Déjame amarte.

By MssRise

9.3M 421K 31.1K

Una chica difícil. Un secreto. Una desgracia. Un chico arrogante. Un secreto. Una casualidad. Obra registra... More

Nota de la autora
Siempre juntas.
Es un adonis.
Perfecto
Aguafiestas
Otra vez
Como siempre
Tal para cual.
Corina. Parte 1
Corina. Parte 2
Coma
Yo no hago nada por obligación
No me fío de ti
No quiero tu compasión
Vuelve pronto
Supongo
Tengo toda la noche
Paso
Diferente
Cadenas
Amigos
No pares
Demasiado buena
Are you gonna be my girl?
Dilo
Entonces no importa
Iniciales
Reencuentros
Eres mía
La canción del miedo
No me odies
No podía dormir sin ti
Es ella
Juguete roto
Déjame
Quédate conmigo
Nosotros
Siempre
Loca
Tomás
En toda mi vida
Te he echado de menos
Hagamos el amor
Siempre quiero más
Mi sonido favorito
Martina
El azul
Sigo muy enfadado
Bailaré contigo
No me hagas esto
Quiero verte
Está loco por ti
¿Quieres jugar?
Valdrá la pena.
Te quiero
Extra
Nota/Aviso
NOTA IMPORTANTE

"Siempre tu amigo"

206K 8.1K 971
By MssRise

Me despierto enredada entre las sábanas, no me cuesta recordar el día anterior. Siento esa sensación de anticipación e impaciencia en la barriga igual que en la mañana de navidad cuando eres pequeño. Pero cuando abro los ojos no veo lo que esperaba ver; no hay nadie en la cama conmigo, no puedo evitar sentirme decepcionada y caigo de nuevo contra el colchón. Esperaba encontrar a Alex allí. A Alex abrazándome. Qué ingenua que soy, Dios mío. El sol se cuela por la ventana, no tengo ni idea de la hora que debe ser, decido levantarme y me siento en la cama, mirando el resto de la habitación, el sol calienta mi espalda y se siente agradable.

¿Qué pasaría ahora? ¿Me llamaría? ¿Volvería a besarme o simplemente había sido para él una noche para divertirse? ¿Por qué se había marchado? Y lo más importante, ¿cuándo lo había hecho? Me estaba empezando angustiar, no me había prometido nada, no había exigido nada tampoco. Sabía que confiaba en él, pero no si podía hacerlo. De momento no me había fallado. Suspiro y justo me doy cuenta de que, en la pared de enfrente de la cama, esa plácida pared de la cual soy fan número uno, hay algo amarillo.

Entrecierro los ojos y me levanto en seguida dirigiéndome allí. Hay algo escrito en un post-it amarillo.

"Lamento haberme ido justo en la mitad de tu sueño, estaba muy, muy interesante. Te juro que quería quedarme para seguir viéndote babear, pero he tenido que irme. Te llamaré para explicártelo luego.

Siempre tu amigo, Alex".

No puedo evitar sonreír encantada. Dios, como fastidia leer la palabra "amigo" viniendo de él. Claro que yo soy la primera que la usaba, y claro que ha querido tomarme el pelo poniéndola, pero fastidia igualmente.

La opresión que sentía en el pecho se ha ido un poco, al menos sé que se ha tenido que ir por alguna cosa especial, no porque se hubiese levantado y hubiese querido irse. Y además había tenido el detalle de escribirme una nota para que no me preocupara.

Lo de ayer noche había sido... increíble. Increíble se quedaba corto. Había algo en mi interior, algo increíblemente irracional que le creía y confiaba en él de una manera casi ciega; pero había otra parte un poco más pequeña que desconfiaba de Álex. Odio los rumores, porque me he visto involucrada en ellos, pero hay tantos de él...

Me había dicho que era diferente, pero lo que no tenía claro es si eso se lo decía a todas. Si simplemente hacía un papel o si simplemente lo decía de verdad. Miro otra vez el papel pegado en mi pared favorita e intento decirle a mi parte desconfiada que, si está mintiendo, está haciéndolo muy bien.

De repente mi móvil suena, corro hacia él y veo un número desconocido para mí.

— ¿Sí? — intento que mi voz suene despreocupada.

— Soy yo, ¿te he despertado? — pregunta él al otro lado de la línea.

— No, me acabo de despertar.

— Juro que he esperado todo lo que he podido para llamarte. — dice bajando la voz, y yo sonrío.

— ¿Dónde estás? — pregunto recostándome entre los cojines sintiéndome como una niña de catorce años.

