Snapshots

By raquellu47

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Sustantivo, \'snap- shät\: un vistazo rápido o una pequeña cantidad de información que te dice un poco acerca... More

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Sunday 30th: Pride
Monday 31st: Social Media
BECHLOE WEEK 2018
Saturday July 28: Good Luck Charm
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XIX.
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Wednesday 26 th: Blurred Lines

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By raquellu47

N/A: Lo prometido es deuda, así que hoy os regalo dos capítulos. Espero que os gusten y no dudéis a la hora de dejarme saber qué os parece esto, aquello, o lo que sea. Todo comentario es bien recibido :)

Este capítulo no lo he revisado, así que si hay algún error, lo siento mucho, pero ya estoy algo cansada de mirar letras en la pantalla.

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Resumen: Llevan desde que se conocieron bailando alrededor del fino límite que separa la amistad de algo más. Se tambalean sobre la cuerda, pero sin terminar de saltar a uno de los lados. Y si no fuera porque ya han llegado a un punto en el que es frustrante, porque Chloe está a punto de estallar ya por tanta tensión acumulada, se quedaría en él eternamente.

Pero ahora mismo está jugando para ganar.

Rating: M

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Contraria a la creencia popular, Chloe es bien consciente de que existen límites.

Aunque ella no los tenga, o no tenga necesidad de ellos – por lo menos, eso cree –, sabe que muchas personas necesitan de límites para estar cómodos y sentirse seguros. Se rodean de ellos como almohadas alrededor de una cama en caso de que se caigan. Y no solo las personas. Chloe también es consciente de que todo en este mundo tiene límites: cada interacción social, cada situación, e incluso los objetos y animales.

Así que Chloe sabe que hay límites. Otra cosa es que los respete.

Especialmente porque, para ella, no hay nada más divertido en el mundo que fingir que no sabe de su existencia y pasar sobre ellos como si nada. Los pisotea y empuja. Y si puede romperlos, mucho mejor. Pero siempre con cuidado, siempre alerta a la más mínima señal de incomodidad o peligro para parar lo que está haciendo.

No busca que alguien lo pase mal, sino todo lo contrario. En su opinión, tener límites muchas veces frena a la gente de vivir, les condiciona a la hora de hacer cosas. De modo que Chloe siempre empuja cuando considera que es seguro hacerlo, y si se equivoca, es rápida a la hora de admitir su error y pedir perdón.

Y a pesar de ser una auténtica experta a la hora de jugar con los límites, Chloe solía tenerlo como un simple pasatiempo. Algo que hacía de cuando en cuando al presentarse la oportunidad perfecta y le parecía interesante, excitante. No tenía por costumbre hacerlo a diario.

Hasta que conoció a Beca Mitchell.

Entonces, ese hobbie se convirtió en una auténtica adicción. Algo que Chloe no puede controlar. No puede evitar. Y tampoco es que quiera, si es totalmente honesta. Desde el momento en el que vio a la pequeña DJ con aspecto de perdida en medio de la feria de actividades de Barden sintió una irresistible atracción por ella que iba más allá de lo puramente físico.

Solo una corta conversación le bastó para saber que Beca era diferente a todos los demás. Pudo ver que la morena tenía más límites que cualquier otra persona y la tentación de sobrepasarlos casi cegó a Chloe. Aunque, debe decir que cuando se coló en su ducha de verdad que no tenía ni idea de que era Beca quien estaba cantando, podría haber sido cualquier otra persona, pero tuvo que ser Beca.

Curioso, ¿verdad? ¿Cómo iba a resistirse a ello si hasta el destino parecía conspirar para juntarlas?

Beca se lo pone fácil. Lleva sus límites como una armadura, no se molesta en esconderlos de los demás. No se avergüenza de ellos ni piensa que le condicionen la vida, para ella es un método de protegerse de todo aquello que le puede hacer daño. Y tenerlos así, a la vista, hace que la resistencia de Chloe se desvanezca. Son como grandes carteles de neón con brazos que le pinchan y empujan, suplicando que les preste atención.

