Shout ◇ Rick Grimes

By alanastxrk

135K 11.4K 1.5K

Grita, grita, grita. Déjalo salir. Te estoy hablando a ti. Grita, Harley. ... More

u n o
d o s
t r e s
c u a t r o
c i n c o
s e i s
s i e t e
o c h o
n u e v e
d i e z
o n c e
d o c e
t r e c e
c a t o r c e
q u i n c e
d i e c i s é i s
d i e c i s i e t e
d i e c i o c h o
d i e c i n u e v e
Wattpad Cómic Con
v e i n t e
v e i n t i u n o
v e i n t i d ó s
v e i n t i t r é s
v e i n t i c u a t r o
v e i n t i s é i s
v e i n t i s i e t e
v e i n t i o c h o
v e i n t i n u e v e
t r e i n t a
t r e i n t a y u n o
t r e i n t a y d o s

v e i n t i c i n c o

3.6K 234 40
By alanastxrk

Cada nueva esperanza que sentimos nos hace ver de manera distinta el pasado❞ 

-Luis Rosales

Harley cruzó los brazos sobre su pecho y apoyó su espalda en la pared, mientras mantenía su mirada fija en las personas que habían algo separadas de ella.

En silencio, observó cómo los alexandrinos escribían los nombres de las personas que habían fallecido durante el ataque de los invasores.

Esa, en cierta modo, era su manera de poder despedirse de ellos y poder recordarlos para siempre. Recordar que alguna vez formaron parte de aquella comunidad y que, para algunos, fue parte de una familia.

Eran tantos nombres que apenas cabían en una sola columna, por lo que tuvieron que continuar con otra.

Casi parecía algo poético.

Los vivos se encontraban tras los muros, escribiendo los nombres de los fallecidos en éste mientras los verdaderos muertos se encontraban al otro lado, aporreando esos mismos muros y gruñendo al sentir la carne tan cerca de ellos.

Sin embargo, aquellas pocas personas no se acobardaron ante la proximidad de los infectados y aquello sorprendió en cierto modo a Harley.

Desde que Rick llegó la noche anterior, los alexandrinos se mantuvieron algo expectantes ante lo que podría pasar a continuación. Aun así, lo hicieron en silencio y alejados de los muros, con miedo de que, si llegaban a acercarse más de lo debido, los muertos los cogerían.

Por ello, ver que ahora un grupo era capaz de hacer ello suponía un avance bastante grande, aunque a primera vista no pareciese como tal.

Se mantuvo observando todo y cada uno de los nombres que escribían en el muro hasta que pusieron en último y fue cuando Harley inspiró con algo de dificultad.

Era el de Glenn.

Lo alexandrinos habían dado por seguro que, si todavía no habían vuelto, era porque ya no lo harían.

Y, en cierto modo, no estaban tan equivocados.

El simple hecho de saber que el resto del grupo se encontraba allí fuera con más de la mitad de los infectados que se encontraban alrededor de la comunidad era desalentador y, ciertamente, bastante desesperanzador.

Aun así, saber que se habían dignado a aceptar que Glenn y los demás habían muerto tras apenas unos días hacía que Harley apretase los puños contra su cuerpo. 

Si Rick había podido volver, los demás también lo harían. De eso estaba segura.

Sintió que alguien se posaba a su lado y la sensación que tuvo en ese momento le dijo de quién se trataba antes incluso de que ella girase la cabeza para mirarle.

Rick tenía la mirada fija sobre los nombres que Harley había estado observando segundos atrás y su mirada se endureció al ver aquel nombre que tanto dolió a ambos.

Harley respiró hondo y giró la cabeza hacia delante.

—Deanna me ha dicho que varios de la comunidad han intentado saquear el almacén —comentó ella, recordando lo que la mujer le había contado aquella misma mañana—. Solo han sido unos pocos, no más de cuatro o cinco. No creen que vayamos a salir con vida de ésta, así que ven inútil seguir racionalizado la poca comida que nos queda —chasqueó la lengua—. Son estúpidos.

—¿Lo han conseguido? —quiso saber él tras unos segundos en silencio.

—No —respondió ella—. Al parecer Spencer, el hijo de Deanna, consiguió hacerlos parar —Rick asintió.

—Bien —luego suspiró—. Necesitaremos toda la comida que tenemos. Creo que vamos a tener que esperar más de lo que nos gustaría —Harley hizo una mueca con la boca y volvió a mirar a Rick—. Todavía no he recibido ninguna señal de Daryl o de cualquiera de los demás. Es como si ya no estuviesen.

Harley respiró hondo y luego posó su mano sobre el brazo de él, haciendo que girase la cabeza para mirarla.

