Corazón Principiante✔️

By BreiwuyVivas

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Una turbulenta infancia convirtió a Noah en un hombre frío, demandante y desconfiado. Él ha vivido en una sol... More

Sinopsis
AVISO
CapítuloUno|Inicio|
|Inicio II|
CapítuloDos|Inicio de una historia|
CapítuloTres|Golpes|
CapítuloCuatro|Nervios|
CapítuloCinco|Rescate|
CapítuloSeis|Amigas|
CapítuloSiete|Indecisión|
CapítuloOcho|Nuevo trabajo|
CapítuloNueve|Mente en descontrol|
CapítuloDiez|Encuentros|
CapítuloOnce|Besos a escondidas|
CapítuloDoce|Cambio de actitud|
CapítuloTrece|Solos|
CapítuloCatorce|RCP|
CapítuloQuince|Incomodidad|
CapítuloDieciséis|Cambio|
CapítuloDiecisiete|Desesperación|
CapítuloDieciocho|Discusiones|
|NOTA BORRADA|
CapítuloDiecinueve|Sucia|
CapítuloVeinte|Primera venganza|
CapítuloVeintiuno|Pérdida de sangre|
CapítuloVeintidós|Fastidio|
CapítuloVeintitrés|Salida|
CapítuloVeinticuatro|Gritos|
CapítuloVeinticinco|Querido Amigo|
CapítuloVeintiséis|Ojos Intensos|
CapítuloVeintisiete|Palabras Duras|
CapítuloVeintiocho|Vídeo|
CapítuloVeintinueve|Reencuentro|.
|NOTA BORRADA|
CapítuloTreinta|Sospecha|
CapítuloTreintaYUno|Juntos|
CapítuloTreintaYDos|Preguntas|
CapítuloTreintaYTres|Erick se confiesa|
TreintaYCuatro|Querida Prima|
CapítuloTreintaYCinco|Declaración|
CapítuloTreintaYSeis|Prueba|
CapítuloTreintaYSiete|¿Tú Quién Crees?|
CapítuloTreintaYOcho|Sorpresas|
CapítuloCuarenta|¿Eres tú?|
CapítuloCuarentaYUno|Malestar|
CapítuloCuarentaYDos|Decisión|
CapítuloCuarentaYTres|¿Jane?|
CapítuloCuarentaYCuatro|¿Quieres ser mi...?|
CapítuloCuarentaYCinco|¿Cómo te atreves?|
CapítuloCuarentaSeis|Recuérdame|
CapítuloCuarentaYSiete|¿Qué me ocultas?|
CapítuloCuarentaYOcho|Revelaciones|
CapítuloCuarentaYNueve|Aclaraciones|
CapítuloCincuenta|Presentación|
CapítuloCincuentaYUno|Miedo|
CapítuloCincuentaYDos|Collar del corazón|
CapítuloCincuentaYTres|Estás muerto|
CapítuloCincuentaYCuatro|Junto a mí|
CapítuloCincuentaYCinco|Sorpresas|
Epílogo.
Agradecimientos
"Por Siempre, Implacable"
Extra #1
HOLAAAA

CapítuloTreintaYNueve|Segunda Venganza|

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By BreiwuyVivas

Annie llegó a un parque cercano a su zona para pensar con tranquilidad. El bullicio de la reconstrucción la tenía más que cansada. Se sentó en un banco de Madera. Entrelazó sus dedos y se permitió recordar lo acontecido con Brandon hacía días atrás. No lo había vuelto a ver desde aquél beso, lo cual la decepcionaba un poco. Seguía sintiéndose culpable por haberle seguido el beso. Ella tenía a Peter. Él era un chico demasiado bueno con ella como para traicionar su confianza de esa manera. No se lo merecía.

En ése momento de su vida, estaba demasiado confundida.

Sin embargo, recordar ese beso, las manos de Brandon apretándola y la erección que él le restregaba a propósito, la hacían confundirse aún más.

Sintió un peso a su lado, y se aventuró a mirar quién se había sentado a su lado habiendo tantas bancas disponibles. Se encontró con una pequeña cara blanca y regordeta. Mejillas rosadas y unos ojos que no sabía si eran verdes, o azules. Subió más los ojos, encontrándose con Brandon.

—Hace tiempo que no nos veíamos, ¿no?

—Sólo han pasado unos días.—respondió mirando hacia el niño.

