01|Unión

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—Padre, solo es una baile. Además —lo había estado intentando hace días, esta era su última carta en juego y le molestaba porque él también saldría afectado—, usted dijo que mis hermanas debían conseguir algún pretendiente. O... ¿Ya lo olvidó? —mencionó sentado junto a su progenitor en la sala principal del castillo.

—No, Sagitario. Pero debes recordar que estamos al borde de la crisis, ya viste en otros reinos lo que ocurría. En los peores casos podríamos ser hasta asesinados, así que la mejor manera de tenerlos tranquilos es una igualdad —pasó su mano por su cabello rojo con unas canas marcadas, lo que demostraba que ya tenía bastantes años, expresando frustración por el tema.

—Lo sé, padre. Solo... Se la pasa entre papeles y... Creí que sería bueno para usted que se relajara —habló lo más diplomático que pudo. Era bastante persuasivo, pero no había sido así siempre, gracias a Acuario había aprendido y eso jamás lo olvidaría.

El Rey dudó un poco, lo miraba con desconfianza. Su hijo de alguna manera se metía en su subconsciente y lo manipulaba como él quería, sin quitar la sonrisa, que por cierto pertenecía a su difunta esposa, conmoviendolo más.

—Hijo, pronto ocuparás mi lugar. Y tú también debes conseguir a tu prometida, no lo olvides, eres un chico de 18, a tu edad ya deberías de estar casado no solo por nuestra familia y descendencia sino por nuestro pueblo —exclamó colocándose en su lugar de padre y Rey a cargo de cientos de personas.

—Lo tengo claro... Que tal si... ¿Hacemos un trato? —su padre elevó una ceja alentándolo a continuar y sacándole una sonrisa— Hacemos un gran baile. Invitaremos a todo el pueblo, así resolvemos el problema de las críticas de la gente. Eso si, solo los que traen un traje o vestido decente podrán entrar. Y le juro por mi bisabuelo, el que fundó este reino y nos dio nuestro apellido, que no le pediré ningún baile más a no ser que usted lo desee.

—Bien —suspiró resignado, teniendo en cuenta que había caído otra vez ante su hijo mayor—, aunque no estaré presente para esto. La forma de ser de esos campesinos no me agrada, trata de que la exigencia del vestuario sea lo más alta que puedas entre esos pueblerinos asquerosos. Además, esta es la última oportunidad para ustedes tres de conseguir a un esposo, o esposa en tu caso, si no veo respuesta yo mismo los obligaré y no tendré piedad de la persona con quien se queden. ¡Porqué ya han tardado demaciado y mi vejez no me permite esperar más! —gritó alterado, calmándose un poco.

—Lo haré, no se preocupe. Lo prometo —un poco confundido asiente y al finalizar la conversación parte a hablar con los sirvientes.

[...]

—¿Has oído, Tauro?

—Si, Hera. Tendremos más trabajo y ellos más fiesta preparada por su Príncipe ese —rodó los ojos y puso un mechón de su cabello castaño  detrás de su oreja volviendo a su labor, limpiar la pared de la cocina.

El castillo era un lugar enorme, diez habitaciones por lado del porte de una casa promedio de aquel tiempo, cocina, salas de estar, bibliotecas y cabe  mencionar el gran salón de baile donde podía entrar todo el pueblo si así el Rey lo permitiese, pero claro, eran de muy alto rango para compartir un poco.

—No sólo eso, ¡podrán entrar pueblerinos al baile! —exclamó su amiga sorprendiéndola.

—¿Qué?... —fue lo que pudo decir, esas palabras habían dejado confundida a la taurina, parpadeó un par de veces antes de reaccionar.

Lazos del Pasado (Zodiaco) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora