Capítulo 4

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El Sol comenzaba a asomarse a las seis de la mañana, y los rayos de este penetraban poco a poco las ventanas de aquella etérea mansión, con sus pisos de mármol y sus paredes de granito blanco y concreto que aparentaban un lugar creado para los dioses. Sus pilares sostenían el enorme lugar, y los jardines donde no hace tanto tiempo los Herederos del Elemento Aire; Alhena, Zuben y Sadalmelik entrenaban conservaban su belleza, gloria e historia. Generación tras generación esa mansión albergaba más secretos de los que podía conservar.

— ¿Alguien consiguió dormir? —preguntó una cansada voz.

Durante la madrugada poco a poco los demás Signos Zodiacales que lamentaban y lloriqueaban en sus habitaciones habían optado por acompañar al resto de los Herederos en aquella espaciosa sala, que parecía un albergue en tiempos de invierno. Cobertores y almohadas cubrían el suelo, incluso si la mayoría no había sido capaz de mantener los ojos cerrados durante mucho tiempo.

—Creo que no mucho. —replicó alguien más—, pero supongo que al menos descansamos el cuerpo.

Todos temían hablar, temían decir algo equivocado o incorrecto, sus palabras eran pensadas con demasiado cuidado antes de cruzar sus labios, en esos momentos hablar parecía tan tedioso como atravesar un campo minado en tiempos de guerra.

Y es que aquellos verdaderamente eran tiempos de guerra. Una guerra que había sido peleada durante siglos, pero no fue hasta la tarde anterior que dejó de ser una guerra de palabra y se convirtió en una guerra sangrienta y que se quedaría en la memoria de los Herederos Verdaderos, si es que alguna vez conseguían convertirse en los Dueños del Destino.

—Inútil es un cuerpo descansado si la mente está exhausta, —contestó una vocecilla.

—Esa negatividad no te llevará a ningún lado, Astrea. —uno de los chicos le replicó. El chico estaba sentado junto a la recostada rubia de ojos enrojecidos por las lágrimas y el insomnio. Peleaban seguido, pero no dejaba de ser su Hermana Elemental. El castaño le acarició el cabello a la joven.

—Cállate, Hyades.

Esa frase era tan usada por la joven, pues el chico la molestaba tan seguido como respiraba, pero por alguna razón que todos comprendían, ya no poseía la misma gracia o significado, las voces de todos sonaban tan apagadas.

Tal vez eran demasiado jóvenes para ello.

—Es hora de irnos. —dijo finalmente la voz que había dicho la primera palabra del día, perteneciente al Heredero de Aries.

— ¿Qué hora es allá? —cuestionó Siren poniéndose de pie.

—Las once de la noche. —replicó Alhena— Necesitaremos luz.

—Yo puedo encargarme de eso —habló un chico—, ya saben, mi piel irradia luz y calor cuando lo deseo.

— ¿Solomon, puedes controlar cuánta luz? —preguntó Alhena.

El rubio asintió y aunque Ares se negaba a llevar a más de dos personas, terminó accediendo.

Signos y Arcanos esperaban reunidos en aquella sala a que los Herederos Zodiacales volvieran, trayendo consigo noticias que pudieran cerrar aquellos ciclos que los atormentarían el resto de sus vidas. Algunos esperaban recibir algo de esperanza, eso era lo que necesitaban, claro está, después de una buena dosis de venganza.

— ¿Alguien desea comer? —preguntó el Heredero de Cáncer.

—Lo dudo. —repuso la joven Escorpio.

—Vamos, chicos. No han comido mucho y necesitaremos conservarnos si tenemos alguna esperanza de conseguir la venganza que sé bien que todos ustedes desean —dijo Thanatos, apoyando la sugerencia de Juno—, lo mejor será tratar de vivir de la manera más saludable que podamos, mientras averiguamos cómo vencerlos de una vez por todas.

Los dueños del Destino. #PGP2021Where stories live. Discover now