Snapshots

raquellu47 द्वारा

75.1K 3.9K 564

Sustantivo, \'snap- shät\: un vistazo rápido o una pequeña cantidad de información que te dice un poco acerca... अधिक

I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
VII.
VIII.
IX.
X.
XI.
XII.
XIII.
XIV.
XV.
XVI.
XVII.
Monday 24th: Coincidence
Tuesday 25th: Summer Camp
Wednesday 26 th: Blurred Lines
Thursday 27 th: Flowers
Friday 31th: Harry Potter
Sunday 30th: Pride
Monday 31st: Social Media
BECHLOE WEEK 2018
Saturday July 28: Good Luck Charm
XVIII.
XIX.
XX.
XXI.
XXII.

Saturday 29th: Sleepover

2.7K 115 37
raquellu47 द्वारा

N/A: Tengo la sensación de que últimamente no hago nada más que escribir smut, y puede que sea porque últimamente no hago nada más que escribir smut. Que oye, no me quejo.
Se suponía que este one-shot iba a ser desde el POV de Chloe, pero llegó un momento en el que yo ya no lo escribía, sino que él me escribía a mí... Así que es mayormente desde el POV de Chloe, pero en algunos sitios se mezcla con el de Beca.
Siento si el formato está algo raro, pero lo estoy subiendo desde el móvil y es todo diferente y complicado :/

Dicho eso, ¡a leer!

----

Resumen: Dicen que la primera vez es mejor hacerla con alguien con quien tienes confianza, así que ¡ta-! ¡Es una fiesta de pijamas, tonta!

O, cuando Chloe descubre que Beca nunca fue a una fiesta de pijamas de pequeña y decide darle la experiencia completa.

Rating: M

----


- ¿¡Nunca?!

El grito de Chloe arranca una mueca a Beca. La morena se frota las arrugas de su frente, que aparecen por su ceño fruncido y suelta un suspiro largo y sentido, una forma suave de expresar su cansancio por el hecho de tener que repetirse.

- Sí, Chloe. Nunca.

- Pero… – se pausa, totalmente incrédula –. ¿¡Cómo?!

- No lo sé. Sencillamente, nunca surgió – responde Beca con un simple encogimiento de hombros, devolviendo su atención al mix que tiene abierto en el portátil que descansa sobre su mesa.

- Pero… ¿¡Cómo?! – repite Chloe, incapaz de pensar en cualquier otra cosa debido al shock que se ha apoderado de su cuerpo tras escuchar esa pequeña pieza de información sobre su mejor amiga.

Chloe observa cómo azul medianoche salta desde ondas verdes y naranjas hasta ella, que está tumbada en la cama de la morena en su habitación en la buhardilla. Para poder lanzarle esa mirada, Beca tiene que girar en su silla y darle la espalda a su mesa, y por primera vez desde que subió a hacerle compañía mientras hacía sus deberes, Chloe puede ver algo más que su nuca o perfil.

La DJ se recuesta contra el respaldo de la silla con otro profundo suspiro y vuelve a encogerse de hombros.

- Ya sabes que nunca tuve muchas amigas chicas hasta las Bellas. No tuve muchos amigos en general – tras su admisión, se rasca tras la oreja con nerviosismo, su otra mano se crispa sobre el reposabrazos de su silla y tamborilea los dedos, inquieta.

Chloe chasquea la lengua, compasiva. Nunca será capaz de comprender por qué la gente rechazó a Beca únicamente por ser diferente, claro que eso es algo que todas las Bellas han tenido que soportar en algún momento de su vida. El rechazo, los insultos, ser llamadas raritas, si no otras palabras más fuertes y que dejan mella en la persona.

- ¿Ni siquiera con alguna prima? – inquiere tras una breve pausa en la que permite que Beca se reponga de ese momento de vulnerabilidad, y el nerviosismo que le causa por miedo a la reacción que recibirá.

- Nuh-uh – niega la DJ con una sacudida de cabeza –. De todos modos, ¿por qué importa tanto?

- ¿Por qué? – exclama Chloe, otra vez alterada, y agita las manos en el aire –. Porque son una parte vital de la infancia de cualquier chica. ¿Cuándo si no vas a hablar de los chicos que te gustan con tus amigas, o contaros secretos y fantasías, o discutir sobre sexo y otras cosas que no se pueden hablar con los padres?

La morena parpadea, algo tomada por sorpresa cuando escucha los temas mencionados por Chloe, pero lo borra de su memoria en favor de responder.

- Llámame loca – dice, encogiendo solo un hombro con una sonrisa torcida –, pero creo que he crecido perfectamente sin haber ido nunca a una.

La pelirroja vuelve a chasquear la lengua con una sacudida de cabeza reprobatoria y se levanta de la cama con paso decidido.

- Eso va a cambiar – asegura en un murmullo para sí misma mientras se encamina a la escalera.

- ¿Chloe? – escucha la voz de Beca llamar tras ella en una advertencia –. ¿A dónde vas? ¡Ni se te ocurra hacer nada!

Pero Chloe no hace caso. Para variar.

----

Es un sábado por la noche cuando Beca llega a casa de una comida con su padre y Sheila, y se encuentra a todas las Bellas excepto una desfilando por la puerta de casa, arregladas como si fueran a salir de fiesta.

- ¿Os vais? – pregunta, extrañada, porque todavía no ha visto el día en que Chloe se niegue a ir a una fiesta, especialmente si van a ir todas las Bellas.

- Nos han echado de casa – refunfuña CR, claramente no de acuerdo con el plan.

- No digas eso – le regaña Jessica –. Nos han invitado amablemente a irnos – corrige, como si esa elección de palabras cambiara la situación en la que se encuentran.

- ¿Cómo? – confundida, y con el ceño fruncido, Beca se queda plantada a mitad de las escaleras frontales del porche y observa cómo las Bellas pasan a su lado al marcharse.

- Pregúntale a tu sabroso caramelito de pimentón – le dice Amy la Gorda al pasar junto a ella, una sonrisa torcida en los labios.

- ¿Qué? – todavía más confundida, la DJ se queda sola en el porche cuando las Bellas se alejan por el camino del que ella acaba de regresar.

- ¡Usad protección! – le grita Stacie, con un guiño pícaro, antes de girarse para mirar hacia dónde está andando.

