Snapshots

By raquellu47

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Sustantivo, \'snap- shät\: un vistazo rápido o una pequeña cantidad de información que te dice un poco acerca... More

I.
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III.
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V.
VI.
VII.
VIII.
IX.
X.
XI.
XII.
XIII.
XIV.
XV.
XVI.
XVII.
Monday 24th: Coincidence
Tuesday 25th: Summer Camp
Wednesday 26 th: Blurred Lines
Thursday 27 th: Flowers
Friday 31th: Harry Potter
Saturday 29th: Sleepover
Monday 31st: Social Media
BECHLOE WEEK 2018
Saturday July 28: Good Luck Charm
XVIII.
XIX.
XX.
XXI.
XXII.

Sunday 30th: Pride

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By raquellu47

A/N: Siento haber estado tan desaparecida. Al principio era por el caos absoluto de volver a la universidad y buscar trabajo, pero luego tuve un grave bloqueo mental que me impedía escribir. No me apetecía, y sabía que si me forzaba me iba a salir un auténtico churro. Y vosotros os merecéis algo mejor.

Esto es simplemente algo cortito que se me había olvidado por completo que todavía os debía. Es más que nada para volver a poner mi cerebro en funcionamiento, engrasar la maquinaria para que vuelva a funcionar como antes después de este largo parón. Con suerte me ayuda a superar el bloqueo, ¡crucemos dedos!

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Resumen: Amy la Gorda arrastra a Beca al desfile del Orgullo Gay de Atlanta y allí se encuentra con una conocida pelirroja.

Rating: K+

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En cuanto Beca abre la puerta de su habitación, efectivamente cortando de raíz el golpeteo de nudillos al ritmo de Born This Way, se encuentra con Amy la Gorda al otro lado. La australiana baja las manos que estaba usando para golpear su puerta y su sonrisa se convierte en una mueca de confusión.

- ¿Por qué no estás vestida? – inquiere.

- ¿Por qué debería estar vestida? – replica Beca.

- ¡Porque nos vamos al Orgullo! – alza las manos encima de su cabeza, dibujando círculos en el aire.

- ¿Lo decías en serio? – incrédula, la morena se queda congelada en el umbral de la puerta de su habitación.

Cuando Amy le propuso ir al desfile del Orgullo Gay de ese año, Beca le dijo "claro que sí" completamente de broma, pensando que su amiga también lo estaba diciendo en broma.

- Por supuesto que lo decía en serio, ¿por qué iba a bromear con eso? – responde la australiana, pareciendo casi ofendida por el hecho de que Beca dudase de ella.

La DJ abre la boca para contestar, pero Amy no le deja. Hace un gesto con la mano para indicar que da igual, y la empuja hacia un lado con un acertado golpe de barriga, entrando en su habitación como si fuera su casa.

- Sí, por favor, pasa. No te cortes – dice Beca con claro sarcasmo.

Amy se quita la pequeña mochila de cuero negro que lleva colgada en la espalda y la deja sobre la cama deshecha de la DJ para poder empezar a sacar lo que ha guardado dentro. Una bolsa blanca de plástico con algo dentro que Beca no alcanza a ver qué es, y una machacada libreta abierta a la mitad por una hoja llena de garabatos.

- Necesito que te pongas esto – ordena la rubia, sacando algo blanco de dentro de la bolsa de plástico y lanzándoselo a Beca.

La morena no reacciona a tiempo y la tela doblada le golpea en la cara antes de quedarse enganchada en su hombro. Con un bufido, se la quita de encima y la estira para descubrir que es una camiseta con letras negras impresas en el pecho.

Antes de que pueda leer la palabra escrita, otra prenda choca contra su cara y cae sobre sus brazos estirados.

- ¿Puedes dejar de hacer eso? Gracias – espeta entre dientes apretados, irritada.

Pero Amy no le hace caso y una camisa de franela a cuadros blancos y rojos choca suavemente contra su cara una vez más antes de unirse a los shorts negros sobre sus brazos.

- Vístete – vuelve a ordenar Amy, dejándose caer en la cama deshecha al lado de su mochila.

Beca decide que es mejor obedecer en lugar de negarse y forzar a Amy a ser ella quien la vista - Dios sabe que no sería la primera vez que pasa. Se pone los shorts negros, recolocando los bolsillos para que no se salgan por las roturas que adornan la tela, y recoge la camiseta blanca que le ha dado Amy.

