Bésame o Dispara. #Descontrol...

By marion09

3.3M 187K 19.5K

Han pasado trece años desde el asesinato de los McGregor, doce de los cuales Emalene pasó recluida en un orfa... More

Bésame o Dispara. #Descontrol en la Realeza 3
Prólogo
Capítulo 1: Príncipes y Princesas.
Capitulo 2: Solas o mal acompañadas.
Capítulo 3: Bienvenido, Frankie.
Capítulo 4: El intruso.
Capítulo 5: Un encuentro.
Capitulo 6: Un Disparo.
Capítulo 7: Una revelación.
Capitulo 8: En marcha.
Capítulo 9: A la hora del almuerzo.
Capítulo 10: Excusas y Excepciones.
Capitulo 11: Corazones rotos.
Capítulo 12: Lugares secretos y oscuros.
Capitulo 13: Empujoncitos.
Capitulo 15: Ser mala.
Capítulo 16: La pequeña aventura de Max y Charlie.
Capitulo 17: La noche de las máscaras.
Capitulo 18: Conversaciones en una fiesta Real.
Capitulo 19: Daño.
Capitulo 20: Respuestas inconclusas.
Capitulo 21: El regalo.
Capitulo 22: Sorpresas
Capitulo 23: Mentirosos, mentirosas.
Capitulo 24: Lunes.
Capitulo 25: Relaciones.
Capítulo 26: Una cena en familia.
Capitulo 27: Tiempo
Capitulo 28: Aventura de chicas.
Capitulo 29: Algo sobre los malentendidos.
Capitulo 30: No confíes en nadie.
Capitulo 31: Opciones.
Capitulo 32: Operación rescate.
Capitulo 33: Una aparente calma.
Capitulo 34: Personas que crees conocer. Parte 1
Capitulo 34: Personas que crees conocer. Parte 2.
Capitulo 35: Cambios.
Capitulo 36: Una casi normalidad.
Capitulo 37: Más radiante que el sol.
Capitulo 38: Más disparos.
Capítulo 39: Cuando todos lo saben, excepto tú.
Capítulo 40: Escurridizo.
Capítulo 41: Sin salida.
Capítulo 42: Cobardes.
Capítulo 43: Dudas.
Capítulo 44: Visita inoportuna.
Capítulo 45: Lo que el tiempo ni la distancia puede borrar.
Capitulo 46: El tiempo que nos separa.
Capitulo 47: Encuentros nocturnos.
¡Aviso!
Capitulo 48: La noche del final.
Capítulo 49: El final.
Epílogo
Nota de autora.
Cocktail Real, entre besos y mentiras
Amor diplomático VERSIÓN 2018
¡Concurso!

Capítulo 14: Vacaciones de tiempo indefinido.

60.7K 3.2K 250
By marion09

Dina permanecía en una pequeña ala adyacente al comedor después de desayunar mientras esperaba que alguien le avisara que su coche estaba listo. Desde que se había escabullido la última vez, los guardaespaldas que tenía asignados, la controlaban más de cerca y ya no le permitían subir a un coche sin la compañía de uno de ellos.

 Entonces, había decidido que era más fácil y menos vergonzoso dejarse transportar en uno que incluyera chofer.

Claro que casi siempre iba con Brad a la universidad y casi ni notaba la presencia de los demás, pero ese día tendría que ir sola.

Cuando la puerta se abrió, se puso de pie lista para salir, pero no fue con uno de los guardias con quien se encontró, sino con la mismísima reina viuda.

Geraldine quiso soltar un bufido, pero se contuvo. No valía la pena.

-Buenos días, Arlet. – Saludó sin gracia, reparando en la sonrisa maligna de la mujer. -¿Buscabas a alguien? ¿Charlie, tal vez? No está aquí. –

-Tu hermana se llama Charlotte. –Chistó. –No es muy femenina la forma en la que la llamas. –

Las cejas de la rubia se alzaron y abrió la boca para responderle, pero ella continuó hablando sin darle cabida.

-Me he enterado de tu último atentado contra el apellido de la familia. –Comentó. –Todavía no puedo creer que nadie me lo haya dicho antes. –

Geraldine cerró los ojos.  ¿De verdad tenía que soportar aquello?

La única puerta de salida de esa habitación estaba bloqueada por la bruja a la que hacía años que no llamaba abuela, y no creía posible que la dejara escapar tan fácilmente como rodeándola. A pesar de sus ganas, tampoco era tan grosera como para empujarla fuera de su camino.