Sin entender nada, Beca va masticando la poca información que le han proporcionado sus amigas mientras deja sus zapatos en la entrada, cuelga su abrigo del perchero y va a la cocina a por un vaso de agua fría. 

- ¿Chloe? – llama al subir las escaleras –. ¿Tienes idea de por qué las chicas estaban hoy más raras que de costumbre? Algo sobre caramelos de pimen…

Se corta bruscamente cuando frena en el umbral de la habitación de su mejor amiga y la encuentra en pijama, sentada en su cama con las piernas cruzadas y claramente esperado a Beca, porque deja escapar una exclamación excitada y se levanta de un brinco con una palmada.

- ¡Becs! ¡Por fin llegaste!

- ¿Por qué parece que un unicornio ha vomitado en tu habitación? – pregunta lentamente, paralizada donde está y sin reaccionar a la emoción de la pelirroja, que bota frente a ella y se gira para analizar su cuarto con una sonrisa orgullosa.

- ¿A que mola?

No – espeta la DJ, horrorizada –. Creo que me está quemando las retinas, dime por favor que esto no es permanente – parpadea exageradamente y se escuda los ojos con una mano como si le estuviera dando el sol directamente en ellos.

Y es que no sabe qué espíritu del color ha poseído a su mejor amiga, pero ha cubierto cada superficie disponible de su habitación con paños de colorines diferentes, en tonos muy chillones. Hay varios boles con comida de picoteo esparcidos por el suelo: doritos, pelotazos, palomitas, Chips-Ahoy mini y Oreos; y en una esquina hay montado lo que parece una tienda de campaña hecha únicamente a base de mantas y almohadas.

- Esas son… ¿Las Cheetah Girls? – exclama, incrédula, cuando por fin reconoce la música que suena suavemente de fondo. Se gana otro grito emocionado por parte de Chloe, que brinca y asiente con energía –. Chlo, ¿qué demonios está pasando aquí?

- Dicen que la primera vez es mejor hacerla con alguien con quien tienes confianza – le guiña un ojo, traviesa, con una sonrisa torcida, y la mandíbula de Beca se descuelga un poco –. Así que, ¡ta-! – extiende las manos y las agita en el aire, pero al ver que Beca sigue sin reaccionar, extiende su explicación sin perder ni una pizca de emoción –. ¡Es una fiesta de pijamas, tonta!

- Oh, no – niega con la cabeza y empieza su retirada de allí lo más rápido que puede –. Ni de coña.

- Oh, sí – asegura la pelirroja, sus manos se cierran en torno a los bordes desabrochados de la camisa de cuadros de la DJ y tira de ella hasta que la fuerza a entrar en su habitación.

El sonido de la puerta cerrándose tras ella hace que Beca dé un brinco y trague saliva, comparándolo con el sonido de un martillo que acabe de dictar su sentencia de muerte. Chloe le tiende su pijama y le instruye que se cambie mientras parlotea incesantemente sobre todas las actividades que tiene pensadas para esa noche y lo bien que se lo van a pasar.

- De verdad que no hace falta todo esto – intenta disuadirla Beca por millonésima vez.

Pero, una vez más, Chloe no hace caso.

- Por lo menos, ¿puedo poner música que no sea de la época de Matusalén? – se queja la DJ con unos ojos en blanco cuando reconoce el comienzo de Survivor.

- ¡No! ¡La gracia está en que sea una experiencia auténtica, Becs!

Le tiende un vaso de limonada y le ordena que se ponga cómoda porque va a pintarle las uñas de los pies. La morena accede con algo de reticencia, y se quita los calcetines para descubrir sus pies. Chloe toma asiento frente a ella sobre la alfombra de su habitación y tararea suavemente la letra de la canción mientras separa los dedos de Beca con pequeños rulos de papel de baño para que no se manchen unos a otros.

- ¿Qué color? – pregunta, ofreciéndole una variada gama de colores vibrantes y llamativos.

- Eh… – la morena analiza los esmaltes con una mueca –. ¿No tienes algo más, no sé, tirando a… negro?

Chloe ríe y repasa los botes de cristal hasta encontrar un azul marino muy muy oscuro que puede pasar por negro con la luz adecuada. Se lo muestra a Beca, quien se encoge de hombros porque no es su color ideal, pero por lo menos está más cerca que todos los rosas, naranjas, amarillos y violetas.

La pelirroja abre las piernas de Beca y se acomoda entre ellas, dándole la espalda a su mejor amiga, y rodeando sus caderas con las piernas de la DJ para tener sus pies frente a ella, sin ver los ojos como platos de Beca, ni la forma en que su boca se seca y tiene que tragar saliva, su mandíbula firmemente cerrada.

- Así que… Ahora que tú y Jesse ya no estáis juntos, ¿hay alguien que te llame la atención? – pregunta mientras rueda el bote de esmalte entre las palmas de sus manos para que se mezcle bien y no esté aguado.

Beca suelta una risita, tomándoselo a broma, pero cuando Chloe se gira para mirarle por encima del hombro con las cejas arqueadas en señal de que está esperando una respuesta, la morena se olvida de toda su diversión.

- Oh, ¿vas en serio?

- Claro que voy en serio, esta es una noche de chicas y vamos a hablar de cosas de chicas.

- Um… Pues, eh, no. No hay nadie que me llame la atención – contesta Beca, algo insegura.

Por lo menos extrae un poco de confort del hecho de que Chloe no puede verle la cara, cosa que está segura de que la pelirroja ha hecho adrede, conocedora de cuánto incomoda a Beca hablar de temas serios cuando alguien puede escrudiñar su rostro.

- ¿Te meterías en otra relación seria? – suena distraída cuando pregunta, y Beca nota una sensación húmeda en su uña meñique que le da el porqué.

- No me he parado a pensar en eso, sinceramente – admite, sorprendida. Frunce el ceño mientras lo considera –. Creo que no. Creo que de momento prefiero estar por mi cuenta, ¿sabes? En plan – se pasa la lengua por los dientes, pensando lo que quiere decir y cómo expresarlo correctamente –, si conozco a alguien que merece la pena, obviamente no le voy a decir “oye, que ahora no me interesa nada serio, espérate un poco” – ambas comparten una risa, y Beca continúa –: Pero tampoco es algo que yo esté buscando. Si surge guay, pero si no, pues también.