—Tú tampoco estabas, ¿sabes? —él frunció el ceño—. Ayer —le aclaró—, cuando Michonne llegó intentó contactar con alguno de vosotros, pero nadie le respondió. Ella..., todos —rectificó—, también creímos que ya no había nadie al otro lado. Y, sin embargo, apareciste tú de forma inesperada y volviste a nuestro lado —sonrió levemente—. Maggie me lo dijo ayer. Glenn siempre vuelve y estoy segura de que los demás también lo harán porque sois una familia. Tenéis que permanecer unidos. Os necesitáis.

Rick la miró intensamente y luego con rapidez apretó a Harley entre sus brazos.

—Ahora mismo —susurró con voz ronca en el oído de ella—, a quien más necesito es a ti. 

Aquello fue tan inesperado que al principio Harley creyó que lo había imaginado. Sin embargo, el temblor que las palabras de Rick habían provocado en el cuerpo de ella había sido real, por lo que solo fue capaz de cerrar los ojos y rodear a Rick con sus brazos.

—Estoy aquí —murmuró ella de forma casi inaudible.

Luego se separaron levemente, se miraron a los ojos durante unos segundos, pero no hicieron más que separarse y volver a mirar hacia delante, aunque sus dedos todavía eran capaces de tocarse.

—¿Y qué vamos a hacer mientras tanto? —susurró él.

—El plan de Glenn no parecía tan loco al fin y al cabo —comentó ella, a lo que él la miró extrañado, haciéndole saber que no sabía a qué plan se refería—. Provocar un incendio para alejar a los infectados de aquí. No sabemos si funcionará, pero podríamos intentarlo —Rick hizo una mueca con la boca.

—Ni siquiera podemos salir de aquí... He estado buscando salidas pero todas están taponadas —Harley suspiró—. Tendremos que buscar una manera de alejarlos manteniéndonos aquí dentro.

—La única manera es que los de fuera vuelvan y se los lleven —Rick sintió, dándole la razón—. Pero, ¿y si no llegan?

Él se cruzó de brazos, volvió su mirada al nombre de Glenn escrito en las pared y la mantuvo ahí durante bastante tiempo.

—Entonces estaremos perdidos.

Harley entró aquella tarde en la armería para cargar su pistola y encontró a Maggie en su interior.

Extrañada, vio cómo estaba cogiendo varias armas y guardándolas en una mochila, además de coger bastante munición también. Más de la que necesitaría en una situación normal.

—¿A dónde vas? —quiso saber.

Maggie se giró para mirarla y luego continuó con lo que estaba haciendo.

—Voy a salir —dijo simplemente. Harley elevó una ceja y dio un paso hacia ella.

—No puedes —le contestó—. No hay ninguna salida. Todo está lleno de infectados —Maggie negó con la cabeza.

—Aaron sabe un lugar por donde podremos salir. 

Harley respiró hondo y luego ando hasta quedar delante de ella.

—Maggie —la llamó, haciendo que la mirase y dejase de cargar sus armas—. No puedo dejar que lo hagas.

Maggie la mantuvo la mirada durante unos segundos. Luego suspiró, acabó de cargar la pistola que tenía entre sus manos y la metió en su mochila, donde fue guardando varias armas más.

—No puedes impedírmelo —le dijo decidida y, cuando acabó de meterlas todas, se la colgó al hombro.

Harley respiró hondo y Maggie se alejó de ella en dirección a la salida. Sin embargo, Harley le cogió del brazo evitando así que continuase andando.

Maggie giró la cabeza y la miró, esperando a que ella dijese algo.

Pero tampoco tenía demasiado que decir.

Sabía que no quería que Maggie saliese de la comunidad, pues aquello casi podría clasificarse como una idea suicida. 

Gran parte de la comunidad ya estaba perdida fuera de los muros, por lo que lo único que Maggie conseguiría con todo aquello sería sumarse a esas personas y que su nombre apareciese en el muro junto al de Glenn.

Harley sabía que tenía que impedírselo o, al menos, hacer algo respecto a eso.

—Iré contigo —le dijo decidida. Maggie frunció el ceño.

—No, Harley —le respondió—. Esto es cosa mía. Sé a lo que me arriesgo y sé por qué lo hago, pero no puedo dejar que tú también te arriesgues por mí. Esta vez se trata de mi lucha.

—Maggie... —intentó decir Harley, pero ella le cortó.

—Tengo que hacerlo —le dijo, casi rogando—. Tengo que encontrarle.

Aunque Maggie se había mostrado esperanzada pocos días atrás, la espera parecía consumirla lentamente.

Al principio habían pensado que el resto del grupo acabaría llegando de un momento a otro del mismo modo que hizo Rick. Sin embargo, todavía no habían conseguido ni una sola señal de los demás, por lo que la esperanza en todos los alexandrinos de que se mantuviesen con vida se reducía a cada segundo.

A todo ello se le sumaba el hecho de haber sufrido un gran ataque hacía muy poco —del que todavía estaban intentando recuperarse— e ir escasos de suministros.

Todo aquello estaba acabando con la paciencia de aquellas personas y, al parecer, con la de Maggie también.

Harley la entendía en cierto modo. 

No tenía ni idea de dónde estaba Glenn y de si seguía vivo al menos. Quizás lo que Maggie necesitaba era saber si se mantenía con vida o no, pero no seguir viviendo en aquella incertidumbre.

Necesitaba saber qué le había pasado. 

Necesitaba traerlo a casa.

—Hazlo —le concedió Harley y una sonrisa apareció en el rostro de Maggie. Sin embargo, ésta se borró cuando la vio coger una de las armas y empezar a cargarla—. Hazlo —le repitió—, pero no voy a dejar que lo hagas sola.

Maggie negó con la cabeza y posó su mano sobre el arma que Harley estaba cargando.

—No puedes venir conmigo, Harley —le respondió ella—. No puedo arriesgarme a perderte a ti también, ¿entiendes? No puedo.

El tono de voz de Maggie hizo que algo en el interior de Harley se removiese y que dejase las manos quietas.

Observó a Maggie durante unos segundos y supo entonces con claridad que debía dejarla ir y hacerlo sola. Incluso aunque aquello significase arriesgar su vida a tantos niveles que ni siquiera quería pensarlo. Aunque todo aquello fuese algo suicida.

A Maggie no le importaba. Era lo que necesitaba o, si no, la espera la consumiría por completo.

Harley exhaló hondo y Maggie le sonrió de lado.

Ambas se quedaron en silencio durante unos segundos, a la espera de que la otra dijese algo.

Sin embargo, Harley sentía que no había nada más que decir ni discutir. Todo estaba ya zanjado y, aunque una nueva presión se había instalado en su pecho, decidió ignorarla e ir hacia Maggie hasta quedar unidas en un abrazo.

—Vuelve viva —le pidió. Maggie sonrió levemente, pero no respondió a su petición.

Cuando la noche cayó sobre Alexandría, Harley salió de la enfermería y suspiró.

Se había pasado toda la tarde ahí dentro. Había tenido que mandar a los que estaban mejor a sus casas, ya que no tenían camillas suficientes para todos. Muchos de los pacientes estaban en sillas, mesas o colchones que habían puesto en el suelo y habían sido donados por miembros de la comunidad.

Allí apenas había lugar para poder moverse y atender bien a los más graves, por lo que tomó la decisión de enviar a los menos graves a sus casas para que reposasen. 

El resto se quedaron allí dentro y Harley los distribuyó como pudo.

Tuvo especial cuidado con el hombre que había traído Michonne, ya que él tenía un gran riesgo de sufrir una infección.

Y Harley sabía que, si aquello pasaba, el hombre moriría sin que ella pudiese hacer nada por impedirlo.

No les quedaban apenas medicinas ni antibióticos para poder curar a todos los enfermos que habían allí, por lo que Harley temió que dentro de unos pocos días no les quedase de nada.

De ese modo, si los infectados de fuera o el hambre de dentro no los mataban, las enfermedades lo harían.

Tenían que encontrar una manera de alejar a los infectados de las paredes de la comunidad antes de que fuese demasiado tarde.

Quizás si Maggie encontraba una salida podrían usarla para entrar y salir de la comunidad intentando despistar a los infectados que se amontonaban a los alrededores.

Al menos, así tendrían alguna oportunidad con la que seguir hacia delante.

Así que, con un suspiro sabiendo que se encontraban en el mismo punto de partida que antes, solo que ahora algo peor, cerró la puerta de la enfermería tras ellas y se dirigió a su casa.

En las calles de la comunidad no había nadie y, si Harley no supiese que dentro de aquellas casas todavía vivía gente, habría creído que aquel lugar estaba desierto.

La mayoría de los alexandrinos tenían miedo a salir de sus casas por la noche y, además, habían decidido seguir las instrucciones que Rick les había dado: apagar todas las luces y no hacer ruido. 

Y, por ahora, estaban haciendo un trabajo excelente respecto a eso.

Cuando llegó a la puerta de su casa, se mantuvo en el exterior observándola.

Sabía que dentro no había nadie, pues todos los que vivían con ella estaban ahora fuera de la comunidad.

Por alguna razón, el simple hecho de quedarse aquella noche sola le desagradaba.

Y, aquel pensamiento le desagradó aún más.

Antes de llegar a aquella comunidad no le importaba estar sola. Es más, incluso lo prefería.

Sabía bien que cuidar de ella misma era mucho más fácil que hacerlo de un grupo entero. Además, a aquellas alturas no confiaba demasiado en los demás, por lo que sentía que como más segura se mantendría sería estando con ella misma y con un cuchillo a su lado.

Sin embargo ahora, por alguna razón que no llegaba a comprender y que en gran parte le molestaba, no quería pasar aquella noche sola. Quería estar junto a alguien. Quería sentir que no todos eran muertos ni asesinos.

Así que antes de que se diese cuenta, empezó a andar hacia su izquierda donde se encontraba la casa de Rick. De ésta no provenía tampoco ninguna luz, pero sabía que había gente dentro.

Por ello, cuando abrió la puerta de ésta y se quitó los zapatos, no le extrañó ver a Judith en su cuna y en la cocina.

Lo que sí le extrañó fue ver que estaba sola y no había nadie vigilándola.

En cuanto la pequeña vio a Harley sonrió y estiró los brazos, pidiéndole así que la cogiese.

Harley se acercó a ella y lo hizo, acercándola a su cuerpo. Al instante, Judith empezó a jugar con su pelo y Harley la observó en silencio.

Sabía que la vida de ella no sería nada fácil.

No conocería otra cosa que no fuese ese mundo de mierda en el que vivía. Crecería rodeada de armas, guerras y muertos.

La propia muerte sería la que marcaría su destino.

Eso era lo que le esperaba a Judith. 

Al menos, la única esperanza que todo aquello les albergaba era que de algún modo todo fuese más fácil para ella. Que, tras no haber conocido otra vida distinta, supiese adaptarse a ésta con normalidad y no volverse débil ante los recuerdos pasados que no podrían volver.

Porque, en cierto modo, aquellos les hacían débiles. A todos ellos. A Rick, a Harley, a Daryl... cualquiera que hubiese vivido en el mundo anterior era débil en algunos aspectos.

Aunque se esforzaban por adaptarse al completo a aquella nueva vida, los recuerdos de la anterior seguían tan vivos en sus mentes que cada paso que daban iba dirigido hacia la recuperación de aquel mundo, en vez de crear uno nuevo. Uno mejor.

Ese era el problema que tenían todos ellos y lo que les hacía no ser capaces de avanzar. Los alexandrinos no querían adaptarse al nuevo mundo; los demás no querían aceptar que había que crear uno nuevo.

Y, aquello, les llevaba al caos, tal y como se encontraban en aquel momento.

Pendiendo solo de un triste y fino hilo, deshilachado y descolorido tras tanto uso. Pidiendo, a gritos, ser sustituido por otro.

Pidiendo ser cambiado; mejorado.

Pero para llegar a aquello todavía les quedaba un buen camino. Eran bastante conscientes de ello, pues sabían que aquel idílico lugar solo llegaría cuando arreglasen todas las cosas que tenían por delante.

Y aquellas, eran demasiadas cosas.

Aun así todavía quedaba algo de esperanza en algunas personas. La visión de que quizás aquel mundo no estaba tan lejos como todos habían decidido pensar.

Quizás, si simplemente escuchasen a la persona adecuada...

Harley bajó la mirada cuando sintió la pequeña mano de Judith cerrarse sobre su dedo anular y apretarlo con fuerza.

Los ojos de la pequeña miraron directos hacia ella y Harley se sorprendió por el color azulado tan intenso que éstos tenían. Les recordaba tanto a los de Rick...

Justo en ese momento él apareció en la cocina y ella elevó la mirada, conectándola con sus ojos y perdiéndose en el mar que éstos representaban.

Luego, instintivamente su mirada se fue hacia abajo y se topó con su pecho desnudo. Hasta ese momento no se había dado cuenta de que tenía el pelo mojado y que varias gotas caían de él y recorrían su pecho.

Ella siguió el camino de esas gotas con los ojos y descendió hasta que encontró una toalla envuelta en sus caderas.

Aquella visión le hizo acelerar su respiración y tragar saliva, nerviosa.

Sin embargo, se obligó a elevar la mirada de nuevo hacia sus ojos, donde se sentía más segura en aquel momento.

Rick sonrió y decidió no decir nada ante la reacción que había provocado en Harley. En lugar de eso se dirigió simplemente a la nevera.

Harley acomodó a Judith sobre sus brazos y la observó.

—Está muy grande —comentó ella.

—Lo está —respondió el sonriendo.

La cocina entonces se quedó en silencio durante unos segundos. Éste solo fue interrumpido por el sonido ahogado de los gruñidos de los infectados.