Así, que sin escape aparente, optó la única vía que le quedaba.

-¿Por qué deberían de habérselo contado? Seguramente nadie ha creído que usted se interesa por mi vida. –

-No me interesa tu vida en absoluto, pero sí me incumbe el cuidado del buen nombre de la familia. Siempre supe que era un error que mi hijo se hiciera cargo de ti. –

Dina sonrió.

-Créame Arlet, siempre lo ha dejado bastante en claro. –

-Eres una maleducada y una desagradecida. – Le apuntó. – ¿Pero que más podíamos esperar de ti, siendo hija de quien eres? –

-Soy hija de los reyes. Unos a los que debería guardarle más respeto. – Replicó.

-No- No lo eres. Brianna era un incordio a tu edad, pero tenía clase. Buena familia, buena educación. Su único error fue no amarrar a mi hijo un poco antes. Entonces, él fue y cometió un error típico de hombres. Se involucró con una zorra de la calle y de allí saliste tú. –

-Usted no tiene ningún derecho….-

Arlet volvió a interrumpirla.

-Eres igual a ella. O incluso peor, ¡Un hombre casado! ¡Por favor! ¿Sabes el festín que se harían los medios con una noticia como esa? ¿Lo que dirían de tus padres? Lo que haga cada uno de los que viven en esta casa nos afecta a todos. Incluso los huérfanos protegidos por tu madre tienen una conducta impecable.  - Se tomó un respiro, y posiblemente esperó alguna defensa por parte de la chica, pero Dina no parecía poder reponerse de aquellas palabras.  –Estoy segura de que esto le ha dado a Alioth una idea del error que ha cometido al mantenerte con él y su familia. –

Finalizó satisfecha.

Y parecía como que estaba a punto de retirarse, cuando una voz las sobresaltó a las dos, proveniente desde la única puerta de la sala.

-¡Fuera!- Brianna caminó con paso firme hasta su suegra y se plantó delante de ella. -¡Fuera de mi casa! –

-¿Qué está pasando? – Alioth entró también un par de segundos después de Brianna.

Habían caminado juntos hasta el comedor, y él se había demorado con uno de los jefes de seguridad antes de entrar a este, por lo que Bri se había adelantado y oído gran parte de la conversación.

-¡Es suficiente, Alioth! No voy a soportarla más. No en mi casa. No insultando a mis hijos. –

Arlet retrocedió un paso, ofendida.

-El palacio ha sido mi casa desde mucho antes de que tú nacieras. –

Pero Brianna sabía muy bien cómo defenderse, y no iba a poder ganarle en aquella ocasión. Así que sonrió y levantó la barbilla.

-La reina ahora, soy yo. No lo olvides. Tú me pusiste en este lugar, y ahora, no hay vuelta atrás. – Levantó los ojos hacia su esposo dándole un ultimátum antes de girarse hacia Geraldine que la contemplaba tan asombrada como los demás. –Haz que se vaya. –

La abrazó y se sentaron en uno de los sofás, ignorando el resto de la conversación.

Alioth estaba bastante confundido, pero si había una cosa que sabía, era que Bri no habría perdido el control si no fuera por algo importante. Y por la forma en la que Arlet estaba mirando a Geraldine, no tardó en deducir a medias que era lo que había ocurrido.

-En verdad espero que no hayas hecho nada de lo que puedas arrepentirte, madre. –

-Alguien tiene que poner a esa niña en su lugar. Por lo visto, ni tú ni tu esposa han sido capaces de controlarla. –

Oh, ahora sí entendía a Brianna. Se masajeó la frente con la palma de una mano y suspiró.

-La educación de nuestros hijos no te incumbe. Has influido demasiado en Charlotte y le has dejado en claro a Geraldine que no es de tu agrado. Pero esto… No puedo permitir que sigas cerca de mis hijos, mamá. No puedo dejar que la insultes, ella es tan hija mía como de Brianna como los demás. –

-Es hija de una… -

-Lía está muerta, y te prohíbo que hables mal de ella.- Siseó antes de tener que oír algún tipo de insulto.

