Ciudad de vicio || Jerrie

By makeitrealJT

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Si no puedo ser tu amor, seré tu vicio- Jade More

Cap 1
Cap 2
Cap 3
Cap 4
Cap 5
Cap 6
Cap 7
Cap 8
Cap 9
Cap 10
Cap 11
Cap 12
Cap 13
Cap 14
Nota
Cap 15
Cap 16
Cap 17
Cap 18
Cap 19
Cap 20
Cap 21
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Cap 23
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Cap 25
Nuevo one-shot
Reparto
Cap 26
Cap 27
Cap 28
Cap 29
Cap 30
Cap 31
Cap 32
Cap 33
Cap 34
Cap 35
Cap 36
Cap 37
Cap 38
Agradecimientos
Aclaracion

Cap 39 FINAL

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By makeitrealJT


-"no juegues con eso Ace, no estoy de ánimos para tu humor"- gruñe el hombre.

-"juego? Yo no juego señor... fue entretenido trabajar con usted, sus misiones eran divertidas, pero se tornó aburrido. Creo que seguiré sólo con lo que quiero"- entonces el hombre comprendió que no era una extravagancia más del pelirrojo y frunció el ceño.

-"Tú no tocarás a mi hija, demente... eres un..."- dijo sacando el arma que guardaba tras su chaqueta, pero no contó con que el pelirrojo ya estuviera lo suficientemente cerca para quitarle el revólver y tomarlo de sus ropas.

-"buenas noches señor... yo mismo cuidaré a su hija, como me lo pidió"- y sin dejarle hacer nada lo golpeó y azotó en la pared donde estaba la puerta, dejándolo inconsciente.

Entonces voltea a la morena, quien estaba aun amarrada, mirando con confusión y algo de temor la escena. Sabía que ser el blanco de mira de un hombre como ese, no era nada bueno. Retrocedió un par de pasos, aun maniatada, pero el hombre la alcanzó sin siquiera esforzarse.

-"ah... es una pena matar una belleza como usted"- sus palabras no pueden hacer otra cosa más que poner, inevitablemente, nerviosa a la chica.

-"suelta... suéltala"- escuchan ambos a un lado, la rubia aun está aturdida en el suelo por las descargas.

-"no, es necesario. Esto lo hago por ti pequeña"

-"estas... loco"

-"jajaja....y otra vez con ofensas inútiles. Pero es enserio, todo esto es necesario para terminar tu formación. Eres más especial de lo que crees"

-"de que hablas?"- pregunta sin entender

-"sin ella podrás desarrollarte mejor como persona, y así lograr realmente tu libertad y no tener límites. Estas tan cerca, eres casi perfecta... si la señorita Thirlwall desaparece, podrás estar completa"

-"lo que dices no tiene sentido"- dice la chica al hombre a su lado, con el ceño fruncido.

-"jajaja... sabía que alguien como usted no lo entendería. Simplemente usted no pertenece a este mundo, usted no ve más allá de lo que sus padres o una academia le enseñe. Es un producto de la sociedad. No es capaz de cruzar esa barrera que la separa de lo que Perrie podría llegar a ser. Dígame, porqué no me disparó cuando tuvo la oportunidad? Después de todo me quiere ver muerto, no?"- sonrió ante el silencio de la chica. –"... no se atrevió porque no podría vivir con el hecho de que asesinó a alguien con sus manos, a pesar de que yo lo merecía. Se reprimió usted misma"

-"y que hay si no quiero ensuciarme las manos con una basura como tú?"- el pelirrojo rió ante el enojo.

-"eso quiere decir que se ha auto convencido al no atreverse, usted misma se pone límites ante sus propios deseos, y prefiere vivir dentro de ellos, sin osar romper uno. Como toda persona que camina dentro de una jaula, a pesar de tener la llave para salir. Común y corriente"- entonces el hombre bruscamente la toma del pelo y la acerca a él lo más que puede, repentinamente con el ceño fruncido. –"... pero Pero no es así, sino todo lo contrario, ella vive fuera de esa ridícula jaula, camina con libertad... y todo iba muy bien hasta que tú te apareciste"

La chica se mantenía seria, mirándole desafiante a los ojos, aunque por dentro estaba muerta de miedo. Esa mirada maquiavélica demostraba que todas esas palabras eran por algo. Él tampoco tenía límites, cualquier cosa podría hacerle. Mientras, la rubia permanecía aun aturdida, veía borroso, pero escuchaba todo perfectamente.

-"deja... a Jade... fuera... fuera de esto"- dice con dificultad desde el suelo, revolcándose levemente para tratar que sus músculos respondan, pero aun no funcionan.

-"no... que no lo ves? Ella te ha hecho débil. Desde que entraste en este mundo nunca habías cometido algún error, tu trabajo era pulcro y sin ningún cabo suelto. Pero desde que la secuestraste comenzaste a decaer. Te dejaste atrapar, humillar, caíste en trampas que antes jamás caerías, arriesgaste estúpidamente tu vida por rescatarla... e incluso te dejaste estar a merced de la muerte, por ella?... estuviste dispuesta de mandar todo a la borda por ella?!"- apretaba más la mano que sostenía a la maniatada chica. –"aun no ves que tiene que morir?!!!"

La rubia no respondió, solo intentó levantarse, pero no alcanzó siquiera a acercarse a ello, aun sentía su cuerpo entumido por la corriente.

-"que pasó con la asesina que solías ser?"

-"ya no quiero eso para mí"

-"no puedes negar lo que eres... por más que ella te muestre un estúpido mundo ideal, con mariposas incluidas, tú no eres así"

-"que sabes tú de cómo es ella"- intervino la chica.

-"la conozco, como solía ser antes, y su verdadero yo... y en lo que la has convertido también".

-"el hecho que seas un maldito psicópata y le hayas observado todo este tiempo, no te da derecho a elegir quién es realmente"

-"yo lo sé... cuando la miro no puede evitar recordarme a mí mismo. Por más que terminaste confundiéndola con emociones que lo único que hacen es arruinar al ser humano, ella siempre volverá a sus verdaderos deseos, ser libre"

-"mientes!"- exclamó de pronto la rubia desde el suelo. –"... yo no soy quien dices"

-"si... si lo eres. Y si ella no estuviera en tu vida, no dudarías a estas alturas de ello. Eres muy especial, pequeña Perrie. De un principio, cuando se me encomendó prepararte como asesina, no encontré más que tedioso ese estúpido trabajo, una pérdida de tiempo. Pero entonces comencé a notarlo... era como si todo tu cuerpo se moviera de manera inconsciente, como si siempre lo llevaras dentro... y más interesante aun, no dejaste nunca de ser esa niña ingenua que disfrutaba de su familia. Es más, decidiste olvidar todo eso para así continuar con esa vida de cuento feliz. Y todo sin ser consciente de eso!"

