempre le desagradó—. Han pensado mal de lo que has hecho por mi culpa.

Negó. No le importaba en absoluto, ya le había pasado antes y hasta con Virgo, estaba acostumbrado a que vieran su apoyo como una demostración de un cariño más allá de lo reparatorio, ya le daba igual.

Mientras llegaba Acuario junto a Géminis, los castaños parecían discutir más que bailar.

—¿Qué es lo que sucede?

—Pasa que ha sido tu peor decisión venir a rodearnos de esta gente —susurró acercándose más a ella—. Debes actuar normal, solo fíjate en la gente.

Su sorpresa no se hizo esperar, frunció su ceño fruncido y se aferró inconscientemente a él. Estaban muy cerca de ellos.

—Debemos volver, Virgo.

Asintió y fueron moviéndose por la pista de baile lo más natural que pudieron hasta estar más cerca de los chicos, pero no podían retirarse si no acababa la canción, por ello siguieron hablando en susurros. Ella tenía miedo, lo demostraba al tratar de ocultarse en los brazos del chico, mientras él solo trataba de protegerla, le parecía frágil y sentía que la vería aferrarse a sus piernas otra vez si la dejaba sola.

La había encontrado así, su familia tenía un laberinto de enredaderas en su jardín y en su sexto cumpleaños los Elymbrigge habían sido invitados junto a sus hijos. Dos horas se habían hecho desde que su madre no la veía y recién había tomado en cuenta que no estaba.

No quisieron alarmar a los dueños de casa, pero los chicos habían escuchado la conversación que habían tenido los padres de Virgo y decidieron unirse. Capricornio recordó cuatro posibles lugares donde podría estar, ya que él solía perderse ahí. Dividieron el grupo y buscaron sin respuesta, finalmente fueron al cuarto lugar todos juntos, el laberinto. Siempre guiado de su mano derecha comenzó a recorrer el lugar, ahora no solo se escuchaban gritos de los Elymbrigge sino también de los Vawlay y los Stauton, pero no sé detendrían.

Estaban por llegar al centro cuando sintieron unos sollozos, detrás de una pared estaba ella, aferrada a sus piernas, no había logrado salir y estaba perdida. Se acercaron, la consolaron y la sacaron de ahí. Jamás olvidaría como su pequeña mano tomó la suya y como le comenzó a sonreír cada vez que se encontraban, estaba completamente enamorado desde hace tiempo, pero no era capaz de decirlo de ninguna manera.

—Virgo llamando a Capricornio, ¿acaso estás en trance como ellos?

Río, mientras le daba una última vuelta a la chica para regresar con el grupo de ahora cuatro.

—¿Pretendiente? Es horrible, aún te quedan años para esperarlo, ¿por qué hacerlo tan rápido y todos a la vez? —le hablaba Aries a Géminis. La chica solo le mostró una gran sonrisa y le movió su cabeza negando a sus preguntad. Le dijo que no comprendía bien la razón, pero la pelirroja parecía emanar humo de su cabeza. Sus padres le habían permitido esperar, no la querían presionar, dicen que los flechazos ocurren en cualquier momento y lugar y que nada es impedimento, ¿por qué obligarla a ella entonces? Pero sabía que ella era una princesa, su rango era superior y debía obedecer para mantener un orden. Se sintió mal por ella, quizás ni siquiera quería serlo.

Géminis se quedó en silencio mientras observaba a los demás. Debía cumplir con su padre, a fin de cuentas era su deber y se había preparado toda su vida para esto. Pensaba en dejarle un pañuelo a Acuario, pero aunque ambos sintieran lo mismo su romance no podría concretarse. Sin necesidad de palabras ella comprendía que el joven debía ser de alto rango y un duque de su mismo territorio no representaba tanto poder. Resignada pensó en el príncipe que la había invitado anteriormente, quizás con él su padre se sentiría realmente contento.

Pero a pesar de todo Aries la había conmovido sin saber que era que en el fondo, le recordaba a su madre. El hecho de que se preocupara si en verdad ella quería casarse y que pudiera haber visto que no estaba preparada hicieron que se encariñara con la pelirroja, y es cierto, Géminis lograba crear lazos con la gente muy rápido y esta vez no fue la excepción.

—Acuario... —susurró Piscis mientras las chicas conversaban. No alcanzó a finalizar y su hermano menor ya estaba asistiendo. Lo sabía, lo había visto en sus sueños. Pero esto no era lo peor, no era lo que le provocaba el miedo y los deseos de que no se completara lo que su mente le había mostrado, como pocas veces ocurría. Algo estaba por pasar.