La palabra impresa en gruesas letras negras en el pecho es como un puñetazo en los ojos. Sus cejas se arquean tanto que casi desaparecen de su frente y su mandíbula cae abierta de la sorpresa.

- Mola, ¿verdad? – observa Amy con una sonrisa triunfal, malinterpretando la expresión horrorizada de la morena por una de maravilla.

- N... ¡No! – se atraganta Beca. Le da la vuelta a la camiseta para enseñársela a Amy –. ¿¡Vaginatariana?! ¿¡Estás de coña?!

- ¡Sí! – exclama la australiana llena de entusiasmo –. Y por si todavía quedaba alguna duda, me he hecho esta para mí – baja la cremallera de la chaqueta deportiva que lleva puesta y descubre una camiseta blanca como la de Beca, solo que en la pechera lleva escrito "Vengo con mi amiga la lesbiana" y una flecha apuntando hacia un lado –. Por cierto, para que esto funcione necesito que te quedes a mi izquierda en todo momento, ¿vale?

- ‎No pienso llevar esto, Amy – sentencia Beca, tirando la camiseta sobre la cama con una mueca de profundo desagrado.

- ‎Bueno, vale – acepta la australiana –. Era demasiado cantoso de todos modos. Tus amigas tortilleras no iban a necesitar tantas señales para saber que eres una de ellas.

Beca abre y cierra la boca varias veces en distintos intentos de regañar a su amiga, pero al final termina decidiéndose por algo diferente.

- ¿Qué pretendes insinuar con eso? – pregunta, ligeramente ofendida, con las manos reposando en las caderas.

Amy se encoge de hombros, despreocupada, y hace un vago gesto con su mano que abarca a Beca en general.

- He estado investigando y cumples casi todos los requisitos.

- ‎¡Amy! Esto no es como si quisiera unirme a un grupo, no hay "requisitos" - reprocha Beca, exasperada, dibujando las comillas en el aire.

- ‎Compruébalo por ti misma – la australiana coge su cuaderno abierto y se lo tiende.

Beca lee la página, intentando descifrar los garabatos escritos con bolígrafo azul con pequeñas cajas marcadas con ticks al lado.

· Ademanes masculinos

· Mucho eyeliner

· Mal humor

· Camisas de franela

· Uñas cortas (a veces)

·  Pelo corto

·  Odia a los hombres

- ¡Esto son estereotipos! – exclama, indignada, sin terminar de leer la lista.

- Sean lo que sean, lo usarán para identificarte como una de ellas.

- Amy... – empieza a advertir Beca.

Pero la australiana se levanta de golpe y se acerca a ella con tanta efusividad que la DJ se calla de golpe y recula un par de pasos, asustada. Nunca se puede estar muy segura de qué va a hacer Amy, y Beca prefiere estar segura antes que arriesgarse a que le pille por sorpresa.

Un grueso dedo se posa con fuerza sobre los labios de la morena, impidiendo que cualquier sonido pueda escapar de ella y desfigurando su boca por la presión que ejerce sobre sus labios.

- Sabes que hago todo esto por ti, ¿verdad? – la otra mano de Amy rodea la mandíbula de Beca para obligar a su cabeza a moverse de arriba abajo en un asentimiento –. - Sé que tienes miedo de ligar con mujeres hetero y morir de vergüenza, así que vas a ir al orgullo vestida lo más gay que puedas – se inclina sobre Beca y su dedo ejerce más presión hasta el punto de resultar casi doloroso –. Vas a conocer a una mujer – se inclina y aprieta más –. Y os mudaréis juntas y viviréis felices y tendréis sexo alucinante hasta que la chispa se apague o una de vosotras empiece a echar de menos los penes.

Beca pone los ojos en blanco y se revuelve contra el agarre de Amy hasta que consigue liberarse. Entre bufidos y quejas, se masajea los labios doloridos y se peina los alborotados mechones castaños con los dedos.

- ¡Venga! – exclama Amy, dando una palmada y entrando en acción. Coge la camisa de franela y se la ata a Beca a la cintura con fuerza, la gira con dos manos en sus hombros y la empuja con una palmada en el culo hacia la puerta –. ¡Vamos a quitarte las telarañas del toto!

Un grupo de universitarios que pasaba en ese momento por el pasillo se giran para lanzarles miradas divertidas. Beca entierra la cara en las manos, roja como un tomate, y deja que Amy la guie otra vez con sus dos manos sobre sus hombros.

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Hay mucha gente. Demasiada gente.