-"no... eso es culpa de mi padre y de ti, nada más. Ustedes la forzaron a hacer todo eso!"

-"solo la empujamos a lo que verdaderamente es..."- entonces empujó a la chica, quien cayó al suelo. Perrie le vio preocupada al notar lo aturdida que quedó en el suelo al estar imposibilitada a usar sus manos al caer. Luego observó al pelirrojo caminar a paso lento. –"... ¿Por qué entonces decidiste ser como eres? ¿Por qué una vez sola, olvidar tu antigua personalidad, esa extrovertida, alegre, y elegir aquella oscura que se escondió en tus recuerdos, incluso sin saberlo?... eso es porque es esto lo que eres en realidad... una asesina. Y no es simplemente eso. Decidiste sobrepasar la línea de la moral y el cuestionamiento común, decidiste ser libre. "

La rubia se mantuvo en silencio, solo le observaba un tanto desconcertada y a la vez impresionada, sin saber bien porqué. Entonces el hombre levantó con brusquedad a la chica, quien emitió un leve quejido, y dejando ver una leve herida en su frente por la caída. Caminó con ella hasta el borde del edificio.

-"n no... que vas a hacer?"- pregunta forcejeando en vano, un tanto alterada al estar muy cerca del borde, comprendiendo de todos modos las intenciones del pelirrojo.

Perrie trató de levantarse desesperada, y logró llegar más lejos que en intentos anteriores, pero al apoyarse en sus rodillas, volvió a caer. Pudo ver a ambas figuras al borde, y el viento correr una fría brisa.

-"nada personal, señorita Thirlwall... pero como dije, es necesario. Al menos, desde esta altura morirá de inmediato"

La chica no pudo evitar aterrarse al ver la altura desde el suelo, y el impulso determinado del hombre para arrojarla. Pero algo interrumpió tal acción.

-"NO!!!"- gritó desesperada la rubia, tratando de volver a levantarse. Ambos voltearon. –"por... por favor no..."- dijo mientras una solitaria lagrima se deslizaba al sentir impotencia de no detener lo que el pelirrojo estaba por hacer.

-"Perrie..."- suspiró la chica.

El hombre le miró desconcertado y a la vez hastiado. Dio un suspiro y negó con la cabeza. Soltó a la chica y la dejó a un lado, para luego caminar en dirección a la rubia.

-"es más complejo de lo que creí..."- una vez teniéndola a sus pies la levantó de sus ropas, para mantenerla en pie. –"... ella definitivamente es un problema para ti, no me equivocaba"- sintió como la chica caminaba hacia su dirección, por lo que alzó su arma. –"no se mueva o ya verá lo que sucede"

La morena se detuvo, y el hombre volvió la vista a la rubia que lograba mantenerse en pie sola. Le miró de manera analizadora por unos segundos, mientras esto inquietaba a la rubia, aun estaba aturdida por el golpe eléctrico y en parte, por las palabras. Entonces el sujeto la volvió a tomar y la posicionó delante de él. Luego sacó un arma que le entregó, mientras a su espalda él le apuntaba en la cabeza con la propia. La rubia miró confundida el objeto entre sus manos.

-"entonces... quien se encargue de matarla serás tú, pequeña Perrie"- ambas chicas, que estaban una frente a la otra, se sorprendieron ante tal orden.

-"de que hablas"

-"es la mejor forma de sacarla de tu vida... con tus propias manos"

-"n- no lo haré"- dijo con dificultad.

Perrie pudo notar cómo la actitud de la rubia había cambiado, algo distinto, se veía un tanto sumisa a la orden del pelirrojo. Antes jamás habría dudado en negarse, de alguna forma salirse de aquella situación, dedicarle una mirada y palabras frías, y terminar de hacer lo que tenía pensado con él. Temió por la repercusión que pudieran haber tenido las palabras de Ace en ella.

-"no tienes otra opción. De todas formas morirá... si no lo haces quiere decir que no lograste liberarte por completo, lo que querrá decir que fallaste y me equivoqué contigo. Entonces te dispararé a ti y luego a ella"- dice dando un leve golpe con la punta del arma, para recordarle lo que tenía tras suyo.

-"y... y que pasa si no disparo?"- pregunta un tanto temerosa, volteando a verle.

-"pierdes... y ya sabes lo que sucede si pierdes"- dijo con una mirada intimidante que reconoció, así como esas mismas palabras, de antaño.

La rubia volteó a la chica, estirando el brazo apuntándole, mientras sentía el metal frío del arma de Ace en su nuca. La chica puede ver cómo la rubia está con el ceño fruncido, mirando a todos lados, tal vez buscando una posible solución, sin resultado alguno. Pero también puede notar que está agitada, cómo la actitud firme ha cambiado, siendo más voluble por el pelirrojo.

Y no se equivocaba. Por algo fuera de su control, se sintió como hace trece años, sintiendo la autoridad del hombre que fue su mentor. Buscó en su mente alguna forma de salir de esa, pero no se sentía lo suficientemente serena y concentrada para encontrarla, era inútil intentarlo. Sentía cómo si actuara de manera inconsciente. Esa situación se le hacía familiar.

-"demoras mucho, disparas tú, o yo lo haré contigo y luego con ella"- recordó con tono tajante, pero la rubia aun no responde. Entonces el pelirrojo suspira. –"... mi pequeña Perrie, entiendo lo que sientes, crees que no podrás vivir una vez que jales el gatillo, pero te aseguro que será todo lo contrario... renacerás, serás libre."

-"no lo escuches"- interviene la chica.

-"tú solo la frenas, tal como alguna vez a mí alguien me frenó, y tuve que hacer lo que tenía que hacer. Para poder avanzar... debes hacerte cargo de esos topes"- dijo ahora volviendo a dirigirse a la rubia.