Afuera se encontraba Escorpio, no había hablado con nadie luego de haber salido del castillo, solo se dedicó a pensar. Miró su vestido nuevamente, pensó en su padre, en su familia. Lo que daría por ser como era antes, pero no podía hacerlo, ya no podía.

Miró a su torre. No entendía por qué confiaba tanto en Sagitario, ni tampoco cómo hacía el para agradarle a la gente. Si, era un heredero al trono, pero aún así las personas terminaban por acercarse más a sus hermanos que a ella. No importa si intentaba hablar, terminaban por aburrirse o le tenían un miedo enorme y al darse cuenta, ella era la que se iba.

No tenía realmente a nadie con quién hablar, su madre había muerto y todo cambió. La gente terminó por aislarla, generó en ella un gran odio hacia muchos y al final la gente la conocía por sus venganzas sin comprender que esas personas le habían hecho daño.

No había apartado la mirada, quería mucho a su padre, pero a veces no se soportaba ni a ella misma. Fue en eso que lo vió, estaba observando por la ventana junto a su cama, la misma por la que amaba mirar el pueblo de niña. Desvío sus ojos en otra dirección, las rosas. Las mismas que adornaban aquel vestido rojo. Buscó nuevamente a su padre, pero él ya no estaba.

Por su lado, Tauro y Hera estaban arreglando unos detalles para salir. Su amiga había peinado a la taurina, solo le faltaba el vestido y para dejarla cambiarse, ella salió y la esperó donde se suponía se encontrarían, la entrada al salón en el ala oeste.

Tauro estaba por ponerse el vestido cuando tocaron a su puerta, creyó que era su amiga gastándole una broma, pero al momento de sentir cierta insistencia de la persona detrás de la puerta se apresuró a abrir. Allí estaba parada Madam Clede que no dudó en alzar la voz.

—¿Qué estás haciendo? —creyó que era su fin, que la sacarían. Era lo más probable que ya se hubiese dado cuenta que tenía intenciones de ir al baile, pero en vez de eso solo le entregó una bandeja, parecía ser la misma que había ido a dejar al Rey hace media hora—. ¡Te dije que le fueras a entregar esto! ¡Lo pidió hace mucho y tú eres tan inútil como para no cumplir una simple tarea! Ve y has tu trabajo o será el último día que dormirás aquí.

Su enojo era muy notorio, pero lo que la sorprendió fue que no le dijera nada sobre su peinado ni que la escuchara sobre lo que había ocurrido arriba, bueno, lo último no la sorprendía del todo. Tomó la bandeja y vió como se alejaba de ella. Suspiró y se encaminó nuevamente a la habitación del Rey.

—Fue un gusto, Príncipe Sagitario.

Lamentablemente para él no había sido así. Solo hizo una reverencia y se alejó, a este paso no encontraría ninguna doncella para casarse. Ha estado horas bailando sin demostrar lo agotado que estaba, sin enojarse y soportando a los ancianos molestos que le preguntaban cada vez que se veía sólo por la situación de Geiran. Y allí venían de nuevo, ¿es qué no tenían otra cosa que hacer que solo molestarlo? Lo peor es que no podría irse a respirar porque como anfitrión principal del baile debía estar presente durante toda la jornada. Ahora entendía porque su padre no quería estar presente para esto.

Se movió un poco impaciente en sentido contrario de donde sus torturadores venían, pero en sus pasos inconstantes chocó directamente con el hombro de una joven. Hubiese dicho que era la chica más hermosa que él había visto si no fuese porque  tenía unos horribles ojos completamente morados que lo hicieron saltar hacia atrás con una maldición que salió involuntariamente.

Solo eso bastó para que los ancianos preguntones llegaran a su lado. Le hablaron sobre su salud y por cómo estaba, ya que del susto había palidecido. Tartamudeó un estoy bien para luego mirar que la chica se había ido.

Solo eso bastó para ir en busca de su hermana, no haría un escándalo por algo que no está seguro que vió. ¿Y si había sido el agotamiento? No podía quedar en ridículo ante la gente ni mucho menos la realeza de otros reinos.

[...]

—Tauro ya ha vuelto con la bandeja, va a comenzar.

—Bien, hay tres afuera, comencemos por ellos.

