❝Estar solo no tiene nada que ver con cuántas personas hay alrededor❞
-Richard Yates
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Harley se encontraba detrás de unos arbustos, respirando hondo e intentando no hacer ningún ruido para no espantar a la ardilla que estaba unos pasos delante de ella.
Si conseguía cazarla, tendría cena aquella noche. Simplemente tenía que esperar un poco más, hasta estar completamente segura de que su tiro daría de lleno en la ardilla y ésta caería.
Apretó con fuerza el cuchillo en su mano y lo elevó un poco, apuntando. Dejó salir el aire de su interior justo cuando lanzó en cuchillo, el cual se clavó en el cuerpo de la ardilla.
Sonrió victoriosa, pero su sonrisa se borró al ver que, justo al lado del cuchillo que ella había clavado en el animal, se encontraba una flecha.
Al instante sacó su pistola y se puso alerta, mirando hacia todas partes intentando encontrar a la otra persona que había allí junto a ella.
Pasaron varios segundos hasta que ella finalmente distinguió una silueta y se incorporó, apuntando con su pistola.
—Sal de ahí —ordenó, apuntando hacia la silueta.
Tras unos segundos salió un hombre con el pelo pegado a la frente, con una ballesta en la mano y con las manos elevadas.
—Tranquila —le dijo a Harley, colgándose la ballesta en la espalda—. No he venido a hacerte daño.
—Me da igual a lo que hayas venido. Quiero que te vayas o esto no acabará demasiado bien para ti —él hizo una mueca con la boca.
—Ya, pero no creo que sea tan fácil. He venido a por comida —señaló con la cabeza la ardilla, a lo que Harley negó con la cabeza.
—La he cazado yo, es mía.
—Ahí está mi flecha, lo que significa que yo también la he cazado. Además, ¿un cuchillo? No es el mejor arma para cazar, sobretodo a animales grandes. No tendrías nada que hacer contra un ciervo.