— En la casa de mi tía. — dice él. — Han tenido un problema y me han llamado. Siento haberme ido.

— No es nada. ¿Están bien?

— Si... — dice él no muy convencido.

— ¿Y tú?

— Si. — dice más convencido. — Estoy muy bien. — Hace una pausa. — Elena... — empieza.

— ¿Sí?

— Sé que igual debería esperar un poco más, pero ¿pensarías que soy un loco obsesionado si te digo que necesito verte otra vez?

— No, un loco no. — digo yo y él ríe. — No te hubiese pedido que te fueras si te hubieras quedado. — digo ahora en serio.

— ¿Eso es un "estoy loca por ti y quiero estar contigo"? — se mofa de mí.

— Solo lo primero. — bromeo y noto como él sonríe al otro lado del teléfono. Elena, ¿qué estás haciendo? me digo a mi misma.

— Está bien, me daré prisa en terminar... esto.

— Más te vale. — digo y colgamos.

Sonrió para mí misma unos minutos mientras miro el techo. Vale, vale, vale. Tengo que coger aire. Voy a ver a Alex otra vez y eso me pone especialmente nerviosa. Cojo un conjunto de ropa interior y dos toallas y me meto en el baño. Me doy una ducha rápida lavando mi pelo con mi champú favorito de melocotón. Me deja el pelo fresco y con un olor cítrico que me encanta.

Tengo una crisis de armario por un momento, pero al final opto por unos pantalones vaqueros ajustados y una camisa de tirantes blanca. Llevo una chaqueta fina encima porque hace algo de frío. No es que espere que vayamos a ir a ningún sitio, por mi podíamos quedarnos en esa cama el resto del día. O el resto de nuestras vidas. Como él prefiriese.

Me lavo los dientes a conciencia y peino mi pelo rápidamente. Doy vueltas por la habitación sin saber qué hacer hasta que llegue. Sé que entrará por la ventana como las últimas veces, pero ¿qué debía estar haciendo yo entonces? ¿Leer? Lo intento, pero las palabras carecen de sentido, y me quedo sin saber si la chica al final se queda con el chico malo, pero e irresistible. Una buena historia sin duda que debería leer. Aunque no sé si la estoy viviendo.

¿Qué haría cuando él apareciese? ¿Sería incómodo? ¿Tendría que mantener una conversación banal de "hola, ¿qué tal?"? ¿Me haría algún comentario gracioso pero incómodo? Estoy moviendo mi pie a una gran velocidad, impaciente, sentada en esa cama que ahora me parece muy incómoda, cuando de repente oigo un ruido detrás de mí. Me giro en seguida con el corazón a mil y una sonrisa se dibuja en mi cara al mismo tiempo que en la de él. Entonces, sin si quiera pensarlo, veo que tengo delante la clave de todas mis dudas que, al mismo tiempo, hace que desaparezcan.

Me sorprendo a mí misma de la sensación de protección, confianza y comodidad que siento al verle. Como si llevásemos haciendo eso años, y no días. Cruzo la habitación en dos grandes pasos y él suelta las bolsas que lleva consigo justo cuando nuestros cuerpos impactan y nuestros labios se unen. Me rodea con sus fuertes brazos pegándome a él y yo enrollo mis brazos alrededor de su cuello mientras muevo mis labios contra los suyos. Vaya, sí que era fácil. Tanto pensar en qué pasaría para esto. No puedo evitar seguir sorprendida. Pero disfruto del momento, con él.

— Vaya, — dice él cuando nos damos un respiro. — esto sí que son buenos días. — "Ahí va el saludo" pienso. Tal como había pensado, pero al contrario de lo que creía, no es para nada incómodo.

— Buenos días. — digo yo besándole de nuevo sin poder resistirme a sus suaves labios.

— Sí que estás loca por mí, sí. — bromea él sonriendo en mis labios, devolviéndome el beso. "Y ahí el comentario gracioso" pero de nuevo, para nada incómodo.

— Y tú no. — le reto mirándole mientras le sonrío y levanto una ceja.

— Yo sí. — corrige él haciendo desaparecer su sonrisa y besándome otra vez. — ¿Has desayunado? — pregunto acariciando mi cara, entrecierro los ojos.

— No.

— Estás de suerte. — dice él cogiendo las dos bolsas con una mano y mi mano con la otra libre. Vamos hasta la barra de la cocina. — La panadería ha venido a tu casa.

