Snapshots

By raquellu47

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Sustantivo, \'snap- shät\: un vistazo rápido o una pequeña cantidad de información que te dice un poco acerca... More

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Friday 31th: Harry Potter

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By raquellu47

N/A: Perdón por marearos de esta forma, no me había dado cuenta de que lo había subido en TIAI en lugar de aquí que es donde tiene que estar. El sueño me empana el cerebro...
Mil gracias a los avispados que me habéis avisado ;)

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Resumen: "Lo siento, pero no puedo permitir que sigas sin verlas. Mi mejor amiga no puede no haber visto Harry Potter."

O, cuando Chloe descubre que Beca nunca ha visto las películas de Harry Potter y se escandaliza.

Rating: M

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- ¿Y sabes dónde había guardado los macarrones de la comida? – pregunta Chloe entre risas, pulsando el botón del ascensor para el cuarto piso –. ¡En el bolsillo del babi del colegio!

La risa de su madre le llega desde el otro lado de la línea, algo entrecortada porque dentro del ascensor la cobertura a veces falla.

- Tú no te acuerdas, pero hacías lo mismo – le comenta Cindy Beale, diversión clara en su voz.

- ¿En serio?

- Aja. Metías comida en el bolsillo de tu babi para luego dársela a tus mascotas imaginarias.

- Oh dios – ríe la pelirroja, sacudiendo la cabeza mientras empuja la puerta del ascensor con el hombro para tener la mano libre para rebuscar en su bolso por las llaves.

- Lo peor es que a veces me olvidaba de revisar el bolsillo antes de meterlo en la lavadora y puedes imaginarte la que se liaba – rememora su madre con un suspiro divertido, y Chloe no necesita verla para saber que está sacudiendo la cabeza.

- ¿Es tarde para pedir perdón...?

- Pues sí, Justin Bieber – se burla su madre, haciéndole reír.

Mete la llave en la cerradura de la puerta de su apartamento y se abre solo con un giro. Su sonrisa cambia y se ensancha, si la puerta no tiene el cerrojo echado significa que Beca ya ha llegado a casa, y a Chloe hay pocas cosas que le gusten más en la vida que llegar y encontrarse a la pequeña DJ haciendo la cena, trabajando en el salón, o simplemente sin hacer nada. Solo el hecho de llegar y que Beca le grite "hola" desde donde esté, es suficiente para causar que su corazón aletee alegremente.

Entra en la calidez del piso y deja las llaves en el cuenco de la entrada, donde ya están las de la morena, todavía con el llavero azul y blanco con la B de las Bellas de Barden.

- Cielo, te dejo que acaba de llegar tu padre y no tengo la cena preparada – justo en ese momento se escucha la grave voz de Nick Beale gritar un "hola, pequeña" en el altavoz.

Chloe deja escapar una exclamación de dolor y se aparta el teléfono del oído, aunque a pesar de la distancia puede escuchar las resonantes carcajadas de su padre y a su madre echándole la bronca con – probablemente – una sonrisa en los labios.

- Gracias por dejarme sorda, papá – se queja la pelirroja, aunque su voz tiembla por una risa contenida y rompe su fachada –. Hablamos pronto – se despide.

- Sí, y no olvides preguntarle eso a Beca – le recuerda su madre –. Adiós, cariño. Te quiero.

- Ahora mismo lo hago y ya te digo. Adiós, mami. Yo también te quiero.

La pelirroja lanza un beso al móvil y cuelga la llamada. Sus tacones resuenan por el pasillo al cruzarlo hasta su habitación, donde se deshace de ellos con un suspiro de alivio. Puede escuchar la tele encendida en algún tipo de película o serie bélica a juzgar por los gritos y los sonidos metálicos de las espadas chocando, y eso explica por qué Beca todavía no ha dado señales de haber escuchado su llegada a casa.

Rápidamente, se cambia la ropa de trabajo por una camiseta vieja y pantalones cortos de pijama. Enfunda sus pies en un par de calcetines calentitos con dibujos de renos, a pesar de que no es Navidad y Beca hará algún comentario sobre ello, y se asoma silenciosamente al salón.