—Es mi hijo.

Annie se atragantó con su propia saliva. Jamás, había imaginado que él ya era padre. Se le hacía difícil que alguien que molestaba tanto como él, ya tuviera descendencia. Ahora, una gran duda se plantó en su mente.

¿Quién era la madre?

¿Por qué no fue con ella a la fiesta?

—¿No te lo imaginabas?

—No. Este pequeño es muy lindo para ser hijo tuyo.

—De hecho él es demasiado feito para ser hijo mío—dijo con una sonrisa en sus labios.

Annie se limitaba a jugar con las manos del niño, mientras que Brandon se concentraba en ella y en cómo trataba a Matt.

Matthew comenzó a removerse, estaba fastidiado de estar en la misma posición, así que Brandon lo bajó al pasto y sacó de su bolso unos legos. Se los dio y él comenzó a armar figuras.

—No he podido olvidar ese beso.

—Deberías hacerlo.

—Me niego.—Annie suspiró—. No hagas así—musitó, girándose hacia ella—. Realmente me encantó ese beso y quiero repetir.

—Brandon, no insistas...

—Termina con tu novio.

—¿Qué? No.

—Hazlo.

—¿Por qué debería?—respondió girándose.

—Porque me atraes y sé que yo a ti también.

—No estés tan seguro.

Annie levantó la vista y miró a lo lejos, reconociendo casi de inmediato la figura de Peter. Maldijo para sus adentros cuando sus ojos chocaron y él comenzó a caminar hacia su dirección con sus manos dentro de sus bolsillos delanteros y una resplandeciente sonrisa en su rostro.

Vaya coincidencia.

—¡Cariño!—chilló él cuando estuvo frente a ella. Se agachó y la abrazó—. ¿Quién es él?—preguntó mirando a Brandon.

—¡Un amigo gay!—se aventuró ella—. Nos acabamos de encontrar acá por casualidad.

Peter miró hacia Brandon, luego hacia el pequeño que jugaba a sus pies con unos legos de colores. Regresó su vista al hombre.

—Un gusto, soy Peter, el novio de Annie—alargó su mano derecha y estrechó su mano contra la de Brandon.

—El placer es todo mío. Soy Brandon y el pequeño pollo de acá abajo, es mi hijo Matthew.—dijo mirándolo con una sonrisa.

—¿Ya pueden los gays adoptar?

—Él es hijo mío.

—¿A los gays les excitan las mujeres?

—¿Sabes lo que es una pregunta indiscreta? 

Brandon había decidido seguirle la mentira a pesar de que le enojaba. Haría que se arrepintiera de haber dicho tal mentira. No le ofendía en lo absoluto que ese tipejo creyera que él era gay. De hecho le divertía pensar en todas las cosas que podría hacerle a Annie con su novio pensando aquello. Se agachó y tomó los legos de Matt. Los echó en su bolso a pesar de las quejas del crío, y lo tomó en sus brazos. Se acercó a ella y le plantó un beso en los labios, el cual finalizó chupándole el labio inferior. Miró hacia un sonrojado Peter.

—Nos vemos mañana, Annie—musitó y miró hacia el novio de Annie, quien lo miraba impactado—. Oh, lo siento, es que nosotros nos despedimos así.

...

Noah tenía a Kara pegada a su pecho mientras Melanie hablaba en el escenario. La conocía, y muy bien. Era la hija del dueño del barco, el cual era conocido suyo. Había tenido algo con ella, debía aceptarlo, pero, su pequeño Ángel no tenía porqué enterarse de ello.

De repente, cuando las luces se apagaron, la pegó más a él. Afincó su barbilla en su cabeza y la mecía suavemente con sus brazos alrededor de su cintura. La cuenta regresiva había comenzado, y, por alguna razón aquello lo ponía un poco nervioso. Todo estaba obscuro y se podía escuchar uno que otro chillido, seguidos de otros ruidos que no supo identificar. Sonrió de lado ante el sufrimiento que tendrían que afrontar aquellos abusadores que se atrevieron a robarle un beso a mujeres acompañadas. No faltaban más de veinte segundos, cuando sintió cómo separaban a Kara de sus brazos. Se alarmó e inmediatamente comenzó a moverse entre la obscuridad. Unas uñas se clavaron en sus hombros, seguidamente pasaron a los costados de su cara, obligándolo a bajar la cabeza. Una mujer desconocida se había atrevido a robarle un beso, pero en ése momento poco le importaba. Alejó de un fuerte empujón el cuerpo de la desconocida y comenzó a moverse como podía por el lugar.

