El azul

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Estoy delante del armario y no tengo ni idea de qué ponerme. Me muerdo las uñas, nerviosa. Ya conocía a su familia, maldita sea, pero el hecho de pensar que iba a estar en una fiesta tan íntima para ellos no dejaba de ponerme histérica. Además, iba a ir la hermana del marido de Águeda, y por tanto también del padre de Alex, y sus dos hijos; sus primos. Y a esos no los conocía. Cuando la tía Águeda me había llamado esa mañana para ver cómo estaba, me había advertido sobre esa gente y no de una manera bonita cosa que no ayudaba a que me relajara. Escribo un mensaje a Alex.

"Ya estoy en casa. Tengo crisis de armario, ¿cómo se supone que debo ir vestida?"— le doy a enviar y me desplomo en la cama, antes de haber caído ya tengo respuesta.

"No vayas vestida". — contesta y yo sonrío, pero pongo los ojos en blanco de inmediato porque no me está ayudando. A los dos segundos me llama.

— Así que no sabes qué ponerte. — dice con voz sensual.

— Ni la más mínima idea. — digo mirando los dos vestidos que tengo como último recurso.

— Es un asunto muy grave Elena, ¿te das cuenta de lo importante que es eso? — se mofa.

— Imbécil.

— Sí, insúltame, desahógate, estarás pasando por mucho estrés. — río.

— Alex. —me quejo como una niña pequeña. — ¿Quieres ayudarme? Solo dime si tengo que arreglarme o no.

— Pues no sé, nena. Cualquier vestidito de esos que tienes, así cortito y...

— Alex...

— Vale, vale. —dice y suspira. — Él azul.

— El azul. — repito yo.

— Sí.

— No sabes qué vestido es. — le recrimino.

— Pero hay uno azul, ¿verdad?

— Si.

— Pues ese, — concluye. — Me gusta el azul en ti.

— Definitivamente eres idiota. — río. — Vale, el azul. Pero es de salir. — advierto.

— ¿Eso quiere decir que es corto?

— ¿Por qué estás tan salido? — pregunto cogiendo el vestido azul y observándolo.

— Porque quiero verte ya. — gruñe.

— Pues si llegas pronto, puedo esperarte antes de vestirme. — digo con voz sensual. El emite un gruñido gutural.

— No voy a poder llegar antes de las ocho. — se lamenta.

— Pues entonces lo siento, no vas a arruinar mi maquillaje y mi vestido. — sonrió. Me encanta estar así con Alex.

— Bueno. — suspira. — la noche es larga. — dice maliciosamente.

— ¿Qué estás haciendo ahora?

— Estoy yendo a buscar a la prima de Óscar al aeropuerto. — explica. — Ha llegado hoy y él no podía ir.

— ¿Y Fede? —pregunto ignorando el retortijón de mi barriga.

— Ya le he dejado en casa. —dice rápidamente.

— Pues te dejo, sabes que no me gusta que conduzcas y hables por teléfono.

— He parado para hablar contigo. — miente y me imagino su sonrisa.

— Mentiroso. Hablamos luego. — digo.

— Hasta luego nena. — dice antes de colgar.

Observo el vestido una vez me lo he puesto. Es un vestido ajustado y corto de manga tres cuartos y de color azul oscuro. Por delante no es nada escotado, pero tiene una fina capa de tul transparente en la parte del cuello. Por detrás tiene la espalda al aire en la que se cruzan dos tiras, del mismo color del vestido, juntándose entre mis dos omoplatos. El collar que me había regalado Alex se ve vagamente por debajo de la tela del tul, pero tampoco me lo quito. Quiero llevarlo conmigo.

Déjame amarte.Where stories live. Discover now