Sirius Black: el velo de la m...

By TheLittleRose_

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Primera y Segunda Generación La mente de Isadora le habló, pero en lugar de la suya, escuchó la voz de Sirius... More

Fianto Duri
Amato Animo Animato Animagus
Alohomora
Arresto Momentum
Confundus
Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta
Engorgio
Lacarnum inflamarae
Baile de Navidad I
Petrificus Totalus
Anapneo
Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas
Travesura Realizada
Alarte Ascendare
Wolfsbane
Vermillious
Ascendio
Defodio
Expelliarmus
Finite Incantatem
Aguamenti
Amortentia
Diminuendo
Impedimenta
Evanesco
Muffliato
La Orden del Fénix
Expulso
Imperio
Sonorus
Rictusempra
Tergeo
James y Lily Potter
Glisseo
Oppugno
Incarcerous
Rennervate
Noviembre - 1981 -
Noviembre - 1985-
Julio - 1993 -
Confringo
El Prisionero de Azkaban
Albus Dumbledore
Focus
Levicorpus
Accio
Crucio
Episkey
Obliviate
Dissendium
Everte Statum
A James y Lily
Bombarda
Prior Incantato
Avada Kedavra
El velo de la muerte
Wingardium Leviosa
Lumos Solem
Relashio
Harmonia Nectere Passus
RAB
Partis Temporus
Piertotum Locomotor
Legeremens
Morsmordre
Salvio Hexia
Sectumsempra
Vulnera Sanentur
Expecto Patronum
Epílogo
House of Black
The Marauder
AVISO

Fidelio

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By TheLittleRose_


- ¡No entiendo por qué Moody insiste en que no salga!, ¡Ya no recuerdo la última vez que fuimos a lo de James!

- Ya te lo dije – repitió cansinamente Isadora – Alastor cree que eres el guardián de los secretos al igual que todo el mundo y a menos que quieras desengañarlo tienes que quedarte aquí, ¿Cuántas veces más quieres tener esta conversación? – Isadora le echó una mirada a la foto de James, Lily y Harry que tenía pegada junto a la mesa de luz, Lily la había enviado junto con una de sus cartas. En la imagen, Harry montaba la escoba de juguete que Sirius le había comprado para su cumpleaños (en una de las tantas ocasiones en que había desobedecido a Alastor) y James lo perseguía evitando que rompiera todo cuanto se le cruzara en el camino.

- De acuerdo, no iré al Valle de Godric, pero necesito salir de todos modos – Isadora rodó los ojos – no me digas que no quieres venir... - la tentó

- Claro que quiero salir de aquí – admitió – Me arrepentiré de esto, lo sé.

- ¡Genial!, necesitamos un disfraz – dijo Sirius – a ver si recuerdo como era esto... - tomó su varita y apuntó a su rostro mirándose en el espejo, inmediatamente su cabello creció y se volvió rubio, sus ojos cambiaron de color y deformó su nariz hasta que su rostro dejó de parecerse lo suficiente al original - ¿Me veo guapo? – preguntó subiendo y bajando las cejas.

- ¡Cielos, claro que no!, ¡Te pareces a Lucius Malfoy, qué horror! – exclamó Isadora arrugando la nariz y Sirius soltó una sonora carcajada.

- Ahora te toca a ti – dijo Sirius apuntándole en la cara con la varita. Ella lo miró con espanto - ¡Qué desconfiada!, lucirás genial – aseguró, Isadora vio que su largo y negro cabello se acortaba hasta que ya no pudo verlo - ¡Listo! – Informó el muchacho partiéndose de la risa.

- ¡Ay, si!, ¡Qué chistoso! – Exclamó Isadora al verse la cara llena de arrugas y con un horroroso maquillaje de anciana, su cabello estaba lleno de rizos apretados y de canas entremezcladas con un cabello rubio oscuro espantoso – Aun así sigo más bonita que tú.

- Mmm... no creo que convenzas a nadie del cuello para abajo – dijo él al ver que seguía igual que siempre – mejor ponte esto. – le alcanzó unos harapos viejos y feísimos sin dejar de reír. Ella los agarró de mala gana pero luego de un rato no pudo evitar reírse del aspecto que deban los dos.

- Andando muchacho, muévete, muévete – ordenó Isadora imitando la voz de una anciana. - ¿De quién era esto? ¿De la madre de Alastor?, qué cosa horrible, ¡Ya deja de reírte, mocoso!

- Eres la abuela más candente que vi en mi vida – comentó Sirius mientras ella lo empujaba hacia la puerta.

La mañana era soleada y no hacía demasiado frío para ser otoño, las hojas de los árboles se veían hermosas, las que aún se mantenían en las ramas eran rojas, anaranjadas y amarillas, las demás formaban un crujiente colchón en el suelo. La ropa que llevaba Isadora apestaba a humedad, pues la habían sacado de un armario que estaba empotrado en la pared que nunca habían utilizado, Sirius en cambio llevaba la ropa más muggle que tenía.