Tenía que encontrar a su Ángel.

Pasaba la vista por todos lados cuando de repente el conteo terminó y las luces se encendieron.

Pasó rápidamente la vista por su alrededor, y la encontró rápidamente con el maldito que se había atrevido a quitársela de los brazos. No esperó nada, se abalanzó sobre el bastardo que se había atrevido a arrebatársela. El cuerpo del tipejo chocó contra el suelo con fuerza y él le cayó encima. Lo tomó por el cuello de la camisa y comenzó a estamparle su puño repetidas veces sin darle tiempo a rechistar. Su puño se encontraba rojo, y su brazo comenzaba a cansarse, cosa que Jordan aprovechó para darle la vuelta a la situación. Recibió varias veces el puño del tipejo en su rostro, aumentando cada vez más su rabia. Lanzaba golpes hacia su rostro y estómago.

Oía a lo lejos cómo muchas personas gritaban a su alrededor. Poco le importaba. En ése momento, lo único que quería era hacerle pagar a ese maldito la osadía de atreverse a besar a su mujer.

Sintió cómo unos brazos lo agarraban y lo alejaban de Jordan, pero seguía resistiéndose a que lo alejaran, quería seguir golpeándolo.

—¡Paren ya!—gritó una voz masculina conocida para él. Era Joey, el dueño del barco, quien ahora estaba en medio de los dos—. ¿Cómo se atreven a formar tal espectáculo en mi barco?

—Él comenzó.—escupió Jordan.

Noah gruñó en respuesta e intentó abalanzarse nuevamente sobre él, pero los hombres que lo sostenían, no se lo permitieron.

—Llévenlos a sus respectivas habitaciones y no los dejen salir hasta mañana.

El hombre se fue y Noah seguía con su vista fija en Jordan. Odiaba a ese maldito. Desvió la vista hacia Kara, quien se aproximó hasta él y le acarició el rostro magullado.

—Suéltenlo, por favor. Yo lo llevaré a nuestra habitación y lo mantendré calmado—los hombres dudaron por unos segundos mirándose entre sí, y lo soltaron—. Gracias.

Lo tomó de la mano y forzándolo a caminar, lo llevó hasta su habitación. El rostro serio de ella no le daba muy buena espina. Kara se dirigió hasta el baño y segundos después apareció con un paño húmedo entre sus manos y lo hizo sentarse en la cama.

Seguía frustrado y mirarle los labios a Kara, le hacía acordarse de lo ocurrido hacía unos minutos atrás.

—¿No dirás nada?—preguntó mirándola—, hey.

—En éstos momentos no sé qué decirte.

—¿Estas enojada?

—No, no lo estoy.

—¿Entonces por qué no me hablas?

—Porque no sé qué decirte.

Noah esperó a que ella terminara de limpiarlo y curarlo. El ardor que producía el alcohol contra sus heridas le daba una picazón horrible, pero debía contenerse.

Una hora después, estaba un poco más calmado. Miraba a Kara desvestirse tranquilamente mientras él estaba sentado al borde de la cama, con las manos afincadas en sus rodillas. Ella giró y lo miró seria. Se acercó a él y le quitó la pajarita dejándola a un lado. Le quitó el saco y procedió a desabotonar el chaleco, luego la camisa blanca.

Ella pasó sus palmas frías por su pecho y lo acarició levemente.

—Faltan mis pantalones—musitó con una sonrisa—. Tendrás una sorpresa al bajarlo, cielo.

—Oh, no, eso tendrás que hacerlo tú—respondió e intentó ponerse de pie, pero él le agarró las manos.

Noah sonrió y la sentó en sus piernas. Envolvió sus brazos a su alrededor y recostó su frente a su hombro. Dejó salir un largo suspiro y la apretó más hacia sí. No podía dejar de pensar en ese maldito beso. Quería borrar cada germen de ese idiota de sus labios. Le miró los labios entreabiertos y fue hasta ellos. Le pasó la lengua por todo el contorno, dibujándolos. Mordió y chupó su labio inferior. Bajó a su cuello, en donde ella rió al sentir sus labios.

—Sigues siendo igual de sensible.