La vista con la que se encuentra es suficiente para hacerle soltar una ahogada carcajada: Beca está sentada con la espalda completamente rígida, casi al borde del sillón e inclinada hacia delante para no perderse ni un solo detalle de lo que está ocurriendo en la pantalla de la televisión. Sus ojos azul medianoche abiertos de par en par, sin siquiera parpadear, y una mano cubre su boca en expresión de asombro.

Debe de verla por el rabillo del ojo, porque gira la cabeza hacia la puerta del salón y parpadea varias veces, claramente sorprendida por la presencia de Chloe.

- No te he escuchado llegar – dice.

- No me extraña, estás prácticamente pegada a la pantalla – se burla la pelirroja, tomando asiento en el hueco vacío al lado de la morena, con sus piernas dobladas hacia un lado bajo su cuerpo.

- Sabes que aún quedan nueve meses para Navidad, ¿verdad? – le pica Beca de vuelta, clavando un dedo en uno de los pies de Chloe para que sepa que se refiera a sus calcetines con renos.

Chloe, influenciada por pasar ocho horas laborales rodeada de niños pequeños, le saca la lengua y Beca responde con un gesto muy suyo: le pone los ojos en blanco, pero con la sombra de una sonrisa en los labios. La pequeña morena relaja su postura, vuelve a apoyar la espalda sobre el respaldo del sillón y dobla una pierna por debajo de la que tiene estirada.

- ¿Qué estás viendo? – pregunta Chloe en voz baja para que su voz no ahogue el diálogo entre los personajes, y se acurruca contra Beca, usando su hombro de cojín.

Las dos ya están más que acostumbradas a esa postura tras meses de convivencia en su nuevo apartamento, y tres años viviendo juntas en la casa de las Bellas. Es su postura. Y al principio Beca siempre se quejaba, mascullando algo sobre el espacio personal y poco respeto; pero eventualmente no le quedó otra que resignarse a que Chloe siempre la usara como cojín porque encontraba su hombro mucho más cómodo.

(La pelirroja se siente orgullosa de saber que no tardó tanto en conseguir romper la resistencia de Beca. Un par de meses máximo. Lo cual, refiriéndose a la DJ, es todo un récord.)

- Juego de Tronos – contesta Beca justo cuando un personaje aparece en pantalla que incluso Chloe, que jamás ha visto un episodio de esta serie por mucho que su mejor amiga le insistió, reconoce –. Por cierto, ¿qué tal tu día? – pregunta la morena.

- Interesante – responde Chloe, algo críptica para no robar la atención de Beca por mucho tiempo –. Oye, me ha llamado mi madre para saber si queremos ir a la casa del lago con ellos el fin de semana que viene. Se prevé buen tiempo y van a hacer una barbacoa.

Beca frunce el ceño, pensativa, mientras probablemente repasa mentalmente su agenda para asegurarse de que no tenga ningún viaje o reunión importante. Al cabo de un rato de silencio y, tras comprobarlo en el móvil por si acaso, emite un sonido de asentimiento.

- Por mí guay. ¿Irán tus hermanos también? – pregunta con una sonrisa.

- ¿Para saber si vas a poder dejarme tirada otra vez para ir a jugar con ellos a la Play? – le pica Chloe. Finge molestia cada vez que esa situación se repite, pero en el fondo le encanta que Beca se lleve tan bien con su familia y se sienta lo suficientemente cómoda como para escabullirse a escondidas para jugar con sus hermanos.

La morena simplemente se encoge de hombros, una sonrisa pícara en los labios, y su atención vuelve a la televisión para no perderse nada importante. Cambia de postura, recolocándose de una forma más cómoda con su espalda en la esquina entre respaldo y brazo del sillón y las piernas en diagonal. La pelirroja se recoloca con ella, adaptándose al cambio con facilidad y pasa a usar su pecho como almohada en lugar de su hombro.

Suspira, contenta en ese momento de calma absoluta después de estar escuchando gritos, llantos, y teniendo que correr detrás de terremotos de cinco años durante todo el día. Además, el cuerpo de Beca desprende un calorcito que es como el abrazo de una madre, y sus dedos están jugando a enredar y desenredar un mechón de su pelo, y poco a poco se va sumiendo en un estado de somnolencia.

