Red Moon [RM #01]

By AavatarKyoshi

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La relación del Avatar Aang y la Maestra Agua Katara cruza por un momento complicado con la repentina llegada... More

Dulce como el veneno
Lady Corazon de Piedra
La serpiente que sabia sonreir
Besos con sabor a fuego
Rompiendo el hechizo
El arma con doble filo
Secretos en la nieve
Rápido palpitar
Brazos de un ser desconocido
Cortina de humo gris
La flor abre sus petalos; Primera Parte
La flor abre sus petalos; Segunda Parte
Furia helada
Máscaras de porcelana frágil
Muere la luz
Vendar unos ojos ciegos
Canción que cantan los muertos
Oscuras nubes de tormenta
La misericordia de una madre
Entra al vacío, carente...
Nace una esperanza
¡Tan alto como el honor!
Aviso
Flechar un corazón herido.
Cae la tormenta.
Red Moon; Primera Parte.
Red Moon; Segunda Parte.
Epilogo
CURIOSIDADES
Agradecimientos.
¡Cinco Meses!
✨¡Aqui esta ya! ✨

Sonrisas de cristal

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By AavatarKyoshi

Capítulo para ustedes, exámenes para mí UnU lamentó la tardanza :'c

[Haru]

El chico mantuvo su vista en Katara. La preocupación y angustia en los ojos azules de la Maestra Agua no era lo que Haru quería que ella sintiera al verlo.

Bajo del barco con lentitud.

Había esperado ese momento desde hace un mes, cuando Katara decidió no volverle a dirigir la palabra después de compartir un beso bajo la cubierta del barco. Haru no había podido dejar de pensar en los labios de la muchacha y la sensación que le provocaba tenerlos contra los de él.

Estaba mal pensar en ello, se decía toda las noches, cuando despertaba envuelto por el dolor antes de ceder ante sus sentimiento y comenzar a escribir cartas que nunca tenían respuesta.

El mensaje de Sokka había sido un bálsamo para las heridas de su corazón. El hermano de la chica lo invitaba a pasar unos días en la Isla Templo del Aire para celebrar el cumpleaños décimo noveno del Avatar. Haru sabía lo que enfrentaría y lo que su presencia significaba para Katara, pero estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa si eso significaba tener respuestas.

Después de días en el mar, finalmente estaba frente a la causante de todos sus pesares.

—¡Haru!—gritó Sokka, más alegre de lo que el Maestro Tierra esperaba—. Es bueno verte aquí, amigo.

—También me alegra estar aquí—sus ojos no pudieron pasar por alto como Aang sujetaba a Katara, rodeándola con ternura. La chica de ojos azules, se aferraba con fuerza a los brazos de su novio. Sus ojos evitaban los de Haru—. Hola chicos.

—¿Cuánto tiempo a pasado, Haru?—Aang extendió una mano para saludarlo, con una sonrisa radiante. El Maestro Tierra correspondió el saludo.

Haru no deseaba ningún mal para él.

El Avatar era un chico de mano genial y intenciones sinceras. Haru le agradecía el hecho de haber recuperado la paz para el mundo y haberle regresado la tranquilidad a su familia, pero eso no podía hacer que Haru dejara de sentir lo que sentía por Katara y eso hacía que viera a Aang como un rival.

—Mas del que me gustaría—Haru le dedicó una sonrisa falsa, ocultando en su corazón sus verdaderos sentimientos. Volvió la vista hacia la hermosa chica del piel oscura. Sintió su corazón latir con más fuerza—. ¿No estás feliz de verme, Katara?

Al fin, ella enfrentó su mirada. Sus ojos azules estaban cargados de furia. No lo quería ahí, era evidente. Le estaba enviando un mensaje muy claro: no hagas nada estupido o lo lamentarás.

—Siempre estaré feliz de ver a viejos amigos—enfatizó la última palabra para que la pudiera escuchar con claridad. Haru tuvo que disimular la punzada dolorosa en su corazón. Katara se volvió hacia Aang, perdiendo todo interés en el Maestro Tierra.

Tomo el rostro de su novio con sus delicadas manos. Haru deseo durante un segundo que Katara pudiera verlo como veía a Aang.