Kara gimió en respuesta cuando él le clavó los dientes en la curvatura de su cuello y hombro. Noah comenzó a subirle la bata de seda negra de dormir sin despegarle los labios del cuello. Cuando terminó de sacárselo llevó una de sus manos a un seno de ella, y le estrujó el pezón. Ella cerró los ojos.

Noah aprovechó su posición y bajó la boca hasta el otro seno, en donde chupó y mordió levemente el pezón. Se levantó y la acostó en el centro de la cama. Lo único que la cubría era su braga blanca. Se subió sobre ella y capturó sus labios con fuerza. Una mano de él apretaba su pezón derecho mientras que la otra, comenzaba a estimular su clítoris a través de la fina tela. Noah dejó sus labios, y comenzó a repartir besos por su barbilla, cuello y clavículas.

Dejó uno que otro chupetón en su pequeño recorrido. Bajó hasta sus senos, donde los chupó y mordió cada uno nuevamente. Siguió su camino hasta abajo, dejando una línea de besos. Llegó a su braga, y la agarró con los dientes. Comenzó a bajarla, descubriendo un depilado monte de Venus. Terminó de bajarle la braga con la mano y procedió a hundir su rostro entre sus mulos.
Pasó su lengua y succionó repetidas veces justo donde yacía su deseo.

—En éste momento pararé.—murmuró subiendo rápidamente hasta su oreja—. Y te seguirás tocando tú sola. Quiero verte.

—¡Noah...!

—Hazlo.—ordenó colocándose de pie frente a la cama.

Ella asintió y comenzó a tocar justo donde él lo estaba haciendo segundos antes. Sus ojos estaban conectados, no se separaron en ningún momento mientras él se terminaba de desvestir. Noah se echó sobre ella como un león a su presa. La besó con fuerza mientras la tocaba. Los leves gemidos de Kara lo provocaban aún más. Quería hacerla suya en ése momento, pero antes ella tenía que hacer otra cosa.

Se alejó un poco de ella y pegó su espalda al colchón ella se sentó y lo miró a los ojos.

—Hazlo—murmuró con voz ronca.

Kara asintió, y se inclinó un poco. Veía la potente erección que se escondía en ese bóxer negro. Subió la vista y lo observó riéndose. Suspiró y lo bajó con las manos. Cuando estuvo frente a su miembro, lo tomó con las manos y lo apretó levemente antes de introducirlo en su boca. Lo lamió, chupó y succionó hasta que oyó a Noah gruñir.

En un rápido movimiento, él hizo que ella se colocara encima.

—Mételo dentro de ti y muévete.

Kara cerró los ojos y lo tomó. Introduciéndolo dentro de sí. Noah gimió cuando ella comenzó a moverse de arriba abajo, luego en círculos. Pero para él aún no era suficiente. Se movió y se posicionó detrás de ella y la penetró con rudeza.

Las terminaciones nerviosas de ella no podían más, estaba excitada hasta morir y un inminente orgasmo estaba por alcanzarla. Gimió con fuerza cuando éste llegó mientras aún sentía a Noah moviéndose dentro de ella. Poco después, él se liberó.

Ambos cayeron en la cama, completamente sudorosos. Noah la abrazó con fuerza y la pegó a su pecho que subía y bajaba con velocidad. La besó en la frente. Ambos habían quedado agotados y satisfechos. Kara se había dormido con su cabeza en el hueco entre su brazo y su pecho. Le acarició el rostro y pensó que ahora, tenía otra oportunidad de ser papá.

Sabía que lo que había hecho estaba mal, y que ella se enojaría con él, pero cuando algo se le metía en la cabeza, no había quién le sacara la idea.

 Días después.

Noah llegaba al bufete muy temprano por la mañana. Kara venía a su lado sosteniendo su mano. Uno que otro par de ojos se centraban en ellos, pero poco les importaba. Subieron por el ascensor privado y llegaron a su oficina. Ella dejó su bolso en la pequeña salita y se dirigió a los papales que yacían sobre el escritorio de Noah.

Él la miraba sonriente mientras la veía sentada leyendo lo que él tenía que leer. Confiaba en ella, y sabía lo inteligente que era. Comenzó a dar vueltas en su silla, pensando en lo que había hablado con su investigador. Habían encontrado a los dos hombres del vídeo. Sólo estaban esperando poder secuestrarlos y llevarlos a un lugar lejos y sin gente, en donde él podría cobrar venganza. Miró hacia Kara y pensó que ella no tenía porqué haber pasado por algo como eso, mucho menos por aquella humillación pública.

