Sádico ©

By ElenaaL04

1.3M 139K 24K

[PRIMER LIBRO SAGA AZUL] Mientras crecía, aquel hombre que llamó padre fue plantando en él el deseo de asesin... More

Prólogo.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Epílogo

Capítulo 26

41.3K 4.5K 543
By ElenaaL04

No tardé mucho para tener al bastardo que le arruinó la vida a mi hermana en mis manos; le agradecía el que se hubiese acercado a ella de nuevo, así me brindó la oportunidad de vengarme por completo por el daño que le hizo.

Con Sophie pidiéndome que rompiese la promesa que ella misma me obligó a hacer, me liberé y disfrutaría como nunca lo que a continuación iba a llevar a cabo.

Las vidas como la del miserable que atado se encontraba frente a mí, no me importaban en lo absoluto, ni siquiera habría en mi cabeza un recóndito espacio que pudiese guardar algún tipo de remordimiento. Por el contrario, el asesinarlo, el acabar con su existencia, me otorgaría una paz y una satisfacción que no fue completada con la tortura a la que lo sometí y que resultó no ser lo suficientemente dolorosa, ya que sus deseos por enfrentarme e ignorar mis advertencias, fueron más que el miedo que llegué a impartirle.

Su muerte sería rápida, necesitaba regresar a Rusia y cuanto antes mejor. No le dedicaría más tiempo a esta escoria, lo mataría y al fin mi hermana estaría tranquila con mi sobrino. Ya después me encargaría de volver, de convivir con ambos, porque, aunque mi corazón fuera un trozo de hielo, incluso cuando no les decía te quiero, los amaba, eran mi familia, la única que tenía, y sinceramente anhelaba pasar más tiempo con ellos, resarcir todos estos años, cuidarlos y protegerlos para que así de alguna forma mis padres descansen en paz.

—Despierta, bastardo.

Él abrió los ojos al escucharme, desubicado, confundido, y momentos después cayó en cuenta dónde y frente a quién estaba.

Movió las manos, tiró de las cadenas de las que colgaba su cuerpo; su imagen me era asquerosa y de nuevo el pesar y el coraje por saber que esa cosa tocó a mi hermana, resurgía.

Desquité la rabia que me carcomía, me acerqué y le propiné un golpe en el abdomen que le sacó el aire de los pulmones de forma súbita y dolorosa.

—Te advertí que no te acercaras a mi hermana, ¿en qué demonios estabas pensando cuando decidiste hablarle? Ni siquiera debiste respirar el mismo aire que ella —espeté furioso.

Tuve en la cabeza muchas cosas, cosas que me ponían enojado, y qué mejor forma de desquitar mi rabia que con él.

—¡Solo quería saber si era mi hijo! —se excusó, y el que dijera aquello, me hizo hervir aún más la sangre, como si esas palabras fueran una maldita blasfemia.

—Tu error vas a pagarlo con sangre.

—¡No me mates! Te juro que no volveré a acercarme a ellos.

Sonreí de manera mezquina y cogí la navaja que siempre mantenía dentro de los bolsillos de mi pantalón, una que estaba manchada con demasiada sangre.

—Tu voz me irrita, tu sola presencia me pone de muy mal humor, y es de miedo verme de malas, ¿sabes? Y tú tienes una facilidad para lograrlo, que me sorprende.

Empuñé la navaja y sin perder más el tiempo, deslicé el filo de ella con lentitud por el contorno de su cuello, ahí donde la piel es más suave y más delicada, expuesta y blanda, fácil para herir como lo es la mantequilla contra un cuchillo.

Cedió sin ningún problema ante él, así como su carne se abrió, abriéndose por completo. Desbordó la sangre momentos después. Salpicó mi ropa y manchó la suya. Se expandió con prisa, empapó todo y llenó la habitación de un olor a óxido que a decir verdad, estaba acostumbrado a respirar.

Me encantaba ese olor a sangre, a muerte. La manera en que veías como la vida escapaba de sus ojos, para así dejar una mirada vacía con el terror grabado en ella.

Debería de estar loco para disfrutar de esos pequeños momentos y detalles que sucedían cuando asesinaba. Apreciaba a la perfección cada instante, los segundos exactos en que la muerte hacía presencia, otorgándome el poder para usarla.

Solté su cabello con asco, su cabeza se osciló hacia abajo y colgó al igual que su cuerpo sin vida.

Una paz me inundó al haber acabado con él.

Al fin vengué por completo a mi hermana y le di la tranquilidad... Nunca más nadie la volvería a molestar.

—¿Listo, señor? —preguntó uno de mis hombres al salir mientras.

Limpié mis manos con la camisa que me quité hace poco.

—Llévate su cuerpo, ya saben qué hacer.

Caminé a la salida, necesitaba una ducha y comer algo.

—Sí, señor.