—¿Por que no le mostramos el Templo a nuestros nuevos invitados, cariño?—sus palabras estaban llevas de ternura. Haru sospecho que hacia todo aquello de forma intencional, únicamente para lastimarlo.

—Por supuesto, cariño—Aang le dio un beso suave y lleno de amor. Haru tuvo que apartar la vista para evitar actuar de forma inadecuada. Aang les dedicó una sonrisa al grupo—. ¿Quién quiere un recorrido?

El grupo de recién llegados había comenzado a alejarse. Haru estaba apunto de seguirlos, hasta que Toph lo tomo con fuerza de la muñeca.

—¿Que pretendes viniendo aquí?—le susurró lo suficientemente bajo para que nadie los escuchara.

—Necesito hablar con ella, Toph—suspiró con abatimiento. Ya no podía soportar más aquellos sentimientos—. La amo... ¿que otra cosa podía hacer? ¿Fingir que nada ocurrió?

—Si fueras un poco más listo Haru, lo harías—la chica liberó su muñeca, para poner un dedo contra su pecho de forma amenazadora—. Se que es duro de enfrentar pero Katara no siente lo mismo que tú. Ella está con Aang y por primera vez en mucho tiempo es feliz así que deja de ser egoísta y no compliques las cosas.

—¿Como puedes decir que soy egoísta por intentar seguir mi corazón?—Haru no lograba entender por qué estaba mal que intentará ser correspondido. Si tenía una pequeña oportunidad, se aferraría a ella y no la dejaría ir. Katara le había dado esa oportunidad con el beso. Haru tenía esperanza.

—Escucha bien, amigo—su voz era firme y adulta. Era media cabeza más baja que él, varios años más joven y al menos quince kilos más delgada, pero no parecía dispuesta a retroceder—, quiero a Pies Ligeros con todo mi corazón y si tú o Katara o cualquiera hace algo que lo lastime se las tendrá que ver conmigo ¿entiendes?—le dio un fuerte empujón, haciéndolo tambalearse hacia atrás.

Toph dio media vuelta y se alejó de la playa.

—Es un gusto también verte—murmuró Haru, con la voz triste.

Al levantar la mirada sus ojos se encontraron con una sombra que lo observaba desde una de las ventanas del Templo. Desapareció de inmediato, pero Haru tuvo el tiempo suficiente para distinguir el atractivo rostro de una chica de hermosos ojos verdes y cabello castaño que le sonría de forma divertida.

[Katara]

No podía concentrase, simplemente no podía. No pudo apartarse del lado de Aang, temerosa de lo que podía ocurrir si lo dejaba solo.

Haru no se atrevió a acercarse, pero la forma en la que la miraba le dejaba en claro que no estaba dispuesto a irse sin una respuesta.

La primera vez que lo había visto de pie en la cubierta del barco, tan atractivo como el más galante de los hombres, Katara sintió que todo su mundo se hacía pedazos. Durante un breve momento quiso correr y huir de él. No sabía que es lo que hacía ahí, o si estaba dispuesto a decirle algo a Aang. De cualquier forma, se obligó a mantenerse firme y no escapar. No iba a demostrarle miedo.

Esa misma noche otro barco atraco en la Isla. Zuko había llegado acompañado por Mai, Kiyi, Iroh y Ty Lee. Ursa había decidido quedarse en la Nación del Fuego junto a su esposo Ikem, pero le había permitió a su hija pequeña acompañar a su hermano para el cumpleaños de Aang.

—¡Katara!—le había saludado Kiyi con emoción—. Mamá me dejo venir con Zuzu ¿Podré ver a las crías de bisonte?

—Por supuesto—Katara la había cargado en brazos con cariño. Siempre le habían agradado mucho los niños pequeños y tenerla ahí le ayudaba a despejar un poco la mente. Le dedicó una sonrisa a Mai y Zuko. El joven matrimonio parecía feliz, o tanto como aquella inexpresiva pareja podrían estarlo—. Esperamos no haber interrumpido su viaje, chicos.

—Las cosas comenzaban a volverse aburridas en la Isla Ember—admitió Mai, suspirando. El matrimonio y su coronación como princesa de la Nación del Fuego no la habían vuelto más emotiva.