— ¿Por qué has comprado tanta comida? — digo sacando la comida de las bolsas con los ojos abiertos sorprendida por todas las cosas que hay. Hay cosas saladas y dulces. Desde dos bocadillos, hasta una bandeja de pasteles. Tarta con mermelada, coca de verduras. Dios, tengo comida para un mes.

— No sabía qué te gustaba. Así que decides tú, yo observo y aprendo.

— Estás loco. — declaro.

— Era algo serio Elena. — dice él mirándome fingiendo seriedad. — "Le llevaré algo dulce, pero ¿qué? ¿Algo con chocolate? ¿Con mermelada? ¿Con crema? Mejor algo salado, pero ¿43qué? ¿Algo con verduras? ¿Atún? ¿Una empanadilla?" Es algo muy duro. — yo rio.

— Me gusta el chocolate. — digo señalando la tarta de chocolate y las magdalenas. — Pero la mermelada me vuelve loca. — digo mordiéndome el labio mirando la tarta de queso y mermelada.

Él me mira sonriendo y coge el trozo de tarta, lo acerca a mi boca y yo doy un mordisco manchándome de mermelada los labios, sonrío mientras me limpio con la servilleta. Él me mira sonriendo y se le forman arrugas alrededor de sus ojos.

— Esto es lo mejor. — dice él girándose a las bolsas. — Café. — Dice tendiéndome un vaso cerrado con café humeante. Sonrió tragando el trozo de tarta y lo cojo. — Sabía que acertaría al menos con esto. — dice él.

— Gracias Alex, no hacía falta... — digo de pronto algo turbada por todo lo que hace por mí.

— Sí que hacía falta, — dice acercándose a mi cogiendo mi cara con sus manos. — Nada es suficiente. — dice él y yo cojo su camiseta con mis manos y le atraigo hacia mí para besarle. — Creo que a mí también me vuelve loco la mermelada. — dice en mis labios y yo sonrío.

— ¿Qué quieres que hagamos hoy? — digo aun siguiendo muy cerca de él.

— ¿Me pides qué quiero que hagamos hoy? — pregunta él mirándome divertido. — ¿Qué ibas a hacer tú? — dice cambiando la pregunta.

— Tenía pensado empezar un trabajo, ir a bailar. Ya sabes, aprovechar el día.

— ¿Y yo? — dice alzando una ceja.

— Tú no entrabas en mis planes. No entrabas en mis planes para nada. — digo suspirando. — Has aparecido así, tan de repente... — digo, y sé que él sabe que no me refiero a hoy.

— ¿Yo? Tú eres la que ha aparecido en mi vida de sopetón, la que lo ha puesto todo patas arriba. — me acusa.

— Dejémoslo. — digo alejándome de él. Ahora estoy enfadada conmigo misma por lo que estoy pensando. Porque lo que estoy pensando no es nada bueno, ni para él, ni para mí, ni para nadie.

— Lo siento. — dice él cogiendo mi mano. — Creo que lo has interpretado mal. — dice.

— No, — digo yo. — Lo he entendido. Dame un segundo. — digo dándome la vuelta. No es por su comentario. Necesito solo un segundo.

Normalmente, en esos casos, la gente me deja, deja que lidie con mis demonios interiores yo sola. Siempre. Todo el mundo, hasta Corina. Saben lo que me gusta estar sola, y que, si necesito dos minutos para poner las cosas en orden, los necesito sola. Y la gente lo respeta. La gente me deja sola esos dos minutos. Entonces, estoy mirando el fregadero respirando, procesándolo todo cuando Alex coge mi brazo y me gira pegándome a él. Me rodea completamente con sus brazos abrazándome, yo me quedo inmóvil por un segundo, desconcertada pero luego le abrazo apretándole a mí. Y creo que es la primera vez que abrazo a alguien de verdad. Siento que es la primera vez que sé lo que es un abrazo. Alex, me dice que me apoya en silencio, y ha hecho lo que nadie nunca: ha roto mi espacio de dos minutos, se ha metido conmigo en la burbuja en la que lidio con los problemas, normalmente sola. Pensaba que le apartaría, que incluso me enfadaría, pero me doy cuenta de que quiero que esté ahí dentro; que le necesito ahí dentro. Ni siquiera sabe por qué me he puesto así y me apoya incondicionalmente. Sin preguntas.

— ¿Quieres que me vaya? — susurra aun abrazándome.

— No. — digo de inmediato. — No te vayas. — digo pegándole más a mí y hundiendo mi cara en su hombro.

— No me voy a ningún lado. — dice él. — No, hasta que tú quieras que me vaya.