Especialmente porque parece que el hecho de que su amistad comenzara con ellas desnudas en una ducha, causó que algunos de los límites de Beca no funcionen en Chloe. Lo intentan, pero la pelirroja sigue empujando y empujando hasta que se rinden y simplemente aceptan que, aunque no les guste, las cosas van a ser así a partir de ahora. Por ejemplo, esa burbuja de espacio personal que Beca tanto menciona cuando alguien está demasiado cerca de ella. Chloe chocó con ella tantas veces, forzó su presencia, se abrió paso hasta dentro de ella; y eventualmente, la burbuja se expandió hasta incluirla, cansada de tener que estar repeliéndola constantemente.

(- ¿Siempre eres así? – pregunta Beca con el ceño fruncido. A pesar de lo brusco de su pregunta, suena curiosa, de esa forma que señala que se ha resignado a aceptar algo, sea cual sea la respuesta que reciba.

- ¿Así cómo? – inquiere Chloe, confundida.

- ¿Siempre estás tan... tan encima de la gente? – aclara la morena, agitando una mano en el aire en un gesto vago.

- Oh – observa su posición tumbada en la cama de Beca con la espalda contra el cabecero y sus piernas cómodamente colocadas en el regazo de la DJ –. Sí – contesta finalmente con un encogimiento de hombros despreocupado.

- ¿Sabes que existe una cosa llamado espacio personal que algunas personas, yo incluida, tenemos y que queremos que lo respeten?

- ¿Y dónde está la gracia en eso? – rebate en un claro reto, esbozando una sonrisa torcida y arqueando las cejas.

- ¿En que es más cómodo para todos quizá? – devuelve Beca imitando su expresión.

- Ya, claro – bufa Chloe, sin poder evitar reírse –. Bec, ambas sabemos que, si realmente no estuvieras cómoda, habrías empujado mis piernas al segundo de que las hubiera puesto – clava suavemente el dedo pulgar de su pie izquierdo en el muslo de la morena para remarcar sus palabras.

- Pero no estaría mal preguntar antes – murmulla Beca, consciente de que ha sido derrotada.

- Mejor pedir perdón que permiso – sentencia Chloe con un guiño, a lo que la morena pone los ojos en blanco y se recuesta contra las almohadas, sus manos sobre las piernas de Chloe que todavía no ha hecho esfuerzo alguno por mover de su regazo.)

Así, Chloe va, poco a poco, rompiendo todos y cada uno de los límites de Beca. A veces lo hace sin querer. A veces simplemente tropieza con algo que le hace tambalearse y se da cuenta de que lo que le ha puesto la zancadilla es un nuevo límite del que no sabía nada al respecto. Entonces, tantea el terreno para averiguar el grado de sensibilidad de ese límite, y más pronto o más tarde, lo traspasa.

Y, a veces, es la propia Beca la que pisa sus límites y ayuda que Chloe pase por encima de ellos sin tropezar. Esos son los favoritos de la pelirroja – por razones obvias.

(- ¡Pero, Bec...! ¡Son tus cascos!

- ¿Y?

- Que no dejas que nadie excepto tú los toque – dice Chloe, ojos muy abiertos por la impresión.

- Eso es una exageración.

- ¿En serio? El otro día casi le arrancas la mano a Amy la Gorda solo por hacer el amago de ir a cogerlos.

- Porque es Amy la Gorda y rompe todo lo que toca. Tú, en cambio, eres de fiar – justifica la morena, agitando los cascos para que Chloe los coja.

- ¿Estás segura? Puedo simplemente conectar los míos a tu ordenador y...

- ¿Quieres coger los malditos cascos, Beale? – insiste Beca, casi en un gruñido, volviendo a agitar los mencionados cascos en el aire entre ambas.

Cuando la pelirroja sigue mirándolos como si tuvieran dientes, la DJ bufa, pone los ojos en blanco, y se inclina hacia delante para colocar los cascos sobre las orejas de Chloe.

- Vale, ahora, a ver qué te parece esto – dice antes de darle al play en su portátil.)