En lugar de ir al valle de Godric se aparecieron en la ciudad más cercana. Mientras paseaban por la plaza Sirius se divertía fingiendo que era el nieto de Isadora y ésta hacía el papel de sorda preguntándole a los gritos qué era lo que le estaba diciendo. Luego de pasar por una tienda de dulces a insistencia de Sirius, volvieron a su escondite.

- ¡Al fin puedo sacarme esto! – exclamó Isadora – Necesito darme una ducha para sacarme este olor a humedad – agregó encaminándose hacia el baño, no sin antes pasar por el espejo y quitarse el disfraz del rostro.

- ¿Crees que deba dejarme este cabello?, me veo bien – consultó Sirius

- Por Merlín, no por favor, te lo ruego – respondió Isadora y desvaneció su disfraz también con una sacudida de su varita.

Esa tarde, luego de la visita de Alastor, Sirius tomó la bolsa de dulces y la desparramó por la cama, con las mismas ansias que un niño pequeño.

- Nunca probé las golosinas muggle, supongo que no deben ser tan malas, no creo que tengan caramelos que sepan a vómito como las grajeas... y eso es bueno.

- ¿Planeas comerte todo eso? – preguntó Isadora describiendo un círculo alrededor de todos los dulces.

- No, yo solo no, te compartiré. Anímate es Halloween, todos comen más dulces de los que deberían. – Sirius le dio unos golpecitos al colchón invitándola a sentarse.

Para el momento en que el sol se estaba poniendo ya habían probado casi todas las golosinas que habían comprado. Algunas habían quedado a medio comer, pues a ninguno de los dos les habían gustado, otras, como un paquete de galletas Oreos y chocolates con nuez habían sido íntegramente devoradas.

Sirius examinó una bolsa de caramelos y luego de abrirla le extendió el paquete a Isadora.

- ¡¿Cómo puedes seguir comiendo eso?! – exclamó – creo ya me siento descompuesta – dijo sobándose el estómago.

Finalmente Sirius apartó los envoltorios y se recostó en la cama mirando al techo mientras le acariciaba el cabello a Isadora.

Cuando ella pudo recobrar la completa movilidad de su cuerpo, se levantó de la cama para ir a buscar más abrigo, entre un montón de ropa encontró la bufanda de Gryffindor que Sirius le había regalado y se dio tres vueltas con ella alrededor del cuello. No satisfecha con eso, mediante magia hizo aparecer llamas en la pequeña chimenea que había en la habitación.

- ¿A dónde vas? – preguntó al ver que Sirius se ponía una capa de viaje.

- A ver si Peter necesita algo – informó.

- ¿Por qué no vas mañana?, ya es algo tarde – dijo ella cambiando de humor de un momento a otro, seguido de un suspiro – De acuerdo, iré contigo.

- Volveré enseguida, no te preocupes – Sirius le dio un pequeño beso en la comisura de los labios y salió por la puerta trasera.

Segundos más tarde Isadora escuchó la motocicleta alejarse – ¿Por qué tenía que ir en ese ruidoso pedazo de metal? – pensó, llamaría demasiado la atención.

Había pasado ya media hora y Sirius no daba señales de haber llegado y tampoco había vuelto. Isadora miraba al cielo por una de las ventanas y con la varita en alto, esperando escuchar el sonido del motor, o al menos las luces, si es que le había hecho un hechizo silenciador. Pasados unos diez minutos más, y estando ella a punto de salir hacia el escondite de Peter, una luz plateada atravesaba el cielo a toda velocidad. Un perro plateado habló con la voz de Sirius Black

- Peter no está aquí, iré a casa de James y Lily. No te preocupes.

- ¡¿Qué no me preocupe?! – exclamó hablándose a sí misma. Sintió un espeluznante frio corriéndole por la espalda. – No puede ser – murmuró. Se colocó la capa de viaje más abrigada que encontró, esa que Euphemia le había regalado en navidad. Definitivamente había algo extraño en toda esa situación. Peter nunca salía de su escondite, y menos de noche, pues era demasiado miedoso; a veces le costaba a Isadora entender cómo era que había quedado en Gryffindor.

Conjuró un hechizo desilusionador e inmediatamente sintió unos hilos fríos corriendo por su espalda. Se estremeció ante la incómoda sensación y salió de la casa para poder desaparecerse, imaginó el centro del valle de Godric y cerró los ojos. Comenzó a girar sobre sí misma y percibió la sensación de estar pasando por un tubo estrecho.

