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By Jupiter_KN

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Hola, hola, hola โค๏ธ

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By Jupiter_KN

"Cinco, seis, date la vuelta"

—Deja de llorar ya —me criticó Keim, entornando la mirada de mi a la puerta cerrada—. Ya lo entendí, no voy a acercarme.

—Muchas gracias —ironicé, limpiando mi rostro—, sería la primera vez.

No dijo nada ante mis palabras. Dejó escapar un suspiro y se apoyó de una mesa a sus espaldas, con los brazos cruzados y la mirada perdida en la oscuridad.

Lo observé por un momento, sin poder salir de mi burbuja flotante llena de pensamientos.

—No puedes ser un ángel —dije, mostrando mis dudas, él apenas reaccionó a mis palabras con un fruncimiento de  cejas—. Tu eres.... —no sabía que decir, él era tantas cosas, ninguna buena, en realidad; era un maniático, un sádico, un enfermo, estaba mal de la cabeza, del alma, de todo—. Tú eres así, todo un desastre. Y ellos son distintos, son buenos, me parece, puros, y seguramente no andan por allí atormentando chicas.

Él simplemente no era una buena persona.

—No sabes nada de ángeles —remarcó, arisco.

—Sé que no existen.

Por un segundo, pareció realmente insultado, y, sin embargo, no dijo nada para defenderse en ese momento.

—Antes no lo era —explicó—, hace unos doscientos años era humano.

—Claro —me burlé—, porque ahora resulta que tienes doscientos años.

—Doscientos veinte, en realidad.

—Por supuesto.

—Morí cuando tenía dieciocho. Esta ha sido mi apariencia desde entonces.

—Claro que si.

Rodó los ojos, como si yo fuese estúpida o retrasada.

—Veamos, ¿por qué no me crees? —y continuó, al ver mi expresión—. Pongamoslo de este modo; si yo fuese otra persona, como Grace. No, Grace no —él lo pensó un poco, y luego añadió:—. Supongamos que soy Jaco, un tipo honesto que no mata ni a una mosca, y te dice «Eh, Elleonnor, resulta que soy un ángel». ¿Le creerías?

—No.

El frunció el ceño. Pensé que la respuesta sería obvia.

—¿Por qué no?

—Porque los ángeles no existen.

Él sonrió con burla, volviendo a apoyarse de la mesa.

—¿Y los demonios si?

—No.

—Y, ¿qué es lo que está pasando aquí ahora?

Tragué saliva, apartando la mirada de él.

—Pasa que alguien trajo a Ether aqui contra su voluntad y tú estás involucrado porque además de loco siempre supe que eras un delincuente juvenil —no me convencía—, supiste que vendría aquí a buscarla y decidiste jugarme una broma con tus cómplices. Uno de ellos se disfrazó y me persiguió.

—Increible —dijo, burlón—, ¿conoces a un humano tan alto y delgado?

—Lo conoceré algún día. En una feria, quizás.

—Que tontería.

—Gracias.

—A este pueblo de mierda ni siquiera viene el circo —y pensó un momento—. La última vez que vi una feria real aquí seguía vivo, tenía quince o catorce años.

Miré alrededor, ya más calmada desde que comenzó nuestra conversación.

En realidad, una parte de mi necesitaba creerle, tanto, que no podía evitar sentir más curiosidad de la debida.

—¿Cómo moriste, según tú? —pregunté, fingiendo desinterés.

Silencio.

—¿Te mataron? Porque quiero felicitar a esa persona.

Silencio. Al parecer, a los seres sobrenaturales les incomodaba responder preguntas personales.

Cuando pensé que no hablaría más, él lo hizo:

—Acercate, quiero mostrarte algo.

Miré su rostro, buscando algo que me inspirara confianza en él. Pero no podía evitarlo. A pesar de no creerle, y a pesar de saber de su locura, no podía evitar confiar en él, en que estaba segura con él, muy sigilosamente.

Me acerqué, separandome de la pared.

—¿Qué es?

Keim levanto la manga de su chaleco, mostrándome su antebrazo izquierdo. Mi corazón se aceleró, y casi me vuelvo a la esquina para alejarme.

Mi vista se quedó clavada en ello, en las venas que se extendían desde su palma, en la piel pálida de su brazo que, recordaba, no había visto antes por su chaqueta y sus camisas de mangas largas.

Keim tenia cicatrices, tal como yo. No, era mucho peor que eso, porque las suyas eran tan antiguas y tan profundas que era espeluznante.

