Shout ◇ Rick Grimes

By alanastxrk

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Grita, grita, grita. Déjalo salir. Te estoy hablando a ti. Grita, Harley. ... More

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By alanastxrk

  Cuando las personas son fuertes generalmente no son justas y cuando desean ser justas por lo común ya no son fuertes

-Anónimo

―¿Vas a ir a la reunión? ―le preguntó Harley, sentada junto a Rick en la cama y con la espalda apoyada en la pared.

Se había mantenido en la misma posición desde que se sentó, ya que con cada movimiento que hacía se instalaba un dolor en su costado que la hacía tener que morderse el labio para no quejarse.

Rick suspiró.

―Es la única manera de que comprendan lo que está pasando.

Harley se quedó unos segundos en silencio y dirigió su mirada hacia la ventana.

―¿Qué está pasando? ―quiso saber ella, solo para asegurarse de ello.

―Vamos a cambiar las cosas en este lugar ―Harley inspiró hondo.

―No les gustará ―le avisó, aunque eso él ya lo sabía―. Te temerán y no te aceptarán.

―Lo sé... pero es la única manera ―Harley asintió, de acuerdo.

Aquella gente estaba tan ciega dentro de sus propias mentiras, que eran incapaces de ver más allá de lo que pasaba tras sus muros.

Parecían no darse cuenta de que el mundo era peligroso y que siempre se debía esperar lo peor de todo. Nunca se podía bajar la guardia; nunca se podía confiar en nada.

Cada día, cada segundo, era crucial para el futuro. 

Sí, había que crear un nuevo mundo dentro de las murallas, pero también combatir al mundo de fuera, porque sino éste último acabaría con el primero de la manera más brutal y grotesca posible.

No se trataba de imposición, sino de adaptación.

De aceptar que el mundo real venía con infectados y que tu propio hermano, al morir, podía convertirse en uno de ellos. La solución no era crear un muro y alejarlos, demasiado temerosos como para enfrentarlos. Sino abrir las murallas y combatirlos día a día, hasta que aquello se volviese una rutina; hasta que fuese tan fácil como respirar y, entonces, poder sobrevivir.

Aquello era lo que los alexandrinos no comprendían y lo que les llevaría a la muerte. Y eso era terriblemente triste.

Aquel lugar era lo mejor que Harley había encontrado desde que el mundo se fue a la mierda. Siempre había estado de casa en casa con pocos alimentos, saqueadas o quemadas. Dormía poco, alerta de si alguien se acercaba o si algún infectado conseguía colarse. 

Aquellos días eran de los más fortuitos.

La mayoría de las veces debía pasar la noche en mitad del bosque, refugiada entre matorrales, troncos o piedras. Con suerte a veces encontraba un coche que le resguardase del frío, aunque tuviese que acostarse entre trozos de infectados malolientes.

Así que sí, Alexandría era un lugar único y posiblemente el mejor que pisaría Harley en lo que le quedaba de vida, por lo que necesitaba mantenerse allí. Pero de nada le servía todo aquello si, cuando llegase la hora de defender aquella comunidad, la mitad de los habitantes muriesen por no saber sostener un arma.

Aquello era inútil y tiraba por la borda todo el trabajo de años que los alexandrinos habían gastado construyendo aquel lugar.

―¿Tú vas a estar en la reunión? ―quiso saber Rick.

―Sí ―contestó ella―. Rosita llegará en unos minutos para llevarme de nuevo a la enfermería, pero luego iré allí. 

Rick asintió levemente y la miró.

Luego, bajó la mirada hacia el vientre de ella y lo señaló.

―¿Puedo? ―preguntó. 

Harley al principio se sorprendió por su propuesta pero finalmente acabó accediendo y Rick se puso de rodillas frente a ella.

Con cuidado le subió la camiseta a Harley y observó la venda que recorría todo su estómago. Con movimientos lentos, acercó su mano al vientre de ella y posó sus dedos sobre la venda, específicamente la parte no afectada.

Luego, lentamente comenzó a mover sus dedos, rozando la venda en todo momento para no dañar a Harley hasta que llegó a la parte donde estaba su herida, la cual estaba tapada por el material blanco.

Acarició esa parte y Harley no pudo evitar soltar un pequeño siseo por la molestia que le había producido aquello.

Rick retiró su mano y apretó la mandíbula con fuerza, pero ella no dijo nada al respecto.

Simplemente dejó que él le volviese a poner la camiseta en su sitio y luego, con mucho cuidado, la ayudó a levantarse y a incorporarse.

Aquellos movimientos hicieron que Harley apretase los dientes aguantando el dolor y, durante todo el proceso, agarró con fuerza la camiseta de él intentando sacar de ese modo la molestia que sentía.