Silencio fue lo primero que oyó al sentir los pies en el suelo, eso y un horrible mareo. Segundos más tarde, mientras se encaminaba a la casa de James y Lily, una gran cantidad de magos comenzaron a aparecer por todos lados, y todos ellos iban en su misma dirección. <Finite incantatem> murmuró deshaciendo el hechizo. Sintió todo su cuerpo temblar, pero aun así continuó corriendo tan frenéticamente que no llegó a distinguir que alguien se le aproximaba.

- ¡Sky! – le gritó Remus sujetándola de los brazos para que se detuviera pero ella seguía empeñada en continuar - ¡Detente!, ¡Tienes que calmarte!

- ¿Qué sucedió, dónde está Sirius?, ¿Lily?, ¿James? – preguntó ella gritando aún más fuerte, al no obtener otra respuesta que lágrimas se quitó a Remus sacudiendo los brazos y continuó corriendo con él detrás de ella.

Al llegar lo primero que pudo ver fue la casa destruida, el encantamiento Fidelio ya no funcionaba, todos podían verla, la calle estaba llena de aurores, ella los conocía del Ministerio, en medio de todos ellos una docena de personas muertas y en el centro de todos ellos Sirius reía como un desquiciado.

Quiso acercarse a él pero por más rápido que intentó hacerlo, no pudo, Remus la había alcanzado y rodeaba su cintura con los brazos detrás de ella.

- ¡¡No!! ¡¿Qué están haciendo?! – vociferó mientras intentaba zafarse, a lo que Remus no tuvo otra opción que sujetarle las muñecas. Cinco magos sujetaban a Sirius mientras este seguía riendo. La ministra de magia se acercó a Isadora y comenzó a negar con la cabeza como decepcionada.

- ¿Cómo no pudiste notarlo, Isadora? – le preguntó.

- ¡¿De qué habla?! ¡¡SIRIUS!! – chilló ella nuevamente con los ojos llenos de lágrimas.

- ¡Es un mortífago Isadora! – exclamó la mujer – Le dijo a Quién-tú-sabes dónde estaban James y Lily. Mató a estas personas y a Peter Pettigrew.

- ¡¡Es mentira!! Peter era el guardián – la ministra negó con la cabeza nuevamente, parecía sentir lástima de la muchacha.

Isadora escuchaba pedazos de la historia mientras la gente los relataba, quiso aproximarse a Sirius, pero con Remus sosteniéndola apenas podía avanzar.

Barty Crouch Sr. Se aproximó a ella y le indicó a los otros magos que hicieran avanzar a Sirius quién parecía un auténtico maniático.

- Señora ministra – comenzó Crouch – creo que estará de acuerdo en que ella estaba al tanto de los planes de Sirius Black.

- ¡¿Qué planes?! ¡¡Suéltelo, es inocente!! – continuó insistiendo la muchacha.

- ¡Debe enviarlos a ambos directamente a Azkaban! – bramó Crouch. Isadora quiso acercarse a Sirius pero este la empujó con su hombro riendo aún más fuerte.

- ¡El señor tenebroso nunca aceptaría a alguien como ella, su madre era una sangre sucia! – vociferó Sirius entre carcajadas y su mentira fue suficiente para convencer a los demás de que ella no debía ir a Azkaban, sólo él.

Los aurores comenzaban a alejarse cuando Isadora alzó como pudo su mano y murmuró <Finite incantatem>. Sirius dejó de reír en ese mismo instante giró su cabeza hacia atrás para poder verla por última vez mientras le sonreía de lado como a ella le gustaba y le guiñaba el ojo al mismo tiempo que una lágrima le resbalaba por la mejilla. Ella sintió su mundo derrumbarse, no podía dejar que se lo llevaran, en un arrebato de fuerza se soltó y corrió con la varita apuntando hacia los Aurores.

- ¡Expelliarmus! – exclamó Remus volviendo a sostenerla con los ojos enrojecidos e hinchados.

- ¡Es un asesino confeso, muchacha, acéptalo! – aconsejó Crouch.

- ¡¡NO!! ¡ES MENTIRA!, ¡SIRIUS! – la voz se le quebraba de tanto gritar, era tan impresionante escucharla que Remus, quien estaba detrás de ella se estremeció - ¡SUÉLTAME REMUS! ¡DÉJAME! ¡ES INOCENTE! – gritó desesperada y temblando con violentas sacudidas, sintió la piel de sus manos arder, Remus la soltó de inmediato, lo había quemado y se había quemado a sí misma en un intento de liberarse. Se miró las palmas enrojecidas y un fuerte dolor le recorrió la espina por completo, se encontró con un gran charco rojo brillante a su alrededor. En ese momento sintió como sus piernas la abandonaban, su vista se nubló hasta que sólo veía negro. Esperaba el impacto contra el suelo pero en lugar de eso lo último que percibió fueron unos brazos sosteniéndola.


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Okey, pasaron muchas cosas XD

Este es el fin del maratón, espero lo hayan disfrutado ♥

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