Claro que, tanto jugar tiene sus consecuencias. Y es que no solo son los límites de Beca los que se vuelven borrosos hasta desaparecer, sino que también los de su relación. Porque llevan desde que se conocieron bailando alrededor del fino límite que separa la amistad de algo más. Se tambalean sobre la cuerda, pero sin terminar de saltar a uno de los lados.

Chloe no sabría decir cuándo cayeron en ese limbo, pero puede hacerse una idea. Puede que fuera la primera noche que compartieron cama y forzó a Beca a ser su cucharita pequeña, y ella se quejó, pero sin su vehemencia usual, solo porque habría sido mucho más raro si no lo hubiera hecho.

(- ¿Qué crees que estás haciendo, Beale? – pregunta la DJ, tensa como una tabla de madera.

- ¿Dormir? – responde Chloe fingiendo inocencia a pesar de saber perfectamente cuál es el problema.

- ¿Dormir te convierte en un koala?

- Más bien en una boa constrictor – pica ella de vuelta, apretando su agarre en la cintura de Beca para acurrucarse más contra ella –. Ahora cierra la boca y duerme, es tarde.)

Y este juego de tira y afloja, este limbo en el que ambas se encuentran voluntariamente y del que ninguna de las dos parece tener mucha prisa por salir, es fácilmente una de las cosas favoritas de Chloe.

Es fácil. Es cómodo. Es seguro. Es excitante.

Tiene permiso para ser su auténtica ella, sin contenerse. Puede tocar, puede restregarse, puede ligar todo lo que quiera, de la forma más descarada que quiera, porque Beca se la va a devolver o reaccionará de la forma esperada y estará tan sonrojada que no será capaz de hacer otra cosa que no sea balbucear.

Si empujar límites es divertido, este es otro nivel completamente diferente y superior de diversión. Y si no fuera porque ya han llegado a un punto en el que es frustrante, porque Chloe está a punto de estallar ya por tanta tensión acumulada, se quedaría en él eternamente.

Pero ahora mismo está jugando para ganar.

- Gracias a Dios, Kimmy Jin no está – suspira Beca de alivio nada más abrir la puerta de su habitación y descubrir que está vacía –. Estoy tan agotada que sería capaz de asesinarla si soltase alguno de sus comentarios.

- No entiendo por qué no pides cambio de compañera – ríe Chloe con una sacudida de cabeza.

- Porque somos adultas y convivimos civilizadamente.

La puerta se cierra tras Chloe y sume la habitación en silencio ahora que no escuchan tanto los gritos del grupo de universitarios que ha montado una fiesta en alguno de los cuartos colindantes.

Beca tira su mochila de cualquier forma en el suelo junto a su cama y se deja caer de morros sobre el colchón con un profundo y sentido suspiro. Gruñe cuando su cara golpea el edredón y la gira de modo que descansa sobre su mejilla, mirando a Chloe, que está rebuscando en su mochila para cambiarse de ropa.

Cuando por fin encuentra el pijama al fondo del todo, lo deja sobre la cama de la morena y procede a quitarse el uniforme de las Bellas, que a estas alturas ya es como una segunda piel para ella. Todavía subida en los tacones, dobla el chaleco y la falda antes de guardarlos en su mochila, y procede a desabotonarse la camisa con toda la calma del mundo, sabedora de que Beca todavía no ha apartado la vista.

Cuando la suave tela blanca se desliza a lo largo de sus hombros, dejando a la vista su sujetador y bragas de encaje negro, es cuando escucha el frufrú de que Beca se ha movido. Termina de ponerse el pijama con la sombra de una sonrisa en los labios y, con perfecta puntualidad, la DJ desentierra la cabeza del nórdico.

- Me duele todo el cuerpo – se queja –. Nunca más vuelvo a dejar que Aubrey nos haga hacer un ensayo de dos horas antes de actuar.

- ¿Prefieres que vomite a propulsión sobre el público y jurado? – pregunta Chloe, las cejas arqueadas.

- Sí – asiente Beca sin dudar ni un segundo –. Por lo menos no sentiré que me voy a morir de agujetas.

- Te morirías de vergüenza.

- Sigo prefiriéndolo. Tengo los pies tan hinchados que creo que voy a tener que sacarme los tacones con cincel y marcillo.