Harley, al escucharlo, se giró para mirar por la ventana, aunque el exterior estaba tan oscuro que no fue capaz de ver nada.

Por ello, volví a girarse y a mirar a Rick.

—Tenemos que hacer algo cuanto antes —le dijo seria. Él suspiró—. No quedan medicinas, Rick. No puedo seguir curando a las personas que hay en la enfermería —ella negó con la cabeza—. Morirán dentro de poco si no conseguimos suministros.

Rick cerró los ojos y se apoyó en la encimera.

—Lo sé —repitió él entre dientes.

—Sí, lo sabes —le dijo ella, dando un paso hacia delante—. Y los demás alexandrinos también. Es por eso que intentaron saquear el almacén —suspiró—. Les pedimos a todos ellos que confiasen en nosotros, pero todavía no les hemos mostrado nada. No les hemos dado una razón para que confíen, porque lo único que hemos hecho durante estos días ha sido esperar —soltó el aire exasperada—. Yo ya no puedo esperar más, Rick. No puedo quedarme aquí mientras los de dentro mueren. ¡No podemos seguir esperando a los demás si ni siquiera sabemos si siguen vivos! —ante la mención del resto del grupo perdido, Rick volvió a cerrar los ojos. Ésta vez con una mueca de dolor—. Tenemos que movernos. Tenemos que hacer algo —dijo, casi con un deje de ruego en su voz. Al ver que él no decía nada, simplemente continuó—: Mañana crearé un pequeño grupo y me los llevaré conmigo. Puede que Aaron y Maggie hayan encontrado una salida, así que la usaré para salir de la comunidad y buscar suministros.

Él tampoco respondió a eso, por lo que Harley suspiró, rendida y bajó la mirada hacia Judith.

Vio que se había quedado dormida en sus brazos, por lo que se giró y fue hacia su cuna, depositándola allí con cuidado.

Tenía que reconocer que en ese momento se encontraba algo decepcionada y desesperanzada. No sabía exactamente qué era lo que había ido a buscar en Rick aquella noche, pero de algún modo no había sido aquello. No era aquella indiferencia por parte de él lo que ella había esperado.

Así que, al ver que toda aquella situación no llevaba a ninguna parte, decidió volver a su casa, por mucho que le desagradase aquella idea.

Pero, cuando empezó a andar en dirección a la puerta, sintió que una mano se cerraba sobre su muñeca y la hacía parar de andar.

Cogió aire antes de girarse y encarar a Rick.

Sin embargo, al ver su mirada, algo dentro de ella se encogió.

Estaba angustiado, dolido, desesperado...

Casi pudo comparar su mirada con la de un niño perdido.

—Quería esperar... —susurró él con voz ronca—. Quería esperar a que ellos volviesen y se llevasen a los caminantes porque quería creer que volverían en algún momento. 

Harley cerró los ojos durante unos segundos y luego dio un paso hacia él, posando su mano sobre su mejilla.

—Entiendo lo difícil que ésto es para ti —reconoció—. O al menos puedo llegar a entenderlo. Nunca he estado tan unida a alguien como todos vosotros lo estáis, pero puedo ver lo que tu grupo significa para ti —él elevó la mirada en ese momento y la conectó con ella—. Sé que te sientes culpable, Rick. Sé que crees que lo que les está pasando ahora es culpa tuya porque fuiste tú quien los guió fuera y quien les pidió que hiciesen esto. Pero no lo eres —le aseguró—. Ellos decidieron ayudarte. Ellos tomaron su propia decisión sabiendo lo peligroso que era todo aquello. Y ahora te toca decidir a ti —enfatizó, señalándolo y posando su dedo sobre su pecho—. Tienes que elegir entre seguir esperando y empezar a actuar.

Él la miró durante unos segundos sin decir nada. Simplemente se mantuvo observando los ojos castaños que Harley le devolvía.

Luego, cogió la mano de ella que estaba apoyada sobre su pecho y se la llevó hasta los labios para depositar un leve beso.

Aquella pequeña caricia, aunque algo lejana, consiguió provocar en Harley un pequeño escalofrío que le hizo estremecerse y dejar salir el aliento de una sola vez.

Y así, sin esperar ninguna otra respuesta de Harley, la acercó a su cuerpo y unió sus labios con los de ella.

Ninguno de los dos había vuelto a probar los labios del otro desde aquella noche. Y, aunque solo había pasado pocos días atrás, sentían como si de nuevo fuese su primer beso, pues lo sentían igual de intenso que aquel.

Sentían la misma atracción, sino más fuerte, y los mismos sentimientos.

En el interior eran un huracán de emociones; en el exterior eran una tormenta de movimientos.