[...]

—Necesito saber cómo está mi hermano. Mi madre y mi padre están bailando, pero no lo veo a él —susurró la castaña mientras observaba a la multitud.

—Vamos a buscarlo, yo te acompaño —Acuario, quién había estado expectante la mayoría del tiempo. Exceptuando a Géminis y Aries, todos ya sabían de que estaba ocurriendo, por ende se encontraban preocupados por sus seres queridos. Para su fortuna la mayoría estaba ante sus ojos y parecían actuar normal, por lo que no llamaban la atención de nadie.

Mientras ambos caminaban fuera, al grupo se acercaba Sagitario con gran aire de preocupación. Le habló a su hermana y trató de apartarla lo más que pudo de ellos mientras hablaban.

—¿Qué te ocurre? Te ves mal —le dijo ella tratando, en su contra, de no alejarse tanto.

—¿No te han hecho nada malo? —negó. Miró de reojo a los chicos: Aries, Piscis y Capricornio, ya conocía sus nombres—. Solo quería saber si estaban bien.

—¿Estaban? ¿También has ido a ver a Escorpio? —la pregunta le tomó por sorpresa. Claro que también estaba algo preocupado por ella, pero muy en el fondo creía que sola podría resolver todo. Su hermana era una chica fuerte, la más fuerte que él había conocido. Quizás es por eso que en realidad no pensaba en ella cada vez que veía problemas o porque cada vez que él se  acercaba, ella lo alejaba. Lo que terminó distanciando su hermandad. Pero se equivocaba en muchas cosas y eso aún no lo sabía.

—Deberias ir a verla a ella, yo estoy bien. Aries me protege aquí, no te preocupes — dijo sonriendo. Se soltó del agarre que tenía su hermano y fue junto a ella. Parecía ser que hace mucho no la veía realmente feliz.

—¿Aries?... Bien... Iré —susurró para si mismo algo confundido. Le había dicho a esos ancianos que hablaría en privado con su hermana, ahora que había acabado regresarían a molestarlo, pero solo avanzó. También le contaría a Leo lo que le había pasado, seguro él le creería sin tomarlo de loco.

Mientras tanto su amigo había disfrutado toda la jornada con la joven del primer baile, estaba totalmente cautivado por ella. De hecho, parecía que no le importaba el hecho de estar rodeado de gentuza si es que estaba con ella, no quería alejarse, podía sentir la mirada de otros chicos observándola y sabía que si la soltaba irían y pediría una pieza tras otra, como lo había hecho él.

Había estado pensando en pedir su mano, su padre era un hombre viejo y se veía razonable. Su madre, por otro lado, era una señora jovial que había sonreído al primer momento de verlo bailar junto a ella. Y la verdad es que todos en la región conocían a Leo por su gran riqueza y poder, la otra parte de su historia estaba oculta y así seguiría. Cualquier padre deseaba que él tomará por esposa a su hija, pero el solía negarse a muchas cuando notaba el real interés de esas chicas. Sin emabargo, en ella notaba algo totalmente distinto y esto lo había empujado a tomar tal determinación. Cuando la pieza terminara, iría junto a sus padres y pediría la mano de la hermosa joven.

Sus pasos iban acercándolo al gran ventanal abierto que daba directamente al jardín principal delantero. Vió como dos sombras pasaban entre los arbustos dirigiéndose a quién sabe donde. No le tomó importancia, muchos se habían ido a dar una vuelta alrededor del castillo. Así que siguió bailando con gran destreza y alegría.

Libra y Cáncer yacían en los brazos de dos figuras quienes los arrastraban a una carroza. Ambos habían salido por aire fresco para despejar sus ideas y habían hablado como siempre.

El regreso de su padre del viaje a las montañas trajo nuevamente violencia a la casa de la chica. Siempre sucedía eso. Llegaba, se emborrachaba y comenzaba a golpear y gritarles a todos. Muchos decían que se debía al trauma que vivió durante la Guerra Nevada para defender a Geiran, pero aún así, ella no perdonaba que le hiciera daño a su familia. Muchas veces lo enfrentó y huyó, la mayor parte del tiempo con su hermana a casa de Libra o de Aries, su madre siempre terminaba pagando por todo lo que su padre hacía.

Cáncer se volvió reservada y mucho más sensible con el paso del tiempo, además de encariñarse enormemente con el castaño y la pelirroja.