Sus párpados empiezan a pesarle y cada vez que los cierra, tarda un poco más en abrirlos. El hecho de no entender qué está ocurriendo, porque nunca ha visto Juego de Tronos y no conoce las tramas ni a los personajes, ayuda bastante a que esté a punto de quedarse dormida.

Hasta que, entre sus pestañas entrecerradas, ve un rostro que le resulta familiar y rebusca en su borrosa memoria para encontrar el recuerdo de esa cara.

- ¡Ey! – exclama en un bostezo cuando se acuerda –. ¿Esa no es la que hace de Tonks en Harry Potter? – pregunta, casi al 99% segura de que tiene razón, pero necesitando la confirmación por parte de Beca de todos modos.

- Ni idea – responde la morena con un encogimiento de hombros despreocupado –. No he visto las pelis de Harry Potter.

Todo su sueño desaparece de golpe, y su exclamación de horror es tan alta que hasta ella misma se sorprende. Se incorpora bruscamente, empujando la mano que está jugando con su pelo con el hombro con tanta fuerza y de forma tan inesperada que Beca no reacciona y golpea el respaldo del sillón con un grave thud.

La morena hace una mueca, prediciendo lo que se le viene encima, pero Chloe está demasiado ocupada juzgando a Beca como para molestarse por ello. La boca abierta de par en par, al igual que sus ojos, parpadea varias veces y sacude la cabeza como si eso fuera a ayudarle a borrar lo que ha escuchado de su memoria.

- ¿Perdona? – grita –. Dime que te he entendido mal.

- Has entendido bien, no he visto las películas de Harry Potter – repite Beca, remarcando todas las palabras con una lentitud casi maliciosa, y con cada una de ellas Chloe da un brinco, porque le está doliendo físicamente. Son como pequeños dardos venenosos.

- Pero, ¿cómo? ¡No tienes infancia si no has visto Harry Potter!

- Sí, si has leído los libros. Cosa que he hecho – rebate Beca con unos ojos en blanco –. Porque son libros, y siempre van a ser mejores que cualquier película.

- ¡Esa regla no se aplica a Harry Potter! – exclama Chloe.

Sinceramente alterada, se levanta del sillón con las manos en el pelo, revolviéndolo. Sabe que está reaccionando de forma que muchos calificarían de exagerada, está reaccionando como una amante despechada que acaba de descubrir el secreto más oscuro de su pareja y no le ha gustado nada. Pero es que ahora mismo, se siente así.

Estas películas han sido una parte tan crucial de la infancia de Chloe que le parece una auténtica atrocidad que alguien que se hace llamar "fan" de Harry Potter nunca las haya visto, aunque sea cierto que Beca ha leído los libros millones de veces – la propia Chloe ha visto los manoseados tomos en su estantería, con sus frases favoritas subrayadas en una mezcla de lápiz, bolígrafos, rotuladores y subrayadores de diferentes colores.

- Lo siento, pero no puedo permitir que sigas sin verlas. Mi mejor amiga no puede no haber visto Harry Potter – dice, tajante, y suena tan incrédula como se siente. No puede creerse que lo que acaba de decir sea real.

Sin dejar que Beca tenga oportunidad de reaccionar e impedírselo, le arrebata los mandos de la tele y el DVD, y apaga Juego de Tronos.

- ¡Ey! – se queja la DJ –. ¡Por lo menos déjame terminar, que solo quedaban diez minutos!

- No, vamos contrarreloj, Bec – niega, abriendo el DVD y cogiendo el pack de las ocho películas que ocupa un lugar privilegiado en la estantería del salón, junto a los siete libros y dos botellas vacías de cerveza de mantequilla que habían comprado para probarlas y conservado porque a Chloe le parecían bonitas. Y porque eran botellas de cerveza de mantequilla. ¿Qué guay es eso?

- Te das cuenta de que es imposible que veamos las ocho películas esta noche, ¿verdad? – pregunta Beca desde su posición en el sillón, resignada a ver Harry Potter porque sabe que con esta Chloe no se puede luchar.

- Lo sé, pero es viernes así que por lo menos a las dos primeras nos da tiempo.