Él le acariciaba bajo la camiseta; ella se perdía entre sus rizos.

De nuevo, aquella noche ambos corazones latieron al mismo tiempo.

Aquella noche, tras el encuentro con Rick, Harley volvió a la enfermería una vez más.

Desde que los invasores aparecieron, se pasaba allí la mayor parte del tiempo.

Había muchos heridos que necesitaban atención continua. Ya que apenas tenían medicamentos, se recuperaban mucho más lentos y, la mayoría, estaban gravemente expuestos a infecciones que podrían acabar con sus vidas.

Era por ello que Harley sentía aquella urgente necesidad de salir de la comunidad y buscar suministros. Sabía que, si no los conseguían dentro de poco, más de la mitad de los enfermos de aquella sala morirían en apenas una semana.

Por ello, Tara y Eric habían decidido unirse a ellas y ayudarlas en cuanto pudiesen. Maggie también solía pasarse por allí en ocasiones, pero todos coincidían en la poca esperanza que había sobre aquella situación.

Así que no se sorprendió cuando al entrar en la enfermería se encontró a Denise y a Tara hablando.

Las dos mujeres al parecer se estaban despidiendo y, cuando vieron entrar a Harley, hablaron un poco más bajo.

Ésta hizo como si no las hubiese visto y fue directa a ver a un paciente.

Era uno de los heridos por los invasores y tenía una herida de bala en el brazo. Observó su herida y vio que estaba curándose bien, por lo que volvió a poner la gasa sobre su sitio y se giró a mirar a Denise cuando Tara se hubo ido.

—¿No te vas con ella? —le preguntó Harley. La mujer negó con la cabeza en silencio y se acercó a un paciente—. Deberías —sugirió—. La necesitas.

Desde que Tara despertó de aquel golpe que se dio en la cabeza después de la explosión el día en que salieron a por municiones, ambas mujeres se acercaron más y más hasta tal punto en el que pasaban el día entero juntas.

Denise lo pasaba en la enfermería, por lo que Tara lo hacía a su lado y, en todo ese tiempo, aprendía nuevas cosas sobre cómo curar y cuidar, por lo que hacía que fuese un gran apoyo para ambas médicas. 

Aun así, Harley había podido observar de primera mano cómo la relación entre ellas dos, no solo profesional sino también sentimentalmente, avanzaba. Por ello, ninguna de las dos mujeres de aquella sala se sorprendió cuando Harley mencionó aquel hecho de forma algo indirecta.

En su lugar, la respuesta de Denise fue la de hacer una pequeña mueca con la boca.

—Creo que ni siquiera ella conseguiría ayudarme —Harley la miró, esperando a que continuase hablando—. Me es... imposible dormir —explicó, con algo de timidez—. No puedo cerrar los ojos y escuchar aquellas cosas. Los sonidos que hacen constantemente... —negó con la cabeza—. Es simplemente aterrador. Siento que están demasiado cerca de mí y que, si me quedo dormida, conseguirán acercarse. 

Harley se quedó en silencio por unos segundos.

Ella había escuchado aquellos gruñidos de los infectados durante tanto tiempo y en tantas ocasiones que ya no le parecía nada raro. En su lugar, le extrañaba el momento en el que había calma y el lugar se sometía en un profundo silencio.

Aquello le hizo pensar un segundo sobre todo aquello.

Mientras que para ella aquellos sonidos eran tan usuales, para Denise eran lo más parecido a una pesadilla hecha realidad.

Aquella gran diferencia entre ambas le sorprendió al principio, pues fue capaz de comprender en un solo instante que el cambio que estaban intentado hacer no se basaba solo en la voluntad, sino también en la experiencia.

Si tanto Rick como ella querían que los alexandrinos se hiciesen fuertes y comenzasen a aprender a luchar por sus vidas primero debían aprender cómo era vivir con sus vidas en sus manos. Debían experimentar qué es sentir la muerte tan cerca y volverse así conscientes de la importancia de la vida.

Y aquello no se los daría solo la fuerza de voluntad. Y mucho menos la duda.

Sin embargo, y sorprendentemente, esta vez Harley no perdió la esperanza en ellos. No pensó en los alexandrinos como en simples idiotas que no podrían cambiar, sino en un reflejo de quien ella fue al principio.

De quien fue cuando el mundo se fue a la mierda y todavía se encontraba con su familia.

Ella sabía perfectamente cuál era el suceso que le había cambiado y le había hecho ser quien era hoy.

No fue el momento en el que los muertos empezaron a despertarse ni tampoco, aunque pareciese lo contrario, fue cuando su familia fue asesinada.