Su móvil sonó, y se lo sacó del bolsillo de su traje. Era el investigador.

—¿Sí?

—Señor, ya los hemos trasladado. Están en un pequeño galpón a unas dos horas fuera de la ciudad. Ya he avisado al piloto de su helicóptero para que vaya a buscarlo en diez minutos.

—Está bien, lo esperaré arriba.

Noah se levantó y guardó su móvil en bolsillo interno de su traje. Fue hasta Kara, se sentó a su lado y, tomándola por sorpresa la besó apretándola contra su cuerpo.

Ella lo miraba expectante, esperando su siguiente movimiento.

—Cariño, tengo que salir—ella asintió y le apretó las manos—. Te quedarás aquí. Vendré a buscarte en cuento termine.

—¿Tardarás mucho?

—Unas cuántas horas.

—Te esperaré entonces. Le diré a Julie que compre comida para ambas y que coma acá contigo si quieres.

—Está bien.

—Siento si soy así contigo, pero quiero protegerte. No quiero que les pase nada.

—¿Les?

—Aún no te has hecho la prueba. Así que mantengo la esperanza—Kara frunció los labios sin saber qué decir. 

—Espérame, Cariño. Vendré cuanto antes a recogerte.

...

Noah se bajaba del helicóptero cuando el investigador lo abordó. Comenzaron a hablar de todo lo que habían hecho para encontrarlos, al igual que los antecedentes criminales. No podía dejar de pensar que por fin, haría justicia por Kara. Quizá no era la manera políticamente correcto de hacerlo. Sin embargo, para él, sólo la muerte de esos malditos podía hacerle justicia a lo que esos desgraciados le hicieron.

Entró al galpón. Lo miró con detalle. Todo estaba justo como lo quería, de hecho era muy similar al lugar en donde mató a los otros dos. Se adentró y al fondo, detalló una mesa con los mismos artefactos que usó la vez pasada. Estaban pulcramente organizados y brillaban con la esperanza de ser usados. Tomó los guantes y se los colocó. Llegaban aproximadamente hasta su codo.

Sonrió de lado cuando vio a los dos hombres con las muñecas esposadas a las cadenas que habían en el techo.

En definitiva, su equipo era el mejor.

Se acercó a los hombres, los cuales tenían sus cabezas hacia abajo. Seguían drogados, así que se sentó y esperó hasta que despertaran. Minutos después, vio como el primero comenzaba a gruñir levemente. Luego, el otro levantó la cabeza un poco. Enfocó su vista en él, y se limitó a sonreír.

—Veo que ya despertaron—dijo levantándose y yendo hacia ellos. Los miró a ambos con desprecio, y les propinó un puñetazo a cada uno de la cara—. ¡Despierten!

Ambos hombres comenzaron a removerse asustados. Luego, alzaron la mirada hacia el hombre trajeado frente a ellos. Fruncieron el ceño. Intentaron moverse, pero las cadenas que los sostenían desde arriba se lo hacían imposible. Ambos se miraron confundidos.

—¿Quién eres tú?, ¿por qué nos hace esto?

—¿Realmente no saben porqué están aquí?

—No hemos hecho nada malo. ¡Déjenos ir! Tenemos hijos y esposa a la que cuidar.

Noah quiso reír. ¿Que no habían hecho nada malo? La familia de éstos no le importaba en lo absoluto; él sólo quería vengarse por lo que se habían atrevido a hacer

—¿Quién los mandó a hacerlo?

—No sabemos a qué se refiere.

—Será mejor que me digan quién los mandó a violarla.

Los hombres intercambiaron miradas entre sí, como si estuvieran hablando telepáticamente. Noah los miraba expectante, quería saber de una buena vez, quien había mandado a hacer tal cosa contra ella. Antes de matarlos, debía saber. Uno de los hombres, el que se había mantenido callado hasta el momento, de tez morena y cabello castaño, lo miró con una sonrisa maliciosa.

—Así que tú eres el novio de esa delicia...

Noah se acerco a él y le plantó nuevamente su puño en el rostro. ¿Cómo se atrevía esa escoria humana a hablar así de ella?