Mete el CD en el lector y carga la película, sonriendo automáticamente cuando escucha la cancioncilla del menú principal. Vuelve a su sitio al lado de Beca, solo que esta vez coge un cojín de verdad y lo abraza en su regazo, sin darse cuenta de la mirada herida que le lanza la DJ porque justo se gira a apagar la luz del salón.

En silencio, escuchan la melodía inicial de la película y empieza la primera escena, en la que se ve a Dumbledore atrapando las luces de las farolas de una calle con su desiluminador.

- Empezamos mal – farfulla Beca, los brazos cruzados y toda la actitud de un niño enfurruñado porque le han mandado hacer algo que no quiere –. Ya se han saltado cosas.

- Bec, es una película. Siempre van a tener que saltarse cosas si no quieren que les dure diez horas.

- ¡Y por eso no me gustan!

Chloe la manda callar y continúan viendo la peli.

- No explican lo de la moto – masculla la morena cuando Hagrid aparece en una enorme motocicleta voladora como si fuera lo más normal del mundo y nadie lo cuestiona.

- ¡Sshh!

- ¿Y el amigo de Dudley?

- ¡Beca!

- ¡Hagrid nunca confundiría a Harry, por favor! – exclama Beca, indignada, cuando el semi-gigante cree que el repelente de Dudley es Harry Potter –. ¡Le reconoció al instante porque se parece mucho a su padre!

Esta vez, Chloe le clava un codo en las costillas y le lanza una mirada fulminante que consigue que Beca por fin cierre la boca con un choque de dientes. Por el rabillo del ojo, puede ver el movimiento de la afilada mandíbula de la morena, tensándose y destensándose cada vez que pasa algo que ella considera frustrante porque es diferente a como aparece en los libros, reprimiendo las ganas de protestar en voz alta.

No dice palabra alguna, aunque cada cosa que le disgusta le arranca un suspiro, o un bufido, y con cada ruido que sale de Beca, se crispan cada vez más los nervios de Chloe.

Hasta la escena del troll durante la cena de Halloween, que parece ser la gota de colma el vaso porque Beca descruza los brazos y agita las manos mientras señala hacia la televisión.

- ¿Pero por qué cambian eso? – exclama, indignada, y se gira hacia Chloe con fuego en sus ojos azul medianoche –. ¡Tiene mucho más sentido como ocurre en los libros! Harry ve a Snape ir hacia el tercer piso, ¡nunca lo habría supuesto solo por una herida en la pierna, si es tan denso que ni se da cuenta de lo que está ocurriendo delante de sus narices el noventa y nueve por ciento del tiempo! ¿Quién se supone que es, el puto Sherlock Holmes?

Sería bastante gracioso ver a Beca así de cabreada, y normalmente Chloe ya se estaría riendo de ella descaradamente, si no fuera por el hecho de que tiene una única regla en su vida, y es que cuando Harry Potter está puesto, tiene que haber silencio absoluto. Le gusta verlas con tranquilidad, con los comentarios estrictamente necesarios y en voz baja, no gritando como está Beca ahora, o con los ruiditos de desdén constantes.

- Bec, te juro por Dumbledore que si no te callas ahora mismo... – amenaza en un gruñido, dejando que su voz se apague sin terminar la frase.

- ¿Qué? – dispara la DJ de vuelta en un claro desafío –. ¿Qué vas a hacer? ¿Lanzarme un hechizo? – alza una mano en el aire entre ellas, apuntando a Chloe con ella, y la agita con un giro de muñeca, en sus labios una sonrisa burlona y sarcástica –. ¡Silencio!

- Eres de lo más insoportable, ¿lo sabías? – bufa la pelirroja.

- Gracias – responde Beca, seca.

Se hace un momento de silencio cuando vuelven a centrarse en la película que ha seguido con su historia mientras ellas peleaban. Los ruiditos de desdén continúan y Chloe puede notar cómo algo dentro de ella se va tensando hasta límites insospechados, tanto que resulta casi doloroso porque hace que hasta el más pequeño músculo de su cuerpo esté en tensión. A la espera. ¿De qué exactamente? No lo sabe, porque pocas veces siente esta sensación.