—No todo era aburrido—argumentó Zuko, levemente ofendido. Sus ojos dorados tenían una chispa de diversión y complicidad. Mai sonrió levemente, lo que en ella equivalía a estar riendo a carcajadas.

—No, no todo—admitió.

Katara se había sonrojado horas más tardes al comprender de lo que hablaban.

La gran multitud que se había reunido en el Templo del Aire ceno junta en uno de los salones. Todos estaban muy cansados por el viaje y ansiosos por la celebración que daría lugar los próximos dos días.

—Mañana se organizará el banquete—anunció Sokka a los invitados. Su hermano se había encargado de planificar cada detalle del evento y como siempre, se encontraba muy animado—. Habra música así que consigan zapatos cómodos. Tendremos un gran pastel y también será el tiempo de los obsequios.

—Sokka—intentó decir Aang—, realmente yo no necesito que me den obsequios...

—Tonterías, mi joven amigo—alegó Sokka, con los ojos azules llameantes de entusiasmo. Katara sabía cuánto le fascinaba organizar eventos. A pesar de sus veintidós años seguían comportándose como un niño—, todos necesitan regalos en su cumpleaños. Bien, como iba diciendo antes de ser interrumpido de forma tan grosera, mañana será el banquete y el tiempo de sorpresas, pero el siguiente día tendremos una serie de enfrentamientos amistosos por el título de Mejor Maestro y Mejor No Maestro.

Cientos de voces emocionadas se levantaron de inmediato. Todos querían demostrar sus habilidades y estaban ansiosos por un poco de pelea.

—¡Tengo ese título ganado!—alardeó Toph.

—Tendrás que quitármelo de mis manos frías y muertas primeras—le reto Aang de forma burlona.

—¿De verdad que quieres pelear, Pies Ligeros? Las ancianas de ciento diecinueve años pueden resultar lastimadas.

—¿Me recuerdas quién te quito el cinturón de Estruendo Tierra, Señor del Melón?—se burlo el chico.

—¿Yo también puedo pelear?—quiso saber Kiyi, emocionada.

—Claro que no—sentenció Zuko.

Las Guerreras Kyoshi lanzaron puyas contra los Luchadores Libertadores, los Maestros del Loto Blanco desafiaron a los Maestros Agua del pantano, incluso Sokka retó a Suki, quien había llegado a la Isla al mismo tiempo que Zuko.

—Por los viejos tiempos—dijo Sokka.

Suki había sonreído de forma maliciosa. A su lado estaba su esposo, un chico que Katara no conocía.

—No tengo problema en barrer el piso con tu cara por los viejos tiempos—declaró su ex. Era agradable mirar que incluso con su ruptura Suki y Sokka llevaban su amistad de buena forma.

Katara estaba feliz de ver reunidos a viejos amigos y disfrutar de buenos tiempos, pero aún así se sentía preocupada por Haru. El chico había estado charlando con el Duque y Teo durante la cena, pero le lanzaba miradas ocasionales a Katara, poniéndola incomoda.

Después de comer todo el mundo se retiró a descansar. Aang tuvo que discutir algunas cosas con Sokka sobre la magnitud de la fiesta, así que Katara tuvo que ir sola a dormir.

Mientras iba a su habitación, encontró a la última persona con quien quería encontrarse en ese momento.

Haru la esperaba en silencio, oculto entre las sombras del pasillo. De alguna forma había averiguando donde estaba su habitación. Sus ojos verdes siguieron a Katara en cada movimiento, como el cazador que estudia una presa.

—Necesitamos hablar—declaró el chico. Katara no se sentía con ánimos esa noche para tratar con él. No lo quería ahí y no quería que la metiera en problemas con Aang. Necesitaba irse o las cosas irían mal—. No respondiste mis cartas.

—No me moleste en leerlas—Katara no pretendía ser tan ruda con Haru, pero debía dejarle en claro que no sentía nada por él. Es era la única forma en que todo terminará y pudiera volver a sentir tranquilidad—. ¿Por qué no puedes simplemente pretender que nada ocurrió?

—¿Como podría? Fue una de las mejores cosas que pudieron pasarme—intentó tomar su mano, pero Katara retrocedió. No iba a permitir que ocurriera lo de la última vez—. Te amo, no me cansaré de decirlo una y otra vez hasta que lo entiendas.