La boca de la mujer se abrió. -¿Qué pensaría tu mujer si te  escuchara defendiendo a tu amante? –

-Brianna y yo estamos agradecidos con ella por haber recurrido a nosotros. Por habernos permitido tener una hija más. Y Lía jamás fue mi amante. Ni siquiera lo insinúes. – Estaba apretando un puño, abriéndolo y cerrándolo para controlarse, pero no sabía cuánto más iba a aguantar y estrangular a su madre no era una opción viable. –Haz tus maletas, escoge un lugar y permíteme que te obsequie unas vacaciones por tiempo indefinido lejos de aquí. – Levantó un dedo para frenar sus quejas. –Estoy siendo amable mamá, no me obligues a echarte de esta casa. Sigues siendo mi madre a pensar de todo y me dolería tener que hacerlo. –

La mujer sabía cuando retirarse también y se alejó de allí lo más rápido que pudo, sin mirarlo de vuelta.

¿Qué otra cosa podía hacer? Se preguntó el rey. La familia estaba primero, y ambas eran su familia. Pero algunos lo necesitaban más que otros.

-¿Qué está ocurriendo? –Preguntó acercándose y poniéndose de rodillas frente al sofá. –Ella se fue. Y se irá de aquí cuanto antes, no te preocupes. –

-Ella me odia tanto… - Susurró Dina secándose unas lágrimas. –Y a veces pienso que tiene razón. Todas las cosas que he hecho... Nunca pensé cuanto podía afectarlos a ustedes, a Rob, A Nolan, a todos… -

Brianna sonrió atisbando a su esposo.

-No has hecho cosas mucho peores que las que nosotros hacíamos a tu edad, Geraldine. –

La rubia soltó una risa ronca.

-Estoy segura de que no eras la amante de nadie, mamá. –

-Bueno, ese fue un error que confiamos que nunca más cometerás. –Intervino Alioth. –Ahora sabes las consecuencias de algo así. –

-Los decepcioné.- Enumeró. –Que es lo peor de todo. Le di a esa mujer una razón para justificar todo lo que siempre ha dicho de mí. –

-Ella se ha ido ahora, eso no tiene porque preocuparte. –

Pero para otras personas, eso podía ser bastante preocupante…

Dina caminaba por los pasillos de la universidad contándole a Brad lo acontecido antes de partir para allí, mientras su primo mantenía los ojos abiertos como plato. Pero al finalizar, y luego de decirle cuanto lamentaba lo que había tenido que pasar, levantó un puño en el aire en señal de victoria y soltó una carcajada que se contagió.

¡Se habían librado de la abuela bruja! ¿Qué más podían pedir?

-Tengo que ver la expresión de tu hermana cuando se entere. –

-No seas malo, ella la quiere y con toda razón. Siempre fue la abuela perfecta para Charlie. –

-Oh, Geraldine, eso no es muy femenino. – Respondió en un intento de imitar a la antigua reina y volvieron a romper en carcajadas.

Ema se acercó a ellos observando lo feliz que lucían. Siempre tenía la misma rutina, se escondía y los contemplaba un rato, solo por si acaso podía descubrir algo más, y luego aparecía como si acabase de verlos.

-¡Wow! Eso debe ser realmente gracioso. – Comentó cuando estuvo cerca. Su llegada no fue bienvenida por Bradley, como siempre. Ema tenía la teoría de que él estaba enamorado de Geraldine y le fastidiaba que ella irrumpiese entre ambos. No era una teoría descabellada, ellos no eran primos de sangre y no tendría nada de malo ni de incestuoso que hubiese ese tipo de sentimientos entre ellos, aunque no creía que existiesen del lado  de Geraldine.

-Solo festejábamos con Brad que la bruja de Arlet, la madre de mi papá. –Aclaró solo por si acaso. –Quien me odia desde que nací, ha sido expulsada más o menos de la ciudad. –

-Si no del país. –Agregó el rubio.

-Expulsada del país – Repitió Emalene sin poder creerse lo que estaba oyendo. Eso no podía estar sucediendo. De ninguna forma. Eso frustraba todos sus planes, si la mujer se iba del país, no había forma de terminar con lo que había planeado. Tenía segundos y terceros planes medianamente ideados, pero ninguno de ellos incluía que Arlet no estuviese presente en un radio de mil kilómetros. El escenario era la capital, y no podía trasladarlo.