Chloe no puede evitar reír ante el comentario de su amiga y se deja caer a los pies de la cama con una sacudida de cabeza divertida. Observa a Beca, tumbada boca abajo en diagonal, con la cabeza girada en su dirección y rostro de estar verdaderamente exhausta; y luego analiza sus pies aún calzados dentro de los negros tacones.

Hasta Chloe tiene que admitir que a ella le duelen los pies una barbaridad, y eso que está acostumbrada a los tacones del uniforme. Beca, por el contrario, todavía está intentando pillarle el tranquillo a eso de bailar sobre unos centímetros extra y normalmente va descalza hasta que tienen que salir a actuar para prevenir que los pies le duelan tanto que no sea capaz ni de andar – ya le pasó en unos ensayos y desde entonces no vuelve a caer en la trampa.

- ¿Quieres un masaje? – ofrece, compadeciéndose de su amiga y del dolor que debe de estar sintiendo.

- ¿Lo dices en serio? – pregunta Beca, tan sorprendida que se alza sobre un codo y se retuerce para poder mirar a Chloe mejor.

- Completamente en serio – promete –. Sé por lo que estás pasando, Alice nos hacía llevar los tacones a todos sitios durante el día entero – tuerce la boca en una mueca ante el recuerdo de la tortura que fueron eso primeros meses en las Bellas –. ¿Por qué crees que Aubrey y yo aguantamos tan bien los tacones ahora?

La morena enseña los dientes en un gesto de dolor solidario.

- Bueno, si insistes... – bromea, aceptando la proposición.

Chloe sonríe ampliamente y se levanta para coger el bote de crema corporal que tiene Beca al lado de todas sus cosas de aseo. Vuelve al colchón, y se sienta con la espalda pegada a la pared, palmeando sus piernas.

- Quizá estés más cómoda si te quitas la falda – sugiere al ver a Beca luchando con el apretado tubo de tela azul para reposicionarse en la cama.

- Tú solo quieres verme desnuda – musita la morena, aunque hace caso y alza las caderas, deslizando la cremallera hacia abajo con una mano antes de tirar de la falda y quitársela.

- Qué bien me conoces – acepta la pulla con una sonrisa torcida y orgullosa.

Beca se quita los tacones con los pies, y estos caen al suelo con sendos golpes secos. Se tumba de espaldas y coloca sus piernas sobre las de Chloe, quien se echa una cantidad abundante de crema en las manos y las pone a trabajar. Extiende la crema sobre la pálida piel de Beca, enrojecida por la presión de los tacones y la sangre que vuelve a circular libremente, y masajea el arco de su pie derecho, clavando los pulgares.

Desliza sus dedos en círculos a lo largo de su empeine y tobillos, y aprieta en la base de cada uno de sus dedos, resentidos por la posición en la que han estado forzados a estar. Le llega un suspiro de alivio de Beca y se muerde el labio inferior para no sonreír, concentrándose en repetir el masaje en el pie izquierdo.

Los movimientos son rutinarios, Aubrey y ella solían masajearse los pies mutuamente cuando por fin se quitaban los tacones y Alice no podía verlas. Chloe sospecha que fue el único motivo por el que no tuvieron que amputárselos después de tan brutal tratamiento.

Su mente divaga, y con ella, sus ojos. Su mirada se desliza de los pies a las largas piernas de Beca – porque, para su poca estatura, la verdad es que sus piernas son bastante largas. Es algo que siempre cruza su mente cuando ve a la DJ en faldas o pantalones cortos, porque siempre le han gustado sus piernas y le llaman la atención.

Sabe que Beca se queja de sus rodillas, del hecho de que están hacia dentro, pero Chloe nunca ha encontrado que ese detalle le robe belleza. Sus músculos son fuertes de horas bailando e ir prácticamente a todos los sitios andando a paso rápido, sus piernas son esbeltas, su piel tersa y adorablemente pálida. Las recorre con su mirada, contando cada lunar, moratón y cicatriz que se encuentra por el camino.