—Y yo no me cansaré de decirte que yo solo te veo como un amigo—susurró las palabras con cuidado. No quería que nadie escuchara su conversación. Incluso ahí en el Templo, las paredes podían tener oídos—. No sé que juego crees que estás jugando al venir aquí, pero simplemente detente. No me interesas de esa forma. Hay cientos de chicas ahí afuera que serían felices de estar a tu lado y....

—Pero tú no—Haru bajo la vista. Katara se dio cuenta que el chico se esforzaba por contener la furia. Durante un segundo Katara flanqueo su guardia y se permitió sentir pena por él.

—No, yo no—Katara se abrazo a si misma, incomoda—. Lo siento, Haru, pero no puedo cambiar lo que siento por Aang.

—¿Realmente lo amas?—le tomó un largo tiempo formular la pregunta. Katara sospechaba que él no quería escuchar la respuesta.

—Lo amo más de lo que nunca creí que podría amar a nadie—la Maestra Agua contestó la pregunta sin dudar. Se había hecho la misma pregunta cientos de veces, cuando la luna llenaba el cielo y las sombras de la noche jugaban con su mente cuestionándole por qué había besado al chico frente a ella.

Katara solo necesitaba cerrar los ojos para tener la respuesta.

Cerraba los ojos y lo miraba, era Aang, con su sonrisa llena de cariño. Miraba el brillo de sus ojos grises y recordaba el sonido tranquilizador de su voz. Sentirlo lejos la hacía sentir incompleta y vulnerable. Le gustaba despertar cada mañana envuelta por sus brazos y el olor de su piel más que nada en la vida. Le gustaba recorrer con dedos curiosos los tatuajes que cubrían su cuerpo y sentir como Aang se estremecía bajo el tacto. Le gustaba la inocencia y pureza de su alma. Le gustaba que fuera tan apasionado y que no dudará cuando se trataba de ayudar a quien lo necesitaba y hacer lo correcto.

Sabía que todo estaría bien siempre que él estuviera a su lado y le hiciera promesas de amor con cada beso.

La idea de perderlo le provocaba un dolor terrible en el pecho, similar al que había sentido cuando le arrebataron a su madre.

Aang era su chico dulce e inocente. No necesitaba nada más.

—¿Entonces por qué me besaste?—demandó saber Haru, molesto. Las lágrimas que amenazaban con derramarse de sus ojos eran producto de la rabia y la desesperación—. ¿Quién es el que está jugando un juego aquí, Katara?

Sus palabras la golpearon como un látigo, hicieron que se sintiera terrible ¿Por que las cosas tenían que ser así? Ella ni siquiera tenía una respuesta para eso...

—Cometí un error—era lo unció que pudo decir—. Fue una tontería de mi parte seguir ese beso. Créeme cuando te digo que me arrepiento profundamente.

Haru se acercó a ella, acortando la distancia entre ellos. Había secado las lágrimas antes de que se derramaran.

—¿Que tanto estás dispuesta a sacrificar en nombre de ese amor?—parecía formular la pregunta como un reto ¿Acaso la estaba amenazando?

—Todo—Katara dio un paso al frente también, desafiante. Si Haru no daba un paso atrás, ella tampoco—, así que no intentes volver a buscarme o intentes buscar a Aang, por qué no dudaré en hacerte  daño.

—Bueno—dijo Haru, con una sonrisa tensa—, parece que habrá una fila para ello.

El chico de ojos verdes inclinó levemente la cabeza y siguió su camino. Katara suspiró e intentó calmarse.

Cuando creía que ya nada más podía ocurrir ese día, el destino decidió demostrarle lo contrario.

Al doblar el pasillo para llegar a su habitación, por poco choco contra Koemi. Había visto a la chica durante la cena, saludando a los amigos de Katara como si los conociera de toda la vida.

—Lo siento—se disculpó la Maestra Tierra, con una de sus insoportables sonrisas— está todo un poco oscuro por aquí. Uno casi no puede ver lo qué hay frente a nuestras narices.