Fue otro suceso el que la hizo cambiar de aquella manera. Uno mucho más oscuro, el cual tenía guardado en su interior y al que intentaba no ir nunca, pues el simple hecho de recordarlo le hacía sumirse en una profunda y fría oscuridad.

Le hacía sentir miedo.

Así que, sabiendo lo que había en su interior, simplemente le mandó una mirada comprensiva y continuó con su labor.

Bien entrada la noche, la puerta de la enfermería se abrió con algo de fuerza y Harley se giró para mirar qué estaba pasando.

Debajo del marco de la puerta apareció Maggie, con el pelo mojado y pegado a la cara y con la ropa sucia.

Al verla, Harley se levantó de su asiento y se acercó a ella. Fue Maggie quien llegó antes a donde Harley estaba y ambas se sumieron en un abrazo.

Harley suspiró de alivio y luego se separó de ella, mirándole con rapidez.

—¿Estás bien? —le preguntó. Maggie asintió.

—Tengo que hablar contigo —le susurró.

Harley miró hacia atrás, donde se encontraba Denise, y le pidió con la mirada que se vigilase a los pacientes mientras ella no estaba.

Ésta última asintió y ambas salieron de la enfermería para luego dirigirse a la casa que compartían.

Esta, como pasaba últimamente, se encontraba completamente sola. Todas las personas que vivían allí, a parte de ellas, se encontraban fuera. Era por ello que todas esas noches atrás, Harley y Maggie se las habían pasado solas, juntas y en la misma cama.

Así que, cuando la oscuridad y el silencio del interior de aquella casa les recibieron, no se extrañaron en absoluto.

Simplemente se dirigieron hacia la cocina y Maggie se llenó una vaso de agua.

—Déjame verte —le pidió Harley, yendo hacia ella y examinándola con la mirada con rapidez.

Antes de que consiguiese tocarla para buscar algún herida o signos de contusión, Maggie cogió sus manos entre las de ella y las bajó.

—No me ha pasado nada —la tranquilizó—. No he llegado a salir.

Harley frunció el ceño y dejó caer los brazos, llevándose así los de ella.

—¿No había salida? —Maggie respiró hondo.

—Sí la había, pero estaba llena de caminantes —Harley suspiró y se retiró los pelos de la cara.

—Mierda —espetó.

A cada segundo que pasaba, un nuevo problema aparecía. 

Había pensado usar aquella salida para ir al día siguiente a por recursos, pero ahora que veía que tampoco podría hacerlo por allí, se sentía frustrada y derrotada.

Soltó las manos de Maggie y se dio la vuelta, dando un golpe con su puño sobre la mesa.

—Harley... —comenzó Maggie, pero ella la paró.

—¡No, joder! —espetó—. Se suponía que usaríamos aquello para poder salir a buscar suministros —suspiró—. Necesitamos comida y medicinas o todos los que estén aquí dentro morirá en poco tiempo —Maggie la miró con la boca fruncida formando una línea—. Era la única opción que teníamos y ahora... solo nos queda volver a esperar. 

Maggie se acercó a ella y posó sus manos sobre los hombros de ella.

—Harley, aún no está todo perdido —ella elevó la mirada y la fijó en Maggie—. Encontraremos la manera de acabar con todos aquellos caminantes. Rick me habló sobre tu idea de alejarlos provocando un incendio. No sé todavía cómo lo haremos, pero estoy segura de que lo conseguiremos. Solo tenemos que seguir creyendo que podremos hacerlo, ¿vale? —Harley tardó uno segundos en contestar pero, cuando lo hizo, asintió. Respiró hondo y se obligó a tranquilizarse tras haber conocido aquella irritante noticia—. Hay otra cosa que no te he dicho —anunció y Harley la miró, esperando a que continuase—. Estoy embarazada.

Harley habría esperado cualquier cosa menos eso.

A esas alturas, lo que esperaba es que Maggie le hubiese dado otra mala noticia como la anterior, pero aquello le había sorprendido tanto que por unos segundos no fue capaz de contestar.

Abrió la boca y dejó salir todo el aire que tenía dentro.

—¿Estás segura? —fue lo único que pudo preguntarle. Maggie asintió.

—Me hice la prueba hace unos días. Denise me la dio —especificó.

—¿Y Glenn lo sabe? —ella volvió a asentir—. Oh, Maggie, me alegro mucho por vosotros.

Maggie sonrió y luego se tiró hacia Harley para que ambas quedasen fundidas en un abrazo.

Estuvieron así durante unos minutos hasta que Harley empezó a sentir que Maggie se sacudía en pequeños sollozos.

—Le necesito, Harley —susurró en su hombro—. No sabes cuánto.

Harley no fue capaz de decir nada.