-Probablemente sí. – Dina se encogió de hombros sin reparar en la reacción de su amiga. –No le agradará estar cerca de nadie cuando se enteren de que ya no vive más en el país. Unas vacaciones en el extranjero con más fáciles de explicar y tiene mucha más clase me imagino. –

***********

Nina no podía creer que los planes de una mocosa como Charlotte estuviesen funcionando tan bien. Tenía a Robert totalmente descolocado con su cambio de actitud, y aunque este no había sido tan radical como para llamar la atención de una forma que no pudiera justificar, tenía que reconocer que estaba resultando como deseaba.

No le había dado tiempo para preguntarle sobre la noche pasada en cuanto se habían visto, y había actuado como si todo fuese normal.

Él la había mirado de una forma extraña, y seguramente pensado que había sufrido una pérdida de memoria desde la noche anterior.

-¿Sabes que me gustaría, Rob? –Sugirió enganchándose a su brazo mientras salían de la universidad al mediodía en un receso entre clases. –Almorzar sushi. ¿Crees que nos alcance el tiempo? –

-Tenemos una hora y media antes de la otra clase. Supongo que sí. ¿Quieres que vayamos? –

-Me encantaría. – Sonrió en respuesta a la arrebatadora sonrisa de él al preguntarle. ¿Cómo podía una chica no enamorarse cuando la miraba de aquella forma? –Le avisaré a Brad que no iremos con ellos hoy. –

Al parecer, Robert ni siquiera había recordado la costumbre que habían tomado desde hacía unas semanas. Y eso era más que excelente. Por una mañana había hecho que se olvidase de la rata entrometida como Char la había llamado.

-¿Por qué a Brad? – Inquirió él después de un momento haciendo que Nina lo mirase confundida. –Sí, has dicho avisarle a Brad, no a Geraldine. Y los he visto pasar mucho tiempo juntos últimamente. ¿Hay algo…? –

-¿Con Bradley? – Repitió atontada. ¿Enserio estaban dando esa impresión? Oh, si tan solo Robert supiera de lo que su primo y ella hablaban.

-Sí, es extraño. No había reparado en eso, pero ahora que lo has mencionado. Me parece extraño… - Dijo mirándola de soslayo y sin dejar de caminar.

-¿Estás celoso? – No pudo resistir preguntar.

-¿De Bradley? – Repitió en el mismo tono que había utilizado ella. –Bradley es un mujeriego, Nina. –

La chica se dijo que no debía de perder las esperanzas. Él no había dado una respuesta directa, por lo que no lo había negado ni confirmado. Pero por otro lado, le molestó que él pensase que ella era una tonta enamoradiza. 

-No es algo que no sepa, Robert. Y no me gusta Brad, es solo un amigo. Y dado que tú pasas tanto tiempo con tu nueva amiguita, yo también necesito buscar otras personas con quien pasar todo el tiempo que ni recuerdas que existo. – Frenó la caminata. –Y creo que ya no tengo hambre. Se volvió sobre sus talones lista para buscar un algún lugar, sola, en el campus.

-¡Estás enojada! – Exclamó Rob pisándole los talones.

-Oh, es usted brillante, Alteza. –Masculló.

El príncipe soltó una risa que no hizo sino molestarla más.

-Oh, Vamos. Tú nunca te enojas conmigo. –

Ella se detuvo.

-Eso no quiere decir que no pueda enojarme si actúas como un imbécil. Como ahora, por ejemplo.  – Señaló cruzada de brazos.

Eso era inusual en ella, pero Robert seguía teniendo dos hermanas y más primas con las que había aprendido a tratar, a pesar de que la mayor parte del tiempo prefería mantenerse al margen de los problemas.

Dio un paso atrás y dejó de sonreír.

-Está bien, tienes razón. Lo siento. Te pido disculpas. – Declaró solemne.

Pero Rob había olvidado con quien estaba hablando. ¡Por favor! Como sí ella no lo hubiera visto utilizar ese mismo truco montones de veces, y como si ella no tuviese cuatro hermanos. Nina podía no tener mucha experiencia con hombres en cierto sentido, pero ella conocía todos los tipos. Los Ballas eran muy distintos entre sí, y le habían, probablemente, proporcionado un modelo de cada tipo de hombre al que estudiar y conocer.