Aun mantiene la mano estirada, no sabe porqué exactamente, pero no la baja, aun sabiendo a quien apunta. Una corriente recorre su espina. Su respiración está acelerada, su cuerpo levemente tembloroso, observándole directamente, lo que la inquieta aun más, viendo esos ojos... esa mirada. Se parecen tanto a aquellos ojos. La chica le ve confundida y desconcertada, su actitud es tan distinta a la usual, puede ver el miedo en su mirada, y notar su cuerpo totalmente tenso. Entonces una mano en el hombro de Perrie, y luego las palabras de el pelirrojo.

-"Para ser completamente libre, no debes olvidar un hecho importante: naces solo, y mueres solo. Somos seres hechos para la soledad, es la única manera de evolucionar, de alcanzar la grandeza, sin ataduras que nos amarren, sin obstáculos que nos impidan llegar a ella. Para eso es que esto es necesario, que todo ha sido necesario... sin familia, sin amigos... y sin amante. Eliminar todas esas emociones humanas que lo único que hacen es distraer del objetivo, ella te hace débil"

Entonces algo en la rubia cambió. Su cuerpo dejó de estar tenso, sus ojos cambiaron, se tornaron seguros, como si después de esas últimas palabras hubiese terminado de disipar toda clase de dudas de lo que hacía. La chica pudo notar, cosa que le inquietó. Ese repentino relajo y a la vez firmeza, y una leve mueca de satisfacción, hizo que su respiración se detuviera, al igual que sintió cómo su corazón también lo hacía.

-"Perrie...?"- apenas pronunció temerosa.

-"te equivocas Ace..."- dice volteando, quedando ahora el arma apuntando su frente. –"... ella no me hace débil... ella me hace sentir viva, me hace humana"

Dicho esto, sin dejar hacerle nada al pelirrojo, la rubia saca bruscamente el arma con su mano, provocando un par de disparos al viento, y luego le empuja, dándole enseguida un fuerte golpe en su mejilla. Se abalanza hacia él, y comienzan a forcejear, botando ambos sus armas, entre golpes dados y otros esquivados, mientras la morena trata de liberar sus manos.

-"me decepcionas pequeña Perrie... creí que lo lograrías"- dice dando un golpe que la chica no logra evadir del todo.

-"entonces me complace decepcionarte"- responde acertando su golpe.

Ace sabía perfectamente que su antigua pupila podía vencerle cuerpo a cuerpo sin mayor problema, pero gracias a la descarga eléctrica que la hacía un poco más torpe, y las heridas aun no curadas desde su último encuentro, la situación se volvía pareja, o incluso favorable para él. Aun así, la rubia no parecía ser menos. Después de forcejear unos segundos, ambos se separan por el empuje del pelirrojo, quien comienza a correr para tomar algo que le ayude contra la rubia, pero ella es mucho más rápida que él y lo alcanza, posicionándose frente a él para evitar que huya. Ambos están cansados y jadeando.

-"no lo entiendes... estas arrojando todo por la borda!"

-"me arriesgaré entonces"- dice tomándole por el desnudo cuello y arrojándolo luego, con las fuerzas restantes, cerca del borde.

-"aun estas a tiempo, pequeña Perrie..."- dice tomando el arma en el suelo que estaba tirada a un lado donde fue lanzado, que logró reconocer como la suya que hace un rato perdió en el pleito. Se dispone levantarse y apuntar. –"... puedes ser lo que tú quieras, no vivas con límites que te impiden crecer. Lo tienes todo para salir de la simpleza mundana. Yo te diré algo, cada ser humano, sin importar en la época en que viva, siente la necesidad de auto limitarse, ya sea para explicar lo que no sabemos, o simplemente construir una sociedad basada en algo superior a él mismo. Se te prohíben hacer cosas por razones que ellos mismos inventan! Jajaja. Por eso crean a uno o más Dioses, que nos imponen reglas... no mentirás, no robarás, no matarás... solo con el fin de aminorarse y limitarse de ir más allá de la línea impuesta por ellos mismos. Un mundo lleno de gente con alas, y solo algunos quieren volar. ¿no es ilógico? Pero no yo, no unos cuantos, somos aquellos que logramos ser nosotros con nuestras propias reglas, para luego quebrarlas e ir más allá... ser superior. No tengo miedo al castigo divino o eterno porque simplemente es aquí donde vivimos y morimos, nada más... nadie me castigará si no tengo miedo de ser castigado... yo soy mi propio Dios... yo soy Dios!"- grita estirando sus manos.

Entonces la rubia logra ver el arma que está a sus pies, dispuesta a tomarla, pero entonces escucha el grito de advertencia de quien le apunta directamente, lo que hace que desista de hacerlo.

-"jajaja... mi pequeña Perrie... me decepcionas. No sabes cuánto lo siento"

Entonces, luego de un intercambio de miradas, y una realmente preocupada también por parte de la chica que observa con horror, el pelirrojo sonríe y jala el gatillo. Pero su sonrisa entonces se opaca al dar cuenta de que al jalar el gatillo para disparar, revela que el arma no tiene balas. Vuelve a disparar dos, tres veces, con el mismo resultado, sin balas. Mientras la rubia rápidamente toma el arma a sus pies.

-"no puedes ser Dios Ace..."- alza su arma. –"... los Dioses no mueren"

Entonces quien ahora jala del gatillo es Ace, haciendo sonar el ensordecedor ruido de un disparo, que impacta directamente al costado izquierdo del dorso desnudo, marcándolo simultáneamente. Al mismo tiempo del impacto, la respiración del pelirrojo se detuvo, sus ojos se abrieron más, su boca se entreabrió.

-"y no vuelvas a decirme pequeña Perrie... mi nombre es Perrie Edwards... hija de padres asesinados, Alexander y Debbie Edwards"- otro disparo –"hermana de hermano asesinado, Jonnie Edwards"- vuelve a disparar. –"y sobrina de tío asesinado, Dan Edwards"

En el dorso del pelirrojo figuraban las perforaciones que las balas recientes le habían hecho. Comenzaba a teñirse rápidamente de rojo, su respiración dificultosa y ojos desmesuradamente abiertos, eran prueba del agónico dolor que le estaban provocando, y que no terminaban de matarlo. Su cuerpo estaba incapacitado de moverse, solo quedó petrificado, dando pequeños temblores.

Perrie entonces da un paso, y luego otro, caminando débilmente, aun con el arma en su mano, para luego paulatinamente comenzar a ir más rápido hacia el hombre, que agonizaba, pero aun no se derrumbaba.

