Sirius Black: el velo de la m...

By TheLittleRose_

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Primera y Segunda Generación La mente de Isadora le habló, pero en lugar de la suya, escuchó la voz de Sirius... More

Fianto Duri
Amato Animo Animato Animagus
Alohomora
Arresto Momentum
Confundus
Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta
Engorgio
Lacarnum inflamarae
Baile de Navidad I
Petrificus Totalus
Anapneo
Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas
Travesura Realizada
Alarte Ascendare
Wolfsbane
Vermillious
Ascendio
Defodio
Expelliarmus
Finite Incantatem
Aguamenti
Amortentia
Diminuendo
Impedimenta
Evanesco
Muffliato
La Orden del Fénix
Expulso
Imperio
Sonorus
Tergeo
James y Lily Potter
Glisseo
Oppugno
Incarcerous
Fidelio
Rennervate
Noviembre - 1981 -
Noviembre - 1985-
Julio - 1993 -
Confringo
El Prisionero de Azkaban
Albus Dumbledore
Focus
Levicorpus
Accio
Crucio
Episkey
Obliviate
Dissendium
Everte Statum
A James y Lily
Bombarda
Prior Incantato
Avada Kedavra
El velo de la muerte
Wingardium Leviosa
Lumos Solem
Relashio
Harmonia Nectere Passus
RAB
Partis Temporus
Piertotum Locomotor
Legeremens
Morsmordre
Salvio Hexia
Sectumsempra
Vulnera Sanentur
Expecto Patronum
Epílogo
House of Black
The Marauder
AVISO

Rictusempra

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By TheLittleRose_

La luz de amanecer, se asomaba y teñía toda la habitación de dorado; era la primera vez en semanas, desde que habían salido de Hogwarts que un sol radiante anunciaba el nuevo día, puesto que ya eran recurrentes los tiempos inusualmente fríos y nublados.

Como todas las mañanas, y con el típico exceso de energía que lo caracterizaba, Sirius se levantó de un salto y se dispuso a hacer el desayuno antes de que Isadora despertara. Pasados unos minutos una bandeja con comida que flotaba en el aire mágicamente, se depositó en la mesa de luz. Un enorme perro negro subió en la cama con torpeza y comenzó a caminar encima de la chica, lamiéndole la cara y despeinándole el cabello sin querer con las patas delanteras.

- Sirius Black – dijo cansinamente Isadora - ¡Deja de mandar a tu pulgoso yo a despertarme! – se cubrió la cabeza con las mantas para protegerse.

- ¡Oye!, ¡Ya no tengo pulgas!, creo... – exclamó la versión humana de Sirius, haciendo reír a la chica. Y aunque se divertía regañando a Sirius, internamente ella admitía que ya no se imaginaba las mañanas de otra forma.

- ¿Hay comida? – preguntó asomando una porción del rostro por debajo de la frazada.

- Desde luego – repuso Sirius dejando con cuidado la bandeja en la cama – café sin azúcar para ti y galletas con chispas.

- ¡Genial! – exclamó Isadora descubriéndose, tenía el largo y negro cabello enmarañado culpa de Sirius – ¿Qué era eso que querías mostrarme en el periódico? – Sirius estiró un brazo hacia a mesa de luz para asir El Profeta

- Es una nueva poción, se llama Matalobos; estuve pensando que ayudaría a Lunático, aunque es muy difícil hacerla...

- Ya lo creo aquí dice que si te equivocas puede ser muy peligroso... ¡No me mires así!, ya sé lo que estás pensando. Si me equivoco podría matarlo, Sirius. – suspiró y miró a Sirius que ponía cara de pobrecito. – De acuerdo, le diré a Lily si quiere participar.

- ¡Excelente!, ¡Te amo, eres la mejor! – exclamó tumbándola de nuevo sobre el colchón y derribando la taza de café al mismo tiempo.

Faltaban escasos días para el comienzo de las clases en Hogwarts, Isadora y Lily se encontraban dándole los últimos toques a la poción Matalobos cuando Albus Dumbledore llamó a la puerta. El profesor vestía una túnica azul eléctrico con hermosos patrones que no pasaba desapercibida entre los transeúntes que lo observaban desde la vereda, pero a él no pareció importarle en lo más mínimo.