La pelirroja emite un “hhhmm” pensativo para indicar que ha escuchado, aunque no dice nada al principio, concentrada en no salirse y pintar la piel de Beca. Suprime un escalofrío cuando los dedos de Chloe rozan su muslo para recolocar su pierna, agradeciendo una vez más que su mejor amiga no pueda verle la cara ahora mismo por la forma en que se muerde el labio inferior y coge aire silenciosamente con los ojos firmemente cerrados.

- Quieres experimentar, ¿no? – ofrece Chloe a modo de resumen, cambiando de pie.

- Sí – asiente Beca antes de pensar en lo que ha dicho su amiga y retroceder –. No. O sea. Depende de qué entiendas por experimentar.

- No ese experimentar – ríe Chloe, dándole un suave manotazo en la rodilla –. Aunque no te juzgaría si fuera ese experimentar – le regala un guiño picarón por encima del hombro –, estamos en la universidad, al fin y al cabo. Es algo normal.

Teniendo el anzuelo frente a ella, Beca no puede resistirse a picar.

- ¿Alguna vez has querido? – inquiere, curiosa.

- ¿El qué? ¿Experimentar? – la morena asiente, pero se da cuenta de que Chloe no puede verla así que musita una pequeña afirmación –. Sí – admite sin dudar ni un segundo –. En realidad, lo he hecho.

- ¿En serio?

- Uh-uh – asiente la pelirroja –. Siempre tuve curiosidad. Por algún motivo que entonces no comprendía, cada vez que hacíamos fiestas de pijamas en casa de una amiga del instituto, siempre terminábamos jugando a la botella entre nosotras. A mí nunca me disgustó. Luego, cuando ya crecimos un poco más y esa misma amiga salió del armario, comenzó a hablar maravillas de las mujeres, y decidí que quería probarlo por mí misma. Así que cuando se me presentó la oportunidad al poco de entrar en Barden, no la desaproveché – termina con un relajado encogimiento de hombros.

- ¿Y? – insiste Beca, sin poder contenerse.

- Y es cierto. Es totalmente diferente a un chico, en el buen sentido.

- ¿Te gustó?

Mucho – admite Chloe, su voz tan grave que se pausa para aclararse la garganta y le da un sorbo al vaso de limonada. Sus dedos suben por las piernas de Beca cuando termina la segunda capa de esmalte –. Tanto, que repetí hasta el punto en que ya no se le podía llamar experimentar – da unos golpecitos en sus muslos para indicar que puede moverse y anuncia un alegre–: ¡Ya estás!

Beca, atascada como está en ese último comentario y en sus ganas de preguntar cómo lo llama entonces, tarda un poco en reaccionar y cuando por fin se mueve, quita sus piernas de alrededor de Chloe con un poco más de brusquedad y rigidez de lo intencionado. Admira el trabajo de la pelirroja, sus uñas están perfectamente pintadas en azul marino oscuro y no hay ni una sola porción de piel manchada en los alrededores.

Está segura de que fuerza un “gracias” a través de su boca seca, pero no es realmente consciente de ello hasta que Chloe se encoge de hombros y le asegura que no es nada. Entonces, la pelirroja está en pie en un abrir y cerrar de ojos, subiendo el volumen y proclamando que esta canción tienen que bailarla sí o sí, y Beca la sigue con movimientos robóticos.

No se da cuenta de qué canción es hasta que las caderas de Chloe se están agitando en círculos frente a ella.

Too high, can’t come down – canta la pelirroja con voz sedosa –. Losin’ my head, spinnin’ round and round – gira sobre sus pies, enredando sus manos en sus mechones cobrizos y alborotándolos –, do you feel me now?

Las manos de la pelirroja agarran las muñecas de Beca y la hacen girar hasta que está de espaldas a ella, pegándola a su cuerpo.

The taste of your lips, I’m on a ride. You’re toxic, I’m slippin’ under – se agacha contra la espalda de Beca, restregándose, hasta volver a levantarse y juntar sus caderas –. With a taste of a poison paradise, I’m addicted to you – las manos en sus caderas obligan a la morena a darse la vuelta y Chloe susurra contra sus labios el siguiente verso –: Don’t you know that you’re toxic?

Luego, se separa de ella tan bruscamente que aire frío reemplaza el asfixiante calor presionado contra Beca y puede respirar otra vez. Lo cual hace con una enorme bocanada, como si hubiera estado sumergida bajo agua demasiado tiempo y acabara de lograr salir a la superficie.

Lo bueno de su relación, es que es fácil.

No es algo que requiera mucho esfuerzo por parte de ambas, solo en determinados momentos, como cuando Chloe tropieza con las murallas de la morena y las golpea para atravesarlas, o cuando Beca decide sincerarse y hablar de lo que está sintiendo. Exceptuando esos breves momentos, su relación prácticamente va sola. 

De ahí que sean capaces de superar cada pequeño tropiezo cargado de tensión y continuar la noche como si nunca hubiera pasado nada, como si no hubieran estado bailando indecentemente la una contra la otra segundos antes. Vuelven a la normalidad con tanta facilidad que ninguna de las dos se da cuenta. Simplemente ocurre. Como quien enciende un interruptor.

Continúan cantando y bailando el resto de la canción, y la siguiente, y la siguiente, hasta que estallan las notas principales de una que Beca reconoce a la perfección y, con ojos abiertos de par en par, se queda quieta en medio de la habitación. Su mejor amiga se gira hacia ella con una sonrisa traviesa que ya ni intenta ocultar, porque es tan grande que le llega de oreja a oreja.

- Un parajito me contó que te sabes el baile de principio a fin – confiesa, mordiéndose el labio inferior con picardía.

- No – Beca ya está sacudiendo la cabeza a pesar de que Chloe no había terminado de hablar.

- Oh, venga – suplica –. Porfaaaaa, Becs. ¿Por mí?

- Recuérdame que mate a Amy cuando vuelva – masculla la DJ.

- Veeeeengaaaaa – saca la artillería pesada y pone sus ojitos de cachorrito, porque todo el mundo sabe que Beca es incapaz de resistirse a ellos.

- No, Chloe. Ni de coña.

Su boca dice que no, pero en cuanto empieza el estribillo, todo su cuerpo le traiciona y empieza a seguir los pasos de baile que memorizó tras una tarde parada frente a un tutorial de YouTube. En su defensa, debe decir que era adolescente y no tenía nada mejor que hacer con su vida que aprenderse un baile country de Hannah Montana.