Cuando finalmente estuvo de pie, Rick la ayudó a apoyarse a la pared para así no hacerse daño.

―¿Va a salir bien? ―quiso saber entonces Harley. Rick la miró a los ojos.

―No creo que alguna vez lo comprendan ―terminó respondiendo él. Harley respiró hondo y le devolvió la mirada.

―Tendremos que hacer que lo entiendan ―Rick negó con la cabeza.

―Espero que no sea demasiado tarde ―comentó, sacando un arma de su pantalón y mostrándosela a Harley.

Ella supo sus intenciones de inmediato.

Rosita, tras ayudar a Harley con la herida, la acompañó a la reunión.

Era en mitad de la calle, alrededor de un fuego que servía de iluminación para todos.

Fuera hacía algo de frío, por lo que Harley se cerró la chaqueta y guardó las manos en sus bolsillos, suspirando.

La reunión había empezado ya varios minutos atrás, pero todavía nadie había comenzado a habar pues estaban esperando a Rick. Los alexandrinos eran partidarios de comenzar a discutir el tema sin él, pero su grupo seguía insistiendo en que debían esperar algo más.

Ellos sabían que Rick iba a venir. Había dicho que lo haría y ellos confiaban en él. Sin embargo, el hecho de que todavía no hubiese llegado no hacía más que aumentar la desconfianza entre los alexandrinos.

Estos no dejaban de susurrarse entre ellos cosas, aunque no eran demasiado disimulados. Los del grupo de Rick podían escuchar con total perfección las cosas que decían sobre su líder.

Harley, sentada en una silla alrededor del fuego, decidía ignorar todos aquellos comentarios. Estos provenían de personas asustadas, que no tenían ni idea de lo que se les venía encima y que susurraban entre ellos porque era la única defensa que encontraban.

Deanna se acercó a ella, aunque no se sentó a su lado pues no había sitio. Sin embargo, se mantuvo de pie con la mirada fija en el suelo.

―No va a venir ―supuso la mujer.

―Lo hará ―contestó Harley tras unos segundos.

―¿Cómo estás tan segura?

―Él no va a separarse de su grupo. Y sabe que aquí tienen comida, agua y un lugar para refugiarse. Su grupo quiere mantenerse aquí, así que él hará todo lo posible por permanecer en este lugar.

―¿Y entonces dónde está ahora? ―cuestionó Deanna, a lo que Harley apretó la boca hasta formar una línea con ella.

―No lo sé ―contestó finalmente, justo cuando Maggie se acercaba a las dos.

Miró a Deanna algo nerviosa y luego pasó rápidamente la mirada por los demás alexandrinos.

―Aún falta gente ―informó―. No es solo Rick, Glenn y Daryl todavía no han llegado ―Harley frunció el ceño ante eso.

Mientras había estado inconsciente, tanto Glenn como Daryl habían salido al exterior a por suministros. Llevaban ya un día entero fuera y, aunque ambos sabían defenderse bien, no podían evitar preocuparse por ellos. No hacía falta más que un pequeño arañazo para que todo se fuese a la mierda.

―Tenemos que empezar ya ―dijo Deanna, a lo que Maggie chasqueó la lengua.

―Faltan tres personas de nuestro grupo ―puntualizó―, no me parece lo más justo.

―Maggie tiene razón ―intervino Harley―. Ningún alexandrino va a apoyar a Rick, así que solo cuenta con los de su grupo. Los necesita a todos aquí con él.

Deanna pareció pensárselo. Lo sopesó en silencio durante unos segundos, pero finalmente al ver los rostros de exasperación de sus ciudadanos, suspiró y se alejó de ellas para ponerse cerca del fuego, de cara a los demás.

―Hoy estamos aquí para hablar sobre una persona ―comenzó a decir en voz alta, lo cual provocó que los demás callasen―. Rick Grimes ―aclaró―. No hablaremos del hecho de que atacó a Pete, sino de que llevaba una arma, robada y nos apuntó con ella. También vamos a hablar sobre lo que dijo.

―Él ni siquiera está aquí ―intervino un alexandrino, cuyo comentario fue apoyado por varios más.

―Dijo que vendría ―añadió Michonne―. Y lo hará.

Otro alexandrino se levantó de su asiento y encaró a los demás.

―Sí y después qué, ¿eh? ―empezó a decir―. ¿Le dejamos que nos amenace, que nos apunte con una pistola y que se proclame líder de la comunidad entera? ¿Le dejamos tomar el control, instalar nuevas normas y mientras tanto nos mantenemos callados? ¿Es eso lo que queréis hacer? ―preguntó, dirigiéndose al grupo de Rick. Luego, miró a los demás alexandrinos―. ¿Es eso lo que queréis vosotros? Porque yo creo que debería irse de ésta comunidad. No aporta nada.