Mis cicatrices eran delgadas, porque, a pesar de todo, yo tenía miedo de lo que pudiera pasarme. Pero esas eran realmente profundas. No podía creer que él se hubiese herido de esa manera.

Acerqué mi mano y toqué suavemente sus cicatrices, y cuando toqué una en el punto exacto sobre su vena, me estremecí. Él no podía estar vivo después de ese corte, profundo, punzante, intencional y verdaderamente necesario. Y supe que había sido así como ocurrió todo.

Él murió de ese modo.

Y él estaba allí, de pie, vivo, aunque roto, porque verdaderamente no era humano.

Un nudo de formó en mi garganta, pero no pude apartar la mirada.

—¿Qué te ocurrió?

Suspiró, cubrió su brazo otra vez y alejó su mano de mi, introduciendo ambas en sus bolsillos. No pude mirarlo a la cara.

—Es porque soy como tu. Eso es algo que no se pudo evitar.

Asentí, sin mirarlo, y me volví hacia la puerta, acariciando inconsciente mis propias cicatrices. ¿Qué tipo de locura había cometido yo para permitirme hacerme algo tan horrible? ¿Qué tipo de locura lo atormentaba a él para permitirse matarse como lo hizo?

Froté mi palma en mi rostro, apartando todos esos pensamientos.

—¿Me ayudas a buscar a Ether?

Él se adelanto, desinteresado, y abrió la puerta para salir antes.

—Era exactamente lo que iba a hacer antes de que llegaras.

.

Keim no me permitía alejarme demasiado, y siempre vigilaba los pasillos antes de dejarme cruzarlo, supervisando siempre alrededor y adelantándose para asegurarse.

—¿Por qué no buscamos más arriba?

—Revisé antes, no están allí —me indicó, mirando seguidamente por un pasillo—. Sólo soltaron a ese demonio al darse cuenta de que los seguíamos.

Su seguiamos, no me involucraba a mi, él estaba allí con alguien más.

—¿Le harán daño a Ethel?

—Mientras no te tengan a ti, todo estará bien para ella.

—¿Por qué?

—Es demasiado complicado.

Casi estábamos cerca de las escaleras que nos llevarían al piso inferior.

Keim miró a nuestras espaldas y tomó mi mano para atraerme hasta estar a su lado. Lo miré fijamente mientras avanzaba, con él sujetandome para no perderme.

Se veía tan serio en ese momento que no podía desconfiar de él. Sin sus usuales insinuaciones y cinismo era un chico totalmente diferente, aunque eso ya lo había descubierto. Parecía incluso algo cuerdo.

Escuché un chapoteo, y ambos bajamos la mirada, encontrándonos con nuestros zapatos pisando un charco en el suelo.

Keim no soltó mi mano, pero levantó la punta de su zapato para observar la sustancia que habíamos pisado. Olía a gasolina.

—Planean quemarlo todo —dijo tranquilamente, después de analizar alrededor.

—¿Por qué?

—Planean matarlas, a ti y a Ether.

No quise preguntar más, el miedo recorrió mi cuerpo entero.

Sólo faltaba un pasillo por recorrer para llegar a las escaleras, y entonces Keim se paró en seco, tenso, con su mirada fija en la oscuridad profunda del pasillo contrario al que tomaríamos.

Lo vi llevar su mano hasta su cinturón, en su espalda, e introducir los dedos allí con cautela. Tenía un arma allí, posiblemente una pistola o un cuchillo..

—¿Qué ocurre?

Frunció el ceño, y alejó nuevamente su mano, relajándose.

—Hay que separarnos —dijo finalmente, volviéndose para mirarme—. Me quedaré aquí y tú irás al segundo piso. No debes dejar que te atrapen. Si encuentras a Ether, o a alguien que quiera hacerte daño; grita, no importa si ellos te escuchan, yo llegaré primero. Si la encuentro yo. Te encontrare a ti.

Aunque estaba asustada de alejarme de él, asentí.

Keim sacó un cuchillo de su chaqueta como si fuese lo más normal del mundo y me la entregó para defenderme. Y nos separamos; Keim hacía el pasillo y yo escalera abajo hasta el piso inferior, caminando sobre la gasolina que rodeaba todo.

.


Me mantuve alerta a cada sonido, vigilando cuidadosamente y revisando las habitaciones que ya había atravesado. Estuve por cruzar por un pasillo cuando escuché un ruido proveniente de éste y tuve que volver a ocultarme.