Y las pocas veces que la ha tenido, el momento en que esa pequeña cuerda en su interior estalla a la mitad y se rompe por no poder seguir soportando la tensión, Chloe estalla con ella. Lo cual suele suponer que se le infla la vena del cuello y sus ojos adquieren un brillo mortal que da miedo, y descubre sus dientes en una mueca agresiva.

Consiguen ver hasta las vacaciones de Navidad sin que ocurra nada, en una falsa paz que está tan cargada de tensión que Chloe casi la puede escuchar estallar con pequeñas descargas eléctricas. Entonces, cuando acaban de descubrir quién es Nicolas Flamel, Beca vuelve a ser incapaz de mantener la boca cerrada:

- ¿Otra vez? ¿Pero por qué cambian las cosas? – espeta –. Lo siento mucho por Hermione, pero ¡no es ella quien descubre quién es Flamel!

- Beca, por lo que más quieras, ¡cállate! – exclama Chloe de vuelta, exasperada.

- Oblígame – reta ella.

Luce petulante hasta que ve que Chloe le toma la palabra literalmente y se abalanza sobre ella. Un grito ahogado muere en su garganta y sus manos hacen un intento de alzarse para repeler a la pelirroja, pero esta las agarra a tiempo y las empuja hacia abajo con el peso de su cuerpo, descendiendo sobre Beca sin piedad alguna.

Solo que, no la acalla como Beca probablemente está esperando.

Porque utiliza sus labios. Y porque la forma en que la morena se tensa bajo ella durante un instante es señal suficiente de que no lo veía venir.

Chloe ataca su boca con sus labios y la fuerza tras su movimiento causa que la espalda y nuca de Beca golpeen contra el respaldo del sillón. Las manos de la pelirroja se alzan de unas muñecas ahora flácidas y las utiliza para encuadrar el rostro de su mejor amiga entre sus largos dedos, inclinando su cabeza hacia atrás para tener un mejor ángulo y poder capturar un fino labio inferior entre sus dientes.

Beca deja escapar un gemido ahogado y por fin reacciona, devolviendo el beso con la misma cantidad de intensidad. Sus manos son como dos aros de hierro que se cierran en torno a la cintura de Chloe y tiran de ella hasta que está a horcajadas sobre las piernas de la DJ, cerniéndose sobre ella de rodillas.

Dedos se cuelan bajo la camiseta de su pijama y están tan fríos en contraste con su piel acalorada que su primer instinto es rehuirlos, pero Beca no se deja frenar y Chloe puede sentir las puntas de sus dedos clavarse en su baja espalda, casi agarrándose a ella como si fuera un salvavidas en medio de una tormenta de mar y la morena se hubiera caído al agua.

Harry Potter sigue de fondo, pero por primera vez en su vida, a Chloe no le importa. Le da absolutamente igual estársela perdiendo, porque ha encontrado una distracción que merece mucho más la pena.

Las manos de Beca se enganchan tras sus rodillas y tiran de ellas hasta que Chloe cae sobre sus piernas, sentada, y su boca sigue el movimiento de forma que su beso no se rompe en ningún momento, aunque el impacto y lo inesperado de ello sí que causa que choquen dientes.

Ríen quedamente, descansando la frente en la de la otra mientras expulsan bocanadas de aire que tiemblan por el agitar de sus pechos, tanto por la risa, como por lo que han estado haciendo. Chloe sigue con sus manos en la mandíbula de Beca, Beca sigue con las suyas en el lateral de los muslos de Chloe, moviéndolas arriba y abajo por la piel expuesta para cubrirla de piel de gallina.

- Te odio mucho ahora mismo – jadea la pelirroja, su boca entreabierta a centímetros de distancia de la de Beca.

- Yo también a ti – musita la DJ antes de evaporar el espacio entre ambas y volver a atrapar sus labios impacientes en un beso abrasador.

Las manos en sus muslos se deslizan hasta su culo, donde se curvan y aprietan, haciendo que Chloe gima.

- Vamos a... – su voz se quiebra cuando la lengua de Beca se cuela en su boca y le roba las palabras.

Es incapaz de recordar qué quería decir, sus piernas tiemblan por las cosas puramente indecentes que está haciendo la lengua de Beca en su boca, porque jo-der, cuatro años de a cappella la han hecho hábil y Chloe es incapaz de pensar, de respirar, apenas puede devolver el beso con la forma en que todo su cuerpo se sacude y ansía, desesperado, lo que está por llegar.