-¿Por qué te estás disculpando? –Preguntó con gesto antipático. -¿Acaso lo sabes? –

-¿Por actuar como un imbécil? – Aventuró esperando conformarla y supo que casi tenía su victoria cuando la vio curvar los labios a regañadientes. –Vamos por ese sushi Nina, si todavía no has empezado una nueva dieta, puedo pedirte más disculpas comprándote uno de esos postres que tanto te gustan. –

-No tengo cinco años para que te perdone a cambio de un postre. –Suspiró. –No soy Kassandra, Rob. Tienes que tratarme como un adulto. Somos amigos ¿No? –

-No creo que seas una niña. –Se defendió. –Y claro que somos amigos. Así que, no estés celosa. No voy a cambiarte por nadie. ¿Cómo podría? –

Esa no era la respuesta que esperaba. De nuevo.

-Está bien. – Coincidió de igual forma. –Vamos antes de que se haga tarde. –

Nina le dio su mejor sonrisa a pesar de que Robert  sabía que no estaba totalmente conforme, y él no tenía idea de cómo convencerla. Cuando la vio acercarse, se preparo para ser besado como la noche anterior.

Pero ella solo besó su mejilla como de costumbre y volvió a colgarse de su brazo para asirlo e impulsarlo para seguir hacia el coche con los guardaespaldas siempre presentes a una distancia prudente.

¿Qué le pasaba? ¿Por qué había esperado tal cosa? Y al paso que iban, comenzaba a pensar que lo que él creía que había ocurrido no había sido más que producto de su imaginación.

**********

Charlotte se sentó en una mesa en el comedor del colegio. Escogió una que se hallaba en los rincones para tener más privacidad, iba a aprovechar ese tiempo para revisar las últimas investigaciones que el Señor Nash había conseguido para ella.

-Siéntate. – Señaló el banco frente a ella, al otro lado de la mesa. –No tienes que estar de pie todo el tiempo. No soy tan cruel como todos creen. - Levantó la vista hacia Max. –Además, vamos a revisar esto, y puedes ayudarme. –

Max obedeció sintiéndose un poco incómodo ubicado en aquel lugar. Estar en el colegio y en cada una de las clases no era de su agrado. No hacía tanto tiempo que había salido de uno. No tan lujoso como aquel, ni tan exclusivo, pero colegio al fin. Todos terminaban siendo iguales. Los mismos grupos, las mismas reglas.

Era impresionante como Charlotte obviaba todo lo anterior, ella era popular, pero no parecía como que fuese una buena popularidad, no había visto que muchos pelearan por estar a su lado. Más bien la esquivaban. Uno pensaría que ser la princesa le daría cierto prestigio. Al parecer, se había equivocado.

-¿A dónde solías sentarte? –  Indagó.

Ella levantó la cabeza de los papeles y lo miró interrogante.

-Antes de que yo fuera asignado como tu sombra. – Agregó con media sonrisa.

-Oh. –Pestañeó. –No había tenido tiempo para acomodarme mucho este año, pero con mis primas supongo. –Apuntó con la vista hacia la mesa del centro. –Son un año menor, pero me agradan más que mis compañeros de clase.  –

Max miró hacia la mesa  que ella había señalado. Amberly y Alexandra estaban allí, junto a un puñado de chicas y otros muchachos más. Ninguno de ellos parecía del tipo compatible con Charlotte,  pero Max tampoco podía imaginar si había un tipo compatible con la chica. Ella era tan cambiante y había tanto de ella que no dejaba ver, que no era fácil que alguien se sintiese cómodo junto a ella.  Sin contar su tendencia a hacer sentir inferior a cualquiera, hombre o mujer, sin importar la edad u ocupación. Charlie adoraba y se divertía mucho dejando en ridículo a los demás.

-Y hablando de criaturas molestas…- Cerró los ojos con cansancio y dio vuelta los papeles para que no fuese visible su contenido.

Max sintió unas manos en sus hombros y un fuerte aroma a rosas.

La nariz de Charlie se arrugó enseguida.

-¡Oh, por Dios! –Gimió. -¿Qué estás usando, Alexandra? –

Amber apareció a su lado y se sentó junto a Charlotte riendo por lo bajo.

-A que no lo adivinas. –Musitó estirando un brazo hacia los papeles que su prima tenía recibiendo una palmada en el dorso de la mano.

-No toques nada, Amberly. Tú, aléjate de mí. Hueles como un rosedal podrido. –

La pelirroja hizo un mohín e ignoró su orden, sentándose junto a Max y sonriéndole coqueta.

-Buen día, señor Nash. –

El asintió.