- Pop it, lock it, polka dot it. Countrify then hip hop it, put your hands hawk in the sky – canta, porque se lo aprendió con las palabras y solo es capaz de bailar si va musitando al mismo tiempo los pasos –. Side to side, jump to the left. Stick it, glide. Zig zag cross the floor, suffle on diagonal.

Escucha el grito emocionado de Chloe y pronto la pelirroja se le une mientras ambas ejecutan los pasos entre risas al tropezar, chocar por lo estrecho del espacio del que disponen o simplemente cuando no recuerdan un paso y se lo copian a la otra, o se lo inventan torpemente.

Terminan con un “that’s how we roll” jadeante y estallan en carcajadas al mirarse, sonrojadas por el esfuerzo y el calor que han acumulado en la habitación. Pero apenas tienen tiempo a recuperar el aliento antes de que empiece la siguiente canción con una famosa risa y primeros versos.

I’ll tell you what I want, what I really, really want – canta Chloe, sonriendo.

- So tell me what you want, what you really, really want – le responde Beca.

- I wanna, I wanna, I wanna, I wanna, I wanna really, really, really wanna zigazig ah – continua Chloe.

Ambas cantan con toda la fuerza de sus pulmones la letra de Wannabe mientras saltan y bailan a lo loco por el cuarto, haciendo el tonto y riéndose de forma incontrolable. Agradecen que cuando termina la canción de las Spice Girls, comienzan las baladas de amor de NSYNC y se dejan caer en la alfombra con pechos jadeantes y frentes perladas de sudor.

Hambrientas y cansadas, cogen todos los boles de comida y las botellas de limonada que ha hecho Chloe y se rodean con ellas en la alfombra.

- ¿Qué más tienes planeado para esta noche? – pregunta Beca, con notable diversión en la curva de su sonrisa y en su mirada.

- Oh, no tienes ni idea – responde la pelirroja, sus ojos destellando con un brillo de advertencia.

Se levanta de un brinco y saca de detrás de un conjunto de paños coloridos dos torres de juegos apilados unos sobre otros en precario equilibro. Las empuja por el suelo hasta dejarlas al lado del borde de la alfombra, no se arriesga a intentar acercarlas más a ellas por miedo a que se enganchen y caiga todo al suelo.

Comienzan con una partida de Monopoli, en la que Chloe gana por goleada a Beca, vuelven a bailar con Crazy in love y Everybody, Chloe machaca un poco más a Beca en una partida de Jenga en la que es capaz de retirar hasta veinte piezas sin derrumbar la torre, mientras que la morena la derrumba ya tras la tercera; y vuelve a ganar cuando Beca propone jugar al Parchís.

Ahora, Chloe agita el cubilete e inspecciona el tablero de La Oca. Su ficha, un pequeño peón amarillo, está a tan solo cuatro casillas de la casilla ganadora; el peón azul de Beca, por el contrario, ha caído tres veces seguidas en la casilla de la calavera y le ha tocado volver a empezar desde el principio, por lo que va bastante atrasado.

Le regala una sonrisa a su mejor amiga antes de volcar el cubilete sobre el tablero y dejar que el dado gire y gire hasta posicionarse sobre un cuatro justo. Chloe deja escapar un grito de victoria, alzando los brazos sobre su cabeza, y rápidamente mueve su peón amarillo hasta la casilla final.

- ¡Gané! – anuncia innecesariamente.

- Tienes que estar haciendo trampas – refunfuña Beca, los brazos cruzados y sus labios arrugados en un puchero.

- O tú eres terriblemente mala – se burla, sacando la lengua.

- ¡No puedo ser tan mala! – exclama la morena, agitando los brazos a su alrededor para señalar todos los tableros y juegos descartados a un lado.

- A lo mejor eres mi amuleto de la suerte – Chloe se encoge de hombros y le regala un guiño que sigue siendo burlón.

Barre las piezas de encima del tablero con una mano y las guarda dentro de una pequeña bolsita de plástico para no perderlas. Deja el tablero sobre el del parchís y la caja del Jenga y el Monopoli, todo en una precaria torre que no debería caer a no ser que alguna de ellas le dé un empujón.

- ¿A qué quieres jugar ahora? – pregunta, pero sus ojos relucen con un brillo travieso y alza un dedo para impedir que Beca responda –. O debería decir, ¿en qué quieres perder ahora?

- Vete a la mierda, Beale – bufa la DJ con una mirada fulminante que hace que Chloe estalle en carcajadas –. Chulearse no es nada atractivo.

- Tampoco ser una mala perdedora – se tumba sobre la alfombra para alcanzar la otra torre de juegos y la arrastra hasta que puede incorporarse de nuevo, leyendo los nombres de las cajas –: Mira, tenemos el Twister.

- Ugh, estoy demasiado llena para el Twister – niega Beca, palmeando su estómago, repleto con una mezcla de los contenidos de los boles de comida, ahora vacíos.

- ¿Operación? – ofrece Chloe, enseñando la caja –. ¿Una partida de UNO? – agita las cartas en el aire –. ¿Trivial? ¿Cuatro en raya? ¿Hundir el barco? ¿Pictionary?

Invierte el orden en que forma la torre a medida que va sacando juegos de una para ponerla en la otra, recibiendo sacudidas de cabeza por parte de Beca para todos. Al final, cuando ya no tiene nada más que ofrecer, pone los ojos en blanco y decide dejar de dar vueltas y preguntarle a Beca directamente qué quiere hacer, a lo que la morena responde con un encogimiento de hombros y un “no sé”.

A Chloe se le ilumina una bombilla en la cabeza y estira su espalda al mismo tiempo que su mano sale disparada y se cierra en torno a la muñeca de Beca. La DJ arquea una ceja, pero se deja guiar hacia el fuerte de mantas montado una esquina del cuarto. Tumbadas sobre las blandas mantas y almohadas, ambas se acomodan de forma que se estén mirando desde sus posiciones recostadas.

- Juguemos a “Yo nunca…” – propone Chloe con una sonrisa emocionada.