-"... y esto es por atreverte a intentar matarla si quiera"

Entonces empuja a Ace con su propio cuerpo, haciendo que el pelirrojo caiga al vacío de más de nueve metros de alto. Pero a la vez, exponiéndose ella misma a caída, pero para suerte de la rubia, la chica había logrado desatarse, y estaba lo suficientemente atenta a cada movimiento, como para llegar oportunamente a sostener su mano, evitando así caer, y luego jalar con fuerza hacia ella. Simultáneamente, el perturbador ruido del cuerpo golpearse contra el asfalto.

-"te tengo... eso estuvo cerca"- comentó una vez viéndole a salvo.

-"si... muy cerca"

Ambas voltean hacia el borde, observando el cuerpo que recién había caído. Los cabellos pelirrojos desordenados sobre el piso, se mezclaban con el rojo de su propia sangre. Desde arriba aun podía verse las marcas teñidas de rojo en su dorso, y sus ojos abiertos mirando a nada, ya sin vida.

-"finalmente ya está muerto"- comentó la rubia.

-"Ahora sí lo está. Sus palabras me produjeron escalofríos... por un momento creí que te convencería"- confesó la chica un tanto aliviada.

-"eso nunca... yo decido ser quien soy. Ahora salgamos de la orilla es muy peligroso"

Tomo a la chica de la mano para alejarla de ahí. De pronto comienzan a sentir cómo gotas comienzan a caer desde el cielo, ambas miran hacia arriba y luego una a la otra. Perrie miró la frente de la chica, la herida que le había provocado al caer. Paso su mano por alrededor de ella, mientras su rostro mostraba molestia.

-"te lastimaste"

-"no es nada... menos comparado a como estas tú. Aun estas lastimada de antes y ya tienes magulladuras nuevas"

-"esto no es nada a como quedó Ace... prácticamente no me hizo nada"- dijo con arrogancia, disimulando dolor.

-"puedo notar cuando mientes, sabes?"- dijo sonriendo, mirándole a los ojos.

A los minutos pasó a enfocar del rostro de la rubia, a lo que parecía moverse tras ella. James había recuperado el conocimiento, y se levantaba con el arma que aun tenía en la mano, de antes de quedar inconsciente. La chica entonces ensanchó sus ojos, entendiendo las intensiones de su padre, y en un movimiento rápido se puso frente a la rubia, protegiéndole con su propio cuerpo, extendiendo sus brazos. La rubia advirtió la situación y también volteó para comprobar que el hombre apuntaba hacia ellas.

-"padre, no lo harás"

-"quítate de en medio, Jade"

-"no... tendrás que dispararme a mi primero entonces"

-"no hables disparates y muévete. Mi intención jamás sería hacerte daño"

-"ya me hiciste el suficiente daño... no hagas que te odie más de lo que ya lo hago"

-"tu no me odias"- sonrió incrédulo.

-"si lo hago, como no tienes idea. Y lo que más odio, es que todo lo que pude amar en ti fue una gran mentira... ese hombre integro, bondadoso, caritativo y gentil no era nada más que una farsa. No solo mataste a mi madre... sino que también a mi padre"

-"no digas eso... cada vez que te contaba un cuento por la noche, o te arrullaba y esperaba horas a que durmieras, cada abrazo o palabras que te demostraran el orgullo de ser tu padre, todo fue sincero. Tú eres lo único que realmente he amado en esta vida"

-"pero tu amor es el que me mata"

-"no hagas esto Jade, te lo suplico... si te sales del medio y vuelves conmigo, dejare que se vaya... si eso es lo que realmente deseas la dejaré ir con vida, y me encargaré de que nadie la lastime. Pero ven conmigo"

-"es inútil padre. No me separaré de Perrie... ni tampoco podría volver contigo, nunca más"

-"maldita sea, Jade!! Haces que mi paciencia se acorte... trato de hacer las cosas de buena forma!"- dijo golpeando el suelo con su pie.

-"de buena forma?! Me hablas tú de buena forma?... qué me dices de todos esos niños que has robado? Esa también es tu buena forma de hacer las cosas?... por Dios, son solo niños... tienes alguna idea de lo que les hacen quienes no los compran precisamente para hacer una familia?!"

-"supongo que ya no vale de nada negarlo. Si, sé perfectamente lo que hacen con ellos"

-"como puedes decirlo con tanta calma!"

-"negocios son negocios... ese lema me ha llevado hasta donde estoy ahora, gracias a eso soy lo que soy"

-"un hijo de puta"- intervino la rubia con seriedad.

-"aquí la hija de puta eres tú, infeliz"- dice volviendo a apuntar hacia la rubia, pero la chica reafirma su postura, y vuelve a protegerle con su cuerpo.

-"No! no te atrevas!"

-"la mataré de todas formas Jade! No hay nada que yo no consiga... y enviar a esa maldita al infierno encabeza mi lista de deseos!"

La chica al escucharle, negó con la cabeza. En su mirada podía notarse la profunda decepción hacia él. Terminaba de ver cómo era realmente su padre, terminando de romperse en mil pedazos la imagen afectuosa que guardaba en su imagen y corazón.

-"definitivamente fuiste una farsa todo este tiempo... y lo que más me apena es que no cambiarás"

-"bueno, soy tu padre te guste o no. Y los hijos no deben juzgar a sus padres. Ahora..."- dice acercándose a ambas. –"... hazte a un lado, es una orden"

-"no"- dice con mirada y voz firme, alzando el mentón.

Entonces el hombre, sin dejar de apuntar, estira su otra mano para tomar el hombro de la chica y moverla por sus propias manos, pero la mano es detenida por la de la rubia.

-"no se te ocurra tocarla"

-"no te atrevas a darme ordenes... es mi hija"- vocifera con notable odio.

-"ella ahora, viene conmigo"

El hombre inmediatamente le dispara, pero Perrie logra mover oportunamente el cuello, evitando el disparo mientras forcejea el brazo. Luego aplica más fuerza en la mano que sostiene la de él y direcciona el arma hasta más arriba, para asegurarse de que no le apunte más.

-"acabaré contigo Edwards!!"- dice tratando competir con sus fuerzas y volver a apuntarle.

A diferencia de él, el rostro de Perrie no mostraba esfuerzo alguno. El arma logró bajar un par de centímetros, a favor del hombre, pero entonces la rubia se aburrió del forcejeo y jaló hacia ella, para una vez teniéndolo cerca, golpear su tórax con su rodilla. El hombre calló de rodillas, sin aire, mientras ambas le veían desde arriba.