—Es tarde para deambular a oscuras—concordó Katara. La miró directamente a los ojos, preguntándose cuánto tiempo llevaba del otro lado del pasillo—. Mañana será un día importante, lo mejor será que todos vayamos a dormir.

—Estoy de acuerdo—dijo Koemi. Katara la miró directamente a esos hechiceros ojos verdes, intentando descubrir que era lo que ocultaba ¿Acaso era ella la única que se daba cuenta de la falsedad que emanaba? Incluso Toph estando ciega lo miraba. A Katara la carcomía la curiosidad.

—Buenas noches—se despidió la Maestra Agua.

—Buenas noches también para ti—dijo la Maestra Tierra.

[Aang]

—Cuando me dijiste que daríamos una escapada de chicos—protestaba Sokka por novena vez—, yo tenía en mente algo más emocionante.

—Vamos, Sokka, esto es divertido—la emoción que Aang sentía le provocaba escalofríos en todo el cuerpo—. ¡Como en los viejos tiempos!

—Yo sigo sin entender por qué tenían que arrastrarme a esto—Zuko tenía los brazos cruzados y el ceño fruncido como era por costumbre. El espeso cabello negro le caía sobre los ojos dorados.

—En mi próxima vida me buscaré mejores amigos...—murmuró Aang para si mismo.

El vendedor de la tienda regreso con una bandeja de té para hacer más placentera su espera.

—Es un honor, un verdadero honor—dijo el anciano de ojos verdosos. Su sonrisa escasa de dientes resultaba graciosa. A Aang le recordaba a algunos de los monjes que había conocido de niño—. En mi humilde tienda tengo la presencia del mismísimo Avatar Aang, Maestro de los cuatro elementos, gran puente espiritual, nuestro salvador—se volvió hacia Zuko, quien intentaba en vano ocultar su identidad con una capa oscura—, y también al Señor de la Nación del Fuego Zuko. Alteza, permítame felicitarlo por su boda.

Zuko asintió sin mucha importancia.

—¿Que hay de mi?—dijo Sokka, mientras buscaba en una estantería algunos libros viejos.

—¿Quien es usted?—preguntó el vendedor.

Zuko y Aang no pudieron evitar reír ante la cara de disgusto de Sokka.

—¡Soy el presidente del Consejo de la República Unida!—chilló el chico de piel oscura. Regreso su atención a los libros y no dijo nada más.

El anciano se fue de nuevo en busca del encargo del Avatar.

—¿Estás seguro de lo que vas a hacer, Aang?—le preguntó Zuko, poniéndose de pie a su lado—. Este es un gran paso.

—¿Por que no debería estarlo? Tú diste ese gran paso—le recordó Aang, mientras sus ojos grises escudriñaban entre las curiosidades que habían en la tienda.

—Es cierto, Aang pero—Zuko no estaba seguro de cómo decir aquello—, tú eres un poco... ¿Como decirlo? Joven.

—Mañana cumplo diecinueve años—se defendió Aang—, a decir verdad, cumplo ciento diecinueve. Mira—se puso a su lado—, incluso soy más alto que tú ahora, su fogosidad.

—Bien, no me refería a que eres demasiado joven—corrigió Zuko, mirándolo disgustado—, sino a que eres demasiado inmaduro para el matrimonio. Decir cosas como "su fogosidad" solo demuestra mi punto.

—¡Oye!—Aang sintió las mejillas enrojecidas. En sus tiempos, ese lenguaje era perfectamente normal.

—Estoy con el Señor Calor—apunto Sokka, intentando extraer un libro del estante—, apenas y eres más que un chico bobo.

Antes de que Aang pudiera encontrar una respuesta para ello, el vendedor regreso. Llevaba en manos una caja pequeña, pulida toscamente. El chico de ojos grises no le dio importancia. No le importaba la caja, sino el interior.

—Es uno de mis mejores trabajos, si puedo decirlo yo—le mostró el interior a Aang y Zuko, con una gran sonrisa—. ¿Esto es algo como lo que buscaba?

Aang extrajo el collar con delicadeza. Era incluso mejor que el que había hecho él. El emblema de la Nación del Aire estaba perfectamente gravado en la piedra azul.

—Es muy bonito—reconoció Zuko—. Realmente bonito.