Por su lado, el chico siempre estuvo ayudándola y terminaron acercándose demasiado, él sabía que sus sentimientos no habían cambiado desde hace dos años. Se había atrevido a pedir su mano frente a su padre, quién lo insultó y lo sacó de la casa, pero al parecer no le dijo nada a su hija, puestos ir cuando se reencontró con ella parecía todo normal. Luego de que se fuese otra vez a las montañas pareció que todo había sido olvidado, sin dudas el alcohol le estaba haciendo un daño. Odiaba lo que le pasaba a Cáncer y su familia y que él no pudiese hacer nada, solo le quedaba ir constantemente de visita y ayudarlos como compañía.

Hablaron sobre muchas cosas antes de sentir un crujido de una hoja seca. El primero en caer fue Libra, no logró emitir más que un quejido y había quedado dormido, un chico le había puesto un paño sobre su nariz y boca. Luego fue Cáncer, quien lo vió como se desplomaba tratando de alcanzarla. Sintió un leve ajetreo y al abrir nuevamente los ojos pudo distinguir que estaba encerrada. Pensó en su madre, su hermana, Libra y Aries. Pero sus ojos se cerraron. Desde ese momento cayó inconsciente.

Acuario y Virgo los estaban buscando, pero el chico había soñado con esto, sabía que iba a ocurrir. Sintió las sombras cerca, como aquella noche.

—Virgo, quédate tranquila, no va a ser más malo que quedarnos aquí —susurró. La chica le miró extrañada y luego sintió un paño sobre su nariz.

Acuario observó, sabía que también debían hacer lo mismo con él y dejó que así sucediera, no tenía idea de como acabaría su familia, pero esto era algo que él debía hacer. Lo único que pudo pronunciar fue un débil «lo siento». Luego de esto su vista se nubló.

Dentro, la "Pieza Lunar" de Kerier Montter había terminado, el joven de cabello azabache se dirigía a los padres de la hermosa Duquesa. Estaban conversando alegremente entre ellos. Pero algo detuvo sus pasos antes de completar la acción. Lo miraron con las mismas sonrisas, pero sus ojos tenían el mismo color que había visto Sagitario.

¿A esto se refería la gitana con los problemas? ¿Por qué no le dijo en primer lugar que la chica iba a ser mitad demonio? No definitiva no se casaría con una criatura tan espeluznante. ¿Qué pasaba si en realidad era horrible y lo había embrujado para que la viera de esa forma? Respiró hondo y se disculpó lo más amable que pudo con la chica. Vió a su amigo salir del castillo y lo siguió como excusa.

[...]

Había subido los mismos pisos nuevamente y pasado por las mismas habitaciones. La bandeja seguía caliente y ella seguía enojada. Ojalá hubiese sido hija de reyes, le harían absolutamente todo, quizás hasta la llevarían en un altar a su habitación si estuviese cansada.

Se paró frente a la puerta y tocó nuevamente. No lo había hecho tan brusco, no cabía la posibilidad. La puerta estaba abierta antes de que ella llegara. Le llamó sin entrar a la alcoba, de cierta forma había algo en esta situación que se sentía muy mal, demasiado.

Quizás fue muy brusca y el rey se enojaría, pero ya había mucha probabilidad de que fuera despedida por Madam Clede. Así que se adentró. La cortina estaba corrida y parte de ella había salido del metal que la sostenía, la cama estaba deshecha y no veía al viejo hombre por ningún lado. Retrocedió un paso y miró hacia la izquierda, allí estaba el Rey. Muerto.

La bandeja calló de sus manos. ¿Qué pasaba si él o los que lo habían asesinados seguían en la habitación? Había sido muy torpe, el ruido los alarmaría e irían por ella. Estaba estática mirando el cuerpo, tenía una daga a la altura del corazón. Creyó sentir pisadas y se lanzó a correr hacia abajo. No importaba si armaba un escándalo, tenía que sobrevivir.

—¡Han asesinado al Rey! —gritó agotada apenas llegó a una entrada al gran salón. Pero quedó nuevamente inmóvil, la gente la miraba vacía, y comenzaron lentamente a caminar hacia ella. De pronto las campanas comenzaron a sonar. Eran las dos de la noche.

—Demasiado tarde —dijo una voz masculina a sus espaldas antes de sentir una debilidad enorme. Mientras cerraba los ojos sentía como corrían mientras la llevaban. Lo último que vió fue su amiga que la miraba con esos mismos ojos sin vida.

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