Apretujada entre cinco personas distintas, Beca intenta resistir los embustes excitados que una drag queen que está detrás de ella y le da con el culo con cada movimiento de su baile. A pesar del ruido de miles de personas diferentes gritando al mismo tiempo, y de la música que truena desde los altavoces de la carroza que avanza centímetro a centímetro lentamente por la carretera plagada de gente, Beca puede escuchar sin problemas las escandalosas carcajadas y bramidos de Amy.

En cuanto llegaron al centro de Atlanta se dieron cuenta de que sus exigencias de que la morena se mantuviera a su izquierda en todo momento para que el diseño de su camiseta tuviera sentido, iba a ser un poco difícil debido a la cantidad de gente que ya estaba allí disfrutando de la fiesta.

Pronto, Amy, siendo Amy, se hizo amiga de un grupo de cuatro altos y musculosos gigolós vestidos únicamente en tangas de colores fosforitos y boas de plumas; y desde entonces está disfrutando siendo el centro de su corro y restregándose contra ellos.

Beca, sin embargo, preferiría estar en su habitación.

No quiere el culo de la drag queen en su espalda constantemente. No quiere el paquete de los gigolós casi en su cara cada vez que Amy le pide que se una al círculo. No quiere los gritos de desconocidos en el oído. No quiere el asfixiante calor ni el olor a humanidad.

Quiere silencio. Quiere música que de verdad merezca la pena y no esta bazofia que está tan alta, y los altavoces tan mal calibrados, que las bases electrónicas ahogan todo lo demás. Quiere su burbuja personal permanecer intacta.

Antes lo piensa, antes invaden su espacio.

La drag queen que tiene Beca detrás parece haberse cansado de no estar en primera fila y empieza a abrirse paso a codazo limpio entre la masa de cuerpos, sin importar a quien se lleve por delante con su culo en pompa y acertados empujones. Una pelirroja que está unos pasos más adelante tiene la mala suerte que estar en su camino y la drag queen la empuja sin miramiento alguno.

La pelirroja tropieza con el pie de una de sus amigas y sus manos se agitan en el aire mientras, inútilmente, intenta encontrar algo o alguien que agarrar para frenar su caída al suelo. Beca no reacciona a tiempo para hacerse a un lado y esquivarla, bloquea su descenso hasta el suelo con su propio cuerpo y ambas trastabillan hacia atrás contra los duros abdominales de uno de los amigos gigolós de Amy.

El chico les ayuda a recuperar el equilibrio sobre sus dos pies y las dos chicas le regalan sendas sonrisas de alivio por impedir que hayan muerto aplastadas. Entonces la pelirroja se gira hacia Beca, su boca abierta en preparación para – probablemente – también darle las gracias por evitar su caída, pero su sonrisa avergonzada se convierte en una expresión de sorpresa y sus ojos se iluminan con un destello de reconocimiento.

- ¡Eres tú! – exclama la chica con clara excitación.

Es en ese momento que Beca parpadea, entorna los ojos y se fija bien en la cara de la chica que tiene frente a ella. Las ondas cobrizas, esos increíbles ojos azules de una tonalidad que nunca antes había visto en su vida sin ayuda de filtros de Instagram o lentillas. Lleva un corazón pintado en la mejilla derecha, coloreado en rosa, morado y azul, una combinación de colores que Beca conoce muy bien; un simple arcoíris decora su otra mejilla.

El recuerdo asalta su cerebro como un relámpago. El calor del vapor acumulado en las duchas comunales. Estar cantando distraídamente Titanium. El sonido de la cortina corriéndose tras ella y alguien gritando un acusatorio "¡ que cantas!". Sus voces creando la armonía más bonita que jamás haya escuchado.

Es la misma pelirroja que hizo que tuviera miedo de ducharse en un sitio público los primeros meses de universidad.

- Oh, la chica de la ducha – cae de la boca de Beca e, inevitablemente, hace una suave mueca cuando se escucha a sí misma.

- Veo que me recuerdas – observa la pelirroja con clara diversión. Extiende una mano en el escaso espacio que hay entre sus cuerpos –. Aunque mi nombre es Chloe.

- Beca – se presenta la morena, estrechando la mano ofrecida como puede.

- Un placer volver a verte – la sonrisa de Chloe se tuerce un poco y sus ojos desprenden un brillo peligroso, pero Beca está demasiado ocupada intentando resistir los empujones de la gente como para estar prevenida –. Aunque no sé si que vayas vestida es un avance o retroceso.