Beca acepta con un encogimiento de hombros, más que nada porque sabe que, aunque es una propuesta, Chloe probablemente ya lo tuviera planeado y no aceptará un no por respuesta. Rellenan sus vasos de limonada y Beca le hace un gesto a su mejor amiga con la mano para indicarle que comience ella.

- Mmm vale – acepta, pensando –. Yo nunca me he teñido el pelo de un color raro.

El vaso de Beca permanece quieto, y eso le gana una mirada sorprendida por parte de Chloe.

- ¿Qué? – ríe la DJ –. ¿Pensabas que iba a beber?

- Estaba segura de que beberías – exclama la pelirroja, indignada –. Te pega que te hubieras teñido el pelo de azul o morado.

- ¿Por qué? – pregunta Beca entre risas.

- No sé, por los tatuajes y piercings y tanto negro – Chloe agita una mano para señalar la apariencia general de su amiga, a pesar de que en ese momento no vaya vestida así.

- Mmm… Yo nunca… – Beca medita lo que quiere decir –. He hecho un trío – ante la ceja arqueada de su mejor amiga, defiende su elección –. ¿Qué? Es lo primero que me ha venido a la mente.

Chloe se encoge de hombros para mostrar que no la está acusando de nada, pero su sonrisa torcida indica precisamente lo contrario. 

- Todavía tengo que tacharlo de mi lista – se lamenta, sacudiendo la cabeza con decepción. Azul bebé reluce con un brillo travieso –. Yo nunca me he tocado mientras había otra persona durmiendo en la misma habitación/cama –. Beca hace una mueca, pero alza su vaso y da un largo trago mientras Chloe ahoga una exclamación de pura felicidad –. ¡Pensé que no beberías! – admite.

- ¿Hola? ¿Has visto dónde duermo? – pregunta Beca retóricamente –. Cuando compartes habitación, no te queda otra.

- Siempre puedes esperar a que Amy no esté – ofrece Chloe.

- Ya, claro – bufa la DJ –. Ahora porque tiene ese rollo raro con Bumper que se niega a admitir, pero antes siempre estaba en la habitación. Créeme, lo he intentado – la pelirroja ríe ante la clara frustración que muestra su mejor amiga –. Yo nunca he tenido un gatillazo.

Las mejillas de Chloe se tiñen ligeramente de rojo y da un pequeño sorbo. En una habitación llena de otras personas, casi podría haber pasado desapercibido, pero solo están ellas dos y toda la atención de Beca está fija en ella, así que lo ve sin problemas y ahora es la morena quién grita, incrédula.

- Ugh, cállate – se queja Chloe, avergonzada, cuando Beca se burla –. Fue una única vez, ¿vale?

- Oh, vas a tener que darme más detalles si quieres que te deje en paz – le avisa Beca, encantada con este descubrimiento.

- Fue… – suspira, ahora es ella la que evita contacto visual y su voz es tan baja que la morena tiene que inclinarse hacia delante para escuchar sin problemas –. La primera vez que me acosté con una chica – confiesa –. Antes de ella, solo había estado con dos chicos, y ya sabes que muchos, especialmente si son universitarios, solo piensan en sí mismos – hace una mueca, torciendo la boca en esa forma que es tan suya, pero Beca asiente para que sepa que ha estado en esa misma situación y lo entiende –. Nunca había experimentado unos preliminares que no fueran un par de apretones de tetas y cuatro besos en el cuello. Hasta esa chica – no puede evitar estremecerse ante el placentero recuerdo –. Se tomó su dulce tiempo, y para cuando por fin me tocó… – su voz se apaga y encoge un hombro –. Me corrí tras solo cinco minutos o así.

- ¿Es la misma chica de antes? – inquiere Beca también en voz baja, señalando con la cabeza hacia un lado –. ¿Con la que repetiste varias veces?

- Como para no hacerlo – se repone de su bochorno y esboza una sonrisa torcida –. Vale, mi turno – anuncia, parándose un segundo a pensar –. Yo nunca he dicho el nombre de otra persona durante un orgasmo.

Beca niega con la cabeza, casi con orgullo de sí misma.

- Por suerte, puedo decir que esta no la he tachado todavía de mi lista. Mmmm… Yo nunca le he robado el novio/a a un/a amigo/a.

La mandíbula de Chloe se descuelga con una exclamación ofendida, y sus ojos relampaguean con el mismo brillo dolido.

- ¡Oye! ¡Pero quién te crees que soy! – protesta, para diversión de Beca, que se ríe abiertamente de ella y luego se disculpa –. Esta me la vas a pagar – advierte Chloe –. Yo nunca me he caído por ir mirando el móvil.

- ¡Una vez! ¡Fue solo una vez! – protesta Beca tras beber.

Observa a su mejor amiga riéndose ante el recuerdo de aquella única vez que la morena se tropezó con un adoquín levantado de la acera por ir mirando Twitter y cayó de morros al suelo, con la mala suerte de que Chloe iba a su lado y lo vio todo. 

- Vale, si es así como quieres jugar… – dice la morena –. Yo nunca he participado en un concurso de talentos – y le lanza una mirada pícara a su mejor amiga –. Por cierto, todavía sigo esperando a ver los vídeos.

- ¡No vale! – se queja Chloe mientras alza el vaso para beber –. ¡Eso ya lo sabías, te lo chivó mi madre.

- No te quejes, Beale. Es solo limonada.

- Vale, eh – amenaza Chloe con los ojos entornados –. Yo nunca he fingido un orgasmo.

La risa de Beca desaparece, reemplazada por una boca abierta de par en par en una expresión de horror puro.

- ¿Cómo sabes tú eso? – pregunta, su rostro colorado como un tomate por la vergüenza.

- Me lo confesaste una noche borracha como una cuba – triunfante, Chloe observa cómo su mejor amiga deja escapar sonidos incoherentes de remordimiento y bochorno, enterrando la cara en una almohada. Queriendo que sufra solo un poco más, porque es divertido, ayuda a que Beca cave su hoyo más profundo –. Dijiste que no fue una única vez, que muchas veces Jesse no conseguía satisfacerte y terminabas fingiendo solo para que dejase de intentarlo y no se sintiera mal.

- Oh dios – gime Beca en un lamento, su cara y cuello tan rojos que parecen a punto de explotar –. Mátame – suplica contra su almohada.

- ¿Por eso rompisteis? – inquiere Chloe, su risa ya olvidada y dejando que la conversación se torne seria de nuevo –. Nunca llegaste a decirme por qué le dejaste.