Antes de poder darse cuenta de lo que está haciendo, sus manos siguen el camino marcado por su mirada y empiezan a subir por el tenso gemelo de la pierna izquierda de Beca, a quien se le atasca la respiración y gira la cabeza un poco para poder mirar a Chloe, pero no dice nada.

- Los gemelos se cargan mucho cuando llevas tacones – explica la pelirroja en voz baja.

Beca emite un "hhhmm" y los dedos de Chloe continúan dibujando círculos sobre el músculo, parando un momento para echarse más crema y retomar el masaje en la pierna contraria.

El problema es que ahora que han empezado a explorar, ansían seguir. Y Chloe nunca ha sido buena diciéndole que no a su cuerpo.

Las yemas de sus dedos pasan de presionar, a simplemente acariciar. Largos y suaves trazos sobre piel que se eriza bajo su roce y músculos que se tensan cuando esos mismos trazos comienzan a trepar por el interior de una rodilla hasta el muslo. Chloe se gira ligeramente, doblando una pierna para estar más cómoda cuando sus manos rodean el muslo de Beca y sus pulgares dibujan arcos en direcciones opuestas, aplicando menos presión a medida que avanzan.

La morena dobla su pierna izquierda para evitar que se interponga en el camino de Chloe, y la mirada de la pelirroja salta hacia el rostro de Beca. Azul medianoche le devuelve la mirada, el labio inferior atrapado entre los dientes y las mejillas suavemente coloradas. Desde su posición, Chloe puede ver el momento en el que Beca traga saliva.

Sus manos continúan escalando, ya ni siquiera intenta fingir que está dándole un masaje. Acaricia la piel erizada expuesta ante ella, y con cada arco de su pulgar que se acerca a la entrepierna de Beca, la respiración de la DJ se vuelve más entrecortada.

Y Chloe, sintiendo otra vez el irrefrenable impulso de romper límites, decide romper con ese limbo y dar el salto de fe por las dos.

Usa su pierna doblada para alzarse sobre sus rodillas y empuja la pierna izquierda de Beca para hacer un hueco entre ambas del tamaño perfecto para su cuerpo. Mientras se recoloca, su mano derecha sube por el exterior del muslo de la morena hasta su cadera, donde puede sentir el calor que irradia la piel de Beca a través de la tela de sus bragas.

Su mano izquierda sujeta su cuerpo mientras la derecha sigue trepando, esta vez por el interior de la camisa blanca que Beca todavía lleva puesta por alguna razón que Chloe ahora no es capaz de pensar. Sus dedos acarician los valles y montañas de sus costillas y no se detienen antes de rodear su pecho a través del sujetador.

Los finos labios de Beca se entreabren para dejar escapar un gemido y sus ojos ruedan bajo sus párpados, todo bajo la atenta y hambrienta mirada de Chloe. Vuelve a apretar, la reacción de Beca ahora su nueva cosa favorita.

Siente un tirón en su camiseta de pijama, y cuando baja la mirada, ve el puño de la DJ alrededor de la tela, tirando de ella en la zona de su estómago. Al alzarla de nuevo, azul medianoche, oscurecido como nunca lo había visto, se cruza con ella y por hundirse en ellos, no ve el puño que se cierra esta vez en la pechera de su camiseta y tira de ella bruscamente hacia abajo.

Se desequilibra y cae sobre el codo derecho en la cama, su cuerpo choca contra el de Beca y no puede pensar en preguntar si está bien porque las caderas de la morena se alzan y rozan contra ella. Otro tirón en su camiseta llama su atención y mira a Beca, quien no pierde ni un segundo a la hora de alzar su cabeza de la cama y atrapar sus labios en un beso que ambas se estaban muriendo por dar.

Se devoran mutuamente, tan cargadas de tensión que la posibilidad de ir despacio y con dulzura no pasa por sus mentes. Chloe da un lametón al labio inferior de Beca, que se abre bajo ella para exhalar un jadeo y le da la oportunidad perfecta para deslizarse en el interior de su boca. Danza con la lengua de la morena, y con cada empujón siente el puño cerrado sobre la pechera de su camiseta apretar con más fuerza hasta que la tela estalla.