Despega sus labios de los de Beca a duras penas, y dibuja la afilada línea de su mandíbula tras hacer que ladee la cabeza con la mano que, en algún momento y sin que ella fuera consciente, encontró el camino a su pelo. Impaciente, desliza sus manos a lo largo del tentador cuerpo de su mejor amiga y le quita la camiseta. Cremosos pechos sujetos por un sujetador son descubiertos y no puede evitar relamerse.

Desciende sin un instante más de duda sobre el pecho izquierdo de Beca, su otra mano tanteando en busca del broche del sujetador. La morena gime audiblemente y una de las manos en su culo aparece en su pelo para darle un tirón, y ahora es el turno de Chloe de gemir contra un erecto pezón antes de morderlo. Se despega con un último lametón y atrapa los labios de su mejor amiga en otro abrasivo beso, bajando por su mandíbula hasta su cuello. Muerde, chupa y sorbe cada centímetro de piel que pone a sí misma a su disposición con la mano en el pelo de Beca que la fuerza a ladear la cabeza.

Chloe sigue bajando, deja una hilera de besos por una marcada clavícula, por entre generosos pechos que suben y bajan con cada jadeante respiración. Cuando sus labios no pueden descender más, son las puntas de sus dedos las que hacen el recorrido por el abdomen de Beca, sintiendo los saltos de sus músculos bajo su roce.

Sin poder esperar más, cuela una mano en los pantalones de pijama de Beca, tragándose su exclamación de sorpresa y placer cuando aparta sus bragas a un lado y masajea su clítoris con el pulgar. Recorre con sus dedos el sexo de su mejor amiga, sonríe cuando esta alza sus caderas en busca de más.

Introduce dos dedos de golpe, y la cabeza de Beca cae contra el respaldo del sillón como si no tuviera fuerza para sujetarla recta. En cuestión de segundos, el pecho de la DJ se llena de sudor y respira de forma totalmente irregular. A veces parece imposible que le esté llegando suficiente oxígeno, pero las dudas de Chloe se disipan en cuanto su mejor amiga le clava las uñas en los hombros y gime por más, levantando las caderas para facilitarle la tarea.

Chloe vuelve sus movimientos más bruscos y profundos. Siente las paredes de Beca cerrarse sobre sus dedos, y sabe que está cerca. Captura su labio inferior entre los dientes y tira de él, luego vuelve a juntar sus bocas en un beso descoordinado, porque la morena está perdida en un mar de placer que amenaza con tragársela.

Curva sus dedos y observa cómo Beca se desmorona bajo ella, sus músculos se contraen y se estiran sucesivamente con un jadeo ahogado y queda totalmente tumbada contra el sillón, intentando controlar su respiración para que vuelva a un ritmo más normal.

Chloe se muerde el labio, y se lleva los dedos a la boca para limpiarlos. La mano de Beca que ha caído sobre su rodilla se crispa al verla y sus párpados revolotean, luchando contra las ganas de cerrarse.

En la tele, tras ellas, se escucha un grito y ambas dan un brinco. Se les había olvidado al completo que la película de Harry Potter todavía seguía en el reproductor. Se miran, y estallan en carcajadas a la vez.

- Menudo show les acabamos de dar – ríe Beca, ojos brillantes, mejillas sonrojadas y labios hinchados.

Chloe está segura de que pocas veces la ha visto más guapa.

- Entonces, ¿te ha gustado Harry Potter y la Piedra Filosofal o no? – bromea la pelirroja.

Beca se incorpora un poco, lo suficiente para que sus dedos se cierren en torno al bajo de la camiseta del pijama de Chloe y tiren de ella hacia arriba. La pelirroja obedece y alza los brazos, sintiendo la tela deslizarse por su torso desnudo hasta salir por su cabeza, y se aparta mechones cobrizos de los ojos para descubrir la mirada hambrienta de Beca recorriendo la piel expuesta y agradeciendo el hecho de que no lleve sujetador.

- Oh, sí – susurra, su voz ronca, y se relame con una sonrisa torcida –. Me encanta.

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