Capítulo 12

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Ninfa llevaba horas acurrucada en un sillón de la sala de estar, aún no comprendía cómo todos sobrellevaban la tristeza, mientras que ella se hundía cada vez más en el dolor que le había causado aquel ataque. Se preguntaba cómo ellos habían canalizado su sufrir en una sed de venganza, que los motivaba a entrenar cada vez más duro, mientras ella sólo anhelaba ser capaz de morir, morir y dejar de existir, como lo habían hecho Flora, Platón, Justo y Titania.

Miraba hacia la pared color crema, las cortinas cerradas no permitían que la luz pasase, y una sola lágrima salió de los ojos de la Heredera. Sus sentidos animales la sacaron del trance, y miró con fiereza la entrada del salón, donde una figura la miraba de arriba hacia abajo.

—No puedes permanecer hecha bolita en el sofá por el resto de tus vidas, Ninfa. —habló un joven, abriendo las cortinas y dejando que el salón se iluminase.

— ¿Ah, no? Pruébame, Sad. Estoy harta de que quieran decirme cómo enlutar y sobrellevar mis pérdidas. —contestó con ira Ninfa.

—Ninfa, nosotros no hacemos semejante cosa. No somos humanos, deja de actuar como una.

Aunque todos en la mansión habían sido comprensivos del dolor que sentía la Heredera de Sagitario, ya habían pasado muchos días para que su actitud continuase tan apagada y sin ganas de luchar, Sadalmelik, Ares y Solomon estaban preocupados, ¿qué pasaría si no era capaz de alcanzar su lugar en el Destino? ¿Quién lo tomaría?

—Sadalmelik tiene razón. —interrumpió una tercera voz.

— ¿Tú vas a hablarme de comportamientos humanos, Aries? Vives obsesionado con chicas distintas cada semana y peleas como animal a la más pequeña provocación, eres la última persona que puede comentar la irracionalidad en mi comportamiento. —replicó con agresividad.

—Ninfa, por favor, necesitamos que reacciones. Ha pasado una semana entera desde que iniciaron los entrenamientos, y no has participado más que en una clase de dominio elemental. No puedes seguir así.

—Escucha la razón, Arquera. Necesitas escuchar, el Destino llama, pero no grita. —dijo alguien más, entrando al salón.

— ¿De qué demonios hablas? —cuestionó Ninfa. Su tono de voz no reflejaba la seriedad que su rostro había tenido antes, siempre estaba en el polo extremo de sus emociones, y carecía el control de ellas.

—Sad y yo creemos que, si no escucharás razón de nosotros, tal vez alguien con mayor conocimiento del orden del Destino sea capaz de ilustrarte.

—Mira, qué creativos. ¿Y no pudieron traer a alguien que no hablase en acertijo? —preguntó con sorna.

—Solo... escucha. Escucha lo que tiene para decir, por favor, Ninfa. —Sadalmelik se acercó a la joven, y poniéndose en cuclillas tomó entre sus manos el rostro de la chica, pegando su frente y nariz a las de ella—. Te extraño, y sé que me extrañas a mí. Necesitas reabrirte a la realidad y salir del hoyo negro al que te has metido.

El joven Heredero besó la frente de la chica que se había adueñado de su corazón, y junto con Aries, abandonó la sala.

—En realidad, es mucho menos complejo de lo que ellos pintan. —dijo Thaddeus, mirando las palmas de sus manos.

— ¿Entonces por qué lo haces sonar tan complejo?

—Porque mientras no entiendan lo sencillo que es, necesitan la complejidad de los juegos de palabras y adivinanzas de niños para siquiera interesarse lo suficiente.

—Entonces, ¿qué es lo que quieren que me digas?

—Aquello que ya sabes pero te niegas a aceptar.

Los dueños del Destino. #PGP2021Where stories live. Discover now