Luego de aceptar una copa de Hidromiel comentó el motivo de su visita domiciliaria.

- No, profesor, no volveré a Hogwarts este año. No quiero ofenderlo, pero no me serviría de nada, usted sabe que no hay ninguna de las actividades de séptimo año que no sepa hacer – recitó Isadora como si ya se lo hubiese repetido un millón de veces. Es que tal vez no se lo había dicho a Dumbledore, pero sí a Lily y Alaric cada vez que le preguntaban por sus planes.

- Estoy al tanto de tus habilidades – coincidió sorpresivamente Dumbledore – y no planeo que pierdas el tiempo, de hecho vengo a ofrecerme como profesor, al igual que Alastor, creemos que serías más que valiosa como Auror, he hablado con el ministerio.

- De acuerdo – dijo Isadora tras meditarlo unos segundos sin salir de su asombro – Supongo que eso si será de ayuda.

- ¡Excelente, excelente! – Dumbledore se levantó de su silla con prisa – Comenzaremos mañana, enviaré un Patronus. – Y sin más cruzó el umbral de la puerta para desaparecer al llegar a la calle.

Lily vertió las últimas gotas de poción en el sexto frasco y las juntó en una caja de madera. Había suficiente como para dos o tres lunas llenas, y era un alivio, puesto que era la primera vez que daban con las cantidades exactas de cada ingrediente. Pero los esfuerzos habían dado sus frutos, Remus podría por fin pasar las lunas llenas sin el impulso que le hacía querer infectar a los demás.

- Podríamos cenar aquí esta noche, le diremos a Remus y a los demás que vengan – propuso Isadora

- Les avisaré – acordó Lily con una sonrisa – Además, tengo un anuncio que hacer – dijo irguiéndose para hacer como que se daba importancia.

- ¿Anuncio?, Lily Evans, te ordeno que me digas inmediatamente de que se trata. – Lily paseó la vista por toda la habitación, parecía no poder contener su boca cerrada, finalmente de rindió.

- ¡James y yo nos casaremos! – chilló.

- ¡Lily!, ¡Felicitaciones, es genial! – dijo abrazándola – Oye, un momento, ¿Hace cuánto sucedió esto y no me habías dicho?

- Ay, sólo unos días – respondió Lily restándole importancia – seguramente lo hagamos después de Navidad, con una fiesta, no muy grande, dado la situación actual, pero llevará tiempo organizarla – hizo una pausa y luego agregó: - Serás mi dama de honor, ¿Verdad?

- Siempre y cuando no me elijas un vestido horrendo, como la mayoría de los de dama de honor – Lily soltó una risita.

- Eres libre de elegirlo – concedió la pelirroja haciendo una reverencia.

- De acuerdo, ya me convenciste – Apenas Isadora terminó la frase Lily se lanzó a abrazarla.

La tarde comenzaba a irse y Alaric fue el primero en aparecer en la casa de Isadora, ya estaba curado de la herida que Snape le había provocado, aunque con una ancha cicatriz de recuerdo. Los tres tomaban té mientras esperaban a los demás. Luego de unos minutos aparecieron Peter y Remus; éste último parecía haber recibido una paliza minutos antes, tenía algunos cortes pequeños y otros tanto moretones, resabios de la última noche de transformación. Al saludar a los presentes evadió olímpicamente las preguntas de Ric sobre su terrible aspecto y comentó:

- James y Sirius están probando la motocicleta, no creo que tarden mucho más, ha superado mis expectativas, de hecho, funciona bien. – Lily puso los ojos en blanco

- Te quedarás sin esposo antes de casarte – Bromeó Isadora y al darse cuenta de que había revelado la sorpresa se llevó las manos a la boca.

- Y tú sin perro que te ladre – Dijo Lily riendo.

- Un momento – intervino Remus arqueando una ceja– ¿Cómo es eso de esposo?

- Eso les iba a contar pero una bocona lo dijo antes – Lily miró a su amiga fingiendo enojo.