-"levántate"- dice con frialdad la rubia.

Pero el hombre persiste en el suelo, tosiendo, tratando de recuperar el aire. La chica desvía la mirada, tal vez para evitar esa imagen, después de todo la situación le dolía.

Dejó de toser, pero aun estaba de rodillas, respirando con dificultad, ocultando su mirada en el suelo. Sin que nadie lo notara, sacó una navaja de su manga. Entonces se levantó bruscamente y pasó el filo por el costado del abdomen de la rubia, provocando inmediatamente un corte y un quejido de dolor. La lluvia comenzó a caer más copiosa, acompañada de un rayo. Entonces el hombre sacó de sus ropas un objeto metálico para golpearle, su brazo tomó impulso, pero no contó con que la chica acudiría a ella para auxiliarle, por lo que quien recibió el golpe fue su propia hija, tirándola al suelo y dejándola casi inmediatamente inconsciente.

-"Jade!..."- exclamó al verle en el suelo. –"todo esto es tu culpa Edwards!!"

Se abalanzó hacia ella con el fierro para golpearle esta vez, pero la rubia frenó el golpe con su antebrazo, mientras su otra mano cubría su herida. El siguiente golpe lo esquivó y empujó al hombre que mantenía la guardia baja. Se volvió a parar inmediatamente para volver a atacarle. Golpeó una de las rodillas de la rubia, lo que hizo que cayera al estar aun resentida con anterioridad. Se trató de volver a levantar, pero al alzar la mirada se encontró con el hombre abalanzándose con la navaja hacia ella, por lo que le dio tiempo sólo de esquivarlo, alcanzando a rasgar su manga y a hacer un superficial corte en su brazo. Retrocedió un par de pasos y tropezó cayendo de espalda.

-"hoy me las pagarás Edwards! Me las pagaras por robarte a mi hija!"- dijo alzando el objeto metálico por sobre su cabeza, para luego golpear.

Perrie rueda para esquivarlo, golpeando el fierro contra el suelo. Trata de levantarse, pero su rodilla dañada no le acompaña. Vuelve a intentar golpear, pero nuevamente la rubia lo esquiva. Al tercer intento, ella da una patada, mandando lejos al objeto. Se va a levantar para defenderse rápidamente y golpearlo, pero el hombre de inmediato saca un revolver y le apunta desde arriba, deteniendo su acción.

-"quieta... quieta"- susurra para asegurarse que tiene el control. –"como voy a disfrutar matándote"

-"entonces mátame de una vez. Pero recuerda, hacerlo no te devolverá a tu hija. Ya nada lo hará... la perdiste"

-" Maldita basura!"- dispara su arma, dándole al hombro de la rubia, quien no puede evitar dar un ahogado aullido de dolor. –"nada de esto habría sucedido si tu no hubieras aparecido en su vida... todo seguiría tal cual como era. Debiste haber aceptado la oferta que te ofrecí... así no tendrías que morir"

-"jamás trabajaría para alguien como tú... así que no hay arrepentimientos, dispara de una vez si es lo que quieres"

-"orgullosa hasta tus últimos segundos de vida. Heredaste el carácter de tu madre"

-"no ensucies la memoria de mi madre con tu sucia boca...ahh"- el pie del sujeto apretando la reciente herida a bala le hace callar.

-"si tu madre te hubiese entregado y no hubiese sido tan terca, estarían todos vivos... todos. Pero terminaron siendo una amenaza, sabían mucho, incluyendo lo de Norma. No podía arriesgarme"

-"como puedes hacerle esto a tu hija si dices quererla"

-"cállate! Cada vez que hablas de Jade me recuerda cuanto te odio por volverla en mi contra"- aprieta nuevamente con su pie la herida. –"te dije, nada se me escapa ... si te quiero muerta, muerta por mis manos estarás. Adiós..."

Ajustó el arma y apuntó directamente a su cabeza, no quería errores ni dilatar más el asunto, ya había disfrutado el momento de verle acabada, con eso bastaba. Ahora solo quedaría satisfecho con verla muerta. La rubia ya estaba resignada, tomó aire al ver la sonrisa del hombre, sabiendo que sería lo siguiente. Sin rodeos. Entonces, se escuchó un solo y certero disparo. Un disparo mortal.

Los ojos del hombre se ensancharon, al igual que los de la rubia. Lentamente el hombre bajó la mirada hasta su pecho, donde la marca de la bala que recién perforó su piel, ahora derramaba sangre. Luego desvió la vista a un lado, encontrándose con imagen de Jade, su hija, con ambas manos alzadas, sosteniendo un arma que aun deja ver el humo de la pólvora.

Cuando el hombre había disparado hace unos momentos al hombro de la rubia, el ruido le hizo recobrar poco a poco la conciencia, para luego encontrarse con la horrorosa imagen de su padre sobre Perrie apuntándole, ya sin posibilidades de escapar de esa situación. Entonces tomó el arma que estaba tirada a un lado, la que había usado antes Perrie contra Ace. No lo pensó dos veces y la tomó.

-"Ja..Jade... hija"- dijo soltando el arma de sus manos, temblando todo su cuerpo mientras veía derramada su sangre.

No daba crédito a lo que sus ojos veían, algo que jamás creyó podría suceder. No sabía qué era lo que en ese momento le causaba más dolor, la herida mortal, o el que lo único que amaba en su vida era quien lo había provocado. A su mente vinieron recuerdos de cuando la vio por primera vez en sus brazos, su cumpleaños número tres, su primer día de escuela, cuando sin importar que tan ocupado estuviese asistía a sus conciertos de talento, viéndola tocar el violín tan magistralmente a corta edad. Que orgulloso se sentía de ser su padre, de que aquella criatura despertara ese sentimiento en él. Y ahora, la veía justo frente a él, apuntándole con el arma que acababa de atravesarle el pecho con un tiro. Si, definitivamente ella lo odiaba.

-"Por... por qué?"- fue lo último que logró articular antes sentir por su garganta el sabor de la sangre subir, hasta brotar por sus labios. No obtuvo respuesta, no logró volver a escuchar su voz cuando se desplomó hacia atrás, cayendo pesadamente al suelo.

Tosió un par de veces, escupiendo más sangre. Una última punzada dolorosa en la zona lastimada, luego pestañeo por última vez. Había muerto.