La DJ se atraganta con aire y sus ojos desorbitados hacen que la pelirroja estalle en carcajadas.

- Lo siento, tenía que decirlo – se disculpa Chloe, algo airada por el hecho de que no ha dejado de reírse todavía –. No te lleves una impresión equivocada de mí, por favor – descansa una mano suavemente sobre el brazo de Beca, y la morena siente una oleada de calor y hormigueo expandirse desde ese punto hasta el resto de su cuerpo.

Mira la mano que reposa sobre su piel igual que si fuera un extraterrestre que acabara de aterrizar, y carraspea cuando se da cuenta de que lleva mucho rato en silencio y comienza a ser raro.

- Me lo estás poniendo un poco difícil – bromea de vuelta.

Arquea sus cejas y curva sus labios en una sonrisa torcida, la misma expresión que puso la primera vez que tropezó con la pelirroja en la feria de actividades de Barden y su amiga rubia le llamó perra por despreciar la acapella.

Y Chloe le devuelve una radiante sonrisa, la misma que adornaba su precioso rostro cuando le tendió un flyer casero y le pidió que les ayudase a convertir sus sueños en realidad. Beca estuvo a punto de aceptar solo porque esa sonrisa le cegó.

- Te juro que no me suelo ir colando en duchas de desconocidos – promete la pelirroja.

- Solo en la de desconocidos que cantan Titanium, ¿no? – acusa Beca, aunque todo en ella deja claro que solo le está tomando el pelo.

- En mi defensa, es mi canción favorita – Esta vez ninguna aclaración sigue a esas palabras, pero tanto Beca como Chloe pueden escucharla retumbar en sus memorias y trae una sonrisa pícara a los labios de la pelirroja. Luego, sacude la cabeza y tuerce la boca –. De todos modos, espero que no te asustase y por eso decidieras no venir a las audiciones.

Las audiciones de las Bellas. Beca ya se había olvidado de eso por completo, a pesar de que fuera el principal motivo de que Chloe invadiera su ducha meses atrás. Y de que Amy la Gorda le contase todos los días interminables anécdotas sobre los ensayos y actuaciones.

- No, no – se apresura a asegurar con una sacudida de cabeza –. Ya te dije que no cantaba.

- Una pena – lamenta Chloe, chascando la lengua y volviendo a recorrer a Beca con la mirada de arriba a abajo de una forma que es de todo menos sutil.

Abochornada, sin saber qué hacer ni qué decir, la DJ agacha la cabeza y arrastra sus viejas Converse negras contra el caliente asfalto.

Alguien empuja a Chloe y vuelven a chocar juntas. La carroza ha avanzado bastante en este rato que no han estado prestando atención y la masa de gente se mueve para seguirla carretera abajo. La pelirroja se separa, pero mantiene una mano sobre el hombro de Beca para evitar futuros golpes.

- Perdona – se disculpa, torciendo la boca en una mueca.

Beca sacude la cabeza para indicar que no pasa nada. La amiga rubia de Chloe y otra chica muy alta, morena, vestida con prendas de ropa que parecen cinco tallas más pequeñas por lo poco que le cubren, emergen de entre la masa de gente con expresión preocupada que se relaja cuando ven a Chloe sana y salva.

La rubia se despega el móvil de la oreja y corre hacia Chloe, rodeando su cuello con un brazo para atraerla hacia ella.

- Gracias a Dios, casi me matas del susto – suena enfadada y aliviada al mismo tiempo –. ¡No vuelvas a desaparecer así como así!

Chloe ríe y se separa de la rubia, asegurándole que está bien; mientras la otra amiga alta le regala una sonrisa predatoria a Beca. Los nervios de la DJ aumentan más, extremadamente incómoda con tanta atención sobre ella ahora que la rubia también se ha dado cuenta de su presencia.

Como si hubiera detectado que es la única que falta para completar la fiesta, Amy la Gorda emerge de entre el círculo de gigolós.

- ¡Beca! – grita –. ¡Mueve tu culo de bollera, la carroza se aleja!

Beca cierra los ojos y todo su rostro se retuerce en una mueca de vergüenza. Ojalá el asfalto se derritiera y la tragara en un pozo sin fondo.

Chloe se cubre la boca para ahogar una risita, la rubia arquea una ceja y vuelve a mirarla como si solo ahora la estuviera viendo de verdad, y la sonrisa de la morena alta se vuelve aún más predatoria si eso es posible.

Amy llega al lado de la DJ – convenientemente el derecho, justo para que su camiseta funcione a la perfección – y se da cuenta de que tiene compañía.

