Capítulo 10

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Aquella misma noche se convocó una reunión entre algunos de los Herederos, pues por más que deseasen cambiar eso, aún no se unían por completo. Aunque cada vez, el círculo pequeño crecía más.

A la habitación de Alhena habían llegado ya Zuben de la mano de Fortuna, Sadalmelik con Ninfa, Siren y Thaddeus que no pensaban despegarse, Hyades junto con Juno, Ares junto con Mondete, luego Solfeo y clavando una espina de duda en Alhena, Castiel y Nova llegaron juntos.

La Heredera de Géminis no conocía con certeza la historia que ellos dos tenían, sin embargo, sabía bien por boca de Samael que algo había llegado a suceder entre los Herederos Arcanos, algo que no fue precisamente pequeño. La joven frunció el ceño, quería cuestionarle, pero no se sentía con aquella libertad, ella tampoco deseaba ser cuestionada sobre su pasado con Thanatos o por qué estaba en su habitación mucho antes que los demás llegaran, tampoco quería que le cuestionasen por qué aún usaba la pulsera cuyo dije era la flor blanca que simboliza la bandera que carga La Muerte en su carta, así como el llevaba en su tobillo un dije con el símbolo de Géminis. Mucho menos quería que le cuestionasen por qué cuando Zuben y Fortuna llegaron, ellos se hallaban en los brazos del otro.

Al final, terminó por sacudir aquellos pensamientos de su cerebro; Nova era su mejor amiga, no valía la pena perder a su amiga por un chico del que ni siquiera sentía estar enamorada.

La puerta de la habitación se abrió de nuevo, y Samael ingresó.

— ¿Para qué la reunión? —preguntó.

Alhena estaba a punto de responder, pero Sadalmelik lo hizo primero.

—Algo sucedió cuando Astrea y Nashira peleaban, algo que no es natural, algo que no pudimos notar.

Nadie había puesto atención, pero desde el momento en que Thaddeus cruzó el umbral de la puerta, se había mantenido en silencio, una sonrisa le cruzaba el rostro.

Antes de que alguien pudiese hablar, la puerta volvió a abrirse y un par de gemelos apresurados entraron.

—Ya era hora. —dijo Samael rodando los ojos, aunque él tenía apenas unos segundos de haber entrado.

—Una vez en tu vida que llegas a tiempo, Diablo. —contestó Arsenius con una sonrisa, cruzado de brazos.

Mondete casi dejó escapar un suspiro al ver aquella sonrisa, Ares notó aquella reacción de la chica y no estuvo seguro de cómo reaccionar. ¿Mondete estaba tan embelesada con ese muchacho de cabello negro? ¡Tenía a otro pelinegro justo a un lado suyo! No se atrevía a adentrarse en sus pensamientos en ese momento, prefería mantener el beneficio de la duda, aunque la respuesta era evidente. Contuvo un bufido.

— ¿Entonces hablaremos sobre la intervención en el tiempo que ocurrió mientras las arpías peleaban, o no? —preguntó finalmente Thaddeus.

— ¿Cómo sabes tú eso? —preguntó Sadalmelik.

— ¿De verdad estás haciéndole esa pregunta? —inquirió con una risa Samael.

—Astrea es la Heredera del Ermitaño —murmuró Alhena—. Es por eso que detuvo el tiempo.

—Cuando el Ermitaño hace uso de esas habilidades su energía es consumida —dijo Thanatos.

— ¡Por eso es que cayó inconsciente! —exclamó Hyades.

— ¿De qué le sirve la habilidad si le drena energía? —cuestionó Juno.

—Es cuestión de dominarla—replicó Arsenius.

—Eso explica la sensación que tuvimos Sadalmelik y yo justo antes de que la Heredera de Virgo cayese inconsciente. —dijo Ninfa.

—Pristinne, ¿qué significa esto? —preguntó Nova frunciendo el ceño.

Los dueños del Destino. #PGP2021Where stories live. Discover now