Afuera del almacén Carlos hablaba por el móvil, su semblante no era tranquilo, fruncía el ceño y asentía de tanto en tanto. Al verme se apresuró a terminar la llamada, yo no pregunté quién era, él sólo iba a decírmelo y así sucedió en cuanto ambos estuvimos dentro del vehículo.

—Joven, sucede algo con su prometida —comenzó a hablar. Mi vista se fijaba en la soledad de las calles de Nueva York mientras lo escuchaba—, ha estado demasiado cerca de uno de sus hombres y por lo que mi gente me ha dicho, sospecho que ella lo está engañando.

Pasé el pulgar por mi labio inferior, lo deslicé una y otra vez.

Me negaba a creer que Mara estuviera engañándome, ella no podía engañarme, no a mí, ¡carajo!

Motivos no le faltaban para serme infiel, mas no tenía justificación alguna. Ella sabía que no debía jugar con fuego y que si quería estar con alguien más simplemente estaba a una llamada de poder hacerlo sin que su vida corriera peligro alguno.

Mi orgullo era herido mientras contemplaba la posibilidad de que fuera cierto, pero también una tranquilidad en mi interior se instalaba al saber que me quitaría un peso de encima, porque no sería por mi culpa, al final de cuentas, nuestro rompimiento.

—Mañana voláremos a Rusia, ya me encargaré de hablar con ella.

Carlos asintió y siguió, y yo con mi mente muy lejos de aquí, me sumí de lleno en aquellos pensamientos donde predominaba un rostro de ángel y unos ojos azules como el mismo cielo.

[***]

Despedirme de mi hermana y André no fue tan difícil como pensé, quizá se debía al hecho de que no era una despedida por un período de tiempo largo.

Ambos se quedaron bien cuidados y mi hermana tranquila al saber que él bastardo que la lastimó nunca podría volver a hacerle daño.

Ahora caminaba hacia la casa de Mara, no le avisé que venía, mucho menos se enteró que llegué a la ciudad, quería cerciorarme que no estuviera engañándome.

Sus hombres al verme no dijeron nada, me conocían y sabían que yo podía entrar a esta casa las veces que quisiera y a la hora que se me diera la puta gana.

Entré sin tocar y me quedé un momento de pie en el recibidor. Intenté escuchar algo, pero el silencio era lo único que se apreciaba entre las paredes de la casa.

Subí las escaleras con lentitud. Esperé cualquier cosa, pero seguía sin oír nada. Me dirigí a la habitación de Mara y permanecí unos instantes frente a la puerta sin abrirla.

Suspiré con profundidad y abrí la puerta. Miré el cuerpo semidesnudo de Mara sobre la cama, mientras que sus ojos se mantenían cerrados.

Ella estaba dormida.

Sonreí y fui a donde ella. Subí sobre la cama con cautela y me quité la ropa en el proceso.

Me recosté a su lado, la abracé por la cintura y metí la nariz entre su cabello rojizo.

Entonces, me tomó por sorpresa el arma que Mara colocó en mi cabeza en una fracción de segundo. Me miró sorprendida y luego sonriente. Baajó su mano y dejó el revolver a un lado.

—¿Por qué no me avisaste que venías? ¡Demonios! Te extrañé tanto, rubio.

Puse los ojos en blanco. No me gustaba que me dijera así, pero qué más daba, bien podría teñir mi cabello.

—Quería darte una sorpresa.

La besé con rapidez en los labios.

—Sí que me la diste —murmuró y subió sobre mi cuerpo.

Se dejó caer contra mi pecho. Deslizó sus dedos por mi rostro, pero con celeridad se lo impedí y en un movimiento ágil la dejé debajo de mí. No soportaba que me tocara.

—Y apenas comienzo, querida —murmuré.

La besé, me olvidé de manera momentánea de nuestras diferencias.

Me entregué a ella; la besé por cada rincón de su cuerpo, haciéndola mía, sin hacerlo en realidad, porque la única persona que se mantenía en mi cabeza era alguien que pronto iba a recordar.

Continue Reading

You'll Also Like

6.2K 450 11
Isabel Salvatore, es una joven princesa del reino Agua y la tercera hermana en la sucesión de la Corona. Ella sabe que jamás llegará a ser reina y...
36.4K 3.5K 36
Bilogía My Boy #2. Él, tan imposible. Y ella, tan simple. Han pasado meses desde que se dijeron "adiós" y para Monserrat no fue sencillo salir adel...
DFDBCB By Debby 🌺

General Fiction

154K 20.9K 146
Chu Li es una beta de bajo nivel sin feromonas, pero su prometido es el único alfa de nivel 3S en el imperio, Lu Jin. Como resultado, Chu Li se convi...
3.5M 276K 63
"Todos han vivido su propio infierno" ¿Será tu corazón capaz de soportar el tuyo? Cada persona vive su propio infierno, y solo ellos pueden saber con...