Beca se tensa contra las mantas y la almohada en la que sigue escondida, y durante un largo rato, ni se mueve, ni responde. Se alarga tanto que Chloe ya piensa que nunca va a conseguir una respuesta, cuando la morena gira la cara hasta que su mejilla esté apoyada contra la funda de la almohada y revela su labio inferior atrapado entre los dientes, dubitativa, y sus ojos que revolotean por todos los lados menos Chloe.

- No tienes por qué responder – le tranquiliza la pelirroja al reconocer los signos de nerviosismo en su mejor amiga. Se encoge de hombros para quitarle peso a su pregunta –. Es solo que… Bueno, me preguntaba por qué. Estuvisteis juntos año y medio y terminó de forma muy abrupta.

Beca permanece en silencio, sus ojos igual de inquietos, su labio igual de atrapado. Se rasca la nariz con un nudillo en roces cortos y abruptos, y abre la boca ligeramente para coger aire.

- Errrm – se le escapa y cierra la boca con un chasquido de dientes antes de volver a abrirla, esta vez para emitir palabras de verdad –. En parte. Sí. Mentiría si dijera que eso no tuvo algo de peso en mi decisión – frunce el ceño, enseñando los dientes en una mueca.

- ¿Y la otra parte? – presiona Chloe, y luego se da cuenta de lo que está haciendo y trata de rectificar –. Si quieres contármelo, claro.

- La otra parte… – Beca alza una mano a sus labios y pincha en inferior entre sus dedos –. Empecé a um, a tener dudas. Sobre… – extiende una mano en el aire, y luego la agita al cambiar la dirección de lo que quiere decir –. Bueno… Eran cosas que, um… que ya me había preguntado antes – guiña los ojos en expresión inquisitiva –, pero nuestros problemas hicieron que… que dudase todavía más. 

Chloe asiente lentamente, procesando la nueva información que ayuda a confirmar sus sospechas sobre la repentina ruptura que, aunque a veces le haga sentir mal consigo misma, no puede decir que le pillara por sorpresa. Siempre le había parecido que Jesse estaba mucho más volcado en la relación que Beca, no sabía bien por qué, pero sabía que había algo que estaba frenando a Beca.

Dudas. Dudas que ya había tenido, pero que resurgieron debido a sus problemas con Jesse.

La pelirroja cree tener una idea bastante acertada sobre qué dudas son esas, pero considera que ya ha presionado mucho por el momento. Así que esboza una sonrisa traviesa y retoma el juego:

- A mí nunca me han arrestado.
Beca parpadea un segundo, algo pillada por sorpresa por el brusco cambio de conversación. Durante un breve instante, Chloe puede ver alivio en su rostro antes de que sea sustituido por fingida ofensa.

- Sabes que eso fue totalmente culpa de Amy – se defiende, aunque obedece y da un trago a su vaso de limonada –. A mí nunca me han pillado masturbándome – esboza una sonrisa torcida llena de malicia.

Chloe ríe en su vaso, casi atragantándose con la limonada por estar ya a medio camino de beber, y da un segundo sorbo para calmar su tos y el ardor de garganta.

- Oye, eso no fue mi culpa – aclara apuntando a su mejor amiga con un dedo –. Stacie tiene que aprender a llamar a la puerta en vez de irrumpir en los sitios sin más.

- ¡Pero si llamó a tu puerta! – ríe la DJ –. Pero tenías Titanium tan alto que no la escuchaste.

- Es una gran canción – admite sin una pizca de remordimiento. Entorna los ojos con picardía y no intenta ocultar su sonrisa –. Yo nunca he cotilleado el móvil de alguien sin su permiso.

Ahora es el turno de Beca de soltar un bufido indignado y apresurarse a explicar lo ocurrido.

- ¡No estaba cotilleando, lo juro! ¡Estaba mirando la foto que me enseñaste y sin querer le di a pasar a la siguiente! – se frota una mano por la cara, sus mejillas encendidas ante el recuerdo –. Nunca fue mi intención ver… esas fotos – traga saliva cuando salta tras sus párpados la imagen de una Chloe muy falta de ropa enredada entre las sábanas, ojos fijos en la cámara y el labio atrapado entre los dientes.

- Ya, ya, eso dices ahora – le pica la pelirroja. Sabe que fue un accidente, pero la reacción de Beca al ver sus fotos privadas fue de adorable incomodidad y clara apreciación, y Chloe sigue encontrando inmensamente divertido tomarle el pelo con ello.

- Yo nunca he pillado… – dice Beca, pausándose en medio de la frase para darle más énfasis a sus siguientes palabras –, a mis padres en acción – puntúa sus palabras con una sonrisa malvada.

La pelirroja se queda paralizada un instante, sus ojos glaseados por un recuerdo, y cuando sale de su trance es con un parpadeo frenético y una sacudida de cabeza, su rostro transformado en una mueca de repulsión absoluta. Un escalofrío recorre su espalda de arriba abajo.

- ¡Eres lo peor! – se lanza sobre Beca, quien grita y trata de protegerse de la lluvia de manotazos sin tener mucho éxito –. Sabes que me traumatizó de por vida. No pude mirar a mis padres a la cara durante un mes.

La morena ríe con tanta fuerza que permite que Chloe la golpee lo que quiera, sus manos dejan de defenderla para cruzarse en sus costillas y sujetarlas con cada carcajada. Al ver que ese tratamiento es inefectivo en su mejor amiga, los labios de la pelirroja se curvan con una sonrisa maliciosa antes de separarse y pronunciar unas palabras que sabe que van a tener el efecto de una bomba nuclear:

- Yo nunca he dudado de mi sexualidad.

Efectivamente, la sonrisa petulante de Beca se enfría y vuelca. Su mano se crispa alrededor del vaso con tanta fuerza que la pelirroja teme por un instante que lo haga estallar, pero el cristal resiste a la presión sin un solo crack. No se puede decir lo mismo por Beca.

Su máscara hecha añicos por el suelo, no le queda otra que beber y devolver el golpe.

- Yo nunca he fantaseado con alguien que está en esta habitación.

Chloe, mirada fija en su mejor amiga, alza el vaso lentamente y da un largo trago. Como si la cantidad de limonada que bebe fuera un indicativo de la cantidad de veces que ha hecho aquello que está admitiendo al beber.