Simplemente la sostuvo contra ella con más fuerza y le acarició el pelo, intentando que aquello fuese una parte del consuelo que Maggie necesitaba.

Durante todo ese tiempo, Harley se mantuvo pensando en la noticia que Maggie le había dado.

Se sentía muy feliz por ellos dos, pero sabía también lo arriesgado que era aquello. Sabía que en la enfermería no tenía el material necesario para hacer un buen seguimiento de su embarazo y, si el momento del parto se complicaba, sabía que no tenía recursos suficientes para ayudarla.

Todo eso por no hablar de que aquel pequeño bebé se criaría en un mundo lleno de muertos, del mismo modo que estaba haciendo Judith.

Sin embargo, aquel día no se sentía con fuerzas como para preocuparse por ello ahora, por lo que se centró durante toda la noche en Maggie y en su bienestar.

Al día siguiente, ambas se despertaron casi al mismo tiempo y luego salieron al exterior.

Fuera, todavía se podía escuchar a los infectados gruñendo y dando golpe a los muros, pero ignoraron aquello.

―Voy a la torre a vigilar ―le informó Maggie a Harley.

Ésta última asintió y decidió ir a ver cómo estaban yendo las nuevas construcciones antes de pasarse por la enfermería.

Allí encontró a varios serrando madera, hablando sobre los planos y trabajando.Vio a Rick entre ellos, por lo que se acercó a él.

―Están avanzando mucho ―comentó ella. Él se giró para mirarla llegar y asintió―. Mucho más de lo que lo habrían hecho antes —ante un la aparición de un súbito pensamiento, sonrió levemente—. Parece que eso de tener a los muertos tan cerca les hace querer vivir por fin —Rick se encogió de hombros.

—Quién habría pensado que después de tantas reuniones, tantas peleas y tantas diferencias al final lo único que les haría mover el culo sería aquello —Harley sonrió.

La conversación de ambos fue cortada cuando oyeron a Maggie gritar.

Al instante ambos la buscaron con la mirada alterados, pero cuando esperaron encontrar alguna amarga escena, la vieron subida en la torre, con una sonrisa y señalando al cielo.

Lo único que salía de su boca era una simple palabra: Glenn.

Los dos elevaron entonces la cabeza y vieron en el azulado cielo varios globos verdes balanceándose con tranquilidad por encima de ellos.

Ambos comprendieron al instante que aquello significaba que seguían vivos. Que los que aún estaban fuera no se habían rendido y seguían luchando para volver a la comunidad de cualquier manera.

En ese instante, Harley sintió cómo unos dedos se entrelazaban con los suyos. Ante aquel toque que ya se le hacía tan familiar, cerró los ojos y apretó el agarre.

Una sonrisa se dibujó en sus labios mientras se centraba en la calidez que le producía aquel pequeño roce entre sus dedos.

No giró la cabeza para mirar a Rick, pero supo que él tenía la atención puesta en ella. 

Sin embargo, sí que giró la cabeza cuando un estruendo llamó su atención.

Fijó su mirada en aquel lugar y sintió que todo pasaba como si estuviese a cámara lenta.

Vio perfectamente cómo una de las torres de vigilancia empezaba a caer.

Al mismo tiempo, los alexandrinos emitieron un insonoro jadeo, demasiados sorprendidos como para poder emitir algún sonido real.

Y, tras ese pequeño susurro, aparecieron los graves gruñidos de los infectados, abriéndose paso entre los escombros de la torre caída y entrando a la comunidad.

---

¡Por fin actualizo, ofu!

Pero ya os dije que últimamente estoy muy ocupada, por lo que me cuesta mucho ponerme a escribir.

Pero, aquí lo tenéis y espero que os guste.

¡Ah, y mirad esto! Decidme qué os parece ;)

Continue Reading

You'll Also Like

121K 21.6K 59
Jimin es un humano común y corriente, un día va a una excursión en el bosque y al recostarse en un árbol es transportado a un mundo mágico, llamado f...
382K 25.1K 97
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.
67.2K 6.8K 21
━━━━━━━━━━ ‹𝟹 ━━━ ⠀⠀⠀⠀𝘐𝘸𝘢𝘪𝘻𝘶𝘮𝘪, 𝘵𝘶 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯𝘢 𝘮𝘦𝘯𝘰𝘳 𝘦𝘴 𝘭𝘪𝘯𝘥𝘢.. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀﹫𝘈𝘬𝘢𝘳𝘪 𝘐𝘸𝘢𝘪𝘻𝘶𝘮𝘪| 2023
46.1K 6.8K 16
Max Verstappen es el dueño del mundo, es el jefe de una de las mafias más poderosas, lo controla todo, es rey, el amo y señor, tiene a todos a sus pi...