Los dueños del Destino. #PGP2...

By ReineDesEnfers

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El inicio de todo ocurrió de manera inesperada, y el final de todo ocurrirá de la misma forma. Los Herederos... More

Prólogo.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13

Capítulo 6

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By ReineDesEnfers



Pristinne, Alhena y Nova llevaban casi dos horas en la biblioteca de la Mansión Elemental de Aire, lugar donde los tres enviados de dicho Elemento habían crecido, rodeados de sus guardianes Cástor, Pólux y Gliese, quienes más tarde les acompañaron a la Mansión Astral donde estudiarían los siguientes tres años. Ellos tres junto con los demás guardianes de cada Casa Elemental conformaban una parte importante del cuerpo docente de dicha institución.

Una lástima que también los hayan abandonado.

Las chicas buscaban registros de situaciones similares en las que la pérdida de Arcanos Mayores fuese tan significativa como había ocurrido con ellos, pero no les era posible hallar tales resultados entre los distintos libros de Historia Arcana, Historia Zodiacal ni tampoco en los archivos que había guardados en los archiveros que se hallaban cerrados con llave, y para los cuáles sólo poseían llave los habitantes iniciales de esa Casa.

— ¿Alguna idea de dónde pueda haber más, Alhena? —cuestionó Pristinne desparramándose en uno de los sofás de la biblioteca.

—Me temo que no —contestó la chica—. Nuestros guardianes nunca nos mencionaron nada de los archivos siquiera, tan sólo hallamos las llaves en nuestras habitaciones en cuanto regresamos hace dos días.

—Esos malditos guardianes —farfulló Nova, quien había perdido gran parte de su usual brillo, alegría y espontaneidad desde que su gemela, Titania había sacrificado su vida para salvar la de ella—, nos abandonaron y nos dejaron a nuestra suerte. Al menos nos han dejado montones de oro y dinero para sobrevivir, ¡pero son inútiles, pues ni siquiera sabemos protegernos de lo que verdaderamente nos pone en peligro!

Pasaba la mayor parte del tiempo al borde de las lágrimas, maldiciendo en silencio y rememorando todas las veces que había sido absolutamente nefasta con su hermana, cada vez que eso sucedía, su cordura se alejaba un poco más, y las puertas de la total insanidad rechinaban, ansiosas por abrirse y consumir a la Heredera Arcana.

—Nova. No es momento. —reprendía Pristinne a la joven.

— ¿No es momento? —cuestionó con una amarga risa en su garganta— ¿Cuándo será momento, señorita yo-lo-sé-todo?

—Chicas. Por favor, no podemos darnos el lujo de pelear. —intervino Alhena y ambas la miraron con disgusto.

—Fácil para ti decirlo, princesita. —dijo otra voz entrando a la biblioteca.

Incluso si las dos Herederas Arcanas se hallaban bastante irritadas ante la búsqueda de orden y perfección que inusualmente había invadido a la Heredera de Géminis, la dueña de aquella voz y sus secuaces las irritaban más.

—Lárgate, Astrea. —soltó Nova, poniéndose de pie.

— ¿O qué?

— ¡Por favor! No empiecen. —dijo la joven que estaba de pie junto a Astrea.

—Cállate, Saaia. —contestó Nashira.

—Las tres, deténganse —ordenó Alhena. —, por Mercurio Astrea. ¿Ni siquiera en una situación como esta puedes comprender que tu drama no es bienvenido?

—Además, intento de chica malvada. Si yo fuera tú tendría muchísimo cuidado con quién me meto. Recuerda muy bien quiénes dentro de esta Mansión poseen el conocimiento para que no nos hundamos. —retó Pristinne, acercándose de manera peligrosa a la Heredera de Virgo.

— ¿Nos estás amenazando, nena de Hades? —cuestionó con sorna Nashira. A la chica solían tenerla como la segundona de aquél trío de intento de arpías, cuando en realidad ella era la peor de las tres.

—Avisando, en realidad. —replicó Pristinne.

—No es como que puedes lastimarnos, a diferencia de nosotras a ustedes. —contestó Astrea con una sonrisa malvada.

—Apréndete esto, rubia de botella —dijo Nova mirando las raíces oscuras en el cabello rubio de Nashira—, existen Destinos mucho peores que la muerte, ¿me has oído?

Saaia, quien se había mantenido al margen de la situación por miedo a hablar de más, no puedo evitar a saltar a defender a la Heredera de Capricornio.

—Oh, y tú sabrás de eso, ¿no, Nova? —inquirió con maldad—, ver morir a un ser querido debe ser mucho peor que la muerte misma.

Hubo un silencio gutural durante algunos segundos, nadie se había atrevido a mencionar siquiera por encima lo ocurrido hace un par de días. El siguiente sonido fue un golpe en la mejilla de la joven que había abierto la boca de más.

—Me da gusto que Siren por fin te haya sacado de su noble corazón, asquerosa serpiente ponzoñosa. —dijo Alhena con frialdad después de haber estampado su mano en la mejilla de Saaia que ahora se hallaba enrojecida por lo pálido de su piel.

Después de eso, Alhena se dio media vuelta y cruzó la biblioteca hasta salir de ella, acompañada por Nova y Pristinne.

En la habitación que le habían asignado a Thanatos se hallaban Ares, Samael, Solfeo, Juno y Hyades, llevaban toda la tarde planeando el siguiente movimiento en la búsqueda de los Arcanos que pudieron haber sobrevivido.

—Es crucial volver lo antes posible. —dijo Ares.

— Ares, puedes volver por tu cuenta en cualquier segundo. —contestó Solfeo.

—Lo sé. Me preocupa la reacción de las chicas, sobre todo Alhena y Pristinne si descubren que he regresado por mi cuenta.

—Supongo que es comprensible. —replicó Thanatos, aunque en realidad no creía una sola palabra de lo que el chico decía. Él estaba seguro de que tenía otros motivos, y se encargaría de averiguarlos en cuanto tuviera una oportunidad de estar a solas con él.

Samael dejó escapar un suspiro—Necesitamos tomar el consejo de Pristinne de avisar a los demás cuál podría ser su nuevo lugar en el Destino, ¡por Hades! No podemos seguirnos deteniendo hasta que todos superen lo que han perdido, porque, ¿qué creen? ¡Eso no va a suceder!

—Por mucho que me desagrade, me temo que Samael tiene razón. —secundó Hyades.

Ante esas palabras, Juno le miró con sorpresa. No esperaba que su amado estuviese listo para lo que se viniera, él entendía lo cercano que había sido con la joven Heredera Arcana de la Luna.

—Alhena no disfrutará eso. Pristinne lo entenderá, hasta que alguien esté listo para tomar el lugar de Arsenio. —contestó con crudeza Solfeo.

—Solfeo, ¿tú estás listo para ver a alguien tomar el lugar de Tobías? —preguntó Thanatos.

—No. —replicó el pelirrojo—, pero eso no significa que no esté de acuerdo. Es lo mejor para todos, necesitamos estar listos. Debemos... tomar nuestro lugar en el Destino.

—Se siente como si hubiese sido hace años de escuchar eso —habló de nuevo Ares—, creo que ya ni siquiera nos preocupa hacer algo mal y que alguien nos robe el lugar en el Destino.

—O tal vez quisiéramos que fuese así, y no tener que preocuparnos de los Arcanos Menores nunca más. —dijo Juno.

— ¿De dónde salieron los Arcanos Menores, a todo esto? —cuestionó Hyades.

—Me imagino que a los Signos Zodiacales nunca les contaron las historias. —contestó Thanatos, quien se hallaba de pie afilando una de sus espadas.

—Ellos no corrían peligro, por eso. —le dijo Daniel.

—Bueno, pues cuéntennos, ¿quieren? —insistió Hyades.

—Me parece óptimo que si hemos de contar esa historia, sea para ilustrar a todos los que no la conozcan.

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En el jardín de la Mansión Astral algo inusual sucedía.

Un cuerpo se movía.

Nadie se había imaginado que eso fuese posible, pues cuando huyeron quienes habían conseguido sobrevivir, dieron por perdidos a los cadáveres que ahora comenzaban a soltar aromas poco agradables, a nadie se le había ocurrido hacer algo al respecto.

No eran humanos, pero los cuerpos que habitaban tenían ciertas funciones que no diferían en lo absoluto de las de un cuerpo común y corriente.

Un gruñido de dolor salió de entre los escombros, sin nadie ahí para escucharlo. El mencionado antes inerte cuerpo comenzó a moverse con dolor y dificultad, todo dolía después de tantas horas sin movimiento, alimento o bebida. Algo no estaba bien.

— ¿Alguien... está... ahí? —preguntó la voz, sentía dolor tan sólo al hablar.

No hubo respuesta, no hubo sonido alguno.

Nadie estaba lo suficientemente cerca para escuchar aquella voz tan tenue, y a su dueño le había tomado gran parte de su energía incorporarse lo suficiente para dejar escapar esas tres palabras.