Había alguien avanzando desde allí, forcejeando y gimiendo por liberarse de alguien más. No tenía que asomarme para saber que era Ether quién luchaba por soltarse.

Miré alrededor buscando algo que me sirviera para golpear, y entonces vi el cartel pequeño sobre mi que indicaba los baños. Empujé la puerta y me deslicé dentro. Recorrí todo con la mirada hasta encontrar un caja de herramientas bajo uno de los lavabos estropeados.

Qué casualidad más tonta, pensé, aunque no me resultaba en realidad tan extraño, el lugar estaba en mantenimiento después de todo.

Había una llave inglesa en la caja, bastante oxidada, la tomé y me dirigí a la puerta para escuchar los pasos que se acercaban. Apreté la llave inglesa en mi mano, nerviosa.

—No te preocupes más —escuché a un chico, con voz extraña; como si su boca estuviese tapada con algo—, encontraremos a tu amiguita y ambas podrán morir tranquilamente. Entonces ya todo habrá acabado.

Escuché a Ether reclamar con su boca cubierta.

—No te dolerá, por lo menos, no demasiado —la consoló, forcejeando con ella para tranquilizarla —. Sólo necesitamos la sangre de tu amiguita sobre la estatuilla y podremos prender el edificio, ya viste toda la gasolina que echamos antes.

Quedé algo desconcertada al oír sobre una estatuilla, recordando la estatuilla que Keim me hizo robar una vez.

Vi la sombra finalmente aparecer por el pasillo oscuro y cerré la puerta bruscamente, haciendo ruido a propósito. Me eché a un lado -del lado contrario del pomo- y levanté la llave inglesa. Si no tenía cuidado, podría golpear a Ether.

Los pasos pararon en seco.

—Dunke, ¿eres tú? —preguntó el chico, dudoso, y luego añadió, posiblemente mirando a Ether—. Te voy a soltar, y si haces alguna tontería o siquiera gritas, voy a romperte el cuello, ¿entendido?

Imaginé que la soltaba, porque escuché los pasos de ella alejarse un poco.

Vi la puerta moverse y por un momento me paralicé, con mis manos sudando frío por el terror. No sabía, a decir verdad, lo que era ese chico, ni siquiera estaba segura de poder golpearlo y causarle verdadero daño.

Tomé aire y tragué saliva para no desconcentrarme y, al ver como se abría la puerta y el chico se asomaba, golpeé con todas mis fuerzas a lo primero que alcancé a ver. Su cara cubierta por una máscara.

Se tambaleó aturdido y se sujetó de la pared, pero no lo dejé incorporarse y volví a golpearlo, enfadada, haciéndolo caer inconsciente al suelo. Ether gritó espantada y se tropezó por la sorpresa.

Pateé al chico hacía dentro del baño y salí, cerré la puerta y le atoré la llave inglesa entre los sujetadores para impedir que abriera.

Me volví hacia Ether, que me miraba desde el suelo, con su respiración agitada. Sin decir nada, tomé su mano y la ayudé a levantarse.

Ella estaba llorando, con toda su ropa desarreglada y sucia por la gasolina y su cabello desordenado. Sin más, me abalancé sobre ella y la abracé con fuerza, todo su cuerpo temblaba, estaba muy fría y respiraba con dificultad, pero pudo rodearme con la misma fuerza que yo a ella.

—No te preocupes, saldremos de aquí —la consolé, temblando igual que ella, me alejé un poco para mirarla y ella bajó la mirada—. ¿Estás herida?

Negó frenéticamente con la cabeza.

—No —murmuró con un hilo de voz.

Miré hacía los pasillos, tomando su mano.

—Tenemos que buscar a Keim.

—¿Está aquí? ¿Vino contigo?

—Es una larga historia —me volví hacia ella—. Ether, ese chico mencionó una estatuilla, ¿no es así?

Ella asintió, confusa.

—¿Sabes dónde está? Es importante.

§

Hola, hola, hola ❤️

Si hay algo que no entienden, ya sea aquí o en los capítulos que vienen, háganmelo saber en los comentarios

P. D: Disculpen los malos dialogos, las malas descripciones y toda la basura de estos ultimos capítulos, pero todo esto lo escribió una mocosa de dieciséis años (yo) y sólo estoy aquí para corregir la ortografía y un poquito de la trama, fin

Chao, chao

Gracias por leer ❤️

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