La espalda de Beca se arquea bajo ella, en busca de algo que Chloe ha estado muy distraída como para seguir proporcionándole. Incómoda por la forma en que la tela de la camiseta y el sujetador limitan sus movimientos, saca la mano e intenta deshacer los botones, pero no ve lo que está haciendo y no tiene intención de dejar de besar a Beca ahora que por fin han empezado, y sus dedos tiemblan tanto que es incapaz de sacar los botones de la tela. Con un gruñido frustrado que surge de algún sito dormido al fondo de su garganta, rompe el beso para sentarse sobre sus rodillas un momento.

Ahora que sus dos manos están libres, agarra el bajo de la camisa y tira de ambos extremos con fuerza. Los botones salen disparados en direcciones diferentes, rebotando por la pared y el suelo, y los ojos de Beca se abren como platos.

- ¡Chloe! ¡Aubrey me va a matar! – exclama, horrorizada.

- No si no se entera – musita Chloe mientras llena el cuello de Beca de besos.

- Esa era mi única camisa – sisea la morena, ahogando un gemido cuando Chloe muerde en la zona de su pulso –, claro que se va a enterar.

La pelirroja rodea la nuca de Beca y atrapa sus labios en un beso que les roba la respiración. Sus manos se deslizan hasta sus hombros y agarran el cuello de la camiseta rota, deslizándola todo lo que puede hacia abajo. La DJ capta sus intenciones y se incorpora lo suficiente como para poder lanzarla al suelo.

- Si quieres podemos seguir hablando de Aubrey – dice Chloe entre besos que caen sobre la ardiente piel del pecho de Beca –, o puedo seguir con lo que estoy haciendo – desengancha el broche frontal del sujetador y no pierde el tiempo, cierra su boca en torno a un erecto pezón. Beca gime y arquea la espalda para conseguir más contacto –. ¿Qué prefieres?

La DJ empuja su cabeza de vuelta a su pecho y Chloe ríe contra su pezón. Muerde y lame la piel expuesta, adorando la forma en que Beca se retuerce bajo ella, la fuerza con la que sus dedos se enredan en su pelo y tiran de él, el brusco y desesperado vaivén de sus caderas en busca de fricción.

Utiliza la mano que no está pinchando el pecho contrario para recorrer los tensos músculos del abdomen de Beca, que saltan y se encogen bajo su roce, tan suave que bordea en cosquillas. Sus dedos se cuelan bajo el borde de las bragas de la morena, que jadea y aprieta su agarre en su pelo por pura anticipación.

El plan era tentarla un poco y luego quitarle la prenda para hacerlo bien, pero en cuanto Chloe roza por primera vez el sexo de la morena y descubre lo empapado que está, pierde cualquier tipo de autocontrol. Se le escapa un gemido y se muerde con fuerza el labio inferior. Comienza a dibujar círculos sobre el palpitante clítoris de Beca, quien lanza sus caderas hacia arriba, llena de desesperación.

Introduce dos dedos en su interior, pasando a masajear el conjunto de nervios con su pulgar, y no se anda con rodeos. Entra y sale de Beca con fuerza, dándole el alivio que tanto necesita lo más rápido que le permiten los cansados músculos de sus brazos. La mano en su pelo empuja su cara de vuelta a los pechos de Beca y Chloe obedece con gusto, mordisqueando y lamiendo todo aquello que se encuentra a su alcance.

Pronto, siente las paredes de Beca cerrarse a su alrededor y aplica más presión en su clítoris, sonriendo ante la retahíla de juramentos jadeados que escapan de la boca de la DJ. Todo su menudo cuerpo se tensa y luego estremece, y Chloe ralentiza su ritmo hasta parar del todo y extraer sus dedos cuando sabe que no le va a hacer daño.

Lame los fluidos que manchan su piel y escucha el gemido que eso arranca a Beca. Sonrojada, con el moño deshecho por tanto moverse, los labios hinchados y el pelo salpicado de manchas rojas, algunas de las cuales mañana serán más bien moradas; Chloe nunca ha visto a Beca más guapa.

Le da un suave beso en los labios y sonríe cuando Beca agarra su mejilla para prolongarlo.

Romper límites nunca ha sabido mejor.

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