La chica al darse cuenta de que ya había muerto, su ojo dejó salir un par de lágrimas, su pecho se llenó de nostalgia, pero no de arrepentimiento. Bajó los brazos y dejó escapar un suspiro.

-"adiós... padre"- dijo limpiando sus lagrimas.

Luego desvió su atención a la rubia, quien se mantenía en el suelo, pudiendo notar que sangraba del hombro. Entonces corrió hasta ella, y se sentó en sus propias rodillas, dejando el arma en el suelo.

-"Perrie, estas herida. Hay que curarte de inmediato... vámonos de acá"- dice tomándole la mano para tratar de ayudar a levantarle, pero siente como la rubia la retiene, sin intención de levantarse. La chica le mira confundida, pero luego habla. –"... bien, quédate acá mientras voy por ayuda"

-"no"

-"no? Perrie, esto no es solo una rasmilladura, es una..."

-"ya se"

-"entonces? No entiendo a donde quieres llegar"- dice sin entender.

-"siempre supe que algún día recibiría mi castigo por lo que he hecho... creo que ese día es hoy..."- tomó la mano de la chica y depositó en ella el arma que estaba a su lado, para luego guiarla hasta su pecho. –"... hazlo"

-"q qué?"- dice confundida y desconcertada. Su corazón se paralizó al escucharle oír decir eso.

-"he asesinado a mucha gente, muchos niños fueron entregados por mi culpa, mi propia familia está muerta por mi culpa, tu madre... mis manos están manchadas de sangre. Y lo están no por responsabilidad de terceros... yo tomé mis propias decisiones, yo jalé el gatillo de manera innumerable, sin bacilar ningún momento. Ese fue el destino que yo decidí elegir... y ahora debo pagar las consecuencias de mi elección"

-"no digas eso... toda esa gente que mataste, no eran buenas personas"

-"...y tu madre?"- la chica desvió la mirada. Luego de un silencio tomó aire para hablar, pero la rubia levantó su débil mano para acallarla con un dedo. Negó con la cabeza y continúo –"... no puedo justificar mis acciones porque ellos eran corruptos o asesinos también. Yo no soy quien para tomar la decisión de si debían o no vivir. Y siempre lo supe... es por eso que solo quiero redimirme de mis pecados y recibir mi castigo"

-"yo..."

La chica le veía aturdida, mientras continuaba negando con la cabeza, sin poder evitar que su respiración se acelerase, las palabras de Perrie eran demasiado serias y convincentes. Sus ojos ya no eran como aquellas esmeraldas siempre frías e inexpresivas, esta vez eran todo lo contrario, expresivos, tanto que le imploraban que lo hiciera, que era lo que deseaba. Le mostraban seguridad en sus palabras.

-"... por favor hazlo... quiero descansar. Esto es lo que quiero, quiero que acabe ahora. Estoy preparada para hacerlo... por favor"

Entonces puede notar que la chica ha comprendido sus palabras, tal vez puede ponerse en su lugar y llegar a esa conclusión. Es su deseo que acabe todo en esa noche. Desde que decidió cobrar venganza después de sobrevivir de las manos de Ace, y al creer que Jade estaba involucrada en todo, planeó también cobrar venganza por ello. Una vez que asesinara todos, y terminara con lo que se había propuesto, tenía planeado terminar con todo acabando con su propia vida. Los detalles habían cambiado, pero su deseo seguía siendo el mismo, tener el mismo final. Sus ojos le transmitían a la chica todo ese pensamiento, ese deseo de querer acabar de una vez.

Entonces se relaja, suelta las manos del arma, confía en que sabe lo que debe hacer su amada a continuación. Luego deja de mirarle para concentrarse en la vista que tiene desde el suelo hacia el cielo.

La noche está lluviosa. Puedo sentir la humedad del suelo tras mi cuerpo, mis ropas están empapadas. Mi cuerpo yace en el suelo, boca arriba. Parpadeo, pues una gota de lluvia quiere colarse molestamente en mis ojos. Siento cómo las gotas golpean mi cara, para luego escurrirse hasta tocar el suelo. Observo el cielo oscuro, no queda mucho para el amanecer, pero me temo que no alcanzaré a volver a verlo. Qué más da.

Luego, volteo a quien está sentada a mi lado observándome desde arriba, Jade. Dibujo en mi rostro una leve sonrisa, una ya resignada, luego asiento con la cabeza. Ella solo responde a mi mirada, un tanto aturdida. Boto el aire que mis pulmones contenían, luego enfoco mi atención al arma que ella tiene en sus manos, que apunta directamente a mi pecho. Ambas sabemos lo que debe seguir.

Vuelvo a mirarle, como si quisiera grabar su rostro en mi mente, luego cierro mis ojos, solo escuchando el agua golpear contra el suelo, a la espera del próximo sonido que debería escuchar. Entonces lo oigo, el sonido del disparo.

Luego del ensordecedor disparo, la rubia abre los ojos, para encontrar a Jade con el arma apuntando a un lado, su mano aun estirada, su arma recién disparada a la nada. Perrie le ve desconcertada, sin entender el porqué de tal acción, creyó que estaba todo claro. La chica niega con la cabeza.

-"con que tu mueras no arreglas nada... no lograrás paz si mueres, ni tampoco redención. Si quieres redimirte, seguir con tu vida lo hará, haciendo cosas que realmente creas correctas. Además si mueres..."- dice soltando el arma, para pasar la mano por la mejilla de la rubia. –"... si mueres yo también querré hacerlo luego"- dijo usando las palabras que alguna vez la rubia le había dicho.

La rubia cierra un momento sus ojos para sentir el contacto de su mano con mayor intensidad, mezclado con la lluvia.

-"pero... es lo que merezco... mátame"

-"es muy egoísta lo que me pides... estas siendo muy cruel. ¿Qué hay de mí? ¿Qué crees que pasará conmigo si hago lo que me pides?"

-"Jade... desde que te conocí, tú me haces querer ser una mejor persona"-la chica sonrió

-"si eso es lo que quieres, debes estar en vida para intentar serlo"

La rubia permanece en silencio, desviando la mirada a un lado. No quiere enfrentarle, pues sabe que se encontrará con esos ojos que deben estar próximos a las lágrimas. Y si lo que decía Jade era cierto?... habría oportunidad para redimirse de todos sus crímenes en vida? ¿era posible que pudiera empezar de nuevo a pesar de lo que había hecho?