En este caso, muchas.

Se sostienen la mirada durante un largo y tenso momento en el que casi ni respiran, hasta que Beca lo rompe al girar la cabeza y buscar su móvil entre las mantas revueltas para mirar la hora.

- ¿Tienes más juegos preparados o es hora de irse a dormir ya? – pregunta tras carraspear en un obvio intento de cambiar de tema, sin importar lo brusco y cantoso que sea.

Chloe decide apiadarse de ella y le permite cambiar el tema, consciente de que forzar a una Beca incómoda no suele llevarte a un buen resultado.

- No, solo los que ya sabes – señala con un gesto vago hacia el otro lado de las mantas y sábanas que las esconden del resto del mundo.

- Oh – Beca parece sorprendida y Chloe le urge a explicar ese sentimiento con unas cejas arqueadas y ladeando la cabeza –. Creí que me harías jugar a la botella o algo igual de ridículo.

- Solo estamos nosotras, ¿dónde está la gracia en eso? – sus palabras dicen una cosa, pero su cabeza ya está pensando en precisamente lo opuesto, fijada en los suaves labios de su mejor amiga y las ganas de besarlos que ya se está cansando de reprimir.

- No sé – la morena se encoge de hombros con fingida despreocupación, porque Chloe puede sentir la tensión irradiar de ella, y hace contacto visual solo durante un segundo antes de volver a bajar la vista hacia el suelo –. ¿No era que querías darme la experiencia completa?

Chloe atrapa su labio inferior entre sus dientes, debatiendo consigo misma. Por un lado, se siente muy tentada a hacer algún comentario subido de tono; pero, por el otro lado, no quiere ser la causa de que la tensión interna de Beca aumente todavía más, ni volver a provocar un momento de incomodidad como el que acaban de disipar.

No sabe qué hacer. Hasta que Beca alza la mirada y la cruza con la suya.

Entonces, aunque solo la sostiene por unos segundos, es tiempo suficiente para que Chloe pueda encontrar su respuesta escrita en las nubes casi grises que oscurecen azul medianoche.

- La cosa es, Beca – comienza a decir, su voz suave y seductora, mientras se inclina para acortar la distancia entre ellas –, que la experiencia completa incluye cosas – alza la vista de golpe para mirar a su mejor amiga y descubre que ya tiene su más completa atención –, y va mucho más lejos de lo que puede que estés preparada.

La morena traga saliva notablemente y por su cuello asciende poco a poco un ligero rubor. Abre la boca varias veces para contestar, pero nada más que aire silencioso sale de ella hasta el tercer intento.

- Ponme a prueba – musita finalmente con voz ronca.

Azul bebé reluce con un brillo de pura satisfacción al escuchar esas palabras, y siguen atentamente la lengua rosa que sale entre labios secos para humedecerlos. Chloe se incorpora hasta estar a gatas, suspendida sobre la figura tumbada de su mejor amiga.

- ¿Estás segura? – tiene que preguntar, porque por mucho que se muera de ganas de por fin hacer esto, tantas que se está esforzando para no temblar, sabe que es un gran paso el que están a punto de dar.

Bueno, para ella es un gran paso. Para Beca, es como saltar la distancia entre un extremo y otro del Golden Gate.

Así que, obviamente, tiene que preguntar.

Pero Beca ni siquiera se molesta en contestar. No con palabras, por lo menos. 

Lo que hace en su lugar, es cerrar el puño en torno a la pechera de la camiseta de pijama de Chloe y tirar de ella hacia abajo, hacia labios que están esperándola ya entreabiertos y que atrapan los de la pelirroja entre ellos en un beso cargado de hambre y ligera desesperación. 

Chloe se deja caer sobre los codos, su cuerpo descansando sobre el de Beca, que se arquea y alza en busca de un mayor contacto. Atrapa su labio inferior entre sus dientes, lo muerde, tira de él hacia ella; y el gemido que surge de una parte escondida del pecho de Beca es algo que, Chloe decide en ese mismo momento, es su nuevo sonido favorito.

El puño que tiraba de ella se suelta y libera la tela de su camiseta en favor de enredarse en sus mechones cobrizos, empujando su cabeza en busca de una mayor profundidad al mismo tiempo que Beca abre su boca bajo ella y le da acceso a la insistente lengua de la pelirroja. Se saborean y entremezclan, llevando a cabo una sensual danza en el cálido interior de sus bocas, intercambiando exhalaciones entrecortadas.

Antes de darse cuenta de lo que está haciendo, Chloe ya tiene el bajo de la camiseta de su mejor amiga agarrado entre sus dedos y está tirando de él en una señal silenciosa que Beca tarda tanto en comprender, que la impaciencia se apodera de la pelirroja y se separa de los adictivos labios de la morena para poder hablar en un susurro ronco:

- Quítatela – ordena, tirando otra vez de la tela para que sepa a qué se refiere.

Beca lucha contra sus párpados y traga saliva, incorporándose lo suficiente para que las hábiles manos de Chloe alcen la camiseta por su espalda y cabeza y la tiren por encima de su hombro sin preocuparse por dónde cae.

Descubierta de cintura para arriba, las mejillas de la morena se sonrojan por la vergüenza y sus brazos se tensan a ambos lados de su cuerpo, teniendo que resistir las ganas de cruzarlos sobre su pecho desnudo. Chloe soporta su peso sobre un codo para tener la otra mano libre para acariciar con las puntas de sus dedos la pálida piel expuesta ante ella.

Dibuja una suave línea que baja a lo largo de su esternón hasta el elástico de los pantalones de su pijama y siente a Beca estremecerse bajo su roce. Luego, vuelve a repetir el recorrido en sentido inverso, pero en vez de usar sus dedos, deposita cálidos besos en cada centímetro de piel. A pesar de tener los ojos cerrados, Chloe siente el momento en el que las manos de Beca vuelven a cobrar vida y segundos después las nota enredadas en su pelo, empujando su boca hacia donde más la necesita; o arañando su espalda por debajo de su camiseta.

Se deshace de la prenda para estar en igual de condiciones y cuando vuelve a agacharse, sus labios se cierran alrededor de un erecto pezón izquierdo, su lengua lo rodea y tienta hasta que Beca aquea la espalda en busca de más contacto y un sonoro gemido abandona su garganta. Solo entonces se cambia al otro, pero nunca dejando de estimular al primero.