Cuando creo que ya han pasado mis dos minutos, me despego de él. Ha sido rápido con él a mi lado, pero su abrazo se sentía tan bien, que me he quedado más tiempo del que necesitaba. Él me sonríe y besa mis labios suavemente una vez.

— Iremos donde te apetezca. — dice él. — Puedes ir a bailar, yo te esperaré. — dice y yo rio apartándome de él.

— Ni hablar, ya te dije que no. — le recuerdo. Él se acerca por detrás y envuelve sus brazos en mi cintura, roza mi cuello con sus labios.

— Por favor, estoy muy, muy intrigado. Ya sabes que me gusta lo difícil. — murmura sensualmente.

— Ya te dejé ver como tocaba el piano. — gimoteo.

— Y no imaginas lo que me gustó. — susurra él haciendo que se me ponga la piel de gallina. Sonrió en su abrazo, ¿me estoy planteando que me venga a ver? Suspiro. — por favor. — dice de una manera que no me puedo resistir. Aunque me hubiese dicho que me pusiera desnuda en medio del campus a bailar la macarena hubiese aceptado.

— Está bien. — digo débilmente noto como se proclama vencedor. — pero dudo que pueda hacerlo. — le advierto.

— No importa. — dice él besando mi cuello de nuevo.

— Vale, tienes que parar de hacer eso todo el tiempo o te juro que mi cordura va a fallar en cualquier momento. — le advierto él ríe en mi cuello.

— Está bien, te quiero cuerda. Al menos uno de los dos tiene que estarlo. — dice soltándose y apartándose de mí. Coge uno de los bollos rellenos de crema y le da un mordisco.

Pasamos parte de la mañana riendo y hablando. Noto que está ligeramente más distante y aunque me besa y abraza como antes intenta parar los besos que yo intento alargar.

A las doce vamos en su coche hasta el sitio donde bailo. Estoy nerviosa. Sé que no voy a ser capaz de hacerlo, pero está tan ilusionado con verme bailar que no le voy a privar de hacerlo. Entramos en la gran sala de baile rodeada de espejos. Él sostiene mi bolsa. Me quedo mirando la sala, imponente. Nada más verla quiero comenzar a bailar, pero está el chico de mi lado, que es algo que me supera. Él me mira sonriente a través del espejo. Suelto un bufido y le arrebato mi maleta.

— Te odio. — digo desapareciendo.

No hay nadie en el salón, como me ofrecí a ayudar en las clases de las niñas pequeñas, Madame Louboit me dio unas llaves, confió en mi muy rápido, yo no lo habría hecho.

Me pongo las medias negras no muy tupidas y encima el body negro de manga tres cuartos con la espalda al aire. Recojo mi pelo en una cola alta y suspiro en el espejo. Ese conjunto es algo atrevido para lucirlo en una habitación con el chico que está robando mi corazón. No puedo evitar darme cuenta que en mi rostro hay algo nuevo, una sonrisa que antes no estaba y que ahora me cuesta esconder. Pongo detrás de mi oreja un mechón que se ha escapado, impaciente. Las mayas negras cubren mis largas piernas de bailarina, siento la necesidad de taparlas con algo más. Respiro y salgo entrelazando mis dedos nerviosamente. Él estaba mirando la lista de música hasta que aparezco y clava su mirada en mí. Sus ojos se abren ligeramente cayendo de pronto por mi cuerpo en una mirada lenta y hambrienta. Vuelve a mis ojos y me sonríe.

— Maldita sea. — maldice en voz baja acercándose rápidamente hasta mí. — No sabía que ibas a aparecer así. — susurra en mi oído, me estremezco.

— Es el vestuario de las bailarinas Alex. — digo sonriendo.

— No creo que a ninguna le quede como a ti. — dice él mirándome con deseo. Eso me hace feliz, saber que me desea. Tengo ganas de abalanzarme sobre él y besarle.

— Acabemos con esto. — digo rodando los ojos haciéndole saber que esta situación me molesta, pero sé que él disfruta con esto. Ríe entre dientes. Voy a la barra y él vuelve a los CD.

— ¿Qué quieres bailar? — me pide él.

— No sé bailar bien, es solo un hobby— advierto. — Me sé todas las coreografías de esa lista. Así que elige. — digo encogiéndome de hombros.

— Elige tu favorita. — me pide él. Atravieso la sala y me acerco a él para buscarla, le noto respirar muy cerca y posa su mano en mi cintura, demasiado bajo. Con esa tela todo se nota por duplicado. Ignoro el escalofrió no lo ha hecho adrede, está mirando mis manos moverse entre los CDs, sonrío sin quererlo mientras sigo buscando.