-"lo prometiste... dijiste que nos iríamos de esta ciudad para empezar de nuevo lejos de acá. Ya todo acabó, hemos logrado lo que buscábamos... desde esta noche ya no hay pasado que nos atormente, nos liberamos. Ahora somos tú y yo. Comencemos a escribir nuestra propia historia"

Perrie escuchaba con atención cada palabra, era como si estas respondieran a sus preguntas. Tal como creyó, sus ojos estaban húmedos, mezcla de lágrimas y lluvia. Observó unos segundos a la chica, luego al cielo que sin que lo notara, ya estaba aclarando. Después de todo si había visto al amanecer. Soltó el aire que tenían sus pulmones, acompañado de una leve risa.

-"tu siempre hablas como novelas, no?"- la chica le miró confundida, pero luego comprendió y sonrió también.

-"creí que eso no te molestaba"

-"no lo hace"- correspondió a esa sonrisa.

La rubia alzó la mano hasta alcanzar la mejilla de la chica. Su pulgar acarició unos momentos su pómulo, y luego levantó su cuerpo hasta la altura deseada, para besar sus labios. Un beso intenso y prolongado, acompañado por las gotas de lluvia que continuaban cayendo sobre la ciudad, como si pudiera esa noche limpiar las calles de todo. Tal vez no lo harían, pero al menos funcionaba con ellas. Esa noche, por fin, podían disfrutar del sabor a tranquilidad de aquel beso. Ya eran libres.

La chica se separó unos centímetros, al volver en sí su noción de la realidad.

-"debes irte. La policía no debe tardar. Serán ellos o más hombres de mi padre"

-"que hay de ti?"

-"debo quedarme para atar cabos. Debe haber un responsable para todos estas muertes... yo lo resolveré. Ahora debes irte, estas herida"

-"no te preocupes, iré donde Shellie. Se supone que estoy muerta en esta ciudad"- La chica ayuda a la rubia a levantarse con cuidado. Antes de irse voltea a verle. –"que hay de nosotras?"

-"nos volveremos a ver... pronto"

Besa por último sus labios, antes de obligar a la rubia a irse. Una vez sola, tomó el radio que era de su padre para dar órdenes a los hombres de su padre que detuvieran cualquier plan de defensa que tuvieran, que ya era inútil... el culpable y la víctima ya estaban ambos muertos. Esto le dio el espacio a Perrie para escapar con facilidad.

-"llamen a la policía"- fue lo último que dijo por el comunicador antes de cortar la señal.

No hubo más ruido que la lluvia, un par de cuerpos sin vida tirados, ella era la única que caminaba sobre esa azotea. Miró a su alrededor unos segundos. Caminó hasta el borde para volver a ver el cuerpo del pelirrojo que yacía boca arriba. Luego observó hacia donde su padre dio su último respiro. Miro detenidamente unos segundos con concentración. Caminó con determinación hasta donde dejó el arma con la que le disparó a su padre. La tomó y limpió el mango y gatillo con su camisa azul.

Mientras la rubia caminaba por las calles con lentitud y calma, la lluvia caía y se escurría por sus cabellos. A pesar de estar herida, ya no sentía dolor. Las calles estaban tan vacías, solo ella caminaba en ese amanecer. Hacía frío, pero tampoco lo sintió.

.

Ya había pasado una semana desde que apareció en todos los diarios y noticias, James Thirlwall, el mayor empresario de los últimos tiempos, había sido asesinado por un hombre que irrumpió a la casa en la madrugada mientras sus moradores dormían. Su nombre, Ace Decker, un hombre que según las investigaciones había trabajado para la víctima. Según las investigaciones y el testimonio del único testigo con vida, Jade Thirlwall, el sujeto ingresó sigilosamente, asesinando a quien se le cruzara, hasta llegar a la habitación de la victima para llevarla a la azotea de la mansión, donde estaba maniatada la testigo, quien muestra las marcas en sus muñecas como prueba. La chica cuenta que el hombre gritaba que era una venganza por trabajos mal pagados. Después de desatarse, logró empujar al vacío, como impulso defensivo, al pelirrojo que apuntaba a su padre, pero no pudo evitar que el arma se disparara, dando muerte a su padre. Según el testimonio y los antecedentes del presunto asesino, el veredicto fue claro, defensa propia. Caso cerrado.

El funeral fue algo privado, pero aun así habían personas de alto poder, que asistían a despedir a quien tenía el poder de todo. Algunos para cerciorarse de su muerte, seguramente los beneficiados con su caída, y otros para ver si continuaban sus negocios asociados con Thirlwall.

-"lamento mucho la muerte de su padre señorita Kaioh"- comentaba uno dándole su pésame.

-"gracias"- respondió siguiendo el protocolo.

-"y... que sucederá con los negocios de su padre... me sentiría honrado de ayudarle a integrarse al mundo de los negocios, así continuar con su legado"

-"gracias por su ofrecimiento señor, pero me temo que los negocios no son lo mío, y los de mi padre murieron junto con él. Todos sus negocios, incluyendo los ilícitos junto a usted"- dijo con seriedad.

El hombre comprendió que la chica seguramente ya estaba al tanto de todos los negocios de su padre, y que ella no seguiría precisamente con el poder que su padre le heredó.

-"em... claro... con permiso señorita, espero que se esté usted bien"- despidió rápidamente y así se retiró.

También había pasado una semana desde que Jade había tomado el control de su legado, el imperio Thirlwall y la fortuna que su padre se encargó de hacer crecer. Causó revuelo cuando la chica quitó todos los beneficios a la fundación que acogía a niños huérfanos por parte de la iglesia, al igual que el casi simultáneo retiro del sacerdote de la ciudad. Se rumoreaba que habría sido destituido al llegar una discreta carta directamente al Vaticano con detalles de causas de expulsión, pero no pasaron de ser rumores, pues la gente se negó a dar crédito que el padre diese motivos para que lo expulsaran.

El hecho de que la heredera pusiera a la venta todas las acciones y cerrara todos los negocios de la noche a la mañana, también fue un escándalo. Casas y propiedades vendidas a precios muy por debajo de lo que avaluaban, simplemente quería cerrar todo rápidamente. Sin ninguna explicación a los medios, o a los socios. Simplemente desligó el apellido Thirlwall del conocimiento público.