Varias personas lo apoyaron y empezaron a hablar a la vez, atacando a Rick de todos los modos posibles. Cada vez eran más los que coincidían en que Rick debía abandonar la comunidad para siempre. Les parecía la mejor idea posible.

Harley no pudo hacer más que rodar los ojos y esperar a que todos se volviesen a callar.

―Sois todos un montón de mierda estúpida ―les dijo, lo cual provocó que todos dejasen de hablar y mirasen a Harley―. ¿Desde cuándo esos muros os han vuelto imbéciles? ―preguntó, aunque no esperaba una respuesta―. Ni yo ni el grupo de Rick llegamos aquí pidiendo ayuda. No estuvimos vagando durante mucho tiempo con la idea de encontrar una comunidad en la que poder vivir. ¿Sabéis por qué estamos aquí? Porque nos necesitáis. Todos vosotros lo hacéis ―especificó y, tras un momento, siguió hablando―. Vuestros recursos no hacen más que escasear y a vosotros ni siquiera os preocupa. Vivís en vuestra propia burbuja de felicidad y no os dais cuenta de que el mundo está jodido. Para poder comer algo, hay que salir ahí fuera ―señaló hacia los muros, aunque se refería a más allá de estos―, y jugarte la vida para poder conseguir algo que llevarte a la boca. Pero vosotros no tenéis ni idea de eso, ¿verdad? No sabéis qué es lo que estar allí. No tenéis una jodida idea de nada ―Harley negó con la cabeza―. Nosotros estamos aquí para conseguiros esa comida. Para conseguir esas medicinas que harán que vuestros hijos no mueran y las mantas que os cobijarán durante el invierno. Nosotros estamos aquí para manteneros vivos y, si echáis a uno de nosotros, os sentenciáis todos. Así de fácil ―extendió sus manos y sonrió levemente.

Todos los de allí se quedaron en silencio.

Lo único que lo rompía era el sonido del fuego, el cual se había apoderado de la situación.

Las personas allí pensaban sobre lo que acababan de oír, demasiado confundidos todavía como para poder emitir una buena respuesta.

Finalmente, fue Deanna quien tomó el control.

―Eso no justifica su comportamiento de ayer ―atacó.

―Aquel comportamiento no necesita justificación ―intervino Michonne―. Si alguno de vosotros hubiese pasado ahí fuera el tiempo que nosotros, lo entenderíais. Aquel mundo te cambia. Te cambia por completo y la única opción que tienes es adaptarle a él para que no acabe matándote ―explicó―. Rick se adaptó, luchó y sobrevivió. Ahora quiere que vosotros hagáis lo mismo, pero no sois capaces de abrir los ojos y ver lo que tenéis delante.

―Lo de ayer fue un intento desesperado de una persona por intentar hacer entender a los demás algo importante ―añadió Carol.

Los demás continuaron en silencio, por lo que Maggie decidió hablar.

―Rick creó nuestra familia. Nos unió cuando más perdidos estábamos y nos enseñó una salida para todo esto. Estamos todos juntos en esto... así que no vais a separarnos ―sentenció, mirando a Deanna―. No podéis hacerlo y no deberíais. Lo que tendríais que hacer es uniros a nuestra familia.

―Él no nos considerará de su familia ―dijo un alexandrino―. Yo solo quiero mantener a mi familia a salvo, pero él no es la solución. Y, si para que no corran peligro tenemos que echarle, entonces lo haremos... ―aquel hombre dejó de hablar cuando Rick apareció.

Lo hizo lleno de sangre y con algo en el hombro.

Al principio a Harley le fue algo complicado discernir de qué se trataba, pero cuando lo dejó caer al suelo pudo ver con claridad que era un infectado.

Al instante, todos los que estaban allí se levantaron y se echaron hacia atrás dejando escapar varios sonidos de sorpresa y miedo.

Harley se incorporó con cuidado, aunque no se movió de su sitio, y observó el rostro de aquellas personas. Algunos eran de terror puro, como si nunca hubiesen visto a un infectado. Casi parecían estar a punto de echarse a gritar, llorar y comenzar a correr lejos de aquel cuerpo.

Aquello demostraba lo poco preparados que estaban. Si no eran capaces de enfrentarse a un infectado muerto, ¿qué harían cuando apareciese uno vivo justo delante de sus caras? ¿Quién protegería la comunidad y a sus familias?