Todos se habían amontonado en la ventana que daba a la calle, esperando por señales de vida de Sirius y James. Mientras los chicos preguntaban algún que otro detalle de la boda que distrajera a Lily, se escuchó un débil <crac>y un sonido metálico en el patio trasero. Isadora corrió hacia la puerta asiendo firmemente la varita y apuntando al pecho de quien se hubiese aparecido en el jardín, escoltada por los demás. La motocicleta de Sirius humeaba por todos lados, mientras que éste y James se desternillaban de risa incluso aunque parecían golpeados y tenían la cara llena de hollín. Ambos frenaron en seco al ver 5 varitas apuntándolos. Sirius se percató del peligro que representaba la mirada de Isadora y disimuladamente se escudó usando a James.

- ¡¿Qué demonios les sucedió?! – preguntó Remus guardando la varita.

- Ah, nos persiguió la policía muggle – contó Sirius como si tal cosa, asomando la cara por encima del hombro de James.

- Y se ve que alertamos a tres mortífagos porque... - el relato de James fue interrumpido por un golpe que Sirius le propinó en la coronilla.

- ¡Mortífagos!, ¿Cómo no avisaron?, ¡¿Están locos?! – gritó Lily escandalizada.

- Si, como dijo este soplón, nos siguieron, pero logramos perderlos. No queríamos preocuparlos. Ah y la motocicleta funcionó estupendamente.

- ¡No me digas!, ¡Eso es genial!, ¿Crees que ahora podría probarla yo? – Dijo Isadora con todo el sarcasmo del que fue capaz. – Y por si no te diste cuenta Sirius Black, fallaron en no preocuparnos, ¡Llevamos rato esperando verlos regresar, porque ni siquiera sabíamos dónde estaban!

- A mí ni me veas, Canuto, tiene razón – Dijo Remus cuando Isadora, seguida de Lily y Ric, se metió dentro de la casa.

- Creo que me da más miedo entrar con Sky así de enojada, que los mortífagos. – Bromeó James.

- ¿Seguros que nadie los siguió? – preguntó Peter a lo que Sirius asintió.

Los cuatro merodeadores se quedaron afuera un buen rato hasta decidir que ya era prudente entrar en la casa sin que Lily e Isadora les arrojaran algo por la cabeza.

- Bueno, par de brutos... – comenzó Remus mientras los cuatro se enfilaban hacia la puerta. – Saben, en estos días no es nada agradable la incertidumbre respecto al estado de las personas que queremos – dijo justificando la actitud de las muchachas.

Cuando los cuatro aparecieron en la cocina, los demás ya estaban sentados en la mesa y los esperaban para servir la cena. James abrazó y besó a Lily quién en seguida le correspondió; pero Sirius decidió que eso no le funcionaría y se acercó con más cautela a Sky, que lo miraba recelosa. La pelinegra se recargó sobre la mesada cruzada de brazos, observando atentamente a los ojos grises de Sirius.

- Lo siento, amor – se disculpó él – No fue nuestra intención sólo que... - Isadora no pudo retenerle más la mirada, siempre tendría debilidad por él, aunque a veces quisiera matarlo. Exhaló aliviada y al instante siguiente lo abrazaba con todas sus fuerzas.

- No te atrevas nunca a no volver – dijo Isadora hundiendo su cabeza en el pecho de Sirius.

Luego de la cena Ric fue el primero en irse, cuando sólo quedaron los merodeadores, las dos chicas fueron en busca de la caja con los frascos de poción Matalobos.

- ¡Son unas genio! – exclamó Sirius a lo que los otros tres lo miraron confundidos. – Es para ti Lunático – Remus observó por unos segundos el líquido azul contenido en los frascos de vidrio.

- Es bastante compleja, pero estoy segura de que está bien – comentó Lily.

- Leí sobre eso en El Profeta, es poción matalobos, ¿Verdad? – preguntó Peter, a lo que Isadora asintió alegremente.

- ¡No puedo creer que lo hayan conseguido! – Remus chispeaba de alegría, tomó un frasco y lo escudriñó detenidamente – ¡Gracias! – Dijo abrazándolas a ambas. – No moriré, ¿Verdad? – los demás rieron

- Estoy segura de que no, pero no fuimos sólo nosotras, Sirius insistió – confesó Isadora, besando a éste en la sien.

Esa noche Remus estaba tan feliz que terminó contagiando a los demás. Casi de madrugada cada uno volvió a su hogar y, siguiendo la rutina, Isadora renovó los sortilegios protectores alrededor de la casa.

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