— Esta. — le tiendo el CD.

— ¿Dónde quieres que me ponga para no molestarte? — dice, me giro, tiene una sonrisa y los ojos un poco apagados. Eso me desgarra el corazón, no quiero que piense que en realidad me molesta. O que lo hago por él y me siento obligada. Me acerco a él y cojo su cara con mis manos.

— Donde tú quieras. — digo en voz baja. — jamás he bailado para nadie ni delante de nadie. Así que más te vale ponerte en primera fila y mirarlo bien. — digo suavemente y besando sus labios. Él me sonríe en mitad del beso mientras me separo.

— ¿Nunca? — dice él sonriendo.

— Nunca, mi profesora fue la única. Y porque tenía que enseñarme, una vez aprendía me deshacía de ella como podía y practicaba yo sola. ¿Entiendes ahora por qué estoy nerviosa? — digo y para dar más dramatismo a la situación, cómo no, mi voz tiembla ligeramente al final de la frase. Genial, perfecto. Justo lo que quería. Él me sonríe tiernamente.

— Soy mejor persona. — dice él, ve la extrañeza en mi mirada y aclara. — Me preguntaste por qué me empeñaba en llevarte al hospital yo. — aclara. — Me gusta estar contigo, me haces ser mejor persona. — dice. — Además— mira mis labios. — eres perfecta en todos los sentidos y eso me encanta. — Contengo el aliento, está susurrando muy cerca de mi boca. — crees que ayer era mi día de libertad, crees que te llevaba al hospital como si de una obligación se tratara. Pero que no me dejaras ir contigo ayer me volvió loco toda la tarde, pensando que estarías con Tomás. — hace una mueca.

— Alex. — susurro mirando sus preciosos ojos. Me está debilitando con sus palabras, si no para, pronto tendrá otro pedazo de mi corazón.

— La noche del accidente. — recuerda él. — Tú dijiste que creías que era buena persona. — dice él riendo. — Creías que era buena persona simplemente porque te había llevado hasta allí para ayudar a mi amigo. Pero al hacerlo, no sabes que estaba siendo una de las personas más egoístas de este mundo. Cuando Óscar me llamó para decirme que necesitabas mi ayuda me faltaron piernas para correr hacia ti. Estaba siendo egoísta Elena, no pensé en tu amiga, ni en Óscar, solo quería pasar tiempo a tu lado. Aunque luego te dijese que era Tomás el que te llevaría al hospital por él mismo, porque estaba siendo egoísta porque te quería, en realidad estaba siendo hipócrita, porque era exactamente lo que hacía yo. — acaricia mi cara con su mano mientras me mira fijamente. — No eres la única que está sufriendo las primeras veces Elena. Me estás estrenando y llevando por sitios totalmente nuevos para mí, en los que voy totalmente a ciegas y tú eres la que me guía. Estoy asustado, hasta que te veo. Entonces se pasa. Confió en ti. — dice estas últimas palabras claras y directas. Vale, estoy a punto de llorar. Algo se ha desgarrado dentro de mí, creo que es un trozo de mi corazón que acaba de arrebatarme.

— Yo también confío en ti. — digo intentando que suenen claras, pero mi voz se quiebra y él me lleva hasta sus labios. Los muevo insistentes contra los suyos y suelto un gemido que suena como un sollozo. Es el primer beso en el que tengo miedo de verdad. El primer beso en el que tengo miedo de perderle. El primer beso que sé que no quiero que sea el último. El primer beso que sé que, si se va, no voy a ser la misma nunca más. Y eso me aterra, que tenga tanto poder sobre mí, pero no puedo evitarlo. Mi corazón es cruel y ha elegido. Nos separamos y el atrapa una lagrima que se ha escapado. — Voy a bailar. — susurro.

— Bien. — me dice él sonriendo. Me suelta al fin de su abrazo robándome un último beso.

Continue Reading

You'll Also Like

277K 13.1K 37
#13 en acción el 25/1/2016 ¿ Que pasaría si estas 1 año con la persona que odias pero a la vez amas ? Errores de su pasado que ella no debía de habe...
1.2M 56.8K 53
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...
10.3K 988 36
Segundo libro de la tetralogía "Fragmentados" |EDITANDO| Después de que las verdades liberadas fueron descubiertas, Elizabeth tendrá que enfrentarse...
1.6K 90 18
Katherine es una joven atormentada por la culpa desde que su padre falleció en un trágico accidente cuando ella tenía quince años. Aferrada a su dolo...