―No había guardia en la puerta ―comenzó a decir Rick―. Estaba la abierta ―Deanna miró a su hijo durante unos segundos y éste salió de allí corriendo para comprobar que estaba cerrada la puerta―. Yo no lo metí aquí. Entró él solo, al igual que otros más lo harán. Pero no solo los muertos entrarán, también los vivos y no seréis capaces de pararlos. Pasará todo eso porque vivimos en este mundo sin normas ni leyes ni nada que os proteja más allá de vosotros mismos. Vosotros debéis ser vuestros propios policías, militares y armas si así lo necesitáis. Pero la realidad es que ahora mismo no sois nada ―espetó―. Pero puedo enseñaros. Puedo enseñaros a defenderos, a sobrevivir ―se giró y miró a Deanna―. No me arrepiento de lo que dije ayer. No me arrepiento de haber estado pensando a cuántos de vosotros tendría que matar... para salvaros ―el lugar se quedó aún más en silencio si es que cabía la posibilidad―. Pero no voy a hacer eso. Vosotros cambiaréis. Y tendréis que hacerlo cuanto antes.

Rick volvió a darse la vuelta para mirar al resto de los alexandrinos, pero entonces Harley se fijó en Jessie, quien se encontraba al lado de él.

Frunció el ceño al ver la expresión de miedo que ésta ponía al mismo tiempo que negaba con la cabeza y entonces giró la cabeza hacia el lugar donde Jessie mantenía fija su mirada.

En el lugar apareció Pete, con sus heridas curadas tras la pelea con Harley y Rick y con una katana en la mano.

―¡No es de los nuestros! ―gritó, refiriéndose a Rick―. ¡Ninguno lo son! ―miró a Harley, quien era la que más cerca se encontraba de Pete, y se acercó a ella con la katana apuntando hacia su cuerpo. Ésta se tensó, pero no se movió―. Vinieron y destrozaron a mi familia. Luego lo harán con las vuestras. ¡No son de los nuestros! ―repitió alterado.

La katana estaba cada vez más cerca de Harley y ésta pudo ver por el rabillo del ojo cómo Rick se acercaba a él.

Cuando pasó a su lado ella le detuvo cogiéndole la mano. Cuando él la miró con una expresión de confusión, ella simplemente apretó el agarre.

No podía dejar que Rick y Pete se volviesen a enfrentar, al menos no delante de toda esa gente. En esos momentos, Rick necesitaba la confianza de todos y pelear con uno de ellos borracho no iba a ser la mejor manera de conseguirlo.

Por ello le pidió con aquel simple gesto que se quedase a su lado y no siguiese.

En su lugar, apareció Reg y se puso delante de Pete.

―Pete, por favor ―le dijo aquel hombre―. Tranquilízate.

―¡Apártate, Reg! ―gritó Pete mientras forcejeaba con él.

Tras varios intentos más, Pete acabó empujando a Reg hacia atrás al mismo tiempo que movía la katana, lo cual produjo un gran corte en el cuello del mayor.

Al instante, del cuello del último comenzó a salir grandes cantidades de sangre y cayó al suelo, mientras emitía leves sonidos de queja.

Harley, al verlo, se tiró al suelo de rodillas ignorando el gran dolor que sintió en su costado y se acercó a Reg. Éste ya estaba siendo sujetado por Deanna, mientras ella le pedía desconsoladamente que se mantuviese a su lado.

Harley se quitó su abrigo y lo posó sobre la herida del hombre, aunque sabía que aquello no funcionaría. No había nada que se pudiese hacer para salvarle la vida a Reg.

Finalmente, con las manos llenas de sangre, posadas sobre su chaqueta y con la vista puesta en los ojos de él, Harley vio cómo la vida de uno de los hombres más amables de aquella comunidad se desvanecía.

Deanna reprimió un grito y Harley retiró las manos de él, posándolas sobre su regazo.

La mujer elevó la mirada hacia Rick y su rostro fue nublado por el odio.

―Rick ―le llamó, sin titubear―. Hazlo.

Él no necesitó de más.

Sacó la pistola de su bolsillo trasero y apuntó hacia Pete. 

Harley elevó la mirada y la posó sobre el rostro de aquel hombre. No quería perderse nada.

Un estruendo sonó y la bala impactó sobre la frente de Pete, destrozándola por completo. Harley ni siquiera pestañeó ni se exaltó por ello. Simplemente se mantuvo allí, mirando a aquel cuerpo ahora sin vida y sintiendo que estaba acostumbrada a ello.

Se había acostumbrado a la muerte.

Los alexandrinos reprimieron un grito. Todos estaban demasiado asustados y sorprendidos como para poder emitir una respuesta.

Simplemente se quedaron allí, observando los dos cuerpos.

Entonces aparecieron otras personas.

Daryl, Aaron y un hombre de tez morena aparecieron justo tras el disparo.

Miraron a todos confusos y del hombre desconocido solo salió una palabra.

―¿Rick?

---

Morgan is hereee

S6 is comingg

bay!

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