"Un grito al vacío"
El tren del Capitolio para en la estación del Distrito 7. Cuando imaginé mi vuelta a casa, pensé que se escucharían los gritos y vítores de la gente. Pero solo hay silencio. La puerta se abre y doy un paso al frente. El aire me azota el rostro y el olor a tierra y madera inunda mis fosas nasales. Cierro los ojos un segundo antes de volver a andar, huyendo de los agente de la paz. Sly sale detrás de mí.
-¿Ahora qué? - Le susurro a mi mentor.
-Tu... Intentasaludar normal. Aunque no muy contenta.
-Está bien -Suspiro-.
-Venga, Dee, que tú puedes.
Camino hasta el balcón. Siento las miradas de todo el distrito puestas en mí. Intento sonreirles, pero sus rostros serios me echan para atrás. Levanto una mano con timidez y la agito un par de veces. Entonces me doy cuenta de que algunos ya no me miran a mí, si no algo a mi izquierda. Me giro y veo a un agente de la paz con un arma apuntando a la multitud. Me estremezco y vuelvo mi vista de nuevo hacia el distrito.
Creí que necesitaba mi distrito para volver a ser feliz, aunque ahora me doy cuenta de lo contrario.
Alguien me toca el hombro y me giro. Suzanne, con expresión extraña. Me da un papel blanco con letras roja carmesí. La letra es cursiva y con mucho rabitos. Es bonita hasta que veo la firma. Entonces siento la necesidad de soltarla.
-Tienes que leerla, Deanne.
La cojo fuerte. Trago saliva para elimiar el nuedo de mi garganta. Empiezo a leer en alta y atragantada:
-Vuelvo al distrito al que pertenezo. Aunque no creo que merezca estar aquí. Si he llegado a este balcón ha sido por la sangre que he derramado o por la que han derramado por mí -Doy un simple jadeo y continúo:- Pero ahora me doy cuenta de que todos somos parte de Panem y que no podemos hacer nada para cambiarlo, aunque tampoco deberíamos. Panem es perfecta cómo es. Panem hoy, Panem mañana, Panem si-siempre...
Asimilando las palabras me hago consciente de mi presente. Gané los juegos del hambre gracias a los sacrificios de otras personas. Me siento cómo una asesina. ¿Qué hay en mí que merezca la pena entregarme su vida?
Soy una Vencedora más. Cuando hace años ser un vencedor era un honor... Nadie sabía ni esperaba en los que ésto se ha convertido. Snow utiliza los recuerdos de los juegos contra nosotros. Somos marionetas sin hilos, enganchados a su poder.
Cuando antes las pesadillas se basaban en no salir elegido en la cosecha, mi mayor miedo es ahora un suero. Al cual tendré que enfrentarme cada vez que el Presidente lo quiera. ¿Para qué? No es más que ver retorcerse en un asiento a los vencedores, con correas que desgarran la piel de las muñecas. ¿Que gusto encuentra en eso? Me explicó que eso incrementaría el miedo del pueblo, aunque creo que están suficientemente asustados para hacer nada.
Tuvieron otra oportunidad de esperanza, en Katniss Everdeen, su Sinsajo. Para aquel entonces yo era una niña y mi único recuerdo era estar encerrada en una habitación en el Distrito 13, protegida por los brazos de mis padres y mi hermano. Allí solo se respiraba miedo. Entonces un día muchos soldados se adentraron en la guerra contra el Capitolio. Todo parecía ir bien. Hasta que Snow acabó con ella. Nadie sabe exactamente qué pasó. La guerra parecía ganada, la libertad próxima. Hasta que escuchamos el grito de "¡el Sinsajo ha caído!". Y todo se volvió negro, desperté en una nueva casa, en mi Distrito 7. Todo era nuevo, ya que el anterior fue reducido a cenizas. Entonces en las calles solo había violencia, sangre y miedo. Se respiraba el miedo. Ahora si entiendo lo que es tener miedo.
No puedo hacer otra cosa que gritar en mi interior, temer volver a ver al Presidente, hacer algo mal... Todo será otro esfuerzo en vano de tener una vida feliz. Aunque no puedo perder la esperanza. Seguiré gritando al vacío, total, es la única realidad que me espera.
Caigo de rodillas al suelo, bajo la cabeza todo lo que puedo, pasando del quejido de mi espalda. Me llevo las manos a los oídos y grito. No se si grito de verdad o solo desgarro los pulmones en un sonido sordo.
Este es el comienzo de mi final.