CUATRO
•NO TE OLVIDO•
CLARISSA
Lo único que he visto esta semana en mi celular son puras llamadas y todas dicen lo mismo.
Llamada perdida de Jake Fitzgerald. (152)
Lo más seguro es que le sacó mi número a Alexia porque la primera vez que llamó preguntó si yo era Clarissa, seguido por un "Necesito verte". Es obvio que colgué inmediatamente, no porque fuera mala con él o porque yo no quisiera, pero debía evitar caer nuevamente en la tentación.
Me había prometido no volver a engañar a mi novio, y era un hecho que cumpliría.
En un inicio creí que fui algo de una noche para él y también pensaba que Jake era algo pasajero para mi, pero la realidad era otra. Por alguna razón no puedo olvidarlo y por su insistencia asumo que él tampoco.
Termino de alisar mi cabello y lo acomodo a mi gusto, me visto con un short pegado al cuerpo como es de costumbre y una blusa elegante, esta es una ocasión especial. El equipo de fútbol del instituto hará una fiesta privada para esta noche y cada integrante del equipo podrá llevar hasta 3 de sus amigos. Yo iré con Alan y una prima suya, invité a Alexia porque mi novio no tenía problema alguno con llevarla, pero ella aún sigue muy apartada del mundo por los escándalos del instituto y se negó a venir por miedo a encontrarse con Ezequiel.
─Por milésima vez, no Clarissa. ─Me decía mi amiga por teléfono, creí que podía convencerla pero no, vaya error.
Tú eres experta en errores, no?
Cállate.
Me despido y cuelgo el teléfono cuando escucho un coche estacionarse en la entrada de mi casa, el de Alan seguramente. Salgo de ella sin despedirme de nadie, mis padres están de viaje y mi hermana, bueno, mi hermana sólo Dios sabe donde está, casi nunca la veo y cuando lo hago es porque hay fiesta en mi casa, aún así eso no le quita lo mucho que la quiero.
Cuando mis padres comenzaron a viajar por el mundo ella fue mi única compañía, mi único refugio. claramente eso sucedió antes que entrara al instituto y conociera a Alan. Como ella no estudiaba conmigo, era muy escaso el tiempo en el que podíamos vernos por las clases. Cuando yo llegaba, ella ya no estaba y viceversa, hasta que poco a poco nos fuimos alejando. Ahora creo que ella consiguió un novio y un trabajo de mesera, o algo así me enteré por comentarios de sus amigas que siguen yendo al instituto. Incluso creo que ya ni vive en la casa porque son muy pocas las veces que la veo aquí.
Ni si quiera sé como se lo tomen mis papás cuando vengan.
Aseguro la puerta de la enorme casa y al darme vuelta lo veo allí, esperándome fuera de su coche para abrirme la puerta, tan caballero como siempre. Rodea el auto hasta llegar al asiento del piloto y me saluda con un sonoro beso en la frente.
─Hola.─Es lo único que digo, no me nace decirle algo cariñoso, no lo sé... las cosas en estos días han cambiado.
Se da vuelta y saca un ramo de flores color turquesa de los asientos traseros.
Es caballero, es amable, es cariñoso y es detallista. ¿Qué más puedes pedir? ¡Debes amarlo! ─Me decía mi subconsciente mientras yo le sonreía a mi novio amablemente.
Ojalá todo fuera así de facil.
─Gracias.
Los silencios con Alan nunca fueron incómodos pero por primera vez me sentía tensa y claustrofobica dentro de este carro. Me movía mucho, abría y cerraba la ventana repetidas veces y él pareció notarlo.
─¿Estás bien? ─Preguntó mientras detenía mi mano al querer cambiar la canción que sonaba en la radio, por décima vez.
─Si... ¿Por qué preguntas? ─Empezaba a sudar, tenía miedo. Vivir con secretos hacia tu pareja ya era difícil de por sí, pero aún más complicado era intentar que no lo descubra para evitar lastimarlo.
─¿Yo? N..o par..a n..ada. ─Digo tartamudeando.
─Creo que me ocultas algo. ─Su semblante era serio y parecía molesto, de repente paró el carro de golpe.
─¡No! ─Grité mientras sentía como pequeñas gotas de sudor frío bajaban por mi frente.
Me miraba serio de pies a cabeza, sentía que debía decírselo ya, tal vez me perdonaría... abrí mi boca dispuesta a contarle de la mejor manera posible hasta que una carcajada de su parte me calló.