Otra semana más y la opinión pública y los medios dejaron el tema de lado, para pasar a otras noticias más actuales, más de las mismas noticias mundanas que desviaban la atención de la gente para no fijarse en los movimientos corruptos de los que tenían el poder. Si, el imperio de James había acabado, pero la ciudad seguía tan viciosa como era antes de que él mismo tomara el poder. Después de él vendría otro a usar su puesto con otros negocios, narcotráfico, delincuencia, o el mítico negocio de pagar por servicios de protección. Siempre habría alguien hambriento de poder, o más de uno que disputen aquel poder. Pero qué más daba, ellas ya eran libres de eso, y harían uso de ese derecho para buscar su propia felicidad, lejos de allí.

Después de encargarse de desarmar todo lo que su padre construyó, por fin tenía el tiempo para ella. Tomó el auto, con la cajuela cargada de su equipaje, y encendió el motor rumbo donde habían pactado volver a verse. Le tomó un par de horas manejar, saliendo de la ciudad la cual en algún momento pensó acabaría todo. El auto viró a la derecha, bordeó la costa unos minutos hasta estacionar en la entrada de una casa que se encontraba frente a una playa, junto a un roquerío. Bajó del auto, una agradable brisa le dio la bienvenida, el día era asoleado pero fresco. Perfecto. Ya casi había olvidado lo que era sentir la sensación de estar en la costa.

A los minutos sintió cómo un segundo auto se estacionaba junto al de ella. La chica se sintió un tanto ansiosa al reconocer el auto, llevaba tres semanas sin verle desde aquel día. Entonces la rubia descendió del vehículo, sus cabellos estaban a la disposición del viento. Los arregló y se sacó los lentes de sol, caminó hacia la chica, pero mirando el paisaje que había tras ella. Su rostro veía asombrado y a la vez maravillado la escena de las olas chocar contra las olas, oír el ruido que hacía, y de vez en cuando una gaviota que pasaba por allí. Sabía cómo era, pero nunca imagino que el mar podía brindarle esa sensación de calma, acompañado de ese aroma tan distinto al de aquella ciudad de la cual nunca había salido. Realmente era maravilloso.

Llegó al borde junto a la chica, quien tomó su mano para recibirla. La rubia llenó sus pulmones del fresco aire y volteó hacia ella. La contempló unos segundos, hasta el sol parecía iluminar distinto. Ambas sonrieron, mientras las manos de la rubia intentaban ordenar los ondulados cabellos que el viento despeinaba. Ninguna aun lograba creer que aquello por fin estuviese ocurriendo, un idílico que ya habían logrado alcanzar.

-"lo logramos"- dijo con una delicada sonrisa que hizo estremecer a la rubia.

-"te amo"- dijo de manera prácticamente inconsciente. La chica le vio sorprendida al escuchar esas dos palabras que tal vez ya se había hecho a la idea de que no oiría en voz alta de la rubia.

-"lo dijiste"- murmuró incrédula.

Pero no habló más, pues se vio callada por un beso profundo, que ahora demostraba con hechos aquellas palabras. Uno que también demostraba cuanto se habían extrañado todos esos días. Después de unos minutos de un beso prolongado se separaron.

-"no te acostumbres a oírlo"- dijo la rubia, aun sabiendo que arruinaba el momento.

-"jaja... está bien"- de pronto la rubia se distrae hacia el auto, cosa que extrañó a la chica. –"que sucede?"

La rubia da un par de pasos hasta el auto, abre la puerta dejando ver a otro ocupante en su interior. Un niño de cabellos castaños, casi rubios, y ojos azules. Se veía serio, pero tenía una mirada profunda.

-"se llama Nathan. No tiene donde ir... y... no podía dejarlo allá a la deriva y que se repitiera la historia"

La chica sonrió y caminó hasta el niño, para luego agacharse a su altura.

-"hola Nathan, mucho gusto. Soy Jade"- el chico solo le vio y dibujó una leve y tímida sonrisa en su rostro.

-"es un poco tímido"- aclaró la rubia.

-"se acostumbrara a nosotras... Supongo que ahora seremos tres"- dijo mirando ahora a la rubia.

-"supongo... esta es la casa?"

La chica sonrió y asintió.

Si alguien me hubiese preguntado hace un año en que pensaba que sería de mí en el próximo, jamás hubiese pasado por mi cabeza la idea de que estaría en un escenario como este. Han pasado dos meses desde que vivimos juntos. Nathan cada día es menos tímido, aun así es de pocas palabras. Es un chico realmente especial. Cada vez que le veo me satisface saber que se encuentra bien y pude evitar que muriera. Él me ha dado una oportunidad de poder redimirme y no lo defraudaré.

Hace unos días recibí una carta de Alice, me escribía para contarme que había vuelto a la casa de sus padres, y para su sorpresa no hubo ningún reproche por lo que había hecho, sus padres solo se contentaron de saber que ella estaba bien. Debo reconocer que me complace saber que de algo sirvió lo que le dije y pudo volver a ser la chica que era antes.

-"en que piensas?"- preguntó la chica sentándose al lado de la rubia, quien miraba desde la terraza de la casa al chico, quien jugaba solitariamente con la arena, se veía concentrado.

-"en que ya hace dos meses puedo dormir sin pesadillas"- dijo acomodándose mejor en el sillón, sin dejar de ver al niño.

-"hey... esa fue una sonrisa?"- pregunta riendo y apuntando a sus labios.

-"que? No... solo fue una expresión sin importancia"- dijo volviendo a ver al niño para evitar esa mirada burlesca.

-"admítelo, sonreíste!"- insiste jugando con su hombro.

-"hey niña, yo no...!"- volteó a la chica, pero ella interrumpió lo que decía con un sorpresivo beso. –"... sonreía"- completó lo que decía en voz baja.

-"por qué no le haces compañía a Nathan mientras yo termino de hacer la comida. Llévale una limonada que dejé en la mesa. No sé quién es más tímido, tú o él"

La chica se levantó y volvió a entrar a la casa, mientras la rubia volvió a entrar en razón luego de ese repentino beso. Tomó dos vasos que estaban sobre la mesa de la terraza y caminó por la arena hasta el chico.

Sí, creo que definitivamente jamás creí que podría llegar a tener una vida como esta. Y más aun, jamás creí en que una vida como esta podría serme atractiva. Pero debo admitirlo, siento algo que creía olvidado, soy feliz. Supongo que nunca terminamos de conocer nuestras facetas más ocultas, ahora se que soy buena haciendo castillos de arena.

Definitivamente reiría si alguien me hubiese dicho hace un año que mi vida terminaría así.


                                                                              FIN

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