Deja un reguero de besos por sus clavículas, y sus dientes muerden la sensible piel del cuello de Beca sin piedad alguna, sorbiendo sobre el punto donde late su desbocado corazón, lamiendo el lóbulo de su oreja hasta hacerla suspirar. La morena lanza la cabeza hacia un lado para darle más acceso a Chloe y tira de sus caderas con ansias, luchando por sentir más de ella. 

La pelirroja tiene un codo sobre el colchón para no aplastar a la morena y una mano en su cadera. Su pierna se desliza entre las de Beca, su muslo rozando su sexo en un vaivén sin descanso, y la DJ gime, su pelvis se lanza hacia arriba, suplicante de contacto.

Decidiendo apiadarse de ella, Chloe deposita un reguero de besos en su agitado abdomen y, cuando llega al borde del elástico de sus pantalones de pijama, se pausa. Alza la mirada, esperando pacientemente a que Beca fuerce sus párpados a abrirse para comprobar qué ocurre.

- Última oportunidad para fingir que esto nunca ha pasado – le ofrece Chloe suavemente.

La morena se alza sobre los codos para no tener el cuello en tensión y mira a su mejor amiga fijamente.

- Cuando estábamos jugando al “Yo nunca…”, ¿cuál ha sido la última cosa que te he dicho? – pregunta.

Un poco desconcertada por la dirección en la que ha ido la conversación, la pelirroja frunce el ceño y hace memoria.

- Yo nunca he fantaseado con alguien que está en esta habitación.

Beca asiente y alarga un brazo hacia atrás para coger su olvidado vaso de limonada. Le da un largo trago, igual al que le había dado Chloe cuando respondió al juego, sin romper ni un solo segundo el contacto visual con la pelirroja.

Cuando vuelve a dejarlo lejos de su alcance para no volcarlo accidentalmente, Chloe acorta la poca distancia que las separa para devorarse mutuamente, dientes mordiendo y tirando, lenguas entremezclándose, labios moviéndose encima de otros como si quisieran volverse unos solos. Entrelaza sus dedos en el pelo de la DJ, tirando para pegarla imposiblemente más a ella, y Beca se deja hacer con un suspiro satisfecho.

Esta vez no se detiene en el elástico de los pantalones, porque ya está tirando de ellos hacia abajo y deja a Beca sin una sola prenda de ropa puesta. Engancha las piernas de la morena en sus hombros, notando sus talones clavarse en su espalda y sus músculos tensarse alrededor de su cuello cuando Beca utiliza la posición para empujarla hacia donde la necesita.
Chloe reparte besos aleatorios por la piel mientras sube por el interior de sus muslos. Al llegar al punto en que la pierna se une con la pelvis, da un mordisco al músculo que causa que Beca jadee ruidosamente y lance las caderas hacia arriba violentamente. 

Por fin, la pelirroja hunde su rostro entre las piernas abiertas de su mejor amiga. La primera pasada de su lengua sobre el empapado sexo de Beca hace que esta explote en una hilera de palabrotas sin aliento. Alza las caderas en busca de más y a Chloe no le queda otra que empujarlas contra el suelo para impedir que se muevan.

A modo de recompensa, su lengua se mueve sin piedad Un minuto está empujando sobre su clítoris, y al siguiente está dentro de la DJ. Su ritmo es incesante, sin darle ni un solo respiro, cosa que tiene la impresión de que Beca aprecia bastante dados los sonidos constantes que caen de su boca entreabierta y que a Chloe le suenan como cánticos celestiales.

Nunca habría adivinado que Beca es tan vocal en la cama, pero está siendo una deliciosa sorpresa que estaba equivocada.

Se siente como un drogadicto que acaba de probar su primera dosis de heroína después de un largo período de abstinencia. El cuerpo de Beca se retuerce sobre las mantas, sin saber a qué sujetarse, mientras Chloe sorbe, tienta y mordisquea todo lo que está a su alcance. Cada grito ahogado, cada “oh dios”, cada palabrota mascullada de forma ininteligible, la empuja a ejercer más presión, a ir más rápido.

Su lengua roza y se hunde dentro de Beca, y la morena se estremece, todos sus músculos tensos como piedras. Sus piernas se cierran en torno al cuerpo de Chloe y la apresan contra ella, como si temiera que fuera a parar lo que está haciendo.

La espalda de la morena se alza del suelo en una curva casi perfecta y su cuerpo se estremece bajo y alrededor de Chloe, perdiendo toda su fuerza. Un jadeo estrangulado cae de una boca abierta y la pelirroja da un último lametón al sexo tembloroso que tiene frente a ella antes de trepar sobre pálida piel, ahora enrojecida y sudorosa, depositando tiernos besos aquí y allí.

Se alza sobre Beca con una suave sonrisa, esperando a que su mejor amiga gane la lucha con sus párpados y abra los ojos.

- Yo nunca he sentido algo por mi mejor amiga – susurra, algo insegura.

Azul medianoche se abre de golpe y se clava en ella, sorprendido un momento, contento al siguiente. Una perezosa sonrisa curva labios hinchados de tantos besos y Beca enreda sus manos en mechones cobrizos.

- Yo tampoco – murmura las palabras antes de tirar de Chloe y atrapar sus labios en un dulce beso.

----

N/A: Canciones por orden de aparición:

The Cheetah Girls - Strut
Destiny's Child - Survivor
Britney Spears - Toxic
Hannah Montana - Hoedown Throwdown
Spice Girls - Wannabe
NSYNC - This I Promise You
Beyoncé - Crazy In Love
The Backstreet Boys - Everybody

पढ़ना जारी रखें

आपको ये भी पसंदे आएँगी

7.8M 467K 96
Esta es la historia de Katsuki Bakugou y _____. Dos adolecentes con una misma meta, ser héroes profesionales, pero también un mismo sentimiento. ¿Qué...
396K 19K 26
El maldito NTR pocas veces hace justicia por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suce...
205K 13.6K 50
"No te vayas, hay muchas pero no hay de tú talla"
60.5K 3.3K 39
Violeta Hódar 23 años (Granada, Motril), es una estudiante en último curso de periodismo en Barcelona. Esta se ve envuelta en una encrucijada cuando...