—Es perfecto—el Maestro Aire tomo la mano del hombre para estrecharla—. Gracias por tenerlo tan rápido.

—No es ningún problema.

El Avatar pagó por el servicio del hombre y entregó el collar a Zuko.

—Aún no sé cómo, pero extravié el último. No quiero que ocurra lo mismo con este. Necesito que lo cuides por mi.

—Así será—el chico de ojos dorados guardo el collar entre los pliegues de su ropa.

—Ey ¿Cuánto cuesta este libro?—Sokka dejo el ejemplar sobre el mostrador.

Historia de las Grandes Familias del Reino Tierra—Aang leyó el título del ejemplar—. Sokka ¿Para que quieres eso?

—Aquí está la historia de la familia Beifong—Sokka pagó por el ejemplar al hombre—. ¿Sabes cuánto podré molestar a Toph con esto?

Los tres chicos regresaron al templo poco después. Mañana sería un día emocionante y debían descansar.

Después de que Aang se despidiera de sus amigos camino hacia su habitación, donde Katara ya lo esperaba.

Mientras caminaba, silbando alegremente por la sorpresa que tenía guardada para el día siguiente, encontró a Koemi caminando.

—Buenas noches, Aang—saludó la chica.

Koemi se había recuperado sorprendentemente bien de sus heridas, volvía a está en pie, caminar y reír como antes. Aang solo podía sentirse feliz al ver su recuperación.

—Buenas noches, Koemi—le saludo Aang, con una sonrisa tan amigable como la que ella le dedicaba—. ¿Como van tus heridas?

—Perfectamente—Koemi tomo la mano de Aang con amabilidad y la llevo bajo su camiseta para que pudiera tocar la herida—. ¿Puedes sentirlo? Toca.

Los dedos de Aang recorrieron la cicatriz que estaba sobre sus costillas. Koemi movió la mano de Aang sobre su piel cálida y suave, con una sonrisa divertida. Cuando los dedos del muchacho tocaron la delicada curva donde nacía su seno, apartó la mano avergonzado. Koemi rió sutilmente por su acto.

—M-me alegro mucho—dijo Aang, con la vista baja. Tragó saliva con dificultad, notoriamente incómodo—. ¿Sabes si Katara ya se ha ido a dormir?

—Me parece que si—la chica levanto los brazos y bostezo con delicadeza. Sus labios rellenos se convirtieron en un círculo perfecto—. La encontré hace rato. Estaba hablando con este chico tan atractivo... ¿Haru?—preguntó con duda—. Parecen ser muy cercanos...

—Ellos son muy buenos amigos—recordó Aang. Haru y Katara siempre se habían llevado muy bien. Aang estaba feliz de que el chico pudiera haber asistido a su fiesta.

—¿De verdad? Que envidia...—admitió Koemi, con una sonrisa triste—, y que amable de tu parte.

—¿Amable?—dudo Aang, sin poder entender—. ¿A que te refieres con eso?

—Katara es tan bonita que uno pensaría que cualquier hombre a su alrededor la miraría con otros ojos. Y Haru, tan atractivo, tan fuerte y agradable... Es muy amable de tu parte no sentir celos por su amistad.

¿Celos? ¿Por que Aang tendría celos de la relación que Haru y Katara? Él sabía perfectamente que eran solamente amigos. Aunque, Aang recordaba, Katara se había mostrado indómita al querer rescatar a Haru cuando los Maestros Fuego lo capturaron...

No, se dijo Aang, eso no significa nada. Katara simplemente lo ve como un amigo.

—Oh, no—Aang sonrió, intentando convencerse a sí mismo—, no tengo motivos para tener celos. Además, Katara me ama y yo a ella; ninguno de los dos nos traicionaríamos, nunca.

—Eres afortunado entonces—Koemi se despidió con una inclinación—, la mayoría no logra encontrar un amor tan sinceró como el que ustedes se tiene.

~~~
Alguien más puede sentir como Koemi destila su veneno en este capítulo? Por qué yo super mega si puedo, bebés.

Y una foto de cómo creo yo que Haru consiguió su vello facial

Ps: encontré esta imagen y me encantoooo. La pondré por aquí, tal vez algún día sea la portada de una novela ;)

Literalmente así es como imagino a los chicos en este cap;

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