Siempre hay otra puerta, siempre hay otro destino donde ir.
RACHEL
-¿Como que chocaste su auto?-comenta Charlie mientras le aplica una intravenosa a una mujer de mayor edad -respire por favor-le indica-¿Qué sucedió después? ¿Te denunció? ¿Te va hacer pagar esa pequeña abolladura con tu miserable salario que cobras al mes?- habla tan rápido que aveces olvido que ya tengo experiencia en entenderla.
Inhalo lo más que puedo y contesto cada una de sus exageradas preguntas-tuve que llevarlo a su trabajo en mi auto porque no quiso tomar un taxi porque según iba tarde a una reunión -enfatizo la última palabra- y lo más importante de esto, no es el hecho de que probablemente me quede en quiebra por alrededor de estos dos años años pagando el seguro de ese auto sino el hecho de que quisimos manejar las cosas en paz por el bien de mi paciente-vuelvo a enfatizar en la última palabra para luego colocarme la bata médica.
Charlie sonríe al terminar de sacarle la aguja del brazo a la mujer - entonces quieres decir que ahora son buenos amigos, algo parecido así como los best Friends, ¡Ja! -suelta una risilla irónica - con el guapetón ese, pero cambiando de tema por un momento antes de que olvide de esto, que me tiene carcomiendo los parásitos que aún no pude botar con el laxante que bebí la semana pasada, no me has contado lo que te vino a decir el imbécil de Donovan y porque estaba en el laboratorio, justo cuando llegue-comenta mientras rodeaba el escritorio, para sentarse en su sillón.
mi cuerpo se tensa al escuchar ese apellido.
-Nada, solo fueron cosas sin importancia -hablo nerviosa.
-Si no me quieres contar, esta bién no lo hagas pero sabes que estos pasillos apestosos de medicina nada se escapa, su aparición repentina y la mierda de que ahora tienes un hijo después de tantos años, no es algo bueno en la mente del imbécil, ese. ¿Qué te hizo? no me digas que de nuevo te... -la interrumpo rápidamente negando, quería contárselo, pero no sabía de que manera hacerlo.
-estoy bién no sucede nada, nos vemos más tarde-me alejo lo más rápido que pude, no sin antes despedirme de la anciana que escuchaba cada palabra que salía de nuestra boca y me dirijo hacia la Sala de emergencias.
-Rachy- alza la voz, pero no presto atención, se que intentará sacarme información sobre el tema, pero ahora no estoy en condiciones de hablar de ello.
Los minutos caían tan lentos que a pesar de tener la agenda llena y examinar a varios pacientes que llegaban desde una simple gripa hasta una patología crónica, el día no llegaba a su fin. Y quería que ese fin llegará, necesitaba que todos estos días dar lo mejor de mi porque próximamente se me acercaban las vacaciones; dos días bien contados.
La felicidad y el nerviosismo que irradiaba mi rostro decían todo de sí, tenía miedo al conocer su reacción al verme por primera vez. Necesitaba un apoyo, por primera vez en años necesitaba a mis abuelos en estos momentos pero sabía que tenía que ser fuerte al menos frente a Nicolás, un hombre de sangre fría y sin escrúpulos que había regresado a destrozar mi nuevo mundo que tenía creado con tanto esfuerzo.
Tenia que ser fuerte en las cuatro paredes que compartiría con Donovan.
Él, es un hombre de gran poder lo tenía todo que con un solo chasquido podría cambiar cualquier situación en cambio mi persona vivía de un salario básico dependiendo de mi profesión a pesar de ser de familia de buen prestigio.
-"Aceptas y vuelves a nuestro techo, la cual seremos una gran familia con nuestro hijo o rechazas la oferta y no lo conocerás en lo absoluto y tendré la patria potestad de él, ¡oh! Casi lo olvido, me lo llevaré a Rusia"- esas fueron las palabras que salieron de su boca, minutos después que conocer que el pequeño tenía mis genes.
Mi cuerpo se me eriza de solo pensar que acepté aquella propuesta, tenia que hacerlo porque no iba a dejar que me lo vuelva a quitar y haré todo lo posible para tener la potestad absoluta de mi hijo.