─Mi amor, es broma, si vieras la cara que has puesto. ─Dice mientras se sigue riendo de mí, yo me relajo un poco e intento sonreír.
Ufff
─Entremos a la fiesta. ─Le dije al darme cuenta que ya habíamos llegado.
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La verdad no entiendo como pude ser tan estúpida. Jake también es parte del equipo y había olvidado que estaría aquí... eso sólo complica más las cosas.
No ha parado de verme en toda la noche, antes estaba con su primo pero ahora se encuentra totalmente solo, embriagándose y lanzándome un par de miradas matadoras cuando Alan, mi novio, está cerca de mí.
Creí que venir a la fiesta me ayudaría a despejar la mente, pero resultó siendo todo lo opuesto. Alcanzo a divisar a lo lejos una fila de vasos con algo azul en su interior e inmediatamente me acerco a tomar uno de ellos. Necesito un trago, o mejor aún, dos.
─No cariño. ─Dice Alan mientras me quita de la mano el vaso que ya había agarrado.
Sí, Alan era bueno y se preocupaba por mi, pero soy grande y puedo tomar mis propias decisiones ¿Cierto?
Ay Clarissa... Si tu tomaras buenas decisiones no tendrías que recurrir al alcohol para olvidar tus problemas.
Conciencia hazme un favor y... cállate!
Nuestros amigos alrededor ríen con el gesto de mi novio, muchas chicas lo miran y sonríen ilusionadas, posiblemente pensando en algún día encontrar a alguien como él, idealizandolo como el novio perfecto, y tal vez en eso tengan razón. Si yo estuviera enamorada de Alan sería la chica más afortunada, porque a parte de tenerlo a él, sentiría amor, y eso arreglaría todo.
Pero no, no lo estoy. La situación es muy compleja...
Se supone que estás en una relación con una persona que te ama, pero tu no sientes ni la cuarta parte de eso por él, al mismo tiempo quisieras estar con otra persona a la cual no conoces tan bien pero por alguna extraña razón la necesitas. ¿Les ha pasado? Porque a mi últimamente si, todo el tiempo.
─Voy al baño. ─Suelto la mano que tengo agarrada con la de Alan y no espero un respuesta para salir apresurada de su lado.
Me miro al espejo y retoco el labial rojo de mis labios, me veo bien por fuera, pero si alguien echara un vistazo dentro, saldría corriendo por encontrar el caos completo en mí.
Escucho como la puerta del baño de mujeres se abre y me apresuro en salir, nunca me ha gustado compartir este espacio con chicas postizas que se cuentan chismes o hablan mal de las que hacen llamar sus amigas, a parte de ser incómodo también es molesto.
Doy media vuelta y choco con un cuerpo grueso, alzo la cabeza y veo de quien se trata... diablos.
─¿No te han enseñado a no entrar en los baños de las señoritas? ─Evito su mirada, si lo miro a los ojos pecaré.
─Vine por ti, Clarissa. Te he visto toda la noche, sabes que por más que él esté a tu lado no te cuida como yo.
─Estás borracho. ─El olor a alcohol que salía de su boca era evidente, sólo Dios sabe cuanto ha tomado.
─Los borrachos dicen la verdad. ─A pesar de su aliento sus palabras eran firmes y a la vez dulces. ─No te olvido.
Agarra con delicadeza mi barbilla como si esta fuera de cristal, la sube y logra que mis ojos se encuentren con los suyos. Es increíble como una mirada puede transmitir tanto sin la necesidad de vocalizar una sola palabra.
¿Corazón estás ahí? No te escucho latir.
Me miraba y yo a él, derrepente me besó y cedi, sin oposición. Nos besamos y mis latidos empezaban a ser cada vez más fuertes y continuos —ahora sé que todavía tengo corazón— ¿A caso se me saldría del pecho por la emoción? En mi interior había un mar de emociones indescriptibles, era realmente extraño pero a la vez placentero. Ahora, me sentía completa.
Disfrutamos del beso sin interrupción alguna hasta que mis pensamientos se propusieron molestar nuestro momento con sólo recordarme un nombre.
No debía fallarle, pero tampoco podía fallarme a mi misma, no es lo correcto.
Alan...
Sólo bastaron 4 letras para reaccionar acerca de lo que estaba haciéndole... de nuevo.
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•Nos leemos luego•