-Señorita Hamilton, Señorita Roberts. – Saludó educadamente.

-¿Le gusta mi perfume, Señor Nash? Es el primero de mi colección, y por eso mismo, se llamará Lexi. –

Maximillian sonrió.

-Creo que no pasará desapercibido, señorita. Aunque si me permite, creo que está bastante… concentrado. –

Sin ofenderse, más bien todo lo contrario, Lexi se enderezó orgullosa.

-Por supuesto, ese es el objetivo. Es para que nadie pueda ignorarte cuando estás usándolo. –

Charlotte bufó.

-No creo que eso pueda ser posible. ¿Quién está guiándote en el proyecto, Lex? –

-Yo misma. Se lo presentaré a tía Ana cuando esté listo. –

Amberly no estaba prestando atención  a la conversación, Charlotte estaba escondiéndoles algo y quería averiguar de qué se trataba. Pero no iba a conseguirlo bajo la atenta mirada del Señor Nash quien parecía haberse dado cuenta de su interés y no le quitaba un ojo de encima. ¿Estarían planeando juntos?

Como si a Charlotte le hiciera falta un compañero para desarrollar todas sus extrañas ideas. ¿Y por qué él estaba ayudándola? Debía de ser importante. No creía que el hombre la ayudase a diseñar un nuevo método de tortura para Bradley, tenía que ser algo grande.

-¿Por qué no me dejas ver lo que estás leyendo? – Insistió alargando otro brazo.

-Porque no te incumbe. – Contestó juntando todos los papeles e introduciéndolos dentro de una carpeta.

-¿Por qué tanto secretismo? Yo podría ayudar. –

-Si necesito de tu ayuda, la pediré. – La voz de la princesa sonaba cada vez más grave. –Ahora, si eres tan amable, aléjala de mí, antes de que pierda mi sentido del olfato. –

La mandíbula de Alexandra cayó en protesta.

-Oh, eres una bruja, Charlotte. Qué bueno que al fin esa mujer se va a marchar lejos. Solo espero que no sea demasiado tarde para ti. – Lexi se puso de pie y apoyó los puños en la mesa inclinándose hacia ella con una expresión que intentaba ser desafiante.

Pero a Charlie no le afectaba en absoluto.

-¿De qué estás hablando? –  Preguntó con tono aburrido haciendo que la chica perdiera un poco de fuerza en su rostro.

-Te dije que no lo sabía. –Canturreó Amber en voz baja, pero lo suficiente alta para ser oída por todos.

-¿Saber qué? – Ahora era Charlie quien esperaba una explicación con semblante feroz.

Lexi retrocedió dubitativa y culpable.

-Bueno, yo pensé que ya lo sabías. – Desvió la mirada hacia Amber en busca de ayuda, pero inteligentemente esta ya había desaparecido. –Nos enteramos que tío Alioth expulsó a la abuela del palacio. Al parecer le decretó unas vacaciones por tiempo indeterminado, fuera del país, creo. –

-Eso no es verdad. Yo lo sabría. – Aseguró la castaña con convicción.

-Brad nos llamó para contarnos hace unas horas. –

-¿Bradley?  - Rió. –Bueno, como no es noticia, Bradley está equivocado. – Replicó.

Alexandra se estaba alejando de a poco, pero seguía contestando a todas sus preguntas, antes de terminar de huir de la chica que parecía a punto de explotar.

-Geraldine le contó. Deberías preguntarle a ella tal vez. – Ofreció con una media sonrisa y se giró en una buena retirada.

Mientras tanto, Charlotte estaba segura que haber sido hija única habría sido maravilloso.

Continue Reading

You'll Also Like

2.7K 690 116
Un pasado doloroso que creyó que por fin sería olvidado por el amor de un chico guapo y divertido, pero el pasado aún no está enterrado y el chico gu...
316K 7.5K 8
«A la edad de ocho años, una adivina predijo que la vida de Christina Whittermore sería complicada.» Dueña de un encanto irresistible y una candidez...
1.4K 158 64
Cada día era una pesadilla, pensaba que estaba condenada a vivir una vida llena de sufrimientos que según mis padres merecía. Mi mente era mi mayor p...
68.6K 10.4K 47
Taehyung es un Omega que nunca tuvo una vida fácil. Junto a su padre Jin, deciden mudarse para comenzar de nuevo, pero a Tae le cuesta socializar y J...