Quiero verlo, acariciarlo, abrazarlo pero tengo miedo a su rechazo, miedo a que no quiera tenerme cerca.
🔹️🔹️🔹️
El olor agradable a café en el patio de comida es tan reconfortante que hacía olvidarme los problemas por completo, sin olvidar que acompaña ese linda sensación de calor gracias a la calefacción. Las noches y madrugadas son las menos estresantes en ciertas días y se disfruta el descanzo parloteando cualquier tontería, sin dejar atrás la agradable música romántica que apenas se escucha.
Recorro mi dedo índice en el borde de la taza de café, mientras un deja vu aparece a mi mente justo hasta el día de mi divorcio cuando el juez declaró que aceptaría mi petición de divorcio.
Al comienzo fue lindo, pero luego de varios días se convirtió en un infierno.
Nicolás comenzaba a acosarme, a llamarme numerosas veces que me tenía al borde del cansancio como también me enviaba mensajes hasta por último llegó a presentarse en el hospital.
¡Era parecido como a un exmarido extremadamente e intensamente toxico!
Un día me había colmado la paciencia y estaba cansada de todo, así que decidí enfrentarlo en su casa. Mala idea por cierto.
¡Así es, fui estúpida!
Demasiado.
Había sido aproximadamente más de un mes que nos habíamos divorciado y que me acosaba a diario. Fui a su casa a reclamarle y él me recibió con varias copas de alcohol encima.
-Amor, tu eres la única mujer que amo, es cierto que estuve con varias pero es porque jamás quisiste que te tocara desde esa única vez - sus palabras se arrastraban por lo demasiado alcohol que traía encima.
¡Qué cinismo!
"Qué soy la única".
-Aquel día del que hablas, perdí lo más preciado que tenía a la fuerza, ni siquiera te amaba y tampoco lo haré - digo.
Si al menos como lo dice hubiese habido un poco de amor hacia mí, no hubiera llevado a mujeres a la casa para follarlas. Y no es que me molestaba, para nada solo que su cinismo me causaba arcadas.
-Solo vengo a recordarte que si sigues acosándome te denunciaré, Nicolás- comenté, su rostro se puso serio pero de inmediato soltó una carcajada, gesto que causó escalofríos en mi cuerpo, estaba a menos de un metro de distancia por lo que se acercó tan rápido a pesar de su embriaguez y coloco sus ásperas manos en mi cuello con fuerza cayendo al sofá que estaba a un lado mío.
Me estaba asfixiando.
-¿Me vas a denunciar, dices?-su mirada me estaba dando miedo, jamás lo había visto así -no lo harás, sabes ¿por qué? ¡Porque tú eres mía! - susurró en mi oído, provocando un escalofrío en mi cuerpo. Una de sus asquerosas manos las sentí acariciar mis muslos.
-Suelta...tame-intente hablar pero me era casi imposible porque su mano me lo impedía.
Tenía miedo, nunca se había comportado así.
No podía moverme ante su enorme cuerpo, trababa de hacerlo pero me era imposible, si decía que estaba asustada, era mentira porque lo que pasaba por mi cabeza eran escenas peores por el cambio repentino de Nicolás.
Ya no podía respirar, con mis manos buscaba alguna cosa cerca, pero nada.
Solo en las estúpidas películas pasan tal cosa de encontrar una mesita de noche con una lámpara alado del sofá.
Comencé a llorar, pero aquel hombre que estaba encima mío no se movía, con tono suplicante le pedía que me dejará, pero hacia caso omiso- ¡Por favor, sueltame- pude decir una vez que soltó un poco el agarre de mi garganta.
El ardor y dolor en mi mejilla derecha dolía demasiado por causa de una bofetada, su mano libre da recorrido por mis muslos hasta ingresar dentro de mis bragas y el frío de estas me hace sentir asco.
Él no es el Nicolás el que yo conocí, el mujeriego, pero imbécil.
Este es otro.
Este es uno que tenía dentro y que salió, este es un monstruo.
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Acabo de regresar así que dejen sus amores en los comentarios, preciosuras.
Recuerden que si encuentran alguna falta ortográfica, me perdonan a veces se me puede pasar por alto.