- Chloe, Aubrey, Stacie, ¿qué hacéis aquí? – exclama, sorprendida. Entonces mira a Beca, parada frente a ellas, y vuelve a mirar a las sus compañeras de equipo –. ¿Os conocéis? – señala el espacio entre las tres chicas y la DJ con un dedo.

Las tres responden a la vez.

- Por desgracia, no – dice la alta que responde al nombre de Stacie.

- No – niega la rubia, Aubrey, con cierto desprecio.

- Algo así – ríe Chloe con un brillo travieso en la mirada cuando la cruza con la avergonzada de Beca –. Bonita camiseta, por cierto – observa, señalando con un movimiento de cabeza hacia Amy.

Esta mira su camiseta personalizada y le da un fuerte empujón a Beca que la lanza contra la espalda de una chica que está a su lado. Mientras la DJ se disculpa, la australiana prosigue con sus alabanzas hacia sí misma y si creatividad e ingenio.

- Te dije que a la gente le gustaría.

- Ya, bueno... Una persona no califica como gente, Amy – responde Beca, poniendo los ojos en blanco con claro sarcasmo.

- Ya, bueno – le imita ella –. Perdona si tu opinión me importa una mierda, pero hay un grupo de gigolós cachondos esperándome – señala con un pulgar por encima de su hombro.

- Uuuh – exclama Stacie, su interés más que captado –. ¿Dónde?

Ambas chicas se pierden entre la gente sin siquiera despedirse, discutiendo acaloradamente quién se va a quedar con quién. Aubrey pone los ojos en blanco y suspira, gritando a Stacie que por lo menos las espere.

- Vamos, Chlo.

- Vete yendo con ellas, yo ahora te alcanzo – le dice la pelirroja.

Aubrey le lanza una mirada, casi como si le estuviera preguntando silenciosamente si está segura, pero la sonrisa de Chloe se mantiene firme y le hace un gesto con las manos para que se vaya. Al final la rubia se resigna y aprieta el paso, esquivando con agilidad a las personas que se interponen en su camino.

- ¿Hay alguna posibilidad de que olvides todo lo que acaba de pasar? – pregunta Beca con expresión dolorida.

- Creo que no – ríe Chloe. Vuelve a agarrar el brazo de Beca, pero esta vez se desliza hasta darle un apretón a su mano –. Si te consuela, me ha parecido muy divertido y adorable.

- Oh, sí – sacude la cabeza –. Eso lo arregla todo.

Ambas comparten una risa. Entonces, Chloe se muerde el labio inferior mientras mira a Beca tan intensamente que la DJ se siente cohibida, pero incapaz de apartar la vista. Un rayo de sol golpea a la pelirroja directamente en la cara, haciendo que sus ojos sean más azules que nunca, y es algo tan bonito e hipnótico que tiene la tiene completamente cautivada.

- Se me ocurre algo que puede compensarte – habla Chloe al cabo de un rato.

Beca contiene la respiración. No sabe muy bien a qué se refiere exactamente, cree que estar así en ese preciso momento, ahogándose en el mar tropical de su mirada, es suficiente compensación.

Chloe utiliza su agarre en la mano que todavía no ha soltado para darle la vuelta al brazo derecho de la DJ y descubrir el interior de su antebrazo. Lo sube un poco y saca del bolsillo de sus shorts una pintura azul que concuerda con el corazón que tiene pintado en su mejilla.

Deposita la punta de la pintura sobre la piel de Beca, entre su muñeca y el tatuaje del saltamontes, y empieza a deslizarla para escribir algo. Cuando se aleja, sus ojos coinciden otra vez con los de la morena y esta olvida su curiosidad.

- Llámame – pide Chloe, aclarando qué es lo que ha escrito en su brazo –. Te invitaré a un café para compensarte por colarme en tu ducha, y luego podemos negociar sobre cómo arreglar todo lo demás – puntúa sus palabras con un suave guiño, tan suave que si Beca no estuviera mirando sus ojos tan fijamente, probablemente se lo habría perdido.

Su boca se curva en una sonrisa que ella no ha ordenado, y por fin echa un breve vistazo al número cuidadosamente escrito en pintura azul en su brazo.

- Lo haré – promete.

La sonrisa de Chloe es grande y brillante, e inmediatamente compensa por estar bajo el sol abrasador, apretujada en una masa de gente sudorosa y maloliente, escandalosa y escasamente vestida.

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