El Arcano comenzaba a moverse un poco más, el Sol ya calentaba sus músculos, el olor a putrefacto hacía que quisiese escapar de aquella desagradable escena, incluso si aún no había tenido el infortunio de observar realmente lo que había a su alrededor.

Después de algunos calientes y desesperantes minutos por fin había conseguido incorporarse lo suficiente para sentarse.

—Por el Sol... —fue lo único que consiguió decir al ver el espacio.

A su lado se hallaba el cuerpo de alguien que desconocía, supuso un Arcano Menor, y frente a él observó el inerte cuerpo de Titania.

Ahogó un grito y con dolor en su vientre consiguió ponerse de pie.

Quería vomitar.

—No puede ser. —dijo otra voz, que acababa de llegar al lugar.

—Castiel, por El Sol, ¡es él! —dijo Fortuna.

—Se los dije —habló Thaddeus, quién había recuperado la consciencia apenas un par de horas antes.

El joven pelirrojo corrió hacia donde el pelinegro se hallaba, con la mano derecha apretando su vientre, su vestimenta color blanco con manchas de tierra y sangre secas.

—Arsenius, ¿qué sucedió? —cuestionó el chico, dejando que el Arcano se apoyase en su hombro. —, ¿cómo es que estás vivo?

—No... No lo sé. —replicó Arsenius.

—Necesitamos hallarlos, Castiel. ¡Necesita que le atiendan las heridas! —chilló Fortuna.

—No te preocupes por eso —le dijo Arturo con una sonrisa.

— ¡Castiel! —gritó de nuevo Fortuna, asustando al Heredero Arcano. — ¡El rosal! ¡Ese rosal!

—Alhena... —respondió Castiel quedándose boquiabierto y la sonrisa de Thaddeus incrementaba en tamaño y emoción. Como si todo lo que hubiese dejado de sentir en las últimas setenta y dos horas de pronto hubiese vuelto.

— ¡Te lo dije! ¡Te lo dije! —se escucharon los gritos de una chica.

— ¡¡Por Mercurio!! —chilló Alhena y corrió hacia donde estaban sus compañeros Arcanos, las lágrimas salían a borbotones de sus ojos.

Thaddeus dejó que Arsenius se apoyase en él y el joven Emperador estrechó a la Heredera de Géminis en sus brazos, ambos lagrimeaban por el otro y ese abrazo era lo que necesitaban para recuperar toda la sanidad que creían haber perdido.

Unos abrazos más y miles de preguntas al Hierofante, Alhena habló de nuevo.

—Mondete, llévate a Thaddeus, Arsenius y Fortuna. Ve directo a la habitación de Thanatos, dile que Solfeo les revise y sane en caso de cualquier herida. Juno y Hyades pueden darles alimento. No respondas ninguna pregunta, pídeles que esperen. —Alhena ordenó y Mondete obedeció sin pensar, sabía que en esos momentos lo mejor era seguir las indicaciones, además estaba de acuerdo con la decisión de la joven Heredera Zodiacal.

— ¿Qué haremos ahora? —preguntó Nova mirando a Alhena. Los tres Herederos sentían terribles náuseas provocadas por el olor.

—Quemar este lugar.

Algunos segundos de silencio pasaron después de que Alhena dijo aquello y finalmente Castiel fue el primero en hablar.

— ¿Estás segura de eso?

—Quémalo.

Nova no se interpuso, también deseaba dejar atrás aquél lugar y su destrucción sería un buen comienzo para que eso sucediera.

Castiel asintió, y haciendo uso de sus habilidades elementales, prendió fuego al jardín. Un fuego voraz y peligroso que se expandía con rapidez, consumiendo los cuerpos y prendiendo poco a poco los pilares que sostenían la Mansión Astral.

El lugar se había venido abajo en el momento en que los Arcanos Menores ganaron aquella batalla y su destrucción final marcaría el inicio de algo nuevo.

Los Herederos del Destino se encargarían de aprender sin necesitar a ninguno de sus creadores o guardianes, se vengarían de los Arcanos Menores y no permitirían que nadie jamás los pisoteara de ninguna manera.

Las flamas brillaban y crujían destruyendo todo a su paso, un peso era quitado de encima de los Herederos, el inicio del comienzo se acercaba y ellos podían sentirlo.

Cuando Mondete volvió los cuatro Herederos asintieron y tomados de la mano, regresaron a la Mansión Elemental de Aire donde contarían lo sucedido y verdaderamente iniciaría la toma del Destino, pues todo lo demás que habían llamado preparación, entrenamiento y aprendizaje estaba a punto de quedar en el pasado.

Para siempre.

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