—Oh... Disfrutamos tanto de ella aquella noche. Y, ¿sabes? He querido repetir la ocasión. He estado esperando ansioso para que nos vuelvan a contratar para volver a disfrutar de ese cuerpo.

Noah se alejó y se dirigió hasta la mesa con sus artefactos. Estaba furioso. Haría que ése imbécil se tragara su propia lengua. Pasó la vista rápidamente entre todos y eligió una navaja dorada. Se acercó nuevamente a él, y le pasó la navaja por todo su pecho. El hombre gritó y se removió salvajemente.

—¿Te siguieron dando ganas de hablar de ella, maldito malnacido?

La mirada del pelicastaño fue brutal. Estaba matándolo. Noah sonrió y limpió la sangre de la navaja con un pañuelo que había sobre la mesa.

—¿Piensan hablar ya?—preguntó cruzándose de brazos—. El tiempo es oro y ustedes no valen nada.

—No te diremos absolutamente nada.—respondió el pelicastaño—. Primero muerto.

—Bueno, ya sabemos quién se irá al infierno primero. ¿Cómo lo prefieres? ¿Lento y doloroso o rápido e igualmente doloroso?

—Cuando se dé cuanta de que no estamos, nos buscará y te matará a ti también.

—Estaré esperándolo.

Noah tomó una pistola que guardaba siempre en el bolsillo interno de su traje, y jugó con ella. Le apuntó a la pierna izquierda del pelicastaño y disparó.

—Habla—volvió a disparar ante la mirada asustada del pelinegro—. Oh, tú no te salvas—le disparó en el hombro, y gimió de dolor.

—¡Se llama M!—gritó el pelinegro.

—¿M?—repitió Noah—. Quiero su nombre completo.

—Nadie sabe cómo se llama. Sólo se nos permite llamarlo así, M. Es su seudónimo.

—¿Su rostro?

—Nunca lo hemos visto. Sólo hemos hablado con él y lo único que puedo decirte es que es la voz de un viejo.—el tipo suspiró—. Ahora, por favor, déjame ir para estar con mi familia. 

Noah repasó ese seudónimo repetidas veces en su mente, pensando qué nombre podría cuadrar con esa M, pero no daba con nadie. Miró a ambos hombres. Suspiró y recordó el vídeo. Aquél vídeo que en su momento, le destrozó el corazón. Esos malditos la habían drogado y abusado de ella. La furia que corría dentro de él era mucha, ni siquiera sabía cómo aún no los había matado.

Todo el dolor que les hiciera pasar no sería nada en comparación al dolor que se merecían al haber hecho un acto tan atroz. Se acercó a la mesa y tomó su artefacto favorito: El bisturí de punta de diamante. Verlo, le hacía recordar cómo se había deshecho de aquellas basuras. Se acercó a ellos. Les rompió las camisas y pasó el primer corte al pelinegro. Pasó al bisturí con fuerza por todo su abdomen formando la B, de Bryce. Luego, lo pasó por su garganta sin la profundidad necesaria para matarlo.

—Esa mujer..., quería que le hiciéramos todo lo que le hicimos—murmuró el pelicastaño—. Esa puta lo quería.

Noah tomó su arma, y le disparó en el pene. Él se retorció de dolor y gritó con fuerza. Le hizo diferentes cortes a lo largo del cuello, le disparó en el estómago y seguidamente tomó dos cuchillos largos y los enterró en los riñones removiéndolos con fuerza para destrozarlo por dentro. Regresó la vista hasta el pelinegro, el cual lo miraba con horror.

Noah, aún con el arma en su mano, le disparó a éste también en el pene, luego en el abdomen y seguidamente en el medio del pecho. Clavó el bisturí en su pecho y lo movió de un lado a otro, causándole profundos cortes y sacándole fuertes gritos de dolor.

—¡Mátame de una maldita vez! ¡MÁTAME!

—Espero y te hayas arrepentido de lo que le hiciste a mí mujer, y próxima madre de mi hijo—y sin más, clavó uno de los cuchillos largos en su cuello—. Nos vemos en el infierno, maldito.

...

Eran aproximadamente las cinco de la tarde cuando llegó al bufete nuevamente. Entró en su ascensor personal y se arregló el traje. Se lo había cambiado luego de cerciorarse de que aquellos dos, estuvieran muertos. 

El ascensor se abrió y salió. Se detuvo en seco al ver a la persona